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Hacia un microcosmos de luz: el problema de la eficiencia energética. 
Teresa Elvira Lorilla 
miembro del equipo. 
Marta Román Navarro 
miembro del equipo. 
Jimena Solana González 
miembro del equipo. 
Luis V. de Benito Aparicio 
Profesor de Biología y Geología. 
I. E. S. FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE 
1
Hacia un microcosmos de luz: el problema de la eficiencia energética. 
MEMORIA 
Es común en los libros de texto de ecología y en la web encontrar frases como “La energía 
fluye a través de la cadena alimentaria sólo en una dirección: va siempre desde el Sol, a través de 
los productores, a los descomponedores. La energía entra en el ecosistema en forma de energía 
luminosa y sale en forma de energía calorífica que ya no puede reutilizarse para mantener otro 
ecosistema en funcionamiento”. Esta cita suele ir acompañada de dibujos como el que se muestra a 
continuación. 
Flujo de la energía en un 
ecosistema. Dibujo tomado de 
“The Macroscope” por Joël de 
Rosnay 
No es nuestra intención cuestionar esta afirmación, pero sí matizarla. Para ello tenemos que 
remontarnos en el tiempo a finales de 1950. Por esos años el ecólogo Odum desarrolló los primeros 
modelos de microcosmos. Un microcosmos es un ecosistema artificial que se encuentra encerrado 
en un contenedor de pequeño tamaño. Tiene la peculiaridad de que las especies que conviven en el 
funcionan de forma eficiente a la hora de reciclar los elementos químicos. Esto posibilita que la 
vida se pueda mantener durante generaciones dentro de él. El único requisito que precisa es una 
fuente de luz externa como muestra el dibujo. 
Microcosmo de H.T. Odum. Modificado de H.T Odum et al. (2003). 
2
Odum utilizó estos modelos a escala de los ecosistemas para testear los efectos de alteraciones 
medioambientales como pueden ser el incremento de CO2 o la eutrofización de los medios 
acuáticos. 
Dentro de estos ecosistemas encontramos bacterias anaerobias que tienen la misión de 
mineralizar compuestos que son tóxicos para la fauna, como el amoniaco, transformándolos en 
sustancias que son utilizables por las plantas. 
En 1987 Derek Lovley descubrió en los sedimentos del río Potomack un nuevo tipo de 
bacteria anaerobia, el género Geobacter. Este género presenta la cualidad de producir corrientes 
eléctricas cuando oxida materia orgánica. 
A partir del microcosmos de H.T. Odum y las bacterias de D. Lovley se nos ocurrió la idea 
de intentar establecer una excepción a la norma general de la ecología que hemos presentado al 
principio de la memoria. Es decir, construir un ecosistema donde los descomponedores son capaces 
de producir electricidad que alimentaria a una lampara. La luz de la lampara seria usada por las 
plantas del mismo ecosistema tal como muestra la siguiente ilustración. 
Microcosmos automantenido. Modificado de H.T Odum et al. (2003). 
Ya sabemos que no existen los microcosmos automantenidos, pues hay dos razones que se 
oponen a su existencia.Por un lado, la eficiencia fotosíntetica, es decir, el porcentaje de luz que es 
usado en la fabricación de materia orgánica por las plantas, que apenas llega al 2% del total. Por 
otro lado, la eficiencia coulómbica, que es la cantidad de materia orgánica que se recupera como 
electricidad por las bacterias electrogénicas que ronda entre un 40 y un 60%. 
A pesar de ello, nuestra ilusión por construir un microcosmo donde un ínfimo porcentaje de 
energía entra en un ciclo sin fin dentro del ecosistema nos motivó a hacerlo. De cómo lo 
construimos y de los resultados que obtuvimos trata este proyecto. 
Este proyecto fue desarrollado a lo largo de dos años (2012-2014) en los laboratorios de 
Ciencias que el Instituto Félix Rodríguez de la Fuente tiene en el edificio Florentino Diaz Reig. 
3
Hacia un microcosmos de luz: el problema de la eficiencia energética. 
Índice 
1.- Antecedentes 
1.1 Ecosistemas de laboratorio o microcosmos 
1.2 Pilas Microbianas y sistemas acumuladores de energía 
1.3 Eficiencia energética 
2.- Objetivos de nuestro trabajo 
3.- Metodología 
3.1 Método empleado para la creación de un microcosmos formado por algas y 
bacterias electrogénicas 
3.2 Método empleado para la determinación de la eficiencia energética 
3.3 Método empleado para la creación de un sistema amplificador de corriente 
4.- Resultados 
4.1 Resultado del método empleado para la creación de un microcosmos formado 
por algas y bacterias electrogénicas 
4.2 Resultado del método empleado para la determinación de la eficiencia 
energética 
4.3 Resultado del método empleado para la creación de un sistema amplificador 
de corriente 
5.- Conclusiones 
6.- Bibliografía 
4
1.- Antecedentes 
1.1 Ecosistema de laboratorio o microcosmo 
Un microcosmo (laboratory ecosystems or microcosm) es un pequeño ecosistema contenido en 
un recipiente de un volumen inferior a 100 litros, normalmente del tamaño de un acuario. Estos 
ecosistemas contienen una comunidad de especies que muestran eficiencia en el ciclo de los 
elementos químicos. Los desechos generados por un tipo de organismos son consumido por otros 
organismos como nutrientes. Esto ofrece la posibilidad de estudiar la dinámica de los organismos y 
de los elementos químicos (Beyers et al., 1993) (figura 1). 
Figura 1. Microcosmo de flujo de corriente similar al empleado por Odum y Hoskim en 1957. El sistema podía 
intercambiar gases con el medio externo, pero se cerraba durante las medidas del metabolismo. La temperatura y la 
velocidad de la corriente podían ser controladas (Petersen et al., 2009) 
La línea de investigación sobre los microcosmos se inicia a finales de 1950 con los trabajos 
de H.T. Odum, E.P. Odum, R.J. Beyers y otros autores. Ellos desarrollaron el concepto de 
ecosistema y construyeron algunos de los primeros pequeños microcosmos acuáticos. Utilizaron 
este modelo experimental para estudiar los efectos de la temperatura y la radiación ionizante en la 
fotosíntesis y la respiración, la invasión por nuevas especies y los efectos de la eutrofización. Estos 
ecosistemas miniaturizados tenían una viabilidad muy corta en el tiempo. 
En la década de los sesenta, en plena carrera espacial, la NASA se plantea la posibilidad de 
desarrollar sistemas biológicos que permitan mantener las condiciones de habitabilidad en naves y 
estaciones espaciales ( programa CELLS, Controlled Ecological Life Support System). Una de las 
personas encargadas de desarrollar el proyecto fue Clair Folsome, director del laboratorio de 
exobiología en la Universidad de Hawaii (Manoa). Folsome tomó para su modelo experimental una 
combinación de cultivos puros de especies que aunque no coexistieran en la naturaleza, tenían la 
peculiaridad de ser necesarias para que el ecosistema funcionara. Estos ecosistemas “sintéticos” son 
altamente susceptibles a la acción de gentes patógenos, por lo que es necesario combinarlos en un 
5
medio estéril. En la construcción de estos ecosistemas llegaron a intervenir más de 100 especies de 
microorganismos, los cuales conservaban funcionando tanto el ciclo de la energía como el de los 
nutrientes. Este tipo de microcosmos actuaba como un ecosistema cerrado. Esto quiere decir que no 
intercambian materia con su entorno, pero pueden intercambiar energía en forma de luz o calor. 
Folsome podía medir los niveles de oxígeno y dióxido de carbono, los flujos de energía y observar 
visualmente los cambios. Folsome fue el primer científico en desarrollar un verdadero ecosistema 
de vida microscópica cerrado perdurable en el tiempo que llegó a durar 18 años (Folsome et al., 
1986). Su sistema tenía un inconveniente, cuando se incorporaban las formas de vida superior 
(animales y plantas) estas tendían a morir al cabo de un cierto tiempo (Hanson et, al. 1984). 
En 1977, basándose en los estudios de Dr. Folsome, Joe Hanson empezó a tener repetidos 
éxitos en ecosistemas cerrados que albergaban formas de vida superior. La técnica consistía en 
limitar los macronutrientes a unas cantidades específicas para estabilizar el sistema, impidiendo el 
crecimiento incontrolado de las algas. También se limitaba la biomasa del ecosistema, repartiéndola 
en diferentes cantidades dependiendo de si se trataba de algas, animales o descomponedores. Estos 
ecosistemas tienen la capacidad de permanecer estables durante más de ocho años (Hekstra, 2009). 
Además, fueron comercializados para el publico bajo la denominación de “EcoSphere” en los años 
ochenta (Yensen, 1988) (figura 2). 
Figura 2. Fotografía de un ecosistema marino de un litro desarrollado por Joe Hanson en el Jet Propulsion Laboratory 
(NASA) y Clair Folsome de la Universidad de Hawaii. Estos ecosistemas están hechos de cultivos semi-esteriles y agua 
de mar filtrada, a los que se añade grava y una gorgonia, no viva, para decoración. El dibujo de la derecha representa 
los flujos de materia dentro del microcosmos (http://www.eco-sphere.com). 
Cuando la Estación Espacial Internacional se volvió operativa, surgió la oportunidad de 
realizar investigaciones ecológicas y biológicas de larga duración en el espacio. Los organismos 
usados en estos experimentos necesitaban un sistema de soporte de vida que operase de forma 
eficaz en el espacio durante meses o incluso años. Estos sistemas se basaron en dos patentes que 
6
modificaban en algunos aspectos los trabajos de Folsome y Hanson, y que habían sido previamente 
probado en la lanzadera espacial (Ishikawa et al., 1996) y en la estación espacial Mir (Poynter et 
al., 1999). La principal característica de estos nuevos microcosmos es la incorporación de 
macrofitas (plantas pluricelulares) y cadenas tróficas más complejas, ya que se introducían un 
mayor número de especies animales pluricelulares (amfípodos, ostrácodos, daphnia, copépodos, 
caracoles) (figura 3). 
Figura 3. El dibujo de la izquierda muestra una visión esquemática del ecosistema desarrollado por Paragon (McCallum 
et al., 2000). Dos cilindros idénticos unidos constituyen un módulo de vuelo. La fuente de luz que portan es una 
lámpara fluorescente externa a los cilindros. Las unidades estaban encerradas en un recipiente de aluminio mylar que 
optimizaba el uso de la luz y mantenía constante la temperatura. Su volumen es de 860 cc. Las fotografías de la derecha 
muestran la distribución de los componentes del microcosmos durante el vuelo (derecha) y en tierra (izquierda). 
7
1.2 Pilas Microbianas (MFC) y sistemas amplificadores de voltaje (Boost) 
Una pila o célula de combustibles microbiana (Microbial Fuel Cell, MFC) es un dispositivo que 
se basa en el uso de microorganismos que al oxidar materia orgánica, originan como productos de 
desecho dióxido de carbono, electrones y protones. Los electrones son transferidos a un electrodo 
llamado ánodo. Los protones se difunden hasta otro electrodo llamado cátodo. El ánodo se sitúa en 
un ambiente carente de oxígeno (anaerobio) y los electrones circulan desde él, a través de un 
material conductor, hasta el cátodo. El cátodo se sitúa en un espacio rico en oxígeno (aerobio). Allí 
los electrones procedentes del ánodo reaccionan con el oxígeno y los protones, formando agua. Si 
situamos un voltímetro en el cable que une el ánodo con el cátodo, podemos registrar el paso de una 
corriente eléctrica (figura 4). 
Figura 4. En el dibujo podemos ver el funcionamiento de una pila de combustible microbiana (MFC). (Alzate-Gaviria et 
al., 2008). 
Los combustibles que pueden utilizarse para alimentar una MFC van desde soluciones de 
compuestos sencillos, como el acetato o la glucosa, a mezclas ricas en materia orgánica, como las 
algas procedentes de fotobiorreactores (figura 5) o las presentes en las aguas residuales de 
estaciones depuradoras. 
Figura 5. Esquema de funcionamiento de un fotobiorreactor asociado a un digestor anaerobio que produce gas y materia 
orgánica con la que se alimenta una pila de combustible microbiana (Schamphelaire & Verstrate, 2009). 
8
Otro elemento importante del diseño de las MFC es el material de los electrodos. Aunque el 
platino produce los mejores resultados, su elevado coste hace que el grafito, en cualquiera de sus 
variantes (papel, fieltro o prensado en barra), se haya convertido en el material de referencia (figura 
6). 
Figura 6. En la fotografía se muestra una MFC sedimentaria. Este tipo de pila se caracteriza porque carece de membrana 
de intercambio entre la cámara del ánodo y del cátodo. El ánodo está formado por grafito granulado y el cátodo por un 
fieltro de carbono (Thomas et al, 2013). 
Comparar la eficiencia entre MFC es complicado, dada la variabilidad de diseños y 
materiales empleados. No obstante, se ha llegado al consenso de utilizar como magnitud la potencia 
por unidad de superficie de electrodo (W/m2) o, en algunos casos, por unidad de volumen de la 
cámara anódica (W/m3) (Esteve-Nuñez, 2008). Cuando hacemos una revisión de la literatura sobre 
la potencia de MFC, encontramos que los valores varían entre 0,5 mW/m2, pasando por 67mW/m2 
(Strik et al, 2008), hasta un máximo de 980 mW/m2 (Timmer, 2012 ). Dado que la superficie del 
ánodo en una MFC no suele ser de 1 m2, para hacernos una idea más concreta, emplearemos el caso 
de Strick et al (2008). Estos científicos construyeron una pila con un cátodo hecho de fieltro de 
grafito de 8 por 8 cm y 3 mm de grosor. El ánodo era circular, con un diámetro de 3.5 cm y 3 mm de 
grosor. Los electrodos estaban unidos por un cable de cobre. El máximo registro que alcanzaron a lo 
largo de 120 días fue de una tensión de 0,253 V , que, para una resistencia externa de 1000 Ω daba 
una corriente 0,253 mA (figura 7). 
Figura 7. Registro de valores de tensión (mV) de dos MFC y dos controles de MFC en un periodo de 120 días (Strik et 
al, 2008). 
9
Si tenemos en cuenta que, para encender un led de luz blanca, necesitamos 3,8 V y de 10 a 
40 mA (figura 8) , comparándolo con lo que rinde una MFC, nos daremos cuenta que estamos muy 
lejos de poder encenderlo. 
Figura 8. Esquema de un led: A, ánodo; B, cátodo; 1, cápsula plástica; 2, hilo conductor; 3, copa reflectora; 4, 
terminación del semiconductor; 5, yunque; 6, plaqueta y 8, borde plano (fuente wikipedia.org). 
Frente a este problema se pueden dar dos soluciones. O se fabrican muchas MFC, que 
dispuestas en serie-paralelo, dan el voltaje e intensidad necesarios (figura 9), o se utilizan 
amplificadores de voltaje o boost. 
