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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 1era. quincena de septiembre 2014 / Nº 148 / Bs 10 
Debate 
Henry Oporto: 
La justicia se nos muere, 8-9 
Alberto Acosta: 
Los Derechos de la Naturaleza o el derecho a la 
existencia (I), 10-11 
Lucía Querejazu Escobari: 
Valcárcel on art, 11 
Comunicación / Libros 
Sonia Santoro: 
“Los latinoamericanos nos debíamos el debate 
sobre la función de los medios en el sistema 
democrático”, 12-13 
Alfonso Gumucio Dagron: 
La comunicación como ciencia y como 
instrumento, 14 
Gustavo Fernández Saavedra: 
Crónicas de Salvador Romero, 15 
José Luis Saavedra: 
Entrevista con Felipe Quispe : “Evo Morales es un 
neoliberal disfrazado de izquierdista”, 16-17 
Benjamín Chávez: 
Caracol de Camila Urioste, 17 
Javier Mendoza Pizarro: 
Evocación de Gunnar Mendoza, 18-19 
Alberto Flores Galindo: 
Buscando un socialismo indoamericano, 20 
Artista invitado: Pablo Caballero Pérez. 
En ausencia de un debate 
sustantivo sobre la oferta 
programática de los 
partidos, las controversias 
electorales han tocado 
sólo de pasada temas 
tan importantes como el 
subsidio a los combustibles, 
el agotamiento de las 
reservas probadas de 
hidrocarburos, los costos 
recuperables de las 
empresas supuestamente 
“nacionalizadas” y la 
crisis terminal de la 
administración de justicia. 
Ni la economía, ni temas 
tan sensibles como la 
inseguridad ciudadana, el 
crecimiento del tráfico de 
drogas o los feminicidios 
han merecido un 
tratamiento que oriente 
la preferencia de los 
electores, distraidos con las 
denuncias de corrupción, 
la incompetencia del 
Tribunal Electoral y el 
torneo de machismo entre 
los principales partidos. 
La economía y la justicia en las polémicas electorales y en la historia oficial 
Ni tan ricos, ni tan soberanos, ni tan justos 
Balcon II 122 x 152 cm. 
Contrapuntos 
Mauricio Lea Plaza Peláez: 
Sobre el discurso del Presidente del 6 de agosto 
de 2014. Bolivia: “potencia continental” y la 
“decada de oro”, 4 
Roberto Laserna: 
¿Empresas o compras estatales?, 5 
Bernardo Corro Barrientos: 
La economía boliviana en la encrucijada 
electoral, 6-7 
Jorge Derpic: 
Hello La Paz, welcome to El Alto. 
Una experiencia etnográfica en la Línea Roja del 
Teleférico, 7
Novedades y reediciones 
Librería La Paz: Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador 
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Agosto 2014 / Nº 148 / 3 
Consejo editorial: 
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editorial 
Los hidrocarburos en la controversia electoral 
En lugar de un debate programático entre los principales res-ponsables 
de las distintas opciones electorales, los temas más 
controvertidos de la campaña se tramitan como denuncias y 
desmentidos en los medios de difusión o en los estrados judicia-les, 
lo cual da cuenta de la degradación de la política inherente al 
“proceso de cambio”. 
Así sucede con uno de los temas 
de mayor relevancia para el futuro 
de la principal fuente de ingresos de 
la economía boliviana: los hidrocar-buros. 
Entre propuestas improvisa-das 
de los candidatos –incluyendo al 
Presidente– y la falta de información 
transparente y verosímil de las entida-des 
y voceros gubernamentales, crece 
la incertidumbre sobre el futuro de la 
renta gasífera de la que ha dependido 
la bonanza de la “década de oro”. 
Uno de los temas controver-siales 
ha sido la falta de inversión en 
exploración. Como se sabe, las reser-vas 
probadas de gas no alcanzan para 
atender, en el mediano plazo, la cre-ciente 
demanda del mercado interno 
y los compromisos de exportación al 
Brasil y la Argentina. Uno de los can-didatos 
opositores propuso compartir 
en partes iguales la renta entre el Esta-do 
y las transnacionales. Esta medida 
estaría orientada a incentivar las in-versiones, 
una de las principales deficiencias de la gestión del MAS. 
El gobierno respondió que semejante propuesta equivalía 
a la desnacionalización de los hidrocarburos, medida que habría 
establecido una distribución de la renta en una proporción de 
18% para las transnacionales y 82% para el Estado. El gobierno 
habría previsto otro tipo de incentivos –no se conoce aún cuá-les– 
que tendrían que hacerse efectivos a partir de la aprobación 
de una nueva ley de hidrocarburos en 2015 (la ley vigente, hay 
que recordarlo, se aprobó pese a la oposición del MAS durante la 
presidencia congresal de Hormando Vaca Diez). 
Esta afirmación derivó en una polémica sobre otro tema re-levante: 
¿de veras recibe el Estado boliviano el 82% de la renta 
de los hidrocarburos? Ese porcentaje rigió para los megacampos 
durante algunos meses tras la “nacionalización” de 2006, mientras 
se negociaban los nuevos contratos. Una vez suscritos, las empre-sas 
transnacionales lograron que el Estado les reembolse los “cos-tos 
recuperables”, que incluyen su abultada planilla salarial –una 
manera de devolverles con una mano 
lo que se les quita con la otra– con lo 
cual cambió la distribución de la renta. 
Esos costos debían ser objeto de au-ditorías 
que no son del conocimien-to 
público. Con el rembolso de estos 
costos, la renta quedaría distribuida en 
realidad en 56% para el Estado y 44% 
para las empresas “nacionalizadas”, 
según algunos analistas. 
Otro tema controversial es el de 
la subvención al precio de los combus-tibles. 
Como el país no produce toda 
la gasolina y diesel que consume, los 
importa pagando un precio mucho 
mayor que el que rige en el mercado 
local. La diferencia la cubre el Tesoro 
con un monto superior a todas las in-versiones 
en el sector hidrocarburos. 
El candidato-Presidente declaró que 
esta subvención era un “cáncer” para 
la economía y pidió nuevamente ter-minar 
con ella. El anuncio provocó 
una desordenada polémica: mientras 
la oposición afirma que la única ma-nera 
de acabar con la subvención es mediante un incremento en 
el precio –un “gasolinazo”– el gobierno sostiene que el aumento 
en la producción y la industrialización permitirán terminar con 
las importaciones en 2015. Pero el precio local seguiría subven-cionado 
en relación a los precios del mercado internacional, lo 
cual estimula el masivo contrabando hacia los países vecinos. La 
subvención, por tanto, no es una cuestión de cuánto combustible 
se importa o se produce sino a qué precio se lo vende. En esta 
polémica sorprende que mientras el gobierno sostiene la tesis 
neoliberal de que el Estado no debe subvencionar los precios, la 
oposición de “derecha” aboga por la tesis estatista de mantener 
los precios subvencionados. 
Preocupaciones ciudadanas sin debate electoral 
circunstancias externas y las crecientes 
demandas ciudadanas respecto de cues-tiones 
que hasta ahora no se han ventila-do 
en las campañas electorales. 
El debate programático en efecto 
deja mucho que desear. Más allá de que 
Evo Morales se niegue a debatir con los 
otros candidatos presidenciales, lo cierto 
es que los temas que están ocasionando 
movilizaciones y posicionamientos de la 
opinión pública en los medios se refieren 
a inquietudes ciudadanas sobre cuestio-nes 
que los partidos prefieren soslayar. 
La corrupción desbordada, la conducta 
machista de connotados dirigentes polí-ticos 
y sociales, la prepotencia en el trato 
a las mujeres, el acoso sexual y laboral, 
la discriminación de género y los casos 
cada vez más frecuentas de feminicidio, 
son temas de preocupación ciudadana 
que carecen de respuestas serias por par-te 
del gobierno o de los partidos políti-cos 
en campaña electoral. Algo parecido 
ocurre con la creciente inseguridad ciu-dadana. 
Nada de lo que pueda presentar 
el gobierno como mejoras sociales resul-tantes 
de sus políticas de distribución de 
bonos y aguinaldos, compensa la insegu-ridad 
creciente que percibe la ciudadanía 
en varias ciudades del país. No existen 
respuestas convincentes frente al aumen-to 
de los homicidios, violaciones y ase-sinatos 
en el último tiempo, y está claro 
que estos problemas no se resuelven con 
el aumento de las penas impuestas por 
jueces sometidos al poder político y eco-nómico, 
ni tampoco con el incremento 
de salarios a los policías. 
Lo que no se menciona en forma 
directa es que el aumento de la crimina-lidad 
en el país está estrechamente rela-cionado 
con la ampliación de los circuitos 
del narcotráfico, y que eso a su vez está 
relacionado con la producción de coca 
excedentaria en el Chapare, cuyo destino 
es la cocaína de exportación, pero tam-bién 
en una cantidad cada vez mayor el 
consumo interno. 
Desde cualquier ángulo que se con-sidere, 
a pocas semanas de las elec-ciones, 
ya no parece probable que 
puedan presentarse sorpresas en cuanto 
a los lugares que ocuparán los cinco can-didatos 
presidenciales, aunque existen 
todavía algunas dudas sobre el porcen-taje 
de votación que obtendrá cada uno 
de ellos. En eso discrepan las previsiones 
internas de los partidos y las propias en-cuestas 
que se difunden públicamente. 
Todo indica que aún existe un grupo 
relativamente amplio de electores inde-cisos, 
que recién en el momento de emi-tir 
su voto determinarán si las distancias 
entre los tres primeros candidatos se 
acortan o se agrandan. Sin embargo, ya 
existen indicios suficientes de que en 
esta ocasión el voto ciudadano no será 
polarizado, lo cual traerá consigo impor-tantes 
consecuencias respecto del futuro 
sistema político y de la composición de 
las bancadas parlamentarias, que en con-junto 
tendrán que encarar las complejas 
En el aire 37 x 27 cm.
4 / contrapuntos Agosto 2014 / Nº 148 
Sobre el discurso del Presidente del 6 de agosto de 2014 
Bolivia: “potencia continental” y la “década de oro” 
Mauricio Lea Plaza Peláez* 
Como es habitual, tanto el presidente Morales como el Vicepresidente pronunciaron sendos discursos con motivo de la fiesta patria, 
los que merecen ser comentados en sus partes más relevantes. 
El incremento de la renta 
petrolera gracias a la 
nacionalización del gas 
Esta afirmación machacona no 
es verdad. El incremento de la renta hi-drocarburífera 
se debe a la aprobación 
de la Ley de Hidrocarburos, antes que 
Morales sea presidente, ley que cambia 
la participación del Estado de 18 a 50% 
en dicha renta; se debe al incremento de 
los precios de exportación del gas que 
subieron entre 2007 a 2013 en un 202% 
en el caso de la Argentina y en un 226% 
en el caso del Brasil y a la duplicación 
de los volúmenes de producción de gas 
sobreexplotando nuestros campos. 
La renta que hoy se genera es pro-ducto 
de la riqueza descubierta y asegu-rada 
en los gobiernos anteriores a éste, 
ya que durante la gestión Morales, las 
reservas bajaron de 27.6 TCF a 12.8 TCF 
en 2006, a 9.9 TCF en 2009 y a 10,45 
TCF en 2013. El ligero incremento en 
estos últimos 4 años fue de 0,51 TCF o 
sea, de 0,1275 TCF por año. Abastecer el 
consumo y la exportación demanda 0,75 
TCF anualmente, lo que implica que 
por año estamos incubando un déficit 
del 83%, consumiendo nuestras ya bajas 
reservas. Este accionar irresponsable se 
traduce en el presupuesto de YPFB que 
sólo consigna un 15,3% para la explora-ción 
de nuevos campos. La gallina de los 
huevos de oro ya está en la olla. 
En estos más de 8 años la renta bo-liviana 
se hizo cada vez más dependiente 
del gas, ya que no se ha avanzado nada en 
cambiar la matriz primario-exportadora, 
no se ha diversificado la economía y la 
tan anunciada industrialización del gas, 
del litio y del hierro sigue muy rezagada. 
La pujanza económica del país 
El Presidente se enorgullece porque po-dríamos 
lograr en esta gestión un creci-miento 
del PIB de 5,5%. Eso implicaría 
que el nivel de crecimiento de la eco-nomía 
habría aumentado en un 177% 
respecto a 2005. Sin embargo, la renta 
nacional creció entre 2005 y 2014 en 
un 599%, lo que lleva a concluir que el 
gobierno ha logrado incrementar el PIB 
casi en 2 veces frente al aumento de 6 
veces de la renta nacional, lo que mues-tra 
su total ineficacia. 
En estos 9 años se han recibido 
148.949 millones de dólares o sea que 
le correspondería a cada habitante US$. 
14.806, lo que implica US$ 1.645 per 
cápita al año. La gente no ha sentido 
esa plata en la mejora de su calidad de 
boliviano demanda un Estado que sea in-cluyente 
de todas las culturas, también de 
los mestizos que somos la mayoría. 
El segundo pilar es la autonomía, 
ya que ahora los gobiernos departa-mentales 
y municipales tendrían facul-tad 
legislativa y el 20% de los ingresos 
serían manejados por las regiones. El 
MAS luchó y sigue luchando contra la 
autonomía dada su vocación centralista 
y de control directo del poder absoluto, 
lo que se ve plasmado en el contenido de 
la Ley Marco de Autonomías que coarta 
la autonomía y en la disminución de la 
participación de los niveles subnacio-nales 
en las transferencias fiscales que 
en este período de gobierno se reduje-ron 
de 22,3% a 10,8%, o sea, a casi la 
mitad. Las autonomías tienen mayores 
competencias pero menos recursos y el 
gobierno nacional se resiste a discutir el 
nuevo pacto fiscal que debería destinar 
al menos el 50% de la renta nacional a 
los gobiernos subnacionales. 
El tercer pilar es la economía plural 
que tiene al Estado como el principal ac-tor 
y se basa en la nacionalización de los 
recursos naturales y en la redistribución 
de la riqueza. Las empresas estatales se 
han multiplicado confundiendo el rol de 
un Estado regulador y controlador con 
el de un Estado empresario, que no es 
plural porque no permite el desarrollo 
vida. Los millonarios ingresos se han 
destinado al despilfarro irresponsable y 
a políticas asistenciales, por lo que no 
se ha mejorado sustancialmente el Ín-dice 
de Desarrollo Humano del país, el 
que está estancado en el puesto 108 del 
ranking mundial desde 2007. Somos el 
país que gasta menos en educación y sa-lud 
en Sudamérica y seguimos siendo el 
segundo país más pobre de la región. En 
resumen, el incremento de la renta na-cional 
no se ha traducido en indicadores 
que muestren un cambio sustancial en el 
bienestar de los bolivianos. 
Como a Evo Morales dejó de im-portarle 
la gente, en el discurso patrio 
casi no habló del desarrollo productivo, 
de la crisis de la justicia, de corrupción, 
de inseguridad ciudadana, de salud, de 
educación, de empleo, etc. 
Los pilares de la “década 
de oro” 
Según el cerebro del gobierno, los cua-tro 
pilares de la década de oro, son: la 
igualdad basada en que los indígenas son 
el sujeto dirigente y núcleo sustancial del 
proceso. No sabemos si se refiere a los in-dígenas 
del TIPNIS o del CONAMAQ­que 
están siendo avasallados por el gobierno; 
lo que demuestra que el discurso indige-nista 
es sólo una pantalla para el marke-ting 
político. Es por eso que el pueblo 
endógeno de los actores económicos 
privados que han dejado de recibir po-líticas 
de apoyo. 
El cuarto pilar sería el “optimismo 
histórico”, soñar en grande, por lo que 
le ofrecen proyectos como industrializar 
el hierro del mutún y el litio, ciudadela 
científica para exportar nuestra tecnolo-gía, 
energía atómica con fines pacíficos, 
industria pública de los medicamentos, 
aguinaldo para los adultos mayores, par-ticipación 
en el sistema de pensiones para 
mineros reduciendo la edad de jubila-ción, 
segundo satélite, etc.. De esta forma 
de pensar proviene la compra del satélite 
trucho, del avión de lujo del Presidente, 
del nuevo palacio de gobierno, etc. 
La megalomanía, la demagogia y el 
despilfarro siempre van juntos, por ello 
ésta es una década que fue desperdiciada 
porque no se resolvieron los principales 
problemas del país en una coyuntura 
económica irrepetible. 
Que se acabó el tiempo 
de la confrontación 
Este es otro anuncio estrictamente elec-toral, 
mientras el gobierno nacional con-tinúa 
con la persecución judicial a sus 
opositores y mantiene en el exilio a miles 
de bolivianos que enfrentaron al régi-men. 
Si la intención es verdadera, ¿por 
qué no se dicta una anminstía a los oposi-tores 
enjuiciados, exilados o asilados? 
Que habría erradicación de 
cocales 
El Presidente afirmó que hoy sólo se 
cultivan 23 mil hectáreas de coca. Sin 
embargo sabemos que sólo 14 mil van 
para el consumo interno, o sea, 9 mil 
hectáreas están destinadas al narcotráfi-co 
(40%), más del 90% de la coca del 
Chapare. El narcotráfico se ha incre-mentado 
sustancialmente con la venia 
del gobierno y el Chapare es tierra de 
nadie gracias a la política de protección 
del principal dirigente de los cocaleros, 
el Sr. Evo Morales. 
Como pudimos repasar, el afán del 
gobierno nacional de mostrarnos el país 
de las maravillas no tiene sustento oble-tivo 
y sigue siendo una pose demagógica 
y electoral que sólo demuestra el fracaso 
del ciclo del MAS en el intento fallido de 
construir un nuevo Estado más demo-crático, 
con justicia social y del que la 
mayoría de la gente se sienta orgullosa.­* 
Economista. Ex Secretario de la Gobernación 
de Tarija.
Agosto 2014 / Nº 148 contrapuntos / 5 
¿Empresas o compras estatales? 
Roberto Laserna* 
Las empresas públicas son instrumentos de una visión que propone el liderazgo estatal en el desarrollo. Aquí sostengo que no hay condiciones 
para usarlas como instrumento y que, aun si se pudiera, serían menos eficientes que la alternativa de intervenir mediante compras 
en lugar de un Estado inversionista y productor. 
Mejorar EstadoBol SA 
Las empresas estatales suelen 
dar prioridad a objetivos de 
empleo, activación de econo-mías 
locales, ampliación de capacidades 
productivas o redistribución de ingre-sos, 
y no a la maximización de utilidades, 
como es el caso de las empresas privadas. 
Sin embargo, cuando éstas alcanzan su 
objetivo, suelen también alcanzar otros, 
por ejemplo, eficiencia energética, pro-ductividad 
y estabilidad laboral, sosteni-bilidad 
financiera, inclusión social a través 
de mercados. En las empresas públicas 
el desprecio por la eficiencia económica 
puede conducir a que se pongan en riesgo 
los objetivos explícitos o, aún peor, que se 
generen pérdidas que, a la larga, afectarán 
otras políticas públicas y pueden provocar 
más problemas de los que resuelvan, como 
los de equidad, por ejemplo, que surgen 
cuando las pérdidas obligan a subsidiar la 
ineficiencia en desmedro de grupos más 
necesitados. Por eso, aun cuando la maxi-mización 
de utilidades no sea su objetivo 
principal, las empresas públicas deberían 
cuando menos funcionar sin pérdidas. 
Un reciente estudio realizado por 
Rubén Ferrufino para las Fundaciones 
Pazos Kanki y Milenio, recoge infor-mación 
reciente de 23 empresas públi-cas. 
Las que registran utilidades son en 
su mayor parte las que se encuentran 
en actividades extractivas, como YPFB 
y Comibol, que en realidad son meca-nismos 
de captación de las rentas de re-cursos 
naturales. También dan utilidades 
empresas con una posición oligopólica, 
como ENDE y BoA. Pero las que han 
sido constitutidas recientemente y se 
desenvuelven en el ámbito manufactu-rero 
están generando pérdidas o tienen 
ganancias que desaparecerían si no con-taran 
con el financiamiento concesional 
del Estado o, peor aún, sin las compras 
que realizan otras entidades públicas, 
que funcionan como mercados cautivos. 
La pregunta que se planteó en un de-bate 
sobre el tema, luego de esta revisión, 
fue qué puede hacerse para mejorar el 
desempeño de las empresas. La respuesta 
más directa es que una buena administra-ción 
produce mejores resultados que una 
mala, y deberían establecerse normas que 
permitan lograrlo. Por ejemplo, separar 
el ámbito de la política y el de la gestión, 
con directorios independientes y remune-rados, 
y participación en bolsas de valores 
a fin de garantizar transparencia y defensa 
de los derechos de las minorías acciona-rias. 
Esto implica proponer que las em-presas 
estatales funcionen simulando ser 
privadas pero con una priorización clara 
de sus objetivos, que pueden ser distintos. 
Tal vez eso sea posible, pero estimo que 
no es muy probable. 
Como lo hemos argumentado en 
La Trampa del Rentismo, la debilidad ins-titucional 
se acentúa por los conflictos y 
disputas que provoca la abundancia de 
recursos en el Estado, si dicha abundan-cia 
está relacionada a la disponibilidad de 
rentas de recursos naturales y no a una es-tructura 
productiva más fuerte y diversifi-cada, 
través de los impuestos. Es muy fácil 
que el rentismo se contagie del Estado a la 
sociedad. Las expectativas de captura de 
una parte de esas rentas alienta e intensi-fica 
los conflictos y las presiones haciendo 
que sea de interés común la debilidad de 
las instituciones y el incumplimiento de 
las normas. Esto no ocurre en coinciden-cia 
con el aumento de recursos fiscales 
sino debido a dicho aumento. Tampoco 
es coincidencia que surja en esta misma 
época una política de desarrollo basada en 
la creación de empresas estatales. 
Desventajas de las estatales 
Es necesario considerar que las empresas 
estatales tienen por lo menos tres carac-terísticas 
que las ponen en desventaja para 
gestionar los recursos y alcanzar los obje-tivos 
que se les encomiendan. El prime-ro 
deviene del hecho de que la decisión 
de invertir suele ser política. Es decir, la 
identificación del producto o servicio a 
producir y la asignación de recursos pú-blicos 
para hacerlo no responde a nece-sidades 
del mercado sino a estrategias 
políticas. Explotar un recurso, dinamizar 
una zona, satisfacer una presión, resolver 
una necesidad que los políticos consideran 
prioritaria son motivos habituales. Por 
tanto, hay más voluntad (o voluntarismo) 
que una evaluación de costo beneficio, que 
es lo que predomina en el campo privado. 
La probabilidad de que esa decisión tenga 
justificación económica es tan baja que re-sulta 
más bien una casualidad. 
En segundo lugar, la asignación de 
recursos no pasa por filtros competitivos. 
