Resiliencia y superación de trastornos de conducta alimentaria
1. M ª Carmen Lamata Molina UCM
RESILIENCIA Y SUPERACIÓN EN
TRASTORNOS DE CONDUCTA
ALIMENTARIA
M ª C A R M E N L A M AT A M O LI N A
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2. M ª Carmen Lamata Molina UCM
RESEÑAS DE LAINVESTIGACIÓN
RESILIENCIA Y SUPERACIÓN EN
TRASTORNOS DE CONDUCTA
ALIMENTARIA
COMPETENCIAS SOCIOPERSONALES EN LA ENFERM EDAD
La Resiliencia se entiende como la capacidad del ser humano
para sobreponerse a las adversidades y construir sobre ellas (Ojeda y
Munist, 2001). Su inclusión en la intervención psicoeducativa abre una
nueva vía de trabajo animando a centrar los esfuerzos en las fortalezas
de la persona. Desde el enfoque de la resiliencia el esfuerzo de los
profesionales se dirige a descubrir y potenciar los recursos del
individuo y organizar el ambiente para que pueda apoyarse en ellos y
adaptarse con éxito a la situación en que se encuentre. De esta forma,
la adversidad se transforma en oportunidad de cambio, se afronta la
dificultad de manera constructiva y se parte de la expectativa de que es
posible y positivo superarse gracias a ella.
El concepto de Resiliencia se erige como embajador de un
ambicioso marco de trabajo en las ciencias sociales. Esta nueva
sensibilidad compartida por profesionales de la psicología, la educación
y otras ciencias sociales, impone una nueva óptica alejada de
determinismos y fatalismos. Más allá de los problemas, déficits o
experiencias traumáticas las intervenciones confían en la capacidad de
superación de la persona. Este cambio epistemológico se hace patente
en el mayor volumen de investigación generado en torno a la
promoción de la salud y el estudio de los factores de protección frente
a la adversidad. Las emociones positivas, la exploración creativa, la
inteligencia afectiva y social, el humor, la resiliencia, el crecimiento
postraumático se estudian como claves de la auténtica calidad de vida,
elevando el bienestar físico, mental, afectivo y social de la persona.
En coherencia con estos planteamientos surge la presente
experiencia de investigación sobre la resiliencia. En ella se observa y
estudia dicho fenómeno con población infanto-juvenil hospitalizada
por psicopatología alimentaria. Desde el estudio de casos, se indagan
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los rasgos definitorios de su comportamiento, así como las
intervenciones de los profesionales y la interacción con el ambiente; se
estudian los indicadores y factores relacionados con la construcción de
la resiliencia y las posibilidades de medición y estimulación de la
misma. El trabajo de fundamentación, recogida y organización
sistemática de los conocimientos se realiza como paso previo al diseño
de programas y selección de estrategias psicoeducativas de interés
para dicho colectivo. El estudio pretende abrir nuevas posibilidades en
el campo de intervención psicopedagógica, promoción de salud y el
desarrollo personal. La investigación parte de la hipótesis de que la
construcción de la resiliencia eleva la calidad de vida y el nivel de
bienestar de la persona, favoreciendo el crecimiento y aprendizaje de
la persona incluso ante experiencias de crisis. Desde dicho presupuesto
estimular factores de resiliencia ante la enfermedad infantojuvenil
constituye un medio eficaz para sobreponerse y continuar con éxito el
desarrollo.
El estudio realizado representa una primera tentativa de
respuesta ante los efectos de la resiliencia sobre el bienestar y la salud
de la persona. Observa su potencial para trasformar la experiencia de
enfermedad en oportunidad real de crecimiento. Se realiza con el fin
de alcanzar un conocimiento más sistemático de la resiliencia, los
factores y competencias que subyacen a la misma, y los
procedimientos que permiten potenciarla en la etapa infanto-juvenil.
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“No hay probablemente un reto más ambicioso para los científicos sociales y
las profesiones sanitarias que promover la salud y el bienestar de la gente y a
ese noble empeño dedicar nuestros esfuerzos”
Carmelo
Vázquez (1998)
PRESENTACIÓN
La presente investigación: Resiliencia y salud en trastornos de
conducta alimentaria. Competencias sociopersonales en la enfermedad, se
desarrolla dentro de la línea de investigación Inteligencia Emocional:
competencias personales y sociales. Intervención psicoeducativa que dirige la
profesora D. Mª Pilar Oñate García de la Rasilla dentro del Departamento de
Psicología Evolutiva de la Universidad Complutense.
Se centra en el estudio de la resiliencia como fenómeno humano de
gran interés para entender por qué algunas personas, niños o adolescentes,
no se rinden ante situaciones traumáticas que amenazan a su salud y
desarrollo, sino que logran adaptarse, vencer la crisis y continuar avanzando
positivamente sobreponiéndose a las mismas. La resiliencia implica un
proceso dinámico de exposición, afrontamiento y superación de la adversidad,
aspectos que se estudian en este trabajo, observando sus indicadores y
efectos en relación a la experiencia de enfermedad.
La investigación se ha realizado con una muestra de la población
infanto- juvenil con Trastornos de Conducta Alimentaria (TAC). La selección de
este trastorno se debe a la gran incidencia y repercusión social que presenta
en la actualidad, constituyendo un verdadero problema para la salud pública.
Según los estudios realizados Instituto de Nutrición y Trastornos Alimentarios
de la Comunidad de Madrid (Boletín epidemiológico del INUTCAM, 2001),
representa una de las problemáticas más graves en psicopatología infantil y
adolescente, siendo la tercera causa de enfermedad más frecuente en dicha
población. Frente a ello se ha puesto en funcionamiento en nuestro país una
iniciativa pionera, en la que participan las consejerías de Sanidad, Economía y
Hacienda, Educación, Familia y Asuntos Sociales, Cultura y Turismo y Deportes,
para adoptar medidas multidisciplinares y actuaciones de interés frente a
dichos trastornos. (Decreto 11/2007, de 1 de marzo),
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En lo que se refiere a la investigación, el fin último de la misma es
estudiar los efectos de la resiliencia al integrar como parte de los tratamientos
realizados, su estímulo y promoción. El enfoque de la resiliencia anima a un
cambio de prácticas apostando por lograr un mayor nivel de bienestar y salud
en dicha población. El trabajo en resiliencia viene a complementar la atención
tradicional de la sintomatología asociada, con un esfuerzo terapéutico
sistemático orientado a detectar los recursos y fortalezas de la persona. Desde
la resiliencia se busca estimular y enriquecer el dominio de competencias para
adaptarse y superar la adversidad como medio de prevención e intervención
en poblaciones de riesgo. Además la resiliencia supone el aprendizaje de la
circunstancia que se atraviesa; enseña a integrar el dolor y asumir las
dificultades como parte inherente al proceso de crecimiento; fomenta la
seguridad y confianza en la capacidad de la persona y anima a resolver
situaciones de una manera creativa. En conclusión, la resiliencia trata de
promover la salud mejorando el funcionamiento de la persona en todas sus
dimensiones. No se centra en la enfermedad sino en los recursos que se
poseen para hacerla frente, y favorece el desarrollo de competencias para que
la persona se decida a realizar un cambio personal que la encamine hacia su
bienestar y crecimiento.
La resiliencia parte de una concepción de la persona como una
unidad bio-psico-social en constante cambio y desarrollo. Por ello en la
investigación se estudian en primer lugar las competencias personales y
sociales; los rasgos; actitudes; valores, comportamientos; y las condiciones del
ambiente; que predisponen a la persona para afrontar la enfermedad. De este
modo se estudian las condiciones favorables para generar un aprendizaje y
construir la resiliencia desde el propio tratamiento. Posteriormente,
combinando modelos de intervención psicopedagógica, se trabaja por diseñar
intervenciones que ayuden a integrar un sistema saludable de sentir, pensar y
actuar en niños y adolescentes hospitalizados. Desde ambas actuaciones se
observa el poder de la resiliencia sobre el nivel de salud y bienestar alcanzado
en las personas.
La construcción de la resiliencia, es por tanto la línea directiva de la
investigación, con dicho fin se realizaron evaluaciones psicopedagógicas y
estimaciones del nivel previo de resiliencia y se analizaron para responder a
las necesidades o carencias detectadas en niños y adolescentes con
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psicopatología alimentaria mediante programas de intervención
psicopedagógica.
