2. En el territorio argentino, antes de la llegada
de los españoles, existen vestigios de
representaciones rituales, con uso de
máscaras y pintura corporal, destinadas a
ceremonias de distintas índole.
3. Durante la época de la conquista y colonización hispánica se
advierten dos tendencias simultáneas: el teatro de los
misioneros, destinado a evangelizar a los indígenas y el teatro
de entretenimiento, hecho en las escuelas y universidades de
los jesuitas.
4. Buenos Aires debía contar con un teatro, destinado al
cultivo de la población “carente de diversiones”. Se habilitó
en 1783 una Casa de Comedias, más conocida como
Teatro de la Ranchería. Su recaudación era destinada al
beneficio de los huérfanos.
5. El proscenio (es el espacio que existe entre el telón de
boca del escenario y la primera fila del público) de la
Ranchería se iluminaba con velas de sebo y sobre la boca
del telón llevaba la leyenda “Ridendo castigo mores”, es
decir, critica las costumbres por medio de la risa.
7. La reapertura del Coliseo atestigua los cambios
operados en la sociedad porteña después de la
revolución de mayo. La mayoría de los dramas
llevados a escena durante esa etapa, entre ellos
Siripo de Lavardén, en cuya adaptación los españoles
pasan a ser victimarios de los indígenas, se ocupan de
testimoniar y alentar la sufrida lucha por la libertad
americana.
8. Las autoridades comienzan a hacerse cargo del
significado del teatro en el cambio de mentalidad y
e l afianzamiento de la naciente conciencia
nacional. Rechazaban el teatro español al que
tildan de “absurdos góticos” y aplauden las
producciones de Shakespeare, Moliere y Voltaire.
9. La construcción de teatros corre de la mano de la modernidad.
Ya que en 1857 se inauguran el viejo Colon, el Opera, el
Variedades (1872), el nacional (1882), el San Martín (1887).
Hasta entonces habían predominado las compañías extranjeras
en especial francesas e italianas.
10. Hacia 1890, el progreso alcanzado, la inflación, la
corrupción pública y privada y la inestabilidad social son el
escenario del contexto actual; bajo una carpa la obra Juan
Moreira deslumbra a los espectadores porteños de todas
las clases sociales. Pronto proliferan los dramas gauchos,
hasta que el entrerriano Martiniano Leguizamón entrega a
los Podestá (dueños de la carpa) su Calandria, símbolo de
la transformación que ha sufrido la sociedad desde
Moreira.
11. EL SAINETE PORTEÑO
Su índole picaresca incorpora el habla popular y las
costumbres de los arrabales de Madrid, que luego serán
adaptados al ambiente porteño.
Allí expone el contraste entre inmigrantes y criollos a través
del lenguaje popular, sobre una intriga amorosa que sirve de
soporte a la caricatura de las costumbres.
12. EL GROTESCO CRIOLLO
El “grottesco”, en italiano, era la pintura mural fantasiosa que
se realizaba en los recovecos altos, semejantes a grutas, y
adquieren en español el significado de ridículo o
extravagante. Pirandello, su máximo exponente teatral, lo
define como las dos caras de la risa y el llanto aplicadas a
una misma situación. Para Armando Discépolo (1887-1971)
“lo serio y lo cómico se suceden o se preceden
recíprocamente como la sombra y el cuerpo”.