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Discurso de Motivación Reflexiva N° 11
PEDAGOGÍA DEL BUEN EJEMPLO: Un Método que Nunca Falla
Por: Reynaldo Charres Vargas
Apreciados amigos y amigas, principalmente padres jóvenes, les dedico este
discurso para motivarlos a reflexionar sobre la inmensa responsabilidad que
tienen en sus manos, como es: el ofrecer el mejor regalo o dejar la más
preciosa herencia, que precisamente consiste en dar un buen ejemplo.
Los invito a creer en el poder y en los beneficios de dar buenos ejemplos a
su descendencia y en general a los pequeños. Muchas veces los adultos
decimos o exigimos cumplir algo que es contrario a lo que hacemos, lo cual
sólo crea contradicciones o confusiones en los hijos. Casi siempre enseñamos
una versión teórica de las cosas, mejor dicho lo opuesto a la práctica o a los
hechos.
Esa inclinación a no tomar en cuenta los buenos ejemplos, parece ser un
defecto generalizado en la humanidad, ya que preferimos los hábitos malos,
aquellos que destruyen o deforman conductas. Esta lógica de doble moral, y
los discursos teóricos divergentes sin coherencia, generan dudas y errores
que afectarán la formación correcta de las personas.
Es común decir consejos, órdenes o exigencias verbales a los hijos para que
los cumplan, pero sin ninguna demostración previa que sea tomada como
ejemplo, modelo o referencia, por lo mismo tales mandatos pierden su
fuerza y no surtirán los efectos deseados.
De esta manera, ocurre una quiebra en las relaciones interpersonales de
padres con los hijos, pues casi siempre se dice o exige hacer algo que no se
practica o cultiva con naturalidad en el hogar. Esto también nos hace ver que
hay vacíos en la propia formación de los padres que no tuvieron ni tienen
nada influyente que mostrar como referencia o modelo.
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Durante mi ejercicio como motivador cultural voluntario, tuve el privilegio
de estudiar y conocer varios casos de frustraciones de padres de familia que
no supieron manejar la crianza de su descendencia, y era notoria la ausencia
de referencias o el ofrecimiento de ejemplos positivos reales. Con frecuencia
los padres al no saber cómo transmitir ejemplos, sólo usan algunas palabras
repetitivas, rigores, amenazas y castigos, antes que mostrar soluciones,
alternativas, caminos, opciones o medios efectivos a seguir o imitar.
Hay sufrimiento e impotencia en los padres debilitados, que actúan con
profundas limitaciones intelectuales en sus hogares, por tanto debiera haber
mayores ofertas de programas de auto-preparación que permitan la
adquisición de destrezas básicas para garantizar una crianza basado en el
buen ejemplo. En tal perspectiva, mamá y papá, tienen la obligación de
buscar, mejorar y poseer un conjunto de capacidades que les ayuden a salir
airoso en los episodios de la crianza formativa de sus hijos.
Los efectos positivos de los ejemplos, tienen comprobación pedagógica y
científica, porque la mayoría de seres humanos aprendemos más por la
observación, la experiencia y el análisis de las evidencias. Además desde
niños hasta adultos somos imitadores y asimiladores de lo que vemos en el
campo pragmático.
Otro punto importante en la dación de ejemplos a los demás, es la
coherencia en el trato de las categorías y las relaciones entre adultos y
menores, y aquí los mayores son quienes tienen el deber de mostrar signos
rectores y apropiados. Tenemos que ser modelos de los pequeños, además
motivadores natos y guías principales de sus vidas en crecimiento, y ello se
logra con la unión y la armonía en el cultivo y cumplimiento de reglas,
hábitos o mandados en el hogar.
Las estadísticas señalan que un 70% de los padres, desconocen las virtudes y
los efectos formativos de la “pedagogía del buen ejemplo”, y esta carencia
nos dice que los procesos de la crianza de los hijos resultan siendo instintivas
y empíricas con un conjunto de errores. Así, los hijos crecen a la deriva sin
referentes cercanos válidos, y adoptarán modelos ajenos imitando a
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personajes extraños (ídolos de barro) y cuando sean adultos, pagarán sus
consecuencias.
Nuestras sociedades sufren por la ausencia de buenos ejemplos, y lo que
encuentra son mayormente valores y modelos negativos y destructivos, cuya
presión formarán hábitos impropios que de hecho debilitarán la autoestima
y los aprendizajes. Y cuando falla la relación entre unos buenos y otros
malos, se rompen los vínculos afectivos entre adultos y menores,
produciéndose una crisis y los consiguientes fracasos personales.
La pedagogía del buen ejemplo, es un método efectivo que no falla, porque
esta sostenido en las raíces del amor paternal, por los mismo debería ser una
herramienta de dominio general, y en particular de quienes orientan, dirigen
y enseñan, tales como líderes, padres, profesores, instructores, terapeutas y
animadores del comportamiento humano. Sus innegables beneficios
formativos constituyen el soporte básico de todo ser humano en formación y
crecimiento.