Las empresas estatales no buscan finan-ciamiento 
sobre la base de su proyecto. 
Cuando no lo tienen garantizado (por 
transferencia de recursos públicos), lo 
tienen facilitado por la garantía estatal. 
El acceso a esta fuente de financiamiento 
permite a las empresas estatales eludir los 
engorrosos procedimientos de evalua-ción 
técnica, financiera, de riesgo y de 
garantías que exigen los bancos y otras 
instituciones financieras. Finalmente, la 
relación entre propietario y administra-dor 
(principal y agente) no depende de 
la empresa sino de la calidad de la repre-sentación 
política y de las instituciones 
democráticas. Si éstas son muy débiles o 
hay mediaciones imperfectas, cualquier 
grupo puede plantear exigencias a la em-presa 
a título de ser dueños de la misma, y 
la gestión se vea agobiada por presiones. 
Gran parte de la literatura que res-palda 
el estatismo productivo insiste en 
que las empresas públicas no deben ser 
evaluadas por sus utilidades sino por sus 
efectos en la provisión de ingresos y en 
la creación de empleo. Si así fuera, debe-rían 
ser evaluadas en comparación con 
otros mecanismos de distribución de 
ingresos; entonces se verá que hay otras 
formas de hacerlo, a menos costo y con 
mejores resultados. Ej: los bonos. 
La alternativa 
Estas reflexiones y observaciones no son 
un alegato en contra de la intervención 
del Estado en la economía. Pero sí contra 
una forma de intervención que es inefi-ciente 
y costosa para la sociedad. Existe 
una alternativa. Si lo que se pretende es 
aprovechar un recurso, dinamizar una 
zona, o satisfacer una necesidad, el Esta-do 
puede lograrlo más rápida y eficien-temente 
con un sistema de adquisiciones 
que garantice la competencia entre pro-veedores 
y premie a quienes ofrezcan 
mejores medios para satisfacer una nece-sidad, 
tanto de calidad como de precio. 
Los economistas saben que las necesida-des 
son finitas pero las maneras de satis-facerlas 
son infinitas. ¿Cómo mejorar la 
nutrición de los niños si solamente con-sideramos 
leche escolar y galletas? ¿No 
funcionará mejor una tablilla de tarwi y 
quinua con plátanos secos y un jugo de 
frutas? Mediante sus compras, el Esta-do 
puede estimular la economía y crear 
empleos con mucha mayor eficiencia que 
por la producción directa de unos pocos 
bienes, además de impulsar la innovación 
y distribuir mejor los recursos. 
Un sistema de adquisiciones abier-to 
a la innovación y transparente pue-de 
estimular la competencia generan-do 
múltiples iniciativas. Por supuesto, 
siempre hay riesgo de corrupción y que 
las compras beneficien a los favoritos 
políticos o amigos de los burócratas. 
Pero es más fácil de identificar y corre-gir 
que en el caso de las empresas, que 
también hacen compras, y los errores 
son considerablemente menos costosos. 
Las empresas estatales son difíciles de 
cerrar y muchas veces la inversión reali-zada 
es irrecuperable. Si en una compra 
no se logran los resultados esperados o 
hay corrupción, se suspende el ciclo y se 
abre un nuevo concurso. Como puede 
ejercerse control por resultados es fácil, 
rápido y barato corregir los problemas. 
Mi conclusión es que no hay con-diciones 
institucionales para que las 
empresas estatales operen bien. Aún si 
se superara esa enorme dificultad, ellas 
tienen muchas desventajas como instru-mento 
de desarrollo y no son la mejor 
opción. La intervención estatal sería más 
eficaz a través de un sistema transparen-te, 
abierto y competitivo de compras. 
* Economista, director de CERES.
6 / contrapuntos Agosto 2014 / Nº 148 
La economía boliviana en la encrucijada electoral 
Bernardo Corro Barrientos* 
Las políticas aplicadas en los últimos años no contribuyeron a resolver el grave problema del atraso económico, 
del empleo y de los ingresos de las familias. 
¿Qué está en juego en las elecciones 
de octubre? ¿Se trata sólo de cam-biar 
un presidente por otro? ¿Se 
trata de cambiar o fortalecer el au-toritarismo 
actual? ¿Se trata de mejorar 
o estancar la economía y las condiciones 
de vida? Las respuestas a estas pregun-tas 
no están claras. Los padres de familia 
aún no saben cuál será el futuro para sus 
hijos y para el país. 
Uno de los interrogantes serios es 
sobre el desarrollo económico. Las po-líticas 
aplicadas en los últimos años no 
contribuyeron a resolver el grave pro-blema 
del atraso económico, del empleo 
y de los ingresos de las familias. Muchos 
se dan cuenta que el país vive actualmen-te 
una prosperidad superficial y efímera, 
que pronto cambiará cuando caigan los 
precios internacionales del gas que el 
país exporta. 
El modelo burocrático de 
Estado y el “síndrome holandés” 
El modelo económico burocrático actual 
se encuentra, en efecto, fuertemente in-fluenciado 
y dependiente del fenómeno 
económico conocido en la literatura eco-nómica 
como el “síndrome o la enferme-dad 
holandesa”. La enfermedad consiste 
en que por la fuerte demanda cíclica in-ternacional 
de recursos naturales, como 
el gas, los ingresos crecientes del país 
desde el año 2004 generan consecutiva-mente 
una fuerte demanda al exterior 
de bienes manufacturados de consumo 
y otros. Las importaciones en aumento 
de estos bienes, por vía de importacio-nes 
legales e ilegales, se traducen en una 
competencia desleal y avasallante sobre 
los productos manufacturados y otros 
nacionales. Esto genera quiebras y pérdi-das 
a los productores nacionales grandes, 
medios, chicos y micros, incluyendo a 
los campesinos e indígenas, de los dife-rentes 
sectores y regiones. El incremento 
del consumo interno de algunos sectores 
sociales, fenómeno que ocurrió en varios 
países latinoamericanos, contribuye al 
bloqueo de importantes sectores produc-tivos 
internos. 
Por otra parte, los ingresos cre-cientes 
del Estado por las exportaciones 
de gas (así como otros ingresos anuales 
como el narcotráfico y las remesas de 
bolivianos en el exterior), se traducen 
en un incremento del gasto público y 
privado en la economía. Estos gastos ge-neran, 
sin embargo, altas presiones in-flacionarias, 
que el gobierno aplaca con 
la oferta externa, con importaciones y el 
contrabando. De este modo, los sectores 
productivos internos se encuentran blo-queados 
en su desarrollo. 
menticios. Con el pretexto de “bajar la 
inflación y el costo de la canasta básica 
de los alimentos y bienes de consumo”, 
el gobierno abre ampliamente las puer-tas 
a la producción externa y bloquea el 
desarrollo y la modernización de las pe-queñas 
unidades productivas nacionales. 
En tercer lugar, al bloquear las 
actividades mencionadas, el gobierno 
bloquea simultáneamente la innova-ción 
y el desarrollo tecnológico de las 
mismas, lo que significa el bloqueo del 
mejoramiento tecnológico del sector 
productivo mayoritario del país. El de-sarrollo 
futuro productivo y tecnológico 
del país se encuentra, por consiguiente, 
bloqueado y las empresas mayoritarias 
se ven imposibilitadas de modernizarse 
para enfrentar la oferta externa. Progra-mas 
gubernamentales lujosos tales como 
el satélite, el teleférico o la distribución 
de computadoras no podrían contribuir 
a la modernización de las empresas más 
chicas, pero sí contribuyen al aumento 
de la dependencia tecnológica externa. 
La opción del modelo burocrático 
de potenciar únicamente los enclaves 
extractivos estatales y a los monopolios 
privados aliados, beneficiados con la 
“enfermedad holandesa”, se traduce en 
que éstas, intensivas en altas tecnologías, 
incrementen anualmente su propia de-pendencia 
de las importaciones de tec-nologías 
e insumos extranjeros (el caso 
de las importaciones masivas de auto-móviles). 
Como resultado, el modelo 
burocrático y monopólico actual se ca-racteriza, 
por una parte, por incremen-tar 
su propia dependencia tecnológica 
externa y, por otra parte, por causar el 
bloqueo tecnológico de la gran mayoría 
de las empresas más pequeñas de los di-versos 
sectores productivos. 
En cuarto lugar, la opción de la élite 
burocrática por potenciar en prioridad 
al sector estatal y a los pequeños gru-pos 
monopólicos privados, excluyendo 
a las empresas privadas más pequeñas, 
bloquea la diversificación sectorial de 
las actividades productivas. En este con-texto, 
el sector industrial manufacturero 
privado más pequeño continúa consti-tuido 
mayoritariamente, como hace cien 
años, por las actividades de producción 
de alimentos y bebidas, es decir, por ac-tividades 
fuertemente atrasadas en tec-nología 
y sin capacidad de integración 
tecnológica dinámica con otros sectores 
tanto internos como externos, tanto ur-banos 
como rurales. Estas empresas, al 
preservar su tecnología atrasada, no tie-nen 
capacidad para impulsar y arrastrar 
el desarrollo de otras cadenas produc-tivas 
situadas en los diferentes sectores 
como en la pequeña y mediana agricul-tura, 
en la minería, en la agroindustria, 
en la metalmecánica y otras. 
En quinto lugar, la opción burocrá-tica 
de limitar su política económica al 
potenciamiento de los enclaves extractivos 
estatales y monopólicos privados y a la no 
diversificación productiva, no tiende tam-poco 
al desarrollo de las diversas regiones 
del país. El modelo burocrático se encuen-tra 
en realidad imposibilitado estructural-mente 
de promover el desarrollo equili-brado 
de los diversos sectores productivos 
ubicados en las diversas regiones. 
Las Mypes y las artesanías 
urbanas 
Las micro y pequeñas empresas ya sean 
de los sectores productivos, de servicios y 
comerciales del sector urbano, es decir, la 
gran mayoría de las empresas de las ciu-dades, 
son las que más sufren –junto con 
los campesinos e indígenas– de la políti-ca 
estatista burocrática. Para reducir las 
fuertes presiones inflacionarias provoca-das 
por la política de potenciamiento y 
de dependencia externa de los enclaves 
extractivos, el gobierno promueve las 
importaciones masivas y el contrabando 
de bienes manufacturados y de consumo 
a precios bajos. Las Mypes, bloqueadas 
por las políticas gubernamentales que 
impiden su desarrollo tecnológico se en-cuentran 
incapacitadas de competir en 
igualdad de condiciones contra estos pro-ductos, 
por lo que sus mercados locales se 
reducen cada vez más.­Frente 
a la situación económica 
y social cada vez peor de los pequeños 
productores, artesanos y comerciantes 
de las ciudades, el gobierno implementó 
hace poco un programa de “microfinan-zas 
y microcrédito” dirigido a promover 
sus actividades. En el pasado tanto este 
gobierno como los anteriores ejecutaron 
programas similares pero fracasaron. 
Estos programas, caracterizados por 
créditos a bajas tasas de interés y plazos 
largos, impactan negativamente contra 
la economía de estos productores, por-que 
tienden a incrementar la sobreoferta 
de sus bienes y a provocar la caída de sus 
precios. Con estos programas la oligar-quía 
burocrática de Estado somete a los 
pequeños productores a una competen-cia 
capitalista desleal que limita sus posi-bilidades 
de sobrevivencia. 
Los pequeños campesinos e 
indígenas 
Los pequeños campesinos y los indíge-nas 
constituyen otro importante sector 
social y productor fuertemente golpeado 
y explotado por el modelo estatista buro- 
El modelo económico burocrático 
actual, dependiente de los recursos na-turales, 
en lugar de enfrentar al fenóme-no 
cíclico de la enfermedad holandesa, 
se ha sometido a su dinámica, lo ha con-vertido 
en su “modelo económico”, y no 
ha tomado las medidas para un desarro-llo 
interno diversificado y equilibrado de 
largo plazo. 
Estancamiento de la matriz y 
efectos en la economía 
El gobierno ofreció en 2006 con el Plan 
Nacional de Desarrollo y lo repitió en 
2010 con la Constitución Política del 
Estado, que para lograr el desarrollo era 
necesario cambiar la matriz productiva y 
“pasar de un modelo productor y expor-tador 
de materias primas a un modelo 
productor y exportador de manufactu-ras”. 
Nueve años después, sin embargo, 
el país continúa con la matriz productiva 
de hace cien años y dependiendo cada 
vez más de la exportación de gas. No se 
generó en los últimos años ni ampliación 
de la producción de materias primas ni 
la diversificación de las actividades pro-ductivas. 
Los factores estructurales pro-fundos 
que generaron el atraso histórico 
de largo plazo y el subdesarrollo perma-necen 
y se amplían. 
El estancamiento acentuado con 
el modelo burocrático de Estado tie-ne 
varias consecuencias negativas. Pri-meramente, 
la promesa de pasar a “un 
modelo productor y exportador de ma-nufacturas” 
fue interpretada por el go-bierno 
de manera burocrática, restrictiva 
y excluyente. En lugar de promover con 
ese objetivo el desarrollo de los diferen-tes 
sectores productivos, el gobierno se 
ocupó únicamente de potenciar al sector 
estatal extractivo y excluyó a las empre-sas 
micro, pequeñas y medianas, es de-cir, 
a la inmensa mayoría de las fuerzas 
productivas del país. Al cabo de 9 años, 
sin embargo, la élite burocrática en el 
poder no logró ni siquiera plantar los 
cimientos de una base industrial estatal 
sólida y diversificada de recursos natu-rales 
ni tampoco impulsar la integración 
de los sectores empresariales medios, 
chicos y micros con la transformación 
de los recursos naturales. El 90% de las 
empresas del país y del empleo, urbano y 
rural, continúan aislados y atrasados, sin 
perspectivas de desarrollo. 
En segundo lugar, las unidades em-presariales 
medias, chicas y micros, no 
sólo fueron excluidas sino que sufren 
también cada vez más por la política 
gubernamental antiinflacionaria de pro-moción 
de importaciones y del contra-bando 
de bienes manufacturados y ali-
Agosto 2014 / Nº 148 contrapuntos / 7 
crático. La oligarquía burocrática somete 
igualmente a estos pequeños campesinos 
a la competencia capitalista más sañuda 
y desleal con las importaciones y el con-trabando 
masivo de bienes agrícolas y 
alimentarios. Con el objeto de reducir la 
inflación de los precios de los alimentos 
provocados por su política de enclaves 
extractivos y de enfermedad holandesa, 
el gobierno fomenta, por una parte, las 
importaciones y el contrabando de ali-mentos 
y, por otra parte, ejerce una po-lítica 
sañuda de represión de los precios 
de los campesinos e indígenas en los mer-cados 
locales y citadinos. El gobierno no 
hizo nada en estos 9 años para fortalecer 
la capacidad productiva de los pequeños 
campesinos e indígenas de los valles, del 
altiplano y del trópico para que puedan 
enfrentar a las importaciones y al contra-bando. 
Además, con el objeto de deprimir 
aún más y permanentemente los precios 
de los campesinos e indígenas, el gobier-no 
implementa en estos sectores “pro-gramas 
de desarrollo agrícola” tendientes 
al incremento del volumen de la oferta 
agrícola y a la caída brutal consecutiva de 
los precios. Estos programas se realizan 
con el suministro de fertilizantes y con 
crédito agrícola, muchas veces mediante 
tasas elevadas de interés. La caída de pre-cios 
genera, sin embargo, fortunas a po-cos 
intermediarios y comerciantes, pero 
logra la reducción del costo de la canasta 
básica en las ciudades, que es el objetivo 
del gobierno. El gran perdedor y el más 
explotado con estos “programas de desa-rrollo” 
del gobierno “indígena-popular” 
es, lamentablemente, el pequeño campe-sino 
y el indígena de las distintas regiones. 
El modelo estatista burocrático 
causará, con el tiempo, otros efectos en 
la sociedad, a medida que descienden 
los precios de las materias primas en el 
mercado internacional. Este descenso ya 
comenzó en realidad. Uno de los efec-tos 
será el descenso del gasto público 
gubernamental, lo que repercutirá en la 
disminución del financiamiento de los 
programas del gobierno. Esta situación 
no será bien recibida por los distintos 
sectores de la población. En previsión 
de las protestas populares, el gobierno 
se prepara para modernizar y fortalecer 
sus aparatos represivos. 
* Doctor en economía. 
—¿Este es el cementerio de El Alto? –pregunta una mujer 
de cuarenta años. 
—No, es el cementerio de La Paz –contesta su acom-pañante, 
un hombre mayor. 
Es el primer viaje de ambos en la línea roja del telefé-rico 
que se inauguró hace pocos meses. Ella está vestida con 
un trajecito sastre negro, maquillaje que apenas se nota y 
melena oscura, lacia y brillante que le llega hasta el cuello. 
Él tiene el pelo canoso y usa anteojos, viste terno gris con 
chaleco, camisa blanca y corbata oscura medio suelta, zapa-tos 
negros bien lustrados. Giran la cabeza y miran a un lado 
y al otro, al frente, hacia atrás, hacia abajo. Están en medio 
de la hoyada, flotando hacia la planicie alteña. 
Después de salir de Ayajuni, la estación del cemente-rio, 
el hombre mira hacia arriba y exclama: “Es una ciudad 
naranja”. Sí, naranja por el ladrillo pelado de las casas de 
las laderas, también por el reflejo del sol que rebota en los 
vidrios de las ventanas y resalta el color de los muros. Ni el 
imponente cielo despejado, ni las afiladas puntas del Illima-ni 
capturan su atención. 
Y es que el teleférico es una experiencia turística no 
sólo para extranjeros, sino también para los propios pace-ños. 
Viajantes ocasionales que sólo han visto la autopista, la 
Curva del Diablo, árboles y construcciones precarias des-conocen 
qué hay detrás de esos límites. La vista desde el 
teleférico pone calles y avenidas allá donde se pensaba que 
había sólo bosque. Pone techos de calamina y patios con 
ropa colgada al sol donde sólo se imaginaban cantinas. El 
paisaje de arquitectura cuetillo combinada con la informali-dad 
de viviendas de siete pisos sorprende a urbanistas, turis-tas 
y planificadores. Los paceños incorporarán el detalle de 
estas laderas en su mapa mental de la ciudad. 
* * * 
—¿Cuánto tiempo tomará llegar hasta El Alto ahora, 
no? - Pregunta la misma mujer, otra vez en voz alta. 
—12 minutos –contesta sin titubear otra pasajera que 
va en el mismo cubículo. 
Como si contara los segundos, la mujer de pollera, 
manta y tonguito a un lado sobre la cabeza, sabe perfecta-mente 
el tiempo de viaje. Y continúa: “Antes, en minibús, 
tomaba veinte minutos, media hora. Ahora es doce minu-tos.” 
Es la primera vez que los commuters alteño-paceños 
pueden cronometrar con exactitud el tiempo que les tomará 
el viaje desde Taypi Uta, la ex-estación de trenes de La Paz, 
hasta El Alto. Se rompe por primera vez con la incertidum-bre 
del transporte público. Salvo fallos técnicos que sí suce-den, 
no hay trancadera, ni desfile que cambie los planes de 
viaje. Se domestica la difícil geografía paceña, se introducen 
molinetes, tarjetas magnéticas, paradas específicas y un peso 
máximo en cada vehículo (750 kilos, 1653 libras, 10 perso-nas 
de 75 kilos). Metro en el cielo, dicen afuera; moderni-dad 
del Siglo XXI, dicen por acá. 
* * * 
Al llegar a Jach’a Qhathu, la estación de El Alto, una voz 
repite por el altoparlante que está prohibido quedarse a fo-tografiar 
La Paz desde la zona de desembarque. La reciente 
apertura del mirador y el patio de comidas en el segundo piso 
alivian un poco la ansiedad, pero no hay nada como salir del 
edificio y ver, a la derecha, un letrero blanco de tocuyo que da 
la bienvenida a los visitantes: “Welcome… Bienvenue… Wi-lkommen… 
to El Alto. 10 Bs. la entrada.” El letrero está jus-to 
encima de una típica casa alteña, con una puerta de garaje 
roja y un patio lleno de mesas y sillas de plástico con el logo 
de una popular gaseosa. Al fondo, las cinco gradas de ma-dera, 
casi una escalera, llevan a la terraza de tres metros por 
uno. En el piso, un rectángulo de metal que estuvo alguna 
vez en la pared de una esquina anuncia: Avenida Panorámica. 
El muro a medio construir le hace honor al título. Desde 
aquí se pueden ver la autopista, las estaciones del teleférico, 
el Huayna Potosí y el bosquecillo de Pura Pura. El dueño, un 
hombre de unos sesenta años, cuenta sus planes de ampliar 
la terraza para ofrecer alimentos y bebidas. Luego, recibe a 
una pareja de turistas franceses que acaban de llegar. Ganó 
cuarenta bolivianos en tres minutos. 
Con el teleférico se mercantilizan las alturas. No 
falta nada para que las góndolas expongan el logotipo de 
una empresa –como ya hicieron con Evo, el Bolívar y la 
última película boliviana. También los techos adquieren va-lor. 
Algunos ya aparecen pintados con los colores de una 
compañía de teléfono; otros, con el logo de una marca de 
fideos. Hasta hace poco nomás, eran espacios impensados 
para gigantografías. Tal vez los dueños empezarán a vender 
espacios por metro cuadrado de acuerdo a la distancia con 
las cabinas del teleférico. La Alcaldía tendrá que conseguir 
stickers de “Publicidad No Autorizada” tamaño techo por si 
acaso. Son muchas las posibilidades de negocio. 
* * * 
Luego de varios años de vigencia de un sistema semi-informal 
y privado de transporte urbano, ingresamos en una 
etapa de iniciativas estatales para transformarlo. El teleféri-co 
(y también los buses Puma Katari en La Paz y Sariri en 
El Alto) ya generan impactos masivos y diversos en la forma 
cómo vivimos y pensamos ambas ciudades. Además de las 
evidentes transformaciones de los alrededores y el transpor-te 
público en sí, existen dos efectos inmediatos. Por un lado, 
y más allá del uso del teleférico con fines de propaganda 
política, la población tiene evidentemente una sensación 
de que las ciudades crecen y se modernizan. Esto, gracias 
a la infraestructura y eficiencia impecables de un teleférico 
que no tiene nada que envidiar a sistemas de transporte de 
países más desarrollados. Por otra parte, propios y extraños 
pueden conocer espacios urbanos antes inaccesibles, desde 
perspectivas nuevas y originales. 
Más allá de todo esto, sin embargo, queda ver cómo 
estas transformaciones afectarán, primero, a la masa de 
transportistas –por ejemplo a aquellos que, recién salidos 
de colegio, se endeudaron para comprar su vehículo. Y se-gundo, 
habrá que ver el efecto en la supuesta capacidad de 
integración de dos ciudades hermanas que muchas veces 
rehúsan a mirarse de frente. A pesar de lo fácil que resulta 
llegar de un punto a otro en cuestión de minutos, todavía 
algunos sólo pueden (o quieren) visitar estos espacios desde 
las alturas, sin mezclarse, desde cabinas cerradas e hipervi-giladas. 
