Sabemos que las leyendas urbanas son relatos pertenecientes al folclore contemporáneo. En realidad son mitos basados en sucesos que supuestamente habrían ocurrido, pero quien te las cuenta, las ha tomado como verdaderos.
Estas contienen ficciones que dizque ocurrieron o pueden ocurrir en ciudades o pueblos conocidos. Su fantástica trama se narra de un modo que pueda crear la sensación de que realmente sucedió.
En algunos casos se trata de un tipo de creencia popular, muchas veces cargadas de superstición, que, pese a contener elementos inverosímiles o sobrenaturales, es presentado como hechos reales sucedidos en estos tiempos y delante de nuestras propias narices.
Otras parten de hechos reales que son exagerados, distorsionados o mezclados con datos ficticios o con las fabulosas convicciones que crea el inconsciente colectivo y que circulan oralmente o por los medios masivos. Estos suelen tener una advertencia y no pocas veces contener una denuncia pública, y hasta a veces una “moraleja”.
La condición para que estas historias sean verosímiles, es el hecho que nos han sido contadas por un amigo, un pariente, un vecino, un paisano, o nos la han narrado en una tertulia de trabajo o en la calle. Y tiene que ser trasmitida oralmente para que al igual que los mitos ancestrales, a la larga, acaben siendo parte de la tradición de los pueblos.
Se estima que las leyendas urbanas, nacen de la necesidad que tiene todo ser humano de una cuota de ficción en su vida, o de transformar una insoportable realidad por la fantasía cuando esta se hace insufrible, por ser demasiada cierta.
La condición para que las leyendas urbanas sean transmitidas, es que sean entretenidas en su contenido y que algunas veces estén acompañadas de violencia o grosería para ser aceptadas y apetecidas porque así lo exige el morbo de la gente.
Los que las cuentan aparte de trasmitirlas por contener una buena historia, lo hacen por el hecho de congraciarse con su entorno social, pero también lo hacen por el simple deseo de contar algo entretenido y novedoso, contribuyendo a que por su propia boca y de la de sus oyentes, se trasmita tanto y tanto, hasta convertirse en parte de la cultura general de su región.
3. LEYENDA URBANAS
3
PRESENTACION
Sabemos que las leyendas urbanas son relatos pertenecientes al folclore
contemporáneo. En realidad son mitos basados en sucesos que supuestamente
habrían ocurrido, pero quien te las cuenta, las ha tomado como verdaderos.
Estas contienen ficciones que dizque ocurrieron o pueden ocurrir en
ciudades o pueblos conocidos. Su fantástica trama se narra de un modo que
pueda crear la sensación de que realmente sucedió.
En algunos casos se trata de un tipo de creencia popular, muchas veces
cargadas de superstición, que, pese a contener elementos inverosímiles o
sobrenaturales, es presentado como hechos reales sucedidos en estos tiempos y
delante de nuestras propias narices.
Otras parten de hechos reales que son exagerados, distorsionados o
mezclados con datos ficticios o con las fabulosas convicciones que crea el
inconsciente colectivo y que circulan oralmente o por los medios masivos. Estos
suelen tener una advertencia y no pocas veces contener una denuncia pública, y
hasta a veces una “moraleja”.
La condición para que estas historias sean verosímiles, es el hecho que nos
han sido contadas por un amigo, un pariente, un vecino, un paisano, o nos la han
narrado en una tertulia de trabajo o en la calle. Y tiene que ser trasmitida oralmente
para que al igual que los mitos ancestrales, a la larga, acaben siendo parte de la
tradición de los pueblos.
Se estima que las leyendas urbanas, nacen de la necesidad que tiene todo
ser humano de una cuota de ficción en su vida, o de transformar una insoportable
realidad por la fantasía cuando esta se hace insufrible, por ser demasiada cierta.
La condición para que las leyendas urbanas sean transmitidas, es que sean
entretenidas en su contenido y que algunas veces estén acompañadas de
violencia o grosería para ser aceptadas y apetecidas porque así lo exige el morbo
de la gente.
Los que las cuentan aparte de trasmitirlas por contener una buena historia, lo
hacen por el hecho de congraciarse con su entorno social, pero también lo hacen
por el simple deseo de contar algo entretenido y novedoso, contribuyendo a que
por su propia boca y de la de sus oyentes, se trasmita tanto y tanto, hasta
convertirse en parte de la cultura general de su región.
Abancay, abril del 2016.
4. CIRO V. PALOMINO DONGO
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EL PAGO
-¡Ingrato!, no has venido la semana pasada, a pesar de saber que tengo apuro de acabar esta pared
antes de que lleguen las lluvias. –Le reprochó su falta con aire paternal pero aliviado de tenerlo
nuevamente en la obra.
-Honradamente, no he podido señor. –Se disculpó el campesino y luego agregó. –He tenido que
asistir a varias faenas comunales.
-¿Y qué han hecho? –preguntó para saber qué se hacía en su comunidad.
-Hemos rozado los árboles que impiden que los caminos se oreen cuando llueve, reparar los muros
del coso, retejar la iglesia, reforzar el puente, pero sobretodo hemos limpiado el camposanto para
que después de más de cuatro años el joven Narciso Ojeda Quispe, pueda enterrar a su padre como
ordena la ley de Dios.
-¡Acaso se ha muerto en Lima o en alguna otra parte? –Preguntó con curioso interés.
-Bueno sería que se hubiera muerto aunque sea lejos de su casa pero asistido por algún alma de
Dios. Aunque sea que lo haya atropellado un carro delante de su familia, pero desgraciadamente no
ha sido así señor, pues mayor desgracia no puede sucederle a un cristiano. ¡Malditos mineros! –
Condenó lleno de rabia.
-¡Qué te pasa! ¿Qué ha pasado? –Preguntó esta vez con el vivo deseo de saber el motivo de esa
genuina cólera. -¡Cuéntame!
Le contó que don Camilo Ojeda Ccalla era el viejo y conocido líder comunal de su pueblo,
que sobrevivió a la furia de la guerra sucia de los años ochenta, y que desde joven lideró los
trámites para el reconocimiento oficial de la comunidad. Después gracias a sus correteos logró que
la Reforma Agraria les adjudicara la hacienda "El cañaveral" del gamonal Ezequiel Carrillo
Montaño y que también anduvo en todas las correrías y los gastos para la creación del distrito y sin
ambicionar ser alcalde siquiera una sola vez. Más tarde logró que tuvieran Juez de Paz, carretera,
escuela primaria y posta de salud. ¡Qué no había hecho don Camilo! Y aun a pesar de tanto trajín y
comedimiento era un buen agricultor, un esposo ejemplar y un amoroso padre para sus ocho hijos
que lo adoraba.
Como solo puede sucederle a un buen hombre que ha trabajado incansablemente toda su
vida, con el paso del tiempo y los años comenzó a perder la gran memoria que siempre tenía. Al
comienzo no podía acordarse de algunos pequeños detalles y una que otra fecha o palabras, pero
después comenzó a olvidarse de algunos hechos importantes de su familia, y más tarde de todos los
recuerdos de su propia vida. Pero de alguna forma que sólo Dios sabe, entendía que las personas
que lo rodeaban lo querían, y por eso mansamente dejaba que lo alimentaran, bañaran y que lo
metieran bajo cálidas frazadas cuando la noche llegaba.
A pesar de esa desgracia, el viejecito siempre se aparecía en las chacras donde la gente
trabajaba o en las faenas donde se levantaba alguna vivienda, y de un modo que no podía recordar
se desvivía por ayudar. Muchas veces sus familiares y algunos comuneros lo encontraban
deambulando por los caminos de herradura o en la carretera, y cuando le preguntaban a dónde
estaba yendo, contestaba que estaba viajando a alguna parte, para cerrar un negocio o culminar
alguno de los trámites que había hecho durante toda su provechosa vida. “Era un viajero
incansable. Dicen que viajó a pie varias veces a Lima”.
5. LEYENDA URBANAS
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Siguiendo con ese interesante relato, el albañil le contó que un día el viejecito desapareció
como si se lo hubiera tragado la tierra. Después que toda su familia desesperadamente lo había
buscado por algunos días, la comunidad entera salió a buscarlo por todos los caminos en un radio de
hasta cincuenta kilómetros, preguntando a todos los caminantes y a los moradores de las pequeñas
poblaciones, cabañas y cercos por las señas del desaparecido, pero desgraciadamente nadie dio una
noticia positiva. Hasta que la innumerable indagación se volvió toda una confusión, porque algunos
dijeron que alguien les había dicho que habían visto a un anciano que caminaba como un sonso por
toda la carretera, por todos los caminos, por la falda de todos los cerros, por todas las punas, por la
orilla de todos los ríos, por todas las quebradas, por la cuchilla de todos los cerros, por las chacras
de todas las comunidades vecinas, en fin por todos los parajes habidos en esa comarca.
No contento con eso, el joven Narciso viajó a las ciudades cercanas a poner una denuncia
policial por la pérdida de su padre y colocar en los postes de esos sitios unos carteles con la
fotografía del anciano con las letras de “SE BUSCA” y “SE DARA UNA BUENA
RECOMPENSA”, señalando hasta tres teléfonos fijos y cinco celulares. Si alguien le decía: “Un
paisano ha visto a tu padre en el Cusco, en Juliaca o en Huamanga”, sin pensarlo dos veces viajaba
a esas ciudades con la esperanza de encontrar a su padre. Al ver ese tenaz afán la gente decía: “Este
Narciso ha resultado igualito de terco como su padre, que no paraba hasta lograr lo que se
proponía”.
-¿Y cómo fue que apareció su padre? –preguntó el dueño de casa, ahora sí más que interesado.
Un día que asistió a un curso de capacitación para líderes comunales, el facilitador que
conducía la reunión, le llamó la atención a dos dirigentes que habían llegado a la cita bien borrachos
y en son de broma les recriminó: “¡Pucha!, para qué han venido en ese estado. Esto no es una fiesta,
esta es una charla de capacitación en gestión comunal. ¡Así como están ustedes no sirven ni siquiera
para el pago de las minas!”. Al oír esto último, el Narciso le preguntó al facilitador por qué les decía
eso, a lo que le respondió: “¿Acaso no sabes que de todos los pueblos, los mineros se están llevando
a los loquitos, los borrachitos y los viejitos abandonados para sepultarlos vivos en la boca de las
minas, para que el Supay les suelte sus valiosos metales”. Cuando el Narciso le preguntó que si eso
era verdad, el expositor le contestó: “¡Yo todavía voy a decirte, si son o no verdaderas las leyendas
que se cuentan en estas tierras desde antes de la llegada de los españoles”.
Al Narciso sólo le bastó que le hayan recordado aquel antiguo mito andino para desaparecer
de la comunidad. Y es que se fue punas arriba hasta llegar a la primera mina. Después de emplearse
en ese lugar, bonitamente nomás buscó información sobre si allí se había hecho algún pago, porque
si no, no le valía ese trabajo. Como nadie supo darle una noticia cierta o siquiera aproximada,
después de un mes se despidió del dueño de la mina prometiéndole volver, pero antes de irse ya se
había enterado de la existencia de varias minas importantes.
Y así de mina en mina y preguntando y preguntando, acabó dando con un viejo y curtido
minero que le dijo: “Aquí no se ha pagado nada. Aquí solo trabajamos cristianos. Si esta mina
tuviera un pago estaríamos rebosando de dinero porque la mina ya nos habría entregado toda su
riqueza, y a éstas alturas ya estaría abandonada”. Con esa información Narciso reparó que solo
debía emplearse en las minas más productivas, porque esas debían tener un buen pago. Así que se
fue a buscar las más famosas. En unas halló que producían bien porque el trabajo era organizado y
con maquinaria moderna; en otras porque corría bastante dinamita y mucha mano de obra y en otras
por que el oro se podía ver con los ojos y hasta se podía cosechar con las manos como los nísperos
o los capulíes. Pero de pago-pago nada se hablaba, porque la mayoría de los socios eran
profesionales o aventureros citadinos, que sin tanta creencia en pagos u otras mitologías mineras,
querían hacerse ricos ahora o nunca. Alguno de esos eventuales mineros le había dicho: “Si tú crees
en el pago y esas otras huevadas más, es porque estás buscando al mismísimo diablo, sin darte
cuenta que los que estamos sufriendo por los malditos metales en estos horribles y desolados
parajes, todos sin excepción, somos unos pobres diablos”.