Sobre los aspectos prácticos del estudio, es necesario aclarar que en
la actualidad la medición de la resiliencia continúa siendo problemática para
los investigadores. No existe un consenso unánime sobre los factores que
intervienen en dicho fenómeno, ni se ha aceptado una operacionalización
definitiva del mismo. Sin embargo sí parece existir acuerdo en la necesidad de
tener presentes los rasgos, conocimientos, conductas y actitudes de las
personas, para realizar su medición. Por ello considerando tanto los rasgos de
la persona, como su interacción con un conjunto de factores y cualidades del
contexto es conveniente optar por modelos mixtos (Ospina. D, 2007) a la hora
de realizar la medición. En el trabajo que se presenta se recurre a la
implementación práctica de los principales modelos teóricos sobre resiliencia
como procedimiento para la detección, observación y compresión de factores,
competencias y cualidades personales, que constituyen indicadores del
constructo. Se establece una primera diferenciación entre factores internos
del sujeto - todos aquellos relacionados con las ideas, creencias, afectos,
motivaciones y conductas (rasgos)-, y factores externos cuya fuente de origen
corresponde en mayor medida al entorno, estando definidos por el ambiente
social y la dinámica organizacional, los mensajes y expectativas transmitidos
por personas significativas, el apoyo recibido, la dinámica de relación y las
características propias de la experiencia concreta que se vivenciaba en cada
caso.
Por otra parte desde el marco de una investigación operativa, la
combinación de investigación y acción en el trabajo es una constante. De este
modo el trabajo previo de investigación y las reflexiones realizadas frente a lo
observado, son el punto de partida para diseñar aplicaciones prácticas y
extraer conclusiones que permitan elaborar un programa de intervención para
el desarrollo de la resiliencia en la población bajo estudio.
Desde una perspectiva psicopedagógica, el desarrollo de la resiliencia
constituye una guía de trabajo válida para la promoción de salud y la
generación de competencias personales y sociales. El diseño, aplicación y
evaluación de programas dirigidos a construir la resiliencia en sujetos con
trastornos de conducta alimentaria, junto con la discusión de sus resultados
permitirán estudiar los beneficios de incrementar las competencias personales
y sociales para generar estrategias de afrontamiento resiliente sobre la mejora
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en el estado de salud, y el ajuste psicológico y nivel de bienestar alcanzado en
todas las dimensiones de la persona.
Finalmente se reflexionó sobre la atención prestada al colectivo bajo
estudio, analizando la contribución del enfoque de la resiliencia como vía de
mejora a incluir en los programas de tratamiento dirigidos a población
infanto-juvenil con trastornos de conducta alimentaria. Desde las reflexiones
derivadas de la propia evaluación y el contraste con los resultados en
instrumentos de evaluación, cuestionarios y entrevistas se analizó su potencial
para aliviar el sufrimiento, contrarrestar las repercusiones psicopatológicas
asociados a la enfermedad y enfocar las intervenciones hacia el crecimiento
de la persona. Todo ello se realizó con la intención de:
- Contribuir desde una orientación de carácter psicopedagógico a recuperar el bienestar infantil;
reparar los daños (físicos, psicológicos y sociales) que produce la vivencia de enfermedad sobre el
equilibrio personal y el proceso de desarrollo; promover la salud y garantizar la atención adecuada en
cada una de las etapas de evolución, aprovechando la intervención para reforzar competencias
personales y sociales que subyacen al fenómeno resiliente.
- Prevenir y contrarrestar el daño iatrogénico producido por intervenciones incompletas o
inadecuadas; asesorar a los profesionales informando y concienciando de su labor como agentes
constructores de resiliencia. Reforzar en los profesionales de ayuda y la organización la detección y
estímulo de su propia resiliencia y destacando el valor estratégico y la humanización de las prácticas que
se deriva de la promoción de la misma.
- Enriquecer las competencias parentales. Orientar a las familias para afrontar el impacto de la
enfermedad sobre la dinámica de sus relaciones. Dar a conocer modelos y pautas de crianza adecuadas,
oportunas y eficaces. Potenciar la autoestima y el respeto mutuo entre de todos sus miembros
restaurando la confianza en sí mismos. La intervención quiere asegurar una red de apoyo satisfactoria en
el contexto familiar donde el menor pueda sentirse aceptado incondicionalmente.
- Facilitar el desarrollo de competencias, rasgos y factores que subyacen a la resiliencia de niños
y adolescentes, realizando una síntesis de las aportaciones de modelos teórico-prácticos para la
construcción de la resiliencia y elaborando propuestas para la implementación de los mismos en la
práctica.
- Difundir la Resiliencia como nuevo enfoque de tratamiento que sitúa el objetivo en la
promoción de salud. Motivar más allá de la ausencia de trastornos, encaminando el trabajo hacia metas
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de desarrollo. Generar un compromiso común hacia el que encaminar todas las acciones, que busque
como fin último la máxima realización de la persona y favorezca el éxito un proyecto de vida pleno.
La investigación se realizó en la unidad de trastornos alimentarios de un
hospital infantil público de la Comunidad de Madrid, en dicho centro a lo largo
del año, fueron hospitalizados por causa de los Trastornos de Conducta
Alimentaria, 174 menores de edad, la mayoría chicas adolescentes, y se
realizaron 1.290 consultas y 9.282 sesiones terapéuticas relacionadas con
dicha problemática. Para el estudio se observaron casos de los diferentes
programas de tratamiento.
La observación científica de los sujetos y el estudio de los efectos de los
tratamientos sobre su evolución, quiere constituir una experiencia de interés
para la mejora de las intervenciones, siendo de ayuda para clarificar qué
acciones son favorables a la construcción de la resiliencia en las personas,
niños y adolescentes que atraviesan la enfermedad, los profesionales
implicados, y en el ambiente que les rodea.
La cuestión principal que da sentido a la investigación es estudiar los beneficios que reportael
enfoque de la resiliencia para la promoción de salud física, psicológica, emocional y social de la
persona, desarrollando desde la intervención psicopedagógica competencias personales y sociales que
predisponen su manifestación ante la enfermedad. Para ello se observa la influencia de su detección y
estimulo en niños y adolescentes hospitalizados y los efectos que produce sobre su adaptación,
aprendizaje y crecimiento.
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1. I NTRODUCCIÓN AL ESTUD IO
1ª FASE Estudio y documentación de las siguientes secciones
Resiliencia
Desarrollo personal y competencias sociopersonales
Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA): Características enfoques y tratamientos
Investigaciones precedentes sobre resiliencia: Concepto, medición y desarrollo
2. FASE Investigación en la acción
Observación participante de tratamientos en niños y adolescentes con TCA
Identificación de factores de resiliencia en sujetos, familiares y profesionales
Medida de resiliencia en la organización
Estudio de casos
Análisis del discurso
Diseño de un programa para el desarrollo de la resiliencia
Potenciación de resiliencia a través de programas de intervención
Evaluación de los efectos del tratamiento sobre la mejora de los sujetos, la
construcción de resiliencia y el estado de desarrollo global
3. FASE Evaluación y conclusiones
Reflexión en la acción
Logros y líneas de mejora
Implicaciones para el avance de conocimientos y futuras vías de investigación
Durante la primera fase de trabajo, se revisa la literatura
científica y los modelos teóricos publicados en relación al tema de la
resiliencia para obtener una base amplia, actualizada y contrastada desde la
que profundizar en el concepto, su definición y las propiedades que lo
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caracterizan. Desde esta fundamentación de partida, se trabaja por relacionar
los conocimientos específicos de la resiliencia con las teorías de desarrollo
personal y las aplicaciones prácticas de intervención psicopedagógica. El
estudio de este fenómeno supone un medio de reciclaje y enriquecimiento
para avanzar en el diseño de propuestas de desarrollo y enfocar la atención de
colectivos en riesgo desde acciones preventivas que se pueden implantar. El
objetivo de fase es profundizar en la capacidad humana de trascender las
dificultades y justificar la importancia de las competencias de desarrollo
personal y social para lograrlo.
Desde los modelos teóricos elaborados y la revisión del uso que
hacen investigaciones precedentes, se investiga cómo alentar una de las
capacidades más destacables del ser humano: la capacidad de superación ante
la adversidad, y la generación de soluciones constructivas característica del
afrontamiento resiliente, en relación a la experiencia de enfermedad en
población infanto-juvenil.
