El autor expresa su amor y devoción por la Iglesia a pesar de reconocer sus defectos y oscurantismo. Aunque la Iglesia lo ha hecho sufrir y lo ha escandalizado, también le ha ayudado a entender la santidad. El autor no puede dejar la Iglesia porque él forma parte de ella, con todos sus defectos y pecados, al igual que todos los demás miembros. La promesa de Cristo y el Espíritu Santo son los que unen a la Iglesia a pesar de las debilidades humanas.