1. Apuntes sobre calidad educativa
Entrevista con Jorge Enrique Vargas, especialista.
Por: Marcela Manrique
Poner de acuerdo a un país entero sobre el concepto de calidad en la
educación es asunto poco fácil. Autoridades, políticos, analistas, gurús,
instituciones educativas, docentes, organizaciones no gubernamentales,
sindicatos, federaciones, etcétera, todos tienen su punto de vista. En Colombia
el análisis del tema es tan frecuente, y aparentemente tan profundo, que
incluso se ha llegado a discutir si se trata de calidad ‘en’ o ‘de’ la ‘educación’ o
del ‘sistema educativo’.
Entre tales minucias semánticas, desarrolladas en diálogos que cada día tienen
menos sordos entre sus interlocutores, mucho se ha esbozado sobre un
concepto nacional de la calidad educativa y poco se ha concretado. Por eso, El
Educador entrevistó a Jorge Enrique Vargas, analista del tema, para presentar
a nuestros lectores varios puntos de partida en el foro de la calidad. Vargas es
B.A. en Sociología, M.Sc. en Economía y Ph.D. Postulant en Ciencias Sociales.
Actualmente se desempeña como consultor de diversos gobiernos y entidades
de desarrollo multilateral, y como catedrático universitario y conferencista.
El Educador (EE): ¿Cómo se entiende
la calidad educativa?
Jorge Enrique Vargas (JEV): Hay
diversas posturas. Para unos se trata
de leer y escribir bien y dominar un
cálculo elemental; otros piensan que
gira en torno a las normas de
convivencia –que muchas veces son de
obediencia y sometimiento–; hay quien
cree que debe incluir valores cívicos y
conceptos básicos de la nacionalidad.
Una muy clara es la de la escuela
como filtro, que sirve para escoger los
‘buenos’. Entonces, a todos los
estudiantes se les dan unas nociones
básicas; de 100 se mira quiénes son
los cinco buenos, para volverlos
científicos; los siguientes diez que no
son tan buenos se educan para
gerentes y los 85 restantes, que supuestamente son los regulares o malos,
terminan de esclavos de los demás.
2. EE: Poco alentador ese panorama. ¿Cree usted que es el colombiano?
JEV: Sí, acá la escuela es un filtro; además hay la visión de que no se debe
hacer mucho en educación porque a la mayoría de colombianos lo que les toca
es trabajar y los altos niveles de aprendizaje son para muy pocos.
EE: Entonces, ¿cómo solucionar esa situación?
JEV: El punto de partida es tener un acuerdo sobre qué es calidad, porque
existen definiciones académicas, muchas, pero lo que importa es una política
de calidad, saber qué queremos de la educación, ponernos de acuerdo en qué
es lo mejor de nuestra sociedad para transmitírselo a las nuevas generaciones,
lo que les vamos a heredar. En Colombia alguna vez decidimos, o alguien o
algunos decidieron, que la herencia se limita a unos rudimentos porque
filtramos a los buenos de los malos y damos una escasa educación a la masa.
La calidad es un concepto político, donde la sociedad dice qué quiere de su
gente. Si queremos que la gente sea mansa, trabajadora y bruta, entonces nos
fregamos, y esto es lo que sucede porque aceptamos que haya colegios de
élite y que los demás sean basura. No habrá una buena propuesta educativa
mientras no haya un acuerdo sobre la calidad.
EE: Eso que acaba de decir despierta la duda sobre qué es realmente la
educación…
JEV: La educación es el proceso por el cual los adultos le transfieren a los
niños tres cosas: su modo de convivir, su forma de satisfacer necesidades
transformando la naturaleza y su capacidad simbólica. En la convivencia
cuentan los derechos humanos, la resolución no violenta de conflictos y la
solidaridad. Capacidad simbólica es comprender y razonar frente a un mundo
no siempre presente o sensorial. Ahí cuenta la posibilidad recibir información
(leer), procesarla (hacer cálculos) y comunicarla (escribir).
La escuela, entonces, debe lograr que la gente aprenda al máximo cómo
convivir, cómo transformar y cómo comunicar. Por eso, si no hay una visión de
sociedad, no tenemos el referente de calidad. Cito un ejemplo: en Costa Rica
intenté explicar el conflicto armado de Colombia y la gente no me entendía
porque no tienen en la cabeza la idea de un ejército, de personas organizadas
con armas. Creo que si en Colombia pudiéramos educar una generación así,
sin ese concepto que no tienen los costarricenses, en diez años no habría
conflicto, se acabaría, simplemente porque la gente no lo tendría en la cabeza.