6. CIRO V. PALOMINO DONGO
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Pero no todo fue en vano, porque de toda esa cruda experiencia y su persistente indagación,
por boca de los más antiguos mineros se enteró que el pago se hacía al Supay, que es un diablo que
vive dentro de la mina cuidando y protegiendo celosamente su oro. “Al Supay le gusta el oro como
cancha, vive y se muere por su oro, y es por eso que cuando algún minero está por acercarse a sus
vetas, éste lo traslada más adentro o más lejos”. Y que persiste en ese juego hasta que los mineros
acaben con la ilusión de hacerse millonarios o que pierdan todos sus dineros en un trabajo sin
frutos, y así lo dejen en paz gozando de sus tesoros. “Pero cuando llevan un pago la cosa cambia,
pues cuando se deja escapar un almita de su cuerpo dentro de la mina, el diablo se acuerda que por
la ley de Dios está obligado a apoderarse de ese espíritu, tentándolo con alabanzas, mentiras y hasta
amenazas para que ese cristiano solo crea en él y lo adore, y mientras el Supay se distrae
atormentando a ese hijo de Dios o haciéndose adorar por los temerosos, se olvida de su oro, y de
eso se aprovechan los mineros para alcanzar las mejores vetas y hacerse ricos”. También aprendió
que cuanto más pago tiene el diablo, más tiempo se descuida de sus tesoros.
Al cabo de más de tres años, el Narciso se había acostumbrado a ser minero y hasta alcanzó
la fama de ser uno de los buenos, y por eso fue que había logrado juntar una buena cantidad de
dinero que le ayudaría en su empeño de dar con su padre, vivo o muerto. Estaba seguro que lo iba a
encontrar, y más aún, que ya estaba cerca. Y tan cerca estaba que recibió la noticia de un remoto y
altísimo paraje que estaba al pie de un arcaico adoratorio donde los incas sacrificaban a hombres y
bestias a la inmensa montaña nevada que se levanta sobre toda esa provincia. En esos parajes una
sociedad de diez hombres había alcanzado una de las más ricas venas de oro de la que se había
tenido noticia, y que siempre estaban dispuestos a recibir a los trabajadores que se atrevieran a
llegar hasta esas alturas, pero a pesar del buen salario que ofrecían, casi nadie se animaba a
prestarles sus servicios. Como ese trabajo le pareció muy distinto a todo lo que sucedía en las demás
minas, el Narciso se fue a emplear.
Dicen que cuando llegó a la mina con el cuento de necesitar urgentemente el empleo, para
poder pagar una delicada operación que debía hacerse su esposa y así por fin recuperar su mermada
salud, todos los socios se alegraron porque en esos momentos la mina estaba entregando
generosamente su riqueza y un par de buenos brazos más eran muy necesarios. Así que lo dejaron
descansar el resto del día, porque a la mañana siguiente después del desayuno, todos debían
empezar una fatigosa pero productiva jornada. Por la noche conoció uno a uno a los socios, y por su
modo de hablar y comportarse, se dio cuenta que eran gente de malvivir y hasta de mucho cuidado,
incluso llegó a sospechar que jamás iba a ganar nada allí, pero si mucho que perder, y quien sabe,
hasta la vida. Pero antes que pudiera sucederle alguna desgracia, lo harían trabajar hasta donde les
fuera útil. Según ellos, sin levantar ninguna sospecha.
A la mañana siguiente, el jefe de todos ellos le dijo que para que las cosas salieran muy bien
durante la faena, ellos acostumbraban ingresar a la mina uno por uno, comenzando por el más
antiguo trabajador y acabando en el más nuevo. Sin respetar esa ceremonia no podían iniciar la
jornada. Esta rara formalidad ya le parecía sospechosa, así que siguió con mucha seriedad, todas y
cada una de las extrañas costumbres que tenían esos mineros. Con el paso de los días y las semanas
sus ojos fueron habituándose al cambio de un día luminoso de esas blancas montañas por la
oscuridad de aquel socavón, y por eso su visión comenzó a casi ver en plena negrura, y lo primero
que logró ver entre las sombras es que a unos seis metros de la bocamina existía un pequeño pasillo,
que los mineros dijeron que era uno de esos extravíos que nunca faltan, cuando se empieza a cavar
dentro de una montaña.
Un día sintió que un sutil olor a tabaco, coca e incienso salían de ese pasillo y hasta vio que
en su entrada había caído como por descuido una pequeña achanjaira, pero no preguntó nada. Sin
duda se trataba de un altar levantado a algún santo o quizá a “¡UN PAGO!”. Como cada mañana era
el último en entrar a la mina, ya a punto de tocarle su turno, le dijo al que lo invitaba a entrar que
tenía necesidad de ocuparse de su estómago, el de adentro le contestó: “A mí también me ha caído
7. LEYENDA URBANAS
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mal esa portola”. Cuando calculó que ya todos estaban en las profundidades de la veta, se fue
directamente al misterioso lugar y se dio con la sorpresa que se trataba de una tumba, pero una
tumba muy agasajada, llena de flores, velas, palitos de incienso y hasta tenía un mechero cargado de
kerosene, pero no había ni por asomo una cruz o algo que indicara el entierro de un cristiano. "Allí
era donde, uno a uno, pedían oro esos malditos".
Al tercer día por la noche se quejó ante todos de un pasajero malestar estomacal y solo tomó
un mate de la aromática muña que crece en esas punas. A la media noche se levantó muy
sigilosamente de su cama y salió con mucho cuidado de la pequeña barraca donde dormía y se fue
al lugar donde todos hacían sus necesidades. Cuando después de un buen rato se percató que todos
seguían dormidos, se fue directamente a la mina. Con un fosforo encendió el mechero de la tumba,
y a la luz de su tenue llama retiró todas las velas, las flores y las otras paganas ofrendas, y comenzó
a cavar aquel lugar con mucho cuidado, hasta que a poca profundidad se tropezó con un gran saco
de rafia y dentro de él pudo ver las ropas y hasta el rostro de su padre. “¡Papá, por fin, papacito
lindo!” y se puso a llorar de rabia, de alegría, de satisfacción y de resignación.
Con mucha diligencia retiró el saco. Después se fue dentro de la mina para traer uno lleno de
mineral y alzando un poco más la brillantez del mechero, lo enterró y tapó con mucho cuidado,
poniendo en su lugar cada una de las cosas que había retirado. Después salió de aquel socavón,
llevándose a su padre al agujero que existía en el adoratorio andino que estaba a quinientos metros
de distancia por encima de la mina, al que los socios le tenían mucho miedo, porque decían que en
ese Usno se ofrecía a la poderosa montaña que se levanta hasta los cielos, la sangre de los niños
para pedirle algún favor al Apu que la habitaba.
Al día siguiente felizmente no pasó nada, porque los dueños de la mina tenían un gran apuro
para sacar todos los sacos que todavía estaban metidos en el socavón, pues al medio día debía llegar
un camión trayendo los víveres y el dinero para trasladar el mineral. “Más tarde todos vamos a tener
mucha plata que no servirá para nada, porque todavía tenemos que estar metidos en este agujero por
tres meses más, hasta que nos haya soltado todo su oro, y después iremos a encontrarnos con la rica
vida”, le dijo uno de ellos. Cargado el camión y recibido los víveres y el dinero de los
compradores, como si no hubiera pasado nada, los mineros volvieron a la faena.
Para la extrañeza de todos los socios, al día siguiente desapareció el Narciso. Los mineros se
sorprendieron no por su ausencia, sino por su astucia. “Este pendejo sabía que nunca iba a tener
dinero, así que se fue por lo menos salvando su vida”, y otro replicó: “Pero de todos modos mala
suerte para nosotros porque con dos pagos “el tío” nos hubiera entregado todo su oro en solo un
mes”.
A media jornada, Narciso escuchó un profundo y sordo estruendo en la montaña y sacando
la cabeza del agujero donde tenía metido el cadáver de su padre, vio que salía una nube de polvo de
la bocamina. Después de una hora se acercó, poco a poco y paso a paso hasta la misma mina, de
dónde salía un fuerte olor a azufre y a todo lo que se pudre. Cuando estuvo seguro que ninguno de
los socios había logrado salvarse de ese derrumbe, se fue a las barracas y en el fondo del sitio donde
se guardaba los alimentos, encontró una talega de tocuyo lleno del dinero que los malditos habían
acumulado por sabe Dios cuánto tiempo, y lo metió en su mochila. Cargó el saco donde estaba
metido su padre en uno de los caballos que los mineros tenían para proveerse de leña de un bosque
de cceuñas, que pasando una profunda quebrada, crecían al otro lado de la veta. Y se fue para
siempre de esos parajes desolados.
-¿Y por qué se habría derrumbado la mina? – preguntó el dueño de casa.
-Porque cuando el Supay no encontró al almita que lo distraía se fue a cuidar su oro, y cuando vio a
los malditos mineros apoderándose tan conchudamente de su riqueza, montó en cólera y con los
8. CIRO V. PALOMINO DONGO
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poderes que tienen los diablos hizo caer la montaña sobre todos ellos, y porque diez pagos eran
mejores que uno. –Dijo el hombre con una convicción rayana en la fe.
-Pero tarde o temprano el dueño del camión volverá y la mina será suya. ¡Tanta chamba será solo
para él! - Afirmó el dueño de la casa.
-No señor, en eso está usted muy equivocado, porque a ese hueco nadie podrá entrar jamás. Además
con el paso de tiempo esos diez malditos también se habrán convertido en demonios, y así nunca
por nunca nadie más podrá explotar una mina endiablada que ahora mismo debe estar oliendo a
azufre porque ya es parte del infierno. -Aclaró el trabajador eventual.
9. LEYENDA URBANAS
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EL INQUILINO
-¿Recuerdas la muerte del dueño del “Milton Hotel”? –le preguntó Gonzalo.
-Cómo me voy a olvidar de ese pata, si cuando llegué a este pueblo yo me alojaba en ese hotel.
Dicen que uno de sus huéspedes lo mató de una puñalada por la espalda, cuando lo sorprendió
robando en la habitación de una rica comerciante puneña. Pero cuando averiguaron de quién se
trataba, se dieron con la sorpresa que tenía los mismos nombres del Juez de Primera Instancia de la
Provincia Alto Andina, e incluso en el libro de registro de alojados había señalado como que
procedía de aquel lugar.
-¿Recuerdas la muerte del dueño de la ferretería “Ironman”? –volvió a preguntarle.
-Sé que han atropellado al dueño de una ferretería y que al chofer de un tráiler lo han detenido por
eso, pero no he conocido mayores detalles de ese incidente, porque en esos días me fui a defender al
dueño de unas tierras donde se ha instalado una empresa minera que no quiere pagarle los derechos
de servidumbre. Tuvimos que denunciar a su propietario por usurpación y daño agravado, y de paso
le hemos clavado una medida cautelar para que no siga fregando conchúdamente.
-¿Recuerdas la noticia del tombito que apareció muerto dentro de su taxi, y que allá por la quebrada
lo encontraron completamente podrido después de dieciocho días?
-¡Piña pues! Cómo vas a morir en uno de tus dieciséis taxis. ¡Qué cojudo! Si tenía más de mil
quinientos soles de ingresos diarios, para qué necesitaba seguir siendo policía y taxear él mismo. Lo
más seguro es que para administrar semejante flota, a mí no me alcanzarían todas las horas del día.
¡Tombo ambicioso! –Comentó.
-¿Por qué me preguntas por esas muertes? ¿Acaso eres el abogado de esos casos?
-No podría serlo. Porque como siempre, en ninguna de esas muertes la policía ha encontrado la más
mínima pista para dar siquiera con un sospechoso, y como de costumbre se ha limitado a decirle a
los deudos que están haciendo las pesquisas necesarias que más adelante los llevará a dar con los
culpables. Y parece que gracias a Dios, en menos de un mes los deudos se han olvidado del asunto
y del difunto, porque se los ve llenos de vida y radiantes de felicidad administrando esos negocios.
Y como hasta la fecha no hay inculpados, ni agraviados interesados, ni nada de nada, entonces no
hay necesidad de abogados.
-¿Y entonces, a qué vienen tantas preguntas sin ton ni son?
-Porque yo creo saber quién está detrás de todos esos crímenes. –Le contestó con el aire de misterio
de quien sabe un secreto que nadie más conoce.
-¡No jodas!, a ver cuéntame cómo es eso.
Y le dijo que hace más o menos un mes, una señora vino a su estudio para que la apoyara
con eso de sacar las cosas que un inquilino moroso había dejado en una habitación de su casa y que
estaban cerradas con candado, y que incluso allí estaba la cama y la mesa que ella buenamente le
prestó.
-Cuando le pregunté por el nombre del arrendatario, me dio el nombre del juez norteño que
despacha en la provincia altoandina e incluso me mostró este pequeño contrato que él mismo había
escrito.
10. CIRO V. PALOMINO DONGO
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Entonces le alcanzó la hoja suelta de un cuaderno cuadriculado, donde decía:
“Por este documento, yo Mariano Leoncio Barragán Espelucín, con D.N.I.
