Este documento describe la importancia de la formación ciudadana desde la etapa inicial de la educación y las herramientas TIC que facilitan este proceso. El objetivo es desarrollar una herramienta didáctica virtual para que niños y jóvenes conozcan y establezcan relaciones en torno a conceptos como ciudadanía, participación y convivencia. La formación ciudadana busca desarrollar competencias como conocimientos ciudadanos, habilidades comunicativas, cognitivas, emocionales e integradoras para que los sujetos puedan construir soc
Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
LA FORMACIÓN CIUDADANA DESDE LA ETAPA INICIAL DE LA EDUCACIÓN: HERRAMIENTAS TIC QUE FACILITAN ESTE PROCESO.
1. LA FORMACIÓN CIUDADANA DESDE LA ETAPA INICIAL DE LA EDUCACIÓN:
HERRAMIENTAS TIC QUE FACILITAN ESTE PROCESO.
Docentes: Vladimir Ariza.
Ivonne Valencia
Presentado por:
Yessica Paola Barbosa Maldonado.
Diana Marcela Carreño Rondon.
Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Facultad de Ciencias y Educación.
Licenciatura en Pedagogía Infantil.
Ciudadanía, ciudad e infancias.
Bogota, D.C. noviembre de 2017.
2. LA FORMACIÓN CIUDADANA DESDE LAETAPA INICIAL DE LA EDUCACIÓN:
HERRAMIENTAS TIC QUE FACILITAN ESTE PROCESO.
OBJETIVO: Desarrollar una herramienta didáctica que le posibilite a niños/as y jóvenes
Conocer y establecer relación en torno al concepto de ciudadanía, participación y
convivencia; haciendo uso de las nuevas tecnologías, especialmente las denominadas Tic’s.
Grupo al que va dirigido: Jóvenes en un rango de edad entre 12 y 17 años.
JUSTIFICACIÓN.
La formación ciudadana es una aspecto que interesa a todas las naciones modernas, puesto
que por medio de la misma los sujetos adquieren las habilidades necesarias para construir
comunidades más justas y acercadas a las necesidades de todos los ciudadanos, pues éstos
asumen el deber de construir sociedades pacíficas y armoniosas, que aboguen por el bienestar
común y el reconocimiento de todos como sujetos en igualdad de condiciones.
La formación ciudadana busca transformar los aspectos culturales a partir del ejercicio de
participación que deben hacer todos los ciudadanos que hacen parte de una nación
determinada. En este sentido, la escuela cumple un papel primordial, pues en esta institución
(al igual que en muchas otras) los niños y niñas ven reflejadas las acciones macro sociales a
las que se ven enfrentados (quizá de formas indirectas, de acuerdo a su etapa de desarrollo
cognitivo, afectivo y social) y de estas acciones obtienen nociones básicas sobre el
funcionamiento de la sociedad y el rol que ellos pueden o deben cumplir dentro de la misma.
Por tal motivo, es fundamental que los maestros y maestras tengan más conciencia de los
actos que legitiman y/o reproducen en la escuela por medio de la reflexión constante, pues
está posibilita que en la práctica se erradiquen comportamientos nocivos enquistados en
nuestras formas de ver y ser en el mundo y que transmitimos a los ciudadanos en formación.
La formación ciudadana, por tanto, debe entenderse como un acto inacabado y en constante
cambio, transformación o evolución, dado que el hombre es un ser social que aprende a
convivir con los otros desde el momento de su nacimiento, y el ejercicio de formación
ciudadana permite a los sujetos mejorar las formas en las que convive y se relaciona con su
mundo circundante (otros sujetos y medio ambiente), así como al forma en la que se ve y
entiende a sí mismo y a los otros.