Figura 9. La fotografía muestra a la Dr. Aviva Presser Aiden, que dirige un equipo de la Escuela de Ingeniería y 
Ciencias Aplicadas (SEAS) de la Universidad de Harvard y que está desarrollando una MFC que permitirá cargar los 
teléfonos móviles en cualquier lugar. Solo habría que conectarlo a la tierra, literalmente (http://specyrum.mit.edu). 
El dibujo de la derecha muestra las distintas configuraciones en las que hay que colocar las pilas para obtener el voltaje 
(V) y la corriente (amperios-hora, Ah) deseados (http://www.mpptsolar.com). 
Los amplificadores de voltaje o boost son unos circuitos que utilizan condensadores e 
inductores. Un condensador es un elemento pasivo, formado por dos superficies conductoras 
separadas por un material dieléctrico, que es capaz de almacenar la energía eléctrica que recibe 
durante un periodo de carga, la misma energía que después cede en el periodo de descarga. Los 
10
condensadores, al igual que las pilas, pueden asociarse en serie y en paralelo. Los inductores 
también son un componente pasivo de un circuito eléctrico, constituidos por una bobina, que, 
debido al fenómeno de la autoinducción, almacena energía en forma de campo mágnetico 
(wikipedia.org). (figura 10). 
Figura 10. La imagen de la izquierda muestra diferentes tipos de condensadores con su símbolo electrónico, la de la 
derecha diferentes tipos de inductores con su símbolo electrónico (wikipedia.org) 
Los modelos de circuitos que se aplican a MFC varían según los diferentes autores. Así 
tenemos que Wu et al (2011) diseñaron un circuito amplificador de corriente continua que 
incrementaba el voltaje operacional típico de una MFC ( de 100 a 300 mV) a un valor superior a 3 
V. El modelo Kim et al (2011) propone que las MFC colocadas en paralelo carguen dos juegos de 
cuatro condensadores dispuestos en serie. La descarga de los condensadores produce voltajes 
superiores a 2,5 V (figura 11). 
Por ultimo, Thomas et al (2013) proponen un sistema con una única MFC que produce por 
debajo de 1mW cm-2 (10 W m-2). Esta pila de 0,3 V podía, conectada a un transformador y a un 
convertidor, alcanzar los 3,3 V de salida. 
La utilización de estos circuitos electrónicos trata de disminuir el número de MFC que se 
requiere conectar en serie-paralelo, pues un problema que se presenta cuando se conectan varias 
MFC entre sí es la aparición del voltaje invertido (voltage reversal) que ocurre cuando el potencial 
del ánodo de una MFC cambia a valores positivos, disminuyendo la eficiencia del sistema. 
11
Figura 11. El diagrama de la parte superior izquierda corresponde al modelo de amplificador de corriente de Wu et al 
(2011): MFC, pila de combustible microbiano; Vin, voltaje de entrada; Iin, intensidad de entrada; D, diodo; C, 
condensador; L, inductor; Vout, voltaje del circuito amplificador; Vc, voltaje del condensador. El diagrama de la parte 
superior derecha muestra el modelo de Kim et al (2011): C, condensador; R, resistencia externa; +, cátodo de las MFC; 
-, ánodo de las MFC. El diagrama de la parte inferior corresponde a Thomas et al (2013): MFC, pila de combustible 
microbiano; T, transformador 1-20 compatible para bajos voltajes (< 1 V); LTC3108, convertidor elevador para voltajes 
muy bajos; Cout, condensador de 680 μF ; Cstore, supercondensador de 0.4 F; Vout, voltaje en el condensador de salida 
(1,7 a 3,3 V). 
12
1.3 Eficiencia energética 
1.3.1 Eficiencia Fotosíntetica 
En un microcosmos formado esencialmente por algas y bacterias electrogénicas 
reconocemos dos niveles tróficos: los productores o autótrofos (algas) y los consumidores o 
heterótrofos (bacterias). Entre estos niveles se va a producir una transferencia de materia y energía 
(figura 12). 
Figura 12. Compartimentación de un ecosistema para un primer análisis de los flujos de energía (Sarmiento, 1984). 
Llamamos eficiencia energética al traspaso de energía que se da desde la explotación de un 
recurso hasta la conversión de parte de la energía en producción neta (materia orgánica) del nivel 
trófico que explota ese recurso. El estudio de las eficiencias energéticas en los microcosmos tiene 
mucho interés ya que, en el caso de las algas (eficiencia fotosintética) va a determinar la cantidad de 
materia orgánica que va a quedar disponible para las bacterias y, en el caso de las bacterias 
(eficiencia coulómbica), la cantidad de materia orgánica que van a emplear en la producción de 
electricidad y, por tanto, de luz que pueden emplear las algas. 
Evidentemente en los ecosistemas se produce un elevado número de ineficiencias en el 
traspaso de energía entre niveles tróficos, lo que ocasiona una reducción en la biomasa según 
pasamos de un nivel a otro. 
Por ejemplo, en el caso de las algas, las ineficiencias son debidas a varios factores (figura 
13): (1) De la radiación solar total que les llega solo es aprovechable el 50%, que corresponde a la 
llamada tasa radiación fotosintéticamente activa (TRFA ). Esto es debido a que los pigmentos que 
13
captan la luz para realizar la fotosíntesis (clorofilas, carotenoides, ficocianinas, etc.) solo absorben 
un espectro determinado de radiación solar. (2) Del total de radiación fotosintéticamente activa, 
solo una parte es interceptada por las algas (Io). (3) De la parte interceptada por las algas, una 
fracción va a ser empleada en los procesos fotosínteticos, (Ia) el resto va a ser reflejada (albedo). (4) 
De la energía radiante absorbida solo una parte se va a transformar en energía química (Pb), el resto 
se eliminará en forma de calor. (5) Por último, de la energía química fijada en la fotosíntesis (Pb) , 
una parte es consumida en la respiración y el mantenimiento de la propia alga, por lo que, para el 
resto de los niveles tróficos (bacterias), solo queda lo que llamamos producción neta (Pn). Por usar 
un símil, en un bosque templado donde la radiación fotosintéticamente activa es de 440.107 
kcal/ha.año, la producción neta es de 7,3.107 kcal/ha.año, lo que supone una eficiencia fotosintética 
del 1,6%. La eficiencia fotosintética suele tener un valor entre 0,8% y 2% sobre la radiación 
fotosintéticamente activa, alcanzando un máximo del 5% en algunos tipos de cultivos (Sarmiento, 
1984). 
Figura 13. Proceso de disipación de la insolación desde que alcanza el límite del ecosistema hasta su acumulación como 
energía química en la biomasa vegetal (Sarmiento, 1984). 
14
1.3.2 Eficiencia coulómbica 
En el caso de las bacterias nos interesa estudiar tanto la capacidad de generar energía 
eléctrica como el consumo que realizan para este proceso de la materia orgánica (producción neta) 
fabricada por las algas. Un parámetro que nos puede informar es lo que llamamos eficiencia 
coulómbica, Ec, que se define como la relación entre el número de coulombios realmente 
transferidos al ánodo desde el sustrato y el número máximo posible de coulombios transferidos si 
todo el sustrato fuera capaz de producir corriente, es decir: 
Ec = (coulombios totales producidos / coulombios totales teóricos producibles) x 100 
Las Ec calculadas para celdas de combustible microbianas que registra la literatura varían 
debido al diseño de la propia MFC. Por ejemplo, si se emplea proteínas como nutrientes de las 
bacterias, se obtienen eficiencias de un 6%; si es glucosa, del 60% y, si es acetato, entre un 63-78%. 
Si se utilizan catalizadores que favorecen la transferencia de electrones al ánodo, la eficiencia puede 
alcanzar el 89%. Si la MFC posee una membrana que evita la difusión del oxígeno al ánodo, la 
eficiencia es del 40-55%, pero, con el mismo sustrato y sin membrana es del 9-12% (figura 14). 
Figura 14. Comparación de eficiencias coulómbicas entre distintas MFC (Alzate-Gaviria et al, 2008). 
Como norma general podemos ver cómo, según aumenta la densidad de potencia de las 
MFC, aumenta también la eficiencia coulómbica (Alzate-Gaviria et al, 2008). 
15
2.- Objetivo de nuestro trabajo 
En el siguiente proyecto nos planteamos como objetivos: 
1.- Elaborar un microcosmos formado por algas y bacterias electrogénicas. 
2.- Calcular la curva de potencia del microcosmos. 
3.- Calcular la eficiencia fotosintética de las algas y la eficiencia coulómbica de las bacterias 
electrogénicas del microcosmos. 
4.- Diseñar una celda de combustible microbiana (MFC) que asociada a un circuito 
amplificador de corriente, sea capaz de encender un led. 
16
3.- Metodología 
3.1 Método empleado para la creación de un microcosmos formado por algas y 
bacterias electrogénicas 
El método empleado en la construcción de nuestro microcosmos se basa en las siguientes 
premisas: 
(1) El microcosmos es un sistema abierto, es decir, puede intercambiar gases con el 
exterior, como los modelos diseñados por Odum et al. (2003). 
(2) El microcosmos está formado por formas de vida sencillas (algas, protozoos y 
bacterias), eliminando las formas de vida complejas (insectos, crustáceos, plantas 
superiores) a la hora de realizar el muestreo. No es un “ecosistema sintético” como 
los hizo Clair Folsome, sino que lo integran parte de los microorganismos de un 
ecosistema natural. Por tanto, probablemente tampoco respondían a las proporciones 
que propone Ishikawa et al. (1996) para los distintos niveles tróficos. 
(3) La composición del agua empleada en el microcosmos es la que había originalmente 
en la muestra. No se hizo, por tanto, un medio artificial como usó Poynter et al. 
(1999). 
Sabíamos, por las referencias bibliográficas, que las bacterias electrogénicas son del género 
Geobacter (Lovley et al, 2011) y del género Desulfobulbus o Desulfucapsa (Lowy et al 2006) 
(figura 15). 
Figura 15. Representación esquemática de las principales reacciones de oxidación que tienen lugar en el fondo de un 
lago (Lowy et al, 2006). Los microbios más próximos a la superficie usan preferentemente oxígeno, dejando el MnO2 , 
Fe2O3 y SO4 
2- sin utilizar. A continuación, el MnO2 es utilizado por los microbios en la capa inmediatamente inferior del 
sedimento para oxidar materia orgánica donde no hay oxígeno, el Fe2O3 es empleado a mayor profundidad en la tercera 
capa y el SO4 
2-, en la cuarta capa. En consecuencia, en cada capa de sedimentos, en función de la profundidad, se 
acumula un potencial reductor (Mn2+, Fe2+ y S2-) que va a servir para generar la corriente eléctrica. Al menos tres 
reacciones que tienen lugar en el proceso de reducción del ánodo han sido probadas: la oxidación de S2- a S0 (Reimers et 
al, 2005), la oxidación del acetato por bacterias de la familia Geobacteraceae y la oxidación del S0 a SO4 
2- por bacterias 
del género Desulfobulbus o Desulfucapsa (Holmes et al. 2004a). 
17
Geobacter vive en los sedimentos del fondo de los ríos y lagos, y Desulfobulbus o Desulfucapsa se 
encuentran en sedimentos marinos y en lugares ricos en sulfato, como salares y yacimientos 
mineros en explotación (minas de cobre). Así durante el mes de agosto de 2013 tomamos muestras 
en los siguientes lugares: 
(1) Mina Peña del Hierro, Río Tinto (Huelva). Las aguas del río Tinto se caracterizan por sus 
notables concentraciones de sulfuros de metales pesados (3-9 g/l) Lopez-Archilla (2005). Estas 
aguas presentan las siguientes propiedades: un pH 2,4-2,6 y una conductividad 11 mS/cm (figura 
16). 
Figura 16. La fotografía de la izquierda muestra la presa de la mina Peña de Hierro, la fotografía del centro es un detalle 
de la orilla donde crecen las algas y la fotografía de la derecha muestra las algas al microscopio. 
(2) Salinas de San Pedro del Pinatar (Murcia). Es un humedal con arenales situado al norte del Mar 
Menor, donde podemos encontrar una explotación salinera activa. Las aguas de estas salinas 
presentan un pH 7,6 y una conductividad de 52 mS/cm (figura 17). 
Figura 17. La fotografía de la izquierda muestra una panorámica de la salinas de San Pedro del Pinatar; la fotografía del 
centro un detalle de la orilla donde se tomó la muestra y la fotografía de la derecha muestra las algas al microscopio. 
(3) Laguna de Navalhorno, Cantalejo (Segovia). Esta laguna forma parte de los humedales de la 
Tierra de Pinares. El agua presenta un pH de 7,7 y una conductividad de 570 mS/cm (figura 18). 
Figura 18. La fotografía de la izquierda muestra la laguna de Navalhorno; la fotografía del centro un detalle de la orilla 
donde se tomó la muestra y la fotografía de la derecha muestra las algas al microscopio. 
18
Las muestras tomadas fueron empleadas en la elaboración de tres microcosmos. Cada 
microcosmos se caracterizaba por tener una capacidad de 3 l . En este microcosmos los lodos con 
bacterias electrogénicas quedaron encerrados en un compartimento con una capacidad de 33 cl . En 
este mismo compartimento se introdujo un electrodo formado por fieltro de carbono de 19 cm de 
largo por 4 cm de ancho unido a un cable de cobre. Es decir, funcionaba como cámara anódica. Esta 
cámara estaba cerrada por un papel de filtro que evitaba la salida de los lodos al manipular el 
microcosmos. El resto del espacio del microcosmos estaba relleno con el agua y las algas que se 
habían tomado en las muestras. Este recinto del microcosmos funcionaba como cámara catódica por 
lo que se introdujo un electrodo de idénticas dimensiones al del ánodo. Además de los 
microcosmos mencionados, se hizo otro en el que solo se empleó agua destilada, al que llamaremos 
control. El control en la cámara anódica presentaba carbono granulado (figura 19). 
Figura 19. La fotografía de la izquierda muestra los tres microcosmos y el control dentro de fitotrón construido por 
nosotros. Este fitotrón controla el periodo de luz y la temperatura. La fotografía de la derecha muestra el interior del 
microcosmos formado por el compartimento de la cámara anódica, que almacenaba el lodo con las bacterias 
electrogénicas, y el compartimento de la cámara catódica, que almacenaba agua con las algas microscópicas. 
Los microcosmos se mantuvieron durante un mes bajo un régimen de 12 horas de oscuridad 
y 12 horas de luz, utilizando como fuente un tubo fluorescente Philips master TLD 18W/830 a una 
temperatura ambiente de 20º C. Se dejó este tiempo para que las bacterias electrogénicas pudieran 
colonizar el fieltro de carbono de la cámara anódica. Estas bacterias, como hemos dicho, son 
anaerobias, por lo que el lodo que contiene dicha cámara dificulta la difusión del oxígeno y 
favorece su desarrollo. En el compartimento contiguo las algas, al realizar la fotosíntesis y liberar 
oxígeno, creaban un ambiente poco propicio para el desarrollo de estas bacterias, pero formaban 
compuestos orgánicos solubles que les servían de alimento. Transcurrido un mes se procedió a 
evaluar los microcosmos como si fueran pilas microbianas (MFC). Para ello se registraron los datos 
de intensidad y voltaje según muestra el circuito de la figura 20. En este circuito se incrementaron 
los valores de la resistencia de manera gradual desde 3.3 Ω hasta 106 Ω . 