Nº 41411713, alquilo un cuarto de propiedad de doña Lucila Vargas Becerra,
con D.N.I. Nº 72345899 por S/. 300.00 mensuales y por el tiempo de 3 meses,
dejando S/. 300.00 pagado por el primer mes y S/. 300.00 como garantía, y me
comprometo a pagar puntualmente los alquileres.
Atunrumi, 1º de octubre del 2014”.
Luego aparecían las firmas de los contratantes y más abajo se leía: “Este contrato vence el
31-12-2014”.
-¡Ah carajo!, ¿y?
-Me fui directamente a la Fiscalía donde tienen archivada la investigación de la muerte del hotelero,
y vi que en su expediente solo han acumulado varias fotocopias de todos los documentos que
pudieran servir de indicio para continuar con las pesquisas, y adivina ¿con qué me tropecé?
-¡Dímelo tú! –Le reclamó con impaciencia.
-Me tropecé con la copia de la página del libro de registro de huéspedes donde el sospechoso se
había registrado con los mismos nombres y apellidos y con el mismo número del D.N.I que el
mismo había puesto en el contrato y para colmo, todo estaba escrito con la misma letra y suscrito
con la misma firma.
Después averiguó cómo era el individuo, y su clienta le dijo que era más o menos bajito,
pero no chato, que quizá se le veía así porque era gordo pero no tan gordo, sino más bien robusto,
en otras palabras un “guaso”. Su cara era como la de todos, ni feo ni agraciado. Su piel como la de
todos, ni negro, ni blanco, más o menos acholado pero no tanto; que siempre llevaba camisas de
manga larga aun en los calurosos días del mes de noviembre, y que nunca le preguntó el motivo,
porque su vecina que tiene azotea para mirar a todas partes, descubrió que sus brazos estaban
completamente tatuados.
Le dijo que el tipo se mostraba simpático cuando tenían la rara oportunidad de encontrarse
en el patio de su casa, porque al parecer no ocupaba todo el tiempo la habitación. La saludaba muy
amablemente diciendo: “¡Cómo está señito! ¡Usted sí que vive en un paraíso! De todos los lugares
que he visitado, su tierra es uno de los más lindos sitios que he conocido. Tiene usted la suerte de
vivir en este hermoso valle primaveral”. Cuando le preguntó acerca de las personas del pueblo, le
dijo que todas eran gente simpática, alegre y hospitalaria, pero de todos los lugareños que había
conocido, el señor Casquino le parecía “el más comunicativo y buena gente”, a lo que ella le
contestó, que esa era la única persona capaz de apoyar a la juventud en sus inquietudes deportivas,
culturales y hasta recreativas.
Y después le dijo que había estado por aquí y por allá, buscando y conociendo a las personas
que explotan los minerales de esta región, para recomendarle al dueño de la empresa donde
trabajaba, qué minerales se podría comprar y de qué personas. Cuando le preguntó a qué se
dedicaba en esa empresa, él le respondió: “Analista de minerales”, y además le aclaró que en su
oficio se encargaba de conservar lo que sirve y desechar lo que no sirve. Y cuando la curiosa casera
le preguntó cómo sabía que un mineral no servía para nada, él contestó: “cuando tiene baja su ley”.
-Antes de tomar mis servicios, la señora se había ido a quejar al Juzgado de Paz, para que el Juez le
autorizara retirar las cosas que el inquilino moroso tenía en el cuarto, y que desde la pequeña
11. LEYENDA URBANAS
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ventana se veía que la cama estaba muy arreglada y que encima de la mesita habían dos cajas de
cartón. A tanta insistencia de la señora:
-¡Señor Juez!, hágame justicia por favor, ya van cinco meses que ese cuarto anda ocupado sin ganar
ni un solo céntimo. ¿De qué voy a vivir?, si no tengo sueldo, ni negocio. Solo alquilando mi casa
por pedazos puedo pagar la luz, el agua, los impuestos y tener algo para llevarme a la boca.
¡Hágame justicia por favor. Se lo suplico! Necesito reparar el techo que se va a caer a pedazos en
las próximas lluvias. –Le contó que ha si le había rogado durante tres semanas.
La casera le dijo que ante tanta insistencia, el Juez le encargó al Secretario para que realizara
una inspección ocular preliminar. Más para calmarla que para hacer justicia, el secretario llegó a la
casa. La señora le mostró el cuarto y luego de otearlo por varios minutos, siempre desde la ventana,
le preguntó cómo se llamaba el inquilino, por toda respuesta le alcanzó el contrato y luego de leerlo,
le dijo:
-Señora la ocupación de esta habitación está respaldada por un contrato suscrito entre usted y su
inquilino, de modo que le recomiendo tomar los servicios de un abogado para pedir el desahucio
por las causales de falta de pago y de conclusión de contrato, y sólo así el Juzgado ordenará el
lanzamiento del arrendatario y el retiro de los valores que están metidos en ese cuarto.
-¿No va usted a romper el candado, retirar esos cachivaches y entregarme el cuarto? –le preguntó
llena de desconsolado temor.
-¡Está usted loca!, ¿Quiere que me metan a la cárcel? Y si a pesar de no haber más que trapos en
esas cajas, su inquilino se aparece y acaba diciendo que allí estaban sus caros instrumentos para
medir la ley de los minerales, muchos dólares y varias onzas de muestras de oro y de plata. Yo por
mi parte ya he visto lo suficiente. ¡Hasta luego! –Y se fue moviendo la cabeza en señal de no
comprender el capricho de aquella mujer.
-¿No va a levantar ni siquiera un acta de lo que ha venido a hacer? – Le suplicó la mujer.
-No señora, con contrato no hay nada que hacer. -Le respondió de un modo despectivo y arrogante
que le obligó a gritar a la mujer.
-¡Jangraindio!, y para eso te has hecho rogar tanto en el Juzgado. Dándome día tras día esperanzas,
me has hecho llegar a esa oficina para hacerme esperar hasta cuatro horas cada vez. ¿Por qué desde
el primer día no me has dicho lo que tenía que hacer, si desde el primer momento habías leído este
papel? ¿Para qué me has pedido tantas propinas? –Entonces ahí nomás le cayó al secretario un
furioso sopapo que lo hizo sangrar por la nariz y salir de esa casa como alma que se lleva el diablo.
Le contó que después de ese incidente, la mujer llegó a su Estudio para decirle todo lo que le
estaba contando, pero cuando el abogado le hizo saber lo que podía costarle y durar la hazaña de
iniciar un proceso judicial a un desaparecido, como notificarlo por el Diario Oficial “El Peruano”,
nombrar defensor de ausente, gastos notariales, tasas judiciales, y que tendría que dar muchas
vueltas por el estudio para ir y venir del Juzgado, donde estaría un secretario muy bien sopapeado y
con ganas de vengarse, y todo eso, solo para poder romper un miserable candado chino y sacar esas
dos cajas de cartón. La mujer se fue con los ojos encendidos como de los diablos. “Gracias doctor
por su sinceridad, cuánto le debo?"
-Cincuenta soles señora. –Eso era lo que menos podía cobrarle por ser sincero, a diferencia de los
otros que cobran más del doble por un montón de mentiras.
Le dijo que no pasó ni siquiera media hora, cuando la mujer se apareció por su estudio
trayendo las dos cajas de cartón para decirle.
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-¡Disculpe la molestia doctor, como usted es mi abogado porque le he pagado, quiero que sea
testigo de lo que contienen estas cajas. -Y las puso sobre una silla. Como la curiosidad ganó a la
sorpresa y la indignación, el letrado se acercó a ver el contenido de las cajas y entre dos viejos polos
que alguna vez fueron blancos y una camisa sucia, había un fino y ostentoso cuchillo de cocina, que
si no se notara que estaba sucio y con algo parecido a sangre en el lugar donde la hoja se une al
mango, se podría decir que era completamente nuevo. La otra caja solamente contenía una pequeña
soguilla de fibra sintética de más o menos dos metros de longitud y una talega de harina vacía, que
los dos coincidieron que serviría para cargar las muestras del mineral que el inquilino adquiría.
¡Nada más!
-¿Está usted segura que eso es todo? –preguntó algo desconfiado.
-¡Por la santa cruz de mi madre, y si miento, que me parta un rayo! –Juró la mujer al estilo de estas
tierras.
-¡Bueno!, le creo. –Dijo sin mayor convicción y luego aconsejó. -Ahora lo que tiene que hacer es
quemar esas cajas y el contrato, si es que su inquilino no tiene una copia. -Cuando la mujer le hizo
conocer con un gesto que no lo tenía porque ese era el único ejemplar, continuó: – También todos
estos trapos y la soguilla. Después hay que hacer desaparecer el candado y el cuchillo.
-¡Eso mismo iba hacer doctor, pero de todos modos gracias por el consejo. – Y cuando la mujer
estaba punto de irse, el abogado aprovechó la ocasión para hacerla desaparecer de su vida, de su
estudio y sus consejos.
-Señora, antes de que se vaya debo recomendarle, que ese inquilino jamás ha existido, que usted
jamás ha ido al juzgado, ni tampoco ha venido a este estudio, y nunca ha existido ninguna caja de
cartón en ese cuarto. Cambie la cama de la habitación y alquílelo inmediatamente. ¿Me ha
entendido?
-¡Si doctor! ¡Jamás ha pasado todo este problema!
000ººº000
-¿Cómo me dijiste que se llamaba la persona que se había hecho amigo del inquilino desaparecido?
–preguntó.
-Marquino, Casquino o equino, qué se yo –respondió.
-¿No será Rosendo Casquino Chalco?, el dueño de la distribuidora de carros y de motos de la calle
los galleros. En el mes de agosto yo le he asesorado para obtener el informe favorable de Defensa
Civil para la apertura de su grifo en la carretera.
-¿Y eso qué tiene que ver con esta historia? –preguntó con sorna el otro.
-Es que cuando fuimos con el ingeniero de Defensa Civil para la inspección ocular de sus
instalaciones, vi a un hombre que se lavaba en un cilindro cortado por la mitad, que tenía tatuado el
pecho, la espalda y los brazos con muchos dibujos y letras. Cuándo el funcionario me dijo que más
podían poner en el Acta de la inspección, a modo de broma le dije que pusieran que el grifo tenía
una pared ambulante de grafitis y todos nos reímos. Luego el dueño aclaró que se trataba de un
trabajador que estaba a prueba. ¿No será ese el inquilino?
-¡Pucha!, ahora sí se me ha echado a volar la imaginación. –Y cómo si los dos quisieran hablar las
mismas palabras y no pudieran, uno hablaba mientras que el otro asentía con la cabeza que eso
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mismo quería decir, y decía: -¡El inquilino es el asesino del dueño del “Milton Hotel” y el
cuchillazo que tiene la casera es la prueba! ¡También estranguló al tombo taxista con la soguilla que
estaba en la otra caja de cartón, y no es por casualidad que encontraron su putrefacto cadáver a
quinientos metros del grifo de Rosendo Casquino que está en la carretera que va a Lima, y para
despistar a la policía abandonaron su taxi a treinticinco kilómetros en la carretera que va al Cusco.
Es probable que lo haya matado en ese grifo y que con la talega le haya tapado la cabeza antes de
estrangularlo.
-¿Y al dueño de la ferretería?
-¡Fácil pues! Si su negocio estaba pegado al local de Rosendo Casquino, es muy probable que desde
allí saliera en el momento oportuno “su trabajador a prueba” para empujarlo contra un tráiler que se
venía. La cosa es meter las narices en el expediente judicial de este caso para saber qué dijo el
chofer del camión que lo atropelló.
Después de unos días, uno de los amigos abogados que estaban jugando a los detectives
privados, recibió una llamada por su móvil.
-¡Tú eres adivino o qué!, resulta que hace un momento he tenido acceso al expediente de la muerte
del ferretero, y el chofer del tráiler ha manifestado en su declaración policial y en su propia
declaración instructiva que vio como un hombre de mediana estatura y de robusta complexión que
tenía los brazos tatuados, empujó a la víctima contra el vehículo que conducía. Eso lo juró y requeté
juró en todo el expediente. – Le informó.
-¿El chofer del tráiler está en la cárcel? –preguntó con mucha curiosidad.
-¡No! Está con orden de comparecencia porque ha demostrado que un vehículo de ocho ejes y casi
treinta llantas es como un tren que no puede cambiar de dirección en unos cuantos metros, como
para siquiera suponer que haya atropellado intencionadamente a un peatón. ¿O el hombre se arrojó
contra el vehículo o alguien lo empujó?, y tampoco se puede andar concluyendo que la víctima no
vio semejante armatoste.