* Sociólogo. University of Texas at Austin. 
Hello La Paz, welcome to El Alto 
Una experiencia etnográfica 
en la Línea Roja del Teleférico 
Jorge Derpic* 
La esquina 150 x 120 cm.
8 / debate Agosto 2014 / Nº 148 
La justicia se nos muere* 
Henry Oporto** 
La carga procesal acumulada, sumada al descalabro del sistema judicial es una bomba de tiempo. En la judicatura no se paga el trabajo sino 
la sumisión. El camino de la solución pasa por un acuerdo político nacional, respaldado por la sociedad. O sea, un Pacto de Estado por la 
Justicia, que comprometa la voluntad de los actores políticos para encaminar una regeneración profunda, integral y de largo plazo. 
Mientras se desnuda el fracaso de la política ju-dicial, 
y son más evidentes los efectos deplo-rables 
de la elección popular de magistrados, 
el sistema judicial se desmorona y crecen los 
síntomas de colapso en la administración de justicia. 
Crece la mora judicial: Según datos oficiales, las 
causas resueltas en todas las materias judiciales, apenas 
alcanzan al 31% de las causas ingresadas, mientras que 
las causas pendientes llegan al 69%. De cada tres cau-sas 
radicadas en los juzgados, al menos dos son causas 
pendientes. En ciertas materias (Instrucción Cautelar, 
Ejecución Penal y Administrativo-Coactivo Fiscal) las 
causas rezagadas se sitúan entre 85 y 90%. 
Sobrecarga procesal en los juzgados: La brecha entre 
el aumento de las causas y el reducido número de juz-gados 
es creciente. Como resultado, el promedio de 
casos por juez no ha dejado de crecer, alcanzado pro-porciones 
extraordinarias e inauditas. El promedio na-cional 
en materia de Instrucción Cautelar Penal, es de 
2.470 casos por juez. En las ciudades de Cochabamba 
y Santa Cruz este promedio supera incluso los 3.000 
casos por juez, en un solo año. Pocos países en el mundo 
deben presentar cifras de una concentración tan grande 
de causas en tan pocos funcionarios. 
La acumulación de la carga judicial es también 
efecto de la sañuda persecución judicial contra oposi-tores 
y funcionarios de anteriores gobiernos; muchos 
de estos casos llevan años, sea para mantener la presión 
o simplemente por el temor de los jueces de cerrar los 
casos. 
Jueces y fiscales saturados: El drama de falta de jue-ces 
se reproduce en el Ministerio Público. Entre 2008 
y 2011, el número de fiscales en todo el país creció en 
apenas 2%, un incremento ridículo e insuficiente fren-te 
al crecimiento de las causas que, en el mismo período 
aumentaron un 13.5%. Así, entre los años 2008 y 2012, 
el número de causas por fiscal (como promedio nacio-nal), 
en las nueve capitales de departamentos, había su-bido 
de 165 a 179 causas. No obstante, en los últimos 
dos años esta cifra puede incluso haber aumentado; 
datos no oficiales indican que en las ciudades del eje 
central, el promedio de causas atendidas por cada fiscal 
bordearía los 500 casos. 
Procesos sin sentencia: Comparando los datos de la 
gestión 2010, las imputaciones formales presentadas 
durante ese año, alcanzaron a 20.670 en todo el país. 
En cambio, las sentencias dictadas por los tribunales 
fueron apenas 874; esta cifra, que representa un escaso 
4% del número de imputaciones, dice por sí misma de 
la falta de justicia para miles de personas y familias. 
Cárceles hacinadas: Con la falta de sentencias de los 
tribunales, aumenta también la cantidad de presos sin 
sentencia ejecutoriada. Según el Defensor del Pueblo, 
la población carcelaria en Bolivia hasta el año 2011, 
alcanzaba a 13.500 presos, de los cuales una inmensa 
mayoría (83.6%) eran detenidos sin sentencia, lo que es 
una flagrante violación de los derechos humanos. Esta 
enorme masa de privados de libertad, sin sentencia eje-cutoriada, 
que no deberían estar en las cárceles y que 
no obstante están condenados a condiciones infrahu-manas 
de prisión, es una de las principales causas de la 
sobrepoblación carcelaria, estimada en 233%. Bolivia 
es el segundo país en el hemisferio con el mayor ha-cinamiento 
carcelario (Observatorio de Seguridad de 
la OEA). 
Menos presupuesto para justicia: Si para 2005, el gas-to 
en el Sector Justicia (Poder Judicial, Fiscalía y Mi-nisterio 
Público) era algo menos del 2% del gasto total 
del sector público, durante los nueve años siguientes 
ese porcentaje ha caído; en 2013, el presupuesto pro-gramado 
del Sector Justicia (Bs. 826.727.362), fue ape-nas 
el 0.36% del PGN (Bs. 228.285.224.092). 
La captura política de la justicia 
La elección de autoridades judiciales, ha cumplido con 
creces el objetivo de captura de la administración de 
justicia, para someterla y manipularla según los intere-ses 
y necesidades del poder político. Todo ello a costa 
de agravar los males de la justicia. Al desaparecer todo 
vestigio de independencia, institucionalidad, carrera 
judicial y meritocracia, lo que vale ahora es la sumisión 
con los gobernantes, el padrinazgo, el cuoteo político 
y sindical, la habilidad para sobrevivir en aguas turbu-lentas. 
Hay una inversión de valores que ha puesto a la 
justicia patas arriba. 
Los tribunales son una chacota; impera el caos, 
las trifulcas internas, las pugnas de poder, la presión 
corporativa y la inestabilidad crónica. Jueces y fiscales 
están sometidos a premios y castigos y son enteramente 
desechables. Han surgido inéditas redes de corrupción 
y extorsión. El sistema judicial está atorado, nada fun-ciona 
y nadie cree en la justicia. La aventura del go-bierno 
ha devenido en una judicatura disfuncional y 
corrupta; un verdadero descalabro institucional. 
Salvemos la justicia 
Del sistema judicial se espera tres funciones clave: i) pro-teger 
la libertad y los derechos de las personas; ii) dar se-guridad 
jurídica a la actividad económica, los negocios, 
las relaciones laborales, los contratos entre particulares, 
etc.; iii) garantizar el orden, el respeto a la autoridad, 
el cumplimiento de la ley, la seguridad de las personas, 
y en fin, la paz social. En ausencia de justicia reina el 
caos y la anarquía o bien la tiranía y el despotismo. Si el 
sistema judicial no cumple esos roles esenciales, no hay 
Estado de derecho; significa que el órgano judicial está 
imposibilitado de limitar y ser un contrapeso eficaz de 
las decisiones de los gobernantes. Y sin Estado de dere-cho 
y sin equilibrio de poderes, simplemente no existe 
democracia –que es la situación de Bolivia–. 
* Versión resumida de la ponencia del autor, presentada en el 
Coloquio sobre Justicia, organizado por las fundaciones Milenio y 
Pazos Kanki, La Paz, 31/07/2014 
** Sociólogo, investigador de la Fundación Pazos Kanki. 
Incognito 76 x 76 cm.
Agosto 2014 / Nº 148 debate / 9 
Pacto de Estado por la Justicia, bien puede comenzar 
con un acuerdo político para conformar una Comisión 
de Notables, presidida por el Defensor del Pueblo e 
integrada por otras cuatro personalidades probas y de 
reconocida trayectoria y credibilidad. Esta comisión 
tendría la misión, en un plazo determinando –por 
ejemplo, 90 días–, de formular un Plan de Regeneración 
e Institucionalización de la Justicia, con el compromiso 
de los partidos de viabilizar sus propuestas a través de 
las acciones constitucionales, legales, reglamentarias y 
administrativas necesarias. 
Una fórmula que funcionó en el pasado 
La idea de una Comisión de Notables se basa en la expe-riencia 
de la Corte Electoral de “notables”, constituida a 
partir de un acuerdo político (el año 1991) para superar 
una delicada crisis política que había sido provocada dos 
años antes por los desmanes y la actuación parcializa-da 
de “la banda de los 4”; que es así como se conoció 
popularmente a la Corte Electoral Nacional, en ese 
entonces integrada por representantes de los partidos 
políticos. Para la percepción generalizada, los resultados 
de los comicios generales de 1989 fueron manipulados 
a fin de favorecer la elección de uno de los candidatos 
presidenciales, lo que derivó en el descrédito de la auto-ridad 
electoral y en general del sistema electoral. Afor-tunadamente 
para la democracia boliviana, los partidos 
políticos tuvieron entonces la capacidad de reaccionar 
oportunamente, entregando la conducción del sistema 
electoral a un grupo de “cinco ciudadanos notables”, en-cabezados 
por Huáscar Cajías, y asumiendo el compro-miso 
de someterse a las decisiones de este nuevo árbitro 
electoral. Sin duda, aquella fue una decisión providen-cial, 
que permitiría reencauzar los procesos electorales y 
restablecer la confianza en el sistema electoral. 
Entre la situación vivida entonces por el sistema 
electoral, y la que hoy soporta la justicia, puede trazarse 
un paralelo. Y si entonces fue posible remontar aquella 
crisis mediante un acuerdo interpartidario, y la confor-mación 
de un renovado órgano electoral independiente 
e imparcial, que era una prenda de garantía para todos 
los actores políticos y la ciudadanía en general, ¿por 
qué no aplicar una fórmula igual al momento dramáti-co 
que atraviesa la justicia? 
La consecuencia del descala-bro 
judicial es la falta de justicia, 
que afecta a la inmensa mayoría de 
los bolivianos,­directa 
o indirec-tamente. 
El Estado plurinacional 
es incapaz de proveer un servicio 
básico a la sociedad como es la jus-ticia, 
o sea un sistema judicial que 
funcione y sea accesible y oportuno 
y, por cierto, idóneo y confiable en 
sus fallos. Despojado de toda inde-pendencia 
y capacidad efectiva para 
su función institucional –que inclu-ye 
el control de la constitucionali-dad 
de las leyes–, el sistema judicial 
ha perdido la jerarquía de un poder 
de Estado; su condición actual es la 
de un órgano subsidiario del poder 
político.1 
Son tan abrumadores los pro-blemas 
de la justicia, que si no hace-mos 
algo efectivo, y pronto, las con-secuencias 
pueden ser muy graves. 
Es preciso evitar que los juzgados y 
tribunales, saturados de carga pro-cesal, 
colapsen irremediablemente. 
Ya no se trata únicamente del des-crédito 
de las autoridades judiciales 
elegidas o impuestas a dedo. El ma-lestar 
social es tal, que expresiones 
de repudio y descalificación pueden 
tomar cada vez más fuerza. 
Quienes han ocasionado y agravado esta crisis, no 
pueden ser los mismos que la remedien –ya han demos-trado 
sobradamente su incompetencia, y la pérdida de 
todo resto moral–. La situación actual no admite más 
parches, improvisaciones o medidas cosméticas Para 
arreglar la justicia hay que tomar el toro por las astas y 
encarar la crisis en toda su dimensión. 
El camino de la solución pasa por un acuerdo 
político nacional, respaldado por la sociedad. O sea, 
un Pacto de Estado por la Justicia, que comprometa la 
voluntad de los actores políticos para encaminar una 
regeneración profunda, integral y de largo plazo, más 
allá de un gobierno u otro, de modo que las acciones 
correctivas tengan continuidad y que las transforma-ciones 
puedan madurar en sus logros y resultados, 
evitando el círculo vicioso de reformas y contrarre-formas, 
que desmantelan todo lo precedente o que 
siempre están comenzando desde cero. Este pacto de 
Estado resulta tanto más necesario por cuanto es im-pensable 
arreglar la justicia sin restituir el principio 
de la independencia judicial como la piedra angular 
sobre la que debe operar la gestión judicial; y tam-bién 
para hacer posible una reingeniería en el sistema 
judicial, abarcando todas sus instituciones –incluso la 
Policía y la Contraloría–. Una reingeniería institucio-nal 
sustentada en principios meritocráticos, que reva-lorice 
la carrera judicial y la profesionalización de la 
justicia, como la mejor garantía para que la judicatura 
responda a las necesidades del país, tanto como a los 
requerimientos de la gente. 
Para todo eso es imperativo un consenso nacional 
básico, de tal manera que la política judicial sea consis-tente, 
eficaz y perdurable en el tiempo, independien-temente 
de quién ejerza el gobierno. Un consenso así 
requiere del acuerdo y el compromiso de los partidos, 
en su máximo nivel, y luego refrendado en el parla-mento, 
como depositario de la soberanía popular. Un 
1 La nueva Constitución ha cambiado la denominación de “Po-der 
Judicial” por el de “Órgano Judicial”, como si los autores del 
texto constitucional hubieran querido dejar implícito que en el 
Estado Plurinacional existe un poder único, concentrado en el 
gobierno, y que los otros (el legislativo y el judicial) son acceso-rios; 
ramas funcionales que se desprenden del poder político. 
Un Plan de Regeneración e 
Institucionalización de la Justicia, 
tendría que señalar un conjunto 
de propuestas concretas en aspec-tos 
tales como el presupuestario 
de la judicatura, la actualización de 
códigos y normas, la formación y 
capacitación de jueces y fiscales, la 
transparencia en la gestión judicial, 
el combate a la corrupción, el régi-men 
penitenciario, la jurisdicción 
indígena, etcétera. Pero esto no es 
suficiente. La situación de emergen-cia 
en la justicia, amerita otras medi-das 
excepcionales que puedan aliviar la 
carga procesal –acorde a la gravedad 
del problema–, y devolverle a la ciu-dadanía 
una cierta confianza en la 
utilidad del sistema judicial. 
Las actuales autoridades ju-diciales 
podrían facilitar las cosas, 
presentando renuncia de sus cargos. 
Si no lo hacen, la Asamblea Legis-lativa 
debería determinar la revoca-toria 
de mandato de los miembros 
del Órgano Judicial, del Tribunal 
Constitucional y del Consejo de la 
Magistratura. Esto lo puede hacer, 
mediante una ley interpretativa del 
artículo 195 de la Constitución, que 
faculta al Consejo de la Magistratu-ra, 
promover la revocatoria de mandato de los magis-trados 
del Tribunal Supremo de Justicia y del Tribunal 
Agroambiental por faltas gravísima en el ejercicio de 
sus funciones. La renuncia o revocatoria de las autori-dades 
superiores de justicia, sería seguida de la recom-posición 
de los órganos judiciales, a través de un acto 
de elección de la Asamblea Legislativa, sustentada en el 
voto consensuado de todas las fuerzas parlamentarias, 
y como parte del acuerdo político para encarar la crisis 
de la justicia. 
Sería ideal que, en el contexto de la actual campa-ña 
electoral, los candidatos presidenciales, asuman el 
compromiso de propiciar, como una de sus primeras 
tareas de gobierno, los entendimientos políticos nece-sarias 
para la conformación de la Comisión de Institu-cionalización 
y Regeneración de la Justicia, y compro-meterse 
a trabajar en forma coordinada con el próximo 
parlamento, los partidos políticos y las instituciones 
de justicia, en todas aquellas acciones que fueren reco-mendadas 
por dicha comisión. 
Pero hay obstáculos que pueden anular cualquier 
posibilidad de encaminar una salida a la crisis judicial 
vía un acuerdo político. El mayor escollo es la renuen-cia 
del MAS a dejar de instrumentalizar el aparato judi-cial 
y aceptar un modelo de justicia con autonomía del 
poder político, propio de un Estado democrático y de 
derecho. Aquí no caben ilusiones. Entretanto un parti-do 
–como lo ha sido el MAS en el último tiempo– siga 
siendo tan dominante en el sistema político y retenga 
el control absoluto del parlamento, lo más probable 
es que nada cambie en la justicia y que las instancias 
judiciales continúen atadas a ese poder sofocante. El 
rescate de la justicia presupone una evolución distin-ta 
del proceso político. Si el país no supera esta fase 
de hegemonía partidista –y su correlato de un régimen 
autocrático, que descarta de plano concertar políticas 
nacionales– y no es posible un cierto equilibrio de fuer-zas, 
que le devuelve peso propio a la oposición política, 
querrá decir que no se dan las condiciones necesarias 
para un pacto nacional. 
Regenerar la justicia no sólo es cuestión de vo-luntades. 
Quizás lo decisivo sea la correlación de fuer-zas. 
Lo sabremos después de los comicios generales de 
octubre.­Ahi 
voy 30 x 30
10 / debate Agosto 2014 / Nº 148 
Los Derechos de la Naturaleza o el derecho 
a la existencia (I) 
Alberto Acosta* 
Escrito como Prólogo al libro de Eduardo Gudynas, este texto concibe la Naturaleza con mayúscula porque propone un asunto mayúsculo, 
mucho más grande y trascendente de lo que nos habíamos acostumbrado a entender, al menos en la civilización occidental. 
“Hoy predomina una ética ecológica, fundada en el deseo de 
sentirse parte del cosmos, en la apreciación de las relaciones de todo 
con todo para salvar el sufrimiento por la fractura, exclusión y 
separación del mundo”. 
Enrique Leff; Saber ambiental, 2007. 
Entender la Naturaleza con mayúscula es el lla-mado 
que nos hace Eduardo Gudynas para 
abordar un tema vital, que se posiciona cada vez 
más en el debate. No se trata simplemente de 
asumir la Naturaleza con mayúscula para denominar-la 
como nombre propio y relievar así su importancia. 
Su visión va más allá. La Naturaleza con mayúscula 
propone un asunto mayúsculo, mucho más grande y 
trascendente de lo que nos habíamos acostumbrado a 
entender, al menos en la civilización occidental. Y en 
ese tenor Gudynas propone comprender también la 
Naturaleza desde otras lecturas y otras culturas, como 
es el caso de la existente desde el mundo de la Pacha 
Mama, en el que las personas integran la Naturaleza. 
A partir del reconocimiento de que la Naturaleza 
no es infinita, que tiene límites y que estos límites están 
a punto de agotarse, si no lo han sido ya, Gudynas nos 
invita a ubicar el tema en su verdadera dimensión. 
Hacer honor a este esfuerzo de Eduardo Gudynas, 
con estas pocas líneas, es una tarea compleja. El reto lo 
asumo con enorme entusiasmo, procurando presentar las 
principales ideas fuerza del autor. Y en esa dirección he 
obviado poner las citas académicamente correctas de mu-chas 
de las reflexiones que haré, en su mayoría provenien-tes 
del mismo texto de Gudynas, con el fin de facilitar la 
lectura de este prólogo que espero sirva de estímulo para 
atraer a la mayor cantidad posible de lectores y lectoras. 
El mundo del futuro visto desde un presente 
irrepetible 
Desde los albores de la Humanidad el miedo a los im-predecibles 
elementos de la Naturaleza estuvo presen-te 
en la vida de los seres humanos. Algunas culturas 
entendieron que, al formar parte de lo natural, debían 
tener respeto y buscar las formas más armónicas de 
convivencia entre todos los seres vivos. Muchas de esas 
culturas biocéntricas aún superviven en la actualidad. 
Son culturas que asumieron en la práctica, como algo 
normal, lo mayúsculo de la Naturaleza. 
Pero en otras culturas, sobre todo en las que sos-tendrían 
el surgimiento y consolidación de la actual ci-vilización, 
la capitalista, transformaron paulatinamente 
la ancestral y difícil lucha por sobrevivir en un desespe-rado 
y sistemático esfuerzo por dominar la Naturaleza. 
El ser humano de la modernidad, con sus formas de 
organización social antropocéntricas, se puso –figurati-vamente 
hablando– por fuera de la Naturaleza. Se llegó 
a definir la naturaleza, con minúscula, sin considerar 
a la humanidad, también con minúsculas, como parte 
integral de la misma. Y con esto quedó expedita la vía 
para someterla y manipularla. 
Frente a esta añeja visión de dominación y explo-tación, 
sostenida en el divorcio profundo de la sociedad 
humana y la Naturaleza, causante de crecientes proble-mas 
globales, han surgido varias voces de alerta. 
Gudynas viene sosteniendo desde hace muchos años, 
que la acumulación material –mecanicista e interminable 
de bienes–, asumida como progreso, no tiene futuro. 
Los límites de los estilos de vida sustentados en la visión 
ideológica del progreso antropocéntrico le preocupan. Si 
queremos que la capacidad de absorción y resilencia de 
la Tierra no colapse, debemos dejar de ver a los recur-sos 
naturales como una condición para el financiamiento 
económico. Y por cierto debemos aceptar que lo humano 
se realiza en comunidad, con y en función de otros seres 
vivos, como parte integrante de la Naturaleza. 
Son ya muchos los expertos que han demostrado 
en particular las limitaciones del crecimiento econó-mico. 
Gudynas sintetiza esta realidad en varios puntos 
inquietantes, entre los que destaca la creciente ola de 
extinciones masivas; así como la existencia de disfun-cionalidades 
ecológicas a escala planetaria, tales como 
el cambio climático, alteraciones en los ciclos de fós-foro 
y nitrógeno y la acidificación marina que han so-brepasado 
límites planetarios. Y es muy claro al señalar 
que esto implicaría riesgos de deterioros ecosistémicos 
que serían posiblemente irreversibles. 
Su lectura de estos temas tiene otras virtudes a re-saltar. 
Él no simplemente recoge y analiza los informes 
globales sobre los problemas ambientales, sino que los 
lee críticamente desde una visión latinoamericana. En 
medio de la creciente vorágine ambiental, Gudynas 
demuestra que Nuestra América no está libre de sus 
devastadores impactos. Por el contrario este continente 
contribuye cada vez más a agravar la situación global, 
por ejemplo, con la creciente afectación al uso del suelo 
o la expansión cada vez más acelerada de la frontera 
extractivista. 
Estos y otros problemas explican los severos im-pactos 
sobre la biodiversidad, nos dice Gudynas. No 
sorprende ya que muchos países latinoamericanos están 
entre los que exhiben los mayores números de especies 
en peligro. Muchas otras especies, en tanto son descono-cidas 
para la ciencia, seguramente también están amena-zadas, 
o incluso ya se han extinguido. Y él concluye con 
un mensaje que grafica lo mayúsculo del problema: Los 
cambios globales también golpean duramente en Amé-rica 
Latina, tal como lo evidencia el número de eventos 
extremos (sequías o inundaciones), la reducción de gla-ciales 
andinos, o las afectaciones a los ciclos de lluvias. 
Del antropocentrismo al biocentrismo: 
un camino inevitable 
A Gudynas, desde hace tiempo atrás, no se le escapa 
la necesidad de comprender las razones de esta situa-ción. 