Los modelos descriptivos y explicativos previos de la resiliencia
se derivaban del estudio de aquellos rasgos personales y factores del
ambiente que diferencian a los sujetos que son capaces de orientarse hacia el
crecimiento personal en situaciones de crisis. De estos estudios se concluye
que la resiliencia representa un estilo de afrontamiento competente, que
permite a la persona en situación de riesgo desenvolverse con eficacia
apoyándose en los propios recursos (Wolin, S Wolin, S. 1997) Dicha capacidad
está latente en todos nosotros, pero requiere de un desarrollo personal, y una
base afectiva y social mínima para poder manifestarse en plenitud. Por lo
tanto, considerando la vivencia de una enfermedad como una situación de
riesgo para la salud, y defendiendo como la función más genuina de las
intervenciones psicopedagógicas, la orientación de las personas a lo largo de
su proceso de desarrollo para establecer una sana identidad y afirmar su
personalidad, está justificado investigar sobre los medios que permiten
fortalecer y desarrollar la resiliencia, como parte de los aprendizajes que
conducen a su crecimiento.
En un mundo tan complejo y cambiante como el actual, enseñar
a las personas a enfrentarse a las crisis y obtener un aprendizaje de las
mismas en propio beneficio, es la mejor garantía de desarrollo y calidad de
vida que podemos asegurar desde las profesiones de ayuda. La construcción
de la resiliencia invita a profundizar en el autoconocimiento, el mundo
afectivo, la capacidad de autocontrol, el manejo de las emociones, la toma de
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decisiones, el estímulo de la creatividad y las destrezas sociales. En virtud de
los estudios revisados y la bibliografía consultada, atendiendo a las
peculiaridades propias de cada etapa evolutiva y a las experiencias vitales que
definan cada caso, la construcción de la resiliencia contribuirá al desarrollo de
una personalidad fuerte y equilibrada, resistente al cambio y eficaz ante el
estrés, siendo un medio adecuado para promover la salud y el bienestar de la
persona poniendo las bases para una auténtica calidad de vida.
Desde estos planteamientos como punto de partida, y en base a
los éxitos demostrados por investigaciones precedentes en la promoción de la
resiliencia, a lo largo de todo el trabajo se insiste en la importancia de generar
acciones de desarrollo personal como respuesta para superar circunstancias
que limitan nuestra realización. La presente propuesta de intervención
psicopedagógica para el desarrollo de la resiliencia en población infanto-
juvenil con trastorno de conducta alimentaria pretende constituir una
iniciativa de trabajo en este sentido.
La psicopatología asociada a los trastornos de conducta
alimentaria en la infancia es altamente desestabilizadora. Tanto la
enfermedad como el propio proceso de tratamiento suponen en sí mismas
vivencias críticas que vulneran el equilibrio psicobiológico y social del menor,
afectando todos los ámbitos de su desarrollo. Desde la psicología,
psicopedagogía y medicina altamente humanizadoras considero
imprescindible tomar conciencia de la importancia de construir la resiliencia
como parte de la recuperación y proceso de fortalecimiento de las personas.
La contribución de este enfoque en el contexto de intervención,
es presentar una estrategia motivadora que desplaza el objetivo de las
acciones hacia la situación deseada (salud y bienestar), resaltando la dignidad
y el valor de la persona. Generar la resiliencia, devuelve el protagonismo al
sujeto apelando a su mayor responsabilidad, al mismo tiempo que anima a los
profesionales a confiar en la capacidad natural de salir delante, y emprender
acciones que predispongan a ello. De este modo se reivindica su labor como
agentes de salud y crecimiento, que brindan las herramientas y apoyos
necesarios para que el niño pueda sobreponerse a la enfermedad y continuar
con éxito su desarrollo.
Desde el marco de una investigación operativa, a partir de la segunda
fase, el presente trabajo combina investigación y acción. En el contexto de
intervención se presentan junto al objetivo de identificar rasgos y factores de
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resiliencia en niños y adolescentes con trastornos de conducta alimentaria, los
medios propuestos para estimularlos desde su contexto; estudiando las
repercusiones de esta capacidad en todas las dimensiones de su persona
(biológica, cognitivo-emocional, conductual y socio-relacional); y elaborando
estrategias de intervención para elevar su desarrollo.
La hipótesis de trabajo defiende que la aplicación del enfoque de la
resiliencia en el ámbito médico y psicopedagógico será beneficiosa para el
logro de los objetivos de intervención en promoción de salud. La
identificación y refuerzo de rasgos y factores de resiliencia en el tratamiento
de psicopatología infanto-juvenil, favorecerá la mejora de su estado de salud
influyendo en la evolución de los casos en tratamiento, el nivel de bienestar
de sus familias y la satisfacción personal y relacional de los profesionales y la
organización.
Para estudiar y confrontar dicho planteamiento se combina la
observación y análisis de los sujetos, con el diseño de intervenciones y la
valoración de su impacto sobre la evolución de la persona mediante
indicadores previamente fijados. Estos aspectos se describen de manera más
detallada en el apartado destinado a explicar la metodología de trabajo, junto
con las fases del proceso de investigación y las tareas que emprendidas en
cada una de ellas, así mismo se especifican los objetivos operativos; se
describen los diferentes grupos con los que se trabajó y se indican las técnicas
de medición e intervención empleadas. Principalmente se procede desde una
metodología de carácter cualitativo, observando aquellos rasgos presentes en
los niños y adolescentes hospitalizados, familiares y profesionales que
favorecían la aparición de conductas resilientes. Se realizó una primera
recogida y análisis de datos, sobre el estado de los rasgos y factores de
resiliencia en la situación de casos seleccionados y, desde modelos mixtos se
combinaron técnicas propias de la investigación en la acción para definir
diferentes perfiles. En base a ello se diseñan e implementan acciones de
promoción de la resiliencia en el ámbito hospitalario, y finalmente, en relación
a los casos y el contexto concreto en el que se interviene, se proponen
estrategias y orientaciones con relevancia práctica.
En esta etapa de investigación el contacto diario con niños y
adolescentes en tratamiento por trastornos de conducta alimentaria, permite
constatar el sufrimiento que esta patología genera en ellos y sus familias. En
base a ello se considera urgente destinar esfuerzos hacia el desarrollo
personal, enseñando a gestionar conflictos y a resistir el malestar que se deriva
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de su situación. También se detectó la necesidad de reforzar actitudes
proactivas que pudieran motivar a los niños y adolescentes a adquirir mayor
control hacia sus conductas, tomar iniciativas de cambio y adoptar un nuevo
estilo de actuación de carácter resiliente modificando sentimientos de
incapacidad o incompetencia o responsabilicen únicamente a los
profesionales del éxito de los tratamientos.
Mediante el diario de investigación y la adopción de un enfoque de
investigación en la acción, se realiza una evaluación continua de todo el
proceso. En este sentido, a nivel general se recoge información relacionada
con la necesidad y conveniencia de fomentar la resiliencia de manera
preventiva en toda persona y a lo largo de toda su vida; observar cómo esta
capacidad evoluciona y se reactualiza constantemente ante los cambios y
retos del proceso de desarrollo y estudiar cómo favorecer su construcción
desde un enfoque preventivo y capacitador dirigido a la infancia.
Gracias a los seguimientos realizados durante la investigación, se
constata la importancia de detectar creencias limitadoras, y dificultades del
desarrollo personal, que interfieren en la manifestación de esta capacidad.
También en virtud de las observaciones realizadas, se encuentra una fuerte
relación entre el nivel de competencia personal y social, y manifestación de
respuestas resilientes frente a la enfermedad. De este modo, en aquellos
casos donde el nivel de competencia personal y social estimado es bajo hay
menor probabilidad de encontrar rasgos y factores característicos de la
resiliencia y se requieredel seguimiento de programas específicos para
establecerlos. En la evolución diferencial de los casos, queda patente el
beneficio de las habilidades sociales, la existencia y percepción de una red de
apoyo satisfactoria y el trabajo frecuente en competencias de desarrollo
personal (introspección, autoconcepto y autoeficacia) como factores de
protección ante la enfermedad; estos factores disminuyen el impacto
negativo de la misma y aumentan la probabilidad de emprender cambios
positivos para la persona. Todo ello se observa al realizar y revisar estudios
diagnósticos en grupos de niños y adolescentes de los diferentes programas
de intervención.
Al mismo tiempo se recoge información individual de cada uno de
ellos estableciendo necesidades específicas a cubrir en los diferentes ámbitos
de su desarrollo. Con ello se realizan propuestas de intervención
psicopedagógica destinadas areforzar cualidades del sujeto y establecer
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nuevas condiciones en el entorno que permitiesen la construcción de la
resiliencia y generasen objetivos de salud y desarrollo.