-¡Ta’madre!, o sea que a este pueblito medio cagón, desde que el boom de la minería ha traído
mucha plata y mucha gente de todo el Perú, más toda la “lavandería” que hacen los narcos con la
instalación de cajas, mutuales y la construcción descontrolada de edificios, le han llegado hasta
sicarios.
-¿Y de dónde tiene tanta plata ese Rosendo Casquino?
-Eso tendrías que preguntarle a él o a todos esos misios que de la noche a la mañana se han vuelto
millonarios y hasta dadivosos empresarios. –Contestó.
Como los dos amigos abogados tenían a su disposición cualquier expediente judicial y
además sabían hurgar en las notarías públicas y los registros públicos, en poco tiempo pudieron
conocer que los herederos del “Milton Hotel”, la ferretería “Ironman” y la viuda del tombito taxista,
cada uno por separado, habían arreglado satisfactoriamente con don Rosendo Casquino, las
significativas deudas que les tenían sus difuntos parientes.
000ººº000
-Doctor, yo soy hijo de Milton Ríos Gonzales el dueño del “Milton Hotel”. Resulta doctor que a los
dos días del brutal asesinato de mi padre, mi madrastra sin consultarme absolutamente nada, había
transado con el señor Rosendo Casquino Chalco el pago de una deuda que supuestamente le tenía
mi difunto padre, y ahora me viene con que de mis acciones en el hotel, las cuatro casas, las tres
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chacras, los seis volquetes y las tres cuentas corrientes que dejó mi padre, me corresponde
reconocer la suma de 366 mil nuevos soles, como la parte que me toca responder por ese comedido
arreglo.
-Señor, sepa usted que su madrastra no pudo pagar válidamente ninguna deuda de su señor padre,
antes de haberse seguido la Sucesión Intestada de su padre, realizado el inventario y la valorización
de la masa hereditaria, el reconocimiento de los adeudos que por documentos válidos tenía el
causante con sus acreedores, la asignación de las cuotas ideales a todos los herederos legales, y solo
así, después podía discutir con todos sus coherederos la legalidad de ese pago.
-Si pues doctor, pero mi madrastra me dice: “Es una deuda de vida o muerte que tenía que pagarse”.
-Todas las deudas deben pagarse, pero el pago de las deudas de los premuertos debe consultarse con
todos los herederos, porque los bienes del causante han pasado a ser una copropiedad, y nadie puede
disponer de esta sin previo acuerdo con todos los copropietarios. ¿Me entiende? -Preguntó el
abogado.
-Sí. Le entiendo perfectamente doctor, pero la verdad es que a mí no me gusta andar metido en estos
líos, por eso quiero darle a usted un poder amplio y suficiente para que en mi nombre y
representación inicie todos los procesos judiciales necesarios para recuperar esos 366 mil soles, y en
eso nos vamos a medias. ¿Qué le parece doctor?
-¿Y por qué usted mismo no quiere seguir el proceso? –Preguntó el abogado algo extrañado y
añadió.
-No doctor. Yo no quiero aparecer para nada en pleitos con el que alguna vez fue el socio de mi
padre, y que por su culpa acabaron los dos en la cárcel. Menos aun con quién solo para mortificarlo,
andaba vociferando públicamente que el terreno del “Milton Hotel” era de su propiedad, y recuerdo
que mi padre le decía: “¿Haber demuéstrame y después veremos quién demuestra más?” y con eso
le calló la boca por muchos años, hasta que la bruta de mi madrastra sin consultarnos, metió la pata.
-Acabó con la voz llena de ira.
-¿Y qué más podía demostrarle su padre al señor Casquino? -Le preguntó lleno de curiosidad el
letrado.
-Exactamente no sé, pero creo que tenía que ver con la muerte de un muchachito que le había
robado o que se había quedado con algo de él.
-¿Droga? - Le preguntó el abogado.
-¡No sé! - Le respondió bastante ofuscado, pero luego cambiando el tono de su voz, con una
amabilidad algo cómplice, le dijo. -¿Qué dice doctor, se anima o no se anima?, mire que para usted
serían 183 mil soles. –Le dijo a modo de tentarlo.
-Escúcheme señor Ríos. -Le pidió su atención y continuó. -Para qué me voy a comprometer con un
asunto muy especial y delicado que me obligaría a tener que atender personalmente todo el proceso,
pero resulta que tengo una artrosis muy avanzada en la rodilla izquierda, que si no me opero a
tiempo me puede enviar a una silla de ruedas. Los médicos me han dicho que desde la operación
hasta mi rehabilitación, me va a llevar más de seis meses.
-¿Entonces no puede?
-Definitivamente no voy a poder.
15. LEYENDA URBANAS
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“¡Carajo! Este cojudo me sale con el mismo cuento del otro abogaducho que también se va a
operar de la próstata y que por eso no puede servirme”, pensaba mientras se alejaba. “Seguro que
estos dos huevones han sido abogados del Casquino en esa pendejada que le ha hecho pagar a la
cojuda de mi madrasta tanto dinero y hasta de mi plata”, siguió pensando mientras doblaba la
esquina. “O estos también le tienen miedo al Casquino. ¡Yo no le tengo ningún miedo!”, pensó casi
hablando como para restarle poder a un temor que le venía desde el fondo de su conciencia.
Lo cierto es que los dos abogados no aceptaron el caso, porque muchos años atrás Milton
Ríos Gonzales y Rosendo Casquino Chalco habían sido procesados con una ley de los tiempos de
Odría por la comisión del delito de tráfico ilícito de estupefacientes, que daba penas cortas y no
confiscaba propiedades. Pero sobre todo porque conocían los encargos que Casquino Chalco le
hacía a un inquilino moroso.
16. CIRO V. PALOMINO DONGO
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EL PIRAÑA
Ese pueblo es uno más de los que sin saberse cuando empezó, seguirá existiendo más allá de
la memoria de todas las generaciones que lo habitaron, y seguirá sobreviviendo mientras este
sufrido planeta continúe en el terco afán de cobijar la vida. Su nombre y las noticias de su gente
aparecen en las lejanas crónicas de los conquistadores y en la papeluchería de la administración
colonial y republicana. Y como todos los demás poblados que se han sembrado por estas
cordilleras, se mantendrá estacionado en el mismo lugar por todos los tiempos, pues ha aprendido a
soportar cacicazgos, haciendas, minería y el abandono y la miseria de estos tiempos, porque seguirá
protegiéndose en la bendita agricultura que desde hace milenios les calma el parco hambre que se
debe tener en estas tierras, si se quiere pasar por este mundo sin tener que llegar prematuramente a
ese amplio y blanquecino cementerio, que se ve desde todas partes del pueblo, como si fuera el faro
salvador de los que buscan llegar al puerto del eterno descanso.
-No sé por qué traerán hijos a este mundo, para después abandonarlos a su suerte como si sus padres
fueran unos discapacitados. –Le dijo la mujer al policía que custodiaba la puerta de la comisaria.
-No está bien que después de ser amiga de los padres del muertito, ahora que te has peleado por el
saneamiento de una chacra que no te pertenecía, resultes también ser su enemiga en estos dolorosos
momentos. ¡Yo no voy a permitir que rajes de mis compadres!, menos delante de la policía. ¡Qué tal
lisura! –Le recriminó una de las otras curiosas que rodeaban aquel local policial.
-¿De dónde sabes lo que ha pasado con esa chacra? ¡Para que sepas!, esa chacra lo he perdido
porque no tenía toda la plata que pedían los ingenieros de la oficina de saneamiento, porque si no
otra hubiera sido la cosa. –Aclaró la reprendida.
-Pero si tú nunca has sido dueña de esa chacra, ¿de qué te quejas? –Le recordó.
-¡Silencio señoras! Sino van a tener que abandonar este lugar, porque aquí no se puede provocar
pleitos. –Les gritó el policía y luego agregó: -¡Señoras y señores, les ruego abandonar el área,
porque en ningún momento va a salir el fiscal o el médico legista para contarles lo que ha pasado,
porque las investigaciones son reservadas. Cualquier información acerca de la muerte del muchacho
se les comunicará por Radio Sintonía.
-¡Para que usted sepa señor policía, nosotras no nos vamos a mover hasta saber quién ha sido el
autor de ese maldito crimen! –Gritó una, a lo que respondieron las demás en coro. -¡Justicia!
¡¡Justicia!! ¡¡¡Justicia!!!
Cuando el grupo se calló, la que no fue ni nunca será dueña de nada, al momento de
marcharse le tiró fieramente de los pelos a la fiel comadre de sus compadres, y ahí nomás se armó
una trifulca de la gran siete, que tuvieron que salir todos los policías incluido su jefe, para poner fin
a esa pelotera. Cuando por fin fueron separadas las revoltosas, la provocadora gritó.
-¡Caramba, que bien defiendes a esos malditos!, que ahora recién se quejan y lloran, pero cuando
su pobre hijo andaba por las calles y los restaurantes pidiendo unos centavos o mendigando un
pedazo de pan para matar su hambre, no hacían nada, y ahora hasta abogada tienen. ¡Algún día nos
vamos a encontrar a solas, india cochina!
-¡Señores policías escuchen! Me está amenazando. Si algo me pasa ya saben ustedes quien será la
responsable.
17. LEYENDA URBANAS
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Lo que estaba sucediendo era que allá, como a quince kilómetros de aquel municipio, donde
el poderoso río horada los milenarios cimientos de la cordillera que define la geografía de estos
parajes, gracias a los avisos que dan los cóndores que aun surcan los cielos de estos poblados y al
grande olor que la calor ayudaba a despedir de aquel basural donde echan sus desperdicios los
ómnibus que ofrecen comida a sus pasajeros, hallaron el cuerpo sin vida del Anselmo, que por más
de siete noches no se le veía merodear por las pollerías y restaurantes por donde pasa la carretera
asfaltada que sin entrar al pueblo para no chocar con los cerros, viene desde Lima para llegar al
Cusco y seguir de largo hasta Puno y después sin descanso enrumbarse hasta Arequipa.
Sobre la suerte de Anselmo, con toda seriedad nadie podría decir que era un mocito
abandonado y por eso tan pobre que tenía necesidad de interpretar algún mal parado tema de
aquellas gastadas canciones que de tanto sonar por todas partes y de mil maneras, ya nadie las
escucha. Pero sin embargo al improvisado artista le servía de pretexto para tener el derecho de
exigir a su fastidiada audiencia, una limosna en dinero o comida.
Su manera era llegar a la puerta de todos los restaurantes. Más allá de ese límite no podía
ingresar ni un solo paso, porque si se atrevía a más, se le acercaba uno de los mozos para meterle
una soberbia patada en el trasero que lo hacía saltar un metro más allá de donde se había atrevido.
Tanto les fascinaba a los meseros hacerle sufrir ese castigo que incluso establecieron un orden para
alternarse. “¡Ahora me toca a mí!”, recordaba a los demás el dueño del turno.
-¡Abusivo de mierda, porqué le pateas tan salvajemente a ese pobre niño hambriento! ¿Acaso te está
pidiendo tu comida? –Le recriminó un pasajero comensal cuando vio que uno de los mozos ejercía
su derecho a espantarlo.
-No es lo que cree usted señor. Este chico no es ningún pobrecito hambriento. Tiene una familia que
no le falta dinero para servirle un buen plato y de hecho se lo sirven, sino que tiene la maldita
costumbre de venirse por las noches a los restaurantes y pollerías de este paradero a pedir limosna y
comida a los pasajeros. ¡Ese es su vicio! –Le refirió el camarero.
-¿Entonces por qué no llamas a su familia para que lo recoja? ¡Qué derecho tienes tú para patearlo a
tu regalada gana y solo porque te encantan las pelotas! ¡Qué tal concha! ¿Te gustaría que ese niño
fuera tu hijo o tu hermano?
-Señor, si usted tuviera tiempo verá que en cualquier momento van a llegar sus hermanos para
llevárselo a latigazos a su casa, y sin embargo más tarde, medio calato se escapará por los tejados
para pararse en ese lugar de la puerta para ver a los clientes con sus ojos de paqpaka triste hasta que
alguien le alcance una porción de lo que está comiendo o una propina para que los deje comer. –
Explicó el empleado y completó. –¿Acaso lo ve flaco o mal vestido?
-¿Y cuánto tiempo tiene que limosnear para sentirse satisfecho y marcharse a su casa? –Preguntó
esta vez menos irritado, pero más curioso.
-Señor, si los restaurantes y las pollerías atendiéramos toda la noche, toda la santa noche estaría
pidiendo y comiendo como un barril sin fondo.
“Ese debe ser un extraño mal que no tiene cura”, pensó y se acercó al muchacho que lo
recibió con la cara de alguien que va a recibir una grata sorpresa que desde siempre conoce que es
buena: “¡Dinero!” “¡Plata!”
