Este documento discute cómo la burbuja inmobiliaria ha afectado a los bancos, los presupuestos públicos y los incentivos de los particulares y políticos para mantenerla. Explica que los bancos son reacios a bajar los precios de las viviendas no vendidas, los gobiernos dependían de los ingresos de la actividad inmobiliaria para financiar gastos no sostenibles, y que muchos tenían incentivos para alimentar la burbuja a pesar de que los mecanismos de estas burbujas son bien conocidos.