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Colección La nave y el puerto
Director: Arcadio Díaz Quiñones
                                  Et PAIS DE CUATRO PISOS
                                        y otros ensayos
                                                 José Luis Gondlez




                                                      r989



                                  trjílÍliiiff
                                  i',       .



                                  *i;;u*;                            r:,¡3
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                                                                             't-" 
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                                                                     !
                                                                                                                                     ll
    "Razón y sen tido del'Lamento borincano"'apa.reció      EL PAIS DE CUATRO PISOS
originalmente en el suplemento dominical de ElNueuo         (Notas para una definición de
Día, de San Juan, Puerto Rico (18 de abril de 1982). Ha     la cultura puertorriqueña)
sido ligeramente revisado para la presente edición.
    "Sobre la literatura puertorriqueña de los cincuenta"
es un trabajo inédito hasta ahora.                                             ...1a historia era Propaga.ndt política' tend'la a
                                                                               creat la unidad nacional, es decir, la nación,
                                                                               d,esde fuera y contra la tradición, bastíndase en
                                                                               la literctuta, era un queÍer set' no un deber ser
                                                                               porque existieran ya las condiciones d¿ hecho'
                                                                               Por-esta tnistna posición suya, los intelcctuales
                                                                               debían distinguirse del pueblo, situatse luera,
                                                                               crear o relorznr entre cllos mismos elespítitude
                                                                               casta, y en el tond.o desconfiar del pueblo, sen'
                                                                               ürlo e x traño, tenerle mie do, p or q ue e n rea I idtd,
                                                                               na algo desconocido, una misteñosa hidra de
                                                                               innumerables cabezas. 1,...1 Par el contraño...
                                                                               muchos mwimientos intelechnles iban ditigi'
                                                                                dos a modcmiznr y dcs'retorim¡ la cultura y
                                                                               aproxirnarla al pueblo, o sea nacionaliza¡ln.
                                                                               (Nación-pueblo y nación retótica, podría
                                                                               decirse que son las dos tendencias.)
                                                                                             Gramsci, Cundernos d¿ la córcel
                                                                               -Antonio                                       (rrr, 82)



                                                                Un g¡upo de jóvenes estudiosos puertorriqueños de
                                                            las ciencias sociales, egresados en su mayor parte de
                                                            diversas Facultades de la Universidad Nacional Autó'
                                                            noma de México y agrupados en Puerto Rico en el
                                                            Seminario de Estudios Iatinoamericanos, me dirigieron
                                                            hace poco (escribo en septiembre de 1979) la siguiente
                                                            pregunta: ¿Cómo crees que ha sido alectada la cultura
                                                            puertorriqueña por la interuención colonialista nortea-
                                                            mericana y córno aes su desarrollo actual? I-as líneas que
                                                            siguen constituyen un intento de respuesta a esÍr pre'
t2                                                                                                                      l3

gunta. Las he subtitulado "Notas..." porque sólo aspi-             Empezaré, entonces, afirmando mi acuerdo con la
ran a enunciar el núcleo de un ensayode interpretación         idea, sostenida por numerosos sociólogos, de que enql-
de la realidad histórico-cultural puertorriqueña que           seno de oda socieüd dividida en-clases coeristen-dos
indudablemente requeriría un análisis mucho más dete-          culturas: la cultura de los opresqres y laculturade los
nido y unas conclusiones mucho más razonadas. Con              oprimidos. lClaro esrá que esas dos culturas, precisa-
todo, espero que sean de alguna utilidad para los miem-        mente porque coexisten,no son compartimientos esEn-
bros del seminario y para los demás lectores que las           cos sino vasos intercomunicantes cuya existencia se
honren con su atención crítica.                                 c:rracteriza por una constante influencia mutua' La
                                                               naturaleza dialéctica de esa relación genera habitual-
                          ***                                   mente la impresión de una homogeneidad esencial que
                                                                en realidad no existe.Tal homogeneidad sólo podría
     I-a pregunta, como nos consta a tdos, plantea una          darse, en rigor, en una sociedad sin clases (y aun así, sólo
 cuestión importantísima que ha preocupado y sigue              después de un largo proceso de consolidación). En toda
 preocupando a muchos puertorriqueños compromed-                sociedad dividida en clases, la relación real enire las dos
dos, desde diversas posiciones ideológicas, con la reali-       culturas es una relación de dominación: la culturade los
dad nacional puertorriqueña y naturalmente interesados          opresores es la cultura dominante y la cultura de los
en sus proyecciones futuras. Al empezar a contestarla, me       oprimidos es la cultura dominada. Y la que se presenta
he preguntado a mi vez quéentienden ustedes              sin    cómo 'tultura general", vale decircomo'tultura nacio-
duda se han enfrentado al problema antes de -puesproponér-     nal", es, naturalmente, la cultura dominante'       Para
melo a mí- por "cultura puertorriqueña". Me he dicho           empezar a dar respuesta a la pregunta que ustedes me
que tal vez no sea exactamente lo mismo que endendo            hacen resulta necesario, pues, precisar qué era en Puerto
yo, y no me ha parecido arbitrario anticipar esa posibili-     Rico la "cultura nacional" a la llegada de los norteame-
dad porque tengo plena conciencia de que todo lo que           ricanos. Pero, para proceder con el mínimo rigor que
diré a continuación presena el esbozo de una tesis que         exige el caso, lo que hay que precisar primero es otra
contradice muchas de las ideas que la mayoría de los           cosa, a saber, ¿qué clase de nación era Puerto Rico en ese
intelectuales puertorriqueños han postulado durante            momento?
varias décadas como verdades estableciüs, y en no pocos            Muchos puertorriqueños, sobra decirlo, se han hecho
culsos como auténticos artículos de fe patriótica. Trataré,    esa pregunta antes que yo. Y las respuestas que se han
pues, de ser lo más explícito posible denrro del breve         daaó nán sido diversas y en ocasiones contradictorias'
espa.cio que me concede la naturaleza de esta respuesta        Hablo, claro, de los puertorriqueños que han concebido
(que, por otra parte, no pretende ser definitiva sino servir   a Puerto Rico como nación; los que han negado la
tan sólo como punto de partida para un diálogo cuya            existencia de la nación, tanto en el siglo pasado comoen
cordialidad, espero, sepa resistir la prueba de cualquier      el presente, plantean otro problema que también merece
discrepancia legítima y provechosa).                           análiris, pero que por ahora debo dejar de lado. C,onside-
l4
                                                                                                                          l5
 remos, pues, dos eJemplos mayores entre los que nos
 lnteresan ahora: Eugenio-María de Hostos_J_pedro                 tivos (los mismos quedenunciaba Manuel Zno Gandía
 Albizu C;ampos"Para Hostos, a la altura misma de lg9g,           al novelar un "mundo enfermo" y analizaba Salvador
                                                                  Brau en sus "disquisiciones sociológicas"). Si los separa-
 lo que el régimen colonial español había dejado en
                              ..donde                             tistas puertorriqueños del siglo pasado, con Ramón
  Puerto Rico era una sociedad               se vivía bajo la
  providencia de la barbarie,'; apenas tres décadas más           Emeterio Betances alacabea, creían en la independen-
  tarde, Albizu definía la realidad social de ese mismo           cia nacional y lucharon por ella, fue porque compren-
  régimen como "la vieja felicidad colectiva".                    dían que esa independencia era necesaria pa.ra llevar
                                                   ¿A qué atri-   adelante y hacer culminar el proceso de formación de la
  buir esa contradicción extrema entre dos hombres inteli_
  gentes y honrados que defendían una misma causa                 nacionalidad, no porque creyeran que ese proceso
  política: la independencia nacional de puerto Rico? Si          hubiera culminado ya. No confundían la sociología con
  reconocemos, como evidentemente estamos obligados a             la política, y sabían que en el caso de Puerto Rico, como
 reconocer, que Hostos era el que se apegaba a la verdad          en el de toda Hispanoamérica, la creación de un Estado
 histórica y Albizu el que la tergiversabá, y si no queremos      nacional esaba llamada a ser, no la expresión de una
 rncu¡rir en interpretaciones subjetivas que aáemás de            nación definitivamente formada sino el más poderoso y
 posiblemente erróneas serían injust r, i, preciso que            eficaz insuumento para impulsar y completarel proceso
                                                                  de formación nacional. Ningún país hispa.noamericano
 busquemos larazón de la contradicción            io, pro."ro,
                                             "r,
 históricos que la determinaron y no en la personalidad           había llegado a la independencia nacional en el siglo
 de quienes la expresaron. No se trata, pués, de Hostos           XIX como resultado de la culminación de un proceso de
 aersus Albizu, sino de una visión histórica uersus otra
                                                                  formación nacional, sino por la necesidad de dotarsede
 visión histórica.                                                un instrumento político y jurídico que asegurara e
     Empecemos, entonces, por pregunarnos cuál fue la
                                                                  impulsara el desarrollo de ese proceso.
 situación que movió a Hostos a apegarse a la verdad                  Ahora bien: el hechoesque los separatistas puertorri-
                                                                  queños no lograron la independencia nacional en el
 hjstórica en su juicio sobre la realidaá puertorriqueña en
 el momento de la invasión norteamericana. En otras               siglo pasado y que tdavía hoy muchos independentistas
 palabras, ¿qué le permitió a Hostos reconocer, sin trai-         puertorriqueños se preguntan por qué no la lograron.
cionar por ello su convicción independendsta, que a la            Todavía hay quienes piensan que ello se debió a que una
altura de 1898 "la debilidad individual y social que está a       delación hizo abortar la insurrección de Lares, o a que
la vista parece que hace inapazde ayuda a sí mismo a              los 500 fusiles que Betances tenía en un barco surto en
nuesro pueblo"? Io que le permitió a Hostos esa fran-             Santomas no llegaron.a Puerto Rico a tiempo, o a que
queza crítica fue sin duda su visión del desarrollo histó-        veinte años después los separatistas puertorriqueños
rico de Puerto Rico hasa aquel momento. Esa visión era            esaban combatiendo en Cuba y no en su propio país, o a
la de una sociedad en un grado todavía primario de                quién sabe qué otras "razones" igualmente ajeruls a una
formación nacional y aquejada de enormeshales colec-              concepción verdaderamente científica de la historia.
                                                                  Porque la única razon real de que los separatistas puerto-
l6                                                                                                                         t7

         rriqueños no lograran la independencia nacional en el         nuncl pudo llegar ésta, ni siquiera en      1898, fue a la
         siglo XIX fue la que dio, en máq de una ocasión, el           convicción de que Puerto Rico era ya una nación capaz
        propio Ramón Emererio Betances, un revolucionario              de regir sus propios destinos a través de un Estado inde-
        que después de su primer fracaso adquirió la sana cos-         pendiente. En el caso de Hostos, pues, la aspiración a la
         tumbre de no engañarse a sí mismo, y esa razón era, para      independencia no estaba reñida con una apreciación
        ftar textualmente al padre del separatismo, que.,lller
     t"/puertorriqu"ñor .o qr..í".
                                                                       realista de la situación histórica que vivía. Y fue esa
                                         l" i,trdep"¡de*ia". Pero,     apreciación la que lo llevó a dictaminar en 1898, cuando
        ¿Qué quériarr cléóir exacramenre esas palabras en boca y       se enfrentó directamente a la realidad del país después de
        en pluma de un hombre como aquéI, que nunca aceptó             un exilio de varias décadas, que el pueblo puertorri-
        otro destino razonable y justo para su país que la inde-       queño estaba incapacitado pa.ra darse un gobierno pro-
        pendencia nacional como requisito previo pa.ra su ulte-        pio, y a proponer, para superar esa incapacidad, un
        rior integración en una gran confederación antillana?          proyecto de regeneración física y moral cuyas metas
        ¿Q¡riénes eran "los puertorriqueños" a que aludía              podrían alcanzarse, si se aprovechaba bien el tiempo, en
        Betances y qué significaba eso de "no querer la indepen-       un plazo de veinte años.
        dencia"? El mismo lo explicó en una carta escrita desde            La situación histórica que le tocó vivir a Albizu no se
        Port-au-Prince poco después de la intentonade r ares,en        caracterizó tan sólo por el escaso desarrollo de la clase
        la que atribuía esa derrota al hecho de que "los puertorri-    dirigente criolla que él quiso movilizar en una lucha
        queños ricos nos han abandonado". A Betances no le             independentista, sino por algo todavía peor: por .la
        hacía falta ser marxista para saber que en su tiempo una        exprop-iación, la marginación y el descalabro de esa clase
        revolución andcolonial que no contara con el apoyode            a causa de la imrpción del capitalisrno imperialistanor-
        la clase dirigente nativa estaba condenada al fracaso. y        teamericano en Pr¡erto Rico. Ese proceso lo ha explicado
    -:  en Puerto Rico esa clase, efectivamente, "no quería la          muy bien Angel Quintero Rivera en sus aspectos econó-
    - rndependencia". Y no la quería porque no podía que-               mico y político, dejando muy en claro que La impotencia
       rerla, porque su debilidad como clase, determinada               de esa clase pa.ra enfrentarse corLu¡r proyecto histórico
       fund,amentalmente -lo cual no quiere dech exclu-                 progresista al imperialismo norteamericano en razón de
 "".. sivamente- por el escaso desarrollo de las fuerzas                su cada vez mayor debilidad económica, la llevó a aban-
    iproductivas en la sociedad puertorriqueña, no le permi-            donar su liberalismo decimonónico para asumirel con-
   ; i tía ir más allá de la aspiración reformista que
   -'caracteriró.                                         siempre la   -sen@doriqmo quehacaraclerizadosu ideología en lo que
                     El relativó desarrollo de esas fuerzas produc-    va--de este..siglo. La*jdeafizaeión
                                                                                                                -vale decir la
  .,.'tivas, y porconsiguiente de la ideología de la clase hacen-      tergiversación- del.¡¡4sad*o*-histó¡ico ha sido uno de los
= rdada y profesional criolla (lo que más se asemejaba                 {a-sgo¡ típicos de esa ideología. Pedro Albizu Campos
       entonces a una incipiente burguesía nacional) entre I 868       fue, sin duda alguna, el portavoz más coherente y conse-
       y 1887 fue lo que dererminó el tránsito del asimilismo al       cuente de esa ideología conservadora. C-onservadora en
       autonomismo en la actitud política de esaclase. Aloque          su contenido, pero, en el caso de Albizu, radical en su
l8                                                                                                                       l9

forma, porque Albizu dio voz especialmente al sector            en el pals). La 'tultura de los oprimidos", en Puerto
más desesperado (el adjetivo, muy preciso, se lo debo a         Rico, ha sido y es la cultura producida por esa clase. (Esa
                                                                cultura, por cierto, solo ha sido estudiada por los intelec-
Juan Antonio Corretjer) de esa clase. Esa desesperación
histórica, explicable hasra el punro de que no tendría por      tuales de la clase dominante como folklor¿, ese invento
qué sorprender a nadie, fue la que obligó a Albizu a            de la burguesía europea que tan bien ha servido para
tergiversar la verdad refiriéndose al regimen espa.ñol en       escamotear la verdadera significación de la cultura
Puerto Rico como "la vieja felicidad colectiva".                popular). Y de ahora en adelante, para que podamos
     Ahora estrablezcamos la relación que guarda todo esto      entendernos sin e-quíuocaq, hablemos de 'tultura de
con el problema de la 'tultura nacional" puertorri-             élite" y de 'tultura popular'li
queña en nuestros días. Si la sociedad puertorriqueña                I-o que im¡iórta eüminar (aunque sea en forma
siempre ha sido una sociedad dividida en clases, y si,          esquemática, por razones de espacio), para responder a la
como afirmamos al principio, en toda sociedad dividida          pregunta de ustedes, es en primer termino el nacimiento
en clases coexisten dos culturas, la de los opresores y la de   y el desanollo de cada una de esas culturas. Lo más
los oprimdos, y si lo que se conoce como 'tultura nacio-        indicado es empezar por la cultura popular, por la senci-
nal" es generalmente la cultura de los opresores, enton-        lla razón de que fue la que nació primero. Ya es un lugar
ces es forzoso reconocer que lo que en Puerto Rico              común decir que esa culturr tiene tres raíces históricas: la
siempre hemos entendido por "cuhuxa,naeional'l es la            talna, la africana y la española. Lo que no es lugar
cultura producida por Ia clase de los hacendado*ylos            común, sino todo locontrario, esafirmarquedeesas tres
profesionales a que vengo aludiendo-hace.. rato. Con-           raíces, la -ás importante, por, razones económicas y
viene aclarar, sin embargo, la aplicación de esta termino-      sociales, y en consecuencia culturales, esla africana-Es
logía de "opresores" y "oprimidos" al caso                      cosa bien sabida que la población indígena de la lsla fue
puertorriqueño, porque es muy cierto que los opresores          exterminada en unas cuantas décadas por la brutalidad
criollos han sido al mismo tiempo oprimidos por sus             genocida de la conquista. (Bien sabida como dato, pero
dominadores extranjeros. Eso precisamente es lo que             indudablemente mal asimilada moral e intelectual-
explica que su producción cultural en el siglo pasado, en       mente, a juzgar por el hecho de que la principal avenida
la medida en que expresaba su lucha contrzr la domina-          de nuestra ciudad capital todavía ostenta el nombre de
ción española, fuese una producción cultural funda-             aquel aventurero codicioso y esclavizador de indios que
mentalmente progresista, dado el carácter retrógrado, en        fue Juan Ponce de Lmn). El exterminio, desde luego, no
todos Ios órdenes, de esa dominación. Pero esa clase            impidió la participación de elementos aborígenes en
oprimida por la metrópoli era a su vez opresora de la otra      nuestrr formación de pueblo; pero me parece claro que
clase social puertorriqueña, la clase formada por los           esta participación se dio sobre todo a través de los inter-
esclavos (hasta 1873), los peones y los artesanos (obreros,     cambios culturales entre los indígenas y los otros dos
en rigor, hubo muy pocos en el siglo XIX debido a la            grupos étnicos, especialmente el grupo africano y ello
inexistencia de industrias modernas propiamentedichas           por una razón obvia: indios y negros, confinados en el
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    (l-
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                                                                                                                             2t