19
Figura 20. El esquema de la izquierda muestra la disposición del voltímetro (V) y el amperímetro (I) en el circuito a la 
hora de tomar los valores de tensión y corriente (Carbó et al, 2012). La fotografía de la derecha muestra el diseño del 
circuito en el momento de la toma de datos. El multímetro de color gris (Silver electronic DT93A) funciona como 
voltímetro mientras que el multímetro amarillo (Hibok-80) actúa como amperímetro. En la placa protoboard se 
encuentra situada la resistencia. 
Con los datos recogidos se elaboró una gráfica de la curva de potencia-voltaje de cada uno 
de los microcosmos. La curva de potencia, en mW, se obtiene de multiplicar los valores de 
intensidad, en mA, por el voltaje, en mV, para cada uno de los valores de resistencia empleados 
(figura 21). 
Figura 21. La gráfica de la izquierda muestra la curva voltaje-intensidad de una pila. La gráfica de la derecha representa 
la curva potencia-voltaje de la misma pila (Carbó et al, 2012). 
La finalidad de este experimento fue seleccionar las algas y las bacterias electrogénicas que 
formaban el microcosmos que nos dio una curva de potencia más elevada. 
20
3.2 Método empleado para la determinación de la eficiencia energética 
Sobre el microcosmo seleccionado en el apartado anterior se decidió determinar la eficiencia 
fotosintética de las algas y la eficiencia coulómbica de las bacterias. 
3.2.1 Método para la determinación de la eficiencia fotosintética de las algas 
A la hora de determinar la eficiencia fotosintética, debemos tener claro que esta depende de 
la producción neta y que la producción neta varía en los microscomos en función del grado de 
desarrollo del ecosistema que encierran, siendo máxima en las primera etapas y alcanzando un valor 
constante al llegar a la madurez (figura 22). 
Figura 22. Diagrama obtenido por Cooke (1967) sobre la variación de la producción bruta (Pg) línea negra continua; la 
producción neta (Pn), franja gris; la respiración (R) , línea negra discontinua y la biomasa (B), línea roja, en la sucesión 
de un microcosmos formado por algas, desde que se inocula un medio sin organismos con una muestra de un sistema 
maduro hasta que resulta de nuevo otro sistema maduro. Como podemos ver en el gráfico, durante los primeros 30 días 
la producción bruta diurna (Pg) supera la respiración nocturna ( R), de modo que el sistema acumula biomasa. Después 
de esta eclosión, ambas cifras empiezan a declinar y, en un plazo de 30 días, prácticamente se igualan. Esto quiere decir 
que la producción neta del ecosistema alcanza un valor máximo en el primer mes de sucesión y que, cuando alcanza un 
estado maduro, su valor es más bajo y constante. 
Por tanto, a la hora de calcular la eficiencia fotosintética tenemos que indicar el grado de 
madurez de nuestro microcosmo. Nosotros definimos la madurez en función de dos parámetros que 
son: 
(1) La densidad celular, para lo cual usamos el sistema de Neubauer 
Este sistema se basa en utilizar un microscopio con un portaobjetos que contiene una cámara 
con una rejilla que permite calcular el número de células que hay en un volumen determinado 
(figura 23). En un microcosmo el número de células se va incrementando con el paso del tiempo y, 
cuando llega a la madurez, permanece constante. 
21
En nuestro caso utilizamos una cámara fotográfica adaptada a un microscopio. El programa 
informático de la cámara (Motic images plus 2.0 ML) nos permitía sobre fotografías tomadas hacer 
una retícula similar a las de este sistema de recuento (figura 23). 
Figura 23. En la imagen de la superior izquierda podemos observar la retícula que se puede ver en un portaobjetos que 
contiene la cámara Neubauer. En la fotografía de la derecha se muestra la cámara fotográfica Moticam 480 unida al 
microsopio marca Ura Technic y al ordenador. En la fotografía inferior izquierda se muestra cómo el programa Motic 
images plus 2.0 ML permite recrear la celdilla de Neubauer. 
Una vez hecho el recuento, aplicamos la siguiente fórmula para averiguar el número de 
células por mililitro: 
Área de la celdilla = 0,2 mm x 0,2 mm = 0,04 mm2 
Volumen = 0,04 mm2 x 0,1 mm* = 4 x 10-3 mm3 = 4 x 10-6 ml 
* la profundidad de la celda la conseguimos superponiendo un cubreobjetos del nº 0 sobre otros a 
modo de puente. Entre los dos que hacían de base se coloco la muestra a analizar. 
Concentración celular = (total de células contadas/ número de celdillas) x 250.000 = número de 
células / ml 
(2) El intercambio de gases del microcosmo con el medio. 
Este método se basa en que los microcosmos cerrados presentan cambios de presión debido 
a la actividad fotosintética de las algas. Estos cambios de presión están relacionados con la 
liberación de oxígeno. El oxígeno producido en la fotosíntesis es insoluble en agua y es liberado a la 
atmósfera, por lo que produce un incremento de la presión durante el periodo de luz. Por la noche la 
fotosíntesis cesa, mientras que la respiración continúa consumiendo oxígeno, produciéndose una 
disminución de la presión. Las variaciones de presión son más importantes en las primeras etapas de 
sucesión de los ecosistemas, disminuyendo cuando alcanza la madurez (figura 24) 
22
Figura 24. Cambios diarios de presión (60 PU = 1kPa). Las barras claras y oscuras del eje de abscisas indican los 
periodos de luz y oscuridad: el gráfico (a) al inicio de la sucesión, el (b) después de 200 días, donde el ecosistema ha 
alcanzado la madurez y el gráfico (c) muestra las variaciones en los cambios de presión a lo largo de los 200 días. 
(Obenhuber, D.C. “The persistence of life measured by carbo cycling in closed ecological system life” Microbiology. 
1986, University of Hawaii. 
En nuestro caso empleamos un sensor de concentración de CO2 en el aire ( marca Pasco 
modelo Pasport PS-2110) que, conectado a un ordenador, registraba en ppm la concentración del 
gas cada segundo (figura 25). 
Figura 25. la fotografía de la izquierda muestra el interior de las botellas que contienen los cultivos de algas. El medio 
de cultivo empleado era industrial y estaba formado por 7% nitrógeno, 5% fósforo, 6% potasio, 1% magnesio, 1% 
azufre, así como micronutrientes (hierro, manganeso, boro, zinc, cobre y molibdeno). Cada 40 ml de este medio se 
disolvían en 1,5 l de agua destilada. Se usaron bolas de gelatina, ya que daban soporte físico a las algas y evitaban que 
precipitaran al fondo de la botella. El medio de cultivo fue aireado mediante bombas para que el CO2 y el O2 no 
funcionasen como limitantes del crecimiento. La fotografía del centro muestra la fuente de luz, una lámpara de 5W, 
formada por 20 led, de 407 lumenes y una temperatura de color de 2700 K. Las algas crecieron en un régimen de 12 
horas de luz y 12 de oscuridad. La fotografía de la derecha muestra el sensor de CO2 registrando los datos en el 
ordenador. 
Para calcular la producción neta se empleó el siguiente método: se disolvió el cultivo de 
algas en un medio con nutrientes al 50%. Se determinó la concentración celular y el intercambio de 
CO2 durante un periodo de 24 horas. A continuación, se calculo la biomasa presente en dicho medio. 
Para ello empleamos un papel de filtro que se había secado previamente en una estufa ( marca 
Selecta modelo Incubat) a 80º C durante una hora y se había pesado. Posteriormente filtramos 50 
ml de cultivo. 
23
Figura 26. La fotografía de la izquierda muestra las tres botellas al iniciar el experimento. En la fotografía del centro se 
pueden ver las dos botellas de cultivo: la más clara corresponde al inicio del experimento; la oscura, al final del mismo, 
así como el proceso de filtrado. En la fotografía de la derecha se ve la balanza de precisión marca Gibertini modelo 
Europe 500, donde se pesó el papel de filtro para determinar la biomasa de algas. 
Se volvió a secar en una estufa a 80º C y se pesó con una balanza de precisión. La diferencia de 
valores nos dio la biomasa de algas al iniciar el experimento. 
A continuación, las algas se introdujeron en tres botellas y, durante dos semanas, se 
expusieron a un ciclo de luz/oscuridad de 12 horas utilizando como fuente de luz una bombilla de 
22 led de 5W y 407 lumenes (figura 26). 
Transcurridas las dos semanas se determinó la concentración celular y el intercambio de CO2 
durante un periodo de 24 horas. Se tomaron 50 ml de cultivo de cada botella, se filtraron y se 
pesaron repitiendo el proceso descrito anteriormente (figura 26). Se obtuvo la media de peso de las 
tres medidas y consideramos que: 
Producción Neta = Biomasa Final – Biomasa Inicial 
Como la energía empleada para el funcionamiento de la lámpara led se puede calcular en 
calorías y la biomasa obtenida también se puede transformar en calorías, podemos averiguar la 
eficiencia fotosíntetica de nuestras algas. 
24
3.2.2 Método para la determinación de la eficiencia coulómbica de las bacterias 
Al igual que en el apartado anterior sobre el microcosmo seleccionado decidimos determinar 
la eficiencia coulómbica de las bacterias. Para ello, con la experiencia que habíamos desarrollado 
construyendo los microcosmos, decidimos hacer unas pilas microbianas que rindieran mayor 
voltaje y ocuparan menos espacio. Cultivamos, utilizando el lodo del microcosmo, las bacterias 
sobre fieltros de carbono que luego emplearíamos como electrodos. Las bacterias de género 
Geobacter requieren glucosa o acetato y ausencia de oxigeno para crecer. 
A continuación, diseñamos una pila microbiana que se caracterizaba por tener un ánodo 
formado por dos círculos de fieltro de carbono de un diámetro de 9 cm. Los dos círculos de fieltro 
se encontraban separados por un círculo de polispan. El cátodo estaba formado por una rejilla de 
acero que se encontraba separada del anodo por unas bolas de cristal. Ánodo y cátodo se 
encontraban cubiertos por agua (figura 27). 
Figura 27. La fotografía de la izquierda se pueden ver los componentes de la pila microbiana y en la dos situadas a la 
derecha su disposición: 1 rejilla del cátodo, 2 bolas de cristal, 3 primer fieltro del ánodo, 4 cubierta de polispan, 5 
segundo fieltro del ánodo. 
Esta pila, al igual que los microscosmo, fue caracterizada por su curva de potencia-voltaje, 
llegando a desarrollar un tensión de 0,5 V. Cuatro pilas asociadas en serie podían alcanzar los 2 V 
(figura 28). 
Figura 28. Cuatro pilas microbianas asociadas en serie desarrollan una tensión de 2,22 V. 
25
Como sabemos por el trabajo pionero de Michael Cresse Potter (1911), el voltaje de las 
baterías microbianas se encuentra condicionado por el grado de concentración de nutrientes en el 
medio. Aunque Potter llegó a conclusiones muy diferentes de las que se manejan hoy día (Alzate- 
Gaviria et al, 2008), su trabajo sigue siendo una referencia en este tipo de investigaciones (figura 
29). 
Figura 29. La gráfica de la izquierda (Potter, 1911) muestra las variaciones de voltaje con soluciones de distintos grados 
de concentración de glucosa. Se puede observar cómo, a altos grados de concentración, sobre una medida estándar de 
levadura (5g) y a 25º C de temperatura, las levaduras desarrollan voltajes más bajos. La gráfica de la derecha (Alzate- 
Gaviria et al, 2008) muestra el voltaje máximo obtenido a partir de la concentración de glucosa en un pila microbiana 
formada por bacterias. Se puede ver cómo la producción de voltaje sigue una cinética de saturación: el voltaje se 
incrementa a medida que la concentración de glucosa aumenta, manteniéndose constante a partir de una concentración 
de 1000 ppm en 1,15 V. 
De la misma manera que la concentración de glucosa condiciona el voltaje, debemos tener 
presente que el voltaje decaerá según la glucosa vaya siendo consumida por el inóculo (figura 30). 
Figura 30. Generación de voltaje a partir de glucosa como sustrato. Se observa la dinámica de generación de corriente 
eléctrica en una pila de bacterias, donde el voltaje disminuye gradualmente a medida que la materia orgánica contenida 
en el inóculo es consumida (Alzate-Gaviria et al, 2008). 
A partir de estas dos ideas se establece la idea de la eficiencia coulómbica como la relación 
entre el número de coulombios realmente transferidos al ánodo desde el sustrato (Cp) y el número 
máximo posible de coulombios transferidos si todo el sustrato fuera capaz de producir corriente en 
un tiempo determinado (Cti). 
26
Nosotros, para determinar la eficiencia coulómbica experimental (Cp) empleamos cuatro 
baterías como las descritas, dispuestas en serie, a las que añadimos una disolución de glucosa. Se 
monitoreó la variación de voltaje desde el momento que se añadió la disolución con nutrientes hasta 
que el voltaje volvió a caer a los valores iniciales. Para los registros de tensión se empleó una 
resistencia de 220 Ω. 
La Cp se calculó a partir de la gráfica de corriente en función del tiempo, integrando el área 
que hay bajo la curva desde t = 0, momento en el que añadimos la glucosa a las baterías, hasta t = 
momento en el que el voltaje vuelve al valor de inicio del experimento. Con esta integración se 
obtiene la carga total (q) en coulombs. 
Los coulombios totales teóricos producibles se obtienen estimando que las bacterias 
consumen un determinado tipo de compuesto químico (en este caso, glucosa). Para el cálculo de la 
cantidad teórica de coulombs que pueden ser producidos por un determinado compuesto se emplea 
la ecuación: 
donde F: constante de Faraday (98485 C/mol de electrones), b: número de moles de electrones 
producidos por mol de sustrato, S: concentración de sustrato (g/l), v: volumen de líquido, y M: peso 
molecular del sustrato. 
27
3.3 Método empleado para la creación de un sistema amplificador de corriente 
Como hemos visto en el apartado anterior nuestras pilas microbianas (MFC) eran capaces de 
producir 2 V. Este voltaje resulta insuficiente para encender un led de luz blanca que requiere 3 V y 
20 mA. Para solucionar este problema decidimos construir un amplificador de corriente. Optamos 
por el modelo de Kim et al (2011), ya que los materiales que intervienen su construcción eran más 
asequibles para nosotros que otros modelos (figura 31). 
Figura 31. Circuito amplificador de corriente modificado de Kim et al (2011). Consta de cuatro pilas de combustible 
microbiano (MFC) conectadas en serie y cuatro condensadores de 35 V y 104 microfaradios (C1 ,C2 ,C3 y C4) que se 
cargan en paralelo (figura de la izquierda) y descargan simultáneamente en serie (figura de la derecha). 