En un país como Colombia, que se ha visto atravesado por los conflictos bélicos como forma
preponderante para dar solución a las problemáticas de cualquier orden que se presentan
constantemente en la realidad social (sociales, políticas, económicas) aprender a solucionar
los problemas por la vía pacífica es una necesidad latente, y que cobra mayor
fuerza en el escenario actual en el que está sumido el país: la etapa del postconflicto y post
acuerdo; y para buscar la vía pacífica de resolución de conflictos -y de convivencia en
general- resulta fundamental que todos los ciudadanos cuenten con unas competencias o
habilidades ciudadanas mínimas para la construcción y mantenimiento de una sociedad
pacífica, más justa y equitativa, es decir que su papel como actores políticos sea trascendental
y abogue por el bienestar común.
3. La formación ciudadana permite esto; permite que los sujetos se relacionen entre sí de formas
pacíficas, puesto que se forman como seres empáticos capaces de vislumbrar las posturas de
los otros (ponerse en el lugar del otro) sin abandonar sus propias ideas y puntos de vista, pues
son capaces de defenderlos críticamente sin pasar por encima de otros, sino más bien
acudiendo al respeto y a la tolerancia. También se forma con un marcado sentido de la
justicia y del bien común, lo que facilita que todas las personas se encaminen por los mismos
propósitos que favorezcan al colectivo y que representen bienestar común y oportunidad de
transformación positiva a corto, mediano y largo plazo que incluya a todas las personas.
Se trata de que la formación ciudadana permita “[construir] comunidades más pacíficas,
democráticas, participativas, incluyentes y justas [por medio de] competencias sociales
básicas aplicables a todas las relaciones humanas individuales y colectivas [...] resolver los
conflictos de intereses de manera pacífica” (MEN, 2006, p. 149). En este contexto, la escuela
se posiciona como lugar privilegiado para iniciar con dicho propósito, pues a través de la
misma los ciudadanos en formación construyen nociones básicas sobre la convivencia, la
resolución pacífica de los conflictos y el respeto por sí mismos y por los demás, bajo el marco
de los derechos humanos y de sus derechos como niños y niñas dentro del escenario social.
Esto es fundamental, pues se asume que “El núcleo central para ser ciudadano es, entonces,
pensar en el otro” (Ibid. p. 150). Se parte del reconocimiento mutuo para que cada sujeto
social se asuma a sí mismo y a los demás como un actor político de derechos, lo que “da
cabida al pluralismo y aumenta la posibilidad de deliberar para llegar a acuerdos que
promuevan el bien común” (Ibid.) Todo esto considerándolo desde una dimensión individual
de la formación como ciudadano.
Ya desde una dimensión pública de la ciudadanía, esta se entiende como la relación que se
establece entre el sujeto y el Estado. Se refiere a las acciones concretas que hacen los
ciudadanos en la vida pública, la forma en la que exigen y asumen sus derechos humanos y
constitucionales frente al Estado, que debe garantizarlos a todos los ciudadanos
pertenecientes a una nación.
La formación o fomentación de habilidades ciudadanas que se debe hacer en la escuela como
una exigencia constitucional debe fundamentar “en y para los derechos humanos” (Ibid. p.
151); pues son los derechos humanos los principios básicos para la convivencia y la
construcción de todas las sociedades humanas, dado que se basan en el reconocimiento,
aceptación y respeto por el otro.
“Los derechos humanos son el conjunto de derechos civiles, políticos, económicos, sociales,
ambientales y culturales de todas las personas del mundo, en todas las circunstancias” (Ibid,
p. 151). Esto quiere decir que el sujeto que desarrolla las habilidades básicas para la
convivencia ciudadana, se forma como un ciudadano del mundo, puesto que comprende que
los derechos que el posee también son de todas las demás personas, sin importar su origen,
etnia, religión, raza, color de piel, estrato socioeconómico, etcétera; esto significa que se
empieza a hacer un reconocimiento, aceptación y respeto no solo por los conciudadanos, sino
también por todas las personas del mundo, legitimando la universalidad de los derechos y el
pluralismo de las naciones.