 "' estrato más oprimido de la pirámide social, esruvieron          Caribe, y no por negros criollos, como se les llamaba a
 'l  necesariamente más relacionados entre sl, durante el           los nacidos en la Isla antes de que se les empezara a
  -. período inicial de la colon izaci6n, que con el grupo          reconocer como Puertorriqueños
  'i español dominante. También es cosa muy sabida, por                 Por lo que toca al campesinado blanco de esos prime-
 .,)documentada, que el grupo español, a lo largo de los dos
   primeros siglos de vida colonial, fue sumamenrc inesta-         ros tiempos, o sea lo.s primerog "jíbaros", lo cierto es que
                                                                    era un campesinado pobre que se vio obligado aadoptar
 ) ble: recuérdese que en 1534 el gobernador de la colonia          muchos de los hábitos de vida de los otros pobres que
  , daba cuenta de sus afanes por impedir la salida en masa         vivían desde antes en el pa.ís, r¡ale decir los esclavos. En
 ', de los pobladores espa.ñoles atraídos por las riquezas de       relación con esto, no está de más señalar que cuando en el
 i- Jierra Firme, al punto de que la Isla se veia"tandespo-         Puerto Rico de hoy se habla, por ejemplo, de icomida
 lnlada, que apenas se ve gente española, sino negros", El          jibara", se está hablando, en realidad, de "comida de
 i ingrediente español en la formación de la cultura popu-          negros": plátanos, arroz,.-bacalao, funehet.etc" Si la
 i lar puertorriqueña deben de haberlo constituido, funda-          'tocina nacional" de todas las islas y las regiones litora-
  ymentalmente, los labradores (sobre todo canarios)                les de la cuenca del Caribe es prácticamente la misma por
 d importados cuando los descendientes de los primeros              lo que atañe a sus ingredientes esenciales y sólo conoce
,'l'sclavos eran ya puertorriqueños negros. De ahí mi con-         ligeras (aunque en muchos casos imaginadvas) variantes
 ;   vicción, expresada en varias ocasiones para desconcierto
                                                                    combinatorias, pese al hecho de que esos países fueron
 ,{. o irritación de algunos, de que los primeros puertorri-        colonizados por naciones europeas de tan diferentes tra-
                fueron en realidad los puertorriqueñot {le.-g1ol.
  -- eueños                                                         diciones culinarias como la espa.ñola, la francesa, la
 i  No estoy diciendo, por supuesto, que esos primeios             inglesa y la holandesa, ello sólo puede explicarse, me i
   ' puertorriqueños tuvieran un concepto de "patria nacio-
                                                                    parece, en virtud de que tdos los caribeños           o
  ,¡ n?1" (que nadie, por lo demás, tenía ni podía tener en el                                                  -insulares ¡ ,
                                                                    condnentales- comemos y bebemos más bien com,o/"
"'' Puerto Rico de entonces), sino queellos, por ser los más       negros que como europeos. I-o mismo o cosa muy aná-
     atados al territorio que habitaban en virtud de su condi-
                                                                    loga cabría decir del "traje regional" puertorriqueño
     ción de esclavos, difícilmente podían pensar en la posibi-
                                                                    cuyas características todavía no acaban de precisar, que
     lidad de hacerse de oro país. Alguien podría tratar de         yo sepa, nuestros folkloristas: el hecho es que loscampe-
     impugnar este razonamiento aduciendo que varias de las
                                                                    sinos blancos, por imperativo estrictamente económico,
     conspiraciones de esclavos que se produjeron en Puerto
                                                                    tuvieron que cubrirse con los mismos vestidos sencillos,
     Rico en el siglo XIX tenían por objeto            en todo
                                               -según,              holgados y baratos que usaban los negros. I¡s criollos de
     caso, lo que afirman los documentos oficiales- huir a
                                                                    clase alta, tan pronto como los hubo, tendieron a vestirse
     Santo Domingo, donde ya se había abolido la esclavitud.
                                                                    a la europea; y la popular guayabera de nuestros días,
     Pero no hay que olvidar que muchos de esos movimien-
                                                                    como podría atestiguar cualquier puertorriqueño
     ¡os fueron encabezados por esclavos nacidos en Africa
                                                                    memorioso de mi generación, nos llegó hace apenas tres
             llamados bozales- o traídos de otras islas del
       -los                                                         décadas de Cuba, donde fue creada como prenda de uso
I l.                                                                   'r¡r7i'-t
                                                                                                                                        f : "¡' i ':'¡ i
                                                                                       I


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                                                                                             ;'
                                                                                             ..
                                                                                                  "
                                                                                                      /L-t_         ¡-,',:.
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                                                                                             {                   ¡¡¡ ¡^ ¿':*';.   I,a"tt,_
     99                                                                                                           t23
        cotidiano en el medio de los estancieros.                        una segunda etapa, a mediados de srglo, de una nueva
         . ,I-a cultura popularpuertorriqueña, de carácter esen_         oleada compuesta fundamentalmente por cor_sos
        cialmente afroantilland, nos hizo, durante los tres pri_         mallorquines y catalanes.
        meros siglos de nuestra historia pos-colombina, un                   Esta última oleada fue la que llevó a cabo, práctica-
        pueblo caribeño más. El mayoritario sector social que            mente, una segunda colonización en la región monta-
        produjo esa cuhura produjo también al primer gün                 ñosa del país, apoyada en la institución de la libreta que
        personaj e h i stórico puertorriqueño : Mi guei Hen              la dotó de una mano de obra estable y, desde luego, servil
                                                             ríq*uez,
        un zapatero mestizo que llegó a convertirse, medianie su         El mundo de las haciendas cafetaleras, que en el siglo XX
       extraordinaria actividad como contftlbandista y corsa-            vendría a ser mitificado como epítome de la "puertorri-
       rio, en el hombre más rico de la colonia duiante la               queñidad", fue en realidad un mundo dominado por
       segunda mit¿d del siglo XVIIL.. hasta que las autorida_           extranjeros cuya riqueza se fundó en la expropiación de
       des españolas, alarmadas por ,., poi"r, decidieron                los antiguos estancieros criollos y en la explotación des-
       sacarlo de la Isla y de este mundo. En el seno de ese             piadada de un campesinado naúvo que hasta entonces
       mismo secbr popular nació nuesro primer artista de                había vivido en una economíade subsistencia. (Un mag-
       importancia: José C.ampeche, mulató ni¡o de esclavo               nífico retrato de ese mundo es el que nos ofrece Fernando
      "coartado" (es decir, de esclavo que iba comprando su              Picó en su reciente llbro Libertad y seruidumbre en el
      libe¡md a plazos). Si la sociedad puertorriqueña hubiera           Puerto Rico del siglo XIX, Ediciones Huracán, Río Pie-
      evolucionado de entonces en adelante de la misma                   dras, 1979). Esos hacendados peninsulares, corsos y
      manera que las de otras islas del C.aribe, nuestra actual          mallorquines, fueron, muy naturalmente, uno de los
      'tultura nacional" sería esa cultura popular y mestiza,            puntales del régimen colonial español. Y la cultura que
      primordialmente afroanrillana. pero ia sociedád puerto-            produjeron fue, por r:lzones igualmente naturales, una
      rriqueña no evolucionó de esa manera en los sigl,os XIX            cultüra señorial y extranjerizante.-ilodavía a fines de
      y XX. A principios del XIX, cuando nadie eñ puerto                 siglo los hacendados cafetaleros mallorquines hablaban
      Rico pensaba en una .,cultura nacional" puertorri-                 mallorquín entre sí y sólo usaban el español para hacerse
      queña, a esa sociedad, por decirlo así, se lC echó                 entender por sus peones puertorriqueños. Y los corsoq
                                                                 un
     segundo piso, social, económico y cultural (y en conse-             como atestiguan no pocos documentos históricos y lite-
     .cuencia de todo ello, a la larga, político). r a consrruc-         rarios, fueron vistos como extranjeros, frecuentemente
 .rr iion y el amuebtado de ese dññi;;              corrió a cargo,      como "franceses", por el pueblo puertorriqueño hasta
i i en. una prlmera eapa, de la oleada inmigratoria que                  bien.enuado el siglo XX. Por lo que toca específicamenre
     y"l-.¿ sobre la Isla un nurido conringente de refugiaáos            a los mallorquines, vale la pena llamar la atención sobre
  iI de las colonias hispanoamericanas eñlucha por..iird.-               un hecho histórico que mereceríaciertoestudiodesde un
     pendencia, e inmediatamente, al amparo de la Real                   punto de vista sociocultural: muchos de esos emigrantes
     Cédula de Gracias de 1815, a numerosos extranjeros                  eran lo que en Mallorca se conoce como chuetas, o sea
     -ingleses, franceses, holandeses, irlandeses, erc,_; y, en          descendientes de juüos conversos. Lo que tengo en
24                                                                                                                         25

 mente es lo siguiente: ¿qué acritud social puedegenerar          palses": el pals indígena, el país criollo y el pals mestizo;
 el hecho de que una minoría discriminada en su lugar de          en la Argentina es muy conocido el añejo conflicto enüe
 origen se convierta en brevísimo plazo, como consecuen-          los "criollos viejos" y los inmigrantes y sus descendien-
 cla de una emigración, en minoría privilegiada en el             tes; en Haití es proverbial la pugna entre negros y mula-
 luga.r adonde emigra? I-o mismo podría preguntarse,              tos, etc., etc. Todo lo que sucede es que en Puerto Rico se
 claro, en relación con los inmigrantes corsos, que en su         nos ha "vendido" durante más de medio siglo el mito de
 isla natal eran mayormente campesinos analfabetos o              una homogeneidad social, racial y cultural que ya es
 semianalfabetos y en Puerto Rico se convirtieron en              tiempo de empezar a desmontar... no para "dividir" al
 señores de hacienda en unos cuantos años. La pobreza de          país, como piensan con temor algunos, sino para enten-
 la producción cultural de la clase propietaria cafetalera        derlo correctamente en su objetiva y real diversidad.
en    tda la segunda mitad del siglo XlX(encomparación            Pensemos en dos tipos puertorriqueñoscomo serían, por
  con la producción cultural de la élite social de la costa)      ejemplo, un poeta (blanco) de Lares y un estibador
. nos habla de un tipo humano y social fundamental-               (negro o mulato) de Puerta de Tierra, y reconozcamos
  mente inculto, conservador y arrogante, que despreciaba         que la diferencia que existe entre ellos (y que no implica,
  y oprimía al nativo pobre y era a su vez odiado por éste.       digámoslo con tda claridad para evitar malos entendi-
  Ese odio es lo que explica, entre otras cosas, las "pa.rtidas   dos, que el uno sea "más" puertorriqueño que el otro)es
  sediciosas" que en 1898 se lanzaron al asalto de las            una diferencia de tradición cultural, históricamente
  haciendas de la 'hltura".                                       determinada, que de ninguna manera debemos subesti-
       He dicho 1898, y eso nos sitúa, después de esta necesa-    mar. A esa diferencia responden dos visiones del mundo
  ria excursión histórica, en el meollo de la pregunta que               Weltanschauungen- contrapuestas en muchos e
  ustedes me hacen. Comencé diciendo que para precisar             -dos
                                                                  importantes sentidos. A todos los puertorriqueños pen-
  qué era en Puerto Rico la 'tultura nacional" a la llega.da      santes, y especialmente a los independentrstás, Dos pr€:
  de los norteamericanos, primero había que dilucidar qué         ocupa, y con razón, la persistente falta de consenso que
  clase de nación era Puerto Rico en ese momento. pues            exhibe nuestro pueblo por lo que toca a la futura y
  bien, a la luz de todo lo que llevo dicho no me parece          definitiva organización política del país, o sea al lla-
 exagerado en modo alguno decir que esa nación estaba             mado "problema del sf¿úus". En ese sentido, se reconoce
  tan escindida racial, social, económica y culturalmentq         sin mayor reparo la realidad de un "pueblo dividido"
 que más bien deberíamos hablar de dos naciones. O más            I-o que no hemos logrado hasta ahora es reconocer las
 exactamente, talvez, de dos formaciones nacionales que
 no habían tenido tiempo de fundirse en una verdadera
                                                                  causas profundas
                                                                  división.
                                                                                       -vale decir históricas- de esa
 síntesis nacional. No se sobresalte nadie: el fenómeno no            El independentismo tradicional ha sostenido que tal
 es exclusivamente puertorriqueño sino típicamente lati-          división no existía antes de la invasión norteamericana
 noamericano. En México y en el Perú, por ejemplo,                que bajo el régimen colonial español lo que caracteri-
 todavía se está bregando con el problema de los "varios          za.ba a la sociedad puertorriqueña era, como decía
' '     )'""n'';
                i
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Nbizu, "una homogeneidad entre tdos los componen-             siglo XX, sus descendientes venidos a menos como clase
tes y un gran sentido social interesado en la recíproca       (corno clase, entiéndase bien, porque individualmente
ayuda para la perpetuidad y conservación de Ia nación,        los nietos de los hacendados "arruinados", convertidos
esto es, un sentimiento raigal y unánime de patria,,. Sólo    por lo general en profesionales, empresarios o buró-
 la fuerza obnubilante de una ideologla radicalmente          cratas, disfrutan de un nivel de vida como el que nunct
 conservadora podía inducir a semejante visión enaje-         conocieron sus abuelos). Sólo a la luz de este enfoque
 nada de la realidad histórica. I-o que puerro Rico era en    puede entenderse bien, por ejemplo,.elc.ontenido ideoló-
 1898 sólo puede definirse, mitologías aparte, como una       gico de un texto literario como Los soles trunco.r, AV
                                                                                                       '--:---':l
nación en formación. Asl la vio Hosros, y la vio bien. y si   nené !!4¡1quési
a lo largo del siglo XIX como llevo dicho, ese proceso de          I-a cultura que produjeron los profesionales en el
formación nacional sufrió profundos trastornos a crusa        siglo XIX en cambio, se materializó en obras e institu-
de dos grandes oleadas inmigratorias que, para insistir       ciones: casi toda nuestra literatura de ese período, el
en mi metáfora, le echaron un segundo piso a la sociedad      Ateneo, etc. Y en esas obras e instituciones lo que predo-
puertorriqueña, lo que pasó en 1898fue que la invasión        minó fue la ideología liberal de sus creadores. Así pues
norteamericana empezó a echar un tercei piso, sobre el
segundo odavía mal amueblado.                                 -y es muy importante aclarar esto para no incurrir en
                                                              las simplificaciones y confusiones propias de cierto
    Ahora bien: en esa nación en formación, queademás,        "marxismo" subdesarrollado-, 'tultura de clase diri-
como sabemos o deberlamos saber, esnba dividiü no             gente" en la sociedad colonial puertorriqueña del siglo
sólo en clases sino también en etnias que eran verdaderas     XIX no quiere decir precisa ni necesariamente 'tultura
castas, coexistían las dos culturas de que vengo hablando     reaccionaria". Reaccionarios hubo, sí, entre los puerto-
desde el principio. Pero, precisamente porque se üataba       rriqueños cultos de esa época, pero no fueron los más ni
de una nación en formación, esas dos culturas no eran         fueron los más caracterlsticos. I-os más y los más caracte-
tampoco bloques homogéneos en sí mismas..La élite             rísticos fueron liberales y progresistas: Alonso, Tapia,
social tenía dos sectores claramente distinguibles: el sec-   Hostos, Brau, Zno... También los hubo revoluciona-
tor de los hacendados y el sector de los profesional,es;-     rios, claro, pero fueron los menos y, además, en muchos
Quintero Rivera ha explicado con mucha claridad cómo          casos, característica y reúeladoramente, mestizos: piénse-
se diferenciaban idmlógicamente esos dos sectores de la       se en Betances, en Pachín Marín       y en un    artesano
élite: más conservador el primero, más Iiberal el             como Sotero Figueroa que culturalmente alternaba con
segundo. Por lo que a la producción cultural se refiere,      la élite. Mestizos fueron también        se atreverá a
                                                                                             -¿alguien
hay que precisar lo siguiente. [a cultura que produjeron      decir que por "casualidad"?- los autonomistas más
los hacendados fue, sobre todo, un modo d,c ui&, *ño.         radicales: piénsese en Baldorioty y en Barbosa, tan
rial y conservador. I-os propios hacendados no fueron         incomprendidos y despreciados por los independentistas
capaces de expresar yensÍrlzar literariamenteese modode       conservadores del siglo XX el uno por "reformista" y el
vida: de eso rcnüían que encargarse, bien entrado ya el       otro por "yankófilo". ¡C,omo si la mitad, cuandomenos,
28                                                                                                                           29

