Este documento trata sobre los factores psicosociales relacionados con el asma bronquial. Discuten los factores predisponentes del asma como el sexo, la raza, las infecciones, la exposición a alérgenos y la contaminación ambiental. También cubre los factores psicológicos como las emociones intensas, el estrés y la sugestión que pueden desencadenar crisis de asma. Finalmente, analiza las consecuencias psicológicas del asma en los niños y adolescentes como la ansiedad, el miedo y las dific
1. PSICOLOGIA DE LA SALUD
TEMA 6. FACTORES PSICOSOCIALES EN EL ASMA
6. ASMA BRONQUIAL
6.1 INTRODUCCION
6.2 FACTORES PREDISPONENTES PSICOLOGICOS
6.3 CONSECUENCIAS PSICOLOGICAS
6.4 CONSECUENCIAS PSICOLOGICAS DE LAS CRISIS SOBRE LA FAMILIA
6.5 EVALUACION PSICOLOGICA DEL NIÑO
6.6 AFRONTAMIENTO DE LA ENFERMEDAD
Carmen Godoy Fernández
Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos
2. 6. FACTORES PSICOSOCIALES DEL ASMA BRONQUIAL.
6.1. INTRODUCCION.
El asma es un trastorno muy variable, los asmáticos constituyen una población
heterogénea respecto a variables tales como la gravedad de las crisis, los factores que las
provocan o precipitan, la localización de las principales áreas de obstrucción y la respuesta al
tratamiento (Creer, 1979).
Cualquiera que sea la definición de asma debe incluir al menos tres conceptos:
• Limitación del flujo aéreo, que a nivel clínico se manifiesta en paroxismo de disnea, tos y
sibilancias y que a nivel fisiopatológico responde a un estrechamiento de las vías.
• Reversibilidad de la sintomatología, ya sea total o parcial .
• Hiperreactividad bronquial inespecífica, esto es incremento de la respuesta bronconstrictora
ante diversos agentes físicos, químicos o farmacológicos.
La frecuencia del asma es del 5% y es más frecuente en el niño que en el adulto; de un
30% a un 50% son niños menores de 14 años. El asma en la infancia es mucho más frecuente en
el varón, hay el doble de niños asmáticos que de niñas, esta cifra se va igualando poco a poco al
llegar a la edad adulta donde la proporción es de 1:1.
La incidencia de asma bronquial en adolescentes es de un 6% a un 8% en varones y de
un 4% a un 6% en las niñas. El asma constituye una de las enfermedades crónicas más frecuentes
de esta época de la vida; el asma del adolescente es en la mayoría de los casos una prolongación
del asma infantil no diagnosticada a tiempo, no tratada adecuadamente o una forma grave de
asma.
La influencia de los factores psicológicos o estados mentales sobre la respuesta
inmunitaria se sospechaba desde hace tiempo pero su asociación ha sido confirmada tan solo
hace dos décadas. Hasta 1981 no hubo ningún texto en el que se mencionaran los efectos del
estrés psicológico sobre el sistema inmunitario, algunos de estos trabajos establecieron que la
incidencia "aislada" de los factores psíquicos en las agudizaciones del asma era de un 30%,
aunque en la mitad de estos casos los factores alérgicos se sumaban.
La conclusión que se deriva de los estudios realizados es que no hay un factor único
responsable de la precipitación de los ataques de asma bronquial. Los factores alérgicos,
infecciosos y psicológicos interactúan entre sí. Las vías y la naturaleza de estas interacciones son
complejas y operan en cierta medida en la mitad de los pacientes estudiados.
Factores predisponentes
Sexo: Las estadísticas españolas, europeas y americanas al respecto citan que antes
de los 10 años, hay el doble de niños asmáticos que de niñas. En el adolescente varón es más
frecuente el asma que en la mujer y también reviste mayor gravedad.
