2. El domingo de Resurrección dijo:
"¡Cristo ha resucitado! Quisiera que llegara a
todas las casas, a todas las familias, especialmente
allí donde hay más sufrimiento, en los hospitales,
en las cárceles.”
3. Quisiera que llegara sobre todo al corazón de cada
uno, porque es allí donde Dios quiere sembrar esta
Buena Nueva: Jesús ha resucitado, está la esperanza
para ti,
ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal.
Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia.
Siempre vence la misericordia de Dios.
4. ¿Qué significa que Jesús ha resucitado?
Significa que el amor de Dios es más fuerte
que el mal y la muerte misma, significa que el
amor de Dios puede transformar nuestras
vidas y hacer florecer esas zonas de desierto
que hay en nuestro corazón.
5. Esto puede hacerlo el amor de Dios.
Este mismo amor por el que el Hijo de Dios se
ha hecho hombre, y ha ido hasta el fondo por la
senda de la humildad y de la entrega de sí, hasta
descender a los infiernos, al abismo de la
separación de Dios, este mismo amor
misericordioso ha inundado de luz el cuerpo
muerto de Jesús, y lo ha transfigurado,
lo ha hecho pasar a la vida eterna.
6. Jesús no ha vuelto a su vida anterior,
a la vida terrenal, sino que ha entrado en la
vida gloriosa de Dios y ha entrado en ella
con nuestra humanidad, nos ha abierto a un
futuro de esperanza.
7. He aquí lo que es la Pascua: el éxodo, el paso del
hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la
libertad del amor y la bondad. Porque Dios es
vida, sólo vida, y su gloria somos nosotros, es el
hombre vivo
(cf. san Ireneo, Adv. haereses, 4,20,5-7).
8. Acojamos la gracia de la Resurrección de Cristo.
Dejémonos renovar por la misericordia de Dios,
dejemos que la fuerza de su amor transforme
también nuestras vidas; y hagámonos instrumentos
de esta misericordia, cauces a través de los cuales
Dios pueda regar la tierra, custodiar toda la
creación
y hacer florecer la justicia y la paz.
9. Así, pues, pidamos a Jesús resucitado,
que transforma la muerte en vida,
que cambie el odio en amor,
la venganza en perdón, la guerra en paz.
Sí, Cristo es nuestra paz, e imploremos
por medio de él la paz para el mundo
entero.
10. Cristo ha vencido el mal de modo pleno y definitivo,
pero nos corresponde a nosotros, a los hombres de
todos los tiempos, acoger esta victoria en nuestra
vida y en las realidades concretas de la historia y de
la sociedad.
11. Si yo me dejo alcanzar por la gracia de
Cristo resucitado, si le permito que me
cambie en ese aspecto mío que no es
bueno, que puede hacerme mal a mí y a los
demás, yo permito a la victoria de Cristo
que se afirme en mi vida, que extienda su
acción benéfica.
12. ¡Éste es el poder de la gracia! Sin la gracia
no podemos hacer nada. Sin la gracia no
podemos nada. Y con la gracia del Bautismo
y de la Comunión eucarística puedo llegar a
ser instrumento de la misericordia de Dios.
De esa bella misericordia de Dios.
13. Expresar en la vida el sacramento que hemos
recibido:
he aquí, queridos hermanos y hermanas, nuestro
empeño cotidiano, pero diría también ¡nuestra
alegría cotidiana!
¡La alegría de sentirse instrumentos de la gracia de
Cristo, como sarmientos de la vid que es Él mismo,
animados por la linfa de su Espíritu!
14. “Oremos juntos, en el nombre del Señor muerto y
resucitado, y por intercesión de María Santísima,
para que el Misterio pascual obre profundamente
en nosotros y en nuestro tiempo, para que el odio
deje el lugar al amor, la mentira a la verdad, la
venganza al perdón, la tristeza a la alegría".
15. "Todos nosotros en nuestra vida, hemos sentido la
alegría,
la tristeza, el dolor" pero "en los momentos más
oscuros, ¿hemos llorado? ¿Hemos tenido esa
bondad de las lágrimas que preparan los ojos para
mirar, para ver al Señor?"
16. Al meditar en la Magdalena que llora:
"podemos también pedir al Señor la gracia de las
lágrimas.