de los separatistas del XIX no hubieran querido sepa-           la identidad nacional. Tal manera de ver las cosas no
rarse de España sólo para poder anexarse después a los          sólo confunde la parte con el todo, porqueesaculturaha
Estados Unidos, espejo de democracia republicana para           sido efectivamente parte de lo que en un sentido totali-
la mayor parte del mundo ilustrado de la época I Ahí esul,      zante puede llamarse "cultura nacional puertorri-
para quien quiera estudiarla sin hacerle ascos a la ver-        queña ", pero no ha sido toda la cultura producida por la
dad, la historia de la Sección Puerto Rico del partido          sociedad insular; sino que, además, deja de reconocer la
Revolucionario Cubano en Nueva York, donde los sepa-            existencia de la otra cultura puertorriqueña,_b CU!1ura
ra tistas-i ndependen tistas como Sotero Figueroa con mi-       popular que, bajo el régimen colonial norteamericano,
 litaron hasta el g8 con los sepa.ratistas-anexionistas (será   no ha sufrido nada que pueda definirse como un dete-
contrasentido gramatical, pero no político) como Todd           rioro, sino más bien. como un desarroll,o: un desarrollo
 y Henna (y estos dos apellidos, por cierto, ¿no nos esuin      accidentado y lleno de vicisitudes, sin duda, pero desa-
hablando del "segundo piso" que los inmigrantes le              rrollo al fin. Y decir esto no significa hacer una apolo-
echaron a la sociedad puertorriqueña a principios y             gía del colonialismo norteamericano desde la izquierda,
mediados del siglo?)                                            como se obstinan en creer algunos patriotas conservado-
     Todo esto parecerá digresión, pero no lo es: la "cul-      res, sino simplemente reconocer un hecho histórico: que
 tura nacional" puertorriqueña a la altura del 98 estaba        el des-mg-q!xl-4Irs-ie,n"to progresivo de la cultura de la élite
hecha de todo eso. Vale decir: expresaba en sus virtudes,       puertorriqueña bajo el impag".¡p je las tmnsformaciones
en sus debilidades y en sus contradicciones a la clase          operadas en la sociedad nacionalpor.el régimen colonial
social que le daba vida. Si esa clase se caracterizaba, como    norteamericano ha tenido como-consecuencia, m:ís que
hemos visto, por su debilidad y su inmadurez históricas,        la "norteamericanización' l..de esa- soeiedad, un trastoca-
¿podía ser fuerte y madura la cultura produciü porella?         miento interne- de,valoreseul¡u¡ale's-F-l v4c:io grqado por
Io que le daba una fortaleza y una madurezrelatiua era,         el dqslrl44!-eJ4miento.de la cultura de los pt¡ertorrique-
sobre todo, dos cosas: l) el hecho de que tenía sus raíces      ños "de arriba" no ha sido llenado, ni mqQhomenos, por
en una vieja y rica culrura europea (la española), y 2) el      la intrusión de la_c-ultu-ra nor!.ea.r-r-rgriqana, sino por el
hecho de que ya había empeado aimprimira susexpre-              ascenso cada vez más palpable de la cultura de lospuerto-
                                                                                            .
siones un sello propio, criolloen un sentido hispanoan-         rriqueños .' de abaju";-'
tillano. Esto último es innegable, y por eso se equivocan           Ahora bien: ¿por qué y cómo ha sucedido eso? Yo no
quienes sostienen (o sostenían, cuando menos, hace dos          veo manera de dar una respuestavákda a esta pregunta
o tres décadas) que no existe una "cultura nacional"            como no sea insertando la cuestión en el contexto de la
puertorriqueña. Pero también se eQuivocaban y siguen            lucha de clases en el seno de la sociedad puertorriqueña.
equivocándose quienes, pasando por alto el carácter cla-        Tiempo sobrado es ya de que empecemos a entender a la
sista de esa cultura, la postulan comolaúnic¿ cultura de        luz de una concepción científica de la historia lo que
todos los puertorriqueños e identifican su deterioro bajo       realmente significó para Puerto Rico el cambio de Égi-
el régimen norteamericano con un supuestodeteriorode            men colonial en 1898. Y cuando digo "lo que realmente
30                                                                                                                     3l

srgnificó", quiero decir lo que srgnificó para las diferen-   política del país, la retórica "patriódca" de los hacenda-
tes clases sociales de la sociedad puertorriqueña. Es per-    dos alcanzó tal nivel de demagogia que incluso el sector
fectamente demostrable, porque está perfectamente             liberal de los profesionales no vaciló en ridiculizarla y
documentado, que la' clase propietaria puertorriqueña         condenarla. Sólo así se explican los virulentos ataques de
acogió la invasión norteamericana, en el momento en           Rosendo Matienzo Cintrón, Nemesio Canales y Luis
que se produjo, con los brazos abiertos. Todos los porta-     Lloréns Torres a los desplantes "antiimperialistas" de
voces políticos de esa clase saludaron la invasión como la    José de Diego, el próspero abogado de la Guánica Cen-
Ilegada a Puerto Rico de la libertad, Ia democracia y el      tral erigido en tonante "Caballero de la Raza".
progreso, porque todos vieron en ella el preludio de la           (Y en directa relación con esto último, permítanme
anexión de Puerto Rico a la nación más rica y poderosa        ustedes un pa.réntesis cuya perdnencia me obliga a no
                               hay que olvidarlo- del pla-    dejarlo en el tintero. I-a crídca -y 'triticar no es censu'
-y más 'democrática", no sobrevino cuando la nueva
neta. El desencanto sólo                                      rar, sino ejercitar el criterio", como decía José lVartl- a
metrópoli hizo claro que la invasión no implicaba la          la ejecutoria política de un personaje histórico de la
anexión, no implicaba la participación de la clase pro-       importancia de José de Diego debe entenderse como un
pietaria puertorriqueña en el opíparo banquete de la          esfuerzo por entender y precisar, con apego a la realidad
expansiva economía capitalista norteamericana, sino su        histórica, las razones que determinaron la conducta de
subordinación colonial a esa economía. Fue entonces, y        todo un sector de clase de la sociedad puertorriqueña en
sólo entonces, cuando nació el "nacionalismo" de esa          un momento dado. Esa conducta ha sido mitificada
clase, o, para decirlo con más exactitud, del sector de esa   durante medio siglo por los herederos sociales e ideoló-
clase cuya debilidad económica le impidió insertarse en       gicos de ese sector. Quienes respondemos o intentamos
la nueva situación- I-a famosa oposición de José de           responder a los intereses históricos de la ot¡a clase social
Diego
        -es decir, de la clase social que él representaba     puertorriqueña, o sea de los trabajadores, no debemos
como presidente de la Cámara de Delegados- a la exten-        combatiresa mitificación con otra mitificación. Yenese
sión de la ciudadanía norteamericana a los puertorrique-      error, me parece, han incurridodosestimables investiga'
ños se fundaba (como él mismo lo explicó en un discurso       dores de la historia social puertorriqueña como son Juan
que tdos los independentistas puertorriqueños debe-            Flores y Ricardo C,ampos, quienes en su trabajo "Migra'
rían leer o releer) en la categórica declaración del presi-   ción y cultura nacional puertorriqueñas: perspectivas
dente Taftde que Ia ciudadanía no aparejaba laanexión         proletarias"             en Puerto Rico; identidad nacio-
ni una promesa de anexión. Y cuando, además de eso, se                     -incluido
                                                              nal y clases sociales (Coloquio de Princeton), Ediciones
hizo evidente que el nuevo régimen económico
                                                  -o sea la   Huracán, Río Piedras, 1979-, oponen a la mitificada
suplantación de la economía de haciendas por una              figura del prócer reaccionario José de Diego la figura
economía de plantaciones- significaba la ruina de la          también mitificada del destacado luchador e ideólogo
clase hacendada insular y el comienzo de la participa-        proletario Ramón Romero Rosa. Si Flores y Campos
ción independiente de la clase trabajadora en la vida         hubieran recordado que los santos tienen su lugar en la
33
        32

        esfera de   la religión pero no en la de la política, no       (:amente vinculados entre sí. Por un lado, ha obedecido
        habrían callado el hecho de que Romero Rosa, después           desde afuera a una política imperialista encaminada a
        de prestarle eminentes servicios a la clase obrera puerto-     integrar a la sociedad puertorriqueña -claro esá que en
        rriqueña, acabó por ingresar en el Partido Unionista,          rondiciones de dependencia- al sistema capitalista nor-
        que era, como tdos sabemos, el partido de la clase             leamericano; pero, por otro lado, ha respondido desde
        adversaria. Flores y C,ampos seguramente no carecen de         ade n tr o a la lucha de las masas puertorriqueñas conua la
        los conocimientos necesarios pa.ra explicar este hecho, y      hegemonía de la clase propietaria. I-a produccióncultu-
        por ello precisamente es de lamentar que su trabajo, muy       rul de esta clase bajo el Égimen colonial español fue, por
        atendible por lo demás, se resienta de cierto mani-            tas razones que ya hemos explicado, una producción
        queísmo que no favorece la justeza esencial de sus             cultural de sigrro liberal-burgués; pero la nuevarelación
        planteamientos).                                               dc fuerzas sociales bajo el régimen norteamericano
            [: clase trabajadora puertorriqueña, por su parte,         obligó a la clase propietaria, marginaü y expropiada en
        también acogió favorablemente la invasión norteameri-          ¡u mayor parte por el capitalismo norteamericano, a
        cana, pero por razones muy distintas de las que anima-         ¡¡bandonar el liberalismo sostenido por su sector profe-
        ron en su momento a los hacendados. En la llegada de los       rional y a luchar por la conservación de los valores
        nor¿eamericanos a Puerto Rico los trabajadores vieron Ia       culturales de su sector hacendado. El telurismo c:tracte'
:ii.,
        oportunidad de un ajuste de cuentas con la clase propie-       ¡lstico de la literatura producida por la élite puerorri-
        taria en todos los terrenos. Yen el terreno cultural, quees    r¡ueña en el siglo XX no responde, como tdavía se
        el que nos ocupa ahora, es€ ajuste de cuenhs ha sido el        enseña generalmente en los cursos de literatura puerto-
        motor principal de los cambios culturales operados en la       rriqueña en la Universidad, a una desinteresada y lírica
        socieda{Buertoxriqueña de 1898 hasta nuestrosdías. Ia          *nsibilidad conmovida por las bellezas de nuestro pai-
        tantas veces denunciaü penetración cultural norteame-          nnje tropical, sino a una añoranza muy concreta y muy
        ricana en Puerto Rico no deja de ser un hecho, y yo sería      histórica de la tierra perdiü, y no de la tierra entendida "
        el último en negarlo. Pero, por una parte, me niego a          romo símbolo ni como metáfora, sino como medio de
        aceptar que esa penetración equivalga a una "transcul-         pnrducción material cuya propiedad pasó a manos
        turación", esdecir, a una "norteamericanización" enten-        exlrañas. En otras palabras: quienes ya no puüeron
        dida como "despuertorriqueñización" de nuestra                 r¡¡uir "volteando la finca" a lomosdel tradicional caba-
        sociedad en su conjunto; y, por otra parte estoy conven-        llo, se dedicaron a hacerlo a lomos de una décima, un
        cido de que las causas y las consecuencias deesa penetra-
                                                                       ('uento o una novela. Y estirando un poco (pero no
        ción sólo pueden entenderse cabalmente en el contexto          tlc'rnasiado) la metáfora, sustituyeron, con el mismoespí-
        de la lucha entre las "dosculturas" puertorriqueñas, que        ritu patriarcal de los "buenos tiempos", a sus antiguos
        no es sino un aspecto de la lucha de clases en el seno de la   ¡xrrnes y agregados con sus nuevos lectores.
        sociedad nacional. I-a llamada "norteamericanización"               L-o que complica las cosas, sin embargo, es el hecho
                                                                       de que un s€cüor importantísimode los terratenientes en
        cultural de Puerto Rico ha tenido dos aspectos dialécti-
t4                                                                                                                   35
     Puerto Rico a la llegada de los norEamericanos no
                                                                   Eger y apuialar una identidad cultural nacional que
    esüaba  constituido por puertorriqueños sino porespa.ño-
     les, corsos, mallorquines, cahlánes, etc. Esos
                                                                   hr masas puertorriqueñas nunca han sentido Gomo s¿
                                                       terrate-    rcrdadera identidad. ¿Por qué esos independentistas han
    nienrcs eran vistos por las rnasas puertorriqueñas
                                                         como      ¡ldo acusados, una y ora veiz, de querer 'rvolver a los
    lo que eran en realidad: como extranjeros y óomo explo-
    tadores. Su mundo social y cultural era el queañoraúan,        ticmpos de España"? ¿Por qué los puerrorriqueños
                                                                   pobres y los puertorriqtreñosr¡€g¡qs han esanseado noto-
    idealizándolo hasta la mitificación, las tres protagonis-
                                                                   riamente gn- ls--fflas del independentismo tradicional y
,   tas de Los soles truncos, y presentar ese mundo
                                                      como el      han abundado,en ca¡nbio, en lasdel arrcxionismo popu-
    mundo de Ia "puertorriqueñidad " enfrenhdo a la .
                                                        bdul_      li¡ta? El independentismo tradicional suele responder a
    teración" norteamericana, constituye no sólo una rc;ti-
    versación flagrantede la realiüd histórica, sinoademás,        e¡ta rlltima prqunta diciendo que los puertoriqueños
    y ello es lo verdaderamente grave, una agresión a la           negros partidarios de la anexión están "'enajenados" pot
    puertorriqueñidad de la masa popular cuyos                     el régimen colonial. El razonamiento es el siguiente: si
                                                    anEpasa-       los puertorriqueños neg¡os aspiran a anexarse a urul
    dos (en muchos c¿rsos cercanos) vivieron en ese mundo
    como esclavos, como arrimados o como peones. Enton_            ¡ociedad racista como la norteamericana, esa 'hberra-
    ces, asl como sus valores culturales le sirvieron              ción" sólo puede explicarse en términos de una enajena-
                                                      a la clase   ción. Pero quienes asl razonan ignoran u olvidan una
    propietaria para resistir la ..norteamericanización,,,
                                                             esa   realidad histórica elemental: que laexperiencia racial de
     misma "norteamericanización,'le ha servido a la masa
     popular para impugnar y desplazar los valores                 los puertorriqueños n€gros ne>-se ha dado dentro de la
, les de la                                            cultura_    sociedad nor¡earnerirana..sino dsrt¡o de la-€ocidad
             clase propietaria. pero no sólo a la masa popular

