La relación médico-paciente ha cambiado significativamente a lo largo de los siglos XX y XXI. Antes, los pacientes eran receptivos a las decisiones del médico, pero ahora son agentes autónomos con capacidad de decidir sobre su tratamiento. Los médicos ya no imponen tratamientos sino que ofrecen consejos técnicos. La relación se ha adaptado a una entre sujetos adultos.