La selección de estrategias y técnicas de intervención psicológica
está guiada por la detección previa de puntos fuertes y áreas de mejora en los
rasgos y factores característicos de la resiliencia. Se opta por recurrir a la
combinación de diferentes técnicas de intervención, aprovechando los
beneficios de cada una de ellas para avanzar en la secuencia de pasos que
permite tejer la resiliencia. De este modo se programaban acciones y líneas
diferenciales a seguir en función de su utilidad para cada caso, persiguiendo
como objetivo final el ayudar a integrar su situación como una experiencia de
aprendizaje ante la que sobreponerse y formar a la persona para que pudiese
continuar con éxito su desarrollo.
Como acciones realizadas en colaboración con los profesionales del
centro hospitalario, se participóaen las reuniones de trabajo donde se
realizaba un seguimiento de los casos, y se interviene en las discusiones
diagnósticas. Estas situaciones se aprovechan para intercambiar pareceres y
poder aportar una visión de desarrollo desde los modelos de resiliencia. Se
plantea al equipo de profesionales una interpretación de la enfermedad
infanto-juvenil como situación idónea desde la que construir la resiliencia,
orientando a los mismos para diseñar e implantar propuestas de desarrollo de
competencias y animando a identificar los recursos de la persona. Estas
cuestiones generan una actitud más positiva y elevan las expectativas de
recuperación previstas en cada uno de los casos. Al mismo tiempo. invitan a
reflexionar sobre la pertinencia de las acciones emprendidas valorando los
efectos a corto y largo plazo sobre la persona. Por otra parte, mediante un
aprendizaje dialógico, en estas reuniones se confronta con los profesionales
las actuaciones realizadas en cada caso. Desde todo ello, se programannuevas
medidas dirigidas a desarrollar competencias y promover la resiliencia en los
casos bajo estudio.
Desde la evaluación de las prácticas bajo el enfoque de la
promoción de la resiliencia se analiza la pertinencia de las medidas adoptadas
y se evita que de algún modo se realicen actuaciones que interfieran con los
objetivos determinados para su tratamiento. Gracias a lo cual, durante esta
etapa se mantiene una reflexión continua en la acción, obtener información de
las prácticas y realizar planteamientos adecuados para su mejora. La
evaluación del proceso era permanente (detección de rasgos y factores,
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evaluaciones realizadas en la persona, su situación y su contexto, técnicas e
intervenciones realizadas, revisión de objetivos).
Finalmente transcurrido el tiempo de estancia para investigar en el
contexto de intervención, se destina un periódo de tiempo al análisis y
discusión de los datos obtenidos, las entrevistas realizadas, los cuestionarios y
registros cumplimentados y las conclusiones que había ido recogiendo
durante todo el proceso. Se evalúa el grado de cumplimiento de los objetivos
de la investigación y tras la revisión de los métodos de naturaleza cualitativa
aplicados durante la evaluación se recogieron algunas conclusiones.
Seguidamente se plantean vías de investigación para continuar el estudio.
La necesidad de unificar los diferentes modelos teóricos de
resiliencia en un único referente integrador que guíe la aplicación del
concepto y la conveniencia de continuación de estudios que profundicen, no
ya en el concepto general de la resiliencia, sino en cómo se desarrolla en cada
una de las etapas evolutivas de la persona y ante determinadas circunstancias
o condiciones diferenciales requiere de mayor volumen de investigación y de
la realización de seguimientos longitudinales más prolongados en el tiempo,
que junto con estudios de carácter experimental proporcionen datos
concluyentes sobre el poder de la resiliencia en la promoción de salud y el
desarrollo personal.
Con todo, las tareas de investigación realizadas quieren contribuir a
la mejora y perfeccionamiento de las aplicaciones del enfoque de la resiliencia
en beneficio de las personas y su crecimiento.
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2. O BJETIVO DE TRABAJO
2.1 Contextualización de la demanda
En las generaciones actuales de principios del siglo XXI urgen medidas
que permitan la construcción de una sana identidad biopsicosocial y actúen de
manera preventiva, o en su caso con la máxima precocidad y eficacia posibles
ante el fenómeno del enfermar psíquico en la infancia.
En el mundo del nuevo milenio se han logrado muchos progresos en
el campo técnico y científico; los recursos materiales de los que disponemos y
el abanico de ofertas a que tienen acceso los niños, adolescentes y adultos de
los países desarrollados son de gran variedad y riqueza. No obstante el
impacto de la estructura social, el ritmo acelerado de vida, y la influencia de
los medios de comunicación, no están ayudando a decantarse por modelos
integrales de salud y bienestar. Desde diferentes sectores sociales se reclama
un mayor compromiso por encontrar medios desde los que educar, formar y
orientar a la persona para que ésta pueda realizarse de manera satisfactoria.
Para ello es necesario revisar nuestra relación con la vida y nuestro modo de
concebirla; diseñar e implantar de programas formativos que difundan valores
humanos; alentar a las personas a crecer y desarrollarse en libertad; favorecer
un estilo de vida más auténtico y pleno y generar competencias desde las que
establecer vínculos de confianza y ayuda mutua con los demás.
En la población infanto-juvenil, la demanda resulta más urgente y
necesaria de atender. Entre los Derechos de todo niño se encuentra el
derecho a recibir los medios necesarios que garanticen una base sólida para su
crecimiento físico, psíquico, afectivo y social (Asamblea General Naciones
Unidas, Derechos del Niño. 20 XI 1959. Boletín de Documentación del
centro de estudios políticos y constitucionales. Nº 16 enero-abril 2003).
El niño requiere de un fundamento existencial firme que le permita
sobrellevar los desequilibrios y crisis propias que conforman el camino hacia
su adultez. La adolescencia supone además una etapa del ciclo vital donde
surgen nuevos retos y obstáculos significativos, estando íntimamente
relacionados con la definición de su identidad, la consecución de su
independencia de los criterios externos y la construcción del sentido de
pertenencia al grupo. Será por tanto a lo largo de estas etapas de transición
donde más esfuerzo ha de realizarse para lograr un desarrollo completo y feliz
en el niño. Cada fase de desarrollo requiere de una capacidad de
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17. M ª Carmen Lamata Molina UCM
afrontamiento, de estrategias cognitivas, afectivas y conductuales y de
competencias personales y sociales para lograr una adaptación y crecimiento
satisfactorios.
El comportamiento infanto-juvenil constituye una preocupación de
la salud pública. Según la OMS los trastornos de la alimentación representan en
la actualidad uno de los problemas de salud más importantes para la humanidad
(Chinchilla. 1994). En los últimos años se ha incrementado considerablemente el
número de casos de personas afectadas y se ha reducido alarmantemente la edad de
inicio del trastorno. Estudios médicos, psicológicos y sociológicos coinciden
endenunciar ciertos factores sociales por interferir en el mantenimiento de hábitos
saludables en la población: La presión social con respecto la delgadez, los
mensajes en defensa del tener y consumir, los intereses de industria
relacionados con las dietas y los productos para adelgazar, la falta de valores
sólidos alternativos y la desorientación general ante qué metas significativas
dirigir el esfuerzo diario predisponen a la persona a una mayor vulnerabilidad
ante los trastornos psicopatológicos y en ocasiones constituyen factores
precipitantes y perpetuantes de dichas enfermedades (Duker.M, Slade.
R1992;Toro. J, 1994; Rauch. H y Lisa. B 1997; Morandé.G 1999; Gual.P 2000).
Pero quizá la mejor manera de evitar las consecuencias negativas sea
fortalecer a las personas en competencias eficaces que las permitan
desenvolverse en su medio y no verse condicionadas por estas condiciones
externas. Si es verdad que la cultura del nuevo milenio dirige la atención de
manera constante y persistente hacia el poder de la imagen y la importancia
de alcanzar unas medidas perfectas para lograr la aprobación de los otros,
nuestra atención debe concentrarse en informar y formar especialmente a las
nuevas generaciones para ser críticos ante este tipo de intereses sociales.
La prioridad no estaría centrada en eliminar este tipo de mensajes
sino en preparar a nuestros niños y adolescentes para que no queden
limitados o “atrapados” por los mismos
La infancia, adolescencia y juventud son períodos especialmente
delicados por estar definiéndose la identidad. Durante estas etapas aún no se
tienen criterios ni valores firmes desde los que dirigir su conducta. En este
sentido, educación y cuidados psicobiológicos resultan esenciales para el
desarrollo de una sana autoestima, un buen concepto de sí y el desarrollo de
competencias personales y sociales que modularan la futura calidad de vida.
