1. Dibujo realizado por un niño de 9 años con Déficit de Atención
Universidad Autónoma de Chiriquí
Vicerrectoría de Investigación y Postgrado
Facultad de Humanidades
Maestría en Psicología Educativa
“Trastornos de Conducta según DSM IV”
Facilitadora:
MGTRA. Ana Melissa Sagel
Estudiantes:
Licda. Raiza Duarte
Licda. Gladys González
Licda. Marianela Jiménez
Licda. Silvia Martínez
Desarrollo y psicopatología del niño y el adolescente
Chiriquí, 27 de octubre del 2012
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INDICE
Introducción 3
Los Trastornos de Conducta 4
¿Cuáles son las causas de los trastornos de conducta? 5
¿A quiénes afectan los trastornos de conducta? 6
¿Cuáles son los síntomas de los trastornos de conducta? 6
¿Cómo se diagnostican los trastornos de conducta? 8
Tratamiento de los trastornos de conducta 8
Trastornos de Conducta 9
Trastorno por Déficit de Atención con hiperactividad 9
Causas del Trastorno 11
Síntomas 11
Diagnóstico Diferencial 12
Psicopatologías asociadas 14
Prevalencia 15
Tratamiento 15
Trastorno Disocial 17
Causas del Trastorno 19
Síntomas 20
Diagnóstico Diferencial 20
Psicopatologías asociadas 21
Prevalencia 22
Tratamiento 22
Trastorno Negativista Desafiante 23
Causas del Trastorno 24
Síntomas 25
Diagnóstico Diferencial 25
Psicopatologías asociadas 26
Prevalencia 26
Tratamiento 27
Conclusiones 29
Recomendaciones 30
Referencias Bibliográficas 31
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INTRODUCCIÓN
M
uchos padres, madres y docentes se muestran muy preocupados
por diversos comportamientos de los niños / adolescentes en el
momento y en el lugar menos indicado. En ocasiones pueden llegar
a preguntarse “¿Será mi hijo normal?” “¡Ya son muchas veces que hace lo
mismo!” Por lo general, este comportamiento no es aceptado socialmente y
puede generar problemas tanto a nivel escolar como en el ámbito familiar.
Los niños / adolescentes con desórdenes de conducta son muy pocas veces
realmente apreciados por alguien. Más triste aún, en general ni ellos mismos se
aprecian. Es difícil estar cerca de ellos y los intentos de entablar una amistad
pueden conducir solo al rechazo, a los insultos y en el peor de los casos a la
agresión física. Con algunos niños / adolescentes emocionalmente
perturbados, todas las propuestas parecen caer en oídos sordos y sin
embargo, estos niños no son sordos. Por esa razón, es que necesitan
constante apoyo, atención y abordaje profesional crítico, es decir, que se
contemple el hecho de estar al frente de una psicopatología o trastornos
asociados.
Como entes inmersos dentro del ámbito educativo se debe estar atento y
contemplar otras opciones en el abordaje de los casos que llegan a consulta,
pues de un buen plan de intervención dependerá el progreso y crecimiento
personal del estudiante. Por lo cual, en el presente trabajo se abordan tres
trastornos de conducta muy comunes en el salón de clases (TDAH, Trastorno
Disocial y Trastorno Negativista Desafiante) y que son motivo de atención en
los centros educativos de Panamá.
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TRASTORNOS DE CONDUCTA MÁS COMUNES
EN EL SALÓN DE CLASES
Los problemas de conducta siempre han sido un tema de gran interés para
docentes, padres de familia y los mismos estudiantes. Su etología es compleja,
pues interfieren muchos aspectos en su aparición y duración. Por ello, el
presente trabajo pretende abordar los más comunes en el salón de clases y
analizarlos desde una óptica más compleja, desde la psicopatología. A
continuación se realiza un recorrido desde el concepto de conducta y demás
elementos para llegar a los tres trastornos más comunes en el aula.
LA CONDUCTA
Entendemos por conducta el conjunto de comportamientos observables que
producimos las personas; las acciones y reacciones a través de las cuales
interactuamos con los demás y con el ambiente que nos rodea.
Desde un punto de vista más sistémico la conducta humana es un fenómeno
en el que intervienen tres factores fundamentales (Mías, 2000):
1. Factores biológicos: fisiología, anatomía y funcionalidad cerebral, genética,
entre otros.
2. Factores psicológicos: personalidad, experiencias vitales, actitudes,
motivaciones, expectativas, conflictos, entre otros.
3. Factores ambientales: familia, escuela, entorno social, recursos, entre otros.
4. Aprendizaje: habilidades y destrezas adquiridas, valores, normas y actitudes.
Por otra parte, la conducta de una persona ni se produce ni puede ser
analizada en el vacío. Siempre ocurre en un contexto reactivo donde tan
relevante es el comportamiento manifestado, como la reacción que produce.
Las conductas agresivas, de oposición, desobedientes o desafiantes se
encuentran a menudo en la población infanto-juvenil como parte de un
desarrollo evolutivo "normal". Establecer los límites en donde se debe acudir
al profesional de la salud es difícil de concretar. Las pistas nos las tiene que
dar la frecuencia, magnitud y perseverancia en el tiempo de la conducta en
cuestión en función de la edad del niño. El hecho de que consideremos la
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manifestación de dicha conducta como trastorno leve (no clínico) o trastorno
más severo (clínico), tiene una importancia vital ya que de ello va a depender el
tipo de intervención.
Cuando los problemas de comportamiento no son considerados clínicos, la
intervención psicológica se dirige a informar y asesorar a los padres (técnicas
de dominio de contingencias, refuerzo, etc) principalmente. En el trastorno
clínico, el psicólogo además deberá trabajar directamente con el niño en tareas
de evaluación e intervención como parte del tratamiento.
¿QUÉ ES EL TRASTORNO DE CONDUCTA?
El trastorno de conducta, es una alteración del comportamiento, que a veces
es diagnosticada en la infancia, caracterizada por un comportamiento antisocial
que viola los derechos de otras personas, y las normas y reglas adecuadas
para la edad. Entre los comportamientos antisociales podemos citar la
irresponsabilidad, el comportamiento transgresor (como las ausencias
escolares o el escaparse), la violación de los derechos ajenos (robo, por
ejemplo) y, o la agresión física hacia otros (asalto o violación). Estos
comportamientos a veces se presentan juntos; pero puede suceder que
aparezca uno o varios de ellos sin estar acompañados por ninguno de los
demás.