3. Raza: Todas las razas pueden padecer asma. Inicialmente se pensó que era poco
frecuente el asma en la raza negra, ya que en países en vías de desarrollo las enfermedades
alérgicas son poco frecuentes, mientras son muy frecuentes las infecciones: parasitosis,
malnutrición, etc. Más tarde se ha visto que los niños de raza negra que nacen y viven en
países desarrollados presentan asma con la misma frecuencia que los niños del país
desarrollado. La menor incidencia de asma en países en vías de desarrollo se explica por la
gran parasitación de los niños por helmintos en esos países, que producen gran cantidad de
IgE dirigida contra los parásitos y de este modo se bloquea la producción de enfermedades
alérgicas. Al mejorar las condiciones de vida y desaparecer la parasitación, unido a otros
factores ambientales desfavorables que se presentan en la civilización industrial, aparecen las
enfermedades alérgicas.
Infecciones: Se intuye desde hace tiempo la relación existente entre las infecciones
respiratorias y la aparición de crisis de asma. Primero se pensó que las infecciones
bacterianas focales, como amigdalitis, sinusitis etc., eran causas desencadenantes de asma,
dada la tendencia de los niños a presentar crisis de asma en invierno o en período de
epidemia de procesos catarrales. En la actualidad, la relación de infección y asma se establece
sólo con las infecciones virales.
El mecanismo por el que los virus respiratorios pueden llegar a producir asma es hoy
bien conocido en el virus respiratorio sincitial pero parece que podría hacerse extensivo a los
virus respiratorios antes citados.
El virus respiratorio sincitial penetra por las vías aéreas a través de las gotitas de
Pflugge y coloniza las células de la mucosa bronquial, penetra en su interior donde se replica
y pasa de célula a célula. Las células infectadas son destruidas por linfocitos T, citotóxicos
que reconocen las células infectadas y la destrucción celular provoca edema, inflamación de
la mucosa, y aumento de la producción de mocosa bronquial. La inflamación mucosa, el
edema y el aumento de moco que condiciona, produce una disminución de la luz bronquial,
y menor ventilación que se traduce en insuficiencia respiratoria. La inflamación de la mucosa
propicia la penetración de alérgenos capaces de sensibilizar las vías aéreas y aparecer así
reacción alérgica en bronquios.
Otros factores que influyen negativamente en la aparición posterior de asma son: los
antecedentes de prematuridad, la edad inferior a 3 meses en el momento de padecer la
primera infección, y la presencia de otra enfermedad pulmonar previa, como la displasia
broncopulmonar.
Asociación con otra enfermedad alérgica. La existencia en un niño de otra
enfermedad alérgica, como la dermatitis atópica, alergia alimentaria, urticaria, alergia
medicamentosa, etc., se observa con cierta frecuencia en el asma infantil. Un niño con
infección viral respiratoria que ya tiene otra enfermedad alérgica, como alergia a las proteínas
de leche de vaca, está mucho más predispuesto a la aparición posterior de asma extrínseca.
La asociación de asma y dermatitis atópica condiciona además un peor pronóstico del asma.
Contaminación ambiental: Se define por el acumulo en la atmósfera de partículas,
gases, esporas de hongos, granos de polen, etc., que al ser respiradas producen un efecto
nocivo para las vías aéreas. La intensidad de la contaminación ambiental varía según las
áreas geográficas, factores meteorológicos como el viento, el régimen de lluvias, la presión
4. atmosférica o el grado de humedad. En general, la contaminación ambiental es mayor en las
grandes aglomeraciones urbanas, donde se unen la gran densidad de población, los núcleos
industriales y el parque automovilístico concentrado. Es bien sabido que la incidencia de
asma es mucho mayor en las grandes ciudades que en las zonas rurales. No obstante, en
determinadas zonas rurales predominantemente agrícolas la gran cantidad de pólenes
existentes en la atmósfera en época de polinización hacen aumentar la incidencia de asma
sensible a pólenes.
Clima: En los climas con elevado grado de humedad y temperatura y con régimen de
lluvias abundante es frecuente el asma por ácaros y hongos.