Cuando son dados desde la temprana edad, el buen ejemplo se convierte en
el primer soporte del futuro, y ésa adquisición es transformadora del ser
mismo ya que permite encontrar la armonía y el equilibrio a lo largo de toda
la existencia personal y social. Los niños tienen derechos a recibir los mejores
ejemplos porque viven el mejor tiempo de aprendizajes debido al alto
desarrollo neuronal. Y como sabemos los menores aprenden y asimilan por
imitación directa de los que observan a diario, ellos son como esponjas que
retienen todas las vivencias o experiencias de su alrededor.
Cualquier enseñanza o formación básica tiene que ser dada a través de
técnicas demostrativas, donde la observación y la participación juegan un
papel de primerísimo orden, y como he dicho este proceso es crucial para la
formación y crecimiento de los menores. Muchas veces, o casi siempre
hacemos o exigimos el cumplimiento de hechos, cosas o decisiones opuestas
al sentido común y la razón. Y al proceder con criterios equivocados sólo
crearemos confusión y crisis en los cerebros infantiles.
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Entonces, de ninguna manera podemos ser cómplices de los fracasos de
nuestros hijos. Hoy más que nunca estamos obligados a ofrecer ejemplos
formativos y verdaderos durante los 365 días del año y por las 24 horas del
día. No hay opción para la renuncia, ni se puede fallar en esta misión de amor
por el futuro de nuestra prole.
Durante el largo tiempo de servicio voluntario que he cumplido en mi país,
Perú, he seguido con minucioso cuidado la regla número siete de mi código
personal, que dice: “Ser y actuar como voluntario artístico, es cumplir una
misión sana y ejemplar por cuenta propia, cuyos beneficios deben traducirse
en el bien común”. Esta fue una exigencia irrenunciable en mis actos. Y
puedo anticipar que todo los que hice fue para demostrar que es posible
ejercer un misión sencilla y honesta.
En lo personal fui coherente con los principios y doctrina que postulaba, así
por ejemplo: dije “que el consumismo material es una adicción perversa
para la humanidad”, y yo trate de evitar comprar cosas o despilfarrar el
dinero en frivolidades. Viví en austeridad y simplicidad con el mínimo
indispensable para ejercer plenamente mis labores profesionales en el
campo artístico e intelectual.
También dije: “que hay que servir a los demás sin esperar nada a cambio”, y
lo hice por más de tres décadas con un servicio ad-honorem persistente sin
recibir pago alguno o reconocimiento de terceros. Para mí era un ideal y
como todo ideal es un pensamiento infinito que tiene expresiones de
sinceridad y honestidad consigo mismo.
Igualmente, sostuve: “que el voluntariado artístico era una alternativa
futurista para la humanidad”, y para comprobar su veracidad en la misma
realidad, pude realizar más de veintidós programas y micro proyectos de
voluntariado, respondiendo así a mi propia voluntad de obedecer al yo.
También defendí con firmeza el cultivo de la trilogía de la lectura, escritura y
el comentario como los primeros hábitos de la formación intelectual en los
hogares, y lo primero que hice es alentar su práctica diaria en mi familia y así
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juntos descubrimos con alegría que leer, escribir y contar era un placer
inmenso que unía a la familia.
Estos cuatro ejemplos son evidencias, de mis conceptos, creencias y teorías
del porque defiendo con ardor la práctica y multiplicación de una “pedagogía
de los buenos ejemplos”. Cuán hermoso y grandioso sería que toda la
humanidad se volcara a dar ejemplos positivos propios, desechando aquellas
muestras y mensajes que corroen el equilibrio y la armonía de la convivencia.
Para ofrecer ejemplos positivos, hay que seleccionar los mejores mensajes y
los valores reales propios y luego compartirlos con los demás; las acciones
ejemplares siempre serán hechos demostrativos visibles. Ellos deben hacer
aflorar nuestras cualidades positivas antes que los defectos o errores.
Por desgracia los humanos expresamos preferencias por los malos ejemplos,
y nos convertimos en sus seguidores. La maldad, la viveza y los antivalores se
han convertido en deportes preferidos. Casi todas nuestras relaciones
interpersonales son dominadas por la falsedad, los miedos, los castigos. Las
palabras y las prédicas no se cumplen o tienen efectos contrarios. Nos cuesta
mucho hacer demostraciones de evidencias y hasta no aferramos a los
modelos perversos, y para perpetuarlos gastamos mucho tiempo y también
millones de dinero. El predominio de los hechos negativos se convierte en
ejemplos preferidos de una mayoría de personas.
A diario somos castigados y debilitados por lenguajes y mandatos impropios
y esos mensajes y contenidos muchas veces son fofos contrarios al espíritu
formativo y constructivo que necesitamos. Con frecuencia rompemos las
coherencias entre los hechos y las palabras… Decimos no botar la basura en
la vía pública, y somos los primeros en arrojar un desperdicio,… decimos no
mentir y somos usuarios de la falsedad. Así, las palabras dicen una cosa y los
hechos son realidades opuestas o contrarias.
Recuerdo una conversación con un grupo de padres de familia, que habían
asistido a un taller de motivación artística demostrativa, donde pude apreciar
signos de animación y compromiso por replicar lo aprendido en sus hogares.
