Este documento presenta las reflexiones de Reynaldo Charres Vargas sobre su experiencia de más de 30 años realizando un voluntariado educativo fuera de las aulas tradicionales. Charres critica la educación formal por ser rígida y no responder a las necesidades locales, y describe cómo ha llevado a cabo más de 3,000 sesiones educativas improvisadas en diversos espacios públicos, usando principalmente el diálogo y la conversación amena para motivar e influir en las personas. Concluye invitando a vivir un tiempo de aprendizaje y
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Discurso de Motivación Reflexiva N° 08
Mi Pedagogía, Más Allá de las Aulas
Por Reynaldo Charres Vargas
Dedico este discurso a los profesionales y técnicos que nunca conocieron las
bondades del voluntariado cultural, en sus vidas ni en sus desempeños, pues
atosigados por los propios egoísmos sólo pensaron en sus intereses
económicos y profesionales. También va para quiénes se creen eminencias o
seres superiores por tener títulos y diplomas académicos.
Ciertamente, no es usual que profesionales ni técnicos egresados de las
universidades o institutos conozcan o tengan la obligación o el compromiso
de la responsabilidad social, porque han sido formados sólo para lucrar con
el ejercicio de su carrera. En sus mentes no cabe ningún interés o visión por
el servicio ad honorem.
De otra parte, al observar y vivir la realidad de la educación pública en mi
país, me convencí que las sucesivas políticas y sistemas gubernamentales
implementados en la era republicana, nunca respondieron a las demandas ni
necesidades de las mayorías, porque los planes oficiales de estudios, eran
copiadas de realidades ajenas, y finalmente impuestas por los gobiernos de
turno. A esa lógica perversa se deben los fracasos.
Así, cada cinco años, el sistema educativo fue manipulado y aprovechado
para experimentos fallidos, y con un despilfarro de la hacienda pública. En
efecto, la educación pública vivió maltratada, relegada y hasta fue dañina
para el progreso intelectual, nunca tuvo identidad ni estilo propio, y como
ya sabemos sus resultados fueron negativos. En 195 años de vida
republicana seguimos mostrando altos índices de analfabetismo, carencias
en logística, además contenidos y metodologías arcaicas, y con graves
errores en el manejo pedagógico e institucional.
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La maraña burocrática que aglutina a los llamados especialistas en educación,
que copan los escritorios de los ministerios, no tienen capacidades para
innovar ni creen en la renovación autentica para elevar la calidad de la
educación pública y que ésta responda con eficacia a las necesidades y
aspiraciones humanas.
La importación y adopción de políticas foráneas como modelo, van
generando una mayor dependencia y sumisión al sistema neoliberal
globalizado, por eso el actual servicio educativo estatal, está siendo
empujado a convertirse en un negocio privado lucrativo, bajo las reglas del
libre mercado y el consumismo. Millones de niños, adolescentes y jóvenes
son tratados como objetos o mercaderías y entregados a un sistema
deshumanizante y robotizador.
Lamentablemente, se van perdiendo los valores y las esencias humanistas de
la educación no sólo en las aulas sino también en el hogar y en los diversos
estamentos de la sociedad. Los procesos de la enseñanza y el aprendizaje
atraviesan una crisis porque los modelos impuestos no responden a las
necesidades locales. Un ejemplo, son los maltratos laborales a los docentes
que ejercen su profesión con míseros sueldos.
Esta triste realidad, me la impulsado a ejercer un voluntariado educativo de
tipo experimental, que me llevó a redescubrir otras vertientes funcionales
para ejercer mi profesión pedagógica con libertad, desde entonces cumplí un
plan atípico de proyección educativa, fuera de toda lógica, a cuyo programa
llamé “acción educativa más allá de las aulas”.
Era una cátedra abierta y espontánea hecha para el encuentro interpersonal,
que privilegió el poder de la palabra honesta y sabia que no necesitó de
aulas equipadas, tampoco de reclutar a participantes para imponer planes
rígidos pre-elaborados, o encerrarlos en cuatro paredes y mucho menos
exigir pagos económicos ni compensaciones materiales.
Ha sido una pedagogía sencilla de inspiración con alegría en su corazón, que
caminaba conmigo todos los días, me daba energías y alimentación
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intelectual con estímulos optimistas y funcionaba de acuerdo a las
circunstancias y con percepciones realistas. Siempre usé la fluidez del
lenguaje verbal en todos los encuentros amigables, con amenidad en la
conversación, y también con abrazos y dando elogios al final.