Nivel socioeconómico: Es este un parámetro difícil de evaluar en las encuestas. En
algunas publicaciones se afirma que los niños con alto nivel socioeconómico padecen asma
con mayor frecuencia que los de bajo nivel, sin embargo, en otros trabajos se encuentra que
la enfermedad aparece con la misma incidencia. Ocurre, sin embargo, que los niños con bajo
nivel socioeconómico tienen formas más graves de asma, atribuibles a las peores condiciones
ambientales de vida, cercanos a fábricas, casas mal aireadas, etc., y a que el seguimiento de
los controles clínicos y el tratamiento prescrito por el alergólogo se hace en muchos casos
mal, debido a los propios condicionantes de su menor nivel socioeconómico.
Exposición alergénica: Es un factor imprescindible para que haya sensibilización, y
está directamente relacionado con la intensidad del asma. En las zonas con abundante
polinización de gramíneas, de cultivo o silvestres, la incidencia de asma por alergia a dichos
pólenes es alta. En las zonas húmedas con abundantes esporas de hongos, la alergia fúngica
es frecuente. Un niño puede tener una predisposición alérgica condicionada por una carga
hereditaria elevada (IgE alta) y no padecer asma si no existe exposición a alérgenos de forma
repetida. Asimismo, una gran exposición a alérgenos condiciona asma grave.
El hábito de fumar de los padres está descrito como un factor ambiental negativo y
que puede influir en la presentación de asma en un niño predispuesto. El humo del tabaco
actúa como un factor irritante continuo sobre las vías respiratorias, y en niños con
hiperreactividad bronquial actúa precipitando la aparición de crisis de asma. Estudios
estadísticos relacionan el hábito de fumar de la madre/padre durante la primera infancia del
niño, con una mayor frecuencia de aparición de bronquitis disneizante, bronquiolitis y asma.
6.2. FACTORES PREDISPONENTES PSICOLOGICOS.
Procedimientos de condicionamiento clásico. En el asma bronquial, cualquier estímulo
inicialmente neutro que preceda o acompañe a las crisis puede convertirse en estímulo
condicionado de las mismas y producirlas en ausencia de los estímulos incondicionados
(alérgenos, infección), contribuyendo al desarrollo de una hipersensibilidad de las vías
respiratorias a estímulos no alérgicos.
Reacciones emocionales intensas. El estrés, la ansiedad, la depresión, el miedo, la
preocupación, la irritabilidad... se asocian con frecuencia a los ataques asmáticos. Las emociones
intensas actúan sobre el sistema respiratorio, sobre la actividad endocrina y autonómica y
desencadenan respuestas broncoconstrictoras. En ocasiones, la ansiedad puede llevar a
hiperventilación y ésta puede precipitar o agravar el asma, el resultado es mayor ansiedad, y en el
5. círculo vicioso, mayor hiperventilación. El proceso se complica por la ineficacia de los
mecanismos respiratorios y el incremento del esfuerzo que acentúa el colapso de las vías aéreas.
Beneficio psicológico. La frecuencia de presentación de las crisis asmáticas puede
aumentar cuando se acompañan de situaciones de las que el sujeto puede obtener un beneficio
psicológico. En algunos casos puede ser recibir atención por parte de los demás y en otros casos
puede ser evitar alguna actividad desagradable (la asistencia al colegio o al trabajo).
La sugestión. La sugestión ha sido uno de los fenómenos más estudiados en relación con
el asma. En numerosos estudios se ha comprobado que los pacientes desencadenan crisis
asmáticas si creen estar expuestos a alérgenos.
Estrés. Las investigaciones longitudinales revelan correlaciones significativas entre los
parámetros de estrés y la resistencia de las vías aéreas y los movimientos respiratorios.
Experimentalmente se han inducido crisis de asma mediante situaciones elicitadoras de estrés.
En ocasiones las consecuencias que se derivan de la enfermedad pueden convertirse en sí
mismas en fuente de estrés: las restricciones de actividades, las limitaciones laborales o
académicas, las dificultades para controlar los síntomas, efectos secundarios de la medicación,
etc.
