Este documento resume un texto académico sobre la imaginación. El autor argumenta que la imaginación no se pierde con la edad, sino que evoluciona. Como ejemplo, narra un sueño sobre un viaje en tren donde conoce a una mujer misteriosa. Aunque era solo un sueño, demuestra cómo la imaginación puede transportarnos a otros mundos. En conclusión, la imaginación cambia con la madurez pero nunca se pierde, y la lectura y educación pueden alimentarla.
1. 2014
TEXTO ACADEMICO
Carlos Cuevas Urquiza.
Matricula: AS15589129
Universidad Abierta y a Distancia de
México.
Noviembre 25 de 2014.
2. Índice
Introducción… ¿es la literatura un medio para despertar la imaginación?
Desarrollo… ¿alguna vez viajaste o te has transportado en tren?
Conclusión… comentarios finales y reflexión.
3. Introducción:
¿Es la literatura, un medio de inspiración para despertar la imaginación?
Me he dado a la tarea de leer profusamente, el discurso de Antonio Muñoz Molina,
que pronunció en septiembre de 1998, en España. En esta conferencia, el autor se
refiere entre otras cosas, sobre la cultura y la educación, y en consecuencia la
literatura como medio de inspiración para despertar la imaginación. Establece
puntos de divergencia muy marcados, respecto de estas acepciones. Estas
diferencias se vuelven; desde el punto de vista del autor muy incisivas, una
respecto de la otra, y quizás tenga razón.
Refleja en parte de su contenido, que se deja de jugar con la imaginación en la
medida que crecemos, idea con la que yo no estoy de acuerdo. Expresa que, ¨a
medida que crecemos y se nos empieza a preparar para atender
responsabilidades mayores, como el trabajo y la obediencia, el hábito de la
imaginación se vuelve incomodo o peligroso, y desde luego inútil, y sin darnos
cuenta lo vamos perdiendo, no porque este sea un proceso natural como el
cambio de la voz, sino porque hay una determinada presión social, para que nos
convirtamos no en individuos sanos, felices y autónomos, sino en súbditos, en
empleados productivos, en lo que antes se llamaba hombres de provecho¨.
Yo creo que la imaginación no se pierde, más bien creo que sufre una mutación
natural. Cuando eres pequeño y te leen un cuento, la imaginación vuela por los
confines del universo. En la medida que creces, no se deja de imaginar, es más,
hasta te atreves a soñar, porque tu realidad te hace imaginar un mundo mejor, sin
perder la perspectiva. Yo soy muy proclive a darle vuelo a mi imaginación; de lo
que veo, de lo que escucho, de lo que leo, pero sobre todo; de lo que siento y
sueño. Así nacen las cosas más increíblemente sublimes y que solo se conciben
en la imaginación, y si cuando se es pequeño la imaginación te hace volar por los
confines del universo, en la etapa adulta la imaginación te proyecta hasta los
confines del alma; veamos por qué.
Desarrollo: dándole vuelo a mi imaginación, me dedique a escribir
vehementemente, con el propósito de reseñar lo que la imaginación es capaz de
crear. ¿Alguna vez viajaste o te has transportado en tren? Si, ese que con el paso
del tiempo, pasó de ser el medio de transporte más utilizado por la sociedad
boyante de su época, y que hoy se encuentra prácticamente en el olvido; a no ser
claro está, que vuelva a ser; por sus propios fueros, la industria del transporte más
importante de nuestro país. El tren que yo conocí, en el que viajé y disfrute de
grandes trayectos, hoy no existe, sin embargo, a través de la imaginación, los
llevare de la mano a un pequeño camarote del ferrocarril.
4. El tren al que me refiero, salía de la estación de Buenavista, en la Ciudad de
México. Allá, a finales de la década de los 80´s. Era el número 8, así se le conocía
y su horario de salida era a las 20:00 horas, con destino a Ciudad Juárez,
haciendo un recorrido de 48 horas. Quiero destacar, que el servicio del ferrocarril,
tenía muy bien separadas las clases sociales que en él se transportaban, porque
había un restaurante en uno de los vagones, dormitorios en la llamada clase
Pulman, y eso hacía tu estancia y recorrido, mucho muy agradable; y no porque yo
sea muy elitista.
En la actualidad, el servicio de tren como tal, no existe; fue privatizado a mediados
del sexenio de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari; y salvo algunos
lugares, coexiste el tren turístico, como el de Chihuahua, que cruza por la sierra
tarahumara hasta Sinaloa, o el de Guadalajara, que te lleva a un recorrido por el
pueblo de Tequila.
La imaginación puede ser basta, excelsa o tan ínfima como cada quien la quiera
alimentar, recuerdo muy claramente que para abordar el ferrocarril, debías de
estar en la estación al menos faltando diez minutos para las 20:00 horas. El silbato
de la locomotora era puntual, pues emitía su peculiar silbido anunciando su
próxima salida. Fue que caminando a toda prisa y al entrar al andén, que la vi por
primera vez, tan natural, vestida con un traje sastre en color beige. El frio de la
noche no le incomoda, pues lleva puesto un abrigo color azul marino, que
contrasta a la perfección con su figura. Por debajo del saco, se alcanza a percibir
una blusa de manga larga, en un tono suave, difuminado en color naranja.