EE: ¿Qué de positivo podríamos hacer al respecto?
JEV: Aunque no tenemos el acuerdo sobre la calidad educativa podemos
avanzar algo en lo que impacta a los tres procesos que acabo de mencionar.
En el sistema educativo, habría que tener uno solo, único, y que funcionara
igualmente para todos, proponernos que todos nuestros estudiantes estén en el
mismo nivel, porque cuando se dice cuánta educación va a tener alguien
3. también se determina cuán humano va a ser. Eso es un acto de poder y tiene
que haber un acuerdo para darles a todos la misma oportunidad.
EE: ¿A qué se refiere con un sistema único?
JEV: A que las reglas de juego sean las mismas para todas las personas. Que
independientemente de que un niño vaya a ingresar a una institución educativa
pública o privada, los requisitos sean iguales; y que se busque que todos sean
tratados de la misma manera, que todos tengan las mismas garantías porque,
por ejemplo, el rendimiento de un niño que sale del colegio y llega a ayudarle al
papá en el taller de mecánica es muy distinto del rendimiento del niño que llega
a la casa y no tiene que trabajar.
Un sistema único tiene consecuencias muy claras porque si todos cumplen los
mismos requisitos de ingreso y tienen las mismas garantías, pues en los
colegios va a haber estudiantes de todos los estratos. El pobre y el de clase
media estudiarán con el hijo del presidente de una multinacional y habrá
movilidad social, reglas de juego claras y, sobre todo, educación.
EE: En el aspecto social también cuentan las relaciones con la comunidad.
¿Cómo se logra insertar al muchacho bachiller en la sociedad productiva?
JEV: En países desarrollados, como los nórdicos, el sistema educativo genera
mecanismos de inserción: los jóvenes de últimos grados escolares trabajan en
programas comunitarios. Allí conocen a los líderes de las comunidades, a los
empresarios, y la comunidad conoce a los muchachos por su nombre y sus
habilidades. Luego, al terminar el colegio, ellos entran muy fácilmente al mundo
local, a su comunidad productiva.
EE: Acá hay algo parecido con los programas de alfabetización y salud en
comunidades, que son exigidos para el grado de bachiller, pero que se
desarrollan en comunidades pobres y los jóvenes se quejan de que no hay
empleo para ellos…
JEV: Eso no funciona como mecanismo de inserción porque estamos en una
sociedad muy individualista, que ahora le dio por pensar en desarrollar
fundamentalmente ‘competencias laborales’, cuando la escuela no es el lugar
para preparar trabajadores.
EE: En nuestro sistema, con las transferencias económicas que hace el Estado
a los municipios se paga la educación. ¿Esto sería un primer paso para tener
un sistema único y eficiente?
JEV: No, por el contrario. Cometimos un error cuando le encargamos la
responsabilidad de la educación a la burocracia y se la quitamos a las
comunidades locales, porque entonces nadie tiene la responsabilidad de
educar. Si a un rector se le pregunta por algo, tiene la respuesta ‘es que en tal
entidad no han hecho algo’; luego se le pregunta a la entidad y esta responde
que otra, de mayor alcance, no ha hecho otro algo, y así se van pasando la
responsabilidad de colegio a secretaría de educación del municipio, luego a la
4. de la gobernación y después al Ministerio, que dice que su obligación es trazar
políticas y lograr cobertura. Conclusión: nadie responde.
La educación debe ser encargada a la esfera local, a los municipios; ahí las
comunidades serían las encargadas de educar a sus hijos.
EE: ¿Cómo garantizar la calidad educativa?
JEV: Primero, con un proyecto de sociedad y de formación de personas para
esa sociedad. Empobrecimos el proyecto al llamarlo PEI, porque debe ser un
modelo de sociedad y no solamente de gestión o administración al interior de
una escuela. Por ejemplo, los colegios católicos tienen muy claro el tipo de
sociedad que buscan.
En la escuela, habría que garantizar el respeto por los derechos humanos,
comenzando por instalaciones adecuadas, recreos dignos y libertad de opinión.