6.3. CONSECUENCIAS PSICOLOGICAS EN EL ASMATICO.
Las repercusiones del trastorno asmático son muy variadas y siguen una línea evolutiva
que va aumentando en gravedad con la edad. Hay un primer grupo de consecuencias negativas
de las crisis de asma: sensación de ahogo, molestias físicas, visitas a urgencias e ingresos
hospitalarios, suceptibles, por sí solas, de desencadenar estados emocionales negativos que
influirán, a su vez, en el psicomantenimiento del trastorno.
En la infancia, la naturaleza de las emociones varía con la edad de comienzo del asma
y con la manera de reaccionar de los padres frente a la enfermedad. Durante los dos primeros
años de vida, el niño suele relacionar todo lo que le pasa con la madre, está acostumbrado a
que ésta lo libere de los estímulos desagradables de hambre, sed o frío. En el caso del asma,
al no hacerlo de manera inmediata, siente como si la madre tuviera la culpa o fuera la causa
de su dificultad respiratoria, y puede reaccionar con sentimientos de cólera o rabia hacia ella.
Si la madre no entiende el enfado del niño, manifestado como una conducta exigente, y no le
provee de la ayuda adicional necesaria para hacer frente a su malestar, el niño puede sentirse
desesperado, decepcionado y rechazado.
El niño pequeño suele reaccionar con alteraciones del comportamiento ya que su nivel
cognitivo no le permite valorar las implicaciones del trastorno como le ocurre al adolescente. Las
visitas a urgencias y hospitalizaciones, pueden desencadenar crisis de ansiedad, de separación
y ataques de pánico.
La mayoría de los niños asmáticos graves tienen miedo a morir, especialmente los que
han pasado por experiencias peligrosas de paro cardíaco, ataque hipóxico o pérdidas de
conocimiento.
En la adolescencia son más frecuentes las reacciones de ansiedad y depresión,
precisamente por un desarrollo cognitivo mayor que implica un mayor conocimiento del alcance
6. de la enfermedad. En esta etapa, en la que la necesidad de independencia y de interacciones
sociales es particularmente importante, la enfermedad puede interpretarse como un obstáculo
en la consecución estos objetivos y generar mecanismos de negación. En este contexto,
también es conveniente valorar la relación entre el adolescente y su familia, ya que unas
relaciones insatisfactorias pueden encontrar en la enfermedad una vía para expresar dicha
conflictividad.
La privación de ejercicio físico es una de las consecuencias que sufre el niño con asma.
Aunque la privación no le venga por consejo médico, la familia sensible a cualquier
desencadenante, impide no solo la realización de actividad deportiva, sino también la realización
de juego físico y de actividad motora, coartando con recriminaciones que explican a veces la
aparición de una crisis de asma por miedo condicionado a la misma. Es evidente, que el niño
asmático es un niño más en cuanto a necesidades psicofísicas; cualquier privación de libertad,
acción, o ejercicio físico va a bloquear, en gran medida, su desarrollo social, afectivo y
emocional. Son precisamente las consecuencias de las crisis (repercusiones
cardiorespiratorias, menor capacidad vital, etc.) las que hacen aconsejable programas de
ejercicios respiratorios y de adiestramiento físico general.
La ansiedad es uno de los estados emocionales más frecuentes. El miedo y la
preocupación se focalizan en el trastorno respiratorio y se generaliza a otras situaciones de la
vida cotidiana. La dificultad respiratoria atemoriza, angustia, el sujeto hiperventila, aumenta la
bronconstricción y finalmente puede tener un ataque de pánico. Algunos autores explican los
ataques de pánico a partir de la hiperventilación producida por ansiedad en situaciones de estrés.
La intermitencia del asma da un carácter de imprevisibilidad al ataque que crea
importantes problemas cognitivos o de expectativas. La variedad de estímulos provocadores de
las crisis crea una ansiedad que puede acabar en un ataque de pánico.
En el polo opuesto, esto es, el de los asmáticos con puntuaciones muy bajas en ansiedad, se
constata la existencia de reingresos dobles que en el caso de puntuaciones moderadas o medias
en ansiedad. La razón de esta alta tasa de rehospitalización, es que los pacientes con bajo nivel de
ansiedad minimizan sus síntomas infravalorando la importancia de su enfermedad lo que les
lleva a tomar menos medicación de la necesaria. Otros autores encuentran que la minimización
de los síntomas podría asociarse a sintomatología depresiva.