-¿Cómo te llamas?
-Anselmo –respondió el muchacho.
18. CIRO V. PALOMINO DONGO
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-¿Tienes mamá? ¿Tienes papá?
No respondió nada de nada. Solo se limitó a enfadarse por esa mil veces estúpida pregunta
que le hacía bajar la cabeza. Después de respirar como una fiera por la boca y las narices, se repuso
y empezó a lanzar esa su muy especial mirada que podía llenar todo el espacio que lo rodeaba y
acabar con todas las palabras. Como si se tratara de una tácita respuesta, le habló con los ojos al
curioso indagador: “¡Dame plata!” “¡Dame la pierna de pollo que tienes en tu plato. Dame aunque
solo sean las papas!”, y para lograr eso, a manera de una mágica invocación a ocultos poderes que
solo él podía entrever, se puso a mal cantar rasqueteando una lata corrugada de conservas. “¡Poco a
poco, poco me has querido, poco a poco me has amado y al final todo ha cambiado morenita de mi
amor…!” El hombre regresó a su mesa, se sentó de pena, de rabia, de no sabía qué, y cuando se
dispuso a comer, desde su lugar escuchó que afuera el muchacho casi gritaba: “¡Ojos azules no
llores, no llores ni te enamores,……!”. Y sencillamente no pudo comer a pesar que durante más de
cuatro horas estaba soñando con devorarse una pierna de pollo a la brasa con sus papas fritas
untadas con kétchup, mayonesa, mostaza y ají de huacatay acompañada con su norteamericana Inca
Kola.
-¡Puta madre, ese chivolo me cagó el apetito! –Comentó en voz alta y luego bastante malhumorado
ordenó al mesero: -¡Oye, pásame la cuenta!”
-¿No ve señor?, a nosotros también nos jode la vida y por eso lo pateamos para no verlo más en esa
puerta molestando con su hambrienta mirada a los pasajeros.
-Por qué no le reclaman al alcalde que limpie este lugar de tanto “piraña” o acaso no pagan sus
impuestos. Es una mierda viajar por un país lleno de muertos de hambre que en todo momento te
recuerdan que no es cristiano comer sin compartir, y menos con un montón de limosneros que
desde niños se han acostumbrado a jodernos con la conmiseración que debemos sentir todos los
creyentes en esta clase de situaciones, pero esta vez todo se pasó de la raya.
Cuando vio que el mozo estaba caminando con su plato casi lleno para alcanzarle al
pedigüeño, el hombre le dijo: “¡Déjalo donde estaba y por favor llama a sus hermanos para que se
lleven a este desgraciado!”, y que para eso se quedara con el cambio.
Incluso cuando el hombre subió a su camioneta para marcharse de aquel lugar, escuchó
nítidamente la chillona voz del muchacho gritando: “¡Mujer andina, vengo a cantarte todas mis
penas y mis dolores…!, y arrancó casi matando a uno de los perros vagabundos que comparten con
los pirañas las sobras de comida que se regala y arroja en ese paradero.
Después de algún tiempo, llegó el anochecer de un día en que por fortuna no lo vieron en las
inmediaciones de aquella estación. Al día siguiente igual, y varios días después, igualmente. Los
dueños de los restaurantes, las pollerías y sus trabajadores pensaron que al sinvergüenza lo habían
encadenado en su casa o se lo habrían llevado a algún lejano lugar donde no pudiera hacerles pasar
la vergüenza que día a día debían soportar.
000ººº000
Como si el mundo de ese paradero se hubiera reparado de alguna imperfección, a partir de la
ausencia del Anselmo las cosas marcharon como sobre cuatro ruedas bien aceitadas. Ya nadie debía
preocuparse de aquella pequeña existencia, que como por encanto se aparecía a la hora en que el sol
moría tras los vidrios de las puertas y las ventanas de esos restaurantes, para avisarles que una vez
más estaban allí sus ojos hambrientos dispuestos a capturar a un desprevenido comensal, para que
sin decirle ni una sola palabra, ni hacerle el más mínimo gesto pedigüeño, solo con su pasmosa
mirada clavada en la médula de sus almas como si en ello se le fuera la vida, pedirle desde el fondo
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de sus entrañas un pedazo de su pollo a la brasa o un puñado de sus papas fritas, o suplicarles desde
el centro mismo de su corazón, que por lo que más quieran, le arrojen una moneda.
Como a veces las cosas no siempre son como tienen que ser, sino como lo que son. Los
primeros en extrañar esa ausente presencia fueron los camareros. Ese raro fenómeno se manifestaba
como que el pedigüeño estaba ahí, ....ahí y siempre ahí, aunque en realidad ya no estaba ni estaría
nunca más, pero eso estaba por verse.
-¡Oye no sé lo que me pasa! A veces cuando veo esa puerta y no encuentro al piraña parado como
una estatua pidiente, me parece como si la puerta no tuviera marco o le faltara un vidrio o algo así
por el estilo. –Contó uno de ellos.
-¡Eso no es nada!, la otra vez sentí que estaba viendo otra puerta o la puerta de otro lugar. ¡Qué
extraño no!, sin el piraña parado ahí, esa puerta no parece la misma puerta. –Dijo otro.
-A mí también me ocurre algo muy raro, porque cuando veo la puerta, veo simplemente que el
chivolo no está, pero cuando no la veo pienso que está parado ahí como siempre, incluso anoche me
sorprendí llevándole algunas sobras. ¡Qué chocante no!
-¡Parece una puerta fantasma, carajo!
Les parecía que esa puerta se había convertido en un ojo que los veía con una visión
permanente y penetrante. Todas las noches la miraban con mucha molestia porque se parecía a un
pensamiento fijo o al tormento de un temor que no se acaba nunca.
-¡Así deben nacer las historias de los fantasmas y de los sitios encantados. – Dijo el mozo
universitario.
-Yo no sé de donde saldrán esos cuentos, pero desde que el Anselmo ya no se aparece en esa puerta,
ese lugar ya no es el mismo. Parece que una oscura presencia que aparece y que desaparece lo
hubiera reemplazado, o que una especie de grosera ansiedad se hubiera instalado en ese lugar sólo
para molestarnos. –Dijo con voz medio amarga Yesica, la más guapa de las meseras.
-¡Mejor dejémonos de cojudezas!, porque la verdad es que todos nos sentimos culpables de los
patadones que de buena gana y por turno le obsequiábamos al pedilón. –Dijo el más antiguo de
ellos con el propósito de acabar con esa charla que se estaba poniendo macabra.
-¡Sí¡ Mejor acabemos con esta vaina que nos está poniendo nerviosos y porque además parece que
estamos hablando de un muerto que a todos nos pesa.
Como la charla no podía acabarse por la persistencia de la fantasmal presencia, todos se
dedicaron a recordar los últimos días del muchacho por aquel paradero. Después de que cada uno
refirió lo suyo, pudieron concluir que hasta en tres ocasiones vieron a dos sujetos estacionar una
furgoneta negra como del tamaño de una buena ambulancia; que los dos comieron pollo y que de
buena gana le regalaron sus sobras al muchacho, y que la segunda vez lo llamaron desde la
furgoneta para regalarle algo que uno de ellos sacó de su billetera: “Seguro que era plata”, y que la
tercera vez compraron medio pollo a la brasa para llevar, y que desde ese momento no apareció más
el Anselmo.
-¡Y qué diablos más podía hacer si tenía medio pollo en sus manos!, se habría ido a su casa a
disfrutarlo. ¿Por qué precisamente nosotros tenemos que sospechar de alguien? Por si acaso yo no
tengo necesidad de meterme de palomita en ninguna investigación que solo me puede acarrear
problemas. –En medio de esa conversación el dueño del restaurante les pidió lavar bien los
servicios porque últimamente a la media noche los gatos o no se sabe quién diablos estaba haciendo
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caer los platos, las ollas y hasta las sillas del restaurante. Todos dijeron “¡Si jefe!” y se sintieron
aliviados porque la jornada, sin darse cuenta ellos, había terminado.
000ººº000
Ya más tarde en la Radio Sintonía se escuchó que al Anselmo le habían arrancado en vida
sus riñones, su hígado, su corazón, su páncreas, sus pulmones, sus testículos y sus intestinos.
También le habían quitado su médula espinal y hasta sus ojos. Y después lo que quedó de aquella
macabra operación lo abandonaron en aquel inmenso basural, desde donde vuela hasta las límpidas
punas los plásticos, los sucios papeles y cualquier otro material capaz de remontarse.
Después el locutor de la radio advirtió a todos los padres de familia que cuiden mucho a sus
hijos y que los mantengan en sus casas a partir de las seis de la tarde, porque se sabía que una banda
de traficantes de órganos estaba recorriendo los pueblos que están pegados a la gran carretera para
secuestrar a los niños sanos que andan por su cuenta, para extraerles todos sus órganos que la
medicina de los gringos puede trasplantar por miles de dólares.
La noticia causó en el pueblo una batahola sin precedentes. Todos dijeron las buenas cosas
que se dicen de los muertos y todas las malas que se cuentan de sus parientes. Que a la hora de
comer lo echaban a latigazos de su casa para que vaya a mendigar a los restaurantes y las pollerías
de aquel paradero, y cuando ya todos habían comido y el muchacho todavía nada, lo arrancaban a
golpes de las puertas y ventanas de esos negocios para llevárselo todavía hambriento a dormir
encima de un pequeño cuero de oveja y cubierto con una vieja y agujereada frazada. Así resultó ser
públicamente la triste vida del mártir Anselmo.
No faltó el vil comentario que hizo la mujer que por falta de dinero perdió una chacra dentro
de un trámite en la oficina de saneamiento, dizque por culpa de los padres del difunto.
-Al Anselmito no se lo han robado para matarlo gratis, a ese pobre niño sus propios padres lo han
vendido a los gringos por 50 mil dólares, para que esos malditos le quiten todas sus menudencias
para poder vivir 200 años. -Pero ese calumnioso comentario no tuvo éxito, porque del mismo
perverso modo la mujer iba regando por todas partes el embuste de que al niño lo mataban de
hambre y por eso tenía necesidad de ir al paradero a mendigar las sobras de los pasajeros. Luego de
escuchar esas mentiras la gente sacaba su cuenta así: “Si no le daban de comer estaba flaco y
desnutrido, entonces para nada servían su corazón, sus pulmones y sus tripas. Los gringos necesitan
los órganos de los niños fuertes y robustos, no de los maltragados”, como para decir que los suyos
corrían un verdadero peligro.
La policía, como toda la policía de estos lugares, le dijo a sus padres: “¿De quién
sospechan”?, cuando le dijeron al jefe de los uniformados que no sabían de quién sospechar, sino de
quién sospechaban ellos, este les respondió: “Sospechen de alguien pues, porque hasta ahora solo de
ustedes estamos sospechando”, y con esa brutal respuesta se acabaron para siempre sus reclamos,
porque ese Anselmo además de fregarlos en vida, podía joderlos hasta con su muerte.
Seis meses después, con el dictamen del Fiscal Provincial de Turno, se archivó
provisionalmente el caso del niño mutilado “…..que sufría de hambre canina que consiste en comer
y comer sin saciarse nunca….”, lo que quería decir que el caso se extendía hasta nunca jamás y que
los muertos debían ser enterrados junto a sus recuerdos y con ellos los últimos segundos de su
agonía.
Pero no siempre las cosas resultan así, porque luego de su concurrido entierro, el pueblo lo
declaró mártir y desde ese día no le faltan velas y flores en su tumba para pedirle al "destripado en
vida", un favor para sus largas miserias.
21. LEYENDA URBANAS
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-¿Si necesitas ese dinerito para tu negocio, pídele al Anselmito. Él va a saber hacerte llegar a la
cabeza alguna idea que ahora no tienes para conseguir esa plata. Pero pídele con devoción y con
mucha fe, y él que es un niño mártir que ha sufrido mucho más que todos nosotros juntos, te va a
iluminar. ¡Vas a ver que no miento! Si te hace ese favor nunca seas desagradecida si quieres seguir
molestándole. ¡Llévale velas, flores y un poco de comida a su tumba!, y no te olvides de ponerle
unas monedas en esa caja de metal con candado grande, como parte de la limosna que en vida todos
se lo negaron.
22. CIRO V. PALOMINO DONGO
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LA JURAMENTACION
En el pizarrín de los avisos, donde se amenaza a los trabajadores con el descuento de un día
de su haber si no asisten a los desfiles, los pasacalles u otro evento cívico, social, patriótico,
administrativo o de entretenimiento, se invitaba a los empleados para que obligatoriamente asistan
a la toma de posesión de cargo del nuevo y desconocido jefe, que después de varias despectivas
resoluciones, debía asumir el papel de mandamás de esa dependencia regional. El aviso anunciaba
que aquella ceremonia debía producirse a las cuatro de la tarde.
