2. INDICE
1. Introducción al concepto de estructura social ...... 1
2. Introducción al estudio de las clases .............. 34
3. El enfoque funcionalista de la estratificación social 51
4. Enfoques clásicos sobre las clases ................. 71
5. Enfoques actuales sobre las clases ................. 88
6. Valoración del análisis de clases .................. 149
7. El estudio de las clases sociales en España ........ 160
8. Algunos problemas actuales en el estudio de las clases 184
9. Clases y movilidad social .......................... 255
** Indice pormenorizado .............................. 270
3. INDICE PORMENORIZADO
1. INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL ..... 1
1.1. Definiciones de estructura social ............... 1
1.2. El concepto de estructura social:
el debate estructura acción .................... 8
1.3. Las aportaciones de Bourdieu, Giddens
y la teoría de la elección racional ............ 19
1.4. Una solución al dilema estructura/acción:
el estudio de caso de Willis ................... 27
2. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LAS CLASES ............ 34
2.1. Teorías gradacionales y teorías
relacionales de las clases ..................... 34
2.2. Evolución reciente del concepto de clase ....... 36
2.3. Las clases sociales en los noventa ............. 46
3. EL ENFOQUE FUNCIONALISTA DE LA
ESTRATIFICACION SOCIAL ......................... 51
3.1. Planteamientos generales ....................... 51
3.2. Características de las distintas clases ........ 61
3.3. La medición de la estratificación .............. 68
4. ENFOQUES CLASICOS SOBRE LAS CLASES ............... 71
4.1. Marx ........................................... 71
4.2. Weber .......................................... 80
5. ENFOQUES ACTUALES SOBRE LAS CLASES ............... 88
5.1. Principales enfoques neomarxistas .............. 88
5.1.1. Poulantzas ................................... 88
5.1.2. Wright: de las posiciones contradictorias
a las explotaciones múltiples ....................... 96
5.2. Principales enfoques neoweberianos ............. 116
5.2.1. Dahrendorf ................................... 116
5.2.2. Parkin ....................................... 124
5.2.3. Giddens ...................................... 135
5.2.4. Goldthorpe ................................... 142
6. VALORACION DEL ANALISIS DE CLASES ................ 149
6.1. La desaparición del concepto de status ......... 149
6.2. Diferencias y semejanzas en los análisis
de Marx y Weber ..................................... 150
4. 6.3. Convergencias y divergencias en los análisis
neomarxistas y neoweberianos ................... 151
6.3. Esping-Andersen: ¿un paradigma emergente? ...... 155
7. EL ESTUDIO DE LAS CLASES SOCIALES EN ESPAÑA ...... 160
7.1. Enfoque estructural-funcionalista .............. 161
7.2. Enfoque marxista ............................... 165
7.3. Estudios de la época de la transición .......... 171
7.4. Estudio internacional sobre clases (informe español)179
7.5. Un intento de superar las deficiencias del análisis
de clases: las aportaciones recientes de J.J. González 181
8. ALGUNAS CUESTIONES ACTUALES ...................... 184
8.1. Las clases medias .............................. 184
8.1.1. La pequeña burguesía tradicional ............. 175
8.1.2. La nueva clase media ......................... 183
8.2. La infraclase .................................. 195
8.3. Segmentación de los mercados de trabajo ........ 206
8.4. La posición de clase de las mujeres ............ 214
8.5. Estructura social e ideología .................. 223
8.6. Clases sociales y poder político ............... 226
8.7. Clase y comportamiento electoral ............... 232
8.8. La distribución de la riqueza entre
las distintas clases ............................ 237
9. CLASES Y MOVILIDAD SOCIAL ......................... 255
9.1. Principales estudios sobre movilidad social .... 255
9.2. Consecuencias de la movilidad social .......... 267
5. 1
1. INTRODUCCCIÓN AL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL
1.1. DEFINICIONES DE ESTRUCTURA SOCIAL
A pesar de la importancia trascendental que para la sociología
tiene el término estructura social, es prácticamente imposible
encontrar una definición acabada del mismo. Más bien parece ser una
especie de eslogan invocado periódicamente que permite diferenciar
un trabajo sociológico de otro de corte psicológico. Ya advertía
Giddens que es tal la importancia del término que se da por supuesta
su definición, a pesar de que finalmente tal definición no exista.
Se trata de una perplejidad similar a la que sentía San Agustín
cuando se enfrentaba a la definición del tiempo y del espacio: sabe
perfectamente qué es el tiempo y qué es el espacio, pero le resulta
imposible llegar a definirlo cabalmente.
El concepto de estructura social tiene una larga historia. En
su acepción original la palabra estructura hace referencia a la
construcción de edificios, pero en el siglo XVI se emplea para
denotar las relaciones entre las partes que constituyen un todo. Era
una palabra utilizada normalmente en los estudios anatómicos que por
entonces comenzaban a florecer. El paso del término de la anatomía
a la sociología, aunque se produjo varios siglos después, fue una
consecuencia lógica del empleo de las analogías orgánicas por parte
de los pensadores políticos. En su Leviathan Hobbes no llega a
utilizar este término, pero su concepción del estado como un
organismo artificial en el que se distinguen con toda precisión la
función de cada institución hubiera justificado la utilización del
término.
Spencer estableció una analogía entre el funcionamiento de los
organismos vivos y el de la sociedad. De este modo, lo que resulta
válido para los fenómenos biológicos, también lo es para los
fenómenos sociológicos. La historia, tanto la de la vida orgánica
como la de la vida social o supraorgánica, es un proceso de
desarrollo y dicho proceso supone un crecimiento en cantidad y
complejidad. Del mismo modo que las primeras formas de vida orgánica
fueron unicelulares y de estructura simple, el género humano vivió,
en sus comienzos en unos cuantos grupos u hordas simples y aislados.
Tanto las formas tardías de vida orgánica como las de vida social
presentan una diferenciación y multiplicidad, en su estructura y en
6. 2
sus funciones. Spencer1
plantea que las estructuras sirven para
desempeñar funciones esenciales de la sociedad. La primera y más
urgente necesidad de una sociedad consiste en afrontar el entorno,
especialmente las actividades ofensivas y defensivas. La segunda
gran necesidad es la de organizar las actividades internas para el
sustento (actividades económicas). La tercera, a la que denomina
sustento general, tiene que ver con el intercambio entre las partes
diferenciadas del organismo. Y, finalmente, como consecuencia de la
mutua dependencia entre las partes de la sociedad, aparece un
sistema regulador para facilitar la cooperación entre las distintas
partes. Si predominan las actividades de defensa y ataque estamos
ante una estructura social militar, si preponderan las actividades
de sustento nos encontramos ante una estructura social industrial.
Smelser2
advertía que resulta difícil concebir cualquier área
de investigación científica en la que tarde o temprano no se invoque
la noción de estructura. Se trata de un término que encontramos en
todas las ciencias. Términos como estructura atómica, estructura
molecular, estructura anatómica, etc., están en la mente de todos.
La razón por la que el concepto de estructura resulta tan atrayente
se debe a que la noción de estructura describe (a) regularidades en
cualquier parte de la realidad que investiga y (b) relaciones
sistemáticas entre las cosas que estudia. Se trata de una idea que
recoge Boudon3
:
Quien dice estructura quiere decir sistema, coherencia, totalidad,
dependencia de las partes con respecto al todo, sistema de
relaciones, totalidad no reducible a la suma de sus partes,
etc.
El término estructura social se usa casi siempre en un sentido
muy vago y amplio, aplicable a algunos o a todos los rasgos que
1
H. Spencer, Principles of Sociology, Nueva York, Macmillan,
1969.
2
N.J. Smelser, "Social Structure", Handbook of Sociology,
Londres, Sage, 1988.
3
R. Boudon, ¿Para qué sirve la noción de estructura?, Madrid,
Aguilar, 1973, p. 14.