La depresión es el estado al que llegan muchos sujetos ante la incapacidad de manejar el
trastorno (indefensión aprendida). El estado depresivo genera falta de motivación, apatía, poca
reactividad para responder a las señales premonitoras de ansiedad y mal seguimiento de las
prescripciones terapéuticas, con lo que se complica la evolución del trastorno.
Los trastornos del comportamiento son frecuentes sobre todo en los niños pequeños.
La enfermedad incide en la familia y genera pautas educativas débiles y de sobreprotección que
originan estos trastornos. Los trastornos están en función de: la edad de inicio, la gravedad del
mismo, el tipo de medicación, las características psicológicas previas del niño y su familia y los
sucesos traumáticos a que está sometido.
El retraso y el absentismo. En principio la crisis evita la asistencia a clase; más tarde
cuando el sujeto ha de incorporarse desfasado, la asistencia se constituye en fuente de estrés y la
ansiedad desencadena nuevas crisis que se refuerzan negativamente al evitar la situación de
conflicto. Un 45% de los niños con crisis asmáticas presentan un rendimiento escolar deficiente.
7. La autoestima baja. Los niños asmáticos tienen problemas de autoaceptación y un bajo
concepto de sí mismos que repercute en la aceptación de la enfermedad y en el seguimiento
terapeútico. Así mismo, los adolescentes preocupados por los efectos que particularmente tienen
los corticoesteroides en la imagen física y en el cuerpo, incumplen frecuentemente las
prescripciones del tratamiento.
Los efectos sobre la actividad sexual. El temor al acto sexual por la aparición de disnea
puede llevar a reducir la frecuencia de las relaciones sexuales o evitarlas. La ansiedad acerca de
la disnea durante el acto sexual, podría acentuarla en el asmático y es frecuente que el otro
miembro de la pareja también experimente ansiedad. La pareja debe saber que la disnea leve
no tiene consecuencias serias, pero la ansiedad de ambos puede acrecentarla. La disminución de
la libido, la fatiga, el efecto de los medicamentos... son algunas de las dificultades que precisan
de un asesoramiento en pareja.
En conclusión, sólo nos queda incidir sobre la necesidad de establecer una colaboración
médico-psicológica que mejore las perspectivas de tratamiento del asma.
6.4 CONSECUENCIAS PSICOLOGICAS DE LAS CRISIS SOBRE LA FAMILIA
Si la repercusión del trastorno asmático es importante sobre el niño, igualmente lo es
sobre la familia. Las principales reacciones que encontraremos son:
Ansiedad: La ansiedad en los padres del niño asmático tiene unos matices especiales que,
como en el hijo, se derivan de las características del asma: intermitencia, variabilidad y
reversibilidad. Hay una ansiedad normal (impulso que activa a un individuo) y una ansiedad
patológica que interfiere el ritmo del comportamiento y puede acompañarse de reacciones
psicosomáticas. Ésta aparece cuando el organismo no es capaz de controlar la situación o dar
una respuesta que resuelva el problema. La ansiedad es el resultado de la incertidumbre; la
falta de predicción o control sobre la situación. La intermitencia de las crisis, al haber
períodos sin síntomas, crea expectativas de curación que acaban con otro ataque. La
variabilidad de estímulos desencadenantes crea una ansiedad crónica en los padres donde no
hay posibilidad de habituación al sufrimiento, la ansiedad cabalga entre la esperanza de los
períodos sin síntomas y la incertidumbre de una nueva crisis. Se focaliza la atención en el
aparato respiratorio del niño, se analiza todo lo que le produce fatiga, se intenta suprimir el
ejercicio físico, la risa, las emociones.
Depresión: En cuanto a la depresión, sigue el modelo de desesperanza aprendida ya descrito
para el niño, aunque, en este aspecto, si los padres reciben una buena información médica y
son capaces de captarla, no tiene porqué aparecer.
Sobreprotección: La sobreprotección es la conducta más frecuente de los padres hacia el niño.