Todos los niños se comportan mal algunas veces, pero los trastornos de la
conducta van más allá del mal comportamiento y la rebelión. En los casos de
trastornos de la conducta, el niño o el adolescente muestran comportamientos
hostiles, agresivos o desordenados durante más de 6 meses.
¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA?
Son muchos los factores que contribuyen al desarrollo del trastorno de
conducta. Los exámenes neuropsicológicos indican que los niños y
adolescentes que tienen trastornos de conducta parecen tener afectado el
lóbulo frontal del cerebro, lo cual interfiere con su capacidad de planificar, evitar
los riesgos y aprender de sus experiencias negativas. Se considera que el
temperamento de los niños tiene origen genético. Los niños y adolescentes de
"carácter difícil" tienen mayor probabilidad de desarrollar trastornos del
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comportamiento. Los niños o adolescentes que provienen de hogares en
desventaja, disfuncionales o desorganizados tienen mayor probabilidad de
desarrollar este tipo de trastornos. Se sabe que los problemas sociales y el
rechazo por parte de sus compañeros contribuyen a la delincuencia. Existe
también una relación entre el bajo nivel socioeconómico y los trastornos de
conducta. Los niños y adolescentes que manifiestan un comportamiento
delictivo y agresivo tienen un perfil cognitivo y psicológico que los caracteriza
cuando se los compara con niños que tienen otros problemas mentales y con
los pertenecientes a grupos de control. Todos los factores posibles influyen en
la interacción de los niños y adolescentes con los demás.
¿A QUIÉNES AFECTA EL TRASTORNO DE CONDUCTA?
Aproximadamente, del 1% al 4% de los niños en edades de 9 a 17 años
tienen desórdenes de la conducta. Este trastorno se presenta con una
frecuencia mayor en los niños que en las niñas. Los niños y los adolescentes
que padecen trastornos de la conducta con frecuencia tienen también otros
problemas psiquiátricos que pueden contribuir al desarrollo de este trastorno.
En las últimas décadas, los trastornos de la conducta han aumentado
considerablemente. La conducta agresiva es la causa de entre un tercio y la
mitad de las derivaciones a los servicios de salud mental para niños y
adolescentes.
¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS DEL TRASTORNO DE CONDUCTA?
La mayor parte de los síntomas que se observan en niños que tienen un
trastorno de conducta alguna veces se presentan también en niños que no
tienen este trastorno. Sin embargo, en los niños que tienen TDAH, estos
síntomas ocurren de forma más frecuente e interfieren con el aprendizaje, el
ajuste a la escuela y, algunas veces, con las relaciones del niño con los demás.
A continuación se enumeran los síntomas más comunes de los trastornos
de conducta. Sin embargo, cada niño puede experimentarlos de una forma
diferente. Existen cuatro grupos principales de comportamientos que pueden
incluirse en esta clasificación:
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Conducta agresiva
La conducta agresiva causa o amenaza un daño físico a otras personas y
puede incluir:
Conducta intimidante.
Amedrentar.
Peleas físicas.
Crueldad con otras personas o animales.
Uso de armas.
Acciones que obligan a otra persona a tener relaciones sexuales;
violación o acoso sexual.
Conducta destructora
Podemos citar los siguientes tipos de conducta destructora:
Vandalismo; destrucción intencional de la propiedad.
Incendios intencionales.
Falsedad, engaño
Existen distintos tipos de engaño:
Mentira.
Robo.
Hurto en tiendas.
Delincuencia.
Violación de reglas
Entre las violaciones de las reglas habituales de conducta o de las normas
adecuadas para la edad, podemos citar las siguientes:
No asistir a la escuela.
Escaparse.
Bromas pesadas.
Travesuras.
Actividad sexual a muy corta edad.
Los síntomas característicos de los trastornos de conducta pueden
parecerse a los de otros problemas médicos o psiquiátricos. Consulte siempre
a un especialista para el obtener un diagnóstico confiable.
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¿CÓMO SE DIAGNÓSTICA EL TRASTORNO DE CONDUCTA?
Por lo general, los trastornos de conducta son diagnosticados por psiquiatras
especializados en niños u otros profesionales de la salud mental. Una historia
detallada del comportamiento del niño por parte de los padres y maestros,
observaciones clínicas del comportamiento del niño y, algunas veces, un
examen psicológico contribuyen a realizar el diagnóstico. El tratamiento
temprano puede prevenir a menudo problemas futuros. Además, el trastorno de
conducta a menudo se manifiesta junto con otros trastornos de la salud mental,
incluyendo trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, de estrés
postraumático, abuso de drogas, trastorno de déficit de atención con
hiperactividad y trastornos del aprendizaje, aumentando la necesidad de un
diagnóstico y un tratamiento temprano.
TRATAMIENTO DEL TRASTORNO DE CONDUCTA
El tratamiento específico de los niños que tienen trastornos de conducta será
determinado por el especialista del niño (o adolescente) basándose en lo
siguiente:
La edad del niño (o adolescente), su estado general de salud y su
historia médica.
Qué tan avanzados están los síntomas del niño (o adolescente).
La tolerancia del niño (o adolescente) a determinados medicamentos,
procedimientos o terapias.
Sus expectativas para la trayectoria de la condición.
Su opinión o preferencia.
El tratamiento puede incluir:
Un enfoque cognitivo-conductual
El objetivo de la terapia cognitivo-conductual es aumentar la capacidad del
paciente de resolver los problemas y sus habilidades de comunicación, así
como promover técnicas para controlar los impulsos y la ira.
Terapia familiar
La terapia familiar tiene a menudo como objetivo la introducción de cambios
en la familia, como por ejemplo, mejorar la capacidad de comunicación y
fomentar la interacción entre los miembros de la familia.
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Terapia de grupo con los compañeros
La terapia de grupo con los compañeros a menudo se enfoca en desarrollar
y utilizar las capacidades sociales e interpersonales.
Medicamentos
Si bien no se consideran eficaces para los trastornos de conducta, pueden
utilizarse medicamentos si otros síntomas o trastornos están presentes y
responden al medicamento.
TRASTORNOS DE CONDUCTA
Las generalidades mencionadas sobre los trastornos de conducta preparan
el terreno para comprender aquellos que suelen ser más comunes en las aulas
y que causan preocupación a todos los actores educativos. Para fines del
presente trabajo se abordarán los siguientes trastornos: Trastorno por Déficit
Atencional con Hiperactividad, Trastorno Disocial y Trastorno Negativista
Desafiante. De cada uno se destacará los aspectos que son indispensables
para su comprensión y abordaje.
TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD
(TDAH)
¿QUÉ ES EL DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD?
El trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad es un trastorno de
origen neurobiológico que se caracteriza por la presencia de tres síntomas
típicos: déficit de atención, impulsividad e hiperactividad motora y/o vocal
(Mena, Nicolau, Salat, Tort, & Romero, 2006, p. 10).
Este trastorno se considera como tal cuando los síntomas o comportamientos
son más frecuentes e intensos que los observados en niños o adolescentes de
edad equivalente y además, interfieren en la vida cotidiana de casa, la escuela
y su entorno en general. Asimismo, es importante tener en cuenta que no todos
los niños o adolescentes manifiestan los síntomas de la misma forma, ya que
se puede presentar una dificultad en la atención, más no, movimientos o
respuestas impulsivas.
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Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM
IV) diferencia tres tipos de trastornos dentro del TDAH:
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad subtipo
predominante inatento: es un menor que se caracteriza por no escuchar
cuando se le habla directamente, parece que sueña despierto, tiene
problemas para ponerse en marcha, olvida o pierde las cosas y se
distrae con facilidad. Suele pasar desapercibido por su pasividad pero
presenta dificultades en el aprendizaje pues no aprende al ritmo
esperado. Además, no copia deberes, no entrega tareas a tiempo y la
presentación de los trabajo es descuidada, incompleta y las respuestas
en los ejercicios no corresponden a la pregunta.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad subtipo
predominante hiperactivo-impulsivo: se mueve incesantemente, suele
andar de un lado para otro en el salón, movimiento excesivo de manos y
pies, se balancea y se levanta de la silla en momentos no apropiados.
Acostumbra interrumpir conversaciones y actividades de otros, responde
de forma precipitada, habla en exceso y no puede culminar tareas que
demanden un período de atención sostenida. En ocasiones puede
resultar agresivo y esta conducta causa dificultades tanto en la escuela
como en el núcleo familiar.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad subtipo
predominante combinado: presenta dificultades atencionales e
hiperactivas-impulsivas.
Este trastorno tiene mayor incidencia en la infancia, de hecho se puede
afirmar que al menos un niño / adolescente de cada salón de clases puede
presentar TDAH independientemente, del entorno y lugar del mundo en el que
se encuentre. Este trastorno es más frecuente en niños que en niñas, con una
proporción de cuatro niños por cada niña (Mena & otros, 2006).
El trastorno se presenta de manera diferente según la edad, se puede decir
que el niño en edad preescolar se mostrará inquieto e imprudente. Así, subirá
por los muebles, correrá sin parar, parecerá no seguir ningún orden y no
obedecerá, mientras juegue se ensuciará pero esto no le incomodará y
finalmente, requerirá mucha supervisión.
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El niño en la edad escolar tendrá dificultad tanto para la práctica de cuidados
de higiene personal como para el cumplimiento a nivel académico. La
presentación de las tareas será descuidada y sucia, se levantará
constantemente de la silla, es desobediente, no sigue instrucciones y no
cumple con los deberes además, de tener ciertas diferencias con el grupo de
pares por sus reacciones impulsivas.
En la adolescencia el menor se mantendrá más en su puesto aunque
continúa el movimiento de pies y manos, tendrá dificultades de organización y
planificación y no entregará a tiempo sus trabajos; ya que considera que existe
tiempo suficiente sin embargo, no es así. Asimismo, actúa sin pensar aunque
se arrepiente rápido y le es dificultoso establecer prioridades.
CAUSAS DEL TRASTORNO
Las causas específicas del trastorno aún no están definidas solamente, se
considera de origen neurobiológico de carácter hereditario (Barkley, et al.
citado por Mena & otros, 2006, p.16). Esta teoría considera la causa biológica
como la principal responsable, entendiéndose ésta, como un desequilibrio
químico en las áreas cerebrales involucradas en la atención y el movimiento
(Mena & otros, 2006).
De acuerdo con Barkeley (1990), Biederman (1992) y Pauls (1991) los
factores socioambientales pueden influir en la gravedad de los síntomas, en un
peor pronóstico del TDAH y en el aparecimiento de trastornos o conductas
asociados tales como: trastornos emocionales, conductas inadecuadas y
dificultades en el aprendizaje no obstante, estos aspectos no pueden
considerarse como el origen del trastorno.
SÍNTOMAS
Las características asociadas varían en función de la edad y el estado
evolutivo sin embargo, en estos niños es más común observar los siguientes
comportamientos: baja tolerancia a la frustración, arrebatos emocionales,
autoritarismo, testarudez, insistencia excesiva, labilidad emocional,
desmoralización, disforia, rechazo por parte del grupo de pares y baja
autoestima (DSM, IV, 1995).
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A nivel académico como existe dificultad para sostener la atención se
pueden presentar problemas tanto con padres de familia como con docentes
además, de una percepción de baja motivación hacia el estudio conducta que a
veces se le cataloga como pereza, escaso sentido de la responsabilidad y
comportamiento oposicionista.
Los síntomas encajan en tres grupos:
Falta de Atención
No presta atención a los detalles y comete errores por descuido en
los trabajos escolares.
Dificultad para mantener la atención en juegos y actividades.
No sigue instrucciones. Cuando no se le habla directamente parece
no escuchar.
No posee estrategia de trabajo ni planificación.
Le disgusta las tareas que implican esfuerzo mental.
Se distrae fácilmente y es olvidadizo.
Hiperactividad
Movimiento excesivo de manos y pies.
Se levanta del asiento en momentos no adecuados.
Dificultad para jugar en forma silenciosa.
Parece que fuera impulsado por un motor.
Impulsividad
Dificultad para esperar su turno.
Responde antes de que se le termine de hacer la pregunta.
Se entromete e interrumpe las actividades o juegos de los otros.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Los primeros en detectar el problema son los padres o los maestros, ya que
las conductas del menor resultan inmanejables y escapan a su control. Los
encargados de atender la situación y establecer el diagnóstico son: desde la
Medicina es el médico psiquiatra y el neuropediatra y desde la Psicología el
psicólogo clínico o neuropsicólogo.
Para llevar a cabo el diagnóstico el profesional deberá realizar:
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Una valoración psicológica para establecer capacidades y limitaciones
del niño.