7. 3
intervienen en la constitución de alguna sociedad. En la práctica,
muchas veces, su significado no se aleja en exceso de la expresión
"la sociedad en su conjunto". He aquí algunos ejemplos:
La estructura social es el tejido de las fuerzas sociales en
interacción, de las cuales surgen los distintos modos de
observar y pensar...4
[El estudio de la] estructura social atiende a las formas
principales de la organización social, a saber, los tipos de
grupos, asociaciones e instituciones, y el complejo de los
mismos que constituye las sociedades... Una exposición
completa de la estructura social supondría un estudio de todo
el campo de las estructuras comparadas.5
Es posible identificar una serie de rasgos comunes a todas las
pretendidas definiciones de estructura social. Generalmente el
término estructura social se refiere a las características de las
colectividades, los grupos y las sociedades, rasgos no imputables
a los individuos y que ejercen un efecto constrictivo sobre las
creencias y acciones de estos. Las variables estructurales son
definidas como propias de los agregados o de los sistemas sociales.
A veces se denominan condiciones socio-históricas. Algunos ejemplos
típicos de variables estructurales en la sociología contemporánea
son: los modelos de comunicación, la distribución de la población
en función del sexo y de la edad, la división del trabajo, los niveles
y grados de desigualdad. A veces también se incluye la distribución
social del poder.
Para Murdock 6
la noción de estructura social designa la
coherencia de las instituciones sociales: las instituciones no son
conglomerados arbitrarios o aleatorios; en este sentido, están
dotadas de una estructura.
4
K. Mannheim, Ideology and Utopia, citado por S.F. Nadel,
Teoría de la estructura social, Madrid, Guadarrama, 1966, p. 29.
5
Ginsberg, Reason and Unreason in Society, citado en Nadel, op.
cit, p. 29.
6
cfr. Boudon y Bourricaud, Dictionnaire critique de la
sociologie, París, PUF, 1982, p. 17
8. 4
Otras veces la noción de estructura se opone a la de coyuntura.
El concepto de estructura designa los elementos estables de un
sistema en oposición a los elementos variables. El término
estructura social se refiere a las relaciones más permanentes y
organizadas de la sociedad. Así se ha definido como el complejo de
los principales grupos e instituciones que constituyen las
sociedades. Toda sociedad requiere un mínimo de elementos para
existir. Estas exigencias mínimas, de acuerdo con Bottomore7
, son
las siguientes: (a) un sistema de comunicación; (b) un sistema
económico que gire en torno al consumo, la producción y la
distribución de las mercancías; (c) organismos y ordenamientos
(incluyendo la familia y la educación) para la socialización de las
nuevas generaciones; (d) un sistema de autoridad y de distribución
del poder y (e) un sistema de ritos que mantenga e incremente la
cohesión social y otorgue reconocimiento social a acontencimientos
personales como el nacimiento, el matrimonio o la muerte.
Salvador Giner8
define la estructura social como el conjunto
relativamente estable de las interrelaciones entre las diversas
partes de una sociedad, más la distribución de estas partes según
un orden dinámico. Estas interrelaciones poseen un grado
considerable de permanencia que muy frecuentemente trasciende la
duración de la vida de los individuos. Si estudiamos, por ejemplo,
el status de la nobleza en una sociedad feudal podremos delinear sus
privilegios a través del tiempo y del espacio en virtud de su
estabilidad mínima como estamento dominante. La nobleza ocupa un
cierto lugar (posición social) lo suficientemente estable para que
estudiemos lo que podemos denominar estructura social feudal.
En otras ocasiones el término estructura se utiliza para
distinguir lo fundamental de lo secundario, lo esencial de lo no
esencial. Para Mannheim9
, la estructura social es el tejido de las
7
T.B. Bottomore, Introducción a la sociología, Barcelona,
Península, 1978.
8
Sociología, Barcelona, Ediciones de Bolsillo, 1976, p. 66
9
cfr., Boudon y Bourricaud, op. cit., p. 18.
9. 5
fuerzas sociales en interacción de donde surgen los diversos modos
de observación y de pensamiento. La noción de estructura social
designaría implícitamente el conjunto de elementos de un sistema
social que domina y determina a los otros. Para Mannheim se trata
de elementos materiales (vagamente agrupados en la expresión
fuerzas sociales) que permiten explicar los elementos ideales. Es
un uso que recuerda a la distinción entre estructura y
superestructura. La influencia de la tradición marxista explica que
frecuentemente se utilice la noción de estructura social como
sinónimo de sistema de estratificación. Esta definición también se
recoge en el Penguin Dictionary of Sociology de Abercrombie et al..10
Los sociólogos utilizan este concepto para explicar algo en
términos causales. Este enfoque presenta la dificultad de que las
estructuras sociales no son directamente observables. Esto ha hecho
que muchas veces el concepto de estructura se haya contemplado como
algo reificado.
En este mismo sentido, se puede citar el planteamiento
metodológico de Wright en Clase, crisis y estado11
al considerar que
las estructuras sociales imponen limitaciones dentro de las cuales
puede variar otra estructura o proceso, fijando además las
probabilidades de las estructuras o procesos específicos posibles
dentro de esos límites. Un buen ejemplo de tal limitación es la
relación entre la estructura económica y las formas de estado en la
sociedad feudal. Dada la naturaleza de las relaciones económicas en
el feudalismo clásico (el control de los medios inmediatos de
producción por el campesinado, la apropiación del plusproducto
mediante la coerción, la limitada cuantía del excedente
disponible), la democracia representativa mediante el sufragio
universal era estructuralmente imposible como forma de estado, es
decir, quedaba fuera de los límites estructurales fijados por las
estructuras económicas. Dentro de esos límites, sin embargo, podían
darse una variedad de formas de estado, oscilando desde sistemas
señoriales de dominio político altamente descentralizados a estados
absolutistas relativamente centralizados.
10
Harmondsworth, Penguin, 1984.
11
Madrid, Siglo XXI, 1983.
10. 6
Abercrombie et. al.12
señalan que la estructura social se ha
definido como cualquier pauta de conducta social. Sin embargo, esta
definición incluiría tanto las conductas triviales como las
significativas. Una definición más acertada es la que considera que
la estructura social se refiere a las relaciones ordenadas,
duraderas y pautadas entre los elementos de una sociedad.
En el Diccionario de Sociología 13
de Shoeck se recoge la
definición de estructura social como la constelación especial de los
grupos sociales más importantes (castas, estamentos, clases) dentro
de toda una sociedad, juntamente con las correspondientes formas
específicas de los acuerdos sociales entre estas. En este mismo
diccionario se mantiene que la estructura de una sociedad industrial
de hoy es pluridimensional: viene determinada por la estructura de
la población, la clasificación profesional, las actividades
económicas, las organizaciones, así como por campos de
comportamiento institucionalizados, como la familia, la escuela, la
empresa, las asociaciones, las iglesias, con sus sistemas típicos
de roles, y, además, por los grupos dirigentes y por los tipos de
asentamiento.
En el Diccionario de Sociología14
de Henry Pratt Fairchild se
plantea que, en abstracto, podemos distinguir dos clase de
estructura social: (a) la división de los grupos sociales en
subgrupos y, finalmente, en miembros individuales o personas que,
con frecuencia, difieren unas de otras por su función o status; y
(b) la división de un tipo de cultura, es decir, del cuerpo total
de la cultura de una sociedad o grupo de la misma en sus elementos
constituyentes tales como usos sociales, costumbres, complejos
culturales, institucionales y creencias.
Desde la perspectiva de un área de conocimiento como es la
estructura social contemporánea resultan especialmente
12
op. cit.
13
Barcelona, Herder, 1977.
14
México, FCE, 1987.
11. 7
significativas las consideraciones de Ossowski15
sobre el concepto
de estructura social. De acuerdo con él, es factible concebir la
estructura social en el sentido literal, espacial, de la palabra.
Esto ocurre cuando nos referimos al sistema espacial de los
individuos o los grupos humanos en atención a las relaciones
sociales que existen entre ellos. Al aludir al sistema espacial de
los individuos y los grupos, se refiere a la magnitud, la
localización y la configuración de las poblaciones, a la densidad
de la población en las diversas partes del territorio, a las líneas
de comunicación, etc.
En relación con la estructura de clases,
la estructura social es un concepto más extenso, puesto que los
grupos que consideramos componentes de la estructura social
no han de ser necesariamente clases sociales. Pueden ser,
pongamos por caso, categorías de edades (niños, jóvenes,
adultos, ancianos: de ahí el "envejecimiento"), que analizamos
a tenor de los cambios de relaciones institucionales que en
su seno se verifican y al reparto de sus funciones, o bien en
relación con las diferencias que se manifiestan en ellas en
cuanto a los derechos y obligaciones se refiere.16
Puede tratarse también de otros grupos como es el caso de los
étnicos.