Consiste en una excesiva intervención y ayuda para evitar posibles riesgos, sin valorar las
habilidades reales del niño, ni la importancia que tiene el desarrollo progresivo de su
independencia. Se produce una máxima interacción y un aumento de la vinculación mutua. En
8. consecuencia, hay un retraso en la adquisición de los hábitos de autonomía que interfiere las
ulteriores actividades y la adquisición de habilidades motrices, cognitivas y de interacción
individuo-grupo. La poca habilidad adquirida para las relaciones sociales le produce ansiedad,
que suprime alejándose o evitando dichas situaciones, con lo cual aumenta la dependencia del
grupo familiar. Se cierra así uno de los círculos que bloquean el desarrollo del automanejo, del
autocontrol y de la toma de decisiones; se favorece la inmadurez emocional y la inhibición
social.
6.5 EVALUACION PSICOLOGICA DEL NIÑO.
Historia clínica
Ésta debe centrarse en establecer las posibles relaciones entre acontecimientos vitales
importantes o situaciones de estrés crónico y la reacción asmática. Las características
familiares son datos imprescindibles: número de hermanos, relaciones afectivas entre sus
miembros, nivel socioeconómico y cultural, actitudes hacia el trastorno y seguimiento de
instrucciones médicas. Los padres con graves conflictos pueden focalizar su atención en el
asma para huir de los mismos.
Es importante fijar la edad de inicio y el curso evolutivo del trastorno (frecuencia de
ataques, visitas a urgencias, hospitalizaciones). También se debe anotar cómo y cuánto ha
interferido la enfermedad en la vida del paciente y le ha impedido establecer relaciones
sociales normales. Asimismo, cabe consignar las reacciones emocionales ante las crisis y los
refuerzos a ganancias secundarias a las mismas.
Entrevista semiestructurada
Se ha ideado una entrevista semiestructurada (Gila y Teruel, 1987) con objeto de
proporcionar al alergólogo un instrumento simple que le permita obtener una valoración de
los niños que necesitan apoyo psicológico, con el consiguiente beneficio para la evolución de
su enfermedad. Se trata de obtener datos sobre hechos que preceden el inicio de las crisis
(árbol familiar, factores de predisposición genética, naturaleza, nivel socioeconómico y
cultural...). Así mismo, se investigan los desencadenantes, acompañantes y consecuentes y
la modificación ambiental de las crisis (cambio de interacciones y reacciones emocionales en
los diversos miembros de la familia, ganancias secundarias). Estos datos permitirían estudiar
los factores que pueden favorecer el condicionamiento de las reacciones asmáticas.
En su formato actual experimental, la entrevista consta de 91 afirmaciones a
responder por los padres, rodeándolas con un círculo si la respuesta es positiva, y tachando el
número en caso contrario. Se agrupan en las áreas siguientes:
- Reacciones emocionales del niño e interacción con padres y hermanos.
- Posibles desencadenantes de crisis.
- Adquisición de hábitos de autonomía y actitudes maternas.
- Escolaridad y actitudes hacia la misma.
9. - Actividades deportivas y de tiempo libre.
- Síntomas asociados de trastorno emocional.
- Características emocionales, tipos de comportamiento y antecedentes psiquiátricos de la
madre.
- Características emocionales, tipos de comportamiento y antecedentes psiquiátricos del
padre.
- Relaciones afectivas familiares.
Acontecimientos vitales
El análisis de los acontecimientos vitales ocurridos a un niño, durante el período
anterior, es importante a la hora de valorar los posibles antecedentes y concomitantes de las
reacciones asmáticas. La repercusión de un mismo hecho no es igual para todos los niños, ni
en un mismo niño según la edad, sexo, rasgos básicos temperamentales, experiencias
anteriores y estado de equilibrio ambiental en el momento del suceso. La repercusión
también depende del grado de apoyo social que recibe.
Nivel intelectual
Es esencial conocer la capacidad de razonamiento y de comprensión del entorno por
parte del niño para, ver hasta qué punto puede colaborar y adquirir las habilidades de
automanejo y la capacidad de autocontrol necesarias para dominar la enfermedad y los
trastornos ambientales.
