El documento describe dos modelos opuestos de identidad: la vía de la singularidad, en la que la imagen de un pueblo se basa en los rasgos singulares que los caracterizan, y la vía de autenticidad, en la que la imagen de uno mismo es el resultado de un proyecto. Estos modelos suponen concepciones diferentes de cómo formar una identidad con la que un pueblo pueda identificarse.