En sus análisis ha buscado estudiar los impactos 
que ocasiona la megaminería, la actividad petrolera, los 
procesos desordenados y masivos de urbanización, la 
ampliación de la frontera agrícola de corte extractivista, 
el uso perverso de organismos genéticamente modifi-cados, 
entre otros focos de destrucción socioambiental. 
Su atención también ha localizado la reflexión en 
regiones específicas de esta América, como lo es en la 
Amazonia. Él, una persona nacida en un país más cerca 
de las pampas que de las selvas, se ha transformado en un 
profundo conocedor de la realidad amazónica. Cabría re-cordar 
los debates con Eduardo Gudynas para cristalizar 
la Iniciativa Yasuní-ITT en Ecuador, que contribuyeron 
a redefinirla al margen de los estrechos límites crematís-ticos, 
considerando lo que implicaba para dicha Iniciativa 
la aprobación constitucional de los Derechos de la Na-turaleza. 
Y en su afán por comprender mejor el mundo, 
particularmente el nuestro, Gudynas se adentró también 
en las regiones andinas y de la cuenca del Pacífico, sin 
descuidar, en ningún momento, las cuestiones globales. 
De todo ello, con una envidiable capacidad de 
síntesis, sin perderse en los vericuetos ideológicos de 
corto plazo, Gudynas rompe lanzas en contra del an-tropocentrismo. 
Un sistema que impone una valora-ción 
que es extrínseca, y que solo puede ser otorgada 
por los humanos. Valores que, hay que decirlo, en la 
actual civilización dominante, la capitalista, se derivan, 
sobre todo, de las demandas del capital. Así, una planta, 
un animal, una cascada, los minerales, el petróleo o los 
bosques no poseen valores en sí mismos o propios, sino 
que sus atributos les son otorgados por las personas. 
Este es un punto crucial. El manejo utilitarista de la 
Naturaleza es uno de los componentes articuladores del 
modelo de desarrollo al que le es necesaria la apropiación 
de los recursos naturales, para sostener el crecimiento 
económico. Y este es otro de los elementos en disputa. 
En la actualidad se multiplican los reclamos, sobre 
todo en los países industrializados, por una economía que 
propicie no solo el crecimiento estacionario, sino el de-crecimiento. 
Y en el así llamado mundo subdesarrollado, un 
campo que ha sido analizado a profundidad por el autor 
* Economista ecuatoriano. Profesor e investigador 
de la FLACSO-Ecuador. Ex ministro de Energía y Minas. 
Ex presidente de la Asamblea­Constituyente.
Agosto 2014 / Nº 148 debate / 11 
de este libro, los límites del extractivismo reclaman res-puestas 
coherentes. La idea de que el solo crecimiento 
propicia el desarrollo se debilita cada vez más, aunque no 
ha perdido su vigencia, inclusive en países con gobiernos 
que dicen tener una mayor sensibilidad con la Naturaleza. 
En este terreno, los debates del Norte global y 
los del Sur global encuentran cada vez más puntos de 
contacto. 
Hoy se reconoce ampliamente la necesidad de 
buscar soluciones ambientales vistas como una asigna-tura 
universal. Por un lado, los países empobrecidos y 
estructuralmente excluidos deberán buscar opciones de 
vida digna y sustentable, que no representen la reedi-ción 
caricaturizada del estilo de vida occidental. Mien-tras 
que, por otro lado, los países desarrollados tendrán 
que incorporar criterios de suficiencia en sus socieda-des 
antes que intentar sostener, a costa del resto de la 
Humanidad, la lógica de la eficiencia entendida como 
la acumulación material permanente. A la par, los paí-ses 
ricos deben asumir su corresponsabilidad para dar 
paso a una restauración global de los daños provocados, 
en otras palabras deben pagar su deuda ecológica. 
La crisis provocada por la superación de los límites 
de la Naturaleza conlleva necesariamente a cuestionar 
la institucionalidad y la organización sociopolítica. No 
hacerlo amplificaría aún más las tendencias excluyentes 
y autoritarias, así como las desigualdades e inequidades 
tan propias del sistema capitalista. 
Ante estos retos, aflora con fuerza la necesidad de 
repensar las verdaderas dimensiones de la sustentabi-lidad, 
que no pueden subordinarse a demandas antro-pocéntricas. 
Esta tarea requiere una nueva ética para 
organizar la vida misma. Se precisa reconocer que el 
desarrollo convencional nos conduce por un camino 
sin salida. Entendámoslo, los límites de la Naturaleza 
están siendo desbordados por los estilos de vida antro-pocéntricos, 
particularmente exacerbados por las de-mandas 
de acumulación del capital. 
Valcárcel on art 
Lucía Querejazu Escobari* 
Con motivo de la inauguración de la exposición 
de Roberto Valcárcel en la sala de exposiciones 
de la CAF se realizó una charla con el artista. 
Valcárcel lleva décadas enseñando a jóvenes artistas, 
diseñadores, fotógrafos y aficionados cómo hincar-le 
el diente a la imagen. Entre cursos y charlas de 
fotografía, arte y creatividad, las de arte contempo-ráneo 
han venido a ser una rara instancia en la que 
se presenta el tema desde una mirada académica que 
provee una especie de marco de referencia para la va-loración 
de una obra. Es decir, en ellos Valcárcel ex-plicaba 
la noción de arte contemporáneo por la cual 
él trabaja y a partir de la cual se podría determinar si 
una obra es o no contemporánea. Las reacciones del 
público fueron siempre polarizadas, están los que tie-nen 
por verdadero y única doctrina lo que Valcárcel 
dice y están los que se sienten insultados con la sola 
invocación de un marco teórico al quehacer artísti-co. 
Sea como fuere lo más valioso es que dejaba en 
claro que uno puede optar por una definición de arte 
contemporáneo. De lo cual se asume que no existen 
definiciones absolutas, que cada artista puede cons-truir 
su armazón teórico conceptual y regirse por él. 
Valcárcel es un fiel seguidor de las ideas de 
Theodor Adorno y lo que la teoría crítica de la Es-cuela 
de Frankfut aportan al pensamiento del arte. 
El comprender el arte contemporáneo como un 
dispositivo generador de pensamiento lo convier-te 
en uno que debe estar en constante renovación 
para poder estimular constantemente ese click en la 
cabeza de los espectadores. Para lograrlo Valcarcel 
planteó en esta última oportunidad que los artistas 
hacen el trabajo de entrar al mundo del Otro para 
traer cosas de ese a este mundo. Hacen de courier 
entre el mundo de los locos (definición del artista) y 
el nuestro trayendo cosas extrañas. 
Creo que esto no es más que una nueva forma 
de expresar lo que antes se habría planteado como la 
capacidad de sensibilidades particulares (los artistas) 
de sentir y vivir el mundo. Cuando Valcárcel habla de 
los artistas como courier entre el mundo de los locos 
y éste, equivale a la valoración tradicional de que los 
artistas venían de un mundo más sensible. Ambas for-mas 
de verlo son lógicamente compatibles pues viene 
a ser esa sensibilidad una capacidad de ver las cosas de 
otra forma y de percibir más intensamente lo que se 
nos escapa a la gran mayoría. La diferencia radica en 
que la sensibilidad tiende a asociarse a la capacidad de 
percibir la belleza y al arte contemporáneo ya no le 
interesa eso, le interesa hacer click en la cabeza. Por 
ello no solo es más sensible, sino que es loco, es Otro 
y por ello puede ser desagradable, abyecto, incom-prensible 
y extrañamente bello. 
La exploración de la otredad como concepto 
es uno mucho más amplio y complejo que una visita 
al mundo de los locos y el transporte de un paque-te 
llamado luego arte. Existen ramas de las ciencias 
humanas que se dedican a ello con resultados muy 
distantes al del arte. Es inevitable preguntarse ¿Has-ta 
qué punto esta exploración del mundo del Otro 
con el propósito de refrescar nuestra experiencia no 
es una vez más, un cabinet de curiosidades exóticas? 
Si lo pensamos así esta definición de arte no es nada 
más que el reciclado de un etnocentrismo ciego que 
busca obsesivamente nuevas formas de sentir, ver y 
pensar. Es el síntoma de una sociedad insaciable. 
* Historiadora de arte. 
Faja y tela 30 x 30 cm 
Este esquema antropocéntrico propicia la des-trucción 
sistémica. Como dice Eduardo, por un lado, 
la Naturaleza es fragmentada en componentes, los que 
son reconocidos como “recursos”, los recursos natu-rales. 
Por otro lado, la apropiación de esos “recursos” 
necesariamente exige poder controlar, manipular y po-seer 
el ambiente, dentro del preponderante mandato 
humano de dominar la Naturaleza. Y así se defienden 
las posturas que permiten extraerlos, separarlos, tras-pasarlos, 
modificarlos. Bajo ese tipo de apropiación, la 
utilidad discurre por intereses que giran alrededor del 
beneficio y la rentabilidad. Inclusive se llega a la irra-cional 
pretensión de hablar de capital natural, dando la 
idea de que puede ser sustituido por capital financiero. 
La tarea parece simple, pero es en extremo com-plicada. 
En lugar de mantener el divorcio entre la Na-turaleza 
y el ser humano, hay que propiciar su reen-cuentro. 
Para lograr esta transformación civilizatoria, 
una de las tareas iniciales radica en la desmercantiliza-ción 
de la Naturaleza. Los objetivos económicos deben 
estar subordinados a las leyes de funcionamiento de los 
sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la 
dignidad humana procurando asegurar equitativamen-te 
la calidad en la vida de las personas. La economía 
debe echar abajo todo aquel andamiaje teórico que va-ció 
de materialidad la noción de producción y separó el 
razonamiento económico del mundo físico, es decir de 
la Naturaleza. Entonces, como recomienda José Ma-nuel 
Naredo, es preciso superar la ruptura epistemo-lógica 
que supuso desplazar la idea de sistema econó-mico, 
con su carrusel de producción y crecimiento, al 
mero campo del valor. 
Escribir ese cambio histórico es el mayor reto de 
la Humanidad si es que no se quiere poner en riesgo 
la existencia misma del ser humano sobre la tierra. Y 
eso solo se podrá hacer desde visiones biocéntricas, que 
entiendan lo comunitario en todos los ámbitos de la 
vida, lo que no representan negar las individualidades.
12 / comunicación Agosto 2014 / Nº 148 
Edison Lanza, periodista y abogado uruguayo, relator de la CIDH. 
“Los latinoamericanos nos debíamos el debate sobre 
la función de los medios en el sistema democrático” 
Desde octubre, la Comisión Interamericana de 
Derechos Humanos (CIDH) tendrá un nuevo 
relator especial para la Libertad de Expresión. 
El elegido, después de un largo proceso que 
comenzó en diciembre del año pasado y al que se pre-sentaron 
49 postulantes, fue Edison Lanza, periodista y 
abogado uruguayo. Entre sus líneas de trabajo buscará 
construir principios y estándares para “ayudar a rever-tir 
los procesos de concentración, sin afectar la viabi-lidad 
de los medios de comunicación” y trabajar por la 
protección de periodistas en situaciones de riesgo y en 
la investigación de sus asesinatos. Se destaca su com-promiso 
en desarrollar el vínculo entre el derecho a la 
libertad de expresión y la promoción de los derechos de 
grupos “que sufren o han sufrido discriminación (niñas 
y niños, mujeres, pueblos originarios, población lgbti, 
personas con discapacidad, etc.)”. 
Lanza será designado por un período de tres años, 
renovable una vez, y asumirá el cargo el 6 de octubre de 
este año, en reemplazo de la colombiana Catalina Botero. 
Desde el otro lado del río, respondió algunas pre-guntas 
acerca de los desafíos que tiene por delante. 
El 6 de octubre asume como nuevo relator. ¿Qué ex-pectativas 
tiene en este nuevo rol? 
Estoy convencido de que se trata de una posición cla-ve 
para la promoción y cumplimiento del derecho a la 
libertad de expresión y el derecho a la información en 
la región. Gracias al trabajo que han realizado de va- 
Sonia Santoro* 
En esta entrevista, se pronuncia a favor de la regulación estatal de los medios de comunicación audiovisual, advierte sobre los monopolios de 
información tanto privados como estatales y traza las líneas de acción que se propone para fomentar la libertad de expresión en el continente. 
rios relatores y relatoras, la Relatoría se ha consolidado 
como una institución de referencia para el campo de es-tas 
libertades, los derechos humanos y la comunicación. 
Como expresé en la entrevista que mantuve con los co-misionados 
y comisionadas, no vengo a trabajar contra 
nadie, sino con todos los actores del sistema democrá-tico 
que tienen incidencia en estos temas, incluidos, por 
supuesto y fundamentalmente, los Estados. Creo que la 
Relatoría puede ayudar a encauzar los debates que están 
teniendo lugar en la región en torno de la libertad de 
expresión y la democratización de la comunicación; a mi 
juicio nuestros países tienen la madurez suficiente para 
debatir abiertamente sobre libertad de expresión, y sería 
algo sin sentido cerrarnos a reflexionar sobre la demo-cracia, 
el pluralismo y la libertad de expresión, aun con 
los puntos de vista y los intereses más diversos. 
¿Cuáles serán sus líneas prioritarias de trabajo? 
Voy a tratar de sintetizar algunas líneas. La promoción 
de la diversidad y el pluralismo en la comunicación, en 
todas las direcciones, es un eje de trabajo. Promover 
regulaciones que limiten la formación de oligopolios y 
monopolios y la concentración de los medios de comu-nicación 
que afecten las posibilidades de divulgación de 
información y opiniones o el pluralismo. Y hablo tanto 
de concentraciones en el sector privado como en el es-tatal 
o público. Hay definiciones claras en el Sistema 
Interamericano sobre las consecuencias negativas de 
los monopolios y oligopolios, pero hay que profundi-zar 
estos estándares existentes: hay que construir prin-cipios 
y estándares para ayudar a revertir los procesos 
de concentración, sin afectar la viabilidad de los medios 
de comunicación. Por supuesto que siguen siendo una 
prioridad los problemas estructurales que en muchas 
regiones siguen sin ser superados. Promover una es-trategia 
integral en contextos de agresiones y ataques 
a la integridad física de los comunicadores, en base 
a la prevención de la vulneración de sus derechos, la 
protección de periodistas cuyas vidas se encuentren en 
riesgo e investigación transparente de los asesinatos y 
agresiones ocurridos. La implementación eficaz de me-canismos 
de protección para los comunicadores ame-nazados 
forma parte de las obligaciones positivas del 
Estado. Pero desde una perspectiva más integral, tener 
escoltas y carros blindados es una solución simple, pero 
costosa para los Estados y compleja para un periodista 
en ejercicio. Se debe mirar de manera integral el fenó-meno, 
apostando a medidas de promoción del derecho 
a la libertad de expresión y de prevención, protección 
y sanción. Si no avanzamos en la lucha contra la impu-nidad 
de los crímenes contra la libertad de expresión, 
mediante un trabajo de prevención de la comisión de 
estos delitos, las restantes medidas siempre serán in-suficientes. 
También propongo desarrollar el vínculo 
entre la plena realización del derecho a la libertad de 
expresión y la protección y promoción de los derechos 
de distintos grupos que sufren o han sufrido discrimi-nación 
(niñas y niños, mujeres, pueblos originarios, po-blación 
lgbti, personas con discapacidad, etc.), afín con 
el fin de promover que los Estados adopten obligacio-nes 
positivas para revertir o cambiar situaciones discri-minatorias 
existentes y que estos grupos puedan ejercer 
de manera plena la libertad de expresión y la protección 
de sus derechos frente a expresiones abiertamente dis-criminatorias. 
La vigencia y protección de la libertad 
de expresión en el mundo on line es una precondición 
que concierne y beneficia a todas las personas. Entre 
esas prioridades, es clave velar por y promover el acce-so 
universal a este fabuloso espacio para la educación, 
la llegada a la información, la expresión personal y el 
entretenimiento. Y finalmente creo que hay que seguir 
insistiendo en acceso a la información pública y meca-nismos 
para prevenir la censura indirecta. 
¿Cuáles son los principales problemas en las Américas 
relativos a la libertad de expresión? ¿Cuáles son espe-cíficos 
del Cono Sur? 
Considero que los problemas y desafíos que enfrenta 
la libertad de expresión en la región pueden agruparse 
en dos grandes dimensiones: los problemas estructura-les 
que subsisten en algunas subregiones y una agenda 
emergente. Entre los problemas estructurales señalo 
algunos: la violencia y agresiones contra periodistas 
y defensoras y defensores de derechos humanos (pre-sente 
en algunos países de América Central y América 
del Sur); el uso del derecho penal para criminalizar la 
expresión, o el derecho penal de excepción para acallar 
la protesta y la crítica; la escasa diversidad de medios 
Cueros y tela
Agosto 2014 / Nº 148 comunicación / 13 
y la falta de pluralismo en las voces representadas en 
el sistema mediático, sobre todo en algunos países; la 
debilidad de los medios públicos y la falta de reconoci-miento 
a los medios comunitarios, y la batalla contra la 
cultura del secreto que persiste en todos los países de 
la región, aunque con avances importantes (adopción 
de leyes, instalación de órganos garantes, jurispruden-cia 
local), pero con la preocupación de que algunos 
Estados extienden el secreto por razones de seguridad 
nacional y la persecución de informantes, que es la con-tracara 
de este avance. Luego tenemos la agenda emer-gente, 
a la que debemos prestar atención. Las múltiples 
discusiones sobre libertad de expresión e Internet. En 
2013, la Relatoría incluyó en su informe anual un es-tudio 
vinculado a Internet y libertad de expresión, que 
contiene estándares para la evaluación y el análisis de 
las situaciones particulares. El desafío principal, enton-ces, 
pasa por consolidar Internet como un espacio de 
protección, promoción y respeto de los derechos hu-manos, 
así como también de denuncia de vulneración 
de los mismos. Deberíamos reflexionar más en clave 
regional, porque hay temas comunes a la subregión. 
Esta semana, la Corte Interamericana dictó una sen-tencia 
sobre el caso de dirigentes mapuches condena-dos 
por terrorismo, en la que se pronuncia sobre los 
tipos penales de contornos difusos y vagos que afectan 
la protesta social y la libertad de expresión, y que por lo 
tanto son incompatibles con la Convención. Me temo 
que es un buen punto que debería revisarse en los paí-ses 
del Mercosur. En la subregión se ha avanzado en 
la regulación de los medios audiovisuales; aunque cada 
país ha aplicado un ritmo y un modelo propios, parece 
buen momento para ver los resultados de la aplicación 
de cada uno de estos modelos. Progresivamente los 
países se vienen incorporando al concierto de naciones 
con leyes de acceso a la información pública que res-petan 
los estándares de derechos humanos, esperemos 
que Argentina y Paraguay se sumen rápidamente a esta 
realidad. De todos modos, me parece que nuestros paí-ses 
tienen una agenda pendiente en materia de prevenir 
la censura indirecta, la asignación arbitraria de recursos 
desde el Estado hacia el sistema de medios y completar 
la reforma de los sistemas de medios audiovisuales, de 
acuerdos con los estándares construidos por el sistema 
interamericano. Luego hay situaciones particulares con 
el ejercicio del derecho a la libertad de expresión en 
contextos electorales, en fin, temas no faltan. 
¿La concentración de medios sigue siendo un obstáculo 
importante a la libertad de expresión en la región? 
¿Cómo evalúa las nuevas leyes que intentan regular el 
universo mediático? 
América latina asiste a una discusión inédita sobre el 
papel del Estado en la regulación de los medios de co-municación 
audiovisuales, y la propia función de los 
medios en el sistema democrático, una discusión que 
personalmente considero válida si la damos en el marco 
de un efectivo respeto y promoción del derecho a la li-bertad 
de expresión y no como una excusa para contro-lar 
los medios. Es un debate que los latinoamericanos 
nos debíamos, porque heredamos problemas de larga 
data en relación con los sistemas mediáticos. Autores 
de la región, entre ellos valiosos aportes de expertos 
argentinos, explican este rezago: hubo una ausencia 
regulatoria del Estado durante décadas, lo que permi-tió 
que la comunicación quedara casi en las exclusivas 
manos del sector comercial, en muchos casos con ín-dices 
de concentración y control de la propiedad muy 
elevados, algo atípico para democracias consolidadas. 
La región también muestra cierto rezago en la tarea 
de construir medios públicos independientes, y es un 
hecho que durante años fueron relegados al papel de 
Cenicienta, aunque ahora muchos Estados han comen-zado 
a mejorar su financiamiento. Por otra parte, tene-mos 
un sector social-comunitario excluido durante dé-cadas, 
o reconocido a medias, de modo discriminatorio 
y sin políticas de promoción. Este combo produjo una 
producción audiovisual muy concentrada en las capi-tales 
de los países, en formatos de baja calidad, cuando 
no “como ocurrió en el caso uruguayo” consumimos 
durante mucho tiempo mayormente producción ex-tranjera. 
En este menú, la concentración de medios es 
un ingrediente que no se puede ignorar, porque una 
vez que tenemos un sistema de medios concentrado se 
generan consecuencias negativas en el espacio públi-co 
y relaciones complejas entre los medios y el sistema 
político, que además son poco transparentes. Frente a 
esta situación, los gobiernos, sobre todo en la última 
década, han desarrollado diversas estrategias. Las leyes 
de servicios de comunicación llegan en un momento en 
el que la industria ya está desarrollada, y consiguiente-mente 
se producen tensiones y reacciones. Claro, hay 
que observar con mucho cuidado estas leyes, porque 
deberían tener el objetivo de promover la transparencia 
en la asignación de frecuencias, la diversidad y el plu-ralismo, 
sin limitar el goce de la libertad de expresión. 
También hay que estudiar lo que viene sucediendo con 
países que han ido, gradualmente, primero habilitando 
al sector comunitario, buscando una transición ordena-da 
hacia un sistema más plural en la televisión digital, 
como ha ocurrido en el caso uruguayo. Brasil, en cam-bio, 
comenzó por el intento de generar una televisión 
pública de calidad y de alcance nacional y regular mejor 
el sistema de televisión para abonados, pero mantiene 
no cambiada la estructura de sistema de medios comer-ciales. 
Todas estas experiencias son válidas, siempre que 
en nombre de la diversidad y el pluralismo no se gene-ren 
restricciones innecesarias a la libertad de expresión, 
algo que la propia Convención Americana previene en 
su artículo 29. Este puede ser un buen momento para 
analizar las diversas experiencias y también cómo se 
han aplicado en la práctica estas normas, porque una 
cosa son los textos y la intención del legislador, y otra 
cosa es la aplicación. 
¿Qué desafíos a la libertad de expresión presentan los 
intentos de regulaciones de Internet y las nuevas tec-nologías? 
