1. ¡Que vivamos con alegría nuestro ser
cristianos, testigos suyos en medio del
mundo!
2. Lectura del Evangelio
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las
puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos,
llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con
ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos
se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz
esté con ustedes!
Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes». Al decirles esto,
sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán
perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que
ustedes se los retengan».
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando
llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les
respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en
el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». Ocho días más
tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos
Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en
medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae
aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En
adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío
y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que
creen sin haber visto!».
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no
se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes
crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su
Nombre.
3. “LAS PUERTAS CERRADAS”
El relato de Juan describe con
rasgos precisos el estado en el
que se encontraban los primeros
cristianos. La luz se apaga y llega
la noche; los discípulos quedan
paralizados por «el miedo a los
judíos»; la comunidad
permanece encogida y
acobardada, con «las puertas
cerradas», sin fuerza para la
misión. Falta vida, vigor,
vitalidad. Todo es miedo,
cobardía, oscuridad.
4. La llave del corazón
Más de una vez, sobre todo cuando
las cosas se tuercen o nos envuelve
la oscuridad, la figura de santo
Tomás se nos hace muy próxima,
casi simpática porque “empatiza”
con lo que nos está aconteciendo.
Tomás no quiere vivir de lo que le
cuentan. Quizá los que le
transmitieron el acontecimiento de
la Resurrección no fueron lo
suficientemente convincentes para
él.
Necesita tener la experiencia del
encuentro con el Resucitado. El
propio Jesús le concederá tocar sus
manos y su costado. Con esa
experiencia, Jesús abrirá con su
Amor la llave del corazón de
Tomás, de nuestro corazón, y nos
transformará.
6. …OS ENVÍO YO A VOSOTROS.
El Evangelio de Juan dice que el primer día de la semana,
estaban los discípulos con las puertas cerradas por miedo
a los judíos. Pero una nueva experiencia con Jesús los
llenó de paz, alegría, esperanza, perdón y ganas de seguir
luchando por su vida. Jesús les ofrece la paz seguida de
un envío: “Así como el Padre me envió, os envío yo a
vosotros”. Les tocaba hacer a sus discípulos.
Pero no nos va a dejar solos, nos enviará su Espíritu, no
sólo para que nos refresque la memoria, sino para que
contemos con su fuerza y podamos dar testimonio ante
los demás, de manera que crean en Jesús y tengan vida
en su nombre. Sabemos que la fe no se impone, se
transmite, se testimonia.
7. …OS ENVÍO YO A VOSOTROS.
El Evangelio de Juan dice que el primer día de la semana,
estaban los discípulos con las puertas cerradas por miedo
a los judíos. Pero una nueva experiencia con Jesús los
llenó de paz, alegría, esperanza, perdón y ganas de seguir
luchando por su vida. Jesús les ofrece la paz seguida de
un envío: “Así como el Padre me envió, os envío yo a
vosotros”. Les tocaba hacer a sus discípulos.
Pero no nos va a dejar solos, nos enviará su Espíritu, no
sólo para que nos refresque la memoria, sino para que
contemos con su fuerza y podamos dar testimonio ante
los demás, de manera que crean en Jesús y tengan vida
en su nombre. Sabemos que la fe no se impone, se
transmite, se testimonia.