Tal acción educativa tuvo muchas sesiones improvisadas y estuvo basado en
el manejo de una información didáctica adaptable al interés mutuo y a todo
espacio público disponible, donde se podía realizar un encuentro casual con
uno o varios interlocutores o participantes al mismo tiempo. Y la tarea
consistía en motivar un diálogo interpersonal, primero escuchando
propuestas y luego iniciar una conversación amena sobre temas de interés
recíproco o de índole general.
Cada vez había un tema motivacional, y diversas técnicas de introducción y
con un máximo de aprovechamiento del tiempo libre, que en su mayoría
fueron cortos. Los encuentros, eran eventos espontáneos de libre
intervención sin importar edad, condición ni naturaleza de los eventuales
participantes.
Tuve el privilegio de llevar a cabo más de tres mil eventos personalizados
que ocurrieron en lugares y tiempos distintos. Unas veces en campos
abiertos, otras en el interior de oficinas públicas, en las calles, en vehículos
de transporte público, en mi domicilio y oficina, en coliseos deportivos, en
set de comunicaciones, en mercados de abastos, en reuniones sociales, en
salones comunales, en discotecas y lugares de diversión; también por vía
electrónica y teléfono.
En mi lógica todo medio, espacio y tiempo era ideal para ofrecer o recibir
mensajes y contenidos formativos, y desde luego para asimilar las
enseñanzas que siempre encontraba. Llevaba conmigo una carpeta didáctica
ilustrada de auto ayuda que contenía una casuística actualizada de temas,
hechos y verdades científicas, que casi siempre fueron mostradas como
referencias visuales motivadoras en las conversaciones.
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Esta forma de expandir o transferir información, sin tener la logística formal
de infraestructura, mobiliario, útiles ni pagos por servicios profesionales, ha
marcado en mis percepciones y experiencias el valor de “ser un verdadero
maestro”, un orientador animado y acompañante entusiasta que usando las
herramientas más sencillas como son la palabra y el trato ameno, puede
transmitir, influir y alentar en la mejoría de los pensamientos y conductas de
las personas. Ese vivir con alegría por ser un protagonista desprendido, fue
la mejor virtud que conocí al ejercer la preciosa vocación del estar
comprometido con los demás.
Cuando inicie mi voluntariado cultural y artístico en el año 1985, nunca había
imaginado que mi labor pudiera extenderse por más de 30 años, y como
podrán imaginar en dicho tiempo han sucedido innumerables eventos y
actividades que me han dado no sólo respuestas que hoy los valoro
tremendamente porque son experiencias inolvidables, sino también puedo
demostrar con evidencias su viabilidad. Esta misión experimental por seguir
caminos distintos y benévolos, muy diferentes a los conocidos, me ha
ofrecido resultados alentadores.
Recuerdo que en una ocasión, mientras formaba una fila humana para lograr
un turno en la gestión de un trámite, me encontré con tres madres y cada
una con sus hijos menores entre brazos que tenían pugnas y estaban
malhumoradas por la fatiga de la espera, y como estaba presente en el lugar,
lo primero que hice fue contar varios chistes que causaron risas entre los
presentes. Esta intervención espontánea de inicio, luego se convirtió en una
amena conversación multitemática con lo cual la espera se hizo llevadera,
porque se había calmado las tensiones y también ganaba la amistad de ellas y
sus pequeños.
Otros casos que no olvido, son aquellos que ocurrían en los largos viajes de
trabajo en áreas rurales deprimidas, en donde tuve la suerte de conocer a
personas de diversos temperamentos, muchas de ellas con problemas
cotidianos, pero gracias a las horas de conversación, siempre entretenidas,
descubría hermosos motivos para seguir intercambiando opiniones e
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información. En estas ocasiones también ganaba nuevos amigos, que como
yo, ellos también recordarán el positivismo de los encuentros casuales.
Estos como en otros cientos de episodios ha funcionado perfectamente el
lenguaje verbal, lo cual nos indica que un buen dominio oral es la llave para
llevar a cabo enlaces recíprocos y constructivos. En general, debemos y
podemos mejorar el lenguaje verbal formativo, ya que muchas veces por
carencias o mal uso, caemos en el fango de la pobreza intelectual o la
reemplazamos por el silencio o el fastigio.