4. Teniendo esto claro, se puede hablar de personas constructoras de sociedades más justas,
pues la convivencia (que siempre es todo un reto) y las problemáticas inherentes a esta, son
solucionadas de forma pacífica, en un consenso que escucha las voces de todos los
implicados y afectados y que aboga por la resolución conveniente para todas las partes que se
enmarque siempre en los parámetros de la sana convivencia y el bienestar colectivo.
Esta formación ciudadana se logra a partir del fortalecimiento de unas competencias, o en
mejores términos, habilidades ciudadanas que brindan a todos los sujetos la capacidad de
actuar crítica y reflexivamente en torno a las problemáticas que afronta la ciudad y los
ciudadanos que en esta habitan, buscando soluciones dirigidas al bien común y que, por
supuesto, se ajusten a las necesidades de todas las personas. Fortalecer estas competencias
requiere desarrollar las siguientes habilidades, en consonancia con lo propuesto en los
Estándares básicos en competencias ciudadanas (2006):
● Fomentar el desarrollo de conocimientos ciudadanos: esto significa que, si bien los
conocimientos son importantes para el proceso de formación ciudadana, la educación
en ciudadanía no debe centrarse únicamente en estos, puesto que de ser así la teoría
queda descontextualizada del escenario real en el que debe llevarse a cabo, por tanto
no se logra un desarrollo integral de la formación ciudadana.
● Promover el desarrollo de competencias comunicativas: la formación ciudadana busca
posicionar el diálogo en el centro del accionar del ciudadano, pues este facilita la sana
convivencia, la resolución pacífica de conflictos y las buenas relaciones sociales; esto
significa que las personas deben saber cómo manifestar claramente, de forma
inteligente y empática lo que necesitan comunicar, pues de este modo se evitan
confrontaciones innecesarias y se llegan a acuerdos justos que benefician y escuchan
la voz de todas las personas. Las competencias comunicativas buscan “que las
personas involucradas se reconocen mutuamente como seres humanos que merecen
respeto y atención” (MEN, 2006, p. 156).
● Promover el desarrollo de competencias cognitivas: hacen referencia a los discursos
integrados por las voces del colectivo (sociedad civil, Estado, medio ambiente) que
deben visibilizarse en las reflexiones y decisiones de cada ciudadano. En otras
palabras, se trata de la capacidad de tomar una decisión a partir del posicionarse sobre
el otro (ponerse en los zapatos del otro) para evaluar de formas más amplias los
beneficios y/o consecuencias que una decisión acarrea al colectivo pensada en
mediano y largo plazo.
● Promover el desarrollo de competencias emocionales: las competencias emocionales
requieren de la empatía y la posicionan en el centro de su quehacer, pues a través de
esta es que podemos identificar y responder a las emociones propias y de las demás
personas, permitiendo que el sujeto se conecte emocionalmente con los demás y, de
esta forma, piense y actúe en pro del bienestar común. “Identificar y responder de
manera constructiva ante las emociones de otras personas ayuda a construir relaciones
más sanas y satisfactorias, sin herir al otro ni discriminarlo” (Ibid.)
5. ● Promover el desarrollo de competencias integradoras que contempla todas las
anteriores competencias, pues es de vital importancia desarrollarlas todas por igual sin
darle más prioridad a unas sobre otras, dado que su desarrollo integral forma sujetos
integrales y sociedades justas y equitativas, en todo el sentido.
Finalmente, y retomando lo anterior, el desarrollo integral de estas competencias y su
reflexión-acción dentro de cada espacio cotidiano, fomenta “El desarrollo moral [que] es el
avance cognitivo y emocional que permite a las personas tomar decisiones cada vez más
autónomas que reflejen preocupación por el bien común” (Ibid. p. 158). Para este fin, es
importante que desde la escuela se gesten actitudes que reconozcan los sentimientos y los
valores de las personas, pues es a partir de estos que los seres humanos se impulsan a actuar
de formas específicas ante determinadas situaciones.