Hemos de habituar desde los primeros años, a tomar conciencia de sus
pensamientos, afectos, valores, intereses y capacidades. Orientar a los niños y
17
18. M ª Carmen Lamata Molina UCM
adolescentes para que perciban que pueden enfrentar los problemas de forma
eficaz y que sus acciones y decisiones tienen efecto en su vida y también en el
funcionamiento de sus familias y de la sociedad. La construcción de la
resiliencia puede ser una variable de gran interés en este sentido. Ayudará a
enfocar las crisis como desafíos, a entender cómo afecta esta dimensión a
nuestra forma de pensar, sentir y relacionarnos con los demás.
Progresivamente generará habilidades de autoevaluación, que permitan
profundizar en el propio conocimiento, en la autorreflexión constructiva, en la
toma de conciencia de las creencias, deseos y valores que se defienden, y en
la comprensión del punto de vista de los demás. Todo un salvavidas emocional
que le servirá de protección para evitar ser manipulados por el contexto y
utilizar sus recursos para dar una respuesta sana y adaptativa al mismo.
En aquellos casos donde los problemas de la anorexia, bulimia o
trastornos alimentarios se manifiestan en población infanto-juvenil, la
enfermedad psicosomática tiene especial carga desestabilizadora para el
desarrollo psicológico del menor y el equilibrio de sus relaciones con el
entorno sociofamiliar. Es necesario un tratamiento integral, largo y
continuado que no pocas veces añade a su vez dolor y sufrimiento. Es quizá
ante estos aspectos donde las investigaciones en resiliencia tengan algo que
decir. Los estudios con niños resilientes han demostrado que un niño
sometido a condiciones de vida difíciles no está necesariamente condenado a
quedar marcado negativamente por las mismas, sino que puede incluso
superarlas y salir fortalecido gracias a las mismas (Vera.P, Carbelo.T y Vecina.B
(2006)). Para lograr que los niños y adolescentes se comporten de manera
resiliente la ayuda profesional es imprescindible. Las acciones han de estar
coordinadas y la intervención tendrá siempre un carácter multimodal. Los
objetivos estarán dirigidos a reestablecer la salud orgánica del niño, superar la
sintomatología propia del trastorno y aliviar a su vez el malestar psicológico
que se produce en él y en su familia.
Como afirma Rodríguez –Sacristán (1998) “el corazón de la
psicopatología del niño está compuesto indiscutiblemente por el fenómeno
psicopatológico evolutivo, hecho con la masa del sufrimiento psíquico
individual y repercusiones en lo familiar, social, comunitario, biológico,
pediátrico, la rehabilitación, lo educativo” Por tanto es nuestro deber realizar
un esfuerzo conjunto desde profesiones implicadas en el cuidado de la
infancia, para ayudar a superar el obstáculo que supone la enfermedad
psíquica en la infancia, saliendo fortalecidos para continuar con éxito su
18
19. M ª Carmen Lamata Molina UCM
desarrollo evolutivo. Para ello se han de marcar nuevas pautas en el terreno
biológico, afectivo, cognitivo, conductual y social que permitan lograrlo.
La construcción de la resiliencia, la estimulación de los factores de
protección y el desarrollo de competencias personales y sociales, constituyen
aspectos a incluir en el tratamiento del enfermar psíquico infantil,
atendiendo sus repercusiones y fijando los objetivos en el logro de un estado
de salud integral
2.2 Hipótesis de trabajo
El Trabajo en la Resiliencia constituye sin dudauna herramienta muy
poderosa desde la que poder avanzar en la prevención y recuperación de
personas con Trastorno de Conducta Alimentaria.
La hipótesis dela investigación se sustenta en el convencimiento de
que es posible sobreponerse al sufrimiento que supone el enfermar psíquico
infantil, enfocando la experiencia como un reto desde el que alentar el propio
desarrollo.
Es de esperar que la identificación de los recursos personales y el
desarrollo de competencias sociales para utilizarlos en propio beneficio, no
sólo mejore la confianza en uno mismo y la calidad de las relaciones con los
otros, sino que repercute en el estado de bienestar y la salud de la persona. Se
considera que el nivel y desarrollo de la resiliencia, influirá de manera
determinante en el inicio, mantenimiento y evolución de cualquier
enfermedad psicobiológica.
Una intervención psicoeducativa dirigida hacia la mejora de la
persona y su crecimiento aún en situaciones de enfermedad abre nuevas
posibilidades de salida más optimistas y constructivas. Esta visión genera
expectativas de éxito, transmite confianza en el niño o adolescente, le anima a
asumir mayor responsabilidad en su tratamiento, y destierra enfoques
culpabilizadores o etiquetados deterministas poco prácticos.
Las medidas de intervención que se emprenden, están destinadas a
contrarrestar los efectos traumáticos de la enfermedad sobre la personalidad
del niño, su mundo afectivo y la relación que establece con los demás. La
psicopatología del niño y adolescente conlleva en la práctica totalidad de los
casos pérdida de confianza personal e interpersonal, problemas en la
regulación de las emociones, déficit de autoestima, déficit de habilidades
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20. M ª Carmen Lamata Molina UCM
sociales, irritabilidad, ansiedad, depresión, sentimientos de culpa y otros
daños psicológicos que resienten el proceso evolutivo natural, y en ocasiones
lo bloquean. Frente a estas manifestaciones psicológicas, la identificación y
potenciación de los recursos de la persona resulta imprescindible para
recuperar el bienestar y generar una proyección positiva hacia el futuro. La
construcción de la resiliencia, ha de ser uno de los ejes que guíen el
tratamiento de niños y adolescentes con trastornos de conducta alimentaria,
como medio de paliar las secuelas emocionales y aportar factores de
protección que eviten las recaídas.
El programa, los métodos y las actividades planteadas se diseñan como
elementos a integrar dentro de un tratamiento holístico en el que participa un
equipo de profesionales. Junto a los problemas mencionados, la
sintomatología de los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) precisa que
se atiendan alteraciones físicas y neuroendocrinas que permitan la
recuperación física y restablezcan el equilibrio orgánico del niño. Es necesario
insistir que el tratamiento de los trastornos de la alimentación comprende un
trabajo multidisciplinar y complejo, donde la alimentación, los psicofármacos
y el acompañamiento psicológico deben estar presentes. Con todo, diversos
estudios insisten que más allá del método psicoterapéutico y las herramientas
desde las que se trabaje, es la propia disposición del sujeto para asumir una
conducta activa y colaborar en su tratamiento lo que va a determinar los
resultados del mismo (cfr.M.Gerlinghoff, H.Backmund, 2003). De ahí que,
siendo consciente de la importancia de la toma de conciencia y aceptación de
las limitaciones generadas por la de enfermedad, el énfasis de las
intervenciones dentro del área de competencias de la intervención
psicológica, se centre en generar factores de protección y en fortalecer a la
persona, aumentando su autoestima, generando una autoimagen realista y
corrigiendo aquellos patrones cognitivo-afectivos disfuncionales que derivaron
hacia el trastorno de conducta y que lo mantienen en la actualidad. Con
especial interés se destinan esfuerzos a difundir el valor de la resiliencia para
superar el impacto de la enfermedad, lograr la recuperación total de la
persona y motivar hacia el aprendizaje de modelos alternativos de
afrontamiento y autocuidado.
Las nuevas estrategias que aporta el enfoque de la resiliencia se
centran principalmente en:
- Estimular las potencialidades y talentos que posee cada persona como factores de
protección
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21. M ª Carmen Lamata Molina UCM
- Ayudar a la clarificación de valores, motivaciones, metas, atribuciones y creencias de la
persona para establecer una fuerte identidad
- Partir de la convicción de que la capacidad humana de sobreponerse está presente en
todo ser humano y cuando se estimula permite adaptarse y superar cualquier situación
de riesgo que amenace el desarrollo
La construcción de la resiliencia requiere establecer un medio favorable
donde se ofrezca a la persona la seguridad y el afecto suficiente para
motivarse a cambiar. Resulta imprescindible orientar a la familia, solventar
conflictos y corregir patrones de interacción disfuncionales que puedan
interferir en el proceso de recuperación y ayudar a los padres a manejar la
ansiedad y dominar sentimientos ambivalentes que surgen de manera natural
ante la enfermedad de los hijos.