Nivel escolar
En la literatura se describe a esta población en riesgo de presentar fracaso escolar. En
éste influye no sólo el elevado índice de absentismo sino también una menor aplicación a las
tareas escolares por baja tolerancia al esfuerzo y hábitos de autonomía inmaduros. Suelen ser
niños sobreprotegidos, que no han aprendido a tolerar las frustraciones y que huyen de
cualquier situación de exigencia.
Actitudes del niño
La evaluación de la capacidad de autocontrol es importante en los niños que pueden
estar sometidos a un estrés crónico y que son suceptibles de desarrollar trastornos
psicosomáticos. En el asma se debe explorar esta capacidad para:
• Averiguar si un bajo autocontrol puede hacer más vulnerable al niño a las presiones
ambientales o al estrés de la propia enfermedad.
• Establecer una línea base para utilizar técnicas psicológicas que contribuyan a
fomentarlo.
Variables de personalidad
Las personas con elevado nivel de neuroticismo tienden a ser hipersensibles, con
ansiedad elevada y tendencia a padecer desarreglos somáticos. Se ha insistido mucho en la
importancia de la labilidad emocional-ansiedad en las reacciones asmáticas. Las reacciones
10. de pánico ante las crisis están en función de esta variable y del psicomantenimiento del asma.
En adultos los asmáticos con mala evolución presentan una N significativamente elevada,
estos datos no se replican en población infantil , puede pensarse que la tendencia observada
se estructura en la edad adulta, por el influjo del estrés debido a la propia enfermedad.
Otras variables a evaluar:
• Ansiedad
• Depresión (capacidad de diversión, retraimiento social, sueño, apetito, fatiga excesiva,
quejas somáticas, irritabilidad, culpabilidad, autoestima, ideas mórbidas, ideas de
suicidio, llanto, afecto deprimido, labilidad de humor … )
• Adaptación (inferioridad personal, inadaptación social, inadaptación familiar, fantaseo)
El fantaseo es un índice de cómo el niño encara la solución de sus problemas: de manera
realista y directa, de forma inadecuada, replegándose en sí mismo y refugiándose en el
fantaseo.
• Estilo educativo de los padres (rechazo, calor emocional, sobreprotección …)
6.6 AFRONTAMIENTO DE LA ENFERMEDAD
El modo en que el paciente afronta su enfermedad influye en el manejo de la misma;
determinados estilos de afrontamiento se relacionan con dificultades en el manejo de las crisis.
Los sujetos con niveles muy altos o muy bajos de ansiedad presentan mayor frecuencia y
duración de hospitalizaciones. La razón estriba en que los sujetos muy ansiosos responden
desproporcionadamente a los síntomas y los que expresan poca ansiedad no reaccionan a las
manifestaciones asmáticas o lo hacen tardíamente. Los que han pasado por experiencias graves
(paro cardiaco, ataque hipóxico o pérdida de conciencia) son reacios a hablar de sus miedos, a
revelar sus pensamientos y adoptan un estilo de defensa represivo (negación e incomunicación)
influyendo este mecanismo en el mantenimiento de la crisis.
Entre las variables que favorecen el afrontamiento adaptativo a la enfermedad
mencionamos las siguientes:
- buen desarrollo de las capacidades cognitivas.
- apoyo familiar.
- estabilidad emocional.
- la expresión de emociones.
Y entre las variables que interfieren la adaptación a la enfermedad se citan las siguientes:
- la gravedad de la enfermedad.
- hospitalizaciones previas múltiples.
- alteraciones psicopatológicas y conflictos en la familia.
- la presencia de otras enfermedades.
- alteraciones emocionales en el paciente.
- mecanismos de defensa de evitación y negación.
Se ha demostrado que la mejoría en el curso del asma se asocia a una buena adaptación a
11. la enfermedad. Por tanto se hace necesaria la participación de equipos multiprofesionales que
evalúen las distintas estrategias de afrontamiento que el paciente utiliza con objeto de mejorar la
evolución y curso clínico de la enfermedad asmática.