De acuerdo con esta postura,
concebimos la estructura social como un sistema de relaciones
interhumanas, de distancias y jerarquías, tanto en sus formas
organizadas, como inorganizadas, mientras que habremos de
considerar la estructura de clases en tanto que un cierto -y
muy trascendental- aspecto de la estructura social.17
En este mismo sentido Daniel Lacalle18
hacía referencia a las
distintas maneras en que se puede estudiar la estructura social:
15
S. Ossowski, Estructura de clases y conciencia social,
Barcelona, Península, 1969.
16
op. cit., pp. 17-18.
17
op. cit., p. 18.
18
Clases sociales y capitalismo, Madrid, Endymion, 1990.
12. 8
estructura social por edades y sexo, estructura por tipos de
asentamiento, estructura sectorial, estructura de ingresos y
estructura de clases.
1.2. EL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL
¿Cuántos sociólogos -se preguntaba Giddens 19
empiezan los
cursos introductorios de sociología tratando de mostrar que el
agente individual no es el autor de sus acciones? El suicidio20
de
Durkheim goza de gran popularidad como libro introductorio debido
a que explica esto muy bien. Incluso un individuo implicado en un
acto solitario de autodestrucción es víctima de las constricciones
de la sociedad en la que vive. En este sentido, Boudon21
se preguntaba
si no sería la sociología la ciencia de los determinismos sociales.
Basándose en este estado de cosas Daniel Bell22
llega a sugerir que
la sociología suele definirse como la ciencia de los efectos de las
clases sociales o de los sistemas de estratificación social.
Hablar de la estructura social es hablar de la razón de ser
de la sociología. Desde la aparición de la sociología el debate sobre
si los agentes sociales son libres a la hora de actuar o si están
constreñidos, y hasta qué grado, por condicionantes estructurales
(la religión, la familia, la educación, la clase social, etc.) ha
estado siempre sobre el tapete. La definición de Durkheim de la
sociología como el estudio de los hechos sociales y su
caracterización de estos como elementos externos que se imponen a
los individuos es un claro ejemplo del predominio de la estructura
sobre la acción social.
19
"R.K. Merton on Structural Analysis", en J. Clark et. al.,
R.K. Merton. Consensus and Controversy, Londres, Falmer Press,
1990.
20
Madrid, Akal, 1985.
21
La lógica de lo social. Introducción al análisis sociológico,
Madrid, Rialp, 1981.
22
Citado en Boudon, op. cit.
13. 9
Entre los sociólogos clásicos, quien más contribuyó a la idea
de la sociología como ciencia de los determinismos sociales (o
sociologismo) fue Durkheim. Durkheim convierte al homo sociologicus
en un sujeto pasivo, una especie de autómata cuyo comportamiento
sería el efecto casi exclusivo de causas sociales. Su descripción
de los hechos sociales como modos de pensar, actuar y sentir externos
a los individuos y dotados de poder coercitivo, y su uso de variables
de nivel macro como la división del trabajo, parecen enfatizar la
importancia de las propiedades objetivas de la organización social
y el carácter dependiente y subordinado de la conciencia individual.
A diferencia de lo que ocurre en Weber, quien -como veremos-
se centra en los estados subjetivos de las personas, en el caso de
Durkheim el foco de interés se refiere a realidades externas a las
personas. Durkheim recurre a dos criterios para determinar el
carácter social de la acción humana: la exterioridad de las maneras
de obrar, pensar y sentir y la coacción que estas maneras ejercen
sobre el comportamiento de las personas.
Para comprender esto cabalmente debemos remitirnos a la teoría
de las dos conciencias: la colectiva y la individual. La colectiva
está constituida por las maneras de obrar, pensar y sentir que
integran la herencia común de una sociedad dada, lo que en el
estructural-funcionalismo de Parsons y otros se dió en llamar
orientación normativa de la acción. Estas maneras se transmiten de
generación en generación por medio de la educación. Por contra, la
conciencia individual está formada por el ámbito privado de cada
persona.
En este sentido, resulta absolutamente magistral la tesis
central de su obra El suicidio. El suicidio es un acto que ofrece
todas las características de un hecho social: es un fenómeno que se
da en todas las sociedades, pero que varía en cada una de ellas.
Además, la tasa de suidicios es distinta dentro de un país entre cada
uno de los grupos que lo componen: los católicos se suicidan menos
que los protestantes, los judíos menos que los católicos, las
personas casadas menos que las solteras, las casadas con hijos menos
que las casadas sin hijos, etc. Es decir, la tasa de suicidios es
mayor entre aquellas personas menos integradas en conjuntos
sociales.
14. 10
Durkheim está profundamente inspirado por la tradición
positivista. Una de sus afirmaciones famosas es aquella que mantiene
que debemos estudiar los hechos sociales como si fueran cosas, es
decir, objetos de observación. A diferencia de Weber, Durkheim no
oponía la sociología a la historia, sino a la psicología.
Como contraste, la sociología de Weber, nacida al calor del
debate sobre las diferencias entre las ciencias naturales y las
ciencias humanas, se inclina hacia un mayor peso de la acción sobre
las estructuras. Weber define la sociología como
la ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social
para de esta manera explicarla causalmente en su desarrollo
y efectos. Por "acción" debe entenderse una conducta humana
(bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir
o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción
enlacen a ella un sentido subjetivo. La "acción social", por
tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto
o sujetos está referido a la conducta de otros, oriéntandose
por ésta en su desarrollo.23
Para Weber la acción es social siempre que los individuos
enlacen a ella un sentido subjetivo. Se trata de una acción en donde
el sentido mentado por el sujeto está referido a la conducta de
otros. Esto significa que las personas deben tener en cuenta el
comportamiento de los demás, así como la presencia o la existencia
de los mismos. El segundo criterio de la acción social es el de la
significación. El sujeto indicaría por medio de su acción que ha
comprendido las expectativas de los otros.
Weber vivió una época en la que en Alemania preponderaba una
corriente intelectual muy poderosa que establecía una oposición
radical entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del
hombre. Las ciencias naturales estudian un orden necesario, regido
por el determinismo, la regularidad, la previsibilidad. Por contra,
las ciencias humanas han de estudiar el comportamiento humano,
comportamiento regido por la indeterminación, la irregularidad y la
ausencia de previsibilidad. En este sentido, la historia era
considerada como el estudio de aquellos acontecimientos únicos y
singulares, no sujetos a leyes, que jamás volverían a repetirse. Sin
23
Economía y sociedad, México, FCE, 1979, p. 5.
15. 11
llegar a negar la diferencia entre ciencias del hombre y ciencias
naturales, Weber trató de salvaguardar el carácter científico de las
primeras. Mostró la posibilidad de la explicación causal en los
comportamientos humanos y además puso de manifiesto la ventaja de
estas ciencias frente a las de la naturaleza. Estas últimas carecen
de la posibilidad de comprender desde dentro los fenómenos
estudiados.
Lo que parece fuera de toda duda es que para la sociología,
la acción humana no es arbitraria, sino que obedece a un cierto
determinismo. La sociología precisa establecer el principio del
determinismo. En caso contrario, se reduciría a la historia de lo
particular y lo singular. Siguiendo a Carr podemos definir el
determinismo como la "convicción de que todo cuanto ocurre tiene una
o varias causas, y no podía haber ocurrido de otro modo más que si
algo, en la causa o las causas, hubiese sido asimismo distinto".24
El vocablo determinismo goza de una mala acogida intelectual porque
se asocia a la noción de fatalismo. El fatalismo mantiene la tesis
de que la ocurrencia de los acontecimientos está predestinada, cosa
que ocurre en las filosofías de la historia de inspiración
teológica. Aquí la secuenciación histórica depende de la
intervención de una entidad de carácter suprahistórico
(generalmente dios). Sin embargo, para el determimismo esta
secuenciación depende de las condiciones imperantes y se rechaza la
intervención de cualquier pretendida entidad al margen del propio
proceso histórico.
Una segunda fuente de desprestigio de la tesis determinista
proviene de su asociación con la inevitabilidad histórica. Se trata
de la creencia teleológica en alguna meta final capaz de regir el
curso de la historia.
