Enrique Grau fue un pintor colombiano reconocido por sus retratos de rostros amerindios y afrocolombianos. Estudió en Nueva York y Florencia y obtuvo reconocimiento temprano en Colombia. Su obra se caracteriza por figuras humanas de contextura robusta y una amplia gama de colores. La pintura "La gran bañista" de 1962 marcó una preferencia por figuras femeninas voluminosas y estableció su sello personal como artista.
2. Indiscutiblemente, Enrique Grau, junto con
Fernando Botero, Edgar Negret, Darío
Morales, Alejandro Obregón y David Manzur,
hace parte de esa pléyade de artistas que
han engrandecido la plástica nacional.
La obra de Grau tiene un sello personal e
inconfundible, lo que le permite el
reconocimiento que ha merecido.
3. Pintor colombiqno
nacido en Ciudad de
Panamá (1920) y
fallecido en Bogotá en
2004. ganador del
Salón Nacional de
Artistas de Colombia.
Son famosos sus
retratos de rostros
amerindios y
afrocolombianos.
4. El maestro Grau realizó sus estudios en el Art
Students League de Nueva York y en la Escuela
de Bellas Artes de Florencia, entre 1940 y 1943.
Por injerencia del artista Ricardo Gómez
Campuzano, el joven Grau obtuvo su
reconocimiento en el primer Salón de Artistas
Colombianos, en la que obtuvo su Mención de
Honor.
En su obra , llena de una gama muy amplia de
colores, predomina la figura humana, y, en torno
a ella, todos los objetos que hacen parte de su
convivencia. Su obra es un retrato de la época
en la que ha vivido.
5.
6. Los críticos de la obra de Enrique
Grau establecen tres etapas, las
cuales comprenden un periodo
de formación, otro de búsqueda
y experimentación, y una final o
de madurez. A esta época
pertenece su obra “La gran
bañista”
7. “La mirada penetrante de La gran
bañista invita al espectador a
sumergirse en la obra. La figura central,
erguida en medio del cuadro, luce un
vestido de baño a rayas negras y grises
y un sombrero adornado con una cinta
rosada. La mano izquierda, levantada a
la altura del mentón, acentúa el gesto
distraído y ensimismado de la mujer.
Esta obra se expuso por primera vez en
1962, en el Salón Nacional de Artistas,
y marcó en la obra del pintor
cartagenero Enrique Grau una
preferencia por las figuras femeninas
rollizas que continuaría a lo largo de la
década del sesenta” (Ver C. Jaramillo,
En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/textos -
sobre-la-coleccion-de-arte-del-banco-de-la-
republica/enrique-grau/gran-banista).
8. “El conjunto, en general, emana tranquilidad y nostalgia, y los
contrastes animan y suavizan la composición. Probablemente
sea gracias a este equilibrio que en 1962, año de su creación, la
obra mereciera el segundo premio de pintura en el XIV Salón
Nacional de Artistas, llevado a cabo en el Museo Nacional de
Bogotá.
Para la época, la obra de Grau estaba marcada por un definitivo
retorno a la figuración, luego de un breve paso por el arte
geométrico a finales de la década del cincuenta. A los
experimentos basados en el cubismo que aplanaban la figura,
típicos de comienzos de los sesenta, sucedieron una serie de
figuras rollizas, de gran volumen, donde la expresión pictórica de
lo tridimensional se hizo central para el artista. A esa serie
pertenece esta obra, donde se evidencia el estudio de la
perfección renacentista a través del tema de la bañista,
recurrente en pintores del siglo XIX como Ingres, Bonnard y
Cézanne” (C. Jaramillo. En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/textos-sobre-la-
coleccion-de-arte-del-banco-de-la-republica/enrique-grau/gran-banista).
9. Muchos de sus críticos
coinciden que es a partir
de “La gran bañista”, que
Grau imprime un sello
muy particular a su obra:
mujeres con rasgos
amerindios o
afrocolombianos, de
buena contextura física,
cuyas facciones se
acentúan por el uso del
color.
10.
11. Cuando sus críticos se refieren
a su madurez artística, es
porque Grau fija un rumbo fijo
en su obra y el público en
general lo identificará así,
convirtiéndose éste en su
principal virtud como artista.
Sus figuras siempre han
gozado de una singular mezcla
de inocencia, ternura y
lujuria, tal vez eso ha hecho
parte de ese sello personal e
inconfundible de la obra del
maestro Enrique Grau.
12. Esa madurez es la que engrandece a
los hombres, y, en el caso del
maestro Grau, le permite tener un
nombre propio y un estilo sui generis
dentro de la historia de la plástica
nacional.
En 1998, Grau crea la obra que lo
mostrará como el artista cartagenero
de todos los tiempos: la realización
del plafond de las musas y el telón de
boca del Teatro Heredia, que con la
técnica de luz y sombra, muestra a
Cartagena antigua en una alegría de
colores con el homenaje floral a su
ciudad nativa (Ver: R. Grau. En:
http://www.fundacionenriquegrau.com
/enrique-grau/biografia).