Pasados cuarenta minutos después de la hora fijada, en casi todo el local se escuchó la
estridente voz de una mujer que mandaba, ordenaba y disponía no se sabía qué, lo que llamó la
atención de los curiosos empleados que desde las ventanas o las puertas de sus oficinas miraban lo
que estaba pasando en el patio.
Y fue que una mujer, de casi 40 años, había llegado con una mesita pequeña que cargaba un
campesino, donde instaló un crucifijo y a su lado un enorme libro de más o menos 10 centímetros
de lomo con un forro rojo chillón y todos los bordes dorados, seguramente para dar la impresión de
que ese librazo tenía todas sus páginas de oro.
-¿Quién es esa huevona que se mete a la oficina, grita a su regalada gana y da órdenes como una
loquibambia? -preguntó alguno de los empleados, no porque sintiera curiosidad, sino porque la
mujer se presentaba como señalando ser una de las cabecillas del nuevo régimen regional, y que
éste sería como lo que ella de primera impresión representaba, es decir, muy expeditivo.
-¡Por favor, bajen! –Gritó la mujer a modo de invitación. –Y los empleados fueron saliendo y
bajando de sus oficinas para agruparse en torno a la mesita que ocupaba el centro del patio.
-Pero no me puedes negar que la pendeja, a pesar de ser tía, es altita y blanquita, tiene buen poto y
pintita no le falta. -Comentó uno.
-¡"Carne blanca, aunque sea en charqui"! -recordó alguien del ruedo y los demás se echaron a reír
disimuladamente.
-Debió haber sido buena en otros tiempos. -Aseguró otro.
-¡Ahora es cuando debe ser buena!, porque "gallina vieja da buen caldo". - Y al ver que muchos
reían, agregó: -En otros tiempos habría sido una engreída y seguro que de ahí le vienen esas ínfulas
de “puedelotodo”.
-Ni te ilusiones compadre. Esa es un autentica jefesiki. -Le recordó alguien.
-Pero pensándolo bien debe ser alguna desocupada, porque esa es la clase de gente que aparece
después de las elecciones.
-¿Acaso los desocupados nomás? También llegan los nuevos choros, los pendejos y toda esa rufla
de malvivientes, que después de hacer solo cagadas los próximos cuatro años, desaparecerán tal
como aparecieron, hasta que los vuelva a hacer aparecer una orden de captura o el ganador de las
nuevas elecciones.
-¡Ya!, ya está todo listo. -Dijo eso o algo así la mujer, y luego ordenó a un hombre para que
comenzara a hablar.
23. LEYENDA URBANAS
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Cuando los empleados terminaron de rodear el pequeño patio hasta en filas de a tres. Un
hombre bastante mal trajeado y poco formal, asumió el papel de conductor de la ceremonia que se
venía. Sin saludar a nadie y de muy mala gana, dijo que el motivo de esa reunión era "la asunción"
del nuevo jefe de la institución y la entrega-recepción de esa responsabilidad. A ninguno de los
empleados había que explicarle que aquel asunto era simplemente la salida de un jefe que se iba
como todos los que tienen que irse porque se acabó la mamadera y la entrada del señor que venía de
parte del nuevo Gobierno Regional a hacerse cargo del chupón.
Seguidamente, siempre a órdenes de la mandamás, el locutor dio lectura a la Resolución que
designaba al nuevo jefe en la persona del doctor Inocencio Malpartida Munanque, y que como de
costumbre, al final contenía la eterna fórmula que daba las gracias al cesado por "los servicios
prestados a la nación".
En seguida, siempre siguiendo las órdenes de la cabecilla, el presentador comenzó a
anunciar el acto de juramentación del cargo, y ahí fue cuando el funcionario cesado bastante
ofuscado insistió en tomar la palabra, y cuando este recibió el gesto negativo de la mujer, no le
quedó más remedio que arrebatarle el micrófono al animador, y ante el asombro de todos los
empleados, hizo un resumen de los grandes logros que tuvo la institución durante su gestión, a pesar
de la falta de presupuesto y apoyo de la Intendencia Regional, la Gerencia Regional, o de la abierta
oposición de tal o cual funcionario. Su afán era cerrar su permanencia en la institución con una de
las más grandes mentiras de todas las que había lanzado a lo largo de su ociosa gestión, y era que en
defensa de los intereses del Sector, siempre había marchado valientemente hacia adelante, aun en
contra de la corriente.
Finalmente terminó diciendo lo que dicen todos los que se van: "Me hubiera gustado hacer
esto y esto otro, y muchas cosas más". Y de tanto querer hacer lo que no había hecho, acabó su
delirante discurso aconsejando al funcionario entrante lo que debía y tenía que hacer, para que su
brillante gestión continué y no se vaya al diablo toda la gran cosa que él solito había logrado.
Aunque nadie conocía lo que había hecho, ni siquiera lo que había tratado de hacer, y es por eso
que no pudo expresar lo que concretamente había hecho por esa entidad, aparte de ser uno más de
sus jefes sangrones.
-Miren a ese huevón. Después de haberse rascado las bolas durante más de un año, ahora sí le
hubiera gustado hacer de todo, incluso hacer lo que la ley ordena, pero no lo hacía porque eso era
peligroso o porque no le gustaba al Intendente Regional o a sus asesores, o porque no quería
contradecir la política del jefe de la corrupción, porque eso le podía costar el cargo. Pero ahora que
lo han cagado está tratando de denunciar algo, pero no se atreve porque el también ha sido parte de
la mafia.
-¡Así son todos estos vagos miedosos, ni siquiera son machos cuando se van! -Recordó alguno de
los apiñados.
-Como todos los cojudos que los despiden, este también, ya de salida, recién se da cuenta para que
servía la institución que le habían confiado y qué podía hacerse desde el cargo que le habían
asignado. -Dijo otro al tiempo que se reía muy bajito y cachacientamente.
-Lo más triste de su desgracia es que después de un mes, recién se dará cuenta que le pagaron
buenos miles de soles por no saber ni mierda, y los privilegios que ha perdido: secretaria alcahuete,
chofer y camioneta a su disposición, viajes, viáticos, pero sobretodo el placer de gobernar sobre
unos funcionarios bien chupes y muchos empleados sobones. Por eso es que todos estos cacasenos
andan más angustiados que borracho misio y sin patas, por volver a ser jefecitos. -Agregó otro.
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-Lo peor de todo es que sabiendo que son inútiles para cualquier cargo, siempre aspiran a ser
jefazos nada más, y se indignan hasta los tuétanos cuando les ofrecen un puesto de menor jerarquía.
-Recordó otro.
-Y no es que les sobra el dinero como para rechazar chambitas chauchillas, sino que saben que en
esos puestos hay que trabajar, mostrar resultados y rendir cuentas, y como no saben ni una ni otra
cosa, no aceptan estos empleos para no evidenciar su ineptitud. -Remató otro.
Después del forzado discurso del funcionario saliente, que acabó con esta muy gastada
arenga:
-Para despedirme señores trabajadores, solamente me queda agradecerles a todos y a cada uno de
ustedes, el apoyo que incondicionalmente han prestado a mi esforzada gestión, cuyos logros han
elevado a esta sagrada institución a las más altas calificaciones dentro de la administración pública
regional y porque no soy egoísta las he compartido con todos ustedes. En esa misma línea de
responsabilidad laboral y alturado compromiso, señores trabajadores, mucho les agradeceré prestar
la más amplia y sacrificada colaboración al ilustre profesional que me reemplaza, para que nuestra
institución siga marchando por la senda que yo con mucha mística y desinterés he trazado, hasta
llegar a ser un ejemplo nacional. ¡Muchas Gracias! No me despido porque en cualquier momento
los estaré saludando desde más altas responsabilidades, y por eso solo les digo hasta la vista. – Así
acabó uno más de sus chiflados discursos, diciendo esto último con un goteo medio llorón que se le
escapaba por el ojo izquierdo.
-¡Si Dios quiere y la vaca que has ordeñado a tu gusto no se muere, de aquí a cuatro meses nos
vemos en la cárcel. –Amenazó murmurando un ofuscado espectador.
Seguidamente, a la orden de la dueña de la movida, el peregrino locutor, dijo con mucha
pompa:
-A continuación vamos a proceder a la ceremonia de juramentación del cargo por parte del doctor
Inocencio Malpartida Munanqui como Jefe Regional de esta oficina, a cargo del señor Sub-
Intendente de nuestro gobierno.
En ese momento se asomó al centro del patio, el campesino que entró a la institución
cargando la mesita, y que ahora llevaba colgado del cuello una medalla grande y dorada atada a una
gruesa cinta roja. Luego de saludar al auditorio con el sombrero en la mano, como lo hacen todos
los lugareños de estas tierras, se paró frente a esa mesita sobre la que destacaba un gran crucifijo y
el enorme libraco que todos adivinaron era una biblia, pero de aquellas que solo se ven en las misas
concelebradas que con motivo de alguna fiesta mayor se realiza en la iglesia del pueblo.
Después del campesino, se anunció al jurador que se aproximó a la mesilla, exhibiendo un
pecho exaltado y la cabeza erguida con el propósito de hacer conocer a todos los asistentes, que era
algo más alto que el promedio de los peruanos mal nutridos. Entonces el campechano que al parecer
ya había agarrado alguna maestría en eso de hacer jurar a los perjuros, le ordenó que pusiera la
mano izquierda sobre aquel librazo y que levantara la mano derecha haciendo un ángulo recto con
el codo y exhibiera frente a su persona la palma de esa mano, y enseguida pronunció en un quechua
bastante extraño para el auditorio, lo que todos consideraron se trataba de alguna fórmula juratoria,
a lo que el juramentado contestó: ¡"Si juro"!, frases que hicieron enfadar al juramentador, por no
haber expresado su compromiso en quechua también.
Luego, sin más ni más, se mandó un discurso en el mismo idioma nativo donde al parecer
habló del agua, de la lluvia, de las sementeras, de los daños a los cultivos, de los canales de riego,
de los chaparrones, de la rancha, del pucaponcho, de la curabichera, de la kañihua, de la quinua, la
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kiwicha y la mashua, que todos aplaudieron, solo porque sabía decirlo en un quechua bastante
singular y no porque hubiera dicho algo que valiera la pena premiar.
Mientras el campesino pronunciaba su largo y lastimero discurso chacarero. Un burlón de
los que nunca faltan en cualquier reunión sentimental como esas; solo para burlarse le preguntaba
en voz baja a uno de los empleados de extracción comunera.
-Felipe, ¿qué dice? ¿Qué dice?, Felipe ¡Por favor, tradúceme! – Suplicaba socarronamente.
-¡Qué mierda dirá pues!, pregúntale tú mismo. -Contestó el otro en medio de una rabia que le subía
desde el pecho amenazando con reventarle en la cabeza, y solo atinó a agregar: -¡Yo no soy ningún
felipillo!, cojudo de mierda.
-Solo te lo decía porque ese campe es tu paisano, y no entiendo las cojudezas que está hablando. -
Aclaró.
-¿Este huevón es el Sub-Intendente regional? –preguntó alguien en voz baja y desde alguna parte
del apretado ruedo que se había formado en torno a esa huachafa juramentación.
Cuando le dijeron que si lo era, comenzó a murmurar. -Pobrecito, ¡qué pendejos son esos
políticos! Cuando deben preocuparse de que los campesinos alcancen una producción y una
productividad agraria bastante lucrativa que pueda resolver las necesidades de sus familias, se
comiden a traer a este pobre hombre “de la chacra a la olla” para semejante cargo. Eso es como si
nosotros trajéramos de la selva a un capiso para que se paseara por nuestras calles como una exótica
mascota. En el fondo a pesar de ser alimentados y mimados, esos animalitos sufren. ¿En qué carrera
de cargachos se habrá ganado esa enorme medalla? -agregó con burla aún más cachacienta.
-¡Calla huevón!, este campesino es un ciudadano y como tal tiene el derecho constitucional a elegir
y ser elegido. Y si a pesar de ser lo que es, lo han elegido. ¿Por qué te arañas? Lo que pasa es que le
tienes envidia. -Refutó otro de los paisanos del funcionario campirano.
-Si te crees bacán, por qué no te has lanzado para ser Sub-Intendente en las elecciones regionales. -
Acotó otro con un tono bastante indignado.
000ººº000
Más tarde en la mesa de la tiendecita donde los trabajadores acostumbran tomar sus
gaseosas, comenzaron a comentar todo lo que no pudieron decir, apiñados como estaban en el patio
de la institución.