La descarga simultánea de los capacitadores en serie suma la carga que ha sido suministrada 
por la pilas microbianas a cada uno de ellos en paralelo, pudiendo alcanzar los 8 V de salida. Como 
la descarga es a la vez, es preciso controlar los interruptores de los condensadores con una placa 
robótica (flowgo) conectada a un ordenador por un programa que la gestionaba (figura 32). 
Figura 32. Imagen general del dispositivo, formado por las pilas microbianas (MFC), circuitos con condensadores e 
interruptores, placa robótica y ordenador. 
28
Como el voltaje de salida es superior al que precisa un led, ajustamos dicho voltaje con un 
resistencia aplicando la siguiente fórmula: 
R = (Vsalida – Vled) / Iled 
donde Vsalida es 8 voltios; Vled es 3 voltios e Iled es 0,02 amperios, luego 
R = 8 – 3/ 0,02 = 250 Ω 
la resistencia que colocamos antes del led era de 250 ohmios (figura 33). 
Figura 33. Detalle del circuito donde se puede observar la resistencia y el led. 
29
4.- Resultados 
4.1 Resultado del método empleado para la creación de un microcosmo formado por 
algas y bacterias electrogénicas 
Los ecosistemas son sistemas dinámicos, donde la materia orgánica que contienen presenta 
entradas debido a la actividad de los organismos autótrofos (algas), y salidas, debido a la 
respiración y los procesos de mineralización de los organismos heterótrofos (bacterias). 
Dependiendo de la actividad de unos o de otros esta reserva puede aumentar o disminuir. La 
actividad electrogénica de las bacterias está ligada a esta reserva. Son numerosos los trabajos donde 
se relaciona la capacidad de producir electricidad con la cantidad de materia orgánica disponible en 
el sistema (Strick et al 2008, Timmers 2012). Cuando nosotros construimos los microcosmos, 
estuvimos registrando la tensión semanalmente y obtuvimos el resultado que se muestra la figura 
34. 
Figura 34 . Evolución de la tensión durante las primeras semanas de los microcosmos. 
Esta gráfica la interpretamos suponiendo que, al introducir un ecosistema complejo en un 
recipiente de 3 l, automáticamente los organismos presentes se ajustan a las nuevas condiciones de 
espacio. En este microcosmo, las algas aportan una cantidad de materia orgánica inferior a la que 
sale por la oxidación que producen las bacterias. El resultado es que las bacterias electrogénicas, al 
principio, disponen de una reserva de materia orgánica importante pero, según se va consumiendo, 
el voltaje que generan es menor. Probablemente el medio con menor cantidad de materia orgánica 
es el de Río Tinto, de tal forma que, en una semana, el voltaje alcanzó unos valores mínimos. Los 
lodos de las Salinas de San Pedro del Pinatar fueron cogidos en un lugar donde numerosos bañistas 
van a tomar barros. En el caso de las Lagunas de Cantalejo, estas reciben las aguas de la depuradora 
municipal, por lo que es de suponer que presentan mayor cantidad de materia orgánica y son 
capaces de mantener una tensión más alta durante más tiempo. 
Después del primer mes elaboramos la curva potencia-voltaje, obteniendo el siguiente 
resultado (figura 35). 
30
4 
3.5 
3 
2.5 
2 
1.5 
1 
0.5 
Figura 35. Gráfica donde se comparan las curvas de potencia-voltaje de los tres microcosmos y el control. 
Nos llamó la atención que la curva de Salinas de San Pedro se encontraba por debajo de la 
de Río Tinto. Esto lo atribuimos a un hecho que pudimos comprobar al desmontar los electrodos: la 
corrosión producida por el agua de mar sobre los cables de cobre que se unían al fieltro de carbono 
era tan importante que apenas tenían conexión. 
La importancia de la disponibilidad de la materia orgánica, la superficie de los electrodos de 
fieltro de carbono, así como acortar la longitud de los cables de cobre a la hora de producir 
electricidad, quedó patente cuando hicimos la curva potencia-voltaje de la pila de combustible 
microbiano (MFC) que elaboramos a partir de los lodos de las lagunas de Cantalejo (figura 36). 
7 
6 
5 
4 
3 
2 
1 
Figura 36. Gráfica donde se compara la curva potencia-voltaje de la pila de combustible microbiano (MFC) con la de 
los microcosmos. La disponibilidad de una mayor cantidad de materia orgánica, electrodos de carbono de mayor 
superficie y cables más cortos propició que fuesen capaces de generar mayor potencia. Datos disponibles en 
documentos anexos. 
Estos resultados nos vienen a demostrar que la idea de obtener energía directamente de los 
microcosmos por el sistema de pilas de combustible microbiana (MFC) va a estar muy 
condicionada a la reserva de materia orgánica que tengan. Esta reserva, de forma natural, es muy 
pequeña. Por tanto, para conseguir nuestro propósito, tenemos que buscar la solución en los 
microcosmos artificiales como los de Clair Folsome, donde cócteles de microorganismos puedan 
trabajar en un espacio reducido y con un medio especialmente enriquecido en nutrientes. 
31 
0 
0 100 200 300 400 500 600 
mV 
mW 
Lagunas de Cantalejo 
Río Tinto 
Salinas de San Pedro 
Control 
0 
0 100 200 300 400 500 600 
mV 
mW 
Lagunas de Cantalejo 
Río Tinto 
Salinas de San Pedro 
Control 
MFC
4.2 Resultado del método empleado para la determinación de la eficiencia energética 
4.2.1 Eficiencia fotosintética 
A partir de los resultados del apartado anterior, nuestro estudio se centro sobre el 
microcosmo de las Lagunas de Cantalejo. Este microcosmo nos aportó las algas que empleamos 
para calcular la eficiencia fotosintética. Un hecho que merece la pena reseñar es que observamos 
una disminución importante de la biodiversidad de algas desde la construcción del microcosmos 
hasta los cultivos que llegamos a desarrollar (figura 37). 
Figura 37. Tipos de algas presentes en las Lagunas de Cantalejo, de izquierda a derecha: género Chlorella, género 
Scenedesmus y género Westella (Tetracoccus). Mientras que las dos primeras se hicieron dominantes en los cultivos, la 
tercera llegó casi a desaparecer. 
Siguiendo el método planteado, calculamos el punto de partida de nuestro experimento 
averiguando la concentración celular de algas, el intercambio de CO2 que producían en 24 horas y 
la biomasa presente en 50 ml de cultivo, obteniendo los siguientes resultados. 
Concentración celular: 
5,2.104 algas/mm3 Variación diaria CO2: 
700 ppm 
Biomasa: 0,04 g/50 ml 
21 de marzo de 2014 
Después de dos semanas con una iluminación led de 5 W a 20º C un cultivo de 0,5 l de algas 
nos dio el siguiente resultado: 
Concentración celular: 
1,1.106 algas/mm3 
Variación diaria CO2: 
300 ppm 
Biomasa: 0,29 g/50 ml 
4 de abril de 2014 
32
Es decir la producción neta fue de: 
Pn = biomasa final – biomasa inicial = 0,29 – 0,04 = 0,25 g por cada 50 ml de cultivo. 
Como el valor calorífico es de 30 a 60 kcal por 100 gramos de peso fresco de las algas 
microscópicas (Margalef, 1982), la cantidad de energía almacenada en la producción neta de 0,5 l 
será: 
Pn = (2,5 x 60) /100 = 1,5 kcal/0,5 l de culivo 
Para obtener esta producción tuvimos que emplear una lámpara led de 5w durante 168 horas 
encendida (12 horas al día) esto supone en kcal: 
168 x 5 = 840 W, 840 W esto equivale aproximadamente a 722 Kcal 
luego la eficiencia fotosintética del cultivo es de 1,5/722 x 100 = 0,2 % 
4.2.2 Eficiencia coulómbica 
Cuando hicimos una siembra en placas Petri, de los microorganismos que crecían en 
nuestras pilas de combustible microbianas (MFC), pensamos que obtendríamos una muestra muy 
variada de colonias de especies diferentes, algo similar a las que conseguimos cuando hacemos un 
cultivo con los dedos sucios. Para nuestra sorpresa se desarrolló lo que parecía ser una única 
especie (figura 38). 
Figura 38. La fotografia de la izquierda muestra una placa Petri con microorganismos presentes en la piel. La fotografia 
de la derecha, la obtenida de los microorganismos presentes en el fieltro de carbono de una MFC. 
Desconocemos si esas bacterias corresponden a las bacterias electrogénicas o es un 
elemento contaminante que crece en el medio de la pila. De una manera o de otra decidimos 
calcular la eficiencia coulómbica de nuestras pilas. Para ello las vaciamos del líquido que contenían 
hasta ese momento y en su lugar añadimos una disolución de glucosa de 1 g/l . El volumen de 
33
disolución que empleamos para rellenar las MFC fue de 0,5 l. Registramos los valores de tensión 
desde el primer día del experimento hasta cuando la corriente cayó por debajo del valor inicial, 
obteniendo la siguiente gráfica (figura 39). 
Figura 39. Gráfica de la variación de la tensión para cuatro MFC dispuestas en serie durante dos semanas. 
La carga total en coulombs (Cp) se obtiene al integrar la corriente en el tiempo (desde t = 0 
hasta t = 14) de la gráfica de funcionamiento de las MFC, dando 775 C. 
La cantidad teórica de coulombs (Cti) se calculó a partir de: 
Dado que el sustrato empleado fue glucosa, los valores de la fórmula anterior son: F, 
constante de Faraday (98485 C. mol-1 de electrones); b, número de moles de electrones producidos 
por mol de sustrato (para la glucosa b = 24); S, concentración de sustrato (g.l-1); v,volumen de 
líquido de las MFC; M, peso molecular del sustrato (glucosa, 180) (Liu et al.,2005). De donde 
obtenemos: 
Cti = (98485 x 24 x 1 x 0,5 ) / 180 = 6565,6 C 
Por lo que la eficiencia coulómbica de las MFC es 
Ec = (775 / 6565,6) x 100 = 11,8 % 
Que es la cantidad de materia orgánica que se recupera como electricidad (Alzate-Gaviria et 
al 2008). 
34
4.3 Resultado del método empleado para la creación de un sistema amplificador de 
corriente 
Finalmente conectamos las cuatro MFC en serie al sistema amplificador de corriente. Como 
hemos mencionado, los interruptores o switch estaban accionados por una placa robótica que, a su 
vez, era gestionada por el ordenador. El programa informático que controla la placa robótica se 
llama Flowol 2 versión 2.91 (A. Bowker, 1998). Este programa permite diseñar un diagrama de 
flujo con las órdenes que tiene que cumplir la placa (Figura 40). 
Figura 40. Pantalla de dialogo del programa Flowol2, mostrando el diagrama de flujo con los tiempos de carga y 
descarga de los condensadores. 
Al principio consideramos tiempos iguales de carga y descarga de los condensadores pero, 
pronto vimos que la intensidad que generaban las MFC era insuficiente para el tiempo de carga, por 
lo que la luz led dejaba de brillar después de la primera descarga (figura 41). 
Figura 41. Muestra dos fotogramas del vídeo que se puede consultar en los archivos adjuntos. El primer fotograma 
corresponde a la primera descarga; el segundo, a la segunda descarga de los condensadores. 
35
Observamos también que, después de la primera descarga, el voltaje de nuestras MFC caía 
considerablemente. A partir de este punto iban recuperando tensión hasta llegar a un máximo donde 
sí se producía una nueva descarga y el led volvía a brillar. Calculamos el tiempo de carga de las 
MFC que resultó ser de 2 horas (figuras 42 y 43). 
Figura 42. Las imágenes corresponden a fotogramas de diferentes vídeos que se pueden consultar en los documentos 
anexos. Empezando por la izquierda, podemos ver el valor del voltaje de las MFC, en el multímetro gris, en el 
momento que se enciende el led. El multímetro amarillo marca el voltaje que pasa por el led. En el fotograma del centro 
se ve el voltaje que desarrollan las MFC después de encender el led. A la derecha el cronómetro marca el tiempo que las 
MFC han tardado en alcanzar nuevamente el máximo voltaje, dos horas. 
1800 
1600 
1400 
1200 
1000 
800 
600 
400 
200 
Figura 43.La gráfica muestra el incremento de tensión de las MFC con el paso del tiempo. La bajada de tensión 
coincide con la descarga de los condensadores. 
Finalmente probamos a ir reduciendo los tiempos de carga de los condensadores que 
permitían que el led se encendiera. El valor más pequeño que alcanzamos fue 1 segundo de led 
encendido por 200 segundos de tiempo de carga, donde permanece apagado. 
36 
0 
0 50 100 150 200 250 
tiempo en minutos 
voltaje en milivoltios
5.- Conclusiones 
Desarrollar microcosmos de luz fue la idea inicial de nuestro trabajo y el motivo de la foto 
de la portada. Pretendíamos construir un microcosmos donde la energía fijada por las algas en 
forma de enlace químico no fuese degradada a calor al ser empleada por las bacterias, sino que 
tornara al sistema en forma de luz. Está claro, después del camino que hemos recorrido, que queda 
mucho por investigar. Aprendimos de los microcosmos naturales que, al limitar el espacio, la carga 
orgánica que pueden almacenar también disminuye, lo que hace que no puedan funcionar como 
MFC, ya que desarrollarían una potencia muy baja. De Clair Folsome aprendimos la posibilidad de 
crear ecosistemas que no existen en la naturaleza y que, en medios especiales, podrían llegar a 
funcionar como microcosmos de luz. Nos encontramos con el problema de las eficiencia 
energéticas, que suponen un gran hándicap, y que, de forma esquemática expresamos en el siguiente 
gráfico que resume nuestro trabajo. 
Dos semanas una lámpara led encendida a razón de 12 hora al día consume 742 kcal. Dado que la eficiencia 
fotosintética (EF) de las algas es del 0,2% solo fijan en forma de moléculas orgánicas 3 kcal/100ml. Cómo la eficiencia 
coulómbica de las bacterias (EC) es del 11,8% esto implica que solamente se va a transformar en electricidad 0,3 kcal 
de la materia orgánica fijada por las algas. Como led consume 0,05 kcal/h, con 0,3 kcal solo podrá estar encendido 6 
horas cada dos semanas. Esta luz es la que vuelve nuevamente al sistema. 
La idea que perseguimos puede parecer utópica pero nada mas lejos de la realidad. En la 
actualidad se siguen haciendo trabajos sobre la fisiología de las algas que son usadas en 
biorreactores para la fabricación de alimentos (Walker et al. 2005) y sobre la eficiencia de los lodos 
de las depuradoras para reducir la carga orgánica de las aguas residuales (Pant et al. 2007). También 
se investiga en la baterías microbiológicas, ya que son mejores que las convencionales para 
alimentar estaciones automáticas en lugares remotos, como las instaladas boyas marinas (Tender et 
al., 2008). 