Finalmente, la última versión que desprestigia al determinismo
es la que reduce a una sola causa la explicación de la compleja
diversidad de los acontecimientos históricos. De este modo se ha
podido hablar de determinismo geográfico, racial, biológico,
24
E.H. Carr, ¿Qué es la historia?, Barcelona, Seix Barral, 1967,
p. 125.
16. 12
económico, sociológico, etc. Al marxismo se la ha solido atribuir
por parte de algunos de sus críticos este defecto. Marx y Engels
fueron conscientes de estas críticas:
El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el
aspecto económico es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa
Marx y yo mismo. Frente a los adversarios teníamos que subrayar
este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos
de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia
a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones
y las reacciones.25
De acuerdo con Pereyra26
se puede considerar que el principio
de determinación establece que: a) los acontecimientos históricos
ocurren siempre en forma definida o determinada, b) el desarrollo
del proceso no es arbitrario sino legal, y c) las formas a través
de las cuales los acontecimientos adquieren sus características
específicas dependen de condiciones preexistentes.
El determinismo histórico no niega el papel de la
intencionalidad, la decisión y la voluntad en los hechos sociales:
simplemente rechaza el supuesto metafísico de una abstracta e
indeterminada voluntad pura.
Para Giddens27
y Bourdieu28
el debate sobre estructura y acción
social ha de comprenderse en el contexto de la división tradicional
en la teoría social entre el objetivismo y el subjetivismo. En el
primero el objeto social, la sociedad, tiene un grado de prioridad
sobre el agente individual y las instituciones sociales son
25
F. Engels, carta a J. Bloch, 21 de setiembre de 1890. En K.
Marx y F. Engels, Obras escogidas, vol. 2, Madrid, Akal, 1975, p.
522.
26
C. Pereyra, "El determinismo histórico". En teoría, 3, 1979.
27
A. Giddens, Social Theory and Modern Sociology, Cambridge,
Polity Press, 1987.
28
El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991.
17. 13
contempladas como el núcleo del análisis social. El subjetivismo es
justamente lo opuesto. El agente humano es tratado como el eje
central del análisis social. Cada una de estas perspectivas
tiene su atractivo. Por un lado, aquellos que pertenecen a las
tradiciones objetivistas tienen razón al subrayar que la sociedad
o las instituciones sociales tienen propiedades estructurales que
van más allá de las actividades de los miembros individuales que
componen la sociedad. Los subjetivistas destacan el hecho de que los
seres humananos son seres capaces de comprender las condiciones en
que ejecutan la acción.
Los objetivistas -muy influidos por el positivismo- han
predicado la unidad del método científico: un monismo metodológico
que hace extensibles los postulados y metodología de la ciencia
natural al estudio de las sociedades.
Los subjetivistas son hostiles a las doctrinas del positivismo
y argumentan que, debido al carácter significativo de las acciones
humanas, la explicación de estas últimas requiere un enfoque
especial y da lugar a diferentes formas de conocimiento.
Tal y como señalaba Rubinstein29
se puede afirmar, con algunas
reservas, que el objetivismo es la expresión del positivismo
en las ciencias sociales. Como recordaba De Pablo, según
Durkheim, la estructura social hace referencia a relaciones
entre hechos sociales que son fenómenos sui generis. Pero, ¿de
qué relaciones se trata? Son, como él mismo aclara, relaciones
de "variación concomitante". Así, por ejemplo, variaciones en
el grado de diferenciación de una colectividad estarían
supuestamente relacionadas con variaciones concomitantes en
su grado de cohesión y regulación internas.30
29
D. Rubinstein, Marx and Wittgenstein. Social Praxis and
Social Explanation, Londres, RKP, 1981.
30
A. De Pablo, "Causalidad, estructura y acción social:
consideraciones en torno a la sociología de la educación", en M.F.
Enguita (ed.), Marxismo y sociología de la educación, Madrid, Akal,
1986, p. 174.
18. 14
Uno de los principios fundamentales del positivismo es la idea
de que el conocimiento científico debe basarse en los datos brutos.
Los datos simples pueden ser descritos con independencia de
cualquier perspectiva teórica. En este sentido el ejemplo que aducía
Hempel31
es suficientemente clarificador. Para explicar por qué
motivos se ha reventado durante la noche el radiador de mi automóvil
hay que empezar por describir las condiciones antecedentes: el coche
estaba en la calle, la temperatura bajó por debajo de los cero
grados, etc. Conociendo las leyes de la física podemos explicar por
qué reventó el radiador. Con estos elementos (antecedentes más
conocimientos de física) podríamos haber previsto los
acontecimientos. Cualquier cuestión, sea física, orgánica o social,
puede explicarse a partir de estos parámetros. Se trata de un modelo
de ciencia intrínsecamente vinculado a la predicción.
Las explicaciones objetivistas suelen ser de corte
behaviorista. Es decir, se trata de explicaciones que desdeñan el
problema de la conciencia de los seres humanos. Así, algunos de los
defensores del objetivismo afirman que se debe partir del dato de
que las personas no tienen mente, hasta el punto de considerar los
diferentes términos referidos a la mente, la voluntad, el
sentimiento, etc. como el flogisto de la ciencia social. Para
Durkheim todo lo relativo a la intención es demasiado subjetivo como
para permitir un tratamiento científico.
Un enfoque alternativo reconoce que las personas tienen una
vida mental, pero argumenta que las propiedades mentales pueden
operacionalizarse en afirmaciones relativas a lo que hacen los
sujetos.
Una respuesta más sutil es la que afirma que las personas tienen
vida mental, pero esta debe incorporarse a alguna forma de la acción.
Las explicaciones de la acción son similares a las explicaciones de
los eventos físicos.
Los objetivistas son partidarios de desarrollar el
conocimiento de la sociedad independientemente de las ideas de los
31
C. Hempel, "The function of general laws in history", Journal
of Philosophy, 39, pp. 335-48, 1942. Citado por Rubinstein, op. cit.
19. 15
actores sociales. Pareto32
proporciona un ejemplo al separar las
ideas científicas de la sociedad de las ideas en la sociedad. De este
modo disntingue entre "residuos" -causas efectivas de la conducta-
y "derivaciones" -explicaciones ideológicas de los actores-.
Durkheim define la sociología como una búsqueda de
explicaciones en términos de causas más profundas que no son
percibidas por el inconsciente ("Todas las preconcepciones deben
erradicarse"). Esto enseña al sociólogo a huir de las ideas
profanas.
Un concepto básico del positivismo es que el conocimiento
científico debe asentarse sobre observaciones no sujetas a
interpretación. Para algunos filósofos, siguiendo a Hume, o más
recientemente a Russell, Mach y Ayer, el fundamento último del
conocimiento son las impresiones sensoriales, es la observación.
Sin embargo, reducir la interpretación de la realidad a datos
observables exteriormente con independencia de la intencionalidad
de los sujetos conduce al serio problema de no poder diferenciar,
en multitud de ocasiones, unos hechos de otros. Así, por ejemplo,
no puede diferenciarse una acción de un movimiento. Un movimiento
reflejo del brazo no sería sustantivamente distinto de un movimiento
deliberado. Si no se incorporan las ideas sociales se deja de captar
un importante segmento de la vida social.
A menudo los objetivistas han reducido la investigación a los
análisis estadísticos con la intención de esquivar el problema de
la comprensión. Es decir, las encuestas y demás datos estadísticos
suministrarían datos objetivos sobre lo que piensan (o más bien
manifiestan) los sujetos. Sin embargo, las encuestas no son
observaciones neutras. En primer lugar, se plantea el problema de
lo que entiendan por las preguntas los sujetos entrevistados, En
segundo lugar, no se pueden separar las encuestas del contexto en
que tienen lugar. Es conocido el ejemplo de las respuestas de
cortesía sobre el uso de preservativos en el caso de campesinos
hindúes.
32
V. Pareto, The Mind and Society. A Treatise on Causal
Sociology, Nueva York, Dower, 1963.