Es una bella gracia… Llorar pidiendo por todo:
por el bien, por nuestros pecados, por las gracias,
por la misma alegría" ya que "el llanto nos prepara
para ver a Jesús".
17. “Es el Señor quien nos da la gracia, a todos,
de poder decir con nuestra vida ‘He visto al Señor’,
no porque se haya aparecido, sino porque
‘lo he visto dentro del corazón’. Y este debe ser el
testimonio de nuestra vida: ‘vivo así porque he
visto al Señor’".
18. Ante la tumba de San Pedro que se encuentra en la
Necrópolis del Vaticano, situada bajo la cripta y la
Basílica de San Pedro.
19. Al ver las numerosas lápidas de los antiguos
cristianos perseguidos dijo:
“como los cristianos sepultados aquí–, también
hoy somos una levadura en medio al mundo
pagano”
20. Arrodillado, el Papa repitió las tres profesiones
de fe de Pedro que dicen las Sagradas Escrituras:
"Señor, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente";
"¿Señor a dónde iremos? Tú tienes palabras
de vida eterna", y "Señor, Tú lo sabes todo,
Tú sabes que yo te amo".
21. "Se ha visto que el Papa sentía mucho esta
responsabilidad, ha mirado atentamente todo lo
referente a Pedro, casi para respirar el clima del
martirio, del testimonio del apóstol Pedro". "El
Papa vino a respirar el aire del lugar donde vivió
su martirio San Pedro", concluyó el Cardenal
Angelo Comastri, quien acompañó al Papa durante
la visita.
22. La muerte y la Resurrección de Jesús son el
corazón de nuestra esperanza.
El Apóstol afirma: "Y si Cristo no resucitó, la fe de
ustedes
es inútil y sus pecados no han sido perdonados".
(1Cor 15, 17)
23. A menudo se ha tratado de oscurecer la
fe de la Resurrección de Jesús. Ya sea por
superficialidad, por indiferencia, por
estar ocupados por miles de cosas que se
consideran más importantes que la fe, o
por una visión puramente horizontal de
la vida.
24. Es precisamente la Resurrección la que nos
abre a la esperanza más grande, porque abre
nuestra vida y la vida del mundo al futuro
eterno de Dios,
la felicidad plena, a la certeza de que el mal,
el pecado y la muerte pueden ser
25. Y ello lleva a vivir con mayor confianza las
realidades cotidianas, a afrontarlas con
valentía y con empeño. La Resurrección de
Cristo ilumina con una luz nueva estas
realidades cotidianas
¡la Resurrección de Cristo es nuestra fuerza!
26. La alegría de saber que Jesús está vivo y la
esperanza que llena el corazón no se pueden
contener.
¡Sintamos la alegría de ser cristianos!
¡Nosotros creemos en un Resucitado que
venció el mal y la muerte!
27. ¡Tengamos la valentía de ‘salir’ para llevar
esta alegría y esta luz a todos los lugares de
nuestra vida! ¡La Resurrección de Cristo es
nuestra mayor certeza; es el tesoro más
precioso!
28. ¡Cómo no compartir con los demás este
tesoro,
esta certeza! No es sólo para nosotros,
es para transmitirla, para darla a los demás,
compartirla con los demás. Es nuestro
testimonio.
29. Dios no elige según criterios humanos,
lo que cuenta para Dios es el corazón,
cuán abiertos estamos para Él,
si somos como niños que se fían.
30. Las primeras en ser testimonios de la Resurrección
son las mujeres. Y ello es bello, es un poco la
misión de las mujeres, de las mamás, de las
abuelitas. Dar testimonio a sus hijos y nietos de que
Jesús está vivo, vive ha resucitado.
¡Mamás y mujeres ¡adelante con este testimonio!
31. Las mujeres, en la Iglesia y en el camino de
la fe,
han tenido y siguen teniendo aún hoy un
papel especial en el abrir las puertas al
Señor,
en seguirlo y en comunicar su Rostro,
porque la mirada de fe necesita siempre la
mirada sencilla y profunda del amor.
32. En nuestro camino de fe es importante saber y
percibir que Dios nos ama, no tener miedo de
amarlo:
la fe se profesa con la boca y con el corazón,
con las palabras y con el amor.
33. Hay muchos signos con los que el Resucitado se da a
conocer: la Sagrada Escritura, la Eucaristía y los
demás Sacramentos, la caridad, los gestos de amor
que llevan un rayo del Resucitado.