Valoración médica para descartar o confirmar enfermedades médicas
que pudieran explicar los síntomas del niño.
Valoración psicopedagógica para valorar o no la presencia de fracaso
escolar.
Valorar la presencia o no de otros trastornos asociados.
Según el DSM IV (1995) para establecer el diagnóstico diferencial los
síntomas deben haberse presentado durante los últimos seis meses atrás con
una inatención que es desadaptativa e incoherente con el nivel de desarrollo.
Así, se observan los criterios y se establece el diagnóstico si se cumplen seis
síntomas de inatención, o bien, seis de hiperactividad / impulsividad.
Entre los criterios que se contemplan:
1. Desatención:
a) A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en
errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras
actividades.
b) A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o
actividades lúdicas.
c) A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
d) A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares,
encargos, u obligaciones del centro de trabajo (no debe comportarse
negativista o incapacidad para seguir instrucciones).
e) A menudo tiene dificultad para organizar tareas y actividades.
f) A menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a
tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos
escolares o domésticos).
g) A menudo extravía objetos necesarios para tareas y actividades (por
ejemplo: juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas).
h) A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
i) A menudo es descuidado en las actividades diarias.
2. Hiperactividad :
a) A menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento.
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b) A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en
que se espera que permanezca sentado.
c) A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es
inapropiado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a
sentimientos subjetivos de inquietud).
d) A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a
actividades de ocio.
e) A menudo está <<en marcha>> o suele actuar como un motor.
f) A menudo habla en exceso.
3. Impulsividad:
a) A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las
preguntas.
b) A menudo tiene dificultades para guardar turno.
c) A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de los otros (por
ejemplo se entromete en conversaciones o juegos).
B. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención que
causaban alteraciones estaban presentes antes de los 7 años de edad.
C. Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presentan en dos o
más ambientes (por ejemplo en la casa, la escuela o el trabajo).
D. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la
actividad social, académica o laboral.
E. Los síntomas no parecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno
generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se
explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (trastorno del estado
de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un trastorno de la
personalidad).
PSICOPATOLOGÍAS ASOCIADAS
Algunos de los trastornos con los cuales puede asociarse el TDAH según el
DSM IV son:
Trastorno Negativista Desafiante: se caracteriza básicamente por un
comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil ante las
figuras de autoridad (DSM IV, 1995, p. 96).
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Trastorno Disocial: es un comportamiento que suele violar los derechos
básicos de los demás o las normas sociales establecidas según la edad
del sujeto.
Trastornos del Estado de Ánimo: característica principal alteración del
humor.
Trastornos de Ansiedad: en estos trastornos pueden aparecer crisis de
angustia y agorafobia.
Trastornos del Aprendizaje: el rendimiento del alumno en lectura, cálculo
o expresión escrita es inferior al esperado para su edad, escolaridad y
nivel de inteligencia.
Trastornos de Comunicación: hace alusión a trastornos del discurso y el
lenguaje que se refieren a problemas en la comunicación y áreas
relacionadas.
Trastorno de Tourette: tics motores múltiples y uno o más tics vocales.
PREVALENCIA
Según el DSM IV (1995) se estima que la prevalencia del TDAH se sitúa
entre el 3% - 5% en los niños de edad escolar. En la adolescencia y adultos los
datos de prevalencia son imprecisos.
TRATAMIENTO
El déficit de atención con hiperactividad no es una enfermedad, es una
característica de la personalidad o un rasgo de conducta, por tanto es una
condición que es posible manejar, lo cual es indicativo que con una adecuada
atención el niño / adolescente puede aprender a controlar mejor su
comportamiento y superar las dificultades asociadas.
Los seis componentes principales de un enfoque adecuado de tratamiento
serían:
Fortalecer la autoestima: los niños con TDAH están en una condición de
riesgo debido a que por su comportamiento pueden recibir mensajes
negativos en cuanto a su persona además, de experimentar más
fracasos que logros a pesar del esfuerzo (Bauermesiter, s.f). Esto a la
larga puede generar desmotivación y apatía hacia y por el estudio.
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Trabajar con uno mismo y con la familia: el comportamiento de un niño /
adolescente con TDAH es en algunos momentos difícil de manejar y
agotador emocionalmente. La familia atraviesa una especia de duelo,
pues se debe aceptar al menor por lo que es y no por lo que se quisiera
que fuera. Este proceso de aceptación no es sencillo, pues se puede
pensar que se está fallado como padre y desarrollar sentimientos de
decepción y hostilidad hacia el comportamiento del hijo.
Desarrollar una comunicación efectiva: ante un problema de déficit de
atención la calidad de la comunicación es vital por ello, debe ser clara y
precisa, es importante revisar el estilo de comunicación (identificación de
patrones negativos como nombres despectivos), aceptar y expresar los
sentimientos, conversar y no preguntar tanto, usar una comunicación
afirmativa y emplear estrategias de resolución de problemas.
Aprender estrategias de manejo: es fundamental trabajar el
comportamiento del estudiante de forma tal que él entienda las
consecuencias de su comportamiento y aprenda la necesidad de asumir
la responsabilidad de éste. Por lo cual, es necesario ser estructurado y
organizado, establecer prioridades, planificar y hacer uso de
consecuencias positivas.
Gestionar el apoyo de la escuela: es básico que el personal docente del
ente educativo posea la capacidad de sensibilizarse ante la situación,
esto no quiere decir que no habrán consecuencias ante el
comportamiento del estudiante pero sí que se tomarán en consideración
las recomendaciones a nivel de aula y currículo, si es el caso.
Usar medicamentos, cuando sea necesario: existe gran controversia al
respecto del uso pero se considera efectivo cuando el sujeto podría
verse afectado por su condición a nivel emocional, social y educativo.
Esta decisión la toma un médico especializado y entre los más utilizados
están los estimulantes y los antidepresivos. Entre los estimulantes
podemos citar: metilfenidato (Ritalin) y dextroamfetamina (Dexedrine).
Algunos antidepresivos son: imipramina (Tofranil) y amitriptilina (Elavil).
Se ha comprobado que la efectividad de los medicamentos es más
notable para el déficit atencional con hiperactividad que para DA sin
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hiperactividad, ya que aumenta el período de atención sostenida,
reducción del nivel de impulsividad y actividad motriz gruesa, aumento
en la cantidad y calidad del trabajo escolar, mejora en las relaciones
interpersonales y avances en el aprendizaje. Sin embargo, también hay
efectos adversos como lo es el insomnio, pérdida del apetito, aumento
en el ritmo cardíaco, entre otros; todo dependerá del organismo de cada
persona.