En conclusión, durante la etapa infanto- juvenil se producen múltiples
cambios fruto del proceso de maduración personal. Las circunstancias
asociadas a la enfermedad y su tratamiento van a producir un fuerte impacto
desestabilizador sobre el equilibrio psicobiológico infantil. La edad del niño, la
etapa evolutiva, su personalidad, la calidad de vínculos familiares, la existencia
de apoyo social, los problemas concomitantes, la atención profesional, la
información recibida del ambiente, el estilo de resolución y las experiencias
asociadas a la vivencia concreta de cada caso, van a ser determinantes para la
evolución posterior.
Desde la intervención psicológica hemos de orientar para sentar
bases adecuadas en la persona que permitan un buen funcionamiento
intelectual, afectivo, social y personal. Ante experiencias de enfermedad, la
recuperación física y los cuidados psicobiológicos, han de acompañarse con la
interiorización de pautas saludables de desarrollo y estrategias de adaptación
útiles para su futuro. En este sentido, Barundy,J y Dantagnan; M. (2007)
demuestran con sus investigaciones, que el establecimiento de una sana
identidad y el desarrollo de una buena autoestima en niños y adolescentes
bajo condiciones adversas son indicadores positivos de recuperación. Por lo
que en el caso de la población infantil afectada por Trastornos de Conducta
Alimentaria, cabe suponer unos resultados similares al transferir el modelo de
actuación basado en los buenos tratos y el desarrollo de la resiliencia.
Desde un estilo de trabajo de los profesionales atento al desarrollo
del área personal y social de la persona, podemos ofrecer medios para hacer
frente a la contrariedad, y continuar con éxito su desarrollo. Con ello es de
21
22. M ª Carmen Lamata Molina UCM
esperar que el niño se desarrolle suficientemente bien y sano con capacidad
para proyectarse en el futuro como alguien no culpable, digno y valioso.
La Resiliencia estimula la capacidad innata de respuesta y adaptación
ante los diferentes problemas, reduce los factores de riesgo y conduce al
crecimiento de la persona a partir de las crisis. Para construirla en niños y
adolescentes hospitalizados hemos de generar experiencias reparadoras que
compensen el daño sufrido, amortigüen los efectos de la enfermedad y
ofrezcan una nueva visión de sí mismos más positiva. La resiliencia es una
alternativa de trabajo donde se reconoce el valor de su esfuerzo, y se parte de
la dificultad como reto para experimentar el orgullo de ser capaces de
sobreponerse.
Desde este marco se recupera a la persona como principal sujeto de
la observación, intervención y estudio, produciendo un avance considerable al
desterrar el discurso social heredero del enfoque de riesgo que se limitaba al
estudio de la patología de los sujetos y sus secuelas, para centrarse en la
comprensión de la persona que padece la enfermedad y en la detección y
estímulo de las fortalezas y recursos que presenta frente a ella. El enfoque de
la resiliencia deshecha todo tipo de creencias deterministas, que consideraban
inevitablemente la previsión de una psicopatología adulta tras la enfermedad
psíquica en la infancia (Garmezy 1994, B. Golse 1996), frente a estas posturas
pesimistas donde se asumen como insalvables determinados efectos
traumáticos en el funcionamiento diario, asociados a condiciones sociales
desfavorecidas, relaciones interpersonales disfuncionales y arreglos
institucionales perjudiciales (Rutter,1990).
Este trabajo de investigación defiende la eficacia de intervenciones
basadas en la resiliencia, los beneficios del optimismo y las creencias
posibilitadoras para dar sentido al sufrimiento, aportar mayor esperanza y
negar a toda experiencia vital la capacidad de producir carencias insalvables.
Como profesional de la ayuda, creo imprescindible defender que siempre es
posible la mejora, actuando desde la confianza en la capacidad de adaptación
y superación del ser humano y trabajando para brindar el apoyo necesario que
requiere la persona para restablecerse y alcanzar mayor salud, bienestar y
felicidad, al margen de la complejidad de la situación que se plantee.
Parafraseando a expertos en el desarrollo de la resiliencia podemos
afirmar que la Resiliencia es un fenómeno que manifiesta el ser humano al ser
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23. M ª Carmen Lamata Molina UCM
capaz de evolucionar favorablemente a pesar de estar expuesto a condiciones
ambientales de alto riesgo, gracias a lo cual la persona resiste el estrés que
genera la adversidad y encuentra los recursos suficientes para adaptarse a la
situación, transformarla y continuar su proceso de desarrollo. (Cfr. Rutter
1990, Kreisler 1996).La resiliencia es una llamada a centrarse en cada
individuo como alguien único, capaz de aprender a actuar ante la dificultad y
salir fortalecido tras ella(Cfr. E. Grotberg, A. Kotliarenco 1998).
Su potenciación radica en la forma de afrontar los cambios que se
producen en la vida de la persona y el tipo de decisiones y actuaciones que se
realizan como respuesta a los mismos. En las intervenciones psicosociales y
educativas, requiere un cambio de paradigma donde en la atención de los
programas, los riesgos se sustituyan por los recursos, el estudio de la patología
por las competencias que mitigan sus limitaciones, y la percepción de
incidentes críticos o experiencias traumáticas por la de oportunidades de
superación y crecimiento (Cfr. Lamas H, 2006).
Los profesionales de ayuda, no podemos renunciar a la construcción
de la resiliencia como parte de las intervenciones dirigidas al cuidado y la
atención de la población infanto-juvenil. Desde una concepción integral de los
tratamientos, hemos de sentar las bases en estas etapas para construir la
resiliencia, y generar factores de protección que garanticen una futura calidad
de vida y conduzcan al auténtico bienestar de la persona. Más aún, ante
situaciones de especial riesgo como la enfermedad, debemos optar por
modelos que crean en la salud como desarrollo del potencial humano y
presenten la resiliencia como fenómeno natural que se producirá al prestar los
apoyos y ayudas necesarias a la persona.
2.3 Objetivos específicos del trabajo
En el campo de la educación y de la salud se han realizado diversas
experiencias que desarrollaban la resiliencia como medio de capacitar a
poblaciones en riesgo para superar situaciones adversas y obtener un
aprendizaje de las mismas en propio beneficio (Barundy.J Dantagnan M
(2007);Barundy.J Marquebreuq (2006); Garrido. M (2005); Gardiner Meg
(1994), Henderson Grotberg (2006); Henderson Milkstein (2003); Martínez
Torralba (2006); Rutter (1984, 1990, 1993); Suárez Ojeda, (2002);Vanistendael
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24. M ª Carmen Lamata Molina UCM
(1994, 2000);Werner (1994); Woolin (1995); Zukerfeld (2002)). Las
investigaciones realizadas sobre los efectos de dicha capacidad humana, han
demostrado que gracias a la identificación y promoción de factores de
resiliencia las personas bajo estudio lograron afrontar el alto nivel de estrés
al que estaban sometidos, superar la situación y alcanzar un nivel mayor de
bienestar y salud.
La revisión bibliográfica de estos estudios permite comprobar como se
demuestran los beneficios de desarrollar la resiliencia como factor de
protección frente al impacto de condiciones adversas asociadas a pobreza,
marginalidad, maltrato, desintegración social, emigración, desarraigo,
discapacidades físicas, situaciones traumáticas por guerras, desastres
naturales y víctimas de atentados. Frente a todas ellas se investigaron rasgos
personales y factores ambientales que permitían a las personas no
desalentarse ante las dificultades, recuperarse de los efectos propios de las
mismas y sobreponerse con éxito de dicha situación.
En el marco de la salud y el estudio de los tratamientos ya existen
estudios que demuestran los beneficios del desarrollo de la resiliencia. En
concreto en lo referido a la atención de trastornos de comportamiento
infanto–juvenil, Moyano Walker, 2004 analizó los efectos de integrar la
resiliencia en la intervención de menores con déficit de atención e
hiperactividad encontrando resultados muy favorables a su aplicación y
revindicando la relevancia de la resiliencia como capacidad protectora
También Bruder.M (2004) observó los efectos de estimular resortes de
resiliencia en niños y adolescentes que estuvieron expuestos a situaciones
traumáticas, diseñó tratamientos que estimulaban la resiliencia y comprobó
en la evolución de casos clínicos cómo éstas favorecían un crecimiento más
saludable. En concordancia con estas iniciativas, se presenta este trabajo de
investigación para avanzar sobre su aplicabilidad en esta ocasión en los
programas de tratamiento de niños y adolescentes con trastornos de
conducta alimentaria.