El rector debe ser un líder que promueva esa visión de sociedad y para eso
debe permanecer un tiempo en el cargo. Los maestros, con tres características:
que sepan de su materia, capacitados por el colegio en su visión de sociedad y
amigos de los muchachos.
Además, varios puntos más: un método de enseñanza no vertical, eficiencia
administrativa, y ganas de hacer las cosas antes que de cumplir normas.
EE: Se entiende, entonces, que el factor humano es clave, ¿pero cómo
motivarlo? ¿De dónde le salen las ganas?
JEV: Primero, de un compromiso local con la educación; que en ella participen
desde el alcalde del municipio hasta el ciudadano común. Segundo, que haya
recursos para eso y, tercero, que se rindan cuentas del uso de los recursos.
EE: Nuestro Estado dicta normas y ejecuta la educación porque tiene colegios
donde provee el servicio. Así, al momento de medir la calidad, de exigir
resultados, es arte y parte, por lo cual tendría impedimentos para ser objetivo
en las evaluaciones…
JEV: Un sistema de evaluación es independiente por la idoneidad de la gente
encargada, porque los análisis sean sometidos a la crítica de la comunidad
académica y porque haya una entidad con autonomía para evaluar. Se podría
también medir la calidad mediante participación en pruebas internacionales.
De otro lado, la educación se da en el ámbito local, pero la evaluación es del
ámbito nacional. Entonces hay una separación; el gobierno central no controla
los procesos, sino sólo los resultados. Por eso hay que separar muy
claramente su función en regulación y ejecución.
También habría que someter las políticas a una comisión nacional de
educación, conformada por diversa gente que se tome su rol en serio, a la que
se pueda consultar en profundidad y responda con estudios y análisis
fundamentados.
5. EE: Finalmente, ¿cuál sería su moraleja después de estas reflexiones?
JEV: En los últimos años ha habido un montón de cambios en la educación
colombiana: la inversión es casi el doble desde 1991, se la han quitado ciertas
responsabilidades de ejecución a la Nación, hay computadores en las
escuelas, PEI y nueva estructura curricular, estándares y pruebas, pero todo
eso no se ha visto reflejado en que mejore la calidad. Entonces no estamos
haciendo lo que hay que hacer. Habría que unificar el sistema, establecer
mecanismos de responsabilidad, incentivos y sanciones; y generar nuevas
dinámicas en las instituciones educativas.
Suele decirse que quizás la próxima generación lo haga mejor, pero nosotros
decidimos cuáles serán sus capacidades y no se las estamos dando. El
sistema educativo crea un país y, con o sin reelección o sin túnel de La Línea,
si seguimos así el país del 2020 será peor.
La solución está en voluntad política, sin temor a la inversión que se deba
hacer y mirando países como Corea, por ejemplo, que hizo un enorme esfuerzo
económico en educación que le generó un déficit fiscal, pero lo pagó en un año
con la productividad que le dio la nueva generación educada. Hoy tiene una
gran clase media, un crecimiento de 8% anual y es uno de los países menos
endeudados del mundo.
6. EE: Finalmente, ¿cuál sería su moraleja después de estas reflexiones?
JEV: En los últimos años ha habido un montón de cambios en la educación
colombiana: la inversión es casi el doble desde 1991, se la han quitado ciertas
responsabilidades de ejecución a la Nación, hay computadores en las
escuelas, PEI y nueva estructura curricular, estándares y pruebas, pero todo
eso no se ha visto reflejado en que mejore la calidad. Entonces no estamos
haciendo lo que hay que hacer. Habría que unificar el sistema, establecer
mecanismos de responsabilidad, incentivos y sanciones; y generar nuevas
dinámicas en las instituciones educativas.
Suele decirse que quizás la próxima generación lo haga mejor, pero nosotros
decidimos cuáles serán sus capacidades y no se las estamos dando. El
sistema educativo crea un país y, con o sin reelección o sin túnel de La Línea,
si seguimos así el país del 2020 será peor.
La solución está en voluntad política, sin temor a la inversión que se deba
hacer y mirando países como Corea, por ejemplo, que hizo un enorme esfuerzo
económico en educación que le generó un déficit fiscal, pero lo pagó en un año
con la productividad que le dio la nueva generación educada. Hoy tiene una
gran clase media, un crecimiento de 8% anual y es uno de los países menos
endeudados del mundo.