20. 16
Si hay algo que nos interesa destacar aquí es cómo se conceptúa
la estructura social desde el objetivismo. En el enfoque
objetivista, la estructura social es considerada como una serie de
rasgos objetivos de la organización social que existen aparte de la
conciencia subjetiva de los actores. De este modo, las teorías
estructurales explican la incidencia de acciones como el suicidio
y el homicidio, o estados subjetivos como la alienación y la anomia,
en términos de los aspectos objetivos de la organización social. Es
decir, la intencionalidad o cualquier otro rasgo subjetivo es
secundario, cuando no irrelevante, para explicar los
acontecimientos sociales.
La concepción subjetivista emergió en Alemania a finales del
siglo XIX. La corriente intelectual dominante en aquel entonces era
el idealismo neokantiano. Es en este marco donde tiene lugar el
debate entre ciencias naturales frente a ciencias culturales. Así,
por ejemplo, Dilthey se opuso a quienes consideraba positivistas
(como Comte) por pretender el empleo de métodos propios de las
ciencias naturales en el estudio de las ciencias sociales. Las
ciencias físicas estudian hechos, mientras que las culturales
estudian significados. En las ciencias físicas el pensamiento se
convierte en explicación, mientras que en las culturales, se
convierte en comprensión. La explicación establece leyes causales
e investiga a su objeto desde fuera. Por contra, la comprensión une
o enlaza significado con significado o trata de comprender a su
objeto por medio de la intuición.
La conducta humana no puede abordarse del mismo modo que los
datos brutos. Debe ser interpretada, en lugar de ser simplemente
observada. Weber afirmaba que debemos ir más allá de la mera
demostración de las uniformidades y relaciones funcionales. Debemos
conseguir algo inalcanzable para la ciencias naturales, a saber, la
comprensión subjetiva de la acción de los individuos. El
subjetivismo se plantea básicamente dos objetivos: a) la
comprensión motivacional de la acción y b) la explicación del
sentido común de los actores. En el ámbito del subjetivismo
incluimos tradiciones teóricas como la fenomenología, el
interaccionismo simbólico y la etnometodología. Se pueden agrupar
21. 17
en función de lo que rechazan: las encuestas, la cuantificación y
la reificación de la realidad social.
El punto de partida de estas escuelas es la creencia de que
la característica distintiva de la conducta humana es la presencia
de la mente, el significado o la conciencia. Esto es más cierto aun
en la sociología fenomenológica, la cual iguala el estudio de la
sociedad con el estudio de la conciencia.
Para Dilthey33
, la comprensión del otro requiere una recreación
de su experiencia mental, lo cual resulta difícil, sino imposible.
El campo de la psiquiatría plantea la posibilidad de que el tener
cierto tipo de experiencias excluye de modo lógico la posibilidad
de comprenderlas, como ocurre en el caso de la locura.
Schutz34
, cuyo trabajo es celebrado porque parece resolver el
problema de las otras mentes, rechaza el concepto de empatía. Habla
de la "reciprocidad de perspectivas" a través de la cual nos
proyectamos de modo imaginario en el lugar de otro y por lo tanto
comprendemos. Esta perspectiva está sujeta a las mismas críticas que
la empatía.
El argumento de la analogía afirma que dado que no podemos tener
acceso directo a la experiencia mental de otros, las demás personas
me proporcionan la idea de que su vida mental es similar a la mía.
Un problema obvio de este énfasis en la comprensión de la acción
intencional es que buena parte de la temática sociológica no se
refiere a la acción. Las cuestiones científicas sociales a menudo
se refieren a grupos y sociedades, y este nivel explicatorio es, al
menos en algunos respectos, lógicamente distinto de las acciones
intencionales de los miembros constituyentes. Marx ponía el ejemplo
del funcionamiento de la economía capitalista, economía en la que
se dan cita a un mismo tiempo la racionalidad del empresario junto
con la irracionalidad del sistema.
33
W. Dilthey, Pattern and Meaning in History, citado por
Rubinstein, op. cit.
34
A. Schutz, Common Sense and Scientific Interpretations of
Human Action, citado por Rubinstein, op. cit.
22. 18
Las explicaciones estrictamente intencionales no valen. Por
ejemplo, puede ser útil saber que una persona vota a Pérez por
considerarle honesto. Una encuesta puede revelar que el 60% del
electorado que vota a Pérez lo hace porque le considera honesto al
igual que lo hace el 60% de los votantes de Gómez. En este caso el
sociólogo debe buscar una explicación de las intenciones subjetivas
en algo más básico: quizás algo que considere la influencia de la
clase social.
Una de las soluciones más sugerentes al problema de la sociedad
como realidad objetiva desde un punto de vista interaccionista es
la propuesta por Berger y Luckman35
. Estos autores explican el
proceso de institucionalización a partir de la tendencia humana a
restringir al máximo las opciones, a evitar el desgaste psíquico que
supone el tener que recurrir a nuevos planteamientos frente a cada
nueva situación. La institucionalización es una consecuencia de la
tendencia a la habituación. La habituación hace innecesario volver
a definir cada situación de nuevo, paso por paso. Además, la
institucionalización supone un mecanismo de control por medio del
cual cada individuo tiene la posibilidad de saber cómo reaccionará
el otro. Uno de los fenómenos más curiosos que puede producirse es
el hecho de que el hombre es capaz de institucionalizar un mundo
frente al que posteriormente, en el decurso de las generaciones,
sentirse extraño.
El siguiente esquema36
explica, de un modo muy sintético las
antinomias fundamentales que enfrentan al objetivismo y al
subjetivismo.
Objetivo
Materialismo
Explicación
Observación
Hechos
Causa
Conducta
Subjetivo
Idealismo
Comprensión
Interpretación
Ideas
Significado
Acción
35
P. Berger y T. Luckman, La construcción social de la realidad,
Buenos Aires, Amorrortu, 1979.
36
Rubinstein, op. cit., pp. 24-25.
23. 19
Existencia (modo de
producción)
Subestructura
Organización social
Estructura
Sistema objetivo
Conciencia (ideología)
Superestructura
Psicología social
Cultura
Sistemas de significado.
1.3. LAS APORTACIONES DE BOURDIEU, GIDDENS Y LA TEORÍA DE LA ELECCION
RACIONAL.
Entre los intentos más recientes para solucionar el problema
del peso de las estructuras sobre las acciones sociales podríamos
citar los aportados por Bourdieu, Giddens y la teoría de la elección
racional (y su derivación en el marxismo analítico).
Bourdieu37
advierte sobre el carácter ruinoso de la división
entre objetivismo y subjetivismo.
El hecho mismo de que esta división renazca sin cesar bajo formas
apenas renovadas, bastaría para atestiguar que los modos de
conocimiento que distingue le son igualmente indispensables
a una ciencia del mundo social que no puede reducirse ni a una
fenomenología social ni a una física social.38
El objetivismo tiene por finalidad establecer regularidades
en forma de estructuras, leyes, etc. al margen de lo que puedan
pensar los individuos y al margen de su voluntad. Introduce una
fuerte división entre el conocimiento teórico y el conocimiento
práctico y rechaza como prenociones o ideologías las
representaciones explícitas de este último.
Recusa así el proyecto de identificar la ciencia del mundo social
con una descripción científica de la experiencia precientífica
de ese mundo o, más precisamente, el proyecto de reducir la
ciencia social, como hacen Schutz y la fenomenología, a
"construcciones de segundo grado, o sea, construcciones de las
construcciones producidas por los actores en la escena
social.39
37
P. Bourdieu, El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991.
38
Op. cit. p. 47.
39
A. Schutz, Collected papers. I. The Problem of Social Reality,
citado por Bourdieu, op. cit.,p. 59.
24. 20
El objetivismo contempla lo social a modo de un espéctaculo
de manera que el observador toma un punto de vista sobre la acción.
Bourdieu propone superar la antinomia
objetivismo-subjetivismo subordinando la práctica científica a un
conocimiento del "sujeto de conocimiento", un conocimiento tanto
objetivista como subjetivista.
La ciencia social no debe romper sólo, como lo quiere el objetivismo,
con la experiencia indígena y la representación indígena de
esa experiencia; le es necesario, además, mediante una segunda
ruptura, poner en cuestión los presupuestos inherentes a la
posición del observador "objetivo" que, dedicado a interpretar
prácticas, tiende a trasladar al objeto los principios de su
relación con el objeto, como lo prueba, por ejemplo, el
privilegio que concede a las funciones de comunicación y de
comunicación y que le inclina a reducir las interacciones a
puros intercambios simbólicos.40
No se trata de sustituir el conocimiento teórico por el
práctico, sino de fundamentarlo.
