El Imperio Bizantino alcanzó su máximo esplendor bajo el emperador Justiniano entre 527 y 565 d.C. Justiniano intentó reconstruir el Imperio Romano y las conquistas bizantinas se extendieron por gran parte de Italia, el norte de África y el sur de la península ibérica. El emperador concentraba todos los poderes políticos, militares y religiosos en el imperio y gobernaba a través de una extensa red de funcionarios y leyes unificadas como el Código de Justiniano.