-Oye cojudo, no creas que estaba insultando o discriminando al paisano que ha tenido la gentileza
de visitarnos para presidir esa cojuda ceremonia que no tenía ningún valor, porque según la ley sólo
las autoridades elegidas tienen la obligación de juramentar, más no un funcionario designado a dedo
para ocupar por unos meses un cargo de confianza. ¡Claro que tiene derecho a ser elegido!, pero
bien ha podido ser alcalde o Presidente de su Comunidad y hasta dirigente de alguna organización
campesina de nivel provincial, regional y hasta nacional. ¿Pero qué mierda puede hacer como Sub-
Intendente? Mientras en otras regiones estas autoridades son pisdish o magísteres de verdad con las
capacidades necesarias para conducir con acierto su región, resulta que ahora que somos una de las
regiones mineras más ricas del mundo, gracias a una democracia subdesarrollada, tenemos metido
en tan alto puesto a un campesino que no sabe dónde está parado en materia de administración
pública, manejo presupuestal y todas esas miles de leyes, decretos supremos, resoluciones
ministeriales y directivas que como una hemorragia nos llegan desde el congreso, la presidencia de
la república, los ministerios y los organismos autónomos del Estado, y que hay que cumplir si o si,
si no queremos irnos a la cárcel. Y solo porque tú, con o sin razón te achoras, vamos a quedarnos
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callados solo porque el paisano tiene derecho a ser elegido. Además, una cosa es estar al frente de
un cargo público y otra muy diferente es ser una carga pública. ¡Eso sí que es muy cojudo!
-¡Tienes razón! Si la cosa fuera de que sólo por haber sido elegido se te va a meter a la calabaza
toda la secundaria, la universidad y hasta los posgrados, encima todo el tiempo que uno necesita
para ejercer una profesión desde la administración pública hasta agarrar experiencia, entonces el
hombre tiene derecho a ser presidente de la república. Y si la cosa es así de fácil, en vez de educar
con tanto sacrificio a mis hijos, simplemente haría que lo eligieran Sub-Intendente y se acabó tanta
vaina. -Apuntaló otro.
-Si pues, aquí nadie es sabio. Aquí todos somos sabidos nomás. Los hijos de los españoles han
aprendido toda la pendejada que sus padres les hicieron a los verdaderos nativos que encontraron en
el Tahuantinsuyo, y en más de cuatro siglos lo perfeccionaron hasta llegar a tener nombre propio:
“La viveza criolla”, “el criollo”, el que nos hace “el cholito”. Gracias a eso nuestro país puede ser
gobernado por la Keiko, la Lurdes, el Alan, el cholo Toledo, el PPcuy y toda esa gavilla de pendejos
que creen que han nacido para ser presidentes. De esos avivatos han aprendido los campesinos que
se han quedado y vendido las mejores tierras que les entregó la Reforma Agraria, y todos los
dineros que ahora están recibiendo por la venta de las tierras comunales a las empresas mineras. Y
los que no han podido beneficiarse de la reforma o las minas, se están metiendo en la política, que
es el negocio que puede hacerlos ricos, cuando no se atreven a ser narcos, ni mineros ilegales,
porque lo primero es peligroso y en el segundo hay que romperse los lomos.
Cuando notó que los reunidos se quedaron callados esperando que diga algo más, acotó:
-Cuando después algunos le pidan cuenta de lo que en realidad ha hecho como funcionario público,
ese campesino acabará diciendo que a él lo han elegido por lo que es, no por lo que haga. Pero
como en una oficina no puede ser agricultor, entonces no hará más que conversar con todas las
personas y empleados que quieran hablar con él, y de paso leerá un montón de papeles que pasen
por sus manos, y cuando cobre su sueldazo por todo eso, terminará pensando que a el lo ha hecho
funcionario la ley, pero sobre todo la gente cojuda que sigue regalando sus votos por cualquier
descabellado que se lanza como candidato. El secreto no es decirle a la gente que puedes hacer tú
por ellos, sino que puede hacer la gente por ti, y para eso solo basta escribir en las paredes “VOTA
POR CHUMBIAUCA, INTENDENTE”, y punto.
-¿Acaso el Evo Morales, no es un campesino de origen aymara que ni siquiera tiene secundaria y
que toda su juventud se la pasó soplando una corneta? Y parece que no lo está haciendo mal, porque
ya va por tres mandatos consecutivos como presidente de Bolivia. Y sin embargo nadie le hace
problemas por su origen.
-¿El Evo Morales, campesino? ¡No me hagas cagar de risa! Ese huevón nunca ha sido campesino.
Ese es uno más que con el cuento de la defensa de la "hoja sagrada" se ha hecho dirigente cocalero
para garantizar los cultivos que necesita el narcotráfico. Ese ha sido entrenado hasta los huesos por
los dueños de la izquierda internacional, para que movilice a millones de indígenas en torno a la
coca, el color de su piel, sus bastante manoseadas costumbres ancestrales, y cuando se dieron cuenta
que eran más que los blancos y los mestizos, y que por la vía de las elecciones podían tomar el
poder, lo hicieron olvidándose de su lucha de clases, su guerra de guerrillas que el Che Guevara les
había enseñado y su dictadura del proletariado, para gobernar dentro de las reglas del más puro
capitalismo. Con ese propósito en el 2005, el difunto Hugo Chávez con la plata de los venezolanos
que a hora se cagan de hambre, le ha contratado como jefe de su campaña electoral a Wálter
Chávez, el mismo que después lo detuvieron en Argentina por ser del MRTA. –Aclaró a voz en
cuello.
-La verdad que los pequeños grupos que antagónicamente gobiernan el mundo desde los orígenes
de las grandes civilizaciones, entrenan a su gente para poder hacer prevalecer sus intereses a escala
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mundial, por ejemplo los Estados Unidos a la Keiko, al cholo Toledo, al Alan García, al Kuczynski,
al Barnechea. Rusia y la China a la Verónika y al Santos. La iglesia católica entrena a sus curas y
los ayatolas, sultanes y califas a sus yihadistas. En el tercer mundo no existe el poder real, porque
no tiene ni ciencia ni tecnología, ni mucho menos poder militar nuclear, de modo que todos
nuestros políticos son solo pastores de rebaño ajeno y su verdadero interés es hacerse millonarios
para sacar a su familia de estas tierras. Para mí el Evo Morales no es un antineoliberal, es un
neoliberal indígena. ¿O creen que Bolivia es socialista? -Preguntó a todo el coro.
-¡Ese indio es más pendejo que las arañas! Si hasta en público se hace atar los cordones de sus
zapatos y ni siquiera le agradece al pobre hombre que humilló. ¿Seguro que en privado se hará
limpiar hasta el poto! Con razón mi abuelo decía: “Ponle zapatos a un indio y seguro que te patea”.
-Les recordó, uno de los millones que vio aquel video viral que corrió en las redes sociales.
-Y no solo eso, ahora dicen que ese avivato empreñó a una pendeja blanquiñosa que trabajaba en
una empresa china que ganó varios contratos de obras públicas para el Estado, y para no parecer
mal padre, ahora se hace el loco y suplica casi llorando que le hagan conocer al "guardadito" que no
había muerto. Por eso los bolivianos le dijeron "No" para presentarse a un cuarto mandato. ¡Qué tal
concha!, mismo chino Fujimori quería eternizarse en el poder!
-Lo que el pueblo quiere de los políticos es que sean transparentes, moralmente solventes y por eso
enemigos a muerte de la corrupción. Que tengan un compromiso social con los más necesitados al
momento de la distribución de los presupuestos. Que sean racionales y tengan una visión a largo
plazo para gobernar de manera exitosa y sin perder credibilidad. Que tengan una adecuada
preparación académica y por eso una apertura a las buenas ideas y una tendencia a la conservación
de las tradiciones y valores ancestrales. Que puedan autocriticarse y reconocer sus errores a fin de
no perder la perspectiva de su gestión y finalmente que sean verdaderos líderes, es decir que
interpreten a cabalidad el interés general de sus gobernados. –Recalcó el que siempre preparaba sus
palabras cada vez que quería hablar.
-¡Claro!, se supone que los que nos gobiernan son más inteligentes que tú y que yo. Y que saben
más que nosotros, porque son los que escogimos para que generen los cambios que necesita nuestra
tierra, para no seguir siendo la región más atrasada del país, y sobre su sabio quehacer se prepare el
camino que nos hará más prósperos y por lo tanto más felices. – Acotó otro.
-Si pues ese es el círculo virtuoso: donde los gobernantes ayudan a que los pueblos sean más
inteligentes, para que pueblos más inteligentes elijan mejores gobernantes. Nunca al revés porque
eso solo crea mediocridad y miseria. –Recalcó a su vez el preparador de las palabras que salían de
su boca.
-Eso sería más que bueno, pero ahora lo único que tenemos son unos cuántos pendejos que
gobiernan a su antojo rodeados de sus familiares y allegados. Entrando pobres y saliendo ricos,
mientras el resto de los huevones seguiremos trabajando como pobres peones, campesinos, obreros,
empleados o profesionales recibiendo un mísero salario.
-Si pues. ¡Todos los políticos fundan su vida en el dinero! Esos son unos miserables materialistas
que nada tienen que ver con la espiritualidad, ni con los valores superiores de la sociedad, sin
embargo se llenan la boca con todos los más grandes pensamientos de la humanidad, cuando en
realidad solo ansían el poder para llenarse los bolsillos con el dinero de todos los que gobiernan, y
no contentos con eso, encima se sienten superiores a todos sus estafados. ¿Tú crees que ese
campesino anda metido en la política para servir a los campesinos? ¡Ni cagando!, ese está metido en
la vaina por la plata, nada más que por la plata, igual que cualquier político del pueblito más triste
de la región o del país, porque si de servir se tratara ahorita mismo estaría impulsando alguna obra o
participando en alguna faena para reparar los caminos o las acequias de su comunidad. -Señaló
desde su cólera uno de aquellos amigos.
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-Lo mismo pasa en todo el mundo, sin importar si son cristianos, budistas, musulmanes o ateos. Si
son ricos o pobres, cultos, mediocres o ignorantes. Tampoco importa que sean gringos, negros,
chinos, indígenas o mestizos. ¡Todos los políticos están donde están, solo por la cochina plata! ¿De
dónde han salido los peores males de la raza humana?, de la política pues. De ahí han salido los
reyes, los emperadores y todos los malditos como Stalin y Hitler, por ejemplo. –Aclaró el más viejo
de esos contertulios.
-¡Tienes razón, pero lo que más pena me da de ese campesino, es que mientras le dure el cargo se
habrá acostumbrado a ganar miles de soles sin saber cómo servirle a los ciudadanos desde la
administración pública. Pero como ya aprendió a recibir dinero sin romperse los lomos destripando
a la pachamama, jamás volverá a ser nuevamente el labriego que alguna vez fue, pues con el ahorro
de los buenos miles que se está llevando sin hacer algo que valga la pena, insistirá en la ganancia
fácil que regala la política hasta que se le acaben sus días. ¡Eso es mejor que la minería ilegal o el
narcotráfico! –Acotó otro.
-¡Pero nunca le van a ganar a la corrupción! – Aclaró en voz alta el más callado. -¡Esa es la más
grande institución que la historia del Perú republicano nos ha legado en sus casi doscientos años de
existencia! –Concluyó.
-Lo más triste es que a estos paisanos, los políticos limeños les meten todos los dedos a los ojos, y
cuando les conviene se los manejan a su regalada gana, y de paso nos tratan a nosotros como si
fuéramos más ignorantes que los que elegimos, por no saber que en toda la historia de la
humanidad, los que conducen los pueblos son los más sabios y los más fuertes, no los chacareros
por más achorados que resulten ser.
-Eso no puede estar pasándonos ahora que la región tiene intereses multimillonarios, y que apenas
nos va a durar 25 años. Si ahora no le metemos con ganas las manos a eso de la minería y
construimos la infraestructura que necesitamos para nuestra era post-minera, vamos a quedarnos
peor que antes. ¡Eso está visto hasta por un ciego!
-¿Y tú crees que las empresas mineras no están metidas en todo este chongo? – Le preguntó
alguien.
-¡Claro que están! ¿No crean que las empresas mineras explotan los minerales de todo el mundo
para construir solo edificios, puentes, máquinas, herramientas, carros, etc.? No, la gran parte de la
industria metalúrgica se usa en la fabricación de tanques, buques, aviones, balas, misiles y todos
esos instrumentos de muerte que se venden por todo el mundo donde hay guerras o para que haya
guerras. ¿Y quiénes inventan las guerras?, los que fabrican las armas, que son los dueños de los
capitales que se invierten en los mega proyectos mineros. Ya no es ningún secreto que detrás de la
elección de ese campesino están los poderosos holdings que nos inventan todos los líos y nos
montan todas las guerras para que gran parte de nuestra riqueza se nos vaya en la compra de armas,
impidiendo que nuestros campesinos tengan una educación como cualquier hombre de las ciudades.