Para Bourdieu, las estructuras sociales se convierten en un
elemento que, por de pronto, excluyen, como imposibles,
determinadas acciones.
Si se observa regularmente una correlación muy estrecha entre las
probabilidades objetivas científicamente construidas (por
ejemplo, las oportunidades de acceso a tal o cual bien) y las
esperanzas subjetivas (las "motivaciones" y las
"necesidades"), no es porque los agentes ajusten
conscientemente sus aspiraciones a una evaluación exacta de
sus probabilidades de éxito, a la manera de un jugador que
regulara su juego en función de una información perfecta de
sus probabilidades de victoria. En realidad, dado que las
disposiciones duraderamente inculcadas por las posibilidades
o imposibilidades, libertades y necesidades, facilidades y
prohibiciones que están inscritas en las condiciones objetivas
(y que la ciencia aprehende a través de regularidades
estadísticas como probabilidades objetivamente ligadas a un
grupo o clase) engendran disposiciones objetivamente
compatibles con esas condiciones y, en cierto modo,
preadaptadas a sus exigencias, las prácticas más improbables
se encuentran excluidas sin examen alguno, a título de lo
impensable, por esa especie de sumisión inmediata al orden que
40
op. cit., p. 50.
25. 21
inclina a hacer de la necesidad virtud, es decir, a rehusar
lo rehusado y querer lo inevitable.41
La solución que Bourdieu plantea al dilema estructura-acción
se centra en el complejo concepto de habitus. La propia definición
de este término revela su complejidad y su multidimensionalidad. Así
un habitus es un sistema
de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras
estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras
estructurantes, es decir, como principios generadores y
organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar
objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda
consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones
necesarias para alcanzarlos, objetivamente "reguladas" y
"regulares" sin ser el producto de la obediencia a reglas, y,
a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas sin ser
producto de la acción organizadora de un director de
orquesta.42
El habitus es una capacidad de actuar en libertad pero siempre
dentro de los límites impuestos por la estructura social. Nada
es más engañoso que la ilusión retrospectiva que hace aparecer
el conjunto de huellas de una vida, como son las obras de un
artista o los acontecimientos de una biografía, como si se
tratara de la realización de una esencia que las precediera:
del mismo modo que la verdad de un estilo artístico no se
encuentra en germen en una inspiración original, sino que se
define y redefine continuamente en la dialéctica entre la
intención de objetivación y la intención ya objetivada,
asimismo es mediante la confrontación entre cuestiones que
solo existen por y para un espíritu dotado de ciertos
principios y soluciones obtenidas por la aplicación de dichos
principios, pero capaces de transformarlos, como se constituye
esta unidad de sentido que, posteriormente, puede parecer
previa a los actos y obras anunciadores de la significación
41
Op. cit. p. 94.
42
op. cit. p. 92.
26. 22
final, transformando retroactivamente los diferentes momentos
de la serie temporal en simples bosquejos preparatorios.43
La pertenencia a una clase se convierte en un elemento
unificador de los comportamientos, de modo que se hace visible la
pertenencia a la misma.
La homogeneización objetiva de los habitus de grupo o de clase que
resulta de la homogeneidad de las condiciones de existencia,
es lo que hace que las prácticas puedan estar objetivamente
concertadas sin cálculo estratégico alguno ni referencia
consciente a una norma, y mutuamente ajustadas sin interacción
directa alguna, y, a fortiori, sin concertación explícita
-obedeciendo la forma de la interacción misma a las estructuras
objetivas que han producido las disposiciones de los agentes
en interacción y que les asignan todavía, a través de ellas,
sus posiciones relativas en la interacción y fuera de ella.44
Giddens propone la teoría de la estructuración. La estructura,
en primer lugar, no debe identificarse única y exclusivamente con
la coacción. La estructura es al mismo tiempo un elemento de
constricción y de facilitación de la acción. En segundo lugar, no
debe identificarse la distinción entre acción y estructura con la
diferenciación entre micro y macrosociología. En tercer lugar, la
acción no ha de definirse en términos de intención, la acción se
refiere a la capacidad que tienen los individuos para hacer cosas.
Giddens se enfrenta a quienes contemplan a los agentes sociales
como elementos cuyas acciones están dirigidas por las estructuras.
Así se opone a Weber cuando este último se refiere a la burocracia
como una jaula de hierro. Weber no tiene en consideración el modo
en que las relaciones de autoridad pueden ser esquivadas. De la misma
manera es crítico frente a los plantemientos de Braverman, el cual
en su análisis sobre el taylorismo concibe un trabajador atrapado
en la cuadrícula de la división del trabajo.
Giddens insiste en que la acción humana está intrínsecamente
relacionada con la actividad subjetiva en la sociedad, tratando de
este modo de superar el dualismo entre voluntarismo y determinismo.
43
op. cit., p. 96.
44
op. cit. p. 101.
27. 23
En segundo lugar, trata de mediar en la dicotomía existente entre
el sujeto y el objeto asignando un papel principal a la capacidad
cognitiva de los actores a la hora de producir y reproducir su
sociedad. En tercer y último lugar, rechaza cualquier teoría que
pretenda analizar por separado la estática y la dinámica social.
Su teoría no minimiza el peso constrictivo de la estructura.
El término constricción tiene tres sentidos: constricción material,
constricción ligada a las sanciones y constricción estructural. La
primera es una constricción derivada del carácter del mundo material
y de las cualidades físicas del cuerpo. La segunda deriva de las
respuestas punitivas por parte de unos agentes hacia otros. La
tercera deriva de la contextualidad de la acción, del carácter de
las propiedades estructurales frente a los actores.
Los principales puntos que definen la estructuración son los
siguientes:
1- Todos los seres humanos son seres capaces de conocer, es decir,
todos los actores sociales poseen un conocimiento elevado de
las condiciones y consecuencias de lo que hacen en su vida
cotidiana.(...). Los actores son capaces de dar explicaciones
a su conducta.(...).
2- La cognoscibilidad de los agentes humanos está vinculada por un
lado al inconsciente y por otro a los efectos no queridos de
las acciones.(...).
3- El estudio de la vida cotidiana forma parte integral del análisis
de la reproducción de las prácticas institucionalizadas.(...)
4- La rutina, vinculada psicológicamente a la minimización de las
fuentes inconscientes de la ansiedad, es la forma predominante
de la actividad social cotidiana. (...)
5- El estudio del contexto, o de las contextualidades de la
interacción, es inherente a la investigación de la
reproducción social.(...)
6- Las identidades sociales, y la relaciones a ellas asociadas, son
los "hacedores" de la estructura espacio-temporal.(...)
7- No se puede otorgar un significado unitario a la "constricción"
en el análisis social. Las constricciones asociadas a las
propiedades estructurales de los sistemas sociales son solo
un tipo de entre otras características de la vida humana
social.
8- Entre las propiedades estructurales de los sistemas sociales, los
principios estructurales son particularmente importantes,
dado que especifican tipos globales de la sociedad.(...)
9- El estudio del poder no puede contemplarse como una consideración
de segundo orden en las ciencias sociales. El poder no puede
abordarse a continuación de los conceptos básicos de la ciencia
social. (...) El poder es el medio de conseguir que se hagan
28. 24
las cosas y, como tal, está directamente implicado en la acción
humana. (...)
10- No hay ningún mecanismo de la organización social o de la
reproducción social identificado por los analistas sociales
que los actores profanos no puedan llegar a conocer y a
incorporar en lo que hacen. (...)45
A partir de aquí Giddens considera paradigmática la
investigación etnográfica de corte estructural. De acuerdo con él
la investigación de Willis sobre alumnos antiescuela en un contexto
de clase trabajadora46
es ejemplar en este sentido.
La tercera aportación a este debate es la de la elección
racional, teoría que parte del individualismo metodológico. El
individualismo metodólogico considera que los fenómenos sociales se
explican a partir de las propiedades de los individuos implicados
en los fenómenos sociales. Cualquier explicación que implique
conceptos sociales a nivel macro debería reducirse a explicaciones
a nivel micro.