Un microcosmo de luz es un ecosistema un que trata de aunar las tres líneas antes citadas. 
En un futuro probablemente consigamos organismos más eficientes en el uso de la energía. Puede 
que construyamos microcosmos capaces de transformar su carga orgánica en alimento o energía 
según nuestra voluntad. En fin un sueño. 
37
6.- Bibliografía. 
Alzate-Gaviria, L. ; Fuentes-Albarrán, C.; Álvarez-Gallegos, A. y Sebastian, P.J. (2008) 
“Generación de electricidad a partir de una celda de combustible microbiana tipo pem” 
Interciencia, vol. 33 nº 7 
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Microcosmos de luz

  • 1. Hacia un microcosmos de luz: el problema de la eficiencia energética. Teresa Elvira Lorilla miembro del equipo. Marta Román Navarro miembro del equipo. Jimena Solana González miembro del equipo. Luis V. de Benito Aparicio Profesor de Biología y Geología. I. E. S. FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE 1
  • 2. Hacia un microcosmos de luz: el problema de la eficiencia energética. MEMORIA Es común en los libros de texto de ecología y en la web encontrar frases como “La energía fluye a través de la cadena alimentaria sólo en una dirección: va siempre desde el Sol, a través de los productores, a los descomponedores. La energía entra en el ecosistema en forma de energía luminosa y sale en forma de energía calorífica que ya no puede reutilizarse para mantener otro ecosistema en funcionamiento”. Esta cita suele ir acompañada de dibujos como el que se muestra a continuación. Flujo de la energía en un ecosistema. Dibujo tomado de “The Macroscope” por Joël de Rosnay No es nuestra intención cuestionar esta afirmación, pero sí matizarla. Para ello tenemos que remontarnos en el tiempo a finales de 1950. Por esos años el ecólogo Odum desarrolló los primeros modelos de microcosmos. Un microcosmos es un ecosistema artificial que se encuentra encerrado en un contenedor de pequeño tamaño. Tiene la peculiaridad de que las especies que conviven en el funcionan de forma eficiente a la hora de reciclar los elementos químicos. Esto posibilita que la vida se pueda mantener durante generaciones dentro de él. El único requisito que precisa es una fuente de luz externa como muestra el dibujo. Microcosmo de H.T. Odum. Modificado de H.T Odum et al. (2003). 2
  • 3. Odum utilizó estos modelos a escala de los ecosistemas para testear los efectos de alteraciones medioambientales como pueden ser el incremento de CO2 o la eutrofización de los medios acuáticos. Dentro de estos ecosistemas encontramos bacterias anaerobias que tienen la misión de mineralizar compuestos que son tóxicos para la fauna, como el amoniaco, transformándolos en sustancias que son utilizables por las plantas. En 1987 Derek Lovley descubrió en los sedimentos del río Potomack un nuevo tipo de bacteria anaerobia, el género Geobacter. Este género presenta la cualidad de producir corrientes eléctricas cuando oxida materia orgánica. A partir del microcosmos de H.T. Odum y las bacterias de D. Lovley se nos ocurrió la idea de intentar establecer una excepción a la norma general de la ecología que hemos presentado al principio de la memoria. Es decir, construir un ecosistema donde los descomponedores son capaces de producir electricidad que alimentaria a una lampara. La luz de la lampara seria usada por las plantas del mismo ecosistema tal como muestra la siguiente ilustración. Microcosmos automantenido. Modificado de H.T Odum et al. (2003). Ya sabemos que no existen los microcosmos automantenidos, pues hay dos razones que se oponen a su existencia.Por un lado, la eficiencia fotosíntetica, es decir, el porcentaje de luz que es usado en la fabricación de materia orgánica por las plantas, que apenas llega al 2% del total. Por otro lado, la eficiencia coulómbica, que es la cantidad de materia orgánica que se recupera como electricidad por las bacterias electrogénicas que ronda entre un 40 y un 60%. A pesar de ello, nuestra ilusión por construir un microcosmo donde un ínfimo porcentaje de energía entra en un ciclo sin fin dentro del ecosistema nos motivó a hacerlo. De cómo lo construimos y de los resultados que obtuvimos trata este proyecto. Este proyecto fue desarrollado a lo largo de dos años (2012-2014) en los laboratorios de Ciencias que el Instituto Félix Rodríguez de la Fuente tiene en el edificio Florentino Diaz Reig. 3
  • 4. Hacia un microcosmos de luz: el problema de la eficiencia energética. Índice 1.- Antecedentes 1.1 Ecosistemas de laboratorio o microcosmos 1.2 Pilas Microbianas y sistemas acumuladores de energía 1.3 Eficiencia energética 2.- Objetivos de nuestro trabajo 3.- Metodología 3.1 Método empleado para la creación de un microcosmos formado por algas y bacterias electrogénicas 3.2 Método empleado para la determinación de la eficiencia energética 3.3 Método empleado para la creación de un sistema amplificador de corriente 4.- Resultados 4.1 Resultado del método empleado para la creación de un microcosmos formado por algas y bacterias electrogénicas 4.2 Resultado del método empleado para la determinación de la eficiencia energética 4.3 Resultado del método empleado para la creación de un sistema amplificador de corriente 5.- Conclusiones 6.- Bibliografía 4
  • 5. 1.- Antecedentes 1.1 Ecosistema de laboratorio o microcosmo Un microcosmo (laboratory ecosystems or microcosm) es un pequeño ecosistema contenido en un recipiente de un volumen inferior a 100 litros, normalmente del tamaño de un acuario. Estos ecosistemas contienen una comunidad de especies que muestran eficiencia en el ciclo de los elementos químicos. Los desechos generados por un tipo de organismos son consumido por otros organismos como nutrientes. Esto ofrece la posibilidad de estudiar la dinámica de los organismos y de los elementos químicos (Beyers et al., 1993) (figura 1). Figura 1. Microcosmo de flujo de corriente similar al empleado por Odum y Hoskim en 1957. El sistema podía intercambiar gases con el medio externo, pero se cerraba durante las medidas del metabolismo. La temperatura y la velocidad de la corriente podían ser controladas (Petersen et al., 2009) La línea de investigación sobre los microcosmos se inicia a finales de 1950 con los trabajos de H.T. Odum, E.P. Odum, R.J. Beyers y otros autores. Ellos desarrollaron el concepto de ecosistema y construyeron algunos de los primeros pequeños microcosmos acuáticos. Utilizaron este modelo experimental para estudiar los efectos de la temperatura y la radiación ionizante en la fotosíntesis y la respiración, la invasión por nuevas especies y los efectos de la eutrofización. Estos ecosistemas miniaturizados tenían una viabilidad muy corta en el tiempo. En la década de los sesenta, en plena carrera espacial, la NASA se plantea la posibilidad de desarrollar sistemas biológicos que permitan mantener las condiciones de habitabilidad en naves y estaciones espaciales ( programa CELLS, Controlled Ecological Life Support System). Una de las personas encargadas de desarrollar el proyecto fue Clair Folsome, director del laboratorio de exobiología en la Universidad de Hawaii (Manoa). Folsome tomó para su modelo experimental una combinación de cultivos puros de especies que aunque no coexistieran en la naturaleza, tenían la peculiaridad de ser necesarias para que el ecosistema funcionara. Estos ecosistemas “sintéticos” son altamente susceptibles a la acción de gentes patógenos, por lo que es necesario combinarlos en un 5
  • 6. medio estéril. En la construcción de estos ecosistemas llegaron a intervenir más de 100 especies de microorganismos, los cuales conservaban funcionando tanto el ciclo de la energía como el de los nutrientes. Este tipo de microcosmos actuaba como un ecosistema cerrado. Esto quiere decir que no intercambian materia con su entorno, pero pueden intercambiar energía en forma de luz o calor. Folsome podía medir los niveles de oxígeno y dióxido de carbono, los flujos de energía y observar visualmente los cambios. Folsome fue el primer científico en desarrollar un verdadero ecosistema de vida microscópica cerrado perdurable en el tiempo que llegó a durar 18 años (Folsome et al., 1986). Su sistema tenía un inconveniente, cuando se incorporaban las formas de vida superior (animales y plantas) estas tendían a morir al cabo de un cierto tiempo (Hanson et, al. 1984). En 1977, basándose en los estudios de Dr. Folsome, Joe Hanson empezó a tener repetidos éxitos en ecosistemas cerrados que albergaban formas de vida superior. La técnica consistía en limitar los macronutrientes a unas cantidades específicas para estabilizar el sistema, impidiendo el crecimiento incontrolado de las algas. También se limitaba la biomasa del ecosistema, repartiéndola en diferentes cantidades dependiendo de si se trataba de algas, animales o descomponedores. Estos ecosistemas tienen la capacidad de permanecer estables durante más de ocho años (Hekstra, 2009). Además, fueron comercializados para el publico bajo la denominación de “EcoSphere” en los años ochenta (Yensen, 1988) (figura 2). Figura 2. Fotografía de un ecosistema marino de un litro desarrollado por Joe Hanson en el Jet Propulsion Laboratory (NASA) y Clair Folsome de la Universidad de Hawaii. Estos ecosistemas están hechos de cultivos semi-esteriles y agua de mar filtrada, a los que se añade grava y una gorgonia, no viva, para decoración. El dibujo de la derecha representa los flujos de materia dentro del microcosmos (http://www.eco-sphere.com). Cuando la Estación Espacial Internacional se volvió operativa, surgió la oportunidad de realizar investigaciones ecológicas y biológicas de larga duración en el espacio. Los organismos usados en estos experimentos necesitaban un sistema de soporte de vida que operase de forma eficaz en el espacio durante meses o incluso años. Estos sistemas se basaron en dos patentes que 6
  • 7. modificaban en algunos aspectos los trabajos de Folsome y Hanson, y que habían sido previamente probado en la lanzadera espacial (Ishikawa et al., 1996) y en la estación espacial Mir (Poynter et al., 1999). La principal característica de estos nuevos microcosmos es la incorporación de macrofitas (plantas pluricelulares) y cadenas tróficas más complejas, ya que se introducían un mayor número de especies animales pluricelulares (amfípodos, ostrácodos, daphnia, copépodos, caracoles) (figura 3). Figura 3. El dibujo de la izquierda muestra una visión esquemática del ecosistema desarrollado por Paragon (McCallum et al., 2000). Dos cilindros idénticos unidos constituyen un módulo de vuelo. La fuente de luz que portan es una lámpara fluorescente externa a los cilindros. Las unidades estaban encerradas en un recipiente de aluminio mylar que optimizaba el uso de la luz y mantenía constante la temperatura. Su volumen es de 860 cc. Las fotografías de la derecha muestran la distribución de los componentes del microcosmos durante el vuelo (derecha) y en tierra (izquierda). 7
  • 8. 1.2 Pilas Microbianas (MFC) y sistemas amplificadores de voltaje (Boost) Una pila o célula de combustibles microbiana (Microbial Fuel Cell, MFC) es un dispositivo que se basa en el uso de microorganismos que al oxidar materia orgánica, originan como productos de desecho dióxido de carbono, electrones y protones. Los electrones son transferidos a un electrodo llamado ánodo. Los protones se difunden hasta otro electrodo llamado cátodo. El ánodo se sitúa en un ambiente carente de oxígeno (anaerobio) y los electrones circulan desde él, a través de un material conductor, hasta el cátodo. El cátodo se sitúa en un espacio rico en oxígeno (aerobio). Allí los electrones procedentes del ánodo reaccionan con el oxígeno y los protones, formando agua. Si situamos un voltímetro en el cable que une el ánodo con el cátodo, podemos registrar el paso de una corriente eléctrica (figura 4). Figura 4. En el dibujo podemos ver el funcionamiento de una pila de combustible microbiana (MFC). (Alzate-Gaviria et al., 2008). Los combustibles que pueden utilizarse para alimentar una MFC van desde soluciones de compuestos sencillos, como el acetato o la glucosa, a mezclas ricas en materia orgánica, como las algas procedentes de fotobiorreactores (figura 5) o las presentes en las aguas residuales de estaciones depuradoras. Figura 5. Esquema de funcionamiento de un fotobiorreactor asociado a un digestor anaerobio que produce gas y materia orgánica con la que se alimenta una pila de combustible microbiana (Schamphelaire & Verstrate, 2009). 8
  • 9. Otro elemento importante del diseño de las MFC es el material de los electrodos. Aunque el platino produce los mejores resultados, su elevado coste hace que el grafito, en cualquiera de sus variantes (papel, fieltro o prensado en barra), se haya convertido en el material de referencia (figura 6). Figura 6. En la fotografía se muestra una MFC sedimentaria. Este tipo de pila se caracteriza porque carece de membrana de intercambio entre la cámara del ánodo y del cátodo. El ánodo está formado por grafito granulado y el cátodo por un fieltro de carbono (Thomas et al, 2013). Comparar la eficiencia entre MFC es complicado, dada la variabilidad de diseños y materiales empleados. No obstante, se ha llegado al consenso de utilizar como magnitud la potencia por unidad de superficie de electrodo (W/m2) o, en algunos casos, por unidad de volumen de la cámara anódica (W/m3) (Esteve-Nuñez, 2008). Cuando hacemos una revisión de la literatura sobre la potencia de MFC, encontramos que los valores varían entre 0,5 mW/m2, pasando por 67mW/m2 (Strik et al, 2008), hasta un máximo de 980 mW/m2 (Timmer, 2012 ). Dado que la superficie del ánodo en una MFC no suele ser de 1 m2, para hacernos una idea más concreta, emplearemos el caso de Strick et al (2008). Estos científicos construyeron una pila con un cátodo hecho de fieltro de grafito de 8 por 8 cm y 3 mm de grosor. El ánodo era circular, con un diámetro de 3.5 cm y 3 mm de grosor. Los electrodos estaban unidos por un cable de cobre. El máximo registro que alcanzaron a lo largo de 120 días fue de una tensión de 0,253 V , que, para una resistencia externa de 1000 Ω daba una corriente 0,253 mA (figura 7). Figura 7. Registro de valores de tensión (mV) de dos MFC y dos controles de MFC en un periodo de 120 días (Strik et al, 2008). 9