Enormes. El desarrollo de Internet ha masificado la 
cultura, el entretenimiento, la circulación de informa-ción 
y ha permitido, como nunca antes, el ejercicio de 
la libertad de expresión a título individual y colectivo. 
Y esto ha sido posible por las características especiales 
de este nuevo espacio público, por su conformación 
de red, que lo hacen distinto de los restantes medios 
inventados hasta el presente. Por ello cada regulación 
que los Estados pretenden establecer tiene implican-cias 
para la libertad de expresión y otros derechos hu-manos. 
Creo en la gobernanza multi stakeholder (N. 
de E.: Se refiere a la participación o consideración de 
los enfoques de todos los actores que importan en un 
sistema) de este espacio, y desde su lugar específico la 
Relatoría debe tener un rol. No voy a abundar aquí, 
pero hoy están sobre la mesa marcos normativos que 
implican hablar del manejo de los contenidos en la red, 
la responsabilidad de los intermediarios, el filtrado de 
información, el manejo de la red en el contexto de pro-testas 
sociales y/o políticas, en fin, es un tema inagota-ble. 
Sí apunto, además, que la región viene abordando 
este tema con leyes nacionales, como el Marco Civil 
de Brasil, o el marco regulatorio chileno, pero también 
hay un uso desmedido del derecho penal para intentar 
combatir abusos en la red. 
El informe de la relatoría para la libertad de expre-sión 
de 2013 incorporó un punto específico sobre la 
violencia que sufren las mujeres periodistas en el ejer-cicio 
de su libertad de expresión, especialmente en el 
caso de México. ¿Trabajará sobre la especificidad de 
las violencias que sufren las mujeres periodistas? 
La Comisión Interamericana ha señalado que los esce-narios 
de violencia en América latina incluyen un com-ponente 
de exacerbación contra las mujeres, en parti-cular 
en el contexto de discriminación por razones de 
género que aún persiste en muchos países. No sería jus-to 
si no dijera que la actual relatora ha incorporado la 
perspectiva de género en sus informes sobre violencia 
contra periodistas y me comprometo a mantener esa 
línea de trabajo, tanto en los informes como en posibles 
casos que la Comisión decida admitir y eventualmente 
presentar ante la Corte Interamericana. 
Cuando algunos medios publican contenidos sexistas 
y son criticados por esto, se amparan en el derecho a 
la libertad de expresión para justificarse. ¿Cómo cree 
que se debería trabajar desde los distintos actores in-tervinientes 
“sociedad civil, Estado, periodistas, em-presas” 
para desarticular estos argumentos y lograr 
cambios? 
Es cierto que los medios de comunicación en la región 
tienen, en muchos casos, una historia de mala práctica 
en relación con la discriminación contra las mujeres y 
otros grupos. ¿Cómo provocar cambios en esta prác-tica 
sin interferir en la libertad de expresión? Esta es 
una pregunta que todos nos hacemos y creo que hay 
muchas experiencias que nos pueden ayudar a resolver 
este dilema. En primer lugar hay que destacar el tra-bajo 
de las organizaciones de mujeres que decidieron 
utilizar el camino de la capacitación y la promoción de 
y hacia los comunicadores como forma de incidir, y han 
logrado paulatinos progresos; luego los observatorios 
y los informes críticos con el modo de hacer periodis-mo 
y publicidad creo que juegan un papel, al igual que 
las universidades, que deben trabajar profundamente 
en los aspectos éticos de la comunicación; finalmente 
la propia televisión desde la ficción puede promover 
la igualdad. La mejor forma de combatir el discurso 
discriminador es con argumentos y evidencia de peso. 
También estoy siguiendo con mucho interés algunas 
experiencias institucionales, como la Defensoría del 
Público argentina, cuya práctica de promoción, recep-ción 
de denuncias, audiencias públicas y mediación es 
una herramienta clave y parece estar comenzando a 
rendir frutos, sin acudir necesariamente a la punición 
de los medios. Sé que el movimiento feminista se pre-gunta 
sobre la pertinencia de penalizar las expresiones 
discriminatorias, y allí la Relatoría debe abrir un debate 
sobre cuál es el límite de los discursos protegidos por 
la libertad de expresión y cuáles constituyen discursos 
de odio, que ingresan dentro de la prohibición del 13.5 
(incitación a la violencia contra grupos de personas por 
motivos de discriminación). 
* Periodista de Página12. 
Conexión 81 x 71 cm.
Nueva Crónica No. 148
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Nueva Crónica No. 148

  • 1. CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 1era. quincena de septiembre 2014 / Nº 148 / Bs 10 Debate Henry Oporto: La justicia se nos muere, 8-9 Alberto Acosta: Los Derechos de la Naturaleza o el derecho a la existencia (I), 10-11 Lucía Querejazu Escobari: Valcárcel on art, 11 Comunicación / Libros Sonia Santoro: “Los latinoamericanos nos debíamos el debate sobre la función de los medios en el sistema democrático”, 12-13 Alfonso Gumucio Dagron: La comunicación como ciencia y como instrumento, 14 Gustavo Fernández Saavedra: Crónicas de Salvador Romero, 15 José Luis Saavedra: Entrevista con Felipe Quispe : “Evo Morales es un neoliberal disfrazado de izquierdista”, 16-17 Benjamín Chávez: Caracol de Camila Urioste, 17 Javier Mendoza Pizarro: Evocación de Gunnar Mendoza, 18-19 Alberto Flores Galindo: Buscando un socialismo indoamericano, 20 Artista invitado: Pablo Caballero Pérez. En ausencia de un debate sustantivo sobre la oferta programática de los partidos, las controversias electorales han tocado sólo de pasada temas tan importantes como el subsidio a los combustibles, el agotamiento de las reservas probadas de hidrocarburos, los costos recuperables de las empresas supuestamente “nacionalizadas” y la crisis terminal de la administración de justicia. Ni la economía, ni temas tan sensibles como la inseguridad ciudadana, el crecimiento del tráfico de drogas o los feminicidios han merecido un tratamiento que oriente la preferencia de los electores, distraidos con las denuncias de corrupción, la incompetencia del Tribunal Electoral y el torneo de machismo entre los principales partidos. La economía y la justicia en las polémicas electorales y en la historia oficial Ni tan ricos, ni tan soberanos, ni tan justos Balcon II 122 x 152 cm. Contrapuntos Mauricio Lea Plaza Peláez: Sobre el discurso del Presidente del 6 de agosto de 2014. Bolivia: “potencia continental” y la “decada de oro”, 4 Roberto Laserna: ¿Empresas o compras estatales?, 5 Bernardo Corro Barrientos: La economía boliviana en la encrucijada electoral, 6-7 Jorge Derpic: Hello La Paz, welcome to El Alto. Una experiencia etnográfica en la Línea Roja del Teleférico, 7
  • 2. Novedades y reediciones Librería La Paz: Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador Tel. 2411018 / Casilla 5097 / email:plural@plural.bo Librería Cochabamba: Nataniel Aguirre Nº 354 / Tel. 4511547 / Santa Cruz: Tel. 72168839
  • 3. Agosto 2014 / Nº 148 / 3 Consejo editorial: Joan Prats (†) Manuel de la Fuente Horst Grebe López José Antonio Quiroga T. www.nuevacronica.com Instituto PRISMA Calle 21 Torre Lydia Piso 2 Of. 201, Calacoto Tel: 2799673 inprisma@entelnet.bo www.institutoprisma.org Plural editores c. Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador Tel: 2411018 plural@plural.bo www.plural.bo ISSN: 1996-4420 www.cesu.umss.edu.bo La versión digital de los números pasados de la revista pueden ser obtenidos en la siguiente dirección: www.institutoprisma.org Los lectores de Nueva Crónica pueden escribir al correo electrónico plural@plural.bo Las colaboraciones no solicitadas serán sometidas a la consideración del Consejo Editorial Contactos: cochabamba@plural.bo Tel. 4511547 santacruz@plural.bo Tel. 72168839 editorial Los hidrocarburos en la controversia electoral En lugar de un debate programático entre los principales res-ponsables de las distintas opciones electorales, los temas más controvertidos de la campaña se tramitan como denuncias y desmentidos en los medios de difusión o en los estrados judicia-les, lo cual da cuenta de la degradación de la política inherente al “proceso de cambio”. Así sucede con uno de los temas de mayor relevancia para el futuro de la principal fuente de ingresos de la economía boliviana: los hidrocar-buros. Entre propuestas improvisa-das de los candidatos –incluyendo al Presidente– y la falta de información transparente y verosímil de las entida-des y voceros gubernamentales, crece la incertidumbre sobre el futuro de la renta gasífera de la que ha dependido la bonanza de la “década de oro”. Uno de los temas controver-siales ha sido la falta de inversión en exploración. Como se sabe, las reser-vas probadas de gas no alcanzan para atender, en el mediano plazo, la cre-ciente demanda del mercado interno y los compromisos de exportación al Brasil y la Argentina. Uno de los can-didatos opositores propuso compartir en partes iguales la renta entre el Esta-do y las transnacionales. Esta medida estaría orientada a incentivar las in-versiones, una de las principales deficiencias de la gestión del MAS. El gobierno respondió que semejante propuesta equivalía a la desnacionalización de los hidrocarburos, medida que habría establecido una distribución de la renta en una proporción de 18% para las transnacionales y 82% para el Estado. El gobierno habría previsto otro tipo de incentivos –no se conoce aún cuá-les– que tendrían que hacerse efectivos a partir de la aprobación de una nueva ley de hidrocarburos en 2015 (la ley vigente, hay que recordarlo, se aprobó pese a la oposición del MAS durante la presidencia congresal de Hormando Vaca Diez). Esta afirmación derivó en una polémica sobre otro tema re-levante: ¿de veras recibe el Estado boliviano el 82% de la renta de los hidrocarburos? Ese porcentaje rigió para los megacampos durante algunos meses tras la “nacionalización” de 2006, mientras se negociaban los nuevos contratos. Una vez suscritos, las empre-sas transnacionales lograron que el Estado les reembolse los “cos-tos recuperables”, que incluyen su abultada planilla salarial –una manera de devolverles con una mano lo que se les quita con la otra– con lo cual cambió la distribución de la renta. Esos costos debían ser objeto de au-ditorías que no son del conocimien-to público. Con el rembolso de estos costos, la renta quedaría distribuida en realidad en 56% para el Estado y 44% para las empresas “nacionalizadas”, según algunos analistas. Otro tema controversial es el de la subvención al precio de los combus-tibles. Como el país no produce toda la gasolina y diesel que consume, los importa pagando un precio mucho mayor que el que rige en el mercado local. La diferencia la cubre el Tesoro con un monto superior a todas las in-versiones en el sector hidrocarburos. El candidato-Presidente declaró que esta subvención era un “cáncer” para la economía y pidió nuevamente ter-minar con ella. El anuncio provocó una desordenada polémica: mientras la oposición afirma que la única ma-nera de acabar con la subvención es mediante un incremento en el precio –un “gasolinazo”– el gobierno sostiene que el aumento en la producción y la industrialización permitirán terminar con las importaciones en 2015. Pero el precio local seguiría subven-cionado en relación a los precios del mercado internacional, lo cual estimula el masivo contrabando hacia los países vecinos. La subvención, por tanto, no es una cuestión de cuánto combustible se importa o se produce sino a qué precio se lo vende. En esta polémica sorprende que mientras el gobierno sostiene la tesis neoliberal de que el Estado no debe subvencionar los precios, la oposición de “derecha” aboga por la tesis estatista de mantener los precios subvencionados. Preocupaciones ciudadanas sin debate electoral circunstancias externas y las crecientes demandas ciudadanas respecto de cues-tiones que hasta ahora no se han ventila-do en las campañas electorales. El debate programático en efecto deja mucho que desear. Más allá de que Evo Morales se niegue a debatir con los otros candidatos presidenciales, lo cierto es que los temas que están ocasionando movilizaciones y posicionamientos de la opinión pública en los medios se refieren a inquietudes ciudadanas sobre cuestio-nes que los partidos prefieren soslayar. La corrupción desbordada, la conducta machista de connotados dirigentes polí-ticos y sociales, la prepotencia en el trato a las mujeres, el acoso sexual y laboral, la discriminación de género y los casos cada vez más frecuentas de feminicidio, son temas de preocupación ciudadana que carecen de respuestas serias por par-te del gobierno o de los partidos políti-cos en campaña electoral. Algo parecido ocurre con la creciente inseguridad ciu-dadana. Nada de lo que pueda presentar el gobierno como mejoras sociales resul-tantes de sus políticas de distribución de bonos y aguinaldos, compensa la insegu-ridad creciente que percibe la ciudadanía en varias ciudades del país. No existen respuestas convincentes frente al aumen-to de los homicidios, violaciones y ase-sinatos en el último tiempo, y está claro que estos problemas no se resuelven con el aumento de las penas impuestas por jueces sometidos al poder político y eco-nómico, ni tampoco con el incremento de salarios a los policías. Lo que no se menciona en forma directa es que el aumento de la crimina-lidad en el país está estrechamente rela-cionado con la ampliación de los circuitos del narcotráfico, y que eso a su vez está relacionado con la producción de coca excedentaria en el Chapare, cuyo destino es la cocaína de exportación, pero tam-bién en una cantidad cada vez mayor el consumo interno. Desde cualquier ángulo que se con-sidere, a pocas semanas de las elec-ciones, ya no parece probable que puedan presentarse sorpresas en cuanto a los lugares que ocuparán los cinco can-didatos presidenciales, aunque existen todavía algunas dudas sobre el porcen-taje de votación que obtendrá cada uno de ellos. En eso discrepan las previsiones internas de los partidos y las propias en-cuestas que se difunden públicamente. Todo indica que aún existe un grupo relativamente amplio de electores inde-cisos, que recién en el momento de emi-tir su voto determinarán si las distancias entre los tres primeros candidatos se acortan o se agrandan. Sin embargo, ya existen indicios suficientes de que en esta ocasión el voto ciudadano no será polarizado, lo cual traerá consigo impor-tantes consecuencias respecto del futuro sistema político y de la composición de las bancadas parlamentarias, que en con-junto tendrán que encarar las complejas En el aire 37 x 27 cm.
  • 4. 4 / contrapuntos Agosto 2014 / Nº 148 Sobre el discurso del Presidente del 6 de agosto de 2014 Bolivia: “potencia continental” y la “década de oro” Mauricio Lea Plaza Peláez* Como es habitual, tanto el presidente Morales como el Vicepresidente pronunciaron sendos discursos con motivo de la fiesta patria, los que merecen ser comentados en sus partes más relevantes. El incremento de la renta petrolera gracias a la nacionalización del gas Esta afirmación machacona no es verdad. El incremento de la renta hi-drocarburífera se debe a la aprobación de la Ley de Hidrocarburos, antes que Morales sea presidente, ley que cambia la participación del Estado de 18 a 50% en dicha renta; se debe al incremento de los precios de exportación del gas que subieron entre 2007 a 2013 en un 202% en el caso de la Argentina y en un 226% en el caso del Brasil y a la duplicación de los volúmenes de producción de gas sobreexplotando nuestros campos. La renta que hoy se genera es pro-ducto de la riqueza descubierta y asegu-rada en los gobiernos anteriores a éste, ya que durante la gestión Morales, las reservas bajaron de 27.6 TCF a 12.8 TCF en 2006, a 9.9 TCF en 2009 y a 10,45 TCF en 2013. El ligero incremento en estos últimos 4 años fue de 0,51 TCF o sea, de 0,1275 TCF por año. Abastecer el consumo y la exportación demanda 0,75 TCF anualmente, lo que implica que por año estamos incubando un déficit del 83%, consumiendo nuestras ya bajas reservas. Este accionar irresponsable se traduce en el presupuesto de YPFB que sólo consigna un 15,3% para la explora-ción de nuevos campos. La gallina de los huevos de oro ya está en la olla. En estos más de 8 años la renta bo-liviana se hizo cada vez más dependiente del gas, ya que no se ha avanzado nada en cambiar la matriz primario-exportadora, no se ha diversificado la economía y la tan anunciada industrialización del gas, del litio y del hierro sigue muy rezagada. La pujanza económica del país El Presidente se enorgullece porque po-dríamos lograr en esta gestión un creci-miento del PIB de 5,5%. Eso implicaría que el nivel de crecimiento de la eco-nomía habría aumentado en un 177% respecto a 2005. Sin embargo, la renta nacional creció entre 2005 y 2014 en un 599%, lo que lleva a concluir que el gobierno ha logrado incrementar el PIB casi en 2 veces frente al aumento de 6 veces de la renta nacional, lo que mues-tra su total ineficacia. En estos 9 años se han recibido 148.949 millones de dólares o sea que le correspondería a cada habitante US$. 14.806, lo que implica US$ 1.645 per cápita al año. La gente no ha sentido esa plata en la mejora de su calidad de boliviano demanda un Estado que sea in-cluyente de todas las culturas, también de los mestizos que somos la mayoría. El segundo pilar es la autonomía, ya que ahora los gobiernos departa-mentales y municipales tendrían facul-tad legislativa y el 20% de los ingresos serían manejados por las regiones. El MAS luchó y sigue luchando contra la autonomía dada su vocación centralista y de control directo del poder absoluto, lo que se ve plasmado en el contenido de la Ley Marco de Autonomías que coarta la autonomía y en la disminución de la participación de los niveles subnacio-nales en las transferencias fiscales que en este período de gobierno se reduje-ron de 22,3% a 10,8%, o sea, a casi la mitad. Las autonomías tienen mayores competencias pero menos recursos y el gobierno nacional se resiste a discutir el nuevo pacto fiscal que debería destinar al menos el 50% de la renta nacional a los gobiernos subnacionales. El tercer pilar es la economía plural que tiene al Estado como el principal ac-tor y se basa en la nacionalización de los recursos naturales y en la redistribución de la riqueza. Las empresas estatales se han multiplicado confundiendo el rol de un Estado regulador y controlador con el de un Estado empresario, que no es plural porque no permite el desarrollo vida. Los millonarios ingresos se han destinado al despilfarro irresponsable y a políticas asistenciales, por lo que no se ha mejorado sustancialmente el Ín-dice de Desarrollo Humano del país, el que está estancado en el puesto 108 del ranking mundial desde 2007. Somos el país que gasta menos en educación y sa-lud en Sudamérica y seguimos siendo el segundo país más pobre de la región. En resumen, el incremento de la renta na-cional no se ha traducido en indicadores que muestren un cambio sustancial en el bienestar de los bolivianos. Como a Evo Morales dejó de im-portarle la gente, en el discurso patrio casi no habló del desarrollo productivo, de la crisis de la justicia, de corrupción, de inseguridad ciudadana, de salud, de educación, de empleo, etc. Los pilares de la “década de oro” Según el cerebro del gobierno, los cua-tro pilares de la década de oro, son: la igualdad basada en que los indígenas son el sujeto dirigente y núcleo sustancial del proceso. No sabemos si se refiere a los in-dígenas del TIPNIS o del CONAMAQ­que están siendo avasallados por el gobierno; lo que demuestra que el discurso indige-nista es sólo una pantalla para el marke-ting político. Es por eso que el pueblo endógeno de los actores económicos privados que han dejado de recibir po-líticas de apoyo. El cuarto pilar sería el “optimismo histórico”, soñar en grande, por lo que le ofrecen proyectos como industrializar el hierro del mutún y el litio, ciudadela científica para exportar nuestra tecnolo-gía, energía atómica con fines pacíficos, industria pública de los medicamentos, aguinaldo para los adultos mayores, par-ticipación en el sistema de pensiones para mineros reduciendo la edad de jubila-ción, segundo satélite, etc.. De esta forma de pensar proviene la compra del satélite trucho, del avión de lujo del Presidente, del nuevo palacio de gobierno, etc. La megalomanía, la demagogia y el despilfarro siempre van juntos, por ello ésta es una década que fue desperdiciada porque no se resolvieron los principales problemas del país en una coyuntura económica irrepetible. Que se acabó el tiempo de la confrontación Este es otro anuncio estrictamente elec-toral, mientras el gobierno nacional con-tinúa con la persecución judicial a sus opositores y mantiene en el exilio a miles de bolivianos que enfrentaron al régi-men. Si la intención es verdadera, ¿por qué no se dicta una anminstía a los oposi-tores enjuiciados, exilados o asilados? Que habría erradicación de cocales El Presidente afirmó que hoy sólo se cultivan 23 mil hectáreas de coca. Sin embargo sabemos que sólo 14 mil van para el consumo interno, o sea, 9 mil hectáreas están destinadas al narcotráfi-co (40%), más del 90% de la coca del Chapare. El narcotráfico se ha incre-mentado sustancialmente con la venia del gobierno y el Chapare es tierra de nadie gracias a la política de protección del principal dirigente de los cocaleros, el Sr. Evo Morales. Como pudimos repasar, el afán del gobierno nacional de mostrarnos el país de las maravillas no tiene sustento oble-tivo y sigue siendo una pose demagógica y electoral que sólo demuestra el fracaso del ciclo del MAS en el intento fallido de construir un nuevo Estado más demo-crático, con justicia social y del que la mayoría de la gente se sienta orgullosa.­* Economista. Ex Secretario de la Gobernación de Tarija.