Es mejor ser “conversador ameno” antes que ser un individuo apagado,
callado o malhumorado, y para ser conversador tenemos que proveernos de
una información amplia y actualizada. El adquirir o poseer datos, notas,
conceptos, teorías, referencias, y veracidad en los conceptos y creencias nos
dará fluidez en las expresiones para intercambiar puntos de vista.
Los humanos tenemos el deber de incrementar las formas dialógicas, para
aumentar nuestras capacidades de escuchar, de proponer, de sugerir, de
afirmar verdades. Tenemos que ser duchos en las exposiciones y
transferencias de las ideas y en el compartir sabiduría, sin temores ni dudas.
Tenemos que reducir drásticamente los insultos, la vulgaridad, la subjetividad
y toda la maraña de adjetivos peyorativos que invaden nuestros cerebros.
Perdemos y desperdiciamos inmensas energías para aferrarnos a un lenguaje
grosero y banal que destruyen las maneras civilizadas.
El ser maestro sin aula, me ha dado vivacidad más una didáctica activa con
intensos intercambios de pareceres, también me ha abierto otros horizontes
de apreciación, por ejemplo, el afirmar que todos podemos ser educadores
sin tener establecimientos formales, y hacer de los lugares no
convencionales, los mejores espacios para impartir o recibir información o
conocimientos.
Las instituciones, las personas sencillas, los funcionarios, los médicos, las
autoridades, los expertos, los gobernantes, los empresarios, los políticos, los
comerciantes, los auxiliares, los policías, los turistas hasta los desempleados
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pueden ser educadores sin aula, siempre y cuando así lo quieran o
comprendan.
Igualmente, los diversos medios de comunicación, los negocios, los
mercados, el transporte público, las reuniones sociales, las fiestas familiares,
las marchas callejeras, las reuniones políticas, sí, todos pueden ser
colaboradores en la formación intelectual de la población.
Creo totalmente en la superación y sé que una gran ciudad o una pequeña
aldea, mejor dicho toda la humanidad, necesita descubrir el poder y la
riqueza de una educación libre y realista, no aquella encajonada o cerrada a
planes arbitrarios o dictatoriales, concebidos por algunos iluminados teóricos
de escritorios, que casi siempre se encierran en sus elucubraciones filosóficas
o ideológicas.
Si realmente, queremos lograr una convivencia superior y sustantivamente
mejor a la presente, tenemos que convertirnos en “ciudadanos educadores”,
sin importar raza, condición, creencia ni herencias. Grandes, medianos y
chicos, hombres y mujeres, miremos el horizonte con ojos educativos.
Incluyamos en nuestras expectativas un preciado espacio para los
aprendizajes y las enseñanzas.
No cesaré en repetir que la mejor arma para vencer las barreras de la crisis
de valores que enfrentan nuestros pueblos, sean los llamados pobres o ricos,
está en el saber admitir que la educación no escolarizada y pragmática es
demasiado poderosa, y no hay duda que los hogares son la mejor escuela o
universidad.
Del mismo modo, el saber aprovechar el tiempo libre con fines formativos y
constructivos es la mejor estrategia para crecer como ser humano con
equilibrio y armonía. Cuando la misma vida y los desempeños se conviertan
en aliados directos de la educación compartida, otro será la perspectiva
humana.
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Nunca olvidemos que los mejores logros, los más altos créditos, los más altos
grados de calificación y las mejores hazañas que el ser humano puede lograr
es poseer un caudal educativo potente y benefactor.
En los preciosos 30 años de voluntariado cultural y artístico, he asimilado los
mejores aprendizajes y tuve la oportunidad más grande de explorar y
fusionar la profundidad la creatividad intelectual con el servicio social.
Los invito a vivir un tiempo de aprendizajes y enseñanzas fuera de las aulas
académicas y descubrirán que hay bellas respuestas, y vuestros corazones se
sentirán más generosos y brillantes que antes.
LOS INVITO A VIVIR UN TIEMPO DE VOLUNTARIADO CONSIGO MISMO Y CON
LOS DEMÁS.
Reynaldo Charres Vargas
https://reynaldocharresvargas.blogspot.pe
Email: charres.rey@gmail.com
Perú, 2017
NOTA EDITORIAL.- Este documento testimonial debe tener uso didáctico sin autorización previa,
siempre consignando los derechos de autor.
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