Sobre déficit atencional existe mucha información tanto para comprender el
trastorno como para abordarlo, la clave radica en utilizar ese bagaje en
beneficio del niño / adolescente para su progreso a nivel académico y familiar.
TRASTORNO DISOCIAL
¿QUÉ ES EL TRASTORNO DISOCIAL?
La característica esencial del trastorno disocial es un patrón de
comportamiento persistente y repetitivo en el que se violan los derechos
básicos de los otros o importantes normas sociales adecuadas a la edad del
sujeto. Los comportamientos típicos incluyen peleas frecuentes, intimidaciones,
crueldad hacia personas o animales, destrucción de propiedades ajenas,
incendio, robo, mentiras reiteradas, faltas a la escuela, fugas del hogar,
provocaciones, desafíos y desobediencia graves. Se consideran dos tipos: a)
De inicio infantil, en el que al menos una característica se ha manifestado antes
de los diez años, y b) De inicio adolescente, en el que no se manifiestan
síntomas antes de los diez años.
Tres (o más) comportamientos característicos deben haber aparecido
durante los últimos 12 meses y por lo menos un comportamiento se habrá dado
durante los últimos 6 meses. El trastorno del comportamiento provoca deterioro
clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral (Criterio
B). El trastorno disocial puede diagnosticarse en individuos mayores de 18
años, pero sólo si se cumplen los criterios de trastorno antisocial de la
personalidad (Criterio C). El patrón de comportamiento suele presentarse en
distintos contextos como el hogar, la escuela o la comunidad.
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Puesto que los sujetos con trastorno disocial tienden a minimizar sus
problemas comportamentales, el clínico con frecuencia debe fiarse de otros
informadores.
Los niños o adolescentes con este trastorno suelen iniciar comportamientos
agresivos y reaccionar agresivamente ante otros. Pueden desplegar una
comportamiento fanfarrón, amenazador o intimidatorio; iniciar peleas físicas
frecuentes; utilizar un arma que puede provocar daño físico grave (p. ej., bate,
ladrillo, botella rota, navaja, o pistola); ser cruel físicamente con personas o
animales robar enfrentándose a una víctima (p. ej., ataque con violencia,
arrebatar bolsos, extorsión o robo a mano armada); o forzar a otro a una
actividad sexual. La violencia física puede adoptar la forma de violación, asalto
o, en raros casos, homicidio.
Subtipos
En función de la edad del inicio del trastorno se han establecido dos subtipos
de trastorno disocial (tipo de inicio infantil y tipo de inicio adolescente). Los
subtipos difieren en cuanto a la naturaleza característica de los problemas de
comportamiento que presentan, curso evolutivo y pronóstico, y proporción por
sexos. Al evaluar la edad de inicio, la información debe obtenerse
preferentemente del interesado y de sus cuidadores. Puesto que muchos de los
comportamientos permanecen a veces ocultos, los cuidadores pueden exponer
menos síntomas de los reales y sobreestimar la edad de inicio.
Tipo de inicio infantil. Este subtipo se define por el inicio de por lo menos una
característica de trastorno disocial antes de los 10 años de edad. Los sujetos
con el tipo de inicio infantil suelen ser varones, frecuentemente despliegan
violencia física sobre los otros, tienen unas relaciones problemáticas con sus
compañeros, pueden haber manifestado un trastorno negativista desafiante
durante su primera infancia y usualmente presentan síntomas que satisfacen
todos los criterios de trastorno disocial antes de la pubertad.
Tipo de inicio adolescente. Este subtipo se define por la ausencia de
características de trastorno disocial antes de los 10 años de edad. Comparados
con los sujetos con el tipo de inicio infantil, tienden menos a desplegar
comportamientos agresivos y a tener más relaciones normativas con
compañeros (aunque frecuentemente plantean problemas de comportamiento
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en compañía de otros). La proporción de varones a mujeres con trastorno
disocial es inferior en el tipo de inicio adolescente que en el tipo de inicio
infantil.
Especificaciones de gravedad
Leve. Son muy pocos o ninguno los problemas comportamentales que exceden
de los requeridos para establecer el diagnóstico, y estos problemas causan a
otros daños relativamente pequeños (p. ej., mentir, hacer novillos, estar fuera
de casa de noche sin permiso).
Moderado. El número de problemas de comportamiento y su efecto sobre
otras personas son intermedios entre «leve» y «grave» (p. ej., robos sin
enfrentamiento con la víctima, vandalismo).
Grave. Hay muchos problemas de comportamiento que exceden de los
requeridos para establecer el diagnóstico, o los problemas de comportamiento
causan daños considerables a otras personas (p. ej., violación, crueldad física,
uso de armas, robos con enfrentamientos con la víctima, destrozos y
allanamientos).
CAUSAS DEL TRASTORNO
El trastorno disocial puede asociarse a un nivel intelectual inferior al
promedio. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad es frecuente en
niños con trastorno disocial. El trastorno disocial también puede asociarse a
uno o más de los siguientes trastornos mentales: trastornos del aprendizaje,
trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y trastornos
relacionados con sustancias. Los siguientes factores predisponen al desarrollo
de un trastorno disocial: rechazo y abandono por parte de los padres,
temperamento infantil difícil, prácticas educativas incoherentes con disciplina
dura, abusos físicos o sexuales, carencia de supervisión, primeros años de vida
en instituciones, cambios frecuentes de cuidadores, familia numerosa,
asociación a un grupo de compañeros delincuentes y ciertos tipos de
psicopatología familiar.
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SÍNTOMAS
Características descriptivas y trastornos mentales asociados. Los sujetos
con trastorno disocial pueden tener escasa empatía y poca preocupación por
los sentimientos, los deseos y el bienestar de los otros. Especialmente en
situaciones ambiguas, los sujetos agresivos afectos de este trastorno
frecuentemente perciben mal las intenciones de los otros, interpretándolas
como más hostiles y amenazadoras de lo que lo son en realidad, respondiendo
con agresiones que en tal caso consideran razonables y justificadas. Pueden
ser insensibles, careciendo de sentimientos apropiados de culpa o
remordimiento. A veces es difícil evaluar si el remordimiento experimentado es
genuino, puesto que estos sujetos aprenden que la manifestación de culpa
puede reducir o evitar el castigo. Escasa tolerancia a la frustración, irritabilidad,
arrebatos emocionales e imprudencia son características frecuentemente
asociadas. Las tasas de accidentes parecen ser superiores en los sujetos con
trastorno disocial en comparación con otros que no padecen este trastorno.