-Respondió con tono casi pedagógico.
-¡Ah, ya entiendo! Como tenemos muchos megaproyectos mineros donde las transnacionales han
invertido miles de millones de dólares para ganar cien veces más de lo que han invertido, necesitan
que nuestros dirigentes regionales sean unos humildes campesinos para hacer lo que les dé la gana.
¡Qué grandes pendejos son estos gringos! -Exclamó.
-Pero será mejor dejarnos de huevadas. Si esos gringos capitalistas de mierda han metido su gente
en el Gobierno Regional para llevarse fácil nuestras riquezas mineras, para qué está el pueblo unido
que jamás será vencido. Pues al margen de lo que decidan las autoridades limeñas, que reciben una
gran coima de los gringos y hasta son sus socios, y al margen de lo que hagan o dejen de hacer
nuestros políticos chauchillas, si el pueblo se arma de valor y no deja extraer ni un solo gramo de
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nuestro mineral, ¡no pasa nada!, y así se quedan en la calle todos los miserables que andan metidos
en la pendejada de robarnos nuestra única riqueza. -Termino de decir, sabiendo que había dicho la
más grande verdad que había logrado descubrir apenas en ese momento.
-Si huevón, hablas como si los gringos son tan cojudos como nosotros o como si a los limeños los
hubieran curado de la pendejada. Si mañana nos ponemos bravos, al día siguiente nos embarran con
la ley antiterrorista y nos sacan retratados con pasamontañas, akaemes, balas y un montón de
dinamita y nos enjaulan de por vida justito a lado del Abimael o del Montesinos. -Dijo alguien con
tono de aquellos clarividentes que no necesitan adivinar el futuro para saber lo que todos saben.
-Tienes razón, por ahí no se podría. Lo que se debería hacer es comenzar a denunciar la maniobra
de estos gringos para que ese campesino sea elegido como Sub-Intendente, y cuando todos los
ciudadanos conozcan la verdad de ese asunto, el próximo año comenzamos a recolectar firmas para
revocarlo por la ley de control político, y punto.
-Eso se puede hacer en cualquier parte menos en esta región, porque eso de recabar firmas es un
conocido negocio de los recolectores, pues una vez que ya tienen los planillones llenos se los
venden a buen precio a los que debemos vacar, y hasta ahí nomás llega la cosa. ¿O tú vas a recoger
las firmas?, o vas a hacer el gasto que significa tener varios empleados que vayan de calle en calle,
de casa en casa, de oficina en oficina recolectando voluntades, que unas cuántas veces te la dan de
buena gana, pero las más te dicen que ya han firmado en otro planillón, y en no pocas veces, sin
más ni más, te mandan a la mierda porque la gente ya sabe la suerte que corren esas firmas.
-Lo triste de todo esto es que donde hay importantes recursos naturales y pueblos miserables, la
gente se está matando con armas cada vez más caras y sofisticadas, pues lo que quieren los
capitalistas es que todos esos huevones, en nombre de sus dioses, pero sobre todo por el dinero que
les ponen sobre la mesa, acaben aniquilándose como lo están haciendo los negros del África y los
árabes de todas partes, sin poder salirse del chongo en que están metidos, antes de que el petróleo y
el agua se acaben. -Dijo alguien muy apenado.
-Lo peor es que si nos ponemos bravos hasta más no poder, algún loco de mierda salido de la
camada de los políticos, nos invente una aventura guerrera en nombre de "la patria no se vende, la
patria se defiende", la pachamama o los mismísimos apus, para que los cholitos también nos
vayamos sacando la mierda como si fuéramos gallos de pelea, mientras que los gringos se lleven
nuestros metales y nos lo devuelvan en forma de armamento.
Después de pagar las gaseosas y disponerse a llegar a la cantina de costumbre, se acabó la
reunión de aquellos cholos Homo sapiens de esta parte de los andes.
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Y la ceremonia llegó a su final cuando el locutor dijo que el nuevo jefe iba a hacer uso de la
palabra:
-Señor Sub-Intendente, señor Jefe saliente, señores funcionarios y señores trabajadores, aunque el
que les habla es del otro sitio, ya me siento de este lugar porque he sido formado en una de las
gloriosas universidades de esta ciudad, pero no por eso vayan a creer que no estoy preparado para
el cargo, pues deben saberlo todos que he hecho varios cursos de post-grado y he recorrido por
todos los continentes, y por eso me siento capacitado para conducir esta institución como jamás
nadie lo ha hecho, porque me estoy dando cuenta que hasta la fecha no tienen local; yo voy a
construir un local propio con todos los adelantos de la arquitectura y con todas las oficinas que
requiera nuestra atención al público; yo voy a mejorar sus ingresos económicos para que no anden
mal vestidos y puedan llevarse un pan más a la mesa de su casa sin tener que taxear o emplearse de
guachimán en algún hostal; yo voy a mejorar los carros, las computadoras y los equipos con los que
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ustedes trabajan, por eso se los suplico de todo corazón: ¡Ayúdenme, apóyenme, no me boicoteen!
Yo sé que ustedes son seres valiosos, bellas personas, dignos ciudadanos y trabajadores decentes y
por eso sabrán dejar de ustedes lo mejor que hasta la fecha han cosechado en sus tantos y tantos
años de trabajo al frente de esta señera institución al servicio del pueblo, por eso una vez más les
pido: ¡Ayúdenme, apóyenme! ¡No me boicoteen! ¡Gracias!
-¿Y este huevón que tiene? De repente sabe más que todos nosotros solo porque dice que ha
estudiado y viajado, y por eso de la noche a la mañana va construir lo que está prohibido construir,
aumentar los sueldos como si fuera el mismísimo Ministro de Economía, y de un momento a otro se
cae de la nube de sus alucinaciones y nos suplica que lo ayudemos, y nos ruega que no lo
boicoteemos, como si nuestro trabajo fuera boicotear a un cojudo que no sabe dónde está parado.
Los únicos que boicotean en estas oficinas son sus propios jefes, que no saben que esta entidad es
parte de la maquinaria de la administración pública nacional que funciona sobre la base del cabal
cumplimiento de las directivas que tienen un objetivo legalmente preestablecido, donde lo único
que se necesita es mejorar y modernizar sus servicios, y no dejarse atrapar por la paranoia de estar
metidos en un campo de batalla rodeados de un montón de enemigos imaginarios. –Comentó
alguien en voz baja a pesar de estar lejos de la pelotera que se había armado en el patio.
-Nos puede faltar un buen local propio y hasta un salario justo, pero cojudos venidos y por venir:
¡jamás! Esos hasta sobran desde que el manejo de la cosa pública se ha vuelto un asunto de nuestra
cochina y pueblerina política regional. Y no sería nadita raro, que en unos cuantos meses, algunos
hijos de puta quieran deshacerse del campesino juramentador si se les suben los humos, o como
sucede en todo el Perú, donde todos los zopencos que elegimos creen que la política se ha inventado
solo para joder al que les dé la gana. -Vaticinó alguien.
-¡Nadie lo puede votar! ¿O acaso creen que este campesino no sabe que los burócratas designados o
elegidos son dueños de una supuesta “empresa regional” que les pertenece, para que sin más ni más
lo puedan despedir? Él sabe perfectamente que su sueldazo lo pagamos todos los peruanos, y
también conoce que todo el chupo de plata que se maneja en ese huarique es de todos los cojudos
que pagamos los impuestos, y por eso ninguno de esos mamarrachos tiene derecho a sentirse mejor
que el otro.
-¡Eso no es ningún secreto! ¡Eso lo sabemos todos! Lo que pasa que esa es la lucha por el poder. –
Acotó otro con el vivo deseo de poner fin a esa manoseada observación.
-¡Qué poder ni que poder, ni que ocho cuartos, esa es la lucha por el joder! Porque como todos esos
huevones no saben exactamente lo que hay que hacer para que el Gobierno Regional camine por la
senda del progreso, esos imbéciles se dedican a tiempo completo al estúpido afán de destriparse
todos contra todos. Y gracias a que existen cojudos como nosotros que confundimos esa asquerosa
pelotera instintiva y malsana como "una lucha por el poder".
Finalmente alguno de los parroquianos se atrevió a lanzar esta profecía: -Y quién sabe si
mañana más tarde, agarrando la cancha y aprendiendo la concha que tienen los avivatos que se
alucinan los masmás de estos pueblos, el paisano agarra pista y nos resulte más mosca que el “cholo
Juanito”.
La mujer que empezó todo ese alboroto burocrático, repartió unos vasitos de plástico con un
poquito de licor que sabía a algo así como a vino. Después y a su indicación todos levantaron y
acabaron aquel licor en señal de un brindis.
Finalmente, cargando ella sola la mesa, el crucifijo y el colosal librazo, salió airosa y
campante con el apuro de alguien que debe atender otra cita igual.
31. LEYENDA URBANAS
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EL JUICIO
Lo dijo en voz baja y mirando para todos lados, como si deseara que nadie más se enterara
lo que iba decir.
-¡Señores! Lo que quiere mi empresa, es que ustedes inicien los trámites para desmembrarse de la
comunidad madre y hacerse reconocer oficialmente como una comunidad independiente y
autónoma, porque la verdad es que todo el mineral que tiene derecho a explotar la Minascucho
Mining Company, solo se encuentra dentro de estas tierras. –Dijo el ingeniero minero, y esperó la
reacción de los comuneros que lo rodeaban.
-Bueno, para que tanto secreto si eso lo sabemos todos. –Replicó uno de ellos.
-Lo que quiero decir es que solo ustedes van a ser afectados con la explotación que la Minascucho
Mining va a realizar dentro de las mil quinientas hectáreas que conducen las 52 familias que ustedes
conforman. Además este Anexo hace mucho tiempo que es independiente porque tiene su propia
carretera. Entonces, ¿por qué tienen que compartir toda esa riqueza con los más de 600 comuneros
que se creen dueños de las restantes 18 mil hectáreas de la comunidad madre de Ñaupaccasa, que
desde los tiempos del chino Fujimori se ha quedado con todas las cosas que envía el Gobierno
Central y las oneges? – Les preguntó.
-¿Y cuál sería esa riqueza? –Preguntó uno de ellos.
-Las indemnizaciones por la ocupación de sus posesiones, los puestos de trabajo que por ley tiene
que crear la empresa para cada uno de sus familiares, la urbanización que obligatoriamente debe
construir la compañía en Atunrumi para que ustedes vivan y puedan educar a sus hijos, el canon
minero y el fruto de la venta de sus tierras por ustedes mismos. Eso significaría que cada uno de
ustedes podría abrocharse con más o menos cinco millones de soles. Pero si lo hace la comunidad
madre, de la noche a la mañana, se van a aparecer más de tres mil avivatos que ustedes jamás han
conocido, alegando que son comuneros de nacimiento o hijos de comuneros vivos o muertos. Lo
más seguro es que la directiva de Ñaupaccasa cobrará la plata de las indemnizaciones que solo a
ustedes les corresponde, y más tarde a sus espaldas acordarán vender todas las tierras que ustedes
poseen en Minascucho, y para el colmo de sus males solo entre ellos se repartirán las viviendas que
a ustedes les debe tocar, y seguramente al final solo recibirán una miserable propina. –Aclaró.
-¡Tiene razón ingeniero! Toda la vida que el gobierno ha regalado a la comunidad herramientas,
ganado, semillas, fertilizantes, ropa, frazadas, colchones, ollas, platos, carpas, medicina para los
animales, cocinas, calaminas, un camión y hasta un tractor agrícola, solo los de la comunidad madre
se han quedado con esos apoyos, pero los anexos jamás hemos recibido ni una pizca de todo lo que
ha llegado y jamás recibiremos nada de lo que está por llegar. Lo peor es que si ha llegado dinero
todo ha sido para los bolsillos del presidente, del secretario y del tesorero. –Denunció uno.
-¡No solo eso! Esos sinvergüenzas también se han quedado y negociado para sus bolsillos los
sobrantes de los cementos, fierros, alambres, arena, tuberías, madera, herramientas y otras cosas
más que quedan de las obras que el gobierno regional y la municipalidad construyen en la
comunidad y por eso ahora tienen esteysions, camionetas, combis y fusos, y casi todos esos rateros
están levantando sus casas de material noble en Atunrumi . –Acotó otro.
-¡Escuchen señores comuneros! Se acuerdan que el año pasado la Minascucho Minig Company ha
hecho 23 perforaciones diamantinas en este lugar. -"¡¡¡Sí!!!, respondió casi en coro la audiencia y
continuó. -Pues bien, pero para que pueda hacerlo la empresa ha pagado a la comunidad madre 25