-)                                                                 puertorriquۖa, es decir, que quierrcs los'han discrimi-
     -y creo que esto es digno de especial señalamiento_,
     sino incluso a ciertos sectores muy importantes de la         nado racialmente en Ptn¡to Rico no han sidslos"nortea-
                                                                   mericanos sino los puertorriqueños blancos, muchos de
     TirT" clase propietaria que han vivido áprimidos en el
    interior de su propia clase. pienso, sobre todo, en las        los cuales, además, se enorgullecen de su ascendencia
    mujeres. ¿A alguien se Ie ocurrirá negar que el actual mo-     extranjera: española, corsa, rnallorquina, etc. Loque un
    vimiento de liberación femenina en-pueio Rico _esen-           puertorriqueño negro, y un puer¡orriqueño pobre aun-
                                                                   que sea blanco
    cialmente progresista y justo a despecho de todas sus
    posibles limitaciones- no es en grandísima medida
                                                                                     -y nadie ignora que la proporción de
                                                                   pobres entre los negros siempre ha sido muy superiora la
                                                            un     proporción entre los blancos-, entienden por "volver a
    resultado de la "norteamericanización" de la sociedad
   puertorriqueña?                                                 los tiempos de España", es volver a una-sociedad en la
        El desconocimiento o el menosprecio de estas realida-      que el sector blanco y propieariodela@laeión siem-
   des ha tenido, entre otras, una consecuencia nefasta: la        pre oprimió y despreció al .secor no.blanco y no-
   idea, sostenida y difundida por el independentismo rra_         propietario. h¡es, en efecto, ¿cuántos puertorriqueños
   dicional, de que la independencia es necesaria para pro-        negros o pobres podlan participar, aunque sólo fuera
                                                                   como simples electores, €D h vida polltica puertorri-
36                                                                                                                    87

 gueñl en üempos de España? para ser elecror, en aque-       num€rosos que los esclavos, hasta que la abolición, en
 llos tiempos, había gue ser propietario o contribuyente,    1873, ),iquidó formalmente el status social de estos últi-
 además de saber leer y escribi¡ ¿y cuántos pu.rtoriiqrre-   mos. /¿ cuhura popqlar puertorriqueña primeriza fue,
 ños negros o pobres podían sadsfacer esoJrequisitoi? y      pues, fundamentalmenseafmntillana. El campesin'ádo
 no.digamos lo que Ie costaba a un negro llegar a ser        blanco que s€ constituyó más tarde, sobre todo el de la
 dirigente político. Barbosa, claro. ¿y quién más? pero,     región montañosÍr, produjo una variante de la cultura
 además, no era Barbosa a secas, sino eI doctor Barbosa.     popular que se desarrolló de manera relativamenteautó'
 ¿Y dónde se hizo médico Barbosa? No en puerto Rico          noma hasta que el auge de la industria azucarera de la
 (donde España nuncl permitió la fundación de una            costa y la decadencia de la economía cafetalera de la
 universidad), ni en la propia España (donde los puerto-     montaña determinaron el desplazamiento de un conside-
 rriqueños que estudiaban eran los hijos de los hácenda-     rable sector de la población de la "altura" a la "bajura".
 dos y los profesionales blancos), sino en los Estados       Lo que se dio de entonces en adelante fue la interacción
 Unidos, en                                                  de las dos vertientes de l¡a cul tura popular, pero con claro
            lltchigan por más señas, un esado norteño y
  de vieja tradición abolicionista, lo cual explica fácil-   predominio de la vertiente afroantillana por ñlzones
  mente muchas cos:rs que los independentistas tradicio-     demográficas, económicas y sociales. Empero, la actitud
  nales nunca han podido enrcnder en relación con            conservadora asumida por la cliase terrateniente margl'
  Barbosa y su anexionismo. pues bien: si el independen-     nada desnaturalizó esta realidad a través de su propia
  tismo tradicional puertorriqueño en el siglo XX tra s¡Ao   producción cultural, proclamando la cultura popular
 -en lo político, en lo social y en lo cultural_ una
 ideología conservadora empeñada en la defensa de los
                                                             del campesinado-blanco como la cultura popular por
                                                             excelencia. Ef, "jibarismo- literario de la élite no ha sido
 valores de la vieja clase propieaafia, ¿a santo de qué      ora cosa, en el fondo, que la expresión de su propio
 atribuir a una "enajenación" la falta deadhesión deias      prejuicio social y raclI. Y asl, en el Puerto Rico de
 m1sa! al independentismo? ¿euiénes han sido y son, en       nuestros dlas, donde el jíbaro prácticamente ha dejado de
 realidad, Ios enajenados en un verdadero sentido his_       existir como factor demográfico, económico y cultural
 tórico?                                                     de importancia, en nnto que el puertorriqueño mestizo
     Por lo que a la cultura popular atañe, hay que reco-    y proletario es cada vezmásel verdaderorepresentantpde
 nocer que ésta tampoco ha sido homogénea en su evolu-       la identidad popular, el mito de la "jibaridad" esencial
ción histórica. Durante el primer siglo de vida colonial y   del puertorriqueño sobrevive ter@mente en la anacró-
segur¡menrc buena parte del segundo, la masa Fabaja_         nica producción cultural de la vieja élite conservadora y
dora, tanto en el campo como en los pueblos, artt'rno        abierta o disimuladamente racista. V
concenrada en Ia región del litoral y fue mayoritaria-           Asl, pues, c:idavezque los portav(rces ideolfuicosde
mente negra y mulata, con preponderancia numérica de         esa élite le han imputado 'tnajenación", "inconscien'
los esclavos sobre los libertos. Más adelante esa propor-    cia" y "p,érdida de identidad" a lia masa popular puerto.
ción se invirtió y los negros y mulatos libres fueion más    rriqueña, lo que han hecho en realidad es exhibir su falta
/'
                                                                                     rdr         ér) (¿'J/l¡tt1fi^lY4Yo''l'n
                                                                                                                  f
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 de confianza y su pro¡ira enajenación respecto de qurenes    eI popul,ismo oportunrsta puertorrrqueño le añadreron a
 son-, disgústele a quien le disguste, la inmensa mayoría     h lociedad rnsular a partir de la década de los cuarenta
.de los puertorriqueños. y han hecho otra cosÍI, igual-       Vistas las cosas en lo que a ml me parece una justa
                                                              ¡rerspectiva histórica, el evidente fracaso del
  mente negativa y contraproducente: han convencido a                                                            llamado
                                                              'frtáo
  muchos extranjeros de buena voluntad y partidarios de                Libre Asociado revela con perfecta claridad que el
  nuestra independencia de que el pueblo puertorriqueño       colonialismo norteamericano -después de haber propi-
 está siendo objeto de un "genocidio cultural". Víitima       ciado, f undamenalmente para satisfacer necesidades del
 especialmente lamentable de esa propaganda .,andmpe-         desarrollo expansionista de la metrópoli, una serie de
 rialista", que en rigurosa verdad no es sino el cantode      transformaciones que determinaron una muy real
 cisne de una clase social moribunda, ha sido el notable      modernización-en-la-dependencia de la sociedad
 poeta revolucionario cubano Nicolás Guillén, quien en        puertorriqueña- ya sólo es capaz de empu¡ar a esa socie-
 su tan bien inrcncionada cuan mal informada ..C,anción       dad a un- callejón sin salida y a un desquiciamiento
 puertorriqueña" ha difundido por el mundo la imagen          general cuyos síntomas iustamente alarmantes todos
 de un pueblo culturalmente híbrido y esterilizado, inla-     i"ne-ot a la vista: desempleo y marginación masivos
 paz de expresarse como no sea hrtajeando una riücula         dependencia desmoralizante de una falsa beneficencia
 ynezcla de inglés y español. Todos los puertorriqueños,      exiranjera, incremento incontrolable de una delincuen'
 independentistas o no, saben que es:r visión de li situa-    cia y una criminalidaden gran medida importadas, des-
ción cultural del pals no corresponde ni de lejos a la        politización e irresponsabilidad cívica inducidas por la
realidad. Y hay tantas buenas razones de todo tipo para       áemagogia institucionalizada y toda una cauda de males
defender la independencia nacional de puerto nico, que            qr.r.   ,ritd.t   conocen mejor que yo porque estrin viviéndo-
resulta imperdonable fundar esa defensa en una falsa              lós cotidianamente. Hablar de la bancarrota acttnl del
 razón.                                                           régirnen colonial no quiere decir, de ninguna maner4
   I-a buena razón cultural para lucharpor la indepen-            que este r(,gimen haya sido "bue¡oll hasta haeepoco y
dencia consiste, a mi j uicio, en que ésta es absolutaminte       que sólo ahora empiece a ser rllnalo". I-o que estoy
'necesaria para.prolqger, orienüar y, asegurar el pleno                                                      que se entienda
 desarrollo d(_!4 verdddera idenridad nggional puerrorri-
                                                                   tratando de decir
                                                                                      -y me lnteresa mucho
                                                                  bien- es que losochenta añosdedominación norteame-
 queña: la identidad que tiene sus raíces en esa cultura           ricana en Puerto Rico representan la historia de un
 popular que el independentismo                                    proyecto económico y político cuya viabilidad inme-
                                   -si en verdad aspira a
 representar la auténtica voluntad nacional deestepals-           diala encada una de sus etapas pasadas fue real, pero que
 esui obligado a comprender y a hacer suya sin reservas ni         siempre estuvo condenado, como tdo proyecto his-
 redcencias nacidas de la desconfiana,y el prejuicio. Lo           tóricó fundado en la dependencia colonial, a desembocar
 que esá ocurriendo en el puerto Rico de nuestrosdlases            a La larga en la inviabilidad que estamos viviendoahora'
el resquebrajamiento espectacular e irreparable del                Esa inviabilidad del régimen colonial en tdos los órde-
cuaÍto f¡'so que el capitalismo tardío nortearnerieaney-           nes es precisamente lo que hace viable, por primera vez
t   .^Ü-
 40
                                                                                                ,9u'                4l
                                                                                      ,l   /
 en nuestra historia, la independencia nacional. Viabley,       rrequisito, pero un prerrequisito indispensable, para el
 como acabo de decir, absolutamente necesaria.                  logrodeur¡aglancpnfcderaciónque,,uo*s*i¡19g9,-dqf ini-
      Quienes estamos comprometidos desde dentro y              dvamente en una justa y efec"tiy-a o*rganización econó'
 desde fuera del país con un futuro socialista pa.ra puerto     mica, poütica y culrural*-Sólo así podremos llegar a
 Rico      hablo, como ya deben de saberlo usiedes, de un       ocupar el lugar que por derecho nos corresponde dentro
       -y
  socialismo democrático, pluralista e independiente, que       de la gran comunidad latinoamericana y mundial. En lo
 es el único socialismo digno de llamarse tal, a diferencia     económico, esto, lejos de constituir una aspiración
 del "socialismo" burocrático, monolítico y autoritario         utópica, se revela ya como una necesidad objetiva. En lo
 instituido en nombre de la clase obrera por una nueva          político, responde a una tendencia histórica manifiesta:
 cfase dominante que sólo puedo definir como burguesía          la liquidación de nuestro común pasado colonial
 de Estado porque es la auténtica propietaria áe los            mediante la instauración de regímenes populares y no-
 medios de producción a Favés de un aparato estatal             capitalistas. Y en lo cultural, que es lo que nos ocupa
 inamovible y todopoderoso-, tenemos por delante una            ahora específicamente, es preciso que reconozcurmos y
 tarea que consiste, ni más ni menos, en la reconstrucción      asumamos una realidad que aun los miis conscientes de
de Ia sociedad puertorriqueña. Mi conocida discrepancia         nosotros hemos pa.sado por alto hasta ahora. El hecho de
con el independentismo uadicional a este respecio es la          que en el Caribe se hablen varios idiomas de origen
discrepancia entre dos concepciones del objetivo histó-          europeo en lugar de uno solo, se ha considerado hasta
rico de esa reconstrucción. yo no creo en reconstruir            ahora como un factor de desunión. Y como fiactor de
hacia anás, hacia el pasado que nos legaron el colonia-          desunión han utilizado ese hecho, efectivamente, los
lismo español y la vieja élire inevocablemenre conde-            imperialismos que han hablado a nuestro nombre. Pero,
nada por la historia. Creo en reconstruir hacia adelante,        ¿acaso debemos nosotros, los sojuzgados' ver ese hecho
hacia un fururo como el que definían los mejores socia-          con la misma óptica que nuestros sojuzgadores? Por el
listas              puerrorriqueños de principios de siglo       contrario, debemos verlo como un hecho que nos acerca
       -proletarios
cuando postulaban una independencia nacional capaz               y nos une porque es un resultado de nuestra histona ]
de organizar al país en "una democracia industrial               común. h gfau eq!CIunidadcaribeña es.una comunidadl/
  gobernada por los trabajadores"; hacia un futuro que,          phrilingüe. Eso es real e irreversible. Peroeso, en lugar
                                                                 de fragmentarnos y derrotarnos, debe enriquecemos y
                                                                                                                         I

  apoyándose en la tradición cultural de las masas popula-
  res,-redescubra y rescate la caribeñidad esencial áe ñ,res-    estimularnos. Y consideradas así las cosas, sucede que
.
  tra ideniiiüd colectiva y comprenda de tma vez por todas       gracias a una de esas 'hstucias de la historia" de que
 que el destino natural de puerto Rico es el mismo de            hablan algunos filósofos, el imperialismo norteameri-
 dodos los demás pueblos, insulares y continenales, del          cano, al imponernos a los puertorriqueños el dominio
 Caribe.                                                         del inglés (¡sin hacernos perder el español, estimado
''' En ese sentido, concibo las respectivas independen-           Nicolás Guillénl), nos ha facilitado, claro está que sin
 cias nacionales de todos esos pueblos sólo como un pre-          proponérselo, el acercamiento a los pueblos hermanof".
42