  • 10. Si tenemos en cuenta que, para encender un led de luz blanca, necesitamos 3,8 V y de 10 a 40 mA (figura 8) , comparándolo con lo que rinde una MFC, nos daremos cuenta que estamos muy lejos de poder encenderlo. Figura 8. Esquema de un led: A, ánodo; B, cátodo; 1, cápsula plástica; 2, hilo conductor; 3, copa reflectora; 4, terminación del semiconductor; 5, yunque; 6, plaqueta y 8, borde plano (fuente wikipedia.org). Frente a este problema se pueden dar dos soluciones. O se fabrican muchas MFC, que dispuestas en serie-paralelo, dan el voltaje e intensidad necesarios (figura 9), o se utilizan amplificadores de voltaje o boost. Figura 9. La fotografía muestra a la Dr. Aviva Presser Aiden, que dirige un equipo de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas (SEAS) de la Universidad de Harvard y que está desarrollando una MFC que permitirá cargar los teléfonos móviles en cualquier lugar. Solo habría que conectarlo a la tierra, literalmente (http://specyrum.mit.edu). El dibujo de la derecha muestra las distintas configuraciones en las que hay que colocar las pilas para obtener el voltaje (V) y la corriente (amperios-hora, Ah) deseados (http://www.mpptsolar.com). Los amplificadores de voltaje o boost son unos circuitos que utilizan condensadores e inductores. Un condensador es un elemento pasivo, formado por dos superficies conductoras separadas por un material dieléctrico, que es capaz de almacenar la energía eléctrica que recibe durante un periodo de carga, la misma energía que después cede en el periodo de descarga. Los 10
  • 11. condensadores, al igual que las pilas, pueden asociarse en serie y en paralelo. Los inductores también son un componente pasivo de un circuito eléctrico, constituidos por una bobina, que, debido al fenómeno de la autoinducción, almacena energía en forma de campo mágnetico (wikipedia.org). (figura 10). Figura 10. La imagen de la izquierda muestra diferentes tipos de condensadores con su símbolo electrónico, la de la derecha diferentes tipos de inductores con su símbolo electrónico (wikipedia.org) Los modelos de circuitos que se aplican a MFC varían según los diferentes autores. Así tenemos que Wu et al (2011) diseñaron un circuito amplificador de corriente continua que incrementaba el voltaje operacional típico de una MFC ( de 100 a 300 mV) a un valor superior a 3 V. El modelo Kim et al (2011) propone que las MFC colocadas en paralelo carguen dos juegos de cuatro condensadores dispuestos en serie. La descarga de los condensadores produce voltajes superiores a 2,5 V (figura 11). Por ultimo, Thomas et al (2013) proponen un sistema con una única MFC que produce por debajo de 1mW cm-2 (10 W m-2). Esta pila de 0,3 V podía, conectada a un transformador y a un convertidor, alcanzar los 3,3 V de salida. La utilización de estos circuitos electrónicos trata de disminuir el número de MFC que se requiere conectar en serie-paralelo, pues un problema que se presenta cuando se conectan varias MFC entre sí es la aparición del voltaje invertido (voltage reversal) que ocurre cuando el potencial del ánodo de una MFC cambia a valores positivos, disminuyendo la eficiencia del sistema. 11
  • 12. Figura 11. El diagrama de la parte superior izquierda corresponde al modelo de amplificador de corriente de Wu et al (2011): MFC, pila de combustible microbiano; Vin, voltaje de entrada; Iin, intensidad de entrada; D, diodo; C, condensador; L, inductor; Vout, voltaje del circuito amplificador; Vc, voltaje del condensador. El diagrama de la parte superior derecha muestra el modelo de Kim et al (2011): C, condensador; R, resistencia externa; +, cátodo de las MFC; -, ánodo de las MFC. El diagrama de la parte inferior corresponde a Thomas et al (2013): MFC, pila de combustible microbiano; T, transformador 1-20 compatible para bajos voltajes (< 1 V); LTC3108, convertidor elevador para voltajes muy bajos; Cout, condensador de 680 μF ; Cstore, supercondensador de 0.4 F; Vout, voltaje en el condensador de salida (1,7 a 3,3 V). 12
  • 13. 1.3 Eficiencia energética 1.3.1 Eficiencia Fotosíntetica En un microcosmos formado esencialmente por algas y bacterias electrogénicas reconocemos dos niveles tróficos: los productores o autótrofos (algas) y los consumidores o heterótrofos (bacterias). Entre estos niveles se va a producir una transferencia de materia y energía (figura 12). Figura 12. Compartimentación de un ecosistema para un primer análisis de los flujos de energía (Sarmiento, 1984). Llamamos eficiencia energética al traspaso de energía que se da desde la explotación de un recurso hasta la conversión de parte de la energía en producción neta (materia orgánica) del nivel trófico que explota ese recurso. El estudio de las eficiencias energéticas en los microcosmos tiene mucho interés ya que, en el caso de las algas (eficiencia fotosintética) va a determinar la cantidad de materia orgánica que va a quedar disponible para las bacterias y, en el caso de las bacterias (eficiencia coulómbica), la cantidad de materia orgánica que van a emplear en la producción de electricidad y, por tanto, de luz que pueden emplear las algas. Evidentemente en los ecosistemas se produce un elevado número de ineficiencias en el traspaso de energía entre niveles tróficos, lo que ocasiona una reducción en la biomasa según pasamos de un nivel a otro. Por ejemplo, en el caso de las algas, las ineficiencias son debidas a varios factores (figura 13): (1) De la radiación solar total que les llega solo es aprovechable el 50%, que corresponde a la llamada tasa radiación fotosintéticamente activa (TRFA ). Esto es debido a que los pigmentos que 13
  • 14. captan la luz para realizar la fotosíntesis (clorofilas, carotenoides, ficocianinas, etc.) solo absorben un espectro determinado de radiación solar. (2) Del total de radiación fotosintéticamente activa, solo una parte es interceptada por las algas (Io). (3) De la parte interceptada por las algas, una fracción va a ser empleada en los procesos fotosínteticos, (Ia) el resto va a ser reflejada (albedo). (4) De la energía radiante absorbida solo una parte se va a transformar en energía química (Pb), el resto se eliminará en forma de calor. (5) Por último, de la energía química fijada en la fotosíntesis (Pb) , una parte es consumida en la respiración y el mantenimiento de la propia alga, por lo que, para el resto de los niveles tróficos (bacterias), solo queda lo que llamamos producción neta (Pn). Por usar un símil, en un bosque templado donde la radiación fotosintéticamente activa es de 440.107 kcal/ha.año, la producción neta es de 7,3.107 kcal/ha.año, lo que supone una eficiencia fotosintética del 1,6%. La eficiencia fotosintética suele tener un valor entre 0,8% y 2% sobre la radiación fotosintéticamente activa, alcanzando un máximo del 5% en algunos tipos de cultivos (Sarmiento, 1984). Figura 13. Proceso de disipación de la insolación desde que alcanza el límite del ecosistema hasta su acumulación como energía química en la biomasa vegetal (Sarmiento, 1984). 14
  • 15. 1.3.2 Eficiencia coulómbica En el caso de las bacterias nos interesa estudiar tanto la capacidad de generar energía eléctrica como el consumo que realizan para este proceso de la materia orgánica (producción neta) fabricada por las algas. Un parámetro que nos puede informar es lo que llamamos eficiencia coulómbica, Ec, que se define como la relación entre el número de coulombios realmente transferidos al ánodo desde el sustrato y el número máximo posible de coulombios transferidos si todo el sustrato fuera capaz de producir corriente, es decir: Ec = (coulombios totales producidos / coulombios totales teóricos producibles) x 100 Las Ec calculadas para celdas de combustible microbianas que registra la literatura varían debido al diseño de la propia MFC. Por ejemplo, si se emplea proteínas como nutrientes de las bacterias, se obtienen eficiencias de un 6%; si es glucosa, del 60% y, si es acetato, entre un 63-78%. Si se utilizan catalizadores que favorecen la transferencia de electrones al ánodo, la eficiencia puede alcanzar el 89%. Si la MFC posee una membrana que evita la difusión del oxígeno al ánodo, la eficiencia es del 40-55%, pero, con el mismo sustrato y sin membrana es del 9-12% (figura 14). Figura 14. Comparación de eficiencias coulómbicas entre distintas MFC (Alzate-Gaviria et al, 2008). Como norma general podemos ver cómo, según aumenta la densidad de potencia de las MFC, aumenta también la eficiencia coulómbica (Alzate-Gaviria et al, 2008). 15
  • 16. 2.- Objetivo de nuestro trabajo En el siguiente proyecto nos planteamos como objetivos: 1.- Elaborar un microcosmos formado por algas y bacterias electrogénicas. 2.- Calcular la curva de potencia del microcosmos. 3.- Calcular la eficiencia fotosintética de las algas y la eficiencia coulómbica de las bacterias electrogénicas del microcosmos. 4.- Diseñar una celda de combustible microbiana (MFC) que asociada a un circuito amplificador de corriente, sea capaz de encender un led. 16
  • 17. 3.- Metodología 3.1 Método empleado para la creación de un microcosmos formado por algas y bacterias electrogénicas El método empleado en la construcción de nuestro microcosmos se basa en las siguientes premisas: (1) El microcosmos es un sistema abierto, es decir, puede intercambiar gases con el exterior, como los modelos diseñados por Odum et al. (2003). (2) El microcosmos está formado por formas de vida sencillas (algas, protozoos y bacterias), eliminando las formas de vida complejas (insectos, crustáceos, plantas superiores) a la hora de realizar el muestreo. No es un “ecosistema sintético” como los hizo Clair Folsome, sino que lo integran parte de los microorganismos de un ecosistema natural. Por tanto, probablemente tampoco respondían a las proporciones que propone Ishikawa et al. (1996) para los distintos niveles tróficos. (3) La composición del agua empleada en el microcosmos es la que había originalmente en la muestra. No se hizo, por tanto, un medio artificial como usó Poynter et al. (1999). Sabíamos, por las referencias bibliográficas, que las bacterias electrogénicas son del género Geobacter (Lovley et al, 2011) y del género Desulfobulbus o Desulfucapsa (Lowy et al 2006) (figura 15). Figura 15. Representación esquemática de las principales reacciones de oxidación que tienen lugar en el fondo de un lago (Lowy et al, 2006). Los microbios más próximos a la superficie usan preferentemente oxígeno, dejando el MnO2 , Fe2O3 y SO4 2- sin utilizar. A continuación, el MnO2 es utilizado por los microbios en la capa inmediatamente inferior del sedimento para oxidar materia orgánica donde no hay oxígeno, el Fe2O3 es empleado a mayor profundidad en la tercera capa y el SO4 2-, en la cuarta capa. En consecuencia, en cada capa de sedimentos, en función de la profundidad, se acumula un potencial reductor (Mn2+, Fe2+ y S2-) que va a servir para generar la corriente eléctrica. Al menos tres reacciones que tienen lugar en el proceso de reducción del ánodo han sido probadas: la oxidación de S2- a S0 (Reimers et al, 2005), la oxidación del acetato por bacterias de la familia Geobacteraceae y la oxidación del S0 a SO4 2- por bacterias del género Desulfobulbus o Desulfucapsa (Holmes et al. 2004a). 17
  • 18. Geobacter vive en los sedimentos del fondo de los ríos y lagos, y Desulfobulbus o Desulfucapsa se encuentran en sedimentos marinos y en lugares ricos en sulfato, como salares y yacimientos mineros en explotación (minas de cobre). Así durante el mes de agosto de 2013 tomamos muestras en los siguientes lugares: (1) Mina Peña del Hierro, Río Tinto (Huelva). Las aguas del río Tinto se caracterizan por sus notables concentraciones de sulfuros de metales pesados (3-9 g/l) Lopez-Archilla (2005). Estas aguas presentan las siguientes propiedades: un pH 2,4-2,6 y una conductividad 11 mS/cm (figura 16). Figura 16. La fotografía de la izquierda muestra la presa de la mina Peña de Hierro, la fotografía del centro es un detalle de la orilla donde crecen las algas y la fotografía de la derecha muestra las algas al microscopio. (2) Salinas de San Pedro del Pinatar (Murcia). Es un humedal con arenales situado al norte del Mar Menor, donde podemos encontrar una explotación salinera activa. Las aguas de estas salinas presentan un pH 7,6 y una conductividad de 52 mS/cm (figura 17). Figura 17. La fotografía de la izquierda muestra una panorámica de la salinas de San Pedro del Pinatar; la fotografía del centro un detalle de la orilla donde se tomó la muestra y la fotografía de la derecha muestra las algas al microscopio. (3) Laguna de Navalhorno, Cantalejo (Segovia). Esta laguna forma parte de los humedales de la Tierra de Pinares. El agua presenta un pH de 7,7 y una conductividad de 570 mS/cm (figura 18). Figura 18. La fotografía de la izquierda muestra la laguna de Navalhorno; la fotografía del centro un detalle de la orilla donde se tomó la muestra y la fotografía de la derecha muestra las algas al microscopio. 18
  • 19. Las muestras tomadas fueron empleadas en la elaboración de tres microcosmos. Cada microcosmos se caracterizaba por tener una capacidad de 3 l . En este microcosmos los lodos con bacterias electrogénicas quedaron encerrados en un compartimento con una capacidad de 33 cl . En este mismo compartimento se introdujo un electrodo formado por fieltro de carbono de 19 cm de largo por 4 cm de ancho unido a un cable de cobre. Es decir, funcionaba como cámara anódica. Esta cámara estaba cerrada por un papel de filtro que evitaba la salida de los lodos al manipular el microcosmos. El resto del espacio del microcosmos estaba relleno con el agua y las algas que se habían tomado en las muestras. Este recinto del microcosmos funcionaba como cámara catódica por lo que se introdujo un electrodo de idénticas dimensiones al del ánodo. Además de los microcosmos mencionados, se hizo otro en el que solo se empleó agua destilada, al que llamaremos control. El control en la cámara anódica presentaba carbono granulado (figura 19). Figura 19. La fotografía de la izquierda muestra los tres microcosmos y el control dentro de fitotrón construido por nosotros. Este fitotrón controla el periodo de luz y la temperatura. La fotografía de la derecha muestra el interior del microcosmos formado por el compartimento de la cámara anódica, que almacenaba el lodo con las bacterias electrogénicas, y el compartimento de la cámara catódica, que almacenaba agua con las algas microscópicas. Los microcosmos se mantuvieron durante un mes bajo un régimen de 12 horas de oscuridad y 12 horas de luz, utilizando como fuente un tubo fluorescente Philips master TLD 18W/830 a una temperatura ambiente de 20º C. Se dejó este tiempo para que las bacterias electrogénicas pudieran colonizar el fieltro de carbono de la cámara anódica. Estas bacterias, como hemos dicho, son anaerobias, por lo que el lodo que contiene dicha cámara dificulta la difusión del oxígeno y favorece su desarrollo. En el compartimento contiguo las algas, al realizar la fotosíntesis y liberar oxígeno, creaban un ambiente poco propicio para el desarrollo de estas bacterias, pero formaban compuestos orgánicos solubles que les servían de alimento. Transcurrido un mes se procedió a evaluar los microcosmos como si fueran pilas microbianas (MFC). Para ello se registraron los datos de intensidad y voltaje según muestra el circuito de la figura 20. En este circuito se incrementaron los valores de la resistencia de manera gradual desde 3.3 Ω hasta 106 Ω . 19