  • 5. Agosto 2014 / Nº 148 contrapuntos / 5 ¿Empresas o compras estatales? Roberto Laserna* Las empresas públicas son instrumentos de una visión que propone el liderazgo estatal en el desarrollo. Aquí sostengo que no hay condiciones para usarlas como instrumento y que, aun si se pudiera, serían menos eficientes que la alternativa de intervenir mediante compras en lugar de un Estado inversionista y productor. Mejorar EstadoBol SA Las empresas estatales suelen dar prioridad a objetivos de empleo, activación de econo-mías locales, ampliación de capacidades productivas o redistribución de ingre-sos, y no a la maximización de utilidades, como es el caso de las empresas privadas. Sin embargo, cuando éstas alcanzan su objetivo, suelen también alcanzar otros, por ejemplo, eficiencia energética, pro-ductividad y estabilidad laboral, sosteni-bilidad financiera, inclusión social a través de mercados. En las empresas públicas el desprecio por la eficiencia económica puede conducir a que se pongan en riesgo los objetivos explícitos o, aún peor, que se generen pérdidas que, a la larga, afectarán otras políticas públicas y pueden provocar más problemas de los que resuelvan, como los de equidad, por ejemplo, que surgen cuando las pérdidas obligan a subsidiar la ineficiencia en desmedro de grupos más necesitados. Por eso, aun cuando la maxi-mización de utilidades no sea su objetivo principal, las empresas públicas deberían cuando menos funcionar sin pérdidas. Un reciente estudio realizado por Rubén Ferrufino para las Fundaciones Pazos Kanki y Milenio, recoge infor-mación reciente de 23 empresas públi-cas. Las que registran utilidades son en su mayor parte las que se encuentran en actividades extractivas, como YPFB y Comibol, que en realidad son meca-nismos de captación de las rentas de re-cursos naturales. También dan utilidades empresas con una posición oligopólica, como ENDE y BoA. Pero las que han sido constitutidas recientemente y se desenvuelven en el ámbito manufactu-rero están generando pérdidas o tienen ganancias que desaparecerían si no con-taran con el financiamiento concesional del Estado o, peor aún, sin las compras que realizan otras entidades públicas, que funcionan como mercados cautivos. La pregunta que se planteó en un de-bate sobre el tema, luego de esta revisión, fue qué puede hacerse para mejorar el desempeño de las empresas. La respuesta más directa es que una buena administra-ción produce mejores resultados que una mala, y deberían establecerse normas que permitan lograrlo. Por ejemplo, separar el ámbito de la política y el de la gestión, con directorios independientes y remune-rados, y participación en bolsas de valores a fin de garantizar transparencia y defensa de los derechos de las minorías acciona-rias. Esto implica proponer que las em-presas estatales funcionen simulando ser privadas pero con una priorización clara de sus objetivos, que pueden ser distintos. Tal vez eso sea posible, pero estimo que no es muy probable. Como lo hemos argumentado en La Trampa del Rentismo, la debilidad ins-titucional se acentúa por los conflictos y disputas que provoca la abundancia de recursos en el Estado, si dicha abundan-cia está relacionada a la disponibilidad de rentas de recursos naturales y no a una es-tructura productiva más fuerte y diversifi-cada, través de los impuestos. Es muy fácil que el rentismo se contagie del Estado a la sociedad. Las expectativas de captura de una parte de esas rentas alienta e intensi-fica los conflictos y las presiones haciendo que sea de interés común la debilidad de las instituciones y el incumplimiento de las normas. Esto no ocurre en coinciden-cia con el aumento de recursos fiscales sino debido a dicho aumento. Tampoco es coincidencia que surja en esta misma época una política de desarrollo basada en la creación de empresas estatales. Desventajas de las estatales Es necesario considerar que las empresas estatales tienen por lo menos tres carac-terísticas que las ponen en desventaja para gestionar los recursos y alcanzar los obje-tivos que se les encomiendan. El prime-ro deviene del hecho de que la decisión de invertir suele ser política. Es decir, la identificación del producto o servicio a producir y la asignación de recursos pú-blicos para hacerlo no responde a nece-sidades del mercado sino a estrategias políticas. Explotar un recurso, dinamizar una zona, satisfacer una presión, resolver una necesidad que los políticos consideran prioritaria son motivos habituales. Por tanto, hay más voluntad (o voluntarismo) que una evaluación de costo beneficio, que es lo que predomina en el campo privado. La probabilidad de que esa decisión tenga justificación económica es tan baja que re-sulta más bien una casualidad. En segundo lugar, la asignación de recursos no pasa por filtros competitivos. Las empresas estatales no buscan finan-ciamiento sobre la base de su proyecto. Cuando no lo tienen garantizado (por transferencia de recursos públicos), lo tienen facilitado por la garantía estatal. El acceso a esta fuente de financiamiento permite a las empresas estatales eludir los engorrosos procedimientos de evalua-ción técnica, financiera, de riesgo y de garantías que exigen los bancos y otras instituciones financieras. Finalmente, la relación entre propietario y administra-dor (principal y agente) no depende de la empresa sino de la calidad de la repre-sentación política y de las instituciones democráticas. Si éstas son muy débiles o hay mediaciones imperfectas, cualquier grupo puede plantear exigencias a la em-presa a título de ser dueños de la misma, y la gestión se vea agobiada por presiones. Gran parte de la literatura que res-palda el estatismo productivo insiste en que las empresas públicas no deben ser evaluadas por sus utilidades sino por sus efectos en la provisión de ingresos y en la creación de empleo. Si así fuera, debe-rían ser evaluadas en comparación con otros mecanismos de distribución de ingresos; entonces se verá que hay otras formas de hacerlo, a menos costo y con mejores resultados. Ej: los bonos. La alternativa Estas reflexiones y observaciones no son un alegato en contra de la intervención del Estado en la economía. Pero sí contra una forma de intervención que es inefi-ciente y costosa para la sociedad. Existe una alternativa. Si lo que se pretende es aprovechar un recurso, dinamizar una zona, o satisfacer una necesidad, el Esta-do puede lograrlo más rápida y eficien-temente con un sistema de adquisiciones que garantice la competencia entre pro-veedores y premie a quienes ofrezcan mejores medios para satisfacer una nece-sidad, tanto de calidad como de precio. Los economistas saben que las necesida-des son finitas pero las maneras de satis-facerlas son infinitas. ¿Cómo mejorar la nutrición de los niños si solamente con-sideramos leche escolar y galletas? ¿No funcionará mejor una tablilla de tarwi y quinua con plátanos secos y un jugo de frutas? Mediante sus compras, el Esta-do puede estimular la economía y crear empleos con mucha mayor eficiencia que por la producción directa de unos pocos bienes, además de impulsar la innovación y distribuir mejor los recursos. Un sistema de adquisiciones abier-to a la innovación y transparente pue-de estimular la competencia generan-do múltiples iniciativas. Por supuesto, siempre hay riesgo de corrupción y que las compras beneficien a los favoritos políticos o amigos de los burócratas. Pero es más fácil de identificar y corre-gir que en el caso de las empresas, que también hacen compras, y los errores son considerablemente menos costosos. Las empresas estatales son difíciles de cerrar y muchas veces la inversión reali-zada es irrecuperable. Si en una compra no se logran los resultados esperados o hay corrupción, se suspende el ciclo y se abre un nuevo concurso. Como puede ejercerse control por resultados es fácil, rápido y barato corregir los problemas. Mi conclusión es que no hay con-diciones institucionales para que las empresas estatales operen bien. Aún si se superara esa enorme dificultad, ellas tienen muchas desventajas como instru-mento de desarrollo y no son la mejor opción. La intervención estatal sería más eficaz a través de un sistema transparen-te, abierto y competitivo de compras. * Economista, director de CERES.
  • 6. 6 / contrapuntos Agosto 2014 / Nº 148 La economía boliviana en la encrucijada electoral Bernardo Corro Barrientos* Las políticas aplicadas en los últimos años no contribuyeron a resolver el grave problema del atraso económico, del empleo y de los ingresos de las familias. ¿Qué está en juego en las elecciones de octubre? ¿Se trata sólo de cam-biar un presidente por otro? ¿Se trata de cambiar o fortalecer el au-toritarismo actual? ¿Se trata de mejorar o estancar la economía y las condiciones de vida? Las respuestas a estas pregun-tas no están claras. Los padres de familia aún no saben cuál será el futuro para sus hijos y para el país. Uno de los interrogantes serios es sobre el desarrollo económico. Las po-líticas aplicadas en los últimos años no contribuyeron a resolver el grave pro-blema del atraso económico, del empleo y de los ingresos de las familias. Muchos se dan cuenta que el país vive actualmen-te una prosperidad superficial y efímera, que pronto cambiará cuando caigan los precios internacionales del gas que el país exporta. El modelo burocrático de Estado y el “síndrome holandés” El modelo económico burocrático actual se encuentra, en efecto, fuertemente in-fluenciado y dependiente del fenómeno económico conocido en la literatura eco-nómica como el “síndrome o la enferme-dad holandesa”. La enfermedad consiste en que por la fuerte demanda cíclica in-ternacional de recursos naturales, como el gas, los ingresos crecientes del país desde el año 2004 generan consecutiva-mente una fuerte demanda al exterior de bienes manufacturados de consumo y otros. Las importaciones en aumento de estos bienes, por vía de importacio-nes legales e ilegales, se traducen en una competencia desleal y avasallante sobre los productos manufacturados y otros nacionales. Esto genera quiebras y pérdi-das a los productores nacionales grandes, medios, chicos y micros, incluyendo a los campesinos e indígenas, de los dife-rentes sectores y regiones. El incremento del consumo interno de algunos sectores sociales, fenómeno que ocurrió en varios países latinoamericanos, contribuye al bloqueo de importantes sectores produc-tivos internos. Por otra parte, los ingresos cre-cientes del Estado por las exportaciones de gas (así como otros ingresos anuales como el narcotráfico y las remesas de bolivianos en el exterior), se traducen en un incremento del gasto público y privado en la economía. Estos gastos ge-neran, sin embargo, altas presiones in-flacionarias, que el gobierno aplaca con la oferta externa, con importaciones y el contrabando. De este modo, los sectores productivos internos se encuentran blo-queados en su desarrollo. menticios. Con el pretexto de “bajar la inflación y el costo de la canasta básica de los alimentos y bienes de consumo”, el gobierno abre ampliamente las puer-tas a la producción externa y bloquea el desarrollo y la modernización de las pe-queñas unidades productivas nacionales. En tercer lugar, al bloquear las actividades mencionadas, el gobierno bloquea simultáneamente la innova-ción y el desarrollo tecnológico de las mismas, lo que significa el bloqueo del mejoramiento tecnológico del sector productivo mayoritario del país. El de-sarrollo futuro productivo y tecnológico del país se encuentra, por consiguiente, bloqueado y las empresas mayoritarias se ven imposibilitadas de modernizarse para enfrentar la oferta externa. Progra-mas gubernamentales lujosos tales como el satélite, el teleférico o la distribución de computadoras no podrían contribuir a la modernización de las empresas más chicas, pero sí contribuyen al aumento de la dependencia tecnológica externa. La opción del modelo burocrático de potenciar únicamente los enclaves extractivos estatales y a los monopolios privados aliados, beneficiados con la “enfermedad holandesa”, se traduce en que éstas, intensivas en altas tecnologías, incrementen anualmente su propia de-pendencia de las importaciones de tec-nologías e insumos extranjeros (el caso de las importaciones masivas de auto-móviles). Como resultado, el modelo burocrático y monopólico actual se ca-racteriza, por una parte, por incremen-tar su propia dependencia tecnológica externa y, por otra parte, por causar el bloqueo tecnológico de la gran mayoría de las empresas más pequeñas de los di-versos sectores productivos. En cuarto lugar, la opción de la élite burocrática por potenciar en prioridad al sector estatal y a los pequeños gru-pos monopólicos privados, excluyendo a las empresas privadas más pequeñas, bloquea la diversificación sectorial de las actividades productivas. En este con-texto, el sector industrial manufacturero privado más pequeño continúa consti-tuido mayoritariamente, como hace cien años, por las actividades de producción de alimentos y bebidas, es decir, por ac-tividades fuertemente atrasadas en tec-nología y sin capacidad de integración tecnológica dinámica con otros sectores tanto internos como externos, tanto ur-banos como rurales. Estas empresas, al preservar su tecnología atrasada, no tie-nen capacidad para impulsar y arrastrar el desarrollo de otras cadenas produc-tivas situadas en los diferentes sectores como en la pequeña y mediana agricul-tura, en la minería, en la agroindustria, en la metalmecánica y otras. En quinto lugar, la opción burocrá-tica de limitar su política económica al potenciamiento de los enclaves extractivos estatales y monopólicos privados y a la no diversificación productiva, no tiende tam-poco al desarrollo de las diversas regiones del país. El modelo burocrático se encuen-tra en realidad imposibilitado estructural-mente de promover el desarrollo equili-brado de los diversos sectores productivos ubicados en las diversas regiones. Las Mypes y las artesanías urbanas Las micro y pequeñas empresas ya sean de los sectores productivos, de servicios y comerciales del sector urbano, es decir, la gran mayoría de las empresas de las ciu-dades, son las que más sufren –junto con los campesinos e indígenas– de la políti-ca estatista burocrática. Para reducir las fuertes presiones inflacionarias provoca-das por la política de potenciamiento y de dependencia externa de los enclaves extractivos, el gobierno promueve las importaciones masivas y el contrabando de bienes manufacturados y de consumo a precios bajos. Las Mypes, bloqueadas por las políticas gubernamentales que impiden su desarrollo tecnológico se en-cuentran incapacitadas de competir en igualdad de condiciones contra estos pro-ductos, por lo que sus mercados locales se reducen cada vez más.­Frente a la situación económica y social cada vez peor de los pequeños productores, artesanos y comerciantes de las ciudades, el gobierno implementó hace poco un programa de “microfinan-zas y microcrédito” dirigido a promover sus actividades. En el pasado tanto este gobierno como los anteriores ejecutaron programas similares pero fracasaron. Estos programas, caracterizados por créditos a bajas tasas de interés y plazos largos, impactan negativamente contra la economía de estos productores, por-que tienden a incrementar la sobreoferta de sus bienes y a provocar la caída de sus precios. Con estos programas la oligar-quía burocrática de Estado somete a los pequeños productores a una competen-cia capitalista desleal que limita sus posi-bilidades de sobrevivencia. Los pequeños campesinos e indígenas Los pequeños campesinos y los indíge-nas constituyen otro importante sector social y productor fuertemente golpeado y explotado por el modelo estatista buro- El modelo económico burocrático actual, dependiente de los recursos na-turales, en lugar de enfrentar al fenóme-no cíclico de la enfermedad holandesa, se ha sometido a su dinámica, lo ha con-vertido en su “modelo económico”, y no ha tomado las medidas para un desarro-llo interno diversificado y equilibrado de largo plazo. Estancamiento de la matriz y efectos en la economía El gobierno ofreció en 2006 con el Plan Nacional de Desarrollo y lo repitió en 2010 con la Constitución Política del Estado, que para lograr el desarrollo era necesario cambiar la matriz productiva y “pasar de un modelo productor y expor-tador de materias primas a un modelo productor y exportador de manufactu-ras”. Nueve años después, sin embargo, el país continúa con la matriz productiva de hace cien años y dependiendo cada vez más de la exportación de gas. No se generó en los últimos años ni ampliación de la producción de materias primas ni la diversificación de las actividades pro-ductivas. Los factores estructurales pro-fundos que generaron el atraso histórico de largo plazo y el subdesarrollo perma-necen y se amplían. El estancamiento acentuado con el modelo burocrático de Estado tie-ne varias consecuencias negativas. Pri-meramente, la promesa de pasar a “un modelo productor y exportador de ma-nufacturas” fue interpretada por el go-bierno de manera burocrática, restrictiva y excluyente. En lugar de promover con ese objetivo el desarrollo de los diferen-tes sectores productivos, el gobierno se ocupó únicamente de potenciar al sector estatal extractivo y excluyó a las empre-sas micro, pequeñas y medianas, es de-cir, a la inmensa mayoría de las fuerzas productivas del país. Al cabo de 9 años, sin embargo, la élite burocrática en el poder no logró ni siquiera plantar los cimientos de una base industrial estatal sólida y diversificada de recursos natu-rales ni tampoco impulsar la integración de los sectores empresariales medios, chicos y micros con la transformación de los recursos naturales. El 90% de las empresas del país y del empleo, urbano y rural, continúan aislados y atrasados, sin perspectivas de desarrollo. En segundo lugar, las unidades em-presariales medias, chicas y micros, no sólo fueron excluidas sino que sufren también cada vez más por la política gubernamental antiinflacionaria de pro-moción de importaciones y del contra-bando de bienes manufacturados y ali-
  • 7. Agosto 2014 / Nº 148 contrapuntos / 7 crático. La oligarquía burocrática somete igualmente a estos pequeños campesinos a la competencia capitalista más sañuda y desleal con las importaciones y el con-trabando masivo de bienes agrícolas y alimentarios. Con el objeto de reducir la inflación de los precios de los alimentos provocados por su política de enclaves extractivos y de enfermedad holandesa, el gobierno fomenta, por una parte, las importaciones y el contrabando de ali-mentos y, por otra parte, ejerce una po-lítica sañuda de represión de los precios de los campesinos e indígenas en los mer-cados locales y citadinos. El gobierno no hizo nada en estos 9 años para fortalecer la capacidad productiva de los pequeños campesinos e indígenas de los valles, del altiplano y del trópico para que puedan enfrentar a las importaciones y al contra-bando. Además, con el objeto de deprimir aún más y permanentemente los precios de los campesinos e indígenas, el gobier-no implementa en estos sectores “pro-gramas de desarrollo agrícola” tendientes al incremento del volumen de la oferta agrícola y a la caída brutal consecutiva de los precios. Estos programas se realizan con el suministro de fertilizantes y con crédito agrícola, muchas veces mediante tasas elevadas de interés. La caída de pre-cios genera, sin embargo, fortunas a po-cos intermediarios y comerciantes, pero logra la reducción del costo de la canasta básica en las ciudades, que es el objetivo del gobierno. El gran perdedor y el más explotado con estos “programas de desa-rrollo” del gobierno “indígena-popular” es, lamentablemente, el pequeño campe-sino y el indígena de las distintas regiones. El modelo estatista burocrático causará, con el tiempo, otros efectos en la sociedad, a medida que descienden los precios de las materias primas en el mercado internacional. Este descenso ya comenzó en realidad. Uno de los efec-tos será el descenso del gasto público gubernamental, lo que repercutirá en la disminución del financiamiento de los programas del gobierno. Esta situación no será bien recibida por los distintos sectores de la población. En previsión de las protestas populares, el gobierno se prepara para modernizar y fortalecer sus aparatos represivos. * Doctor en economía. —¿Este es el cementerio de El Alto? –pregunta una mujer de cuarenta años. —No, es el cementerio de La Paz –contesta su acom-pañante, un hombre mayor. Es el primer viaje de ambos en la línea roja del telefé-rico que se inauguró hace pocos meses. Ella está vestida con un trajecito sastre negro, maquillaje que apenas se nota y melena oscura, lacia y brillante que le llega hasta el cuello. Él tiene el pelo canoso y usa anteojos, viste terno gris con chaleco, camisa blanca y corbata oscura medio suelta, zapa-tos negros bien lustrados. Giran la cabeza y miran a un lado y al otro, al frente, hacia atrás, hacia abajo. Están en medio de la hoyada, flotando hacia la planicie alteña. Después de salir de Ayajuni, la estación del cemente-rio, el hombre mira hacia arriba y exclama: “Es una ciudad naranja”. Sí, naranja por el ladrillo pelado de las casas de las laderas, también por el reflejo del sol que rebota en los vidrios de las ventanas y resalta el color de los muros. Ni el imponente cielo despejado, ni las afiladas puntas del Illima-ni capturan su atención. Y es que el teleférico es una experiencia turística no sólo para extranjeros, sino también para los propios pace-ños. Viajantes ocasionales que sólo han visto la autopista, la Curva del Diablo, árboles y construcciones precarias des-conocen qué hay detrás de esos límites. La vista desde el teleférico pone calles y avenidas allá donde se pensaba que había sólo bosque. Pone techos de calamina y patios con ropa colgada al sol donde sólo se imaginaban cantinas. El paisaje de arquitectura cuetillo combinada con la informali-dad de viviendas de siete pisos sorprende a urbanistas, turis-tas y planificadores. Los paceños incorporarán el detalle de estas laderas en su mapa mental de la ciudad. * * * —¿Cuánto tiempo tomará llegar hasta El Alto ahora, no? - Pregunta la misma mujer, otra vez en voz alta. —12 minutos –contesta sin titubear otra pasajera que va en el mismo cubículo. Como si contara los segundos, la mujer de pollera, manta y tonguito a un lado sobre la cabeza, sabe perfecta-mente el tiempo de viaje. Y continúa: “Antes, en minibús, tomaba veinte minutos, media hora. Ahora es doce minu-tos.” Es la primera vez que los commuters alteño-paceños pueden cronometrar con exactitud el tiempo que les tomará el viaje desde Taypi Uta, la ex-estación de trenes de La Paz, hasta El Alto. Se rompe por primera vez con la incertidum-bre del transporte público. Salvo fallos técnicos que sí suce-den, no hay trancadera, ni desfile que cambie los planes de viaje. Se domestica la difícil geografía paceña, se introducen molinetes, tarjetas magnéticas, paradas específicas y un peso máximo en cada vehículo (750 kilos, 1653 libras, 10 perso-nas de 75 kilos). Metro en el cielo, dicen afuera; moderni-dad del Siglo XXI, dicen por acá. * * * Al llegar a Jach’a Qhathu, la estación de El Alto, una voz repite por el altoparlante que está prohibido quedarse a fo-tografiar La Paz desde la zona de desembarque. La reciente apertura del mirador y el patio de comidas en el segundo piso alivian un poco la ansiedad, pero no hay nada como salir del edificio y ver, a la derecha, un letrero blanco de tocuyo que da la bienvenida a los visitantes: “Welcome… Bienvenue… Wi-lkommen… to El Alto. 10 Bs. la entrada.” El letrero está jus-to encima de una típica casa alteña, con una puerta de garaje roja y un patio lleno de mesas y sillas de plástico con el logo de una popular gaseosa. Al fondo, las cinco gradas de ma-dera, casi una escalera, llevan a la terraza de tres metros por uno. En el piso, un rectángulo de metal que estuvo alguna vez en la pared de una esquina anuncia: Avenida Panorámica. El muro a medio construir le hace honor al título. Desde aquí se pueden ver la autopista, las estaciones del teleférico, el Huayna Potosí y el bosquecillo de Pura Pura. El dueño, un hombre de unos sesenta años, cuenta sus planes de ampliar la terraza para ofrecer alimentos y bebidas. Luego, recibe a una pareja de turistas franceses que acaban de llegar. Ganó cuarenta bolivianos en tres minutos. Con el teleférico se mercantilizan las alturas. No falta nada para que las góndolas expongan el logotipo de una empresa –como ya hicieron con Evo, el Bolívar y la última película boliviana. También los techos adquieren va-lor. Algunos ya aparecen pintados con los colores de una compañía de teléfono; otros, con el logo de una marca de fideos. Hasta hace poco nomás, eran espacios impensados para gigantografías. Tal vez los dueños empezarán a vender espacios por metro cuadrado de acuerdo a la distancia con las cabinas del teleférico. La Alcaldía tendrá que conseguir stickers de “Publicidad No Autorizada” tamaño techo por si acaso. Son muchas las posibilidades de negocio. * * * Luego de varios años de vigencia de un sistema semi-informal y privado de transporte urbano, ingresamos en una etapa de iniciativas estatales para transformarlo. El teleféri-co (y también los buses Puma Katari en La Paz y Sariri en El Alto) ya generan impactos masivos y diversos en la forma cómo vivimos y pensamos ambas ciudades. Además de las evidentes transformaciones de los alrededores y el transpor-te público en sí, existen dos efectos inmediatos. Por un lado, y más allá del uso del teleférico con fines de propaganda política, la población tiene evidentemente una sensación de que las ciudades crecen y se modernizan. Esto, gracias a la infraestructura y eficiencia impecables de un teleférico que no tiene nada que envidiar a sistemas de transporte de países más desarrollados. Por otra parte, propios y extraños pueden conocer espacios urbanos antes inaccesibles, desde perspectivas nuevas y originales. Más allá de todo esto, sin embargo, queda ver cómo estas transformaciones afectarán, primero, a la masa de transportistas –por ejemplo a aquellos que, recién salidos de colegio, se endeudaron para comprar su vehículo. Y se-gundo, habrá que ver el efecto en la supuesta capacidad de integración de dos ciudades hermanas que muchas veces rehúsan a mirarse de frente. A pesar de lo fácil que resulta llegar de un punto a otro en cuestión de minutos, todavía algunos sólo pueden (o quieren) visitar estos espacios desde las alturas, sin mezclarse, desde cabinas cerradas e hipervi-giladas. * Sociólogo. University of Texas at Austin. Hello La Paz, welcome to El Alto Una experiencia etnográfica en la Línea Roja del Teleférico Jorge Derpic* La esquina 150 x 120 cm.
