Este documento describe las características principales de un ensayo. Un ensayo presenta una tesis personal del autor sobre un tema determinado y la sustenta con argumentos. Suele tener poca extensión, una estructura libre pero organizada, y abordar diversos temas desde un estilo formal pero ameno. El objetivo del ensayo es plantear una idea central más que demostrarla de manera definitiva.

1. El ensayo
Adaptado de un texto de la prof. Eliana Mory, UARM
El ensayo es un texto que contiene un comentario
personal o libre acerca de diversos temas: científicos,
literarios, políticos, de actualidad, de opinión, etc. Si bien
tiene ese matiz de comentario personal, debe ser riguroso
en la exposición de las ideas y para considerarse un buen
ensayo debe, además, plantear y defender una tesis
personal*. Precisamente por esta última característica es
que está tan relacionado con la argumentación: si en el
ensayo el autor expone una tesis personal es porque desea
sustentarla, pues no tendría sentido plantearla sólo por
plantearla. La razón de ser de una tesis –sea personal o
no– es su demostración, justificación o sustentación; de
lo contrario, no es una tesis.
Para tener una idea más precisa de lo que es un ensayo,
veamos a continuación sus características**:
 Los ensayos suelen ser de poca extensión, aunque
esto sea relativo. Hay ensayos de una página o
menos, de cinco o de veinte páginas a más. Pero lo
que no suele ocurrir es que un libro completo
constituya un único ensayo.
 La estructura del ensayo es libre, en el sentido de
que no tiene contenidos predefinidos, como los de
una monografía o una tesis, por ejemplo. Pero sí es
cierto que, como todo texto bien estructurado, un
ensayo debe tener una parte introductoria, un
cuerpo, desarrollo o exposición de las ideas
centrales y una especie de epílogo, conclusión o
cierre.
 Los temas que se pueden abordar en un ensayo son
tan diversos como las personas que pueden
dedicarse a escribirlos. Así, hay ensayos sobre
literatura, sobre temas periodísticos, científicos,
políticos, etc. Esto significa que el ensayo es un
medio de expresión de ideas de la más diversa
índole.
 El estilo con que se escribe un ensayo es formal,
esto significa que la expresión debe ser cuidadosa,
pero sin llegar a ser afectada.
 El tono puede ser irónico, satírico, poético,
didáctico, etc. Ello dependerá de los propósitos con
los cuales se escribe un ensayo y de la intención
comunicativa del autor.
 Lo usual es que el tema o la problemática no se
agote en el ensayo, pues su pretensión no es el rigor
científico demostrativo. Por ello, suele haber
ensayos que terminan con interrogantes nuevas que
surgieron a la luz de los argumentos expuestos.
* Cfr. Zubizarreta 1998: 81.
** Cfr. Fernández de la Torriente 1975: 45-47.
CARACTERÍSTICAS
DEL ENSAYO
Poca extensión
Estructura libre
Temas variados
Estilo formal
Tono variado
Claridad,
argumentación
EL ESQUEMA DE REDACCIÓN DEL
ENSAYO
Parte
introductoria
Puede contener:
- Frases motivadoras, que
despierten el interés
- Presentación del tema
- Objetivo del texto
- Idea central o tesis
Cuerpo
Contiene:
- Los argumentos que defienden
la tesis central
- Citas o paráfrasis de los
posibles autores consultados
- Información relevante
Cierre
Puede contener:
- Una síntesis final
- Conclusiones
- Preguntas que quedaron sin
resolver

2.  Una última característica importante es que, por ser
el ensayo un medio de expresión con una estructura
libre, la exposición debe ser en lo posible amena y
esta amenidad debe prevalecer sobre el rigor
sistemático que podría caracterizar a una tesis o una
monografía.
Ejemplo de ensayo:
CIENTÍFICOS TRABAJANDO
Los científicos, cuando trabajan, tienen el aspecto de criaturas que siguen instrucciones genéticas;
parecen estar bajo la influencia de un instinto humano profundo. Son, a pesar de sus esfuerzos por
mantener el decoro, como animales jóvenes empeñados en un juego feroz. Cuando están cerca de una
respuesta sus cabellos se erizan, transpiran y se inundan de adrenalina. Asir la respuesta y ser los
primeros en lograrla es para ellos un impulso más poderoso que alimentarse o procrear o protegerse
contra los elementos.
A veces, parece una actividad solitaria, pero es tan opuesta a la soledad como puede serlo el
comportamiento humano. No hay nada tan social, tan comunitario, tan interdependiente. Un campo
activo de la ciencia es como un inmenso hormiguero intelectual; el individuo casi desaparece entre la
multitud de mentes que se atropellan unas a otras, llevando información de un lugar a otro, y
transmitiéndola a la velocidad de la luz.
Hay tipos especiales de información que parecen ser quimiotácticas. Tan pronto como se libera una
pequeña cantidad, los receptores en la parte posterior del cuello tiemblan, hay una convergencia masiva
de mentes móviles que vuelan contra el viento en un gradiente de sorpresa, apiñándose alrededor de la
fuente. Es una infiltración de intelectos, una inflamación.
No hay nada que pueda igualar al espectáculo. En el medio de lo que parece ser una conmoción colectiva
de mentes en total desorden, donde trocitos de información son diseminados, desgarrados,
desintegrados, reconstituidos y englobados en un tipo de actividad que parece tan aleatorio y agitado
como el de las abejas en una parte perturbada de la colmena, repentinamente emerge, con la pureza de
una lenta frase musical, un nuevo fragmento único de verdad acerca de la naturaleza...
La actividad se asemeja un poco a la agresión, pero difiere de otras formas de comportamiento agresivo
en que su objetivo nada tiene que ver con algún tipo de destrucción. Mientras se está llevando a cabo,
parece y se siente como una agresión: ¡Obténlo, descúbrelo, muéstralo, atrápalo! Es como una cacería
primitiva, pero cuando finalice nadie resultará dañado. Es más probable que el final sea un suspiro de
alivio. Pero luego, si el aire es adecuado y la ciencia va por buen camino, el suspiro cesa
instantáneamente, hay una nueva pregunta y la actividad salvaje y tumultuosa comienza de nuevo, otra
vez enteramente fuera de control.
Fuente:
LEWIS, Thomas
1974 The Lives of the Cell: Notes of a Biology Watcher. New York: Vicking Press.