La derivación del individualismo metodólogico hacia la teoría
de los juegos y su incorporación en el denominado marxismo analítico
ha supuesto un sólido intento de elaborar una teoría marxista de la
acción sin excluir -a diferencia de lo que ocurre en el caso de
Thompson- el peso de la estructura.
Como señalan Wright et al.47
se puede comprender qué es el
individualismo metodológico si lo comparamos con otras
explicaciones de las relaciones entre estructura y acción, como son
el atomismo y el holismo radical.
45
A. Giddens, The Constitution of Society, Cambridge, Polity
Press, 1984, pp. 281-284.
46
P. Willis, Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de clase
obrera consiguen trabajos de clase obrera, Madrid, Akal, 1988.
47
E.O. Wright, A. Levine y E. Sober, Reconstructing Marxism.
Essays on Explanation and the Theory of History, Londres, Verso,
1992.
29. 25
El atomismo es una postura metodólogica que niega la eficacia
causal de las estructuras. Podemos poner el ejemplo del paso del
feudalismo al capitalismo. El atomista consideraría que esta
transición podría explicarse por medio de las acciones de los
individuos.
El atomista argumentaría que todo aquello que parece explicatorio
acerca de las relaciones irreductibles entre los individuos
es explicatorio debido exclusivamente a los estados
psicológicos correspondientes a estos individuos; lo que
importa a la hora de explicar, por ejemplo, las relaciones de
poder entre los individuos no es una relación irreductible
entre estos individuos, sino que lo hay que considerar son sus
creencias y deseos, considerados de un modo atomístico. Si yo
creo que tú me castigarás si hago X y tú crees que tengo esta
creencia, cada uno actuará de un modo peculiar. La aparente
"relación" de poder entre los individuos, continuando con el
argumento, en realidad no es más que un conjunto de creencias
recíprocas y son estas creencias, y no cualquier "relación
objetiva", lo que explica las acciones.48
El individualismo metodológico comparte con el atomismo esta
idea de que las explicaciones sociales son, en última instancia,
reducibles a las explicaciones a nivel individual. Wright et al.
citan a Elster cuando considera que el individualismo metodológico
es la doctrina que mantiene que
todos los fenómenos sociales -su estructura y su cambio- en
principio son explicables a partir de los individuos -sus
propiedades, sus objetivos, sus creencias y sus acciones.
Partir desde las instituciones sociales y de los modelos
agregados de conducta hasta llegar a los individuos es los
mismo que ir desde las células a las moléculas.49
Sin embargo, el individualismo metodológico sí acepta la
importancia de las relaciones entre las partes. Es decir, no rechaza
la idea holística de que el todo es más que la suma de las partes.
Esto puede explicarse mediante una simulación lógica.
Consideremos un sistema con dos partes, X e Y. Si el todo, Z, es igual
a la suma de las partes, podríamos expresarlo del siguiente modo:
Z = b1X + b2Y
48
Op. cit., p. 110.
49
Making Sense of Marx, p. 5. Citado en Wright et al. p. 111.
30. 26
Es decir, Z está totalmente determinado por el sumatorio de
los efectos de b1 de la sección X y de b2 de la sección Y. Si hubiera
interacciones entre X e Y tendríamos el siguiente modelo:
Z = b1X + b2Y + b3XY
De este modo, el todo es algo más que la suma de las partes.
Volvamos a describir las partes del siguiente modo:
X*
= X(1 + b3Y/2b1) Y*
= Y(1 + b3X/2b2)
En estas nuevas descripciones de las partes, las interacciones
de las partes en el seno del todo se representan como propiedades
relacionales de las propias partes.
Z = b1X*
+ b2Y*
El holismo radical, al contrario que el atomismo, niega la
eficacia causal de las acciones de los individuos. El marxismo, con
la importancia concedida a la totalidad, ha contribuido en buena
medida a la expansión del holismo. Wright et al. citan tres
corrientes holistas radicales: las teleologías holísticas, el
marxismo estructuralista y los argumentos basados en la acción de
colectivos. La teleología concibe la historia como el desarrollo de
un núcleo esencial, orientada hacia el cumplimiento de un objetivo.
El estructuralismo marxista -cuyo máximo exponente es Althusser-
considera que los agentes sociales son meros soportes de estructura,
que se limitan a representar el papel cuyo guión escribe la
estructura. Finalmente, los argumentos basados en la acción de
colectivos hacen uso de afirmaciones del siguiente tenor: "la
burguesía no quiere pactar". Muchas veces estas expresiones son una
simple facilidad de lenguaje, queriendo en realidad hacer
afirmaciones relativas a los actos de partidos políticos,
sindicatos, etc. Pero, en otras ocasiones, se trata de expresar la
creencia en una conciencia colectiva y en una acción colectiva, en
donde las clases o la humanidad piensan de tal o cual modo.
Los individualistas metodológicos consideran que para
explicar un fenómeno debemos aclarar los micro-mecanismos que lo
producen. Este enfoque propugna la irreductibilidad de lo micro a
lo macro: lo macro se explica a partir de lo micro. La importancia
del análisis micro para comprender el análisis macro puede captarse
a partir de la explicación que Elster suministra de cómo se forman
las clases sociales. Elster defiende que la clave para comprender
la formación de clases recae sobre los mecanismos que facilitan o
31. 27
dificultan el desarrollo de la conciencia de clase en los
individuos. Para explicarlo recurre a la teoría de los juegos. En
concreto se trata de reflexionar sobre el llamado problema del
prisionero, el problema de cómo comprender los motivos que impulsan
a los individuos a participar o a abstenerse de tomar parte en
acciones colectivas. Si el trabajador es un egoísta racional
preferirá que los demás trabajadores actúen colectivamente y él se
abstenga de tomar parte en los esfuerzos colectivos pero participe
de los beneficios derivados de la acción colectiva (por eso a este
dilema también se le llama el dilema del gorrón). Es decir, en caso
de huelga, lo mejor para el trabajador individual es que los demás
la hagan (con las consecuencias que ello conlleva para los
participantes: significación frente a los jefes, deducción
salarial, etc) y beneficiarse de los logros conseguidos por tal
huelga.
La propuesta de Elster es comprender la solidaridad de clase como
una transformación de las preferencias características del
problema del gorrón en un juego de garantías. (...) En un juego
de garantías la gente no desea ser altruista unilateral
-sacrificarse aunque los demás no lo hagan-. No quieren ser
tontos. Pero, prefieren la cooperación al gorroneo. Elster
denomina a esta preferencia "altruismo condicional".50
1.4.UNA SOLUCIÓN EMPÍRICA AL DILEMA ESTRUCTURA/ACCION:
EL ESTUDIO DE CASO DE WILLIS.
Como vimos, Giddens considera como paradigmática la obra de
Willis Aprendiendo a trabajar. En ella se afronta el problema de cómo
explicar que chicos procedentes de la clase obrera se integren
alegremente en, es decir deseen, trabajos de clase obrera. Explicar
esta aparente contradicción es lo que pretende Willis.
Para ello se sirve de la etnografía. El enfoque etnográfico
-sustentado epistemológicamente en la fenomenología, el
interaccionismo simbólico y la etnometodología- es una reacción
contra el cuantitativismo positivista del
estructural-funcionalismo. El positivismo contempla la realidad
social desde fuera. A lo sumo, se limita a cuantificarla, a
matematizarla. Para la etnografía el mundo social debe estudiarse
50
E.O. Wright et al., op, cit., p. 123.
32. 28
en un estadio "natural", inalterado en la medida de lo posible por
la presencia del investigador. La fidelidad investigadora recae
sobre los fenómenos que se estudian y no -como ocurre en el
positivismo- sobre ningún conjunto de principios metodológicos.
Siguiendo a Husserl se arranca de la "actitud natural", de las ideas,
de los convencimientos e incluso de los prejuicios ambientales. La
escuela deja de ser concebida como una caja negra -black box- de la
que se puede saber lo que ocurre en su interior sin necesidad de
adentrarse en ella.
El interaccionismo simbólico proviene de la obra de Herbert
Blumer y sus colegas, de lo que se denominó la Escuela de Chicago.