El trastorno disocial suele asociarse a un inicio temprano de la actividad
sexual, beber, fumar, consumir sustancias ilegales e incurrir en actos
temerarios y peligrosos. El consumo de sustancias ilegales puede incrementar
el riesgo de persistencia del trastorno disocial. La ideación suicida, las
tentativas de suicidio y los suicidios consumados se dan con una frecuencia
superior a la esperable.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Criterios para el diagnóstico de Trastorno Disocial
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los
derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de
la edad, manifestándose por la presencia de tres (o más) de los siguientes
criterios durante los últimos 12 meses y por lo menos de un criterio durante los
últimos 6 meses:
Criterios para el diagnóstico
Agresión a personas y animales
Destrucción de la propiedad
Fraudulencia o robo
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Violaciones graves de normas
B. El trastorno disocial provoca deterioro clínicamente significativo de la
actividad social, académica o laboral.
C. Si el individuo tiene 18 años o más, no cumple criterios de trastorno
antisocial de la personalidad.
Especificar el tipo en función de la edad de inicio:
Tipo de inicio infantil: se inicia por lo menos una de las características criterio
de trastorno disocial antes de los 10 años de edad.
Tipo de inicio adolescente: ausencia de cualquier característica criterio de
trastorno disocial antes de los 10 años de edad
Especificar la gravedad: Leve, Moderado, Grave.
PSICOPATOLOGÍAS ASOCIADAS
Si bien es cierto que el TD comparte varias características con este trastorno,
en éste no se incluye el patrón persistente de agresión, ni violación de los
derechos básicos de los demás. En el caso de que se cumplan las
características para el diagnóstico de ambos trastornos se debe diagnosticar
Trastorno Disocial.
Trastorno por Déficit de atención con hiperactividad (TDA-H):
El TDA-H implica la presencia de un comportamiento hiperactivo que puede
ser perturbador, pero que sin embargo no suele violar las normas sociales
básicas. En caso de que se cumplan los criterios para ambos trastornos se
deben diagnosticar ambos.
Trastornos del estado de Ánimo:
Es muy probable que, o bien los trastornos del estado de ánimo constituyan
un correlato de la presencia de un TD o viceversa, que el trastorno de conducta
se derive de un trastorno del estado de ánimo de base. Ante la presencia del
cumplimiento de ambos, se deben diagnosticar los dos.
Trastorno Antisocial de la Personalidad:
Este trastorno puede presentar conductas muy similares y suele formar parte
del curso normal de los trastornos disociales, sólo se diagnóstica después de
cumplidos los 18 años, en cambio el TD rara vez comienza después de los 16
años.
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PREVALENCIA
La prevalencia del trastorno disocial parece haberse incrementado durante
las últimas décadas, pudiendo ser más elevada en los núcleos urbanos que en
las zonas rurales. Las tasas varían ampliamente en función de la naturaleza de
la población estudiada y los métodos de análisis: en los varones de edad
inferior a 18 años las tasas oscilan entre el 6 y el 16 %; en las mujeres las
tasas se mueven entre el 2 y el 9 %. El trastorno disocial es uno de los más
frecuentemente diagnosticados en los centros de salud mental para niños tanto
en régimen ambulatorio como en hospitalización.
TRATAMIENTO
El tratamiento se lleva a cabo a lo largo de 20 sesiones, durante un período;
aproximado de 5 a 6 meses. Cada sesión tiene una duración aproximada de 40
a 50 minutos y se realiza una sesión cada semana.
Componentes y características del tratamiento
• El terapeuta asume el papel de entrenador en el tratamiento, su papel es
activo: y directivo, contará historias planeadas de antemano sobre su vida
personal para ilustrar ejemplos.
• Los padres juegan un papel crítico en el tratamiento, acuden para aprender
exactamente qué es lo que se está enseñando al niño. El terapeuta ayuda y
modela a los padres en qué y cómo elogiar al niño. Los padres deben servir
como terapeutas en las situaciones fuera de las sesiones.
Plan de convivencia colectivo e individual claro y concreto con
especificación de normas, límites y consecuencias. Convertir este marco
en un contenido más de enseñanza y aprendizaje (trabajarlo y evaluarlo
frecuentemente).
Participación del alumnado en el diseño del marco normativo y en la
gestión de su control y de la aplicación de consecuencias. Coexistencia
de una acción terapéutica cognitivo-conductual cuya aplicación
considera la generalización de las adquisiciones en el ambiente familiar
y social próximo.
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Participación de las familias en el seguimiento y control del
comportamiento escolar. Establecer cauces fluidos de información y
coordinación.
TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE
¿QUÉ ES EL TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE?
Es una categoría nosológica incluida en el Manual Diagnóstico y Estadístico
(DSM-IV) de la American Psychiatric Association, donde es descrito como un
patrón continuo de comportamiento desobediente, hostil y desafiante hacia las
figuras de autoridad, el cual va más allá de la conducta infantil normal.
Se trata de una pauta de comportamiento recurrente y persistente,
comprobando una y otra vez los límites establecidos, ignorando órdenes,
discutiendo, mostrando hostilidad hacia compañeros o adultos y molestándolos
deliberadamente o agrediéndoles verbalmente. Se manifiesta de forma
invariable en el contexto familiar, pudiendo manifestarse o no, en otros
contextos como la escuela. Se muestra con mayor evidencia con adultos o
compañeros muy conocidos.
CLASIFICACIÓN NOSOLÓGICA INTERNACIONAL
DSM-IV: 313.81 Trastorno negativista desafiante
CIE-10: F91.3 Trastorno oposicional desafiante
ANTECEDENTES
Haciendo una retrospectiva al pasado, en 1851 un trastorno que guarda
similitud dentro de la ética del poder hegemónico, con aquellos signos y
síntomas del TOD. Se trata de la Drapetomanía (Jackson, 2002), el cual es un
trastorno mental que padecían los esclavos negros, consistente en unas ansias
de libertad o una expresión de sentimientos oposicionistas a la esclavitud. Este
trastorno fue registrado por el Dr. Samuel A. Cartwright, perteneciente a la
Louisiana Medical Association. Si cambiamos la palabra “esclavos” de aquella
época, por “niños” o “jóvenes” y cambiamos la palabra “esclavitud” por
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“autoridad”. Veríamos que corresponden al ejercicio de un saber que instala un
poder similar o idéntico al TOD moderno actual. En otras palabras, el TOD es la
Drapetomanía moderna en Psiquiatría. Cambian los actores y los escenarios,
pero la temática de poder sigue en pie como un problema de trastorno médico.