  • 8. 8 / debate Agosto 2014 / Nº 148 La justicia se nos muere* Henry Oporto** La carga procesal acumulada, sumada al descalabro del sistema judicial es una bomba de tiempo. En la judicatura no se paga el trabajo sino la sumisión. El camino de la solución pasa por un acuerdo político nacional, respaldado por la sociedad. O sea, un Pacto de Estado por la Justicia, que comprometa la voluntad de los actores políticos para encaminar una regeneración profunda, integral y de largo plazo. Mientras se desnuda el fracaso de la política ju-dicial, y son más evidentes los efectos deplo-rables de la elección popular de magistrados, el sistema judicial se desmorona y crecen los síntomas de colapso en la administración de justicia. Crece la mora judicial: Según datos oficiales, las causas resueltas en todas las materias judiciales, apenas alcanzan al 31% de las causas ingresadas, mientras que las causas pendientes llegan al 69%. De cada tres cau-sas radicadas en los juzgados, al menos dos son causas pendientes. En ciertas materias (Instrucción Cautelar, Ejecución Penal y Administrativo-Coactivo Fiscal) las causas rezagadas se sitúan entre 85 y 90%. Sobrecarga procesal en los juzgados: La brecha entre el aumento de las causas y el reducido número de juz-gados es creciente. Como resultado, el promedio de casos por juez no ha dejado de crecer, alcanzado pro-porciones extraordinarias e inauditas. El promedio na-cional en materia de Instrucción Cautelar Penal, es de 2.470 casos por juez. En las ciudades de Cochabamba y Santa Cruz este promedio supera incluso los 3.000 casos por juez, en un solo año. Pocos países en el mundo deben presentar cifras de una concentración tan grande de causas en tan pocos funcionarios. La acumulación de la carga judicial es también efecto de la sañuda persecución judicial contra oposi-tores y funcionarios de anteriores gobiernos; muchos de estos casos llevan años, sea para mantener la presión o simplemente por el temor de los jueces de cerrar los casos. Jueces y fiscales saturados: El drama de falta de jue-ces se reproduce en el Ministerio Público. Entre 2008 y 2011, el número de fiscales en todo el país creció en apenas 2%, un incremento ridículo e insuficiente fren-te al crecimiento de las causas que, en el mismo período aumentaron un 13.5%. Así, entre los años 2008 y 2012, el número de causas por fiscal (como promedio nacio-nal), en las nueve capitales de departamentos, había su-bido de 165 a 179 causas. No obstante, en los últimos dos años esta cifra puede incluso haber aumentado; datos no oficiales indican que en las ciudades del eje central, el promedio de causas atendidas por cada fiscal bordearía los 500 casos. Procesos sin sentencia: Comparando los datos de la gestión 2010, las imputaciones formales presentadas durante ese año, alcanzaron a 20.670 en todo el país. En cambio, las sentencias dictadas por los tribunales fueron apenas 874; esta cifra, que representa un escaso 4% del número de imputaciones, dice por sí misma de la falta de justicia para miles de personas y familias. Cárceles hacinadas: Con la falta de sentencias de los tribunales, aumenta también la cantidad de presos sin sentencia ejecutoriada. Según el Defensor del Pueblo, la población carcelaria en Bolivia hasta el año 2011, alcanzaba a 13.500 presos, de los cuales una inmensa mayoría (83.6%) eran detenidos sin sentencia, lo que es una flagrante violación de los derechos humanos. Esta enorme masa de privados de libertad, sin sentencia eje-cutoriada, que no deberían estar en las cárceles y que no obstante están condenados a condiciones infrahu-manas de prisión, es una de las principales causas de la sobrepoblación carcelaria, estimada en 233%. Bolivia es el segundo país en el hemisferio con el mayor ha-cinamiento carcelario (Observatorio de Seguridad de la OEA). Menos presupuesto para justicia: Si para 2005, el gas-to en el Sector Justicia (Poder Judicial, Fiscalía y Mi-nisterio Público) era algo menos del 2% del gasto total del sector público, durante los nueve años siguientes ese porcentaje ha caído; en 2013, el presupuesto pro-gramado del Sector Justicia (Bs. 826.727.362), fue ape-nas el 0.36% del PGN (Bs. 228.285.224.092). La captura política de la justicia La elección de autoridades judiciales, ha cumplido con creces el objetivo de captura de la administración de justicia, para someterla y manipularla según los intere-ses y necesidades del poder político. Todo ello a costa de agravar los males de la justicia. Al desaparecer todo vestigio de independencia, institucionalidad, carrera judicial y meritocracia, lo que vale ahora es la sumisión con los gobernantes, el padrinazgo, el cuoteo político y sindical, la habilidad para sobrevivir en aguas turbu-lentas. Hay una inversión de valores que ha puesto a la justicia patas arriba. Los tribunales son una chacota; impera el caos, las trifulcas internas, las pugnas de poder, la presión corporativa y la inestabilidad crónica. Jueces y fiscales están sometidos a premios y castigos y son enteramente desechables. Han surgido inéditas redes de corrupción y extorsión. El sistema judicial está atorado, nada fun-ciona y nadie cree en la justicia. La aventura del go-bierno ha devenido en una judicatura disfuncional y corrupta; un verdadero descalabro institucional. Salvemos la justicia Del sistema judicial se espera tres funciones clave: i) pro-teger la libertad y los derechos de las personas; ii) dar se-guridad jurídica a la actividad económica, los negocios, las relaciones laborales, los contratos entre particulares, etc.; iii) garantizar el orden, el respeto a la autoridad, el cumplimiento de la ley, la seguridad de las personas, y en fin, la paz social. En ausencia de justicia reina el caos y la anarquía o bien la tiranía y el despotismo. Si el sistema judicial no cumple esos roles esenciales, no hay Estado de derecho; significa que el órgano judicial está imposibilitado de limitar y ser un contrapeso eficaz de las decisiones de los gobernantes. Y sin Estado de dere-cho y sin equilibrio de poderes, simplemente no existe democracia –que es la situación de Bolivia–. * Versión resumida de la ponencia del autor, presentada en el Coloquio sobre Justicia, organizado por las fundaciones Milenio y Pazos Kanki, La Paz, 31/07/2014 ** Sociólogo, investigador de la Fundación Pazos Kanki. Incognito 76 x 76 cm.
  • 9. Agosto 2014 / Nº 148 debate / 9 Pacto de Estado por la Justicia, bien puede comenzar con un acuerdo político para conformar una Comisión de Notables, presidida por el Defensor del Pueblo e integrada por otras cuatro personalidades probas y de reconocida trayectoria y credibilidad. Esta comisión tendría la misión, en un plazo determinando –por ejemplo, 90 días–, de formular un Plan de Regeneración e Institucionalización de la Justicia, con el compromiso de los partidos de viabilizar sus propuestas a través de las acciones constitucionales, legales, reglamentarias y administrativas necesarias. Una fórmula que funcionó en el pasado La idea de una Comisión de Notables se basa en la expe-riencia de la Corte Electoral de “notables”, constituida a partir de un acuerdo político (el año 1991) para superar una delicada crisis política que había sido provocada dos años antes por los desmanes y la actuación parcializa-da de “la banda de los 4”; que es así como se conoció popularmente a la Corte Electoral Nacional, en ese entonces integrada por representantes de los partidos políticos. Para la percepción generalizada, los resultados de los comicios generales de 1989 fueron manipulados a fin de favorecer la elección de uno de los candidatos presidenciales, lo que derivó en el descrédito de la auto-ridad electoral y en general del sistema electoral. Afor-tunadamente para la democracia boliviana, los partidos políticos tuvieron entonces la capacidad de reaccionar oportunamente, entregando la conducción del sistema electoral a un grupo de “cinco ciudadanos notables”, en-cabezados por Huáscar Cajías, y asumiendo el compro-miso de someterse a las decisiones de este nuevo árbitro electoral. Sin duda, aquella fue una decisión providen-cial, que permitiría reencauzar los procesos electorales y restablecer la confianza en el sistema electoral. Entre la situación vivida entonces por el sistema electoral, y la que hoy soporta la justicia, puede trazarse un paralelo. Y si entonces fue posible remontar aquella crisis mediante un acuerdo interpartidario, y la confor-mación de un renovado órgano electoral independiente e imparcial, que era una prenda de garantía para todos los actores políticos y la ciudadanía en general, ¿por qué no aplicar una fórmula igual al momento dramáti-co que atraviesa la justicia? La consecuencia del descala-bro judicial es la falta de justicia, que afecta a la inmensa mayoría de los bolivianos,­directa o indirec-tamente. El Estado plurinacional es incapaz de proveer un servicio básico a la sociedad como es la jus-ticia, o sea un sistema judicial que funcione y sea accesible y oportuno y, por cierto, idóneo y confiable en sus fallos. Despojado de toda inde-pendencia y capacidad efectiva para su función institucional –que inclu-ye el control de la constitucionali-dad de las leyes–, el sistema judicial ha perdido la jerarquía de un poder de Estado; su condición actual es la de un órgano subsidiario del poder político.1 Son tan abrumadores los pro-blemas de la justicia, que si no hace-mos algo efectivo, y pronto, las con-secuencias pueden ser muy graves. Es preciso evitar que los juzgados y tribunales, saturados de carga pro-cesal, colapsen irremediablemente. Ya no se trata únicamente del des-crédito de las autoridades judiciales elegidas o impuestas a dedo. El ma-lestar social es tal, que expresiones de repudio y descalificación pueden tomar cada vez más fuerza. Quienes han ocasionado y agravado esta crisis, no pueden ser los mismos que la remedien –ya han demos-trado sobradamente su incompetencia, y la pérdida de todo resto moral–. La situación actual no admite más parches, improvisaciones o medidas cosméticas Para arreglar la justicia hay que tomar el toro por las astas y encarar la crisis en toda su dimensión. El camino de la solución pasa por un acuerdo político nacional, respaldado por la sociedad. O sea, un Pacto de Estado por la Justicia, que comprometa la voluntad de los actores políticos para encaminar una regeneración profunda, integral y de largo plazo, más allá de un gobierno u otro, de modo que las acciones correctivas tengan continuidad y que las transforma-ciones puedan madurar en sus logros y resultados, evitando el círculo vicioso de reformas y contrarre-formas, que desmantelan todo lo precedente o que siempre están comenzando desde cero. Este pacto de Estado resulta tanto más necesario por cuanto es im-pensable arreglar la justicia sin restituir el principio de la independencia judicial como la piedra angular sobre la que debe operar la gestión judicial; y tam-bién para hacer posible una reingeniería en el sistema judicial, abarcando todas sus instituciones –incluso la Policía y la Contraloría–. Una reingeniería institucio-nal sustentada en principios meritocráticos, que reva-lorice la carrera judicial y la profesionalización de la justicia, como la mejor garantía para que la judicatura responda a las necesidades del país, tanto como a los requerimientos de la gente. Para todo eso es imperativo un consenso nacional básico, de tal manera que la política judicial sea consis-tente, eficaz y perdurable en el tiempo, independien-temente de quién ejerza el gobierno. Un consenso así requiere del acuerdo y el compromiso de los partidos, en su máximo nivel, y luego refrendado en el parla-mento, como depositario de la soberanía popular. Un 1 La nueva Constitución ha cambiado la denominación de “Po-der Judicial” por el de “Órgano Judicial”, como si los autores del texto constitucional hubieran querido dejar implícito que en el Estado Plurinacional existe un poder único, concentrado en el gobierno, y que los otros (el legislativo y el judicial) son acceso-rios; ramas funcionales que se desprenden del poder político. Un Plan de Regeneración e Institucionalización de la Justicia, tendría que señalar un conjunto de propuestas concretas en aspec-tos tales como el presupuestario de la judicatura, la actualización de códigos y normas, la formación y capacitación de jueces y fiscales, la transparencia en la gestión judicial, el combate a la corrupción, el régi-men penitenciario, la jurisdicción indígena, etcétera. Pero esto no es suficiente. La situación de emergen-cia en la justicia, amerita otras medi-das excepcionales que puedan aliviar la carga procesal –acorde a la gravedad del problema–, y devolverle a la ciu-dadanía una cierta confianza en la utilidad del sistema judicial. Las actuales autoridades ju-diciales podrían facilitar las cosas, presentando renuncia de sus cargos. Si no lo hacen, la Asamblea Legis-lativa debería determinar la revoca-toria de mandato de los miembros del Órgano Judicial, del Tribunal Constitucional y del Consejo de la Magistratura. Esto lo puede hacer, mediante una ley interpretativa del artículo 195 de la Constitución, que faculta al Consejo de la Magistratu-ra, promover la revocatoria de mandato de los magis-trados del Tribunal Supremo de Justicia y del Tribunal Agroambiental por faltas gravísima en el ejercicio de sus funciones. La renuncia o revocatoria de las autori-dades superiores de justicia, sería seguida de la recom-posición de los órganos judiciales, a través de un acto de elección de la Asamblea Legislativa, sustentada en el voto consensuado de todas las fuerzas parlamentarias, y como parte del acuerdo político para encarar la crisis de la justicia. Sería ideal que, en el contexto de la actual campa-ña electoral, los candidatos presidenciales, asuman el compromiso de propiciar, como una de sus primeras tareas de gobierno, los entendimientos políticos nece-sarias para la conformación de la Comisión de Institu-cionalización y Regeneración de la Justicia, y compro-meterse a trabajar en forma coordinada con el próximo parlamento, los partidos políticos y las instituciones de justicia, en todas aquellas acciones que fueren reco-mendadas por dicha comisión. Pero hay obstáculos que pueden anular cualquier posibilidad de encaminar una salida a la crisis judicial vía un acuerdo político. El mayor escollo es la renuen-cia del MAS a dejar de instrumentalizar el aparato judi-cial y aceptar un modelo de justicia con autonomía del poder político, propio de un Estado democrático y de derecho. Aquí no caben ilusiones. Entretanto un parti-do –como lo ha sido el MAS en el último tiempo– siga siendo tan dominante en el sistema político y retenga el control absoluto del parlamento, lo más probable es que nada cambie en la justicia y que las instancias judiciales continúen atadas a ese poder sofocante. El rescate de la justicia presupone una evolución distin-ta del proceso político. Si el país no supera esta fase de hegemonía partidista –y su correlato de un régimen autocrático, que descarta de plano concertar políticas nacionales– y no es posible un cierto equilibrio de fuer-zas, que le devuelve peso propio a la oposición política, querrá decir que no se dan las condiciones necesarias para un pacto nacional. Regenerar la justicia no sólo es cuestión de vo-luntades. Quizás lo decisivo sea la correlación de fuer-zas. Lo sabremos después de los comicios generales de octubre.­Ahi voy 30 x 30
  • 10. 10 / debate Agosto 2014 / Nº 148 Los Derechos de la Naturaleza o el derecho a la existencia (I) Alberto Acosta* Escrito como Prólogo al libro de Eduardo Gudynas, este texto concibe la Naturaleza con mayúscula porque propone un asunto mayúsculo, mucho más grande y trascendente de lo que nos habíamos acostumbrado a entender, al menos en la civilización occidental. “Hoy predomina una ética ecológica, fundada en el deseo de sentirse parte del cosmos, en la apreciación de las relaciones de todo con todo para salvar el sufrimiento por la fractura, exclusión y separación del mundo”. Enrique Leff; Saber ambiental, 2007. Entender la Naturaleza con mayúscula es el lla-mado que nos hace Eduardo Gudynas para abordar un tema vital, que se posiciona cada vez más en el debate. No se trata simplemente de asumir la Naturaleza con mayúscula para denominar-la como nombre propio y relievar así su importancia. Su visión va más allá. La Naturaleza con mayúscula propone un asunto mayúsculo, mucho más grande y trascendente de lo que nos habíamos acostumbrado a entender, al menos en la civilización occidental. Y en ese tenor Gudynas propone comprender también la Naturaleza desde otras lecturas y otras culturas, como es el caso de la existente desde el mundo de la Pacha Mama, en el que las personas integran la Naturaleza. A partir del reconocimiento de que la Naturaleza no es infinita, que tiene límites y que estos límites están a punto de agotarse, si no lo han sido ya, Gudynas nos invita a ubicar el tema en su verdadera dimensión. Hacer honor a este esfuerzo de Eduardo Gudynas, con estas pocas líneas, es una tarea compleja. El reto lo asumo con enorme entusiasmo, procurando presentar las principales ideas fuerza del autor. Y en esa dirección he obviado poner las citas académicamente correctas de mu-chas de las reflexiones que haré, en su mayoría provenien-tes del mismo texto de Gudynas, con el fin de facilitar la lectura de este prólogo que espero sirva de estímulo para atraer a la mayor cantidad posible de lectores y lectoras. El mundo del futuro visto desde un presente irrepetible Desde los albores de la Humanidad el miedo a los im-predecibles elementos de la Naturaleza estuvo presen-te en la vida de los seres humanos. Algunas culturas entendieron que, al formar parte de lo natural, debían tener respeto y buscar las formas más armónicas de convivencia entre todos los seres vivos. Muchas de esas culturas biocéntricas aún superviven en la actualidad. Son culturas que asumieron en la práctica, como algo normal, lo mayúsculo de la Naturaleza. Pero en otras culturas, sobre todo en las que sos-tendrían el surgimiento y consolidación de la actual ci-vilización, la capitalista, transformaron paulatinamente la ancestral y difícil lucha por sobrevivir en un desespe-rado y sistemático esfuerzo por dominar la Naturaleza. El ser humano de la modernidad, con sus formas de organización social antropocéntricas, se puso –figurati-vamente hablando– por fuera de la Naturaleza. Se llegó a definir la naturaleza, con minúscula, sin considerar a la humanidad, también con minúsculas, como parte integral de la misma. Y con esto quedó expedita la vía para someterla y manipularla. Frente a esta añeja visión de dominación y explo-tación, sostenida en el divorcio profundo de la sociedad humana y la Naturaleza, causante de crecientes proble-mas globales, han surgido varias voces de alerta. Gudynas viene sosteniendo desde hace muchos años, que la acumulación material –mecanicista e interminable de bienes–, asumida como progreso, no tiene futuro. Los límites de los estilos de vida sustentados en la visión ideológica del progreso antropocéntrico le preocupan. Si queremos que la capacidad de absorción y resilencia de la Tierra no colapse, debemos dejar de ver a los recur-sos naturales como una condición para el financiamiento económico. Y por cierto debemos aceptar que lo humano se realiza en comunidad, con y en función de otros seres vivos, como parte integrante de la Naturaleza. Son ya muchos los expertos que han demostrado en particular las limitaciones del crecimiento econó-mico. Gudynas sintetiza esta realidad en varios puntos inquietantes, entre los que destaca la creciente ola de extinciones masivas; así como la existencia de disfun-cionalidades ecológicas a escala planetaria, tales como el cambio climático, alteraciones en los ciclos de fós-foro y nitrógeno y la acidificación marina que han so-brepasado límites planetarios. Y es muy claro al señalar que esto implicaría riesgos de deterioros ecosistémicos que serían posiblemente irreversibles. Su lectura de estos temas tiene otras virtudes a re-saltar. Él no simplemente recoge y analiza los informes globales sobre los problemas ambientales, sino que los lee críticamente desde una visión latinoamericana. En medio de la creciente vorágine ambiental, Gudynas demuestra que Nuestra América no está libre de sus devastadores impactos. Por el contrario este continente contribuye cada vez más a agravar la situación global, por ejemplo, con la creciente afectación al uso del suelo o la expansión cada vez más acelerada de la frontera extractivista. Estos y otros problemas explican los severos im-pactos sobre la biodiversidad, nos dice Gudynas. No sorprende ya que muchos países latinoamericanos están entre los que exhiben los mayores números de especies en peligro. Muchas otras especies, en tanto son descono-cidas para la ciencia, seguramente también están amena-zadas, o incluso ya se han extinguido. Y él concluye con un mensaje que grafica lo mayúsculo del problema: Los cambios globales también golpean duramente en Amé-rica Latina, tal como lo evidencia el número de eventos extremos (sequías o inundaciones), la reducción de gla-ciales andinos, o las afectaciones a los ciclos de lluvias. Del antropocentrismo al biocentrismo: un camino inevitable A Gudynas, desde hace tiempo atrás, no se le escapa la necesidad de comprender las razones de esta situa-ción. En sus análisis ha buscado estudiar los impactos que ocasiona la megaminería, la actividad petrolera, los procesos desordenados y masivos de urbanización, la ampliación de la frontera agrícola de corte extractivista, el uso perverso de organismos genéticamente modifi-cados, entre otros focos de destrucción socioambiental. Su atención también ha localizado la reflexión en regiones específicas de esta América, como lo es en la Amazonia. Él, una persona nacida en un país más cerca de las pampas que de las selvas, se ha transformado en un profundo conocedor de la realidad amazónica. Cabría re-cordar los debates con Eduardo Gudynas para cristalizar la Iniciativa Yasuní-ITT en Ecuador, que contribuyeron a redefinirla al margen de los estrechos límites crematís-ticos, considerando lo que implicaba para dicha Iniciativa la aprobación constitucional de los Derechos de la Na-turaleza. Y en su afán por comprender mejor el mundo, particularmente el nuestro, Gudynas se adentró también en las regiones andinas y de la cuenca del Pacífico, sin descuidar, en ningún momento, las cuestiones globales. De todo ello, con una envidiable capacidad de síntesis, sin perderse en los vericuetos ideológicos de corto plazo, Gudynas rompe lanzas en contra del an-tropocentrismo. Un sistema que impone una valora-ción que es extrínseca, y que solo puede ser otorgada por los humanos. Valores que, hay que decirlo, en la actual civilización dominante, la capitalista, se derivan, sobre todo, de las demandas del capital. Así, una planta, un animal, una cascada, los minerales, el petróleo o los bosques no poseen valores en sí mismos o propios, sino que sus atributos les son otorgados por las personas. Este es un punto crucial. El manejo utilitarista de la Naturaleza es uno de los componentes articuladores del modelo de desarrollo al que le es necesaria la apropiación de los recursos naturales, para sostener el crecimiento económico. Y este es otro de los elementos en disputa. En la actualidad se multiplican los reclamos, sobre todo en los países industrializados, por una economía que propicie no solo el crecimiento estacionario, sino el de-crecimiento. Y en el así llamado mundo subdesarrollado, un campo que ha sido analizado a profundidad por el autor * Economista ecuatoriano. Profesor e investigador de la FLACSO-Ecuador. Ex ministro de Energía y Minas. Ex presidente de la Asamblea­Constituyente.