34. ¡Dejémonos iluminar por la Resurrección de
Cristo, dejémonos transformar por su
fuerza, para que, también a través de
nosotros, en el mundo los signos de muerte
dejen lugar a los signos de la vida!
35. Jóvenes lleven adelante esta certeza,
el Señor está vivo y camina a nuestro lado en
la vida. Ésta es la misión de ustedes.
Lleven adelante esta esperanza.
36. Estén anclados a esta esperanza, esta ancla que está
en el cielo. Sujétense fuerte a la cuerda, queden
anclados y lleven adelante la esperanza. Ustedes,
testimonios de Jesús, testimonien que Jesús está vivo
y ello nos dará esperanza y dará esperanza a este
mundo algo envejecido por las guerras, por el mal y
por el pecado ¡Adelante jóvenes!
37. Meditando en las palabras de San Pedro:
"en ningún otro hay salvación".
Solo Jesús salva. San Pedro, que había renegado de
Jesús,
en prisión y con coraje da testimonio ante los jefes
judíos,
explica que el nombre de Jesús "nos salva".
El Primer Papa, es capaz de hacer esa afirmación
porque
38. "No podemos confesar a Jesús, no podemos hablar
de Jesús, no podemos decir alguna cosa de Jesús sin
el Espíritu Santo.
Es el Espíritu que nos hace confesar o hablar de
Jesús o tener confianza en Él.
Jesús que está en el camino de la vida, siempre".
39. “En este mundo que nos ofrece tantos
salvadores", sólo el nombre de Jesús "es el
que salva".
40. “Son muchos, que para resolver sus
problemas recurren a los magos o al tarot,
pero sólo Jesús salva "¡y debemos dar
testimonio de esto! Él es el único".
41. “El Espíritu de Cristo Resucitado expulsa el
miedo del corazón de los Apóstoles y los
impulsa a salir del Cenáculo para llevar el
Evangelio”.
42. “¡Tengamos también nosotros más coraje
para testimoniar la fe en Cristo Resucitado!
¡No debemos tener miedo de ser cristianos
y de vivir como cristianos!”,
43. “Los cristianos debemos tener este coraje de
ir y anunciar a Cristo Resucitado. Porque Él
es nuestra paz. Él ha hecho la paz con su
amor, con su perdón, con su sangre, con su
misericordia”.
44. “La verdadera paz, esa paz profunda, viene
de hacer la experiencia de la misericordia de
Dios”.
45. “Entonces Jesús dijo:
‘Porque me has visto has creído.
¡Dichosos los que no han visto y han
creído!’”.
46. “Esta es la bienaventuranza de la fe.
Bienaventurados los que han creído sin haber
visto”.
47. “En todo tiempo y en
todo lugar son
bienaventurados
aquellos que, a través
de la Palabra de Dios,
proclamada en la
Iglesia y testimoniada
por los cristianos, creen
que Jesucristo es el
amor de Dios
encarnado,
la Misericordia
encarnada.
¡Y esto vale para cada
uno de nosotros!”.
48. “Ir a la calle y predicar a Jesucristo,
nuestro Salvador, evangelizar con dulzura y
respeto”.
49. “El Santo Padre ha recomendado en
particular modo que la Congregación,
continuando en la línea querida
por Benedicto XVI, actúe con decisión en lo
que respecta a los casos de abusos sexuales”.
“este campo tan importante para el
testimonio de la Iglesia y su credibilidad”.
50.
El Papa Francisco dona 50 mil dólares para
afectados por inundaciones en La Plata-
Argentina
51. En twitter:
No debemos temer al Maligno cuando nos
dice que nada podemos hacer contra la
violencia,
la injusticia y el pecado.
52. Acompañad a vuestros sacerdotes con el
afecto
y la oración, para que sean siempre Pastores
según el corazón de Dios.
53. Acoge a Jesús resucitado en tu vida.
Aunque te hayas alejado, da un pequeño
paso hacia él: te está esperando con los
brazos abiertos
54. Dios nos ama. No tengamos miedo de
amarlo.
La fe se profesa con la boca y con el corazón,
con la palabra y con el amor.
55. Que hermosa es la mirada de Jesús sobre
nosotros, cuánta ternura. No perdamos
nunca la confianza en la paciente
misericordia de Dios.
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