angloparlantes del Caribe. No hemos de saber inglés los
                                                           LITERATURA E IDENTIDAD
puertorriqüeños para suicidarnos culturalmente disol-
                                                           NACIONAL BN PUERTO RICO
viéndonos en el seno turbulentode la Unión norteameri-
cana
     -"el Norte revuelto y brutal que nos.desprecia",
 que decía Martl-, sino para integramos con mayor
facilidad y ganancia en el rico mundo caribeño al que
por imperarivo histórico pertenecemos. Cuando al fin
                                                               El libro que Salvador Brau llamó "primervagidode
seamos independienres denffo de laindependencia can-
                                                           la musa puertorriqueña", el Aguinaldo Ptnrtoniqueño
beña mestiza, popular y dernocrátiea¡ nosólo podremos
                                                           de 1843, aspiraba a ser, según declaraÓión expresa de sus
y deberemos apreciar y cuidar como es debido nuestro
                                                           nueve jóvenes autores, "un libro enteramente indíjena"
idioma nacional, que es el buen español de puerto Rico,
                                                           que "reemplazara con ventajas a la antigua botella de
sino que podremos y deberemos instituir en nuesuo
                                                           Jerez,   el maapán y las vulga.res coplas de Navidad".
sistema educativo la enseñanza del inglés y del francés,
                                                           Parece paradójico, desde la perspectiva actual, saturada
con especial énfasis en sus variantes criollas, no como
                                                           de un nacionalismo afirmado las más de las veces en los
idiomas imperiales sino como lenguas al servicio de
                                                           rralores del criollismo, que los jóvenes autores del lgui-
nuestra descolonización definitiva.
                                        "                  naldo techauffan a un tiempo los elementos de un espa'
                                                           ñolismo que la nueva mentalidad criolla iba viendo ya
                            I                              como cosÍr ajena ("la antigua botella de Jerez" y "el
                                                           maapán") y el elemento que representaba el espíritu
                                      rti                  criollo popular ("las vulgares coplas de Navidad"). La
                                                           paradoja es sólo aparent€. I-a contradicción que nos
                                ':-                        presenta en su superficie la actitud de los noveles litera'
                                                           tos de 1843 se resuelve en una proposición de gran cohe-
                                                           rencia interna tan pronto como la analizamos a lia luz de
                                                           la historia social del país.
                                                               Permltaseme llamar la atención de ustedes sobre tres
                                                           palabras que aparecen en el párrafo anterior y que
                                                           pos€en, a mi juicio, valor de clave. Dos de ellas pertene-
                                                           cen a los autoresdelAguinaldo: "anligua" y "vulga.res".
                                                           I-a primera se refiere, como ya sabemos, a la botella de
                                                           Jerez. Ahora bien, "antiguo", como nos consta a todos,
                                                           no es simple sinónimo de "viejo"; entraña, además, una
                                                           connotación de caducidad (piénsese, por aducir un ejem'
                                                           plo muy conocido, en la frase 'hntiguo régimen", con

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EXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptx
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Paisdecuatropisos