  • 11. Agosto 2014 / Nº 148 debate / 11 de este libro, los límites del extractivismo reclaman res-puestas coherentes. La idea de que el solo crecimiento propicia el desarrollo se debilita cada vez más, aunque no ha perdido su vigencia, inclusive en países con gobiernos que dicen tener una mayor sensibilidad con la Naturaleza. En este terreno, los debates del Norte global y los del Sur global encuentran cada vez más puntos de contacto. Hoy se reconoce ampliamente la necesidad de buscar soluciones ambientales vistas como una asigna-tura universal. Por un lado, los países empobrecidos y estructuralmente excluidos deberán buscar opciones de vida digna y sustentable, que no representen la reedi-ción caricaturizada del estilo de vida occidental. Mien-tras que, por otro lado, los países desarrollados tendrán que incorporar criterios de suficiencia en sus socieda-des antes que intentar sostener, a costa del resto de la Humanidad, la lógica de la eficiencia entendida como la acumulación material permanente. A la par, los paí-ses ricos deben asumir su corresponsabilidad para dar paso a una restauración global de los daños provocados, en otras palabras deben pagar su deuda ecológica. La crisis provocada por la superación de los límites de la Naturaleza conlleva necesariamente a cuestionar la institucionalidad y la organización sociopolítica. No hacerlo amplificaría aún más las tendencias excluyentes y autoritarias, así como las desigualdades e inequidades tan propias del sistema capitalista. Ante estos retos, aflora con fuerza la necesidad de repensar las verdaderas dimensiones de la sustentabi-lidad, que no pueden subordinarse a demandas antro-pocéntricas. Esta tarea requiere una nueva ética para organizar la vida misma. Se precisa reconocer que el desarrollo convencional nos conduce por un camino sin salida. Entendámoslo, los límites de la Naturaleza están siendo desbordados por los estilos de vida antro-pocéntricos, particularmente exacerbados por las de-mandas de acumulación del capital. Valcárcel on art Lucía Querejazu Escobari* Con motivo de la inauguración de la exposición de Roberto Valcárcel en la sala de exposiciones de la CAF se realizó una charla con el artista. Valcárcel lleva décadas enseñando a jóvenes artistas, diseñadores, fotógrafos y aficionados cómo hincar-le el diente a la imagen. Entre cursos y charlas de fotografía, arte y creatividad, las de arte contempo-ráneo han venido a ser una rara instancia en la que se presenta el tema desde una mirada académica que provee una especie de marco de referencia para la va-loración de una obra. Es decir, en ellos Valcárcel ex-plicaba la noción de arte contemporáneo por la cual él trabaja y a partir de la cual se podría determinar si una obra es o no contemporánea. Las reacciones del público fueron siempre polarizadas, están los que tie-nen por verdadero y única doctrina lo que Valcárcel dice y están los que se sienten insultados con la sola invocación de un marco teórico al quehacer artísti-co. Sea como fuere lo más valioso es que dejaba en claro que uno puede optar por una definición de arte contemporáneo. De lo cual se asume que no existen definiciones absolutas, que cada artista puede cons-truir su armazón teórico conceptual y regirse por él. Valcárcel es un fiel seguidor de las ideas de Theodor Adorno y lo que la teoría crítica de la Es-cuela de Frankfut aportan al pensamiento del arte. El comprender el arte contemporáneo como un dispositivo generador de pensamiento lo convier-te en uno que debe estar en constante renovación para poder estimular constantemente ese click en la cabeza de los espectadores. Para lograrlo Valcarcel planteó en esta última oportunidad que los artistas hacen el trabajo de entrar al mundo del Otro para traer cosas de ese a este mundo. Hacen de courier entre el mundo de los locos (definición del artista) y el nuestro trayendo cosas extrañas. Creo que esto no es más que una nueva forma de expresar lo que antes se habría planteado como la capacidad de sensibilidades particulares (los artistas) de sentir y vivir el mundo. Cuando Valcárcel habla de los artistas como courier entre el mundo de los locos y éste, equivale a la valoración tradicional de que los artistas venían de un mundo más sensible. Ambas for-mas de verlo son lógicamente compatibles pues viene a ser esa sensibilidad una capacidad de ver las cosas de otra forma y de percibir más intensamente lo que se nos escapa a la gran mayoría. La diferencia radica en que la sensibilidad tiende a asociarse a la capacidad de percibir la belleza y al arte contemporáneo ya no le interesa eso, le interesa hacer click en la cabeza. Por ello no solo es más sensible, sino que es loco, es Otro y por ello puede ser desagradable, abyecto, incom-prensible y extrañamente bello. La exploración de la otredad como concepto es uno mucho más amplio y complejo que una visita al mundo de los locos y el transporte de un paque-te llamado luego arte. Existen ramas de las ciencias humanas que se dedican a ello con resultados muy distantes al del arte. Es inevitable preguntarse ¿Has-ta qué punto esta exploración del mundo del Otro con el propósito de refrescar nuestra experiencia no es una vez más, un cabinet de curiosidades exóticas? Si lo pensamos así esta definición de arte no es nada más que el reciclado de un etnocentrismo ciego que busca obsesivamente nuevas formas de sentir, ver y pensar. Es el síntoma de una sociedad insaciable. * Historiadora de arte. Faja y tela 30 x 30 cm Este esquema antropocéntrico propicia la des-trucción sistémica. Como dice Eduardo, por un lado, la Naturaleza es fragmentada en componentes, los que son reconocidos como “recursos”, los recursos natu-rales. Por otro lado, la apropiación de esos “recursos” necesariamente exige poder controlar, manipular y po-seer el ambiente, dentro del preponderante mandato humano de dominar la Naturaleza. Y así se defienden las posturas que permiten extraerlos, separarlos, tras-pasarlos, modificarlos. Bajo ese tipo de apropiación, la utilidad discurre por intereses que giran alrededor del beneficio y la rentabilidad. Inclusive se llega a la irra-cional pretensión de hablar de capital natural, dando la idea de que puede ser sustituido por capital financiero. La tarea parece simple, pero es en extremo com-plicada. En lugar de mantener el divorcio entre la Na-turaleza y el ser humano, hay que propiciar su reen-cuentro. Para lograr esta transformación civilizatoria, una de las tareas iniciales radica en la desmercantiliza-ción de la Naturaleza. Los objetivos económicos deben estar subordinados a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la dignidad humana procurando asegurar equitativamen-te la calidad en la vida de las personas. La economía debe echar abajo todo aquel andamiaje teórico que va-ció de materialidad la noción de producción y separó el razonamiento económico del mundo físico, es decir de la Naturaleza. Entonces, como recomienda José Ma-nuel Naredo, es preciso superar la ruptura epistemo-lógica que supuso desplazar la idea de sistema econó-mico, con su carrusel de producción y crecimiento, al mero campo del valor. Escribir ese cambio histórico es el mayor reto de la Humanidad si es que no se quiere poner en riesgo la existencia misma del ser humano sobre la tierra. Y eso solo se podrá hacer desde visiones biocéntricas, que entiendan lo comunitario en todos los ámbitos de la vida, lo que no representan negar las individualidades.
  • 12. 12 / comunicación Agosto 2014 / Nº 148 Edison Lanza, periodista y abogado uruguayo, relator de la CIDH. “Los latinoamericanos nos debíamos el debate sobre la función de los medios en el sistema democrático” Desde octubre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tendrá un nuevo relator especial para la Libertad de Expresión. El elegido, después de un largo proceso que comenzó en diciembre del año pasado y al que se pre-sentaron 49 postulantes, fue Edison Lanza, periodista y abogado uruguayo. Entre sus líneas de trabajo buscará construir principios y estándares para “ayudar a rever-tir los procesos de concentración, sin afectar la viabi-lidad de los medios de comunicación” y trabajar por la protección de periodistas en situaciones de riesgo y en la investigación de sus asesinatos. Se destaca su com-promiso en desarrollar el vínculo entre el derecho a la libertad de expresión y la promoción de los derechos de grupos “que sufren o han sufrido discriminación (niñas y niños, mujeres, pueblos originarios, población lgbti, personas con discapacidad, etc.)”. Lanza será designado por un período de tres años, renovable una vez, y asumirá el cargo el 6 de octubre de este año, en reemplazo de la colombiana Catalina Botero. Desde el otro lado del río, respondió algunas pre-guntas acerca de los desafíos que tiene por delante. El 6 de octubre asume como nuevo relator. ¿Qué ex-pectativas tiene en este nuevo rol? Estoy convencido de que se trata de una posición cla-ve para la promoción y cumplimiento del derecho a la libertad de expresión y el derecho a la información en la región. Gracias al trabajo que han realizado de va- Sonia Santoro* En esta entrevista, se pronuncia a favor de la regulación estatal de los medios de comunicación audiovisual, advierte sobre los monopolios de información tanto privados como estatales y traza las líneas de acción que se propone para fomentar la libertad de expresión en el continente. rios relatores y relatoras, la Relatoría se ha consolidado como una institución de referencia para el campo de es-tas libertades, los derechos humanos y la comunicación. Como expresé en la entrevista que mantuve con los co-misionados y comisionadas, no vengo a trabajar contra nadie, sino con todos los actores del sistema democrá-tico que tienen incidencia en estos temas, incluidos, por supuesto y fundamentalmente, los Estados. Creo que la Relatoría puede ayudar a encauzar los debates que están teniendo lugar en la región en torno de la libertad de expresión y la democratización de la comunicación; a mi juicio nuestros países tienen la madurez suficiente para debatir abiertamente sobre libertad de expresión, y sería algo sin sentido cerrarnos a reflexionar sobre la demo-cracia, el pluralismo y la libertad de expresión, aun con los puntos de vista y los intereses más diversos. ¿Cuáles serán sus líneas prioritarias de trabajo? Voy a tratar de sintetizar algunas líneas. La promoción de la diversidad y el pluralismo en la comunicación, en todas las direcciones, es un eje de trabajo. Promover regulaciones que limiten la formación de oligopolios y monopolios y la concentración de los medios de comu-nicación que afecten las posibilidades de divulgación de información y opiniones o el pluralismo. Y hablo tanto de concentraciones en el sector privado como en el es-tatal o público. Hay definiciones claras en el Sistema Interamericano sobre las consecuencias negativas de los monopolios y oligopolios, pero hay que profundi-zar estos estándares existentes: hay que construir prin-cipios y estándares para ayudar a revertir los procesos de concentración, sin afectar la viabilidad de los medios de comunicación. Por supuesto que siguen siendo una prioridad los problemas estructurales que en muchas regiones siguen sin ser superados. Promover una es-trategia integral en contextos de agresiones y ataques a la integridad física de los comunicadores, en base a la prevención de la vulneración de sus derechos, la protección de periodistas cuyas vidas se encuentren en riesgo e investigación transparente de los asesinatos y agresiones ocurridos. La implementación eficaz de me-canismos de protección para los comunicadores ame-nazados forma parte de las obligaciones positivas del Estado. Pero desde una perspectiva más integral, tener escoltas y carros blindados es una solución simple, pero costosa para los Estados y compleja para un periodista en ejercicio. Se debe mirar de manera integral el fenó-meno, apostando a medidas de promoción del derecho a la libertad de expresión y de prevención, protección y sanción. Si no avanzamos en la lucha contra la impu-nidad de los crímenes contra la libertad de expresión, mediante un trabajo de prevención de la comisión de estos delitos, las restantes medidas siempre serán in-suficientes. También propongo desarrollar el vínculo entre la plena realización del derecho a la libertad de expresión y la protección y promoción de los derechos de distintos grupos que sufren o han sufrido discrimi-nación (niñas y niños, mujeres, pueblos originarios, po-blación lgbti, personas con discapacidad, etc.), afín con el fin de promover que los Estados adopten obligacio-nes positivas para revertir o cambiar situaciones discri-minatorias existentes y que estos grupos puedan ejercer de manera plena la libertad de expresión y la protección de sus derechos frente a expresiones abiertamente dis-criminatorias. La vigencia y protección de la libertad de expresión en el mundo on line es una precondición que concierne y beneficia a todas las personas. Entre esas prioridades, es clave velar por y promover el acce-so universal a este fabuloso espacio para la educación, la llegada a la información, la expresión personal y el entretenimiento. Y finalmente creo que hay que seguir insistiendo en acceso a la información pública y meca-nismos para prevenir la censura indirecta. ¿Cuáles son los principales problemas en las Américas relativos a la libertad de expresión? ¿Cuáles son espe-cíficos del Cono Sur? Considero que los problemas y desafíos que enfrenta la libertad de expresión en la región pueden agruparse en dos grandes dimensiones: los problemas estructura-les que subsisten en algunas subregiones y una agenda emergente. Entre los problemas estructurales señalo algunos: la violencia y agresiones contra periodistas y defensoras y defensores de derechos humanos (pre-sente en algunos países de América Central y América del Sur); el uso del derecho penal para criminalizar la expresión, o el derecho penal de excepción para acallar la protesta y la crítica; la escasa diversidad de medios Cueros y tela
  • 13. Agosto 2014 / Nº 148 comunicación / 13 y la falta de pluralismo en las voces representadas en el sistema mediático, sobre todo en algunos países; la debilidad de los medios públicos y la falta de reconoci-miento a los medios comunitarios, y la batalla contra la cultura del secreto que persiste en todos los países de la región, aunque con avances importantes (adopción de leyes, instalación de órganos garantes, jurispruden-cia local), pero con la preocupación de que algunos Estados extienden el secreto por razones de seguridad nacional y la persecución de informantes, que es la con-tracara de este avance. Luego tenemos la agenda emer-gente, a la que debemos prestar atención. Las múltiples discusiones sobre libertad de expresión e Internet. En 2013, la Relatoría incluyó en su informe anual un es-tudio vinculado a Internet y libertad de expresión, que contiene estándares para la evaluación y el análisis de las situaciones particulares. El desafío principal, enton-ces, pasa por consolidar Internet como un espacio de protección, promoción y respeto de los derechos hu-manos, así como también de denuncia de vulneración de los mismos. Deberíamos reflexionar más en clave regional, porque hay temas comunes a la subregión. Esta semana, la Corte Interamericana dictó una sen-tencia sobre el caso de dirigentes mapuches condena-dos por terrorismo, en la que se pronuncia sobre los tipos penales de contornos difusos y vagos que afectan la protesta social y la libertad de expresión, y que por lo tanto son incompatibles con la Convención. Me temo que es un buen punto que debería revisarse en los paí-ses del Mercosur. En la subregión se ha avanzado en la regulación de los medios audiovisuales; aunque cada país ha aplicado un ritmo y un modelo propios, parece buen momento para ver los resultados de la aplicación de cada uno de estos modelos. Progresivamente los países se vienen incorporando al concierto de naciones con leyes de acceso a la información pública que res-petan los estándares de derechos humanos, esperemos que Argentina y Paraguay se sumen rápidamente a esta realidad. De todos modos, me parece que nuestros paí-ses tienen una agenda pendiente en materia de prevenir la censura indirecta, la asignación arbitraria de recursos desde el Estado hacia el sistema de medios y completar la reforma de los sistemas de medios audiovisuales, de acuerdos con los estándares construidos por el sistema interamericano. Luego hay situaciones particulares con el ejercicio del derecho a la libertad de expresión en contextos electorales, en fin, temas no faltan. ¿La concentración de medios sigue siendo un obstáculo importante a la libertad de expresión en la región? ¿Cómo evalúa las nuevas leyes que intentan regular el universo mediático? América latina asiste a una discusión inédita sobre el papel del Estado en la regulación de los medios de co-municación audiovisuales, y la propia función de los medios en el sistema democrático, una discusión que personalmente considero válida si la damos en el marco de un efectivo respeto y promoción del derecho a la li-bertad de expresión y no como una excusa para contro-lar los medios. Es un debate que los latinoamericanos nos debíamos, porque heredamos problemas de larga data en relación con los sistemas mediáticos. Autores de la región, entre ellos valiosos aportes de expertos argentinos, explican este rezago: hubo una ausencia regulatoria del Estado durante décadas, lo que permi-tió que la comunicación quedara casi en las exclusivas manos del sector comercial, en muchos casos con ín-dices de concentración y control de la propiedad muy elevados, algo atípico para democracias consolidadas. La región también muestra cierto rezago en la tarea de construir medios públicos independientes, y es un hecho que durante años fueron relegados al papel de Cenicienta, aunque ahora muchos Estados han comen-zado a mejorar su financiamiento. Por otra parte, tene-mos un sector social-comunitario excluido durante dé-cadas, o reconocido a medias, de modo discriminatorio y sin políticas de promoción. Este combo produjo una producción audiovisual muy concentrada en las capi-tales de los países, en formatos de baja calidad, cuando no “como ocurrió en el caso uruguayo” consumimos durante mucho tiempo mayormente producción ex-tranjera. En este menú, la concentración de medios es un ingrediente que no se puede ignorar, porque una vez que tenemos un sistema de medios concentrado se generan consecuencias negativas en el espacio públi-co y relaciones complejas entre los medios y el sistema político, que además son poco transparentes. Frente a esta situación, los gobiernos, sobre todo en la última década, han desarrollado diversas estrategias. Las leyes de servicios de comunicación llegan en un momento en el que la industria ya está desarrollada, y consiguiente-mente se producen tensiones y reacciones. Claro, hay que observar con mucho cuidado estas leyes, porque deberían tener el objetivo de promover la transparencia en la asignación de frecuencias, la diversidad y el plu-ralismo, sin limitar el goce de la libertad de expresión. También hay que estudiar lo que viene sucediendo con países que han ido, gradualmente, primero habilitando al sector comunitario, buscando una transición ordena-da hacia un sistema más plural en la televisión digital, como ha ocurrido en el caso uruguayo. Brasil, en cam-bio, comenzó por el intento de generar una televisión pública de calidad y de alcance nacional y regular mejor el sistema de televisión para abonados, pero mantiene no cambiada la estructura de sistema de medios comer-ciales. Todas estas experiencias son válidas, siempre que en nombre de la diversidad y el pluralismo no se gene-ren restricciones innecesarias a la libertad de expresión, algo que la propia Convención Americana previene en su artículo 29. Este puede ser un buen momento para analizar las diversas experiencias y también cómo se han aplicado en la práctica estas normas, porque una cosa son los textos y la intención del legislador, y otra cosa es la aplicación. ¿Qué desafíos a la libertad de expresión presentan los intentos de regulaciones de Internet y las nuevas tec-nologías? Enormes. El desarrollo de Internet ha masificado la cultura, el entretenimiento, la circulación de informa-ción y ha permitido, como nunca antes, el ejercicio de la libertad de expresión a título individual y colectivo. Y esto ha sido posible por las características especiales de este nuevo espacio público, por su conformación de red, que lo hacen distinto de los restantes medios inventados hasta el presente. Por ello cada regulación que los Estados pretenden establecer tiene implican-cias para la libertad de expresión y otros derechos hu-manos. Creo en la gobernanza multi stakeholder (N. de E.: Se refiere a la participación o consideración de los enfoques de todos los actores que importan en un sistema) de este espacio, y desde su lugar específico la Relatoría debe tener un rol. No voy a abundar aquí, pero hoy están sobre la mesa marcos normativos que implican hablar del manejo de los contenidos en la red, la responsabilidad de los intermediarios, el filtrado de información, el manejo de la red en el contexto de pro-testas sociales y/o políticas, en fin, es un tema inagota-ble. Sí apunto, además, que la región viene abordando este tema con leyes nacionales, como el Marco Civil de Brasil, o el marco regulatorio chileno, pero también hay un uso desmedido del derecho penal para intentar combatir abusos en la red. El informe de la relatoría para la libertad de expre-sión de 2013 incorporó un punto específico sobre la violencia que sufren las mujeres periodistas en el ejer-cicio de su libertad de expresión, especialmente en el caso de México. ¿Trabajará sobre la especificidad de las violencias que sufren las mujeres periodistas? La Comisión Interamericana ha señalado que los esce-narios de violencia en América latina incluyen un com-ponente de exacerbación contra las mujeres, en parti-cular en el contexto de discriminación por razones de género que aún persiste en muchos países. No sería jus-to si no dijera que la actual relatora ha incorporado la perspectiva de género en sus informes sobre violencia contra periodistas y me comprometo a mantener esa línea de trabajo, tanto en los informes como en posibles casos que la Comisión decida admitir y eventualmente presentar ante la Corte Interamericana. Cuando algunos medios publican contenidos sexistas y son criticados por esto, se amparan en el derecho a la libertad de expresión para justificarse. ¿Cómo cree que se debería trabajar desde los distintos actores in-tervinientes “sociedad civil, Estado, periodistas, em-presas” para desarticular estos argumentos y lograr cambios? Es cierto que los medios de comunicación en la región tienen, en muchos casos, una historia de mala práctica en relación con la discriminación contra las mujeres y otros grupos. ¿Cómo provocar cambios en esta prác-tica sin interferir en la libertad de expresión? Esta es una pregunta que todos nos hacemos y creo que hay muchas experiencias que nos pueden ayudar a resolver este dilema. En primer lugar hay que destacar el tra-bajo de las organizaciones de mujeres que decidieron utilizar el camino de la capacitación y la promoción de y hacia los comunicadores como forma de incidir, y han logrado paulatinos progresos; luego los observatorios y los informes críticos con el modo de hacer periodis-mo y publicidad creo que juegan un papel, al igual que las universidades, que deben trabajar profundamente en los aspectos éticos de la comunicación; finalmente la propia televisión desde la ficción puede promover la igualdad. La mejor forma de combatir el discurso discriminador es con argumentos y evidencia de peso. También estoy siguiendo con mucho interés algunas experiencias institucionales, como la Defensoría del Público argentina, cuya práctica de promoción, recep-ción de denuncias, audiencias públicas y mediación es una herramienta clave y parece estar comenzando a rendir frutos, sin acudir necesariamente a la punición de los medios. Sé que el movimiento feminista se pre-gunta sobre la pertinencia de penalizar las expresiones discriminatorias, y allí la Relatoría debe abrir un debate sobre cuál es el límite de los discursos protegidos por la libertad de expresión y cuáles constituyen discursos de odio, que ingresan dentro de la prohibición del 13.5 (incitación a la violencia contra grupos de personas por motivos de discriminación). * Periodista de Página12. Conexión 81 x 71 cm.