La resiliencia abre un abanico de posibilidades, en tanto enfatiza
las fortalezas y aspectos positivos, presentes en los seres humanos. Más que
centrarse en los circuitos que mantienen las condiciones de alto riesgo para
la salud física y mental de las personas, se preocupa de observar aquellas
condiciones que posibilitan un desarrollo más sano y positivo
(Kotliarenco Ph. D, Estado de Arte en la resiliencia, 1997)
24
25. M ª Carmen Lamata Molina UCM
Desde la psicopedagogía y la psicología del desarrollo se presentan
nuevas herramientas para trabajar la capacidad de la resiliencia enfocadas a
recuperar el ajuste y la adaptación personal en niños o adolescentes que se
enfrentan a una enfermedad de alto riesgo.
Los sujetos principales de observación, investigación y tratamiento
son niños y adolescentes entre 11 y 17 años. Están ingresados por trastornos
de conducta alimentaria y siguen un tratamiento intensivo en el hospital. La
gravedad de la sintomatología interfiere en la mayoría de sus áreas de
desarrollo y suelen manifestar resistencia a los tratamientos, no
percibiéndolos como medidas de ayuda. En esta investigación se parte de una
comprensión profunda de los casos, no como objetivo primordial sino para
planificar objetivos de trabajo útiles y viables, que respondan a sus
necesidades y generen competencias específicas para construir en ellos la
resiliencia.
La resiliencia puede ayudar a plantear la superación de la enfermedad
como un reto de crecimiento y un acicate desde el que construir unas bases
firmes del funcionamiento adulto. Es importante comprender que la
resiliencia no es una capacidad fija ni se encuentra limitada a la respuesta a
una situación de crisis concreta. Su desarrollo se realiza a lo largo de todas y
cada una de las etapas de la vida, como proceso dinámico y constante, por ello
al margen de los factores de riesgo que estén presentes y las condiciones en
que se encuentre la persona, siempre será posible iniciar acciones para
estimularla. De la lectura de investigaciones precedentes se abstrajeron
cuatro principios rectores a respetar en la intervención. Su seguimiento como
claves de acción, permite el diseño de intervenciones en coherencia con el
marco de la resiliencia.
1. PersonalismoAtención individualizada a cada sujeto como caso único, sin despersonalizar ni recurrir
a etiquetas. Los intereses del individuo deben prevalecer sobre los de la ciencia y sociedad
(Declaración de Helsinki 1964, 1989), el centro de la intervención es la persona no la atención de su
patología.
2. Enfoque Sistémico Tratamiento del problema como Situación que emerge de un complejo
relacional. La intervención ha de abarcar los procesos de interacción que subyacen a cada trastorno.
Ha de considerarse la implicación del entorno al formular los objetivos de tratamiento. “No se es
resiliente uno sin estar en relación” (Cyrulnik B. 2002).
25
26. M ª Carmen Lamata Molina UCM
3. Enfoque Educativo de Desarrollo Las acciones se dirigen al crecimiento del sujetoa partir de la
experiencia. Ante cada circunstancia se busca el aprendizaje, la adquisición de competencias, la
compensación de limitaciones y carencias gracias al refuerzo de fortalezas internas y la generación
de nuevos recursos. No se admiten determinismos, diagnósticos cerrados o estables, o traumas
insalvables, la evolución de la persona es un proceso dinámico y continuo donde la capacidad de
adaptación siempre está presente y es efectiva si se dan las condiciones necesarias.
4. Maridaje proactivo entre Realismo y Optimismo. En la intervención se parte la situación actual. Los
objetivos de tratamiento han de ser conscientes de los factores de riesgo y las vulnerabilidades de
partida tratando de respetar el orden lógico de prioridades que permita garantizar la seguridad de la
persona y la atención de sus necesidades básicas. Pero el énfasis de la intervención se encamina
hacia al refuerzo de factores protectores y la identificación y potenciación de los recursos de la
persona y su ambiente. No busca la invulnerabilidad de la persona sino el desarrollo de
competencias fundamentales que le permitirán sobreponerse a las dificultades. Ante la enfermedad
trabajará en el mundo de lo posible, proyectando la situación deseada y manteniendo expectativas
de éxito. La resiliencia no debe ser entendida como la animada negación de las difíciles experiencias
de la vida, dolores y cicatrices: es más bien, la habilidad para seguir adelante a pesar de ello.(Cfr
Rutter 1984; Wolin & Wolin,1993).
Los casos estudiados en la investigación son seleccionados por
encontrase ante una situación de riesgo provocada por un conjunto de
factores cuya unión generaba fuerte impacto sobre el desarrollo de los
mismos y además corresponden a menores de edad, en su mayoría mujeres
adolescentes con psicopatología alimentaría.
En primer lugar han de superar los retos y obstáculos propios de la
etapa de desarrollo que se encuentran, además se enfrentan al malestar
asociado a la enfermedad; la ruptura con su ambiente natural por la
hospitalización; el estrés derivado del seguimiento de programas de
tratamiento a largo plazo; y la presión y conflictos que se viven en el ambiente
familiar por el impacto de la enfermedad en la dinámica relacional.
La necesidad de intervención es evidente.
Los profesionales deben velar por ayudar a niños y adolescentes a
avanzar en un desarrollo sano y satisfactorio atendiendo no sólo a las
dimensiones físicas de la persona sino también socioafectivos y mentales. En
este sentido es necesario intervenir sobre los tra para evitar que la experiencia
se torne traumática, en muchos de los casos se observó como los sujetos
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27. M ª Carmen Lamata Molina UCM
perciben que no pueden enfrentar sus problemas, tienen una baja autoestima,
no se sienten competentes y se ven desbordados por los efectos de su
comportamiento sobre su propia vida. Además los patrones de conducta que
mantienen son altamente disfuncionales y ponen en riesgo su salud física y
mental. Todo ello representa una amenaza para su salud ante la que los
profesionales de ayuda tenemos la obligación de generar factores de
protección que mitiguen los efectos señalados, y ayuden a estimular las
características personales, familiares y el apoyo social para adaptarse a la
situación y sobreponerse con éxito.
A partir de aquí, se investiga la presencia de indicadores de resiliencia
y factores que permiten adaptarse, encontrar sentido y realizar un aprendizaje
de la experiencia vivida. La observación y recogida de datos quiere ayudar a
comprender y explicar cómo se gesta y potencia el fenómeno de la resiliencia
humana en poblaciones en riesgo. Se estudia si se constatan beneficios
específicos en el nivel de bienestar, salud y satisfacción de niños y
adolescente, al orientar a familiares y los profesionales de salud para
apoyarles en la construcción de la resiliencia. En concreto, tras las acciones del
presente estudio, se analizó el grado de consecución de los siguientes
objetivos específicos (Tabla 1) y qué condiciones de aplicación se requieren
para su logro.
1. Desarrollar la capacidad de resiliencia de los sujetos bajo análisis, influyendo
positivamente sobre su salud, ajuste psicológico, adaptación social y satisfacción vital.
2. Elevar Expectativas de evolución positiva y de crecimiento en el sujeto, la familia y
Los profesionales de salud.
3. Mejorar la calidad de los Vínculos Interpersonales a través del desarrollo de
Competenciaspersonales y sociales.
4. Aumentar la Percepción de Apoyo que el sujeto y la familia mantienen hacia la institución
médica, la gestión y política de sus acciones y las estrategias aplicadas.
5. Implicar a la persona afectada para que adopte una Actitud Proactiva, Consciente y
Responsable en todas las fases del proceso psicoeducativo: recuperación y fortalecimiento.
6. Integrar la construcción de la Resiliencia entre los objetivos de tratamiento. Trabajar la
27
28. M ª Carmen Lamata Molina UCM
experiencia de enfermedad como un desafío del proceso de crecimiento.
Desde esos objetivos se diseñan, desarrollan y evalúan las acciones de
investigación en la acción. Se busca el que sean beneficiosas para la
promoción de salud y la generación de auténtico desarrollo en el tratamiento
de los casos bajo estudio.
Con la detección y el estímulo de la resiliencia en los sujetos, en los
profesionales, las familias y en el ambiente se favorece el bienestar de la
persona. De esta manera se avanza en el conocimiento existente sobre el
concepto de resiliencia y su grado de influencia sobre la salud y el desarrollo
de las personas en circunstancias de riesgo.
La Resiliencia introduce, en palabras de Werner y Smith (1992), el
"lente correctivo" que permite una concepción más promisoria del destino de
los niños atrapados en la adversidad, responde al deseo de inyectar alguna
esperanza y optimismo dentro de la desalentadora historia de estrés y
adversidad (Cfr. Rutter 1993).