CAUSAS DEL TRASTORNO
La causa precisa del ODD no se conoce por el momento, pero se aventuran
dos teorías primarias para explicar el desarrollo. Una teoría del desarrollo
sugiere que los problemas comienzan cuando los niños tienen entre uno y dos
años y medio de edad. Los niños y adolescentes que desarrollan el ODD
pueden haber tenido dificultades para aprender a separarse de su figura de
apego primaria y desarrollar habilidades autónomas. Las malas actitudes que
son características se consideran una continuación de las cuestiones normales
durante el desarrollo que no fueron resueltas adecuadamente en los primeros
años de vida.
La teoría del aprendizaje sugiere, sin embargo, que las características
negativas del ODD son actitudes aprendidas que reflejan los efectos de las
técnicas de refuerzo negativo empleadas por los padres y personas en posición
de autoridad. Se considera que el empleo de refuerzos negativos por parte de
los padres incrementa la frecuencia e intensidad de los comportamientos
opositores en el niño que de este modo logra la atención, el tiempo, la
preocupación y la interacción deseados con los padres o personas en posición
de autoridad
PREVENCIÓN DEL TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE EN LA
NIÑEZ:
Algunos expertos creen que en el desarrollo del trastorno negativista
desafiante se produce una secuencia de experiencias específicas. Esta
secuencia puede iniciarse con la ineficacia por parte de los padres, seguida de
dificultades con otras personas en posición de autoridad y malas relaciones con
los compañeros. A medida que estas experiencias se exacerban y persisten, el
comportamiento de oposición y desafiante se transforma en un patrón de
comportamiento.
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SÍNTOMAS SEGÚN LOS CRITERIOS DEL DSM-IV
Para cumplir los criterios del DSM-IV-TR, deben tomarse en cuenta ciertos
factores. Primero, el desafío debe ser lo suficientemente severo como para
interferir con su habilidad para funcionar en la escuela, el hogar o la
comunidad.
Segundo, el desafío no ha de provenir de algún otro trastorno, tal como la
depresión, ansiedad o un trastorno de conducta de mayor severidad (de tal
manera que entonces no sería un trastorno en sí sino parte del otro trastorno).
Tercero, las conductas problema de la niña o niño han estado sucediendo
por lo menos durante seis meses.
DIAGNÓSTICOS DIFERENCIAL (CRITERIOS)
1. Un patrón de conducta negativista, hostil y desafiante que ha durado al
menos seis meses, durante los cuales cuatro o más de los siguientes están
presentes:
a. Pierde los estribos con frecuencia.
b. Discute con adultos frecuentemente.
c. Desafía activamente o rehúsa acatar las peticiones o reglas de
los adultos, con frecuencia.
d. A menudo deliberadamente irrita a los demás.
e. A menudo culpa a otros de sus errores o mala conducta.
f. Con frecuencia aparece enojado y resentido.
g. Con frecuencia se muestra rencoroso o vengativo.
2. La alteración en la conducta causa un impedimento clínicamente significativo
en su funcionamiento social, académico u ocupacional.
3. Las conductas no ocurren exclusivamente durante el curso de un trastorno
psicótico o del estado de ánimo.
4. No se cumplen los criterios para trastorno disocial y, si el individuo tiene 18
años o más, los criterios no se cumplen para el trastorno de personalidad
antisocial.
Si el niño o niña cumple al menos cuatro de los anteriores criterios, y estos
interfieren con su vida normal, entonces técnicamente cumple con la definición.
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PSICOPATOLOGÍAS ASOCIADAS
En los años escolares puede haber baja autoestima, labilidad emocional
(estado psicológico caracterizado por cambios frecuentes de humor, reacciones
emocionales excesivas y variaciones contrapuestas en el estado de ánimo por
ejemplo el tránsito brusco del llanto a la risa, etc.), poca tolerancia a la
frustración, uso de palabras obscenas, uso temprano de alcohol, tabaco y
sustancias ilegales. Son frecuentes los conflictos con padres, profesores y
compañeros. Es común el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
También pueden aparecer trastornos del aprendizaje y trastornos de la
comunicación.
INICIO Y CURSO
Se manifiesta antes de los 8 años habitualmente y no más tarde del inicio de
la adolescencia. Los síntomas se mantienen meses o años y bastantes de los
casos son antecedentes del Trastorno Disocial.
PATRÓN FAMILIAR
Es más frecuente en familias donde al menos uno de los padres ha
padecido: Trastornos del estado de ánimo.
Trastorno Negativista Desafiante.
Trastorno Disocial.
Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
Trastorno Antisocial de la Personalidad o Trastorno por Consumo de
Sustancias. También en familias en las que existen problemas
conyugales graves.
PREVALENCIA
La prevalencia de los Trastornos de conducta parece estar incrementándose
en el curso de los últimos años. Por otro lado, parecen encontrarse más casos
en el ámbito urbano que en el rural. Y nos permiten suponer que en la etiología
del trastorno juegan un papel fundamental los factores genéticos y ambientales.
Es más frecuente en varones que en mujeres hasta la pubertad pero las tasas
parecen igualarse más tarde.
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PRONÓSTICO
El trastorno negativista desafiante está asociado con el trastorno disocial. Sin
tratamiento, alrededor del 52% de los niños con TND continúa cumpliendo con
los criterios y alrededor de la mitad de ese porcentaje llegarán hacia un
trastorno disocial. Es posible que se presenten otros trastornos en situaciones
de comorbilidad (trastorno que acompaña a una enfermedad primaria. Implica
la coexistencia de dos o más patologías médicas no relacionadas.) Con el
Trastorno Negativista Desafiante el más frecuente es TDAH. Se conoce que
más de un 30% de los niños con TDAH van a desarrollar Trastorno Negativista
Desafiante. Por ello, es importante descartar que los pacientes que acudan por
primera vez a consulta tengan TDAH cuando el motivo de consulta es
oposicionismo o conductas desafiantes. Debido a las dificultades que provoca
el Trastorno Negativista Desafiante en la convivencia y para relacionarse puede
hacer que sólo se centre en este problema y que se obvie preguntar por
síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
TRATAMIENTO
Existen una variedad de enfoques al tratamiento del trastorno negativista
desafiante, incluyendo programas de entrenamiento para padres, psicoterapia
individual, terapia familiar sistémica, terapia cognitivo conductual y
entrenamiento en habilidades sociales.