Como maestros, debemos mostrar al sujeto niño todas las posibilidades de acción que tiene
en su cotidianidad y su contexto social, del que es partícipe activo, pues ,lo vivencia todo el
tiempo, por tanto lo constituye, lo transforma (y se deja transformar por él) directa o
indirectamente, y constituye una parte del mismo, acompañado de otras tantas personas. Los
niños y niñas tienen el derecho y el deber de participar en la agenda de decisiones que afectan
su vida, y los adultos deben posibilitar escenarios de participación en los que los infantes
encuentren posibilidades para expresar sus necesidades, deseos y posibilidades de cambio
desde las acciones que realizan en su casa, en su escuela y en su barrio.
La apuesta por la formación ciudadana se visualiza con el propósito de “empoderar a niños,
niñas y jóvenes para participar democráticamente en la sociedad y desarrollar las
competencias necesarias para el uso constructivo de esta participación” (Ibid. p. 152). Es
necesario que la escuela fomente este empoderamiento y le haga ver al niño/a (y la sociedad
en sí) que es un sujeto activo en la participación ciudadana, con múltiples posibilidades de
acción, reflexión y cambio, que no se limitan únicamente a alcanzar la mayoría de edad
jurídica para votar en una urna.
Los niños y niñas son sujetos participativos porque son sujetos de derechos, y uno de sus
derechos es el derecho a la libre expresión, por tanto están en la plena libertad de ejercerlo
plenamente; la escuela, por tanto, debe promoverlo, incentivarlo y reconocerlo, para que de
este modo los niños y niñas se empoderen de este y empiecen a transformar sus espacios
cotidianos y las personas con quienes conviven y que conforman la mayoría de sus
experiencias con el mundo.
En el contexto social actual, las TIC’S se convierten en el pretexto adecuado para invitar a
los niños, niñas y jóvenes a verse y transformarse en sujetos políticos, pues son herramientas
que se acercan a la experiencia inmediata y el interés de la infancia actual. Por medio de las
herramientas virtuales (como cuentos interactivos, juegos virtuales, videos, diversos formatos
de multimedia, entre otros) los niños y jóvenes acceden a conocimientos más gratos a su
experiencia, puesto que dominan estas herramientas encontrando en estas múltiples
posibilidades.
Por tanto, ante la propuesta de crear un objeto virtual de aprendizaje pensado para la
formación ciudadana de niños, niñas y jóvenes, se piensa en la creación de un cuento virtual
6. dirigido para niños entre los 12 y 17 años de edad, recurso en el que se presente a los jóvenes-
lectores problemáticas reales, que quizá ellos/as han vivenciado en los diferentes espacios
que frecuentan, es decir que son cercanas a su realidad como sujeto, buscando las posibles
soluciones ante demandas reales que les exigen pensar no solo en su bienestar, sino alcanzar
la conciencia común, pensar en el otro y ponerse en su lugar.
Las herramientas Tic son un potencializador que abre ante los niños, niñas y jóvenes nuevas
posibilidades de construir conocimientos significativos, que aporten a su vida cotidiana y que
les permita hacer reflexiones críticas y reflexivas en torno a la formación ciudadana, como es
ese proceso y que pueden hacer, en tiempo real como niños/as o jóvenes que son, para aportar
a la transformación de sus entornos inmediatos a partir del reconocimiento de sí mismo y de
los otros como sujetos de derechos (con los mismos derechos), cómo hacer para que esos
derechos sean respetados de forma micro y macro social y cómo construir sociedades más
justas y equitativas, que se muevan en pro del bien común pues no solo es un derecho sino un
deber común, aportar a la construcción de comunidades de paz y de sana convivencia, cuyos
ciudadanos sean portadores de posibilidades críticas y reflexivas frente a las distintas
situaciones que pasan.
Bibliografía
● Ministerio de Educación Nacional. (2006). Estándares básicos de competencias en
lenguaje, matemáticas y ciencias ciudadanas: guía sobre lo que los estudiantes
necesitan aprender y saber hacer con lo que aprenden. Bogotá, Colombia.