Su cabello, suelto, relampagueante al contraste de la luz, por las ligeras rachas
de viento.
Abordamos el tren y nos dirigimos por un amplio pasillo cada quien a su camarote.
El tren anunciaba la marcha con el ultimo pitido y afuera, el ruido ensordecedor de
la maquina secundaba el inicio del viaje. Al igual que yo, ella había pedido un
camarote, quizá viajaba acompañada, la verdad, nunca lo supe. A quien le
importaba esta explicación. Mi reservado estaba contiguo al suyo. Sobre la mesa,
dos copas y una botella de vino tinto, de origen español. En el interior del pequeño
apartamento móvil, no se sentía ni la velocidad, como tampoco el ruido exterior.
Solo escuchaba la voz del garrotero, anunciando el inicio de la cena, dispuesta en
el carro restaurante, enganchado dos vagones adelante.
La entrada al camarote, se encontraba de frente a un gran ventanal, que por la
hora, se hallaba cubierto en su totalidad por una gran persiana; en cuyas orillas,
5. se alcanzaban a ver las figuras fantasmales que las luces producían, por la
velocidad con que corría, el monstruo de acero. Volvimos a encontrarnos, en el
restaurante móvil. Es curioso, solo nos saludamos con las miradas, y con una
discreta sonrisa. Jamás supe su nombre ni ella el mío, a pesar de que nos
sentamos uno frente al otro solamente separados por dos filas de mesas. La
recorrí con la mirada y pude percibir el rojo carmesí del lápiz labial sobre su bien
delineada boca.
Que otra cosa podía hacer, si en ese momento no se me ocurría nada. Así
discurrió el tiempo. Después de esa noche, no la volvería a ver. El tren, anunciaba
con antelación su pase por alguna comunidad, como anunciando, aquí llevo a dos
prófugos totalmente desconocidos, y sólo detenía su marcha, cuando los
pasajeros que viajaban en los primeros furgones; los de las clase general o mal
llamados clase popular, llegaban a su destino. Es un tren largo: 2 locomotoras, 4
vagones para clase popular, 3 para primera especial, 1 de cocina y servicio
postal, 1 restaurante bar, 3 pulman y el del final, propio para trabajadores
ferroviarios.
De pronto, sentí como se filtraba un rayo de sol por la ventana. Despierta me
decía, es hora de levantarse, abre los ojos. Hice a un lado la pereza y me di
cuenta que el escenario era distinto a la noche anterior. ¿Pero qué sucedió? Fue
inútil tanto cuestionamiento, la realidad es ahora muy diferente. Quizá no debí
quedarme dormido. Porque lo cierto, es que yo amanecí en mi cama como de
costumbre. Me levante y vi a través de la ventana, como de costumbre. Y como de
costumbre, la vida es la misma allá afuera. Nada cambia y todo se mueve al
vaivén que marca el ritmo del reloj. Ahora lo comprendo todo.
Fue un sueño deliciosamente extraño y maravilloso, que me llevó a la penumbra
del camarote de un vagón del tren, que sale justo a las 20:00 horas y que para
abordarlo, tienes que llegar, faltando Diez minutos para las 20:00 horas.
Conclusión: el presente trabajo no pretende fijar una postura en razón del
coloquio de Muñoz Molina, sino resaltar, cuán grande puede ser el poder de la
imaginación. Sublime, en razón de lo que se pueda gestar en la mente, porque
nunca dejas de imaginar, de soñar y de atreverte a crear fantasías; que lo mismo
te llevan a volar por los confines del universo, que navegar por los mares del alma.
Por eso me atrevo a decir, que la imaginación no se pierde, tal vez lo más cercano
sería dejarla de utilizar, pero es imposible. Para mí, la imaginación va mutando en
razón de la madurez y de las necesidades de las personas. Quizá como dice
Antonio Muñoz Molina, baste un poco de cultura, para leer mucho y darle rienda
6. suelta a nuestra mente, pero hace falta mucho más la educación, para sustentar la
cultura de la lectura.
REFLEXION:
¿Por qué elegí este tema? Después de leer varias veces La Disciplina de la
Imaginación, de Antonio Muñoz Molina, y aunque propiamente no profundiza en la
imaginación misma, sino en la literatura como medio para despertarla, me atreví a
explorar mi propio mundo imaginario, mi propia inventiva. Me gusta jugar con las
herramientas que le dan forma a nuestros pensamientos.
¿De dónde partí para empezar a escribir? Muy simple, a lo largo de mi vida, he
escrito, poemas, canciones, y toda clase de locuras, que le dan sentido a mi
imaginación. Me gusta explorar, expresar mi forma de sentir. Me gusta la lectura
contemporánea, soy un apasionado de la vida, suelo ser solitario aunque siempre
estoy acompañado. Soy un enamorado de la vida misma. De ahí parte todo.
Imaginación: Según el diccionario escolar, Fernández y Editores México (del lat.
Imaginatio,-onis) f. Psi Aptitud para representar mentalmente las imágenes de las
cosas, o la facilidad para crear imágenes nuevas combinando elementos ya
percibidos. [[fig. idea o imagen falsa de una cosa que no hay en realidad.