Los interaccionistas simbólicos consideran que el ser humano es
básicamente distinto del resto de los animales. Mientras que los
animales actúan en respuesta a otros objetos y acontecimientos a
partir del instinto o del condicionamiento previo, los seres humanos
adoptan una actitud o comportamiento sobre los objetos a partir de
los significados que estos objetos tiene para ellos. Los
significados surgen a través de la interacción social con los demás.
Los significados son comprendidos como productos sociales. La
conducta humana no es causada de un modo determinado predefinido por
fuerzas internas (instintos, etc). La conducta es causada por una
interpretación reflexiva y derivada de la cultura de los estímulos
internos o externos presentes.
La racionalidad que subyace a las investigaciones etnográficas
es la hipótesis naturalista-ecológica y la hipótesis
cualitativo-fenomenológica. Muchos científicos consideran que la
conducta humana depende de modo decisivo de los escenarios en que
tiene lugar. Se obtienen resultados muy distintos cuando la
investigación tiene lugar en situaciones de laboratorio. El
científico social no puede entender la conducta humana sin
comprender el marco dentro del cual los sujetos interpretan sus
pensamientos, sentimientos y acciones.
El empirista tradicional se considera a sí mismo la primera
fuente de conocimiento, y confía más en sus propios sentidos y en
su propia lógica que en la de los sujetos. El observador
participante, por otro lado, considera las intepretaciones de sus
sujetos como lo más importante. Adoptando el papel de los sujetos,
recrea en su propia imaginación y experiencia los pensamientos y
33. 29
sentimientos que se encuentran en la mente de aquellas personas a
las que estudia.
El principio subyacente a la investigación etnográfica es que
lo que la gente dice y hace está inconscientemente configurado por
las situaciones sociales.
La etnografía estructural arrancaría de la famosa idea
expuesta por Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte51
según la cual
los hombres hacen su propia historia pero no la hacen en
condiciones libremente elegidas. Se trataría de responder al debate
de qué modelo de hombre, el activo o el pasivo, conviene a la
investigación social.
De acuerdo con Willis 52
habría tres modos de conexión
objeto/sujeto. El primero sería la determinación estructural e
histórica de la subjetividad y la cultura; es decir, no podemos
elegir nacer en una u otra región, ser ricos, ser varones,... La
segunda conexión se refiere a que los agentes sociales, dado que son
formados de determinadas maneras se comportan de un modo apropiado,
o sea, votan, se casan... La tercera, y esta sería la conexión
novedosa, es que estos agentes ejercen un uso activo y colectivo de
los recursos naturales, simbólicos e ideológicos recibidos. Con
ello consiguen modificar las condiciones estructurales y materiales
no elegidas libremente.
Willis analiza la transición de un grupo de alumnos
marcadamente anti-escuela desde el sistema educativo al sistema
productivo. Lo que quiere explicar es por qué estos chavales desean
realizar trabajos de clase obrera. Para ello elabora una
terminología que capte lo que ocurre en la realidad.
Los términos que utiliza son los de penetración y limitación.
Por penetración entiende los impulsos dentro de una forma cultural
hacia la captación de las condiciones de existencia de sus miembros
y su posición dentro del todo social, de un modo no individualista.
51
K. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Madrid, Akal, 1975.
52
P. Willis, "Producción cultural y teorías de la
reproducción", Educación y sociead, 5, 1986.
34. 30
Se trata de la captación de las contradicciones sociales:
explotación, alienación, división social, etc.
Por limitación entiende aquellos obstáculos, desviaciones y
efectos ideológicos que confunden e impiden el desarrollo total y
la expresión de estos impulsos. Lo que hace la limitación es restar
peligrosidad a las penetraciones, impidiendo o dificultando la
transformación social.
A partir de estos elementos es posible explicar la entrada
libremente aceptada en determinados trabajos en condiciones que no
son libremente elegidas (lo que supone retomar la idea de Marx de
que los hombres hacen la historia libremente en condiciones que no
son libremente elegidas). Hay un momento en la cultura obrera en que
la entrega de la fuerza de trabajo representa al mismo tiempo la
libertad, la elección y la trascendencia. Si los chicos de la clase
obrera en su camino al trabajo no creyeran en la lógica de sus propias
acciones, ninguna persona ni acontecimiento exterior podrían
convencerles.
Las principales penetraciones son las que se refieren a la
educación y el empleo. La cultura contraescolar manifiesta un fuerte
escepticismo con respecto al valor de las credenciales educativas,
y, especialmente, con respecto al sacrificio que supone su
obtención; en definitiva un sacrificio no solo de tiempo muerto,
sino de una cualidad de la acción: implica aceptar la subordinación.
La gratificación inmediata, no es solo inmediata, es un estilo de
vida. Por otro lado, no está del todo claro que el sacrificio en la
escuela conduzca a mejores empleos.
En segundo lugar, la cultura establece una especie de
valoración de la calidad del trabajo disponible. La mayor parte del
trabajo industrial es un trabajo carente de sentido, alienante,
repetitivo, requiere muy poca habilidad y muy poco aprendizaje. Si
básicamente todos los trabajos son iguales, si de ellos es
prácticamente imposible obtener satisfacción intrínseca alguna,
por qué molestarse en soportar tantos años de escuela. Hay una
indiferencia casi total con respecto a la clase particular de
trabajo a realizar, siempre y cuando cumpla unos requisitos
culturales mínimos. La lógica interna del capitalismo consiste en
que todas las formas concretas de trabajo están estandarizadas y que
todas ellas contienen el potencial para la explotación del trabajo
35. 31
abstracto. Es la expansión del sector servicios y del sector público
lo que se convierte en el fundamento de la pretensión de que existe
una mayor amplitud de oportunidades para los jóvenes. Sin embargo,
contra esta afirmación se puede argumentar que el modelo capitalista
industrial es dominante en todos los sectores de empleo. El minuto
standard se está convirtiendo en la unidad básica para todos los
sistemas de control de tiempo en todos los sectores de empleo,
independientemente de la forma de trabajo de que se trate. El
surgimiento del capitalismo desde el feudalismo estuvo asociado con
el cambio en las nociones del tiempo. La lógica natural de las
estaciones cíclicas, las posiciones del sol en el cielo, la hora de
comer o la tarea que había que efectuar fueron reemplazados por la
lógica del reloj como la base del tiempo. En el capitalismo el tiempo
es lineal en lugar de circular. Se tiene que ahorrar y usar. La
cultura contraescolar es una derrota limitada de este sentido del
tiempo.
Por instinto, la cultura contraescolar tiende a limitar la
entrega de la fuerza de trabajo (llegar al final del trimestre sin
haber escrito una sola palabra,...).
El comportamiento en la escuela de estos chicos refuerza la
solidaridad de grupo, rechazando radicalmente la competitividad que
la escuela alienta. La cultura contraescolar contrapone la lógica
individualista a la grupalista. Para el individuo de la clase obrera
la movilidad en esta sociedad puede significar algo. Sin embargo,
para la clase y el grupo en su conjunto, la movilidad no significa
nada. La única movilidad verdadera sería la destrucción de la
sociedad de clases.
Las principales limitaciones de la cultura contraescolar son
las que se refieren al desdén por la actividad intelectual y su
marcado sexismo. El rechazo de la escuela es también el rechazo de
la actividad mental en general. El individualismo no es derrotado
por lo que pueda ser en sí, sino por su participación en la máscara
escolar donde el trabajo mental se asocia a la autoridad
injustificada y con títulos cuyas promesas son ilusorias. Por lo
tanto el individualismo es penetrado a costa de rechazar la
actividad intelectual (dirección, concepción), lo que facilita la
dominación de clase.
36. 32
La otra gran división que desorienta la penetración cultural
es la que se da entre hombres y mujeres. Anteriormente hacíamos
referencia al hecho de que los trabajos aceptables por los alumnos
anti-escuela han de caer dentro de un cierto universo cultural.
Estos chicos rechazan cualquier tipo de trabajo que tenga
connotaciones femeninas, o donde no se ejerza la masculinidad en
forma de fortaleza física. Esto implica el rechazo absoluto del
trabajo de oficina (al que despectivamente llaman pen-pushing
-empujar un lápiz-) y todo lo que se asimile a ella. El hecho de que
no todos aspiren a las recompensas y satisfacciones del trabajo
mental es algo que necesita explicación. El que el capitalismo
necesite esta división no explica por qué se satisface esa
necesidad