“Los niños son inherentemente
vulnerables, sin embargo, a la vez
son fuertes en su determinación a
sobrevivir y crecer”.
Radke—Yarrow y Sherman (1990)
3. Resiliencia y aplicación en la superación de TCA
3.1 El concepto de Resiliencia
28
29. M ª Carmen Lamata Molina UCM
El paradigma de la resiliencia constituye una perspectiva emergente
que está suscitando gran interés en diferentes campos de las ciencias sociales
y el saber humano. Desde la psiquiatría, psicología, sociología, educación,
gerontología y filosofía social surgen nuevos estudios e investigaciones en
relación a la capacidad de las personas para sobreponerse a condiciones
extremas o de crisis; El interés de estas teorías se centra en definir los factores
y rasgos que permiten a niños, adolescentes y adultos en circunstancias de
alto riesgo superar la adversidad y fortalecerse al ejercitar para ello nuevas
competencias que permiten preservar su integridad en circunstancias difíciles.
En el campo de la promoción de salud y la orientación para el desarrollo de la
persona estos planteamientos desplazan el foco de atención de un modelo
médico, centrado en la patología y el enfoque del riesgo, hacia un nuevo
modelo proactivo basado en el bienestar, la psicología positiva y los factores
de protección que caracterizan a las personas capaces de llevar una vida feliz,
satisfactoria y exitosa. Actualmente la psicopatología del desarrollo, se
orienta hacia nuevas perspectivas de trabajo. Surgen numerosos estudios para
avanzar en la comprensión del fenómeno de la resiliencia, las aptitudes para
resistir la dificultad y las habilidades necesarias para crecer y madurar a partir
de las crisis. Desde el concepto de la resiliencia quiere darse una respuesta de
esta dinámica de acción que caracteriza los procesos de adaptación exitosos.
El auge de los estudios e investigaciones en torno al concepto de la resiliencia
en la literatura científica es reciente, pero la realidad sobre la que giran todos
ellos es tan antigua como el hombre. La capacidad de resiliencia está ligada a
la propia historia de adaptación del ser humano donde el cambio para la
supervivencia y evolución ha sido inevitable.
El concepto de Resiliencia como tal, fue introducido en el ámbito
psicológico en la década de los 70 por el paido-psiquiatra Michel Rutter. La
intención era advertir a los investigadores de los peligros de centrarse en la
identificación de los factores de riesgo, la medida del daño y el nivel de
vulnerabilidad de los individuos. Frente a ello, inspirado en un término de la
física que se aplica en metalurgia y designa la capacidad de los metales de
resistir un violento impacto y recuperar su estructura, propone incorporarlo al
campo de las ciencias sociales para referirse a la capacidad de sobreponerse a
la adversidad. En medicina el concepto ya había sido empleado dentro del
ámbito de la osteología, expresando la capacidad de los huesos de crecer en el
sentido correcto después de una fractura (Suárez y Ojeda, 1993; en Bertrán,
29
30. M ª Carmen Lamata Molina UCM
Noemí, Romero, 1998) pero tras la iniciativa de Rutter. M (1969, 1993) tuvo
más acogida en los estudios e investigaciones posteriores la acepción
mencionada. Progresivamente se comenzó a incorporar el término en varios
campos de estudio, destacando su uso en relación a las de las situaciones de
riesgo, la resistencia al estrés o coping y en lo concerniente al estudio de los
traumas. Suárez Ojeda (2005)Director del Centro Internacional de
Investigación y Estudio de la Resiliencia. (CIER), considera como la definición
más aceptada de resiliencia la siguiente “La Resiliencia es la condición
humana que permite sobreponerse a las adversidades, construir sobre ellas y
proyectarse en el futuro”. Pero tras la revisión de la literatura científica en este
campo el término parece no agotarse
Las distintas aproximaciones teóricas hacen necesario realizar una
aclaración conceptual y asumir una posición teórica única para poder
profundizar en la comprensión del fenómeno resiliente. En base a la revisión
de las definiciones más representativas y comprometiendo las claves que
comparten la corriente norteamericana, europea y la latinoameriana,
representadas respectivamente porE.Grotberg; B. Cyrulnik, S. Vanistendael;
M.A. Kotliarenco y Suárez Ojeda, se parte en este trabajo de considerar que la
RESILIENCIA:
Es un fenómeno multifacético
Implica la dinámica de recursos personales y sociales, del individuo, su red de apoyo y
la comunidad a la que pertenece
Representa un concepto de acción. No es una característica estática ni un estado al que
se llega en un momento dado
Abarca los conocimientos, habilidades, afectos, destrezas e insight de la persona que se
articulan para dar respuesta a una determinada situación amenazante
Designa tanto la capacidad, como el proceso y el resultado de una adaptación exitosa
Es susceptible de ser desarrollada en todo ser humano y a lo largo de las diferentes
etapas del desarrollo
Su estímulo y potenciación eleva las posibilidades de producir respuestas asertivas y
satisfactorias que ante la adversidad que generan el aprendizaje de la persona y
favorecen su fortalecimiento.
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31. M ª Carmen Lamata Molina UCM
La resiliencia tiene un gran valor como principio, como estrategia y
como respuesta de cara a enriquecer y completar las intervenciones médicas,
sociales, psicológicas, sociológicas y educativas.
3.2 Consecuencias bio-psico-sociales del TCA en la infancia.
El DSM –IV (Rodríguez Sacristán, 1998) plantea como trastornos
específicos de la conducta alimentaria la anorexia nerviosa, la bulimia
nerviosa, la pica, el trastorno de rumiación y el trastorno de ingestión
alimentaria. Junto a estas categorías diagnósticas muchos autores incluyen
como Trastornos del Comportamiento Alimentario (TCA) la obesidad y la
sobreingesta o ingesta compulsiva.
Como cuadros clínicos de referencia, los criterios diagnósticos de la
anorexia y bulimia nerviosas, corresponden a enfermedades que suelen
abordarse unidas, e incluso son descritas por algunos autores dentro de un
mismo padecimiento a tratar “actitud anorexica” (Duker.M y Slade. R, 1992).
Tras ellos recojo una síntesis de las consecuencias de estas enfermedades, en
base a la bibliografía especializada (Chinchilla. A 1994, Duker.M y Slade. R,
1992, Gómez.Mª 2007, Gual. P 2000).
La anorexia nerviosa es sin duda el trastorno del comportamiento
alimentario más representativo, siendo el diagnóstico más frecuente dentro
de los casos en tratamiento. Se manifiesta principalmente por un estado
biológico de malnutrición debido a una pérdida de peso, produciéndose
alteraciones en los hábitos alimentarios por temor a engordar, negativa al
aumento de peso y una distorsión de la imagen corporal, o excesiva
implicación de la misma sobre la autoimagen. Estos cambios se acompañan de
otras complicaciones orgánicas y alteraciones psicológicas como tristeza,
ansiedad, irritabilidad, etc...El hecho más definitorio del trastorno anoréxico
es la permanente interacción y manifestación conjunta de alteraciones
somáticas y psicológicas. Siendo, como afirma Toro. J (1994) El trastorno
psicosomático por excelencia.
El inicio del trastorno suele producirse entre los 14 y 18 años de edad,
aunque la franja cronológica de riesgo se sitúa entre los 10 y los 24 años. Se da
preferentemente en mujeres.
Los criterios diagnósticos del DSM IV (1994) se reflejan en las
siguientes tablas. Anorexia Nerviosa: Tabla 2, Bulimia Nerviosa: Tabla 3.
31
32. M ª Carmen Lamata Molina UCM
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS ANOREXIA
NERVIOSA
A Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor
mínimo normal considerando la edad y la talla (peso inferior al 85% del
esperado, no ganancia del peso esperado en prepúberes).
B Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso.
C Alteración de la percepción del peso o la silueta corporales,
exageración de su importancia en la autoevaluación o negación del
peligro que comporta el bajo peso corporal.
D En mujeres pospuberales, presencia de amenorrea (ausencia de al
menos tres ciclos consecutivos).
Se distinguen dos tipos:
Tipo restrictivo: durante el episodio no recurren regularmente a
"atracones" (apetito irrefrenable) o purgas (vómitos inducidos o abuso
de laxantes, diuréticos o enemas).
Tipo compulsivo / purgativo: durante el episodio recurren
regularmente a atracones o purgas.
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