  • 20. Figura 20. El esquema de la izquierda muestra la disposición del voltímetro (V) y el amperímetro (I) en el circuito a la hora de tomar los valores de tensión y corriente (Carbó et al, 2012). La fotografía de la derecha muestra el diseño del circuito en el momento de la toma de datos. El multímetro de color gris (Silver electronic DT93A) funciona como voltímetro mientras que el multímetro amarillo (Hibok-80) actúa como amperímetro. En la placa protoboard se encuentra situada la resistencia. Con los datos recogidos se elaboró una gráfica de la curva de potencia-voltaje de cada uno de los microcosmos. La curva de potencia, en mW, se obtiene de multiplicar los valores de intensidad, en mA, por el voltaje, en mV, para cada uno de los valores de resistencia empleados (figura 21). Figura 21. La gráfica de la izquierda muestra la curva voltaje-intensidad de una pila. La gráfica de la derecha representa la curva potencia-voltaje de la misma pila (Carbó et al, 2012). La finalidad de este experimento fue seleccionar las algas y las bacterias electrogénicas que formaban el microcosmos que nos dio una curva de potencia más elevada. 20
  • 21. 3.2 Método empleado para la determinación de la eficiencia energética Sobre el microcosmo seleccionado en el apartado anterior se decidió determinar la eficiencia fotosintética de las algas y la eficiencia coulómbica de las bacterias. 3.2.1 Método para la determinación de la eficiencia fotosintética de las algas A la hora de determinar la eficiencia fotosintética, debemos tener claro que esta depende de la producción neta y que la producción neta varía en los microscomos en función del grado de desarrollo del ecosistema que encierran, siendo máxima en las primera etapas y alcanzando un valor constante al llegar a la madurez (figura 22). Figura 22. Diagrama obtenido por Cooke (1967) sobre la variación de la producción bruta (Pg) línea negra continua; la producción neta (Pn), franja gris; la respiración (R) , línea negra discontinua y la biomasa (B), línea roja, en la sucesión de un microcosmos formado por algas, desde que se inocula un medio sin organismos con una muestra de un sistema maduro hasta que resulta de nuevo otro sistema maduro. Como podemos ver en el gráfico, durante los primeros 30 días la producción bruta diurna (Pg) supera la respiración nocturna ( R), de modo que el sistema acumula biomasa. Después de esta eclosión, ambas cifras empiezan a declinar y, en un plazo de 30 días, prácticamente se igualan. Esto quiere decir que la producción neta del ecosistema alcanza un valor máximo en el primer mes de sucesión y que, cuando alcanza un estado maduro, su valor es más bajo y constante. Por tanto, a la hora de calcular la eficiencia fotosintética tenemos que indicar el grado de madurez de nuestro microcosmo. Nosotros definimos la madurez en función de dos parámetros que son: (1) La densidad celular, para lo cual usamos el sistema de Neubauer Este sistema se basa en utilizar un microscopio con un portaobjetos que contiene una cámara con una rejilla que permite calcular el número de células que hay en un volumen determinado (figura 23). En un microcosmo el número de células se va incrementando con el paso del tiempo y, cuando llega a la madurez, permanece constante. 21
  • 22. En nuestro caso utilizamos una cámara fotográfica adaptada a un microscopio. El programa informático de la cámara (Motic images plus 2.0 ML) nos permitía sobre fotografías tomadas hacer una retícula similar a las de este sistema de recuento (figura 23). Figura 23. En la imagen de la superior izquierda podemos observar la retícula que se puede ver en un portaobjetos que contiene la cámara Neubauer. En la fotografía de la derecha se muestra la cámara fotográfica Moticam 480 unida al microsopio marca Ura Technic y al ordenador. En la fotografía inferior izquierda se muestra cómo el programa Motic images plus 2.0 ML permite recrear la celdilla de Neubauer. Una vez hecho el recuento, aplicamos la siguiente fórmula para averiguar el número de células por mililitro: Área de la celdilla = 0,2 mm x 0,2 mm = 0,04 mm2 Volumen = 0,04 mm2 x 0,1 mm* = 4 x 10-3 mm3 = 4 x 10-6 ml * la profundidad de la celda la conseguimos superponiendo un cubreobjetos del nº 0 sobre otros a modo de puente. Entre los dos que hacían de base se coloco la muestra a analizar. Concentración celular = (total de células contadas/ número de celdillas) x 250.000 = número de células / ml (2) El intercambio de gases del microcosmo con el medio. Este método se basa en que los microcosmos cerrados presentan cambios de presión debido a la actividad fotosintética de las algas. Estos cambios de presión están relacionados con la liberación de oxígeno. El oxígeno producido en la fotosíntesis es insoluble en agua y es liberado a la atmósfera, por lo que produce un incremento de la presión durante el periodo de luz. Por la noche la fotosíntesis cesa, mientras que la respiración continúa consumiendo oxígeno, produciéndose una disminución de la presión. Las variaciones de presión son más importantes en las primeras etapas de sucesión de los ecosistemas, disminuyendo cuando alcanza la madurez (figura 24) 22
  • 23. Figura 24. Cambios diarios de presión (60 PU = 1kPa). Las barras claras y oscuras del eje de abscisas indican los periodos de luz y oscuridad: el gráfico (a) al inicio de la sucesión, el (b) después de 200 días, donde el ecosistema ha alcanzado la madurez y el gráfico (c) muestra las variaciones en los cambios de presión a lo largo de los 200 días. (Obenhuber, D.C. “The persistence of life measured by carbo cycling in closed ecological system life” Microbiology. 1986, University of Hawaii. En nuestro caso empleamos un sensor de concentración de CO2 en el aire ( marca Pasco modelo Pasport PS-2110) que, conectado a un ordenador, registraba en ppm la concentración del gas cada segundo (figura 25). Figura 25. la fotografía de la izquierda muestra el interior de las botellas que contienen los cultivos de algas. El medio de cultivo empleado era industrial y estaba formado por 7% nitrógeno, 5% fósforo, 6% potasio, 1% magnesio, 1% azufre, así como micronutrientes (hierro, manganeso, boro, zinc, cobre y molibdeno). Cada 40 ml de este medio se disolvían en 1,5 l de agua destilada. Se usaron bolas de gelatina, ya que daban soporte físico a las algas y evitaban que precipitaran al fondo de la botella. El medio de cultivo fue aireado mediante bombas para que el CO2 y el O2 no funcionasen como limitantes del crecimiento. La fotografía del centro muestra la fuente de luz, una lámpara de 5W, formada por 20 led, de 407 lumenes y una temperatura de color de 2700 K. Las algas crecieron en un régimen de 12 horas de luz y 12 de oscuridad. La fotografía de la derecha muestra el sensor de CO2 registrando los datos en el ordenador. Para calcular la producción neta se empleó el siguiente método: se disolvió el cultivo de algas en un medio con nutrientes al 50%. Se determinó la concentración celular y el intercambio de CO2 durante un periodo de 24 horas. A continuación, se calculo la biomasa presente en dicho medio. Para ello empleamos un papel de filtro que se había secado previamente en una estufa ( marca Selecta modelo Incubat) a 80º C durante una hora y se había pesado. Posteriormente filtramos 50 ml de cultivo. 23
  • 24. Figura 26. La fotografía de la izquierda muestra las tres botellas al iniciar el experimento. En la fotografía del centro se pueden ver las dos botellas de cultivo: la más clara corresponde al inicio del experimento; la oscura, al final del mismo, así como el proceso de filtrado. En la fotografía de la derecha se ve la balanza de precisión marca Gibertini modelo Europe 500, donde se pesó el papel de filtro para determinar la biomasa de algas. Se volvió a secar en una estufa a 80º C y se pesó con una balanza de precisión. La diferencia de valores nos dio la biomasa de algas al iniciar el experimento. A continuación, las algas se introdujeron en tres botellas y, durante dos semanas, se expusieron a un ciclo de luz/oscuridad de 12 horas utilizando como fuente de luz una bombilla de 22 led de 5W y 407 lumenes (figura 26). Transcurridas las dos semanas se determinó la concentración celular y el intercambio de CO2 durante un periodo de 24 horas. Se tomaron 50 ml de cultivo de cada botella, se filtraron y se pesaron repitiendo el proceso descrito anteriormente (figura 26). Se obtuvo la media de peso de las tres medidas y consideramos que: Producción Neta = Biomasa Final – Biomasa Inicial Como la energía empleada para el funcionamiento de la lámpara led se puede calcular en calorías y la biomasa obtenida también se puede transformar en calorías, podemos averiguar la eficiencia fotosíntetica de nuestras algas. 24
  • 25. 3.2.2 Método para la determinación de la eficiencia coulómbica de las bacterias Al igual que en el apartado anterior sobre el microcosmo seleccionado decidimos determinar la eficiencia coulómbica de las bacterias. Para ello, con la experiencia que habíamos desarrollado construyendo los microcosmos, decidimos hacer unas pilas microbianas que rindieran mayor voltaje y ocuparan menos espacio. Cultivamos, utilizando el lodo del microcosmo, las bacterias sobre fieltros de carbono que luego emplearíamos como electrodos. Las bacterias de género Geobacter requieren glucosa o acetato y ausencia de oxigeno para crecer. A continuación, diseñamos una pila microbiana que se caracterizaba por tener un ánodo formado por dos círculos de fieltro de carbono de un diámetro de 9 cm. Los dos círculos de fieltro se encontraban separados por un círculo de polispan. El cátodo estaba formado por una rejilla de acero que se encontraba separada del anodo por unas bolas de cristal. Ánodo y cátodo se encontraban cubiertos por agua (figura 27). Figura 27. La fotografía de la izquierda se pueden ver los componentes de la pila microbiana y en la dos situadas a la derecha su disposición: 1 rejilla del cátodo, 2 bolas de cristal, 3 primer fieltro del ánodo, 4 cubierta de polispan, 5 segundo fieltro del ánodo. Esta pila, al igual que los microscosmo, fue caracterizada por su curva de potencia-voltaje, llegando a desarrollar un tensión de 0,5 V. Cuatro pilas asociadas en serie podían alcanzar los 2 V (figura 28). Figura 28. Cuatro pilas microbianas asociadas en serie desarrollan una tensión de 2,22 V. 25
  • 26. Como sabemos por el trabajo pionero de Michael Cresse Potter (1911), el voltaje de las baterías microbianas se encuentra condicionado por el grado de concentración de nutrientes en el medio. Aunque Potter llegó a conclusiones muy diferentes de las que se manejan hoy día (Alzate- Gaviria et al, 2008), su trabajo sigue siendo una referencia en este tipo de investigaciones (figura 29). Figura 29. La gráfica de la izquierda (Potter, 1911) muestra las variaciones de voltaje con soluciones de distintos grados de concentración de glucosa. Se puede observar cómo, a altos grados de concentración, sobre una medida estándar de levadura (5g) y a 25º C de temperatura, las levaduras desarrollan voltajes más bajos. La gráfica de la derecha (Alzate- Gaviria et al, 2008) muestra el voltaje máximo obtenido a partir de la concentración de glucosa en un pila microbiana formada por bacterias. Se puede ver cómo la producción de voltaje sigue una cinética de saturación: el voltaje se incrementa a medida que la concentración de glucosa aumenta, manteniéndose constante a partir de una concentración de 1000 ppm en 1,15 V. De la misma manera que la concentración de glucosa condiciona el voltaje, debemos tener presente que el voltaje decaerá según la glucosa vaya siendo consumida por el inóculo (figura 30). Figura 30. Generación de voltaje a partir de glucosa como sustrato. Se observa la dinámica de generación de corriente eléctrica en una pila de bacterias, donde el voltaje disminuye gradualmente a medida que la materia orgánica contenida en el inóculo es consumida (Alzate-Gaviria et al, 2008). A partir de estas dos ideas se establece la idea de la eficiencia coulómbica como la relación entre el número de coulombios realmente transferidos al ánodo desde el sustrato (Cp) y el número máximo posible de coulombios transferidos si todo el sustrato fuera capaz de producir corriente en un tiempo determinado (Cti). 26
  • 27. Nosotros, para determinar la eficiencia coulómbica experimental (Cp) empleamos cuatro baterías como las descritas, dispuestas en serie, a las que añadimos una disolución de glucosa. Se monitoreó la variación de voltaje desde el momento que se añadió la disolución con nutrientes hasta que el voltaje volvió a caer a los valores iniciales. Para los registros de tensión se empleó una resistencia de 220 Ω. La Cp se calculó a partir de la gráfica de corriente en función del tiempo, integrando el área que hay bajo la curva desde t = 0, momento en el que añadimos la glucosa a las baterías, hasta t = momento en el que el voltaje vuelve al valor de inicio del experimento. Con esta integración se obtiene la carga total (q) en coulombs. Los coulombios totales teóricos producibles se obtienen estimando que las bacterias consumen un determinado tipo de compuesto químico (en este caso, glucosa). Para el cálculo de la cantidad teórica de coulombs que pueden ser producidos por un determinado compuesto se emplea la ecuación: donde F: constante de Faraday (98485 C/mol de electrones), b: número de moles de electrones producidos por mol de sustrato, S: concentración de sustrato (g/l), v: volumen de líquido, y M: peso molecular del sustrato. 27
  • 28. 3.3 Método empleado para la creación de un sistema amplificador de corriente Como hemos visto en el apartado anterior nuestras pilas microbianas (MFC) eran capaces de producir 2 V. Este voltaje resulta insuficiente para encender un led de luz blanca que requiere 3 V y 20 mA. Para solucionar este problema decidimos construir un amplificador de corriente. Optamos por el modelo de Kim et al (2011), ya que los materiales que intervienen su construcción eran más asequibles para nosotros que otros modelos (figura 31). Figura 31. Circuito amplificador de corriente modificado de Kim et al (2011). Consta de cuatro pilas de combustible microbiano (MFC) conectadas en serie y cuatro condensadores de 35 V y 104 microfaradios (C1 ,C2 ,C3 y C4) que se cargan en paralelo (figura de la izquierda) y descargan simultáneamente en serie (figura de la derecha). La descarga simultánea de los capacitadores en serie suma la carga que ha sido suministrada por la pilas microbianas a cada uno de ellos en paralelo, pudiendo alcanzar los 8 V de salida. Como la descarga es a la vez, es preciso controlar los interruptores de los condensadores con una placa robótica (flowgo) conectada a un ordenador por un programa que la gestionaba (figura 32). Figura 32. Imagen general del dispositivo, formado por las pilas microbianas (MFC), circuitos con condensadores e interruptores, placa robótica y ordenador. 28
  • 29. Como el voltaje de salida es superior al que precisa un led, ajustamos dicho voltaje con un resistencia aplicando la siguiente fórmula: R = (Vsalida – Vled) / Iled donde Vsalida es 8 voltios; Vled es 3 voltios e Iled es 0,02 amperios, luego R = 8 – 3/ 0,02 = 250 Ω la resistencia que colocamos antes del led era de 250 ohmios (figura 33). Figura 33. Detalle del circuito donde se puede observar la resistencia y el led. 29