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Esta respuesta por lograr cambios y mejoras me demostró que no hay ánimo
latente, por tanto debemos seguir impulsando más positivismo en el aprecio
por ofrecer buenos ejemplos.
No podemos seguir perdiendo el poder de los buenos ejemplos, es tiempo
de reaccionar para entregar mejores decisiones por el futuro de las
generaciones. Rechacemos a los falsos ídolos de las tinieblas que mandan
provocar y cumplir la primacía de los ejemplos negros, sucios, malévolos y
destructivos de una convivencia con valores humanos verdaderos.
El buen ejemplo es un valor fundamental y básico para la formación de todo
ser humano, y jamás olvidemos que todos los hijos aprenden de sus padres, y
de los mayores. Por eso, los valores paternales siendo claves también son
transversales que de ninguna manera pueden dejar de cultivarse desde la
temprana edad. Todo padre de familia tiene que asumir un papel motivador
y demostrativo de afectos emocionales y conductuales para asegurar la
integridad intelectual de sus hijos.
Un dador de ejemplos tiene que ser una persona espontánea, predispuesto a
adquirir nuevos valores y con la mente abierta al propio aprendizaje, y por
cierto ser un manejador de estímulos. De hecho no es fácil ser dador de
buenos ejemplos, porque casi todos estamos invadidos con traumas,
prejuicios, vicios y complejos que frenan todo intento. Muchas veces la
ignorancia apaga cualquier deseo benévolo y nos conduce al perverso
egoísmo que es la puerta de ingreso al fracaso personal de los infantes.
Aprendamos a mejorar nuestros propios perfiles, aumentando nuestras
propias potencialidades, y asumamos el preciado compromiso de no fallar en
la conducción de las nuevas vidas y por siempre seamos modelos de los
hijos, y ello debiera ser la consagración o el mejor tropeo ganado para cada
uno de nuestros hogares.
Por eso, nunca olviden que los primeros ejemplos se dan en los hogares, y los
padres son los primeros responsables. La mejor educación comienza con el
ejemplo, y los mejores valores se afirman en casa.
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Dos grandes intelectuales del mundo como el físico Albert Einstein y el
pensador y pacifista Mahatma Gandhi, nos legaron herencias y doctrinas
basadas en el ejemplo de sus vidas. Gandhi hace más de 70 años atrás
decía: Los líderes tienen la responsabilidad de dar ejemplo, y por eso su vida
era un ejemplo de lo que quería conseguir. Einstein también dijo: Dar
ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única
manera.
Todos necesitamos hechos más que palabras, es decir más acciones que
simples retóricas. Las palabras y las acciones son uno solo, y siempre deben ir
en armonía. El ejemplo tiene más fuerza que las reglas teóricas o los consejos
verbales.
Rechacemos la invasión de malos ejemplos, que son fruto de la mediocridad
y las propias debilidades humanas. Hoy ya no causa asombro ver que líderes,
autoridades y gobernantes sean los primeros en alterar el orden de las cosas
dando ejemplos negativos. El conjunto de signos deshonestos como
corrupción, violencia, frivolidad, mentiras, odio, pugnas, codicia, viveza entre
otros, son las semillas sucias que muchos humanos están sembrando en sus
propios hogares.
Tampoco debemos olvidar, la auto-preparación, que consiste en asimilar un
conjunto de destrezas prácticas y teóricas, que nos permita ampliar el bagaje
de información disponible. Cuando logremos que cada momento sea un paso
de superación personal, habremos asegurado ser DADORES DE BUENOS
EJEMPLOS.
Hagamos todos los esfuerzos posibles por ser personas demostrativas de
generosidad, y convengamos en afirmar que los hábitos de ofrecer,
conceder, orientar, guiar, estimular, prevenir, conducir, afirmar entre otros,
deban ser las prácticas diarias en nuestras vidas y relaciones.
Pongámonos como meta lograr ser genuinos dadores de buenos ejemplos, y
el ofrecer ejemplos guías como el mejor método de formación personal y
grupal, y que este método se multiplique por miles, como señal viva e
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inequívoca de formación para el desempeño, y si es así estaremos avanzando
por el camino correcto.
Nadie nace sabiendo cosas, ninguno puede considerarse individuo perfecto
ni erudito en una materia, todos tenemos fortalezas y flaquezas, los mismos
que intervienen en el proceso continuo de aprendizajes, y también tengamos
presente que la suma de las experiencias, es la fuente principal de todo
conocimiento. Se aprende y enseña en forma gradual y por toda la
existencia.
Finalmente, me permito, convocarlos a seguir conociendo este bello tema, y
ojalá pronto seamos muchos más los impulsores de los secretos de ser
dadores de buenos ejemplos en todas las esferas de nuestras sociedades o
grupos familiares. GRACIAS RCHV.
Reynaldo Charres Vargas
Email: charres.rey@gmail.com
https://reynaldocharresvargas.blogspot.pe
https://publicacionesrchv.blogspot.pe
Nota editorial: Este documento es gratuito y con fines didácticos, puede ser reproducido o
traducido libremente consignado los derechos de autor.
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