La Constitución española de 1837 se promulgó tras la muerte de Fernando VII para establecer un régimen constitucional en España. Reconoció derechos para los ciudadanos y una división de poderes, pero mantuvo al monarca con considerable autoridad. Fue reformada en 1845 para dar más poder al rey y limitar el sufragio, dando lugar a la Constitución de 1845 que estuvo vigente hasta 1869.