  • 30. 4.- Resultados 4.1 Resultado del método empleado para la creación de un microcosmo formado por algas y bacterias electrogénicas Los ecosistemas son sistemas dinámicos, donde la materia orgánica que contienen presenta entradas debido a la actividad de los organismos autótrofos (algas), y salidas, debido a la respiración y los procesos de mineralización de los organismos heterótrofos (bacterias). Dependiendo de la actividad de unos o de otros esta reserva puede aumentar o disminuir. La actividad electrogénica de las bacterias está ligada a esta reserva. Son numerosos los trabajos donde se relaciona la capacidad de producir electricidad con la cantidad de materia orgánica disponible en el sistema (Strick et al 2008, Timmers 2012). Cuando nosotros construimos los microcosmos, estuvimos registrando la tensión semanalmente y obtuvimos el resultado que se muestra la figura 34. Figura 34 . Evolución de la tensión durante las primeras semanas de los microcosmos. Esta gráfica la interpretamos suponiendo que, al introducir un ecosistema complejo en un recipiente de 3 l, automáticamente los organismos presentes se ajustan a las nuevas condiciones de espacio. En este microcosmo, las algas aportan una cantidad de materia orgánica inferior a la que sale por la oxidación que producen las bacterias. El resultado es que las bacterias electrogénicas, al principio, disponen de una reserva de materia orgánica importante pero, según se va consumiendo, el voltaje que generan es menor. Probablemente el medio con menor cantidad de materia orgánica es el de Río Tinto, de tal forma que, en una semana, el voltaje alcanzó unos valores mínimos. Los lodos de las Salinas de San Pedro del Pinatar fueron cogidos en un lugar donde numerosos bañistas van a tomar barros. En el caso de las Lagunas de Cantalejo, estas reciben las aguas de la depuradora municipal, por lo que es de suponer que presentan mayor cantidad de materia orgánica y son capaces de mantener una tensión más alta durante más tiempo. Después del primer mes elaboramos la curva potencia-voltaje, obteniendo el siguiente resultado (figura 35). 30
  • 31. 4 3.5 3 2.5 2 1.5 1 0.5 Figura 35. Gráfica donde se comparan las curvas de potencia-voltaje de los tres microcosmos y el control. Nos llamó la atención que la curva de Salinas de San Pedro se encontraba por debajo de la de Río Tinto. Esto lo atribuimos a un hecho que pudimos comprobar al desmontar los electrodos: la corrosión producida por el agua de mar sobre los cables de cobre que se unían al fieltro de carbono era tan importante que apenas tenían conexión. La importancia de la disponibilidad de la materia orgánica, la superficie de los electrodos de fieltro de carbono, así como acortar la longitud de los cables de cobre a la hora de producir electricidad, quedó patente cuando hicimos la curva potencia-voltaje de la pila de combustible microbiano (MFC) que elaboramos a partir de los lodos de las lagunas de Cantalejo (figura 36). 7 6 5 4 3 2 1 Figura 36. Gráfica donde se compara la curva potencia-voltaje de la pila de combustible microbiano (MFC) con la de los microcosmos. La disponibilidad de una mayor cantidad de materia orgánica, electrodos de carbono de mayor superficie y cables más cortos propició que fuesen capaces de generar mayor potencia. Datos disponibles en documentos anexos. Estos resultados nos vienen a demostrar que la idea de obtener energía directamente de los microcosmos por el sistema de pilas de combustible microbiana (MFC) va a estar muy condicionada a la reserva de materia orgánica que tengan. Esta reserva, de forma natural, es muy pequeña. Por tanto, para conseguir nuestro propósito, tenemos que buscar la solución en los microcosmos artificiales como los de Clair Folsome, donde cócteles de microorganismos puedan trabajar en un espacio reducido y con un medio especialmente enriquecido en nutrientes. 31 0 0 100 200 300 400 500 600 mV mW Lagunas de Cantalejo Río Tinto Salinas de San Pedro Control 0 0 100 200 300 400 500 600 mV mW Lagunas de Cantalejo Río Tinto Salinas de San Pedro Control MFC
  • 32. 4.2 Resultado del método empleado para la determinación de la eficiencia energética 4.2.1 Eficiencia fotosintética A partir de los resultados del apartado anterior, nuestro estudio se centro sobre el microcosmo de las Lagunas de Cantalejo. Este microcosmo nos aportó las algas que empleamos para calcular la eficiencia fotosintética. Un hecho que merece la pena reseñar es que observamos una disminución importante de la biodiversidad de algas desde la construcción del microcosmos hasta los cultivos que llegamos a desarrollar (figura 37). Figura 37. Tipos de algas presentes en las Lagunas de Cantalejo, de izquierda a derecha: género Chlorella, género Scenedesmus y género Westella (Tetracoccus). Mientras que las dos primeras se hicieron dominantes en los cultivos, la tercera llegó casi a desaparecer. Siguiendo el método planteado, calculamos el punto de partida de nuestro experimento averiguando la concentración celular de algas, el intercambio de CO2 que producían en 24 horas y la biomasa presente en 50 ml de cultivo, obteniendo los siguientes resultados. Concentración celular: 5,2.104 algas/mm3 Variación diaria CO2: 700 ppm Biomasa: 0,04 g/50 ml 21 de marzo de 2014 Después de dos semanas con una iluminación led de 5 W a 20º C un cultivo de 0,5 l de algas nos dio el siguiente resultado: Concentración celular: 1,1.106 algas/mm3 Variación diaria CO2: 300 ppm Biomasa: 0,29 g/50 ml 4 de abril de 2014 32
  • 33. Es decir la producción neta fue de: Pn = biomasa final – biomasa inicial = 0,29 – 0,04 = 0,25 g por cada 50 ml de cultivo. Como el valor calorífico es de 30 a 60 kcal por 100 gramos de peso fresco de las algas microscópicas (Margalef, 1982), la cantidad de energía almacenada en la producción neta de 0,5 l será: Pn = (2,5 x 60) /100 = 1,5 kcal/0,5 l de culivo Para obtener esta producción tuvimos que emplear una lámpara led de 5w durante 168 horas encendida (12 horas al día) esto supone en kcal: 168 x 5 = 840 W, 840 W esto equivale aproximadamente a 722 Kcal luego la eficiencia fotosintética del cultivo es de 1,5/722 x 100 = 0,2 % 4.2.2 Eficiencia coulómbica Cuando hicimos una siembra en placas Petri, de los microorganismos que crecían en nuestras pilas de combustible microbianas (MFC), pensamos que obtendríamos una muestra muy variada de colonias de especies diferentes, algo similar a las que conseguimos cuando hacemos un cultivo con los dedos sucios. Para nuestra sorpresa se desarrolló lo que parecía ser una única especie (figura 38). Figura 38. La fotografia de la izquierda muestra una placa Petri con microorganismos presentes en la piel. La fotografia de la derecha, la obtenida de los microorganismos presentes en el fieltro de carbono de una MFC. Desconocemos si esas bacterias corresponden a las bacterias electrogénicas o es un elemento contaminante que crece en el medio de la pila. De una manera o de otra decidimos calcular la eficiencia coulómbica de nuestras pilas. Para ello las vaciamos del líquido que contenían hasta ese momento y en su lugar añadimos una disolución de glucosa de 1 g/l . El volumen de 33
  • 34. disolución que empleamos para rellenar las MFC fue de 0,5 l. Registramos los valores de tensión desde el primer día del experimento hasta cuando la corriente cayó por debajo del valor inicial, obteniendo la siguiente gráfica (figura 39). Figura 39. Gráfica de la variación de la tensión para cuatro MFC dispuestas en serie durante dos semanas. La carga total en coulombs (Cp) se obtiene al integrar la corriente en el tiempo (desde t = 0 hasta t = 14) de la gráfica de funcionamiento de las MFC, dando 775 C. La cantidad teórica de coulombs (Cti) se calculó a partir de: Dado que el sustrato empleado fue glucosa, los valores de la fórmula anterior son: F, constante de Faraday (98485 C. mol-1 de electrones); b, número de moles de electrones producidos por mol de sustrato (para la glucosa b = 24); S, concentración de sustrato (g.l-1); v,volumen de líquido de las MFC; M, peso molecular del sustrato (glucosa, 180) (Liu et al.,2005). De donde obtenemos: Cti = (98485 x 24 x 1 x 0,5 ) / 180 = 6565,6 C Por lo que la eficiencia coulómbica de las MFC es Ec = (775 / 6565,6) x 100 = 11,8 % Que es la cantidad de materia orgánica que se recupera como electricidad (Alzate-Gaviria et al 2008). 34
  • 35. 4.3 Resultado del método empleado para la creación de un sistema amplificador de corriente Finalmente conectamos las cuatro MFC en serie al sistema amplificador de corriente. Como hemos mencionado, los interruptores o switch estaban accionados por una placa robótica que, a su vez, era gestionada por el ordenador. El programa informático que controla la placa robótica se llama Flowol 2 versión 2.91 (A. Bowker, 1998). Este programa permite diseñar un diagrama de flujo con las órdenes que tiene que cumplir la placa (Figura 40). Figura 40. Pantalla de dialogo del programa Flowol2, mostrando el diagrama de flujo con los tiempos de carga y descarga de los condensadores. Al principio consideramos tiempos iguales de carga y descarga de los condensadores pero, pronto vimos que la intensidad que generaban las MFC era insuficiente para el tiempo de carga, por lo que la luz led dejaba de brillar después de la primera descarga (figura 41). Figura 41. Muestra dos fotogramas del vídeo que se puede consultar en los archivos adjuntos. El primer fotograma corresponde a la primera descarga; el segundo, a la segunda descarga de los condensadores. 35
  • 36. Observamos también que, después de la primera descarga, el voltaje de nuestras MFC caía considerablemente. A partir de este punto iban recuperando tensión hasta llegar a un máximo donde sí se producía una nueva descarga y el led volvía a brillar. Calculamos el tiempo de carga de las MFC que resultó ser de 2 horas (figuras 42 y 43). Figura 42. Las imágenes corresponden a fotogramas de diferentes vídeos que se pueden consultar en los documentos anexos. Empezando por la izquierda, podemos ver el valor del voltaje de las MFC, en el multímetro gris, en el momento que se enciende el led. El multímetro amarillo marca el voltaje que pasa por el led. En el fotograma del centro se ve el voltaje que desarrollan las MFC después de encender el led. A la derecha el cronómetro marca el tiempo que las MFC han tardado en alcanzar nuevamente el máximo voltaje, dos horas. 1800 1600 1400 1200 1000 800 600 400 200 Figura 43.La gráfica muestra el incremento de tensión de las MFC con el paso del tiempo. La bajada de tensión coincide con la descarga de los condensadores. Finalmente probamos a ir reduciendo los tiempos de carga de los condensadores que permitían que el led se encendiera. El valor más pequeño que alcanzamos fue 1 segundo de led encendido por 200 segundos de tiempo de carga, donde permanece apagado. 36 0 0 50 100 150 200 250 tiempo en minutos voltaje en milivoltios
  • 37. 5.- Conclusiones Desarrollar microcosmos de luz fue la idea inicial de nuestro trabajo y el motivo de la foto de la portada. Pretendíamos construir un microcosmos donde la energía fijada por las algas en forma de enlace químico no fuese degradada a calor al ser empleada por las bacterias, sino que tornara al sistema en forma de luz. Está claro, después del camino que hemos recorrido, que queda mucho por investigar. Aprendimos de los microcosmos naturales que, al limitar el espacio, la carga orgánica que pueden almacenar también disminuye, lo que hace que no puedan funcionar como MFC, ya que desarrollarían una potencia muy baja. De Clair Folsome aprendimos la posibilidad de crear ecosistemas que no existen en la naturaleza y que, en medios especiales, podrían llegar a funcionar como microcosmos de luz. Nos encontramos con el problema de las eficiencia energéticas, que suponen un gran hándicap, y que, de forma esquemática expresamos en el siguiente gráfico que resume nuestro trabajo. Dos semanas una lámpara led encendida a razón de 12 hora al día consume 742 kcal. Dado que la eficiencia fotosintética (EF) de las algas es del 0,2% solo fijan en forma de moléculas orgánicas 3 kcal/100ml. Cómo la eficiencia coulómbica de las bacterias (EC) es del 11,8% esto implica que solamente se va a transformar en electricidad 0,3 kcal de la materia orgánica fijada por las algas. Como led consume 0,05 kcal/h, con 0,3 kcal solo podrá estar encendido 6 horas cada dos semanas. Esta luz es la que vuelve nuevamente al sistema. La idea que perseguimos puede parecer utópica pero nada mas lejos de la realidad. En la actualidad se siguen haciendo trabajos sobre la fisiología de las algas que son usadas en biorreactores para la fabricación de alimentos (Walker et al. 2005) y sobre la eficiencia de los lodos de las depuradoras para reducir la carga orgánica de las aguas residuales (Pant et al. 2007). También se investiga en la baterías microbiológicas, ya que son mejores que las convencionales para alimentar estaciones automáticas en lugares remotos, como las instaladas boyas marinas (Tender et al., 2008). Un microcosmo de luz es un ecosistema un que trata de aunar las tres líneas antes citadas. En un futuro probablemente consigamos organismos más eficientes en el uso de la energía. Puede que construyamos microcosmos capaces de transformar su carga orgánica en alimento o energía según nuestra voluntad. En fin un sueño. 37
  • 38. 6.- Bibliografía. Alzate-Gaviria, L. ; Fuentes-Albarrán, C.; Álvarez-Gallegos, A. y Sebastian, P.J. (2008) “Generación de electricidad a partir de una celda de combustible microbiana tipo pem” Interciencia, vol. 33 nº 7 Beyers, R.J. And H.T. Odum (1993) “Ecological Microcoms” Springer Advanced Texts in Life Sciences, ed. D.E. Reichle. New York: Springer-Verlag. Carbó, P. C. & Rocha, E. (2012) “Procesos electroquímicos en celdas solares sensibilizadas con un colorante natural” Investigación y Ciencia de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, 56. Cooke, G.D. (1967) “The pattern of autotrophic succession in laboratory microcosms” Bio- Sciencie, 17. De Schamphelaire, L. & Verstraete, W. (2009) “Revival of the biological Sunlight-to-Biogas energy conversion system” Biotechnology and Bioengineering, Vol. 103. No. 2. Esteve-Núñez, A. (2008) “Bacterias productoras de electricidad” Actualidad SEM. Folsome, C.E. and J.A. Hanson (1986) “The Emergence of Materially-Closed-System Ecology, in Ecosystem Theory and Applications” , N. Polunin, Editor. Hanson, J.A. and H.P. Stevens (!984) “Experimental Ecosystems Sealed in Glass”. Jet Propulsion laboratory (NASA/CalTech): Pasadena, CA. Hekstra, D.R. (2009) “Population Dynamics in a model closed ecosystem” A Thesis presented to the Faculty of the Rockefeller Univerity in partial fulfillment of the requirements for the degree of doctor of philosophy. Holmes, D.E., Bond, D.R., O’Neil, R.A., Reimers, C.E., Tender, L.M., Lovley, D.R., (2004) a. “Microbial communities associated with electrodes harvesting electricity from a variety of aquatic sediments”. Microb. Ecol. 48 (2), 178–190. 38
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