  • 1. Colección La nave y el puerto Director: Arcadio Díaz Quiñones Et PAIS DE CUATRO PISOS y otros ensayos José Luis Gondlez r989 trjílÍliiiff i', . *i;;u*; r:,¡3
  • 2. A 't-" l0 , '. ! ll "Razón y sen tido del'Lamento borincano"'apa.reció EL PAIS DE CUATRO PISOS originalmente en el suplemento dominical de ElNueuo (Notas para una definición de Día, de San Juan, Puerto Rico (18 de abril de 1982). Ha la cultura puertorriqueña) sido ligeramente revisado para la presente edición. "Sobre la literatura puertorriqueña de los cincuenta" es un trabajo inédito hasta ahora. ...1a historia era Propaga.ndt política' tend'la a creat la unidad nacional, es decir, la nación, d,esde fuera y contra la tradición, bastíndase en la literctuta, era un queÍer set' no un deber ser porque existieran ya las condiciones d¿ hecho' Por-esta tnistna posición suya, los intelcctuales debían distinguirse del pueblo, situatse luera, crear o relorznr entre cllos mismos elespítitude casta, y en el tond.o desconfiar del pueblo, sen' ürlo e x traño, tenerle mie do, p or q ue e n rea I idtd, na algo desconocido, una misteñosa hidra de innumerables cabezas. 1,...1 Par el contraño... muchos mwimientos intelechnles iban ditigi' dos a modcmiznr y dcs'retorim¡ la cultura y aproxirnarla al pueblo, o sea nacionaliza¡ln. (Nación-pueblo y nación retótica, podría decirse que son las dos tendencias.) Gramsci, Cundernos d¿ la córcel -Antonio (rrr, 82) Un g¡upo de jóvenes estudiosos puertorriqueños de las ciencias sociales, egresados en su mayor parte de diversas Facultades de la Universidad Nacional Autó' noma de México y agrupados en Puerto Rico en el Seminario de Estudios Iatinoamericanos, me dirigieron hace poco (escribo en septiembre de 1979) la siguiente pregunta: ¿Cómo crees que ha sido alectada la cultura puertorriqueña por la interuención colonialista nortea- mericana y córno aes su desarrollo actual? I-as líneas que siguen constituyen un intento de respuesta a esÍr pre'
  • 3. t2 l3 gunta. Las he subtitulado "Notas..." porque sólo aspi- Empezaré, entonces, afirmando mi acuerdo con la ran a enunciar el núcleo de un ensayode interpretación idea, sostenida por numerosos sociólogos, de que enql- de la realidad histórico-cultural puertorriqueña que seno de oda socieüd dividida en-clases coeristen-dos indudablemente requeriría un análisis mucho más dete- culturas: la cultura de los opresqres y laculturade los nido y unas conclusiones mucho más razonadas. Con oprimidos. lClaro esrá que esas dos culturas, precisa- todo, espero que sean de alguna utilidad para los miem- mente porque coexisten,no son compartimientos esEn- bros del seminario y para los demás lectores que las cos sino vasos intercomunicantes cuya existencia se honren con su atención crítica. c:rracteriza por una constante influencia mutua' La naturaleza dialéctica de esa relación genera habitual- *** mente la impresión de una homogeneidad esencial que en realidad no existe.Tal homogeneidad sólo podría I-a pregunta, como nos consta a tdos, plantea una darse, en rigor, en una sociedad sin clases (y aun así, sólo cuestión importantísima que ha preocupado y sigue después de un largo proceso de consolidación). En toda preocupando a muchos puertorriqueños compromed- sociedad dividida en clases, la relación real enire las dos dos, desde diversas posiciones ideológicas, con la reali- culturas es una relación de dominación: la culturade los dad nacional puertorriqueña y naturalmente interesados opresores es la cultura dominante y la cultura de los en sus proyecciones futuras. Al empezar a contestarla, me oprimidos es la cultura dominada. Y la que se presenta he preguntado a mi vez quéentienden ustedes sin cómo 'tultura general", vale decircomo'tultura nacio- duda se han enfrentado al problema antes de -puesproponér- nal", es, naturalmente, la cultura dominante' Para melo a mí- por "cultura puertorriqueña". Me he dicho empezar a dar respuesta a la pregunta que ustedes me que tal vez no sea exactamente lo mismo que endendo hacen resulta necesario, pues, precisar qué era en Puerto yo, y no me ha parecido arbitrario anticipar esa posibili- Rico la "cultura nacional" a la llegada de los norteame- dad porque tengo plena conciencia de que todo lo que ricanos. Pero, para proceder con el mínimo rigor que diré a continuación presena el esbozo de una tesis que exige el caso, lo que hay que precisar primero es otra contradice muchas de las ideas que la mayoría de los cosa, a saber, ¿qué clase de nación era Puerto Rico en ese intelectuales puertorriqueños han postulado durante momento? varias décadas como verdades estableciüs, y en no pocos Muchos puertorriqueños, sobra decirlo, se han hecho culsos como auténticos artículos de fe patriótica. Trataré, esa pregunta antes que yo. Y las respuestas que se han pues, de ser lo más explícito posible denrro del breve daaó nán sido diversas y en ocasiones contradictorias' espa.cio que me concede la naturaleza de esta respuesta Hablo, claro, de los puertorriqueños que han concebido (que, por otra parte, no pretende ser definitiva sino servir a Puerto Rico como nación; los que han negado la tan sólo como punto de partida para un diálogo cuya existencia de la nación, tanto en el siglo pasado comoen cordialidad, espero, sepa resistir la prueba de cualquier el presente, plantean otro problema que también merece discrepancia legítima y provechosa). análiris, pero que por ahora debo dejar de lado. C,onside-
  • 4. l4 l5 remos, pues, dos eJemplos mayores entre los que nos lnteresan ahora: Eugenio-María de Hostos_J_pedro tivos (los mismos quedenunciaba Manuel Zno Gandía Albizu C;ampos"Para Hostos, a la altura misma de lg9g, al novelar un "mundo enfermo" y analizaba Salvador Brau en sus "disquisiciones sociológicas"). Si los separa- lo que el régimen colonial español había dejado en ..donde tistas puertorriqueños del siglo pasado, con Ramón Puerto Rico era una sociedad se vivía bajo la providencia de la barbarie,'; apenas tres décadas más Emeterio Betances alacabea, creían en la independen- tarde, Albizu definía la realidad social de ese mismo cia nacional y lucharon por ella, fue porque compren- régimen como "la vieja felicidad colectiva". dían que esa independencia era necesaria pa.ra llevar ¿A qué atri- adelante y hacer culminar el proceso de formación de la buir esa contradicción extrema entre dos hombres inteli_ gentes y honrados que defendían una misma causa nacionalidad, no porque creyeran que ese proceso política: la independencia nacional de puerto Rico? Si hubiera culminado ya. No confundían la sociología con reconocemos, como evidentemente estamos obligados a la política, y sabían que en el caso de Puerto Rico, como reconocer, que Hostos era el que se apegaba a la verdad en el de toda Hispanoamérica, la creación de un Estado histórica y Albizu el que la tergiversabá, y si no queremos nacional esaba llamada a ser, no la expresión de una rncu¡rir en interpretaciones subjetivas que aáemás de nación definitivamente formada sino el más poderoso y posiblemente erróneas serían injust r, i, preciso que eficaz insuumento para impulsar y completarel proceso de formación nacional. Ningún país hispa.noamericano busquemos larazón de la contradicción io, pro."ro, "r, históricos que la determinaron y no en la personalidad había llegado a la independencia nacional en el siglo de quienes la expresaron. No se trata, pués, de Hostos XIX como resultado de la culminación de un proceso de aersus Albizu, sino de una visión histórica uersus otra formación nacional, sino por la necesidad de dotarsede visión histórica. un instrumento político y jurídico que asegurara e Empecemos, entonces, por pregunarnos cuál fue la impulsara el desarrollo de ese proceso. situación que movió a Hostos a apegarse a la verdad Ahora bien: el hechoesque los separatistas puertorri- queños no lograron la independencia nacional en el hjstórica en su juicio sobre la realidaá puertorriqueña en el momento de la invasión norteamericana. En otras siglo pasado y que tdavía hoy muchos independentistas palabras, ¿qué le permitió a Hostos reconocer, sin trai- puertorriqueños se preguntan por qué no la lograron. cionar por ello su convicción independendsta, que a la Todavía hay quienes piensan que ello se debió a que una altura de 1898 "la debilidad individual y social que está a delación hizo abortar la insurrección de Lares, o a que la vista parece que hace inapazde ayuda a sí mismo a los 500 fusiles que Betances tenía en un barco surto en nuesro pueblo"? Io que le permitió a Hostos esa fran- Santomas no llegaron.a Puerto Rico a tiempo, o a que queza crítica fue sin duda su visión del desarrollo histó- veinte años después los separatistas puertorriqueños rico de Puerto Rico hasa aquel momento. Esa visión era esaban combatiendo en Cuba y no en su propio país, o a la de una sociedad en un grado todavía primario de quién sabe qué otras "razones" igualmente ajeruls a una formación nacional y aquejada de enormeshales colec- concepción verdaderamente científica de la historia. Porque la única razon real de que los separatistas puerto-
  • 5. l6 t7 rriqueños no lograran la independencia nacional en el nuncl pudo llegar ésta, ni siquiera en 1898, fue a la siglo XIX fue la que dio, en máq de una ocasión, el convicción de que Puerto Rico era ya una nación capaz propio Ramón Emererio Betances, un revolucionario de regir sus propios destinos a través de un Estado inde- que después de su primer fracaso adquirió la sana cos- pendiente. En el caso de Hostos, pues, la aspiración a la tumbre de no engañarse a sí mismo, y esa razón era, para independencia no estaba reñida con una apreciación ftar textualmente al padre del separatismo, que.,lller t"/puertorriqu"ñor .o qr..í". realista de la situación histórica que vivía. Y fue esa l" i,trdep"¡de*ia". Pero, apreciación la que lo llevó a dictaminar en 1898, cuando ¿Qué quériarr cléóir exacramenre esas palabras en boca y se enfrentó directamente a la realidad del país después de en pluma de un hombre como aquéI, que nunca aceptó un exilio de varias décadas, que el pueblo puertorri- otro destino razonable y justo para su país que la inde- queño estaba incapacitado pa.ra darse un gobierno pro- pendencia nacional como requisito previo pa.ra su ulte- pio, y a proponer, para superar esa incapacidad, un rior integración en una gran confederación antillana? proyecto de regeneración física y moral cuyas metas ¿Q¡riénes eran "los puertorriqueños" a que aludía podrían alcanzarse, si se aprovechaba bien el tiempo, en Betances y qué significaba eso de "no querer la indepen- un plazo de veinte años. dencia"? El mismo lo explicó en una carta escrita desde La situación histórica que le tocó vivir a Albizu no se Port-au-Prince poco después de la intentonade r ares,en caracterizó tan sólo por el escaso desarrollo de la clase la que atribuía esa derrota al hecho de que "los puertorri- dirigente criolla que él quiso movilizar en una lucha queños ricos nos han abandonado". A Betances no le independentista, sino por algo todavía peor: por .la hacía falta ser marxista para saber que en su tiempo una exprop-iación, la marginación y el descalabro de esa clase revolución andcolonial que no contara con el apoyode a causa de la imrpción del capitalisrno imperialistanor- la clase dirigente nativa estaba condenada al fracaso. y teamericano en Pr¡erto Rico. Ese proceso lo ha explicado -: en Puerto Rico esa clase, efectivamente, "no quería la muy bien Angel Quintero Rivera en sus aspectos econó- - rndependencia". Y no la quería porque no podía que- mico y político, dejando muy en claro que La impotencia rerla, porque su debilidad como clase, determinada de esa clase pa.ra enfrentarse corLu¡r proyecto histórico fund,amentalmente -lo cual no quiere dech exclu- progresista al imperialismo norteamericano en razón de "".. sivamente- por el escaso desarrollo de las fuerzas su cada vez mayor debilidad económica, la llevó a aban- iproductivas en la sociedad puertorriqueña, no le permi- donar su liberalismo decimonónico para asumirel con- ; i tía ir más allá de la aspiración reformista que -'caracteriró. siempre la -sen@doriqmo quehacaraclerizadosu ideología en lo que El relativó desarrollo de esas fuerzas produc- va--de este..siglo. La*jdeafizaeión -vale decir la .,.'tivas, y porconsiguiente de la ideología de la clase hacen- tergiversación- del.¡¡4sad*o*-histó¡ico ha sido uno de los = rdada y profesional criolla (lo que más se asemejaba {a-sgo¡ típicos de esa ideología. Pedro Albizu Campos entonces a una incipiente burguesía nacional) entre I 868 fue, sin duda alguna, el portavoz más coherente y conse- y 1887 fue lo que dererminó el tránsito del asimilismo al cuente de esa ideología conservadora. C-onservadora en autonomismo en la actitud política de esaclase. Aloque su contenido, pero, en el caso de Albizu, radical en su
  • 6. l8 l9 forma, porque Albizu dio voz especialmente al sector en el pals). La 'tultura de los oprimidos", en Puerto más desesperado (el adjetivo, muy preciso, se lo debo a Rico, ha sido y es la cultura producida por esa clase. (Esa cultura, por cierto, solo ha sido estudiada por los intelec- Juan Antonio Corretjer) de esa clase. Esa desesperación histórica, explicable hasra el punro de que no tendría por tuales de la clase dominante como folklor¿, ese invento qué sorprender a nadie, fue la que obligó a Albizu a de la burguesía europea que tan bien ha servido para tergiversar la verdad refiriéndose al regimen espa.ñol en escamotear la verdadera significación de la cultura Puerto Rico como "la vieja felicidad colectiva". popular). Y de ahora en adelante, para que podamos Ahora estrablezcamos la relación que guarda todo esto entendernos sin e-quíuocaq, hablemos de 'tultura de con el problema de la 'tultura nacional" puertorri- élite" y de 'tultura popular'li queña en nuestros días. Si la sociedad puertorriqueña I-o que im¡iórta eüminar (aunque sea en forma siempre ha sido una sociedad dividida en clases, y si, esquemática, por razones de espacio), para responder a la como afirmamos al principio, en toda sociedad dividida pregunta de ustedes, es en primer termino el nacimiento en clases coexisten dos culturas, la de los opresores y la de y el desanollo de cada una de esas culturas. Lo más los oprimdos, y si lo que se conoce como 'tultura nacio- indicado es empezar por la cultura popular, por la senci- nal" es generalmente la cultura de los opresores, enton- lla razón de que fue la que nació primero. Ya es un lugar ces es forzoso reconocer que lo que en Puerto Rico común decir que esa culturr tiene tres raíces históricas: la siempre hemos entendido por "cuhuxa,naeional'l es la talna, la africana y la española. Lo que no es lugar cultura producida por Ia clase de los hacendado*ylos común, sino todo locontrario, esafirmarquedeesas tres profesionales a que vengo aludiendo-hace.. rato. Con- raíces, la -ás importante, por, razones económicas y viene aclarar, sin embargo, la aplicación de esta termino- sociales, y en consecuencia culturales, esla africana-Es logía de "opresores" y "oprimidos" al caso cosa bien sabida que la población indígena de la lsla fue puertorriqueño, porque es muy cierto que los opresores exterminada en unas cuantas décadas por la brutalidad criollos han sido al mismo tiempo oprimidos por sus genocida de la conquista. (Bien sabida como dato, pero dominadores extranjeros. Eso precisamente es lo que indudablemente mal asimilada moral e intelectual- explica que su producción cultural en el siglo pasado, en mente, a juzgar por el hecho de que la principal avenida la medida en que expresaba su lucha contrzr la domina- de nuestra ciudad capital todavía ostenta el nombre de ción española, fuese una producción cultural funda- aquel aventurero codicioso y esclavizador de indios que mentalmente progresista, dado el carácter retrógrado, en fue Juan Ponce de Lmn). El exterminio, desde luego, no todos Ios órdenes, de esa dominación. Pero esa clase impidió la participación de elementos aborígenes en oprimida por la metrópoli era a su vez opresora de la otra nuestrr formación de pueblo; pero me parece claro que clase social puertorriqueña, la clase formada por los esta participación se dio sobre todo a través de los inter- esclavos (hasta 1873), los peones y los artesanos (obreros, cambios culturales entre los indígenas y los otros dos en rigor, hubo muy pocos en el siglo XIX debido a la grupos étnicos, especialmente el grupo africano y ello inexistencia de industrias modernas propiamentedichas por una razón obvia: indios y negros, confinados en el
  • 7. ,.t (l- ,..i 1) )20 ! 2t "' estrato más oprimido de la pirámide social, esruvieron Caribe, y no por negros criollos, como se les llamaba a 'l necesariamente más relacionados entre sl, durante el los nacidos en la Isla antes de que se les empezara a -. período inicial de la colon izaci6n, que con el grupo reconocer como Puertorriqueños 'i español dominante. También es cosa muy sabida, por Por lo que toca al campesinado blanco de esos prime- .,)documentada, que el grupo español, a lo largo de los dos primeros siglos de vida colonial, fue sumamenrc inesta- ros tiempos, o sea lo.s primerog "jíbaros", lo cierto es que era un campesinado pobre que se vio obligado aadoptar ) ble: recuérdese que en 1534 el gobernador de la colonia muchos de los hábitos de vida de los otros pobres que , daba cuenta de sus afanes por impedir la salida en masa vivían desde antes en el pa.ís, r¡ale decir los esclavos. En ', de los pobladores espa.ñoles atraídos por las riquezas de relación con esto, no está de más señalar que cuando en el i- Jierra Firme, al punto de que la Isla se veia"tandespo- Puerto Rico de hoy se habla, por ejemplo, de icomida lnlada, que apenas se ve gente española, sino negros", El jibara", se está hablando, en realidad, de "comida de i ingrediente español en la formación de la cultura popu- negros": plátanos, arroz,.-bacalao, funehet.etc" Si la i lar puertorriqueña deben de haberlo constituido, funda- 'tocina nacional" de todas las islas y las regiones litora- ymentalmente, los labradores (sobre todo canarios) les de la cuenca del Caribe es prácticamente la misma por d importados cuando los descendientes de los primeros lo que atañe a sus ingredientes esenciales y sólo conoce ,'l'sclavos eran ya puertorriqueños negros. De ahí mi con- ligeras (aunque en muchos casos imaginadvas) variantes ; vicción, expresada en varias ocasiones para desconcierto combinatorias, pese al hecho de que esos países fueron ,{. o irritación de algunos, de que los primeros puertorri- colonizados por naciones europeas de tan diferentes tra- fueron en realidad los puertorriqueñot {le.-g1ol. -- eueños diciones culinarias como la espa.ñola, la francesa, la i No estoy diciendo, por supuesto, que esos primeios inglesa y la holandesa, ello sólo puede explicarse, me i ' puertorriqueños tuvieran un concepto de "patria nacio- parece, en virtud de que tdos los caribeños o ,¡ n?1" (que nadie, por lo demás, tenía ni podía tener en el -insulares ¡ , condnentales- comemos y bebemos más bien com,o/" "'' Puerto Rico de entonces), sino queellos, por ser los más negros que como europeos. I-o mismo o cosa muy aná- atados al territorio que habitaban en virtud de su condi- loga cabría decir del "traje regional" puertorriqueño ción de esclavos, difícilmente podían pensar en la posibi- cuyas características todavía no acaban de precisar, que lidad de hacerse de oro país. Alguien podría tratar de yo sepa, nuestros folkloristas: el hecho es que loscampe- impugnar este razonamiento aduciendo que varias de las sinos blancos, por imperativo estrictamente económico, conspiraciones de esclavos que se produjeron en Puerto tuvieron que cubrirse con los mismos vestidos sencillos, Rico en el siglo XIX tenían por objeto en todo -según, holgados y baratos que usaban los negros. I¡s criollos de caso, lo que afirman los documentos oficiales- huir a clase alta, tan pronto como los hubo, tendieron a vestirse Santo Domingo, donde ya se había abolido la esclavitud. a la europea; y la popular guayabera de nuestros días, Pero no hay que olvidar que muchos de esos movimien- como podría atestiguar cualquier puertorriqueño ¡os fueron encabezados por esclavos nacidos en Africa memorioso de mi generación, nos llegó hace apenas tres llamados bozales- o traídos de otras islas del -los décadas de Cuba, donde fue creada como prenda de uso
