Simón Cano Le Tiec describe una escena en la playa de Torremolinos donde ve a un hombre sentado que parece estar culpable o triste. El narrador y su acompañante sienten tensión y tratan de alejarse de sus propios pensamientos mirando al sol. Más tarde, el hombre les pide fuego para un cigarrillo y resulta ser Orson Welles, quien posiblemente se sentía culpable por su programa de radio La Guerra de los Mundos. El sonido de las olas le recuerda a Welles que todo final es grandioso.