El tratamiento específico de los niños que tienen el trastorno negativista
desafiante será determinado por el especialista del menor basándose en lo
siguiente:
La edad, estado general de salud e historia médica del niño (o
adolescente).
Qué tan avanzados están los síntomas del niño (o adolescente).
La tolerancia del niño (o adolescente) a determinados medicamentos,
procedimientos o terapias.
Sus expectativas para la trayectoria de la condición.
Su opinión o preferencia.
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El tratamiento puede incluir:
Psicoterapia individual: la psicoterapia individual para el ODD suele
emplear un enfoque cognitivo-conductual para aumentar la capacidad
del paciente de resolver los problemas y sus habilidades de
comunicación, y las habilidades de control de la ira.
Terapia familiar: la terapia familiar tiene a menudo como objetivo la
introducción de cambios en la familia, como por ejemplo, mejorar la
capacidad de comunicación y fomentar la interacción entre los miembros
de la familia. La crianza de los niños que tienen ODD puede ser una
tarea muy difícil para los padres. Los padres necesitan apoyo y
comprensión y también necesitan desarrollar enfoques más eficaces
para la crianza de los hijos.
Terapia de grupo con los compañeros: la terapia de grupo con los
compañeros a menudo se enfoca en desarrollar y utilizar las
capacidades sociales e interpersonales.
Medicamentos: si bien no se consideran eficaces para tratar el ODD,
pueden utilizarse medicamentos si otros síntomas o trastornos están
presentes y responden al medicamento. Entre los que pueden utilizarse
están fármacos como el metilfenidato, ISRS como sertralina, paroxetina
y fluoxetina, etc. (Brahm & Martínez, 2008). Sin embargo, hasta la fecha
ningún tratamiento farmacológico ha demostrado ser totalmente eficaz
en casos de TOD aislado no obstante, las anfetaminas han demostrado
ser eficaces en casos de TOD con TDAH (Fulkerson & Webb, 2010).
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CONCLUSIONES
D
esde un punto de vista de la psicología más tradicional, la mayoría de
las problemáticas se podrían enumerar dentro de los "Problemas de
conducta".
En la práctica esta denominación es utilizada en relación a niños con
comportamientos no habituales o maneras de comportamientos no esperados
por los adultos. Aquí cabe destacar esta distinción, porque el comportamiento
de un sujeto puede ser leído desde diferentes ópticas. Así un niño podrá
comportarse bien o mal dependiendo desde donde se evalúe. Puede afirmarse
que los niños suelen decir mucho más de lo que aparentemente dicen con sus
aptitudes, además las maneras de comportarse suelen depender de las
compañías y de los ámbitos donde se desarrollan.
El manual de los trastornos mentales DSM-IV describe el llamado “Trastorno
por déficit de atención y comportamiento perturbador”, y dentro de esta
clasificación mayor considera una lista de trastornos como: el trastorno por
déficit de atención con hiperactividad (desatención, hiperactividad,
impulsividad); el trastorno por déficit de atención con hiperactividad no
especificado; el trastorno disocial; o el trastorno negativista desafiante. Así, que
es variada la interpretación que se le podría otorgar a un comportamiento que
afecta el desarrollo habitual de la vida de un niño/adolescente.
Un psiquiatra infantil o un profesional de la salud mental capacitado puede
diagnosticar algunos de estos trastornos después de haber obtenido: una
historia detallada del comportamiento del niño por parte de los padres y
maestros, observaciones clínicas del comportamiento del niño y luego de
realizar una valoración psicológica. Los padres que advierten síntomas de
trastornos de conducta en sus niños o hijos adolescentes pueden ayudar
procurando una evaluación y tratamiento tempranos. El tratamiento temprano
puede prevenir a menudo problemas futuros.
Además, este tipo de trastornos frecuentemente se manifiesta junto con otros
trastornos de la salud mental, como los trastornos del estado de ánimo, de
ansiedad, de conducta y el trastorno hiperactivo de déficit de atención,
aumentando la necesidad de un diagnóstico y un tratamiento tempranos. Por
ello, es indispensable consultar a un profesional de la salud mental.
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RECOMENDACIONES
Los problemas de conducta cada vez son más comunes en los salones
de clases y por lo general, ni los padres de familia ni los docentes a
cargo saben cómo manejarlos. Por ello, es frecuente que se solicite
apoyo psicológico y social para el diseño de un plan de intervención.
Generalmente, durante la formación profesional no se contempla con
fuerza el aspecto psicopatológico pero éste puede ser un buen guía para
comprender los problemas de conducta. El objetivo no es diagnosticar y
colocar una etiqueta que pueda perjudicar al alumno pero sí contar con
una orientación para el abordaje del caso y este puede ser uno de los
papeles que puede asumir el DSM IV en nuestra labor.
La detección precoz y la intervención en las experiencias negativas
familiares y sociales pueden servir para alterar la secuencia de
experiencias que llevan a conductas más negativas y desafiantes. La
detección temprana y la intervención con habilidades más efectivas de
comunicación, de crianza, de resolución de conflictos y de control de la
ira pueden alterar el patrón de comportamientos negativos y disminuir la
interferencia del comportamiento negativista y desafiante en las
relaciones interpersonales con los adultos y los compañeros, y en el
ámbito escolar y social. El objetivo principal de la intervención temprana
es favorecer el crecimiento y el proceso de desarrollo del niño o
adolescente que presente un trastorno de conducta.
Para los individuos que padecen de trastornos de conducta se hace
sumamente importante trabajar planes consensuado de intervención
ante comportamientos problemáticos y/o antisociales que contemple
medidas preventivas (clima de clase, marco normativo…), formativas
(entrenamiento en habilidades sociales y resolución de problemas,
modelado de estilos reactivos, análisis de conductas y asunción de
responsabilidades…), correctivas (aplicación de consecuencias) y de
contención (tiempo fuera, protección de víctimas…). Y sin dejar de
contemplar la importancia del acompañamiento y apoyos de los
miembros de la familia.
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