  • 8. I l. 'r¡r7i'-t f : "¡' i ':'¡ i I ; ;'r;i.r1'Í <'¿- ii,i '):.. ,{. ¡-x'r-J : /, ;' .. " /L-t_ ¡-,',:. -rr { ¡¡¡ ¡^ ¿':*';. I,a"tt,_ 99 t23 cotidiano en el medio de los estancieros. una segunda etapa, a mediados de srglo, de una nueva . ,I-a cultura popularpuertorriqueña, de carácter esen_ oleada compuesta fundamentalmente por cor_sos cialmente afroantilland, nos hizo, durante los tres pri_ mallorquines y catalanes. meros siglos de nuestra historia pos-colombina, un Esta última oleada fue la que llevó a cabo, práctica- pueblo caribeño más. El mayoritario sector social que mente, una segunda colonización en la región monta- produjo esa cuhura produjo también al primer gün ñosa del país, apoyada en la institución de la libreta que personaj e h i stórico puertorriqueño : Mi guei Hen la dotó de una mano de obra estable y, desde luego, servil ríq*uez, un zapatero mestizo que llegó a convertirse, medianie su El mundo de las haciendas cafetaleras, que en el siglo XX extraordinaria actividad como contftlbandista y corsa- vendría a ser mitificado como epítome de la "puertorri- rio, en el hombre más rico de la colonia duiante la queñidad", fue en realidad un mundo dominado por segunda mit¿d del siglo XVIIL.. hasta que las autorida_ extranjeros cuya riqueza se fundó en la expropiación de des españolas, alarmadas por ,., poi"r, decidieron los antiguos estancieros criollos y en la explotación des- sacarlo de la Isla y de este mundo. En el seno de ese piadada de un campesinado naúvo que hasta entonces mismo secbr popular nació nuesro primer artista de había vivido en una economíade subsistencia. (Un mag- importancia: José C.ampeche, mulató ni¡o de esclavo nífico retrato de ese mundo es el que nos ofrece Fernando "coartado" (es decir, de esclavo que iba comprando su Picó en su reciente llbro Libertad y seruidumbre en el libe¡md a plazos). Si la sociedad puertorriqueña hubiera Puerto Rico del siglo XIX, Ediciones Huracán, Río Pie- evolucionado de entonces en adelante de la misma dras, 1979). Esos hacendados peninsulares, corsos y manera que las de otras islas del C.aribe, nuestra actual mallorquines, fueron, muy naturalmente, uno de los 'tultura nacional" sería esa cultura popular y mestiza, puntales del régimen colonial español. Y la cultura que primordialmente afroanrillana. pero ia sociedád puerto- produjeron fue, por r:lzones igualmente naturales, una rriqueña no evolucionó de esa manera en los sigl,os XIX cultüra señorial y extranjerizante.-ilodavía a fines de y XX. A principios del XIX, cuando nadie eñ puerto siglo los hacendados cafetaleros mallorquines hablaban Rico pensaba en una .,cultura nacional" puertorri- mallorquín entre sí y sólo usaban el español para hacerse queña, a esa sociedad, por decirlo así, se lC echó entender por sus peones puertorriqueños. Y los corsoq un segundo piso, social, económico y cultural (y en conse- como atestiguan no pocos documentos históricos y lite- .cuencia de todo ello, a la larga, político). r a consrruc- rarios, fueron vistos como extranjeros, frecuentemente .rr iion y el amuebtado de ese dññi;; corrió a cargo, como "franceses", por el pueblo puertorriqueño hasta i i en. una prlmera eapa, de la oleada inmigratoria que bien.enuado el siglo XX. Por lo que toca específicamenre y"l-.¿ sobre la Isla un nurido conringente de refugiaáos a los mallorquines, vale la pena llamar la atención sobre iI de las colonias hispanoamericanas eñlucha por..iird.- un hecho histórico que mereceríaciertoestudiodesde un pendencia, e inmediatamente, al amparo de la Real punto de vista sociocultural: muchos de esos emigrantes Cédula de Gracias de 1815, a numerosos extranjeros eran lo que en Mallorca se conoce como chuetas, o sea -ingleses, franceses, holandeses, irlandeses, erc,_; y, en descendientes de juüos conversos. Lo que tengo en
  • 9. 24 25 mente es lo siguiente: ¿qué acritud social puedegenerar palses": el pals indígena, el país criollo y el pals mestizo; el hecho de que una minoría discriminada en su lugar de en la Argentina es muy conocido el añejo conflicto enüe origen se convierta en brevísimo plazo, como consecuen- los "criollos viejos" y los inmigrantes y sus descendien- cla de una emigración, en minoría privilegiada en el tes; en Haití es proverbial la pugna entre negros y mula- luga.r adonde emigra? I-o mismo podría preguntarse, tos, etc., etc. Todo lo que sucede es que en Puerto Rico se claro, en relación con los inmigrantes corsos, que en su nos ha "vendido" durante más de medio siglo el mito de isla natal eran mayormente campesinos analfabetos o una homogeneidad social, racial y cultural que ya es semianalfabetos y en Puerto Rico se convirtieron en tiempo de empezar a desmontar... no para "dividir" al señores de hacienda en unos cuantos años. La pobreza de país, como piensan con temor algunos, sino para enten- la producción cultural de la clase propietaria cafetalera derlo correctamente en su objetiva y real diversidad. en tda la segunda mitad del siglo XlX(encomparación Pensemos en dos tipos puertorriqueñoscomo serían, por con la producción cultural de la élite social de la costa) ejemplo, un poeta (blanco) de Lares y un estibador . nos habla de un tipo humano y social fundamental- (negro o mulato) de Puerta de Tierra, y reconozcamos mente inculto, conservador y arrogante, que despreciaba que la diferencia que existe entre ellos (y que no implica, y oprimía al nativo pobre y era a su vez odiado por éste. digámoslo con tda claridad para evitar malos entendi- Ese odio es lo que explica, entre otras cosas, las "pa.rtidas dos, que el uno sea "más" puertorriqueño que el otro)es sediciosas" que en 1898 se lanzaron al asalto de las una diferencia de tradición cultural, históricamente haciendas de la 'hltura". determinada, que de ninguna manera debemos subesti- He dicho 1898, y eso nos sitúa, después de esta necesa- mar. A esa diferencia responden dos visiones del mundo ria excursión histórica, en el meollo de la pregunta que Weltanschauungen- contrapuestas en muchos e ustedes me hacen. Comencé diciendo que para precisar -dos importantes sentidos. A todos los puertorriqueños pen- qué era en Puerto Rico la 'tultura nacional" a la llega.da santes, y especialmente a los independentrstás, Dos pr€: de los norteamericanos, primero había que dilucidar qué ocupa, y con razón, la persistente falta de consenso que clase de nación era Puerto Rico en ese momento. pues exhibe nuestro pueblo por lo que toca a la futura y bien, a la luz de todo lo que llevo dicho no me parece definitiva organización política del país, o sea al lla- exagerado en modo alguno decir que esa nación estaba mado "problema del sf¿úus". En ese sentido, se reconoce tan escindida racial, social, económica y culturalmentq sin mayor reparo la realidad de un "pueblo dividido" que más bien deberíamos hablar de dos naciones. O más I-o que no hemos logrado hasta ahora es reconocer las exactamente, talvez, de dos formaciones nacionales que no habían tenido tiempo de fundirse en una verdadera causas profundas división. -vale decir históricas- de esa síntesis nacional. No se sobresalte nadie: el fenómeno no El independentismo tradicional ha sostenido que tal es exclusivamente puertorriqueño sino típicamente lati- división no existía antes de la invasión norteamericana noamericano. En México y en el Perú, por ejemplo, que bajo el régimen colonial español lo que caracteri- todavía se está bregando con el problema de los "varios za.ba a la sociedad puertorriqueña era, como decía
  • 10. ' ' )'""n''; i 26 27 Nbizu, "una homogeneidad entre tdos los componen- siglo XX, sus descendientes venidos a menos como clase tes y un gran sentido social interesado en la recíproca (corno clase, entiéndase bien, porque individualmente ayuda para la perpetuidad y conservación de Ia nación, los nietos de los hacendados "arruinados", convertidos esto es, un sentimiento raigal y unánime de patria,,. Sólo por lo general en profesionales, empresarios o buró- la fuerza obnubilante de una ideologla radicalmente cratas, disfrutan de un nivel de vida como el que nunct conservadora podía inducir a semejante visión enaje- conocieron sus abuelos). Sólo a la luz de este enfoque nada de la realidad histórica. I-o que puerro Rico era en puede entenderse bien, por ejemplo,.elc.ontenido ideoló- 1898 sólo puede definirse, mitologías aparte, como una gico de un texto literario como Los soles trunco.r, AV '--:---':l nación en formación. Asl la vio Hosros, y la vio bien. y si nené !!4¡1quési a lo largo del siglo XIX como llevo dicho, ese proceso de I-a cultura que produjeron los profesionales en el formación nacional sufrió profundos trastornos a crusa siglo XIX en cambio, se materializó en obras e institu- de dos grandes oleadas inmigratorias que, para insistir ciones: casi toda nuestra literatura de ese período, el en mi metáfora, le echaron un segundo piso a la sociedad Ateneo, etc. Y en esas obras e instituciones lo que predo- puertorriqueña, lo que pasó en 1898fue que la invasión minó fue la ideología liberal de sus creadores. Así pues norteamericana empezó a echar un tercei piso, sobre el segundo odavía mal amueblado. -y es muy importante aclarar esto para no incurrir en las simplificaciones y confusiones propias de cierto Ahora bien: en esa nación en formación, queademás, "marxismo" subdesarrollado-, 'tultura de clase diri- como sabemos o deberlamos saber, esnba dividiü no gente" en la sociedad colonial puertorriqueña del siglo sólo en clases sino también en etnias que eran verdaderas XIX no quiere decir precisa ni necesariamente 'tultura castas, coexistían las dos culturas de que vengo hablando reaccionaria". Reaccionarios hubo, sí, entre los puerto- desde el principio. Pero, precisamente porque se üataba rriqueños cultos de esa época, pero no fueron los más ni de una nación en formación, esas dos culturas no eran fueron los más caracterlsticos. I-os más y los más caracte- tampoco bloques homogéneos en sí mismas..La élite rísticos fueron liberales y progresistas: Alonso, Tapia, social tenía dos sectores claramente distinguibles: el sec- Hostos, Brau, Zno... También los hubo revoluciona- tor de los hacendados y el sector de los profesional,es;- rios, claro, pero fueron los menos y, además, en muchos Quintero Rivera ha explicado con mucha claridad cómo casos, característica y reúeladoramente, mestizos: piénse- se diferenciaban idmlógicamente esos dos sectores de la se en Betances, en Pachín Marín y en un artesano élite: más conservador el primero, más Iiberal el como Sotero Figueroa que culturalmente alternaba con segundo. Por lo que a la producción cultural se refiere, la élite. Mestizos fueron también se atreverá a -¿alguien hay que precisar lo siguiente. [a cultura que produjeron decir que por "casualidad"?- los autonomistas más los hacendados fue, sobre todo, un modo d,c ui&, *ño. radicales: piénsese en Baldorioty y en Barbosa, tan rial y conservador. I-os propios hacendados no fueron incomprendidos y despreciados por los independentistas capaces de expresar yensÍrlzar literariamenteese modode conservadores del siglo XX el uno por "reformista" y el vida: de eso rcnüían que encargarse, bien entrado ya el otro por "yankófilo". ¡C,omo si la mitad, cuandomenos,
  • 11. 28 29 de los separatistas del XIX no hubieran querido sepa- la identidad nacional. Tal manera de ver las cosas no rarse de España sólo para poder anexarse después a los sólo confunde la parte con el todo, porqueesaculturaha Estados Unidos, espejo de democracia republicana para sido efectivamente parte de lo que en un sentido totali- la mayor parte del mundo ilustrado de la época I Ahí esul, zante puede llamarse "cultura nacional puertorri- para quien quiera estudiarla sin hacerle ascos a la ver- queña ", pero no ha sido toda la cultura producida por la dad, la historia de la Sección Puerto Rico del partido sociedad insular; sino que, además, deja de reconocer la Revolucionario Cubano en Nueva York, donde los sepa- existencia de la otra cultura puertorriqueña,_b CU!1ura ra tistas-i ndependen tistas como Sotero Figueroa con mi- popular que, bajo el régimen colonial norteamericano, litaron hasta el g8 con los sepa.ratistas-anexionistas (será no ha sufrido nada que pueda definirse como un dete- contrasentido gramatical, pero no político) como Todd rioro, sino más bien. como un desarroll,o: un desarrollo y Henna (y estos dos apellidos, por cierto, ¿no nos esuin accidentado y lleno de vicisitudes, sin duda, pero desa- hablando del "segundo piso" que los inmigrantes le rrollo al fin. Y decir esto no significa hacer una apolo- echaron a la sociedad puertorriqueña a principios y gía del colonialismo norteamericano desde la izquierda, mediados del siglo?) como se obstinan en creer algunos patriotas conservado- Todo esto parecerá digresión, pero no lo es: la "cul- res, sino simplemente reconocer un hecho histórico: que tura nacional" puertorriqueña a la altura del 98 estaba el des-mg-q!xl-4Irs-ie,n"to progresivo de la cultura de la élite hecha de todo eso. Vale decir: expresaba en sus virtudes, puertorriqueña bajo el impag".¡p je las tmnsformaciones en sus debilidades y en sus contradicciones a la clase operadas en la sociedad nacionalpor.el régimen colonial social que le daba vida. Si esa clase se caracterizaba, como norteamericano ha tenido como-consecuencia, m:ís que hemos visto, por su debilidad y su inmadurez históricas, la "norteamericanización' l..de esa- soeiedad, un trastoca- ¿podía ser fuerte y madura la cultura produciü porella? miento interne- de,valoreseul¡u¡ale's-F-l v4c:io grqado por Io que le daba una fortaleza y una madurezrelatiua era, el dqslrl44!-eJ4miento.de la cultura de los pt¡ertorrique- sobre todo, dos cosas: l) el hecho de que tenía sus raíces ños "de arriba" no ha sido llenado, ni mqQhomenos, por en una vieja y rica culrura europea (la española), y 2) el la intrusión de la_c-ultu-ra nor!.ea.r-r-rgriqana, sino por el hecho de que ya había empeado aimprimira susexpre- ascenso cada vez más palpable de la cultura de lospuerto- . siones un sello propio, criolloen un sentido hispanoan- rriqueños .' de abaju";-' tillano. Esto último es innegable, y por eso se equivocan Ahora bien: ¿por qué y cómo ha sucedido eso? Yo no quienes sostienen (o sostenían, cuando menos, hace dos veo manera de dar una respuestavákda a esta pregunta o tres décadas) que no existe una "cultura nacional" como no sea insertando la cuestión en el contexto de la puertorriqueña. Pero también se eQuivocaban y siguen lucha de clases en el seno de la sociedad puertorriqueña. equivocándose quienes, pasando por alto el carácter cla- Tiempo sobrado es ya de que empecemos a entender a la sista de esa cultura, la postulan comolaúnic¿ cultura de luz de una concepción científica de la historia lo que todos los puertorriqueños e identifican su deterioro bajo realmente significó para Puerto Rico el cambio de Égi- el régimen norteamericano con un supuestodeteriorode men colonial en 1898. Y cuando digo "lo que realmente
  • 12. 30 3l srgnificó", quiero decir lo que srgnificó para las diferen- política del país, la retórica "patriódca" de los hacenda- tes clases sociales de la sociedad puertorriqueña. Es per- dos alcanzó tal nivel de demagogia que incluso el sector fectamente demostrable, porque está perfectamente liberal de los profesionales no vaciló en ridiculizarla y documentado, que la' clase propietaria puertorriqueña condenarla. Sólo así se explican los virulentos ataques de acogió la invasión norteamericana, en el momento en Rosendo Matienzo Cintrón, Nemesio Canales y Luis que se produjo, con los brazos abiertos. Todos los porta- Lloréns Torres a los desplantes "antiimperialistas" de voces políticos de esa clase saludaron la invasión como la José de Diego, el próspero abogado de la Guánica Cen- Ilegada a Puerto Rico de la libertad, Ia democracia y el tral erigido en tonante "Caballero de la Raza". progreso, porque todos vieron en ella el preludio de la (Y en directa relación con esto último, permítanme anexión de Puerto Rico a la nación más rica y poderosa ustedes un pa.réntesis cuya perdnencia me obliga a no hay que olvidarlo- del pla- dejarlo en el tintero. I-a crídca -y 'triticar no es censu' -y más 'democrática", no sobrevino cuando la nueva neta. El desencanto sólo rar, sino ejercitar el criterio", como decía José lVartl- a metrópoli hizo claro que la invasión no implicaba la la ejecutoria política de un personaje histórico de la anexión, no implicaba la participación de la clase pro- importancia de José de Diego debe entenderse como un pietaria puertorriqueña en el opíparo banquete de la esfuerzo por entender y precisar, con apego a la realidad expansiva economía capitalista norteamericana, sino su histórica, las razones que determinaron la conducta de subordinación colonial a esa economía. Fue entonces, y todo un sector de clase de la sociedad puertorriqueña en sólo entonces, cuando nació el "nacionalismo" de esa un momento dado. Esa conducta ha sido mitificada clase, o, para decirlo con más exactitud, del sector de esa durante medio siglo por los herederos sociales e ideoló- clase cuya debilidad económica le impidió insertarse en gicos de ese sector. Quienes respondemos o intentamos la nueva situación- I-a famosa oposición de José de responder a los intereses históricos de la ot¡a clase social Diego -es decir, de la clase social que él representaba puertorriqueña, o sea de los trabajadores, no debemos como presidente de la Cámara de Delegados- a la exten- combatiresa mitificación con otra mitificación. Yenese sión de la ciudadanía norteamericana a los puertorrique- error, me parece, han incurridodosestimables investiga' ños se fundaba (como él mismo lo explicó en un discurso dores de la historia social puertorriqueña como son Juan que tdos los independentistas puertorriqueños debe- Flores y Ricardo C,ampos, quienes en su trabajo "Migra' rían leer o releer) en la categórica declaración del presi- ción y cultura nacional puertorriqueñas: perspectivas dente Taftde que Ia ciudadanía no aparejaba laanexión proletarias" en Puerto Rico; identidad nacio- ni una promesa de anexión. Y cuando, además de eso, se -incluido nal y clases sociales (Coloquio de Princeton), Ediciones hizo evidente que el nuevo régimen económico -o sea la Huracán, Río Piedras, 1979-, oponen a la mitificada suplantación de la economía de haciendas por una figura del prócer reaccionario José de Diego la figura economía de plantaciones- significaba la ruina de la también mitificada del destacado luchador e ideólogo clase hacendada insular y el comienzo de la participa- proletario Ramón Romero Rosa. Si Flores y Campos ción independiente de la clase trabajadora en la vida hubieran recordado que los santos tienen su lugar en la
  • 13. 33 32 esfera de la religión pero no en la de la política, no (:amente vinculados entre sí. Por un lado, ha obedecido habrían callado el hecho de que Romero Rosa, después desde afuera a una política imperialista encaminada a de prestarle eminentes servicios a la clase obrera puerto- integrar a la sociedad puertorriqueña -claro esá que en rriqueña, acabó por ingresar en el Partido Unionista, rondiciones de dependencia- al sistema capitalista nor- que era, como tdos sabemos, el partido de la clase leamericano; pero, por otro lado, ha respondido desde adversaria. Flores y C,ampos seguramente no carecen de ade n tr o a la lucha de las masas puertorriqueñas conua la los conocimientos necesarios pa.ra explicar este hecho, y hegemonía de la clase propietaria. I-a produccióncultu- por ello precisamente es de lamentar que su trabajo, muy rul de esta clase bajo el Égimen colonial español fue, por atendible por lo demás, se resienta de cierto mani- tas razones que ya hemos explicado, una producción queísmo que no favorece la justeza esencial de sus cultural de sigrro liberal-burgués; pero la nuevarelación planteamientos). dc fuerzas sociales bajo el régimen norteamericano [: clase trabajadora puertorriqueña, por su parte, obligó a la clase propietaria, marginaü y expropiada en también acogió favorablemente la invasión norteameri- ¡u mayor parte por el capitalismo norteamericano, a cana, pero por razones muy distintas de las que anima- ¡¡bandonar el liberalismo sostenido por su sector profe- ron en su momento a los hacendados. En la llegada de los rional y a luchar por la conservación de los valores nor¿eamericanos a Puerto Rico los trabajadores vieron Ia culturales de su sector hacendado. El telurismo c:tracte' :ii., oportunidad de un ajuste de cuentas con la clase propie- ¡lstico de la literatura producida por la élite puerorri- taria en todos los terrenos. Yen el terreno cultural, quees r¡ueña en el siglo XX no responde, como tdavía se el que nos ocupa ahora, es€ ajuste de cuenhs ha sido el enseña generalmente en los cursos de literatura puerto- motor principal de los cambios culturales operados en la rriqueña en la Universidad, a una desinteresada y lírica socieda{Buertoxriqueña de 1898 hasta nuestrosdías. Ia *nsibilidad conmovida por las bellezas de nuestro pai- tantas veces denunciaü penetración cultural norteame- nnje tropical, sino a una añoranza muy concreta y muy ricana en Puerto Rico no deja de ser un hecho, y yo sería histórica de la tierra perdiü, y no de la tierra entendida " el último en negarlo. Pero, por una parte, me niego a romo símbolo ni como metáfora, sino como medio de aceptar que esa penetración equivalga a una "transcul- pnrducción material cuya propiedad pasó a manos turación", esdecir, a una "norteamericanización" enten- exlrañas. En otras palabras: quienes ya no puüeron dida como "despuertorriqueñización" de nuestra r¡¡uir "volteando la finca" a lomosdel tradicional caba- sociedad en su conjunto; y, por otra parte estoy conven- llo, se dedicaron a hacerlo a lomos de una décima, un cido de que las causas y las consecuencias deesa penetra- ('uento o una novela. Y estirando un poco (pero no ción sólo pueden entenderse cabalmente en el contexto tlc'rnasiado) la metáfora, sustituyeron, con el mismoespí- de la lucha entre las "dosculturas" puertorriqueñas, que ritu patriarcal de los "buenos tiempos", a sus antiguos no es sino un aspecto de la lucha de clases en el seno de la ¡xrrnes y agregados con sus nuevos lectores. sociedad nacional. I-a llamada "norteamericanización" L-o que complica las cosas, sin embargo, es el hecho de que un s€cüor importantísimode los terratenientes en cultural de Puerto Rico ha tenido dos aspectos dialécti-
  • 14. t4 35 Puerto Rico a la llegada de los norEamericanos no Eger y apuialar una identidad cultural nacional que esüaba constituido por puertorriqueños sino porespa.ño- les, corsos, mallorquines, cahlánes, etc. Esos hr masas puertorriqueñas nunca han sentido Gomo s¿ terrate- rcrdadera identidad. ¿Por qué esos independentistas han nienrcs eran vistos por las rnasas puertorriqueñas como ¡ldo acusados, una y ora veiz, de querer 'rvolver a los lo que eran en realidad: como extranjeros y óomo explo- tadores. Su mundo social y cultural era el queañoraúan, ticmpos de España"? ¿Por qué los puerrorriqueños pobres y los puertorriqtreñosr¡€g¡qs han esanseado noto- idealizándolo hasta la mitificación, las tres protagonis- riamente gn- ls--fflas del independentismo tradicional y , tas de Los soles truncos, y presentar ese mundo como el han abundado,en ca¡nbio, en lasdel arrcxionismo popu- mundo de Ia "puertorriqueñidad " enfrenhdo a la . bdul_ li¡ta? El independentismo tradicional suele responder a teración" norteamericana, constituye no sólo una rc;ti- versación flagrantede la realiüd histórica, sinoademás, e¡ta rlltima prqunta diciendo que los puertoriqueños y ello es lo verdaderamente grave, una agresión a la negros partidarios de la anexión están "'enajenados" pot puertorriqueñidad de la masa popular cuyos el régimen colonial. El razonamiento es el siguiente: si anEpasa- los puertorriqueños neg¡os aspiran a anexarse a urul dos (en muchos c¿rsos cercanos) vivieron en ese mundo como esclavos, como arrimados o como peones. Enton_ ¡ociedad racista como la norteamericana, esa 'hberra- ces, asl como sus valores culturales le sirvieron ción" sólo puede explicarse en términos de una enajena- a la clase ción. Pero quienes asl razonan ignoran u olvidan una propietaria para resistir la ..norteamericanización,,, esa realidad histórica elemental: que laexperiencia racial de misma "norteamericanización,'le ha servido a la masa popular para impugnar y desplazar los valores los puertorriqueños n€gros ne>-se ha dado dentro de la , les de la cultura_ sociedad nor¡earnerirana..sino dsrt¡o de la-€ocidad clase propietaria. pero no sólo a la masa popular -) puertorriqu€ña, es decir, que quierrcs los'han discrimi- -y creo que esto es digno de especial señalamiento_, sino incluso a ciertos sectores muy importantes de la nado racialmente en Ptn¡to Rico no han sidslos"nortea- mericanos sino los puertorriqueños blancos, muchos de TirT" clase propietaria que han vivido áprimidos en el interior de su propia clase. pienso, sobre todo, en las los cuales, además, se enorgullecen de su ascendencia mujeres. ¿A alguien se Ie ocurrirá negar que el actual mo- extranjera: española, corsa, rnallorquina, etc. Loque un vimiento de liberación femenina en-pueio Rico _esen- puertorriqueño negro, y un puer¡orriqueño pobre aun- que sea blanco cialmente progresista y justo a despecho de todas sus posibles limitaciones- no es en grandísima medida -y nadie ignora que la proporción de pobres entre los negros siempre ha sido muy superiora la un proporción entre los blancos-, entienden por "volver a resultado de la "norteamericanización" de la sociedad puertorriqueña? los tiempos de España", es volver a una-sociedad en la El desconocimiento o el menosprecio de estas realida- que el sector blanco y propieariodela@laeión siem- des ha tenido, entre otras, una consecuencia nefasta: la pre oprimió y despreció al .secor no.blanco y no- idea, sostenida y difundida por el independentismo rra_ propietario. h¡es, en efecto, ¿cuántos puertorriqueños dicional, de que la independencia es necesaria para pro- negros o pobres podlan participar, aunque sólo fuera como simples electores, €D h vida polltica puertorri-
  • 15. 36 87 gueñl en üempos de España? para ser elecror, en aque- num€rosos que los esclavos, hasta que la abolición, en llos tiempos, había gue ser propietario o contribuyente, 1873, ),iquidó formalmente el status social de estos últi- además de saber leer y escribi¡ ¿y cuántos pu.rtoriiqrre- mos. /¿ cuhura popqlar puertorriqueña primeriza fue, ños negros o pobres podían sadsfacer esoJrequisitoi? y pues, fundamentalmenseafmntillana. El campesin'ádo no.digamos lo que Ie costaba a un negro llegar a ser blanco que s€ constituyó más tarde, sobre todo el de la dirigente político. Barbosa, claro. ¿y quién más? pero, región montañosÍr, produjo una variante de la cultura además, no era Barbosa a secas, sino eI doctor Barbosa. popular que se desarrolló de manera relativamenteautó' ¿Y dónde se hizo médico Barbosa? No en puerto Rico noma hasta que el auge de la industria azucarera de la (donde España nuncl permitió la fundación de una costa y la decadencia de la economía cafetalera de la universidad), ni en la propia España (donde los puerto- montaña determinaron el desplazamiento de un conside- rriqueños que estudiaban eran los hijos de los hácenda- rable sector de la población de la "altura" a la "bajura". dos y los profesionales blancos), sino en los Estados Lo que se dio de entonces en adelante fue la interacción Unidos, en de las dos vertientes de l¡a cul tura popular, pero con claro lltchigan por más señas, un esado norteño y de vieja tradición abolicionista, lo cual explica fácil- predominio de la vertiente afroantillana por ñlzones mente muchas cos:rs que los independentistas tradicio- demográficas, económicas y sociales. Empero, la actitud nales nunca han podido enrcnder en relación con conservadora asumida por la cliase terrateniente margl' Barbosa y su anexionismo. pues bien: si el independen- nada desnaturalizó esta realidad a través de su propia tismo tradicional puertorriqueño en el siglo XX tra s¡Ao producción cultural, proclamando la cultura popular -en lo político, en lo social y en lo cultural_ una ideología conservadora empeñada en la defensa de los del campesinado-blanco como la cultura popular por excelencia. Ef, "jibarismo- literario de la élite no ha sido valores de la vieja clase propieaafia, ¿a santo de qué ora cosa, en el fondo, que la expresión de su propio atribuir a una "enajenación" la falta deadhesión deias prejuicio social y raclI. Y asl, en el Puerto Rico de m1sa! al independentismo? ¿euiénes han sido y son, en nuestros dlas, donde el jíbaro prácticamente ha dejado de realidad, Ios enajenados en un verdadero sentido his_ existir como factor demográfico, económico y cultural tórico? de importancia, en nnto que el puertorriqueño mestizo Por lo que a la cultura popular atañe, hay que reco- y proletario es cada vezmásel verdaderorepresentantpde nocer que ésta tampoco ha sido homogénea en su evolu- la identidad popular, el mito de la "jibaridad" esencial ción histórica. Durante el primer siglo de vida colonial y del puertorriqueño sobrevive ter@mente en la anacró- segur¡menrc buena parte del segundo, la masa Fabaja_ nica producción cultural de la vieja élite conservadora y dora, tanto en el campo como en los pueblos, artt'rno abierta o disimuladamente racista. V concenrada en Ia región del litoral y fue mayoritaria- Asl, pues, c:idavezque los portav(rces ideolfuicosde mente negra y mulata, con preponderancia numérica de esa élite le han imputado 'tnajenación", "inconscien' los esclavos sobre los libertos. Más adelante esa propor- cia" y "p,érdida de identidad" a lia masa popular puerto. ción se invirtió y los negros y mulatos libres fueion más rriqueña, lo que han hecho en realidad es exhibir su falta
  • 16. /' rdr ér) (¿'J/l¡tt1fi^lY4Yo''l'n f 38 39 de confianza y su pro¡ira enajenación respecto de qurenes eI popul,ismo oportunrsta puertorrrqueño le añadreron a son-, disgústele a quien le disguste, la inmensa mayoría h lociedad rnsular a partir de la década de los cuarenta .de los puertorriqueños. y han hecho otra cosÍI, igual- Vistas las cosas en lo que a ml me parece una justa ¡rerspectiva histórica, el evidente fracaso del mente negativa y contraproducente: han convencido a llamado 'frtáo muchos extranjeros de buena voluntad y partidarios de Libre Asociado revela con perfecta claridad que el nuestra independencia de que el pueblo puertorriqueño colonialismo norteamericano -después de haber propi- está siendo objeto de un "genocidio cultural". Víitima ciado, f undamenalmente para satisfacer necesidades del especialmente lamentable de esa propaganda .,andmpe- desarrollo expansionista de la metrópoli, una serie de rialista", que en rigurosa verdad no es sino el cantode transformaciones que determinaron una muy real cisne de una clase social moribunda, ha sido el notable modernización-en-la-dependencia de la sociedad poeta revolucionario cubano Nicolás Guillén, quien en puertorriqueña- ya sólo es capaz de empu¡ar a esa socie- su tan bien inrcncionada cuan mal informada ..C,anción dad a un- callejón sin salida y a un desquiciamiento puertorriqueña" ha difundido por el mundo la imagen general cuyos síntomas iustamente alarmantes todos de un pueblo culturalmente híbrido y esterilizado, inla- i"ne-ot a la vista: desempleo y marginación masivos paz de expresarse como no sea hrtajeando una riücula dependencia desmoralizante de una falsa beneficencia ynezcla de inglés y español. Todos los puertorriqueños, exiranjera, incremento incontrolable de una delincuen' independentistas o no, saben que es:r visión de li situa- cia y una criminalidaden gran medida importadas, des- ción cultural del pals no corresponde ni de lejos a la politización e irresponsabilidad cívica inducidas por la realidad. Y hay tantas buenas razones de todo tipo para áemagogia institucionalizada y toda una cauda de males defender la independencia nacional de puerto nico, que qr.r. ,ritd.t conocen mejor que yo porque estrin viviéndo- resulta imperdonable fundar esa defensa en una falsa lós cotidianamente. Hablar de la bancarrota acttnl del razón. régirnen colonial no quiere decir, de ninguna maner4 I-a buena razón cultural para lucharpor la indepen- que este r(,gimen haya sido "bue¡oll hasta haeepoco y dencia consiste, a mi j uicio, en que ésta es absolutaminte que sólo ahora empiece a ser rllnalo". I-o que estoy 'necesaria para.prolqger, orienüar y, asegurar el pleno que se entienda desarrollo d(_!4 verdddera idenridad nggional puerrorri- tratando de decir -y me lnteresa mucho bien- es que losochenta añosdedominación norteame- queña: la identidad que tiene sus raíces en esa cultura ricana en Puerto Rico representan la historia de un popular que el independentismo proyecto económico y político cuya viabilidad inme- -si en verdad aspira a representar la auténtica voluntad nacional deestepals- diala encada una de sus etapas pasadas fue real, pero que esui obligado a comprender y a hacer suya sin reservas ni siempre estuvo condenado, como tdo proyecto his- redcencias nacidas de la desconfiana,y el prejuicio. Lo tóricó fundado en la dependencia colonial, a desembocar que esá ocurriendo en el puerto Rico de nuestrosdlases a La larga en la inviabilidad que estamos viviendoahora' el resquebrajamiento espectacular e irreparable del Esa inviabilidad del régimen colonial en tdos los órde- cuaÍto f¡'so que el capitalismo tardío nortearnerieaney- nes es precisamente lo que hace viable, por primera vez
  • 17. t .^Ü- 40 ,9u' 4l ,l / en nuestra historia, la independencia nacional. Viabley, rrequisito, pero un prerrequisito indispensable, para el como acabo de decir, absolutamente necesaria. logrodeur¡aglancpnfcderaciónque,,uo*s*i¡19g9,-dqf ini- Quienes estamos comprometidos desde dentro y dvamente en una justa y efec"tiy-a o*rganización econó' desde fuera del país con un futuro socialista pa.ra puerto mica, poütica y culrural*-Sólo así podremos llegar a Rico hablo, como ya deben de saberlo usiedes, de un ocupar el lugar que por derecho nos corresponde dentro -y socialismo democrático, pluralista e independiente, que de la gran comunidad latinoamericana y mundial. En lo es el único socialismo digno de llamarse tal, a diferencia económico, esto, lejos de constituir una aspiración del "socialismo" burocrático, monolítico y autoritario utópica, se revela ya como una necesidad objetiva. En lo instituido en nombre de la clase obrera por una nueva político, responde a una tendencia histórica manifiesta: cfase dominante que sólo puedo definir como burguesía la liquidación de nuestro común pasado colonial de Estado porque es la auténtica propietaria áe los mediante la instauración de regímenes populares y no- medios de producción a Favés de un aparato estatal capitalistas. Y en lo cultural, que es lo que nos ocupa inamovible y todopoderoso-, tenemos por delante una ahora específicamente, es preciso que reconozcurmos y tarea que consiste, ni más ni menos, en la reconstrucción asumamos una realidad que aun los miis conscientes de de Ia sociedad puertorriqueña. Mi conocida discrepancia nosotros hemos pa.sado por alto hasta ahora. El hecho de con el independentismo uadicional a este respecio es la que en el Caribe se hablen varios idiomas de origen discrepancia entre dos concepciones del objetivo histó- europeo en lugar de uno solo, se ha considerado hasta rico de esa reconstrucción. yo no creo en reconstruir ahora como un factor de desunión. Y como fiactor de hacia anás, hacia el pasado que nos legaron el colonia- desunión han utilizado ese hecho, efectivamente, los lismo español y la vieja élire inevocablemenre conde- imperialismos que han hablado a nuestro nombre. Pero, nada por la historia. Creo en reconstruir hacia adelante, ¿acaso debemos nosotros, los sojuzgados' ver ese hecho hacia un fururo como el que definían los mejores socia- con la misma óptica que nuestros sojuzgadores? Por el listas puerrorriqueños de principios de siglo contrario, debemos verlo como un hecho que nos acerca -proletarios cuando postulaban una independencia nacional capaz y nos une porque es un resultado de nuestra histona ] de organizar al país en "una democracia industrial común. h gfau eq!CIunidadcaribeña es.una comunidadl/ gobernada por los trabajadores"; hacia un futuro que, phrilingüe. Eso es real e irreversible. Peroeso, en lugar de fragmentarnos y derrotarnos, debe enriquecemos y I apoyándose en la tradición cultural de las masas popula- res,-redescubra y rescate la caribeñidad esencial áe ñ,res- estimularnos. Y consideradas así las cosas, sucede que . tra ideniiiüd colectiva y comprenda de tma vez por todas gracias a una de esas 'hstucias de la historia" de que que el destino natural de puerto Rico es el mismo de hablan algunos filósofos, el imperialismo norteameri- dodos los demás pueblos, insulares y continenales, del cano, al imponernos a los puertorriqueños el dominio Caribe. del inglés (¡sin hacernos perder el español, estimado ''' En ese sentido, concibo las respectivas independen- Nicolás Guillénl), nos ha facilitado, claro está que sin cias nacionales de todos esos pueblos sólo como un pre- proponérselo, el acercamiento a los pueblos hermanof".
  • 18. 42 angloparlantes del Caribe. No hemos de saber inglés los LITERATURA E IDENTIDAD puertorriqüeños para suicidarnos culturalmente disol- NACIONAL BN PUERTO RICO viéndonos en el seno turbulentode la Unión norteameri- cana -"el Norte revuelto y brutal que nos.desprecia", que decía Martl-, sino para integramos con mayor facilidad y ganancia en el rico mundo caribeño al que por imperarivo histórico pertenecemos. Cuando al fin El libro que Salvador Brau llamó "primervagidode seamos independienres denffo de laindependencia can- la musa puertorriqueña", el Aguinaldo Ptnrtoniqueño beña mestiza, popular y dernocrátiea¡ nosólo podremos de 1843, aspiraba a ser, según declaraÓión expresa de sus y deberemos apreciar y cuidar como es debido nuestro nueve jóvenes autores, "un libro enteramente indíjena" idioma nacional, que es el buen español de puerto Rico, que "reemplazara con ventajas a la antigua botella de sino que podremos y deberemos instituir en nuesuo Jerez, el maapán y las vulga.res coplas de Navidad". sistema educativo la enseñanza del inglés y del francés, Parece paradójico, desde la perspectiva actual, saturada con especial énfasis en sus variantes criollas, no como de un nacionalismo afirmado las más de las veces en los idiomas imperiales sino como lenguas al servicio de rralores del criollismo, que los jóvenes autores del lgui- nuestra descolonización definitiva. " naldo techauffan a un tiempo los elementos de un espa' ñolismo que la nueva mentalidad criolla iba viendo ya I como cosÍr ajena ("la antigua botella de Jerez" y "el maapán") y el elemento que representaba el espíritu rti criollo popular ("las vulgares coplas de Navidad"). La paradoja es sólo aparent€. I-a contradicción que nos ':- presenta en su superficie la actitud de los noveles litera' tos de 1843 se resuelve en una proposición de gran cohe- rencia interna tan pronto como la analizamos a lia luz de la historia social del país. Permltaseme llamar la atención de ustedes sobre tres palabras que aparecen en el párrafo anterior y que pos€en, a mi juicio, valor de clave. Dos de ellas pertene- cen a los autoresdelAguinaldo: "anligua" y "vulga.res". I-a primera se refiere, como ya sabemos, a la botella de Jerez. Ahora bien, "antiguo", como nos consta a todos, no es simple sinónimo de "viejo"; entraña, además, una connotación de caducidad (piénsese, por aducir un ejem' plo muy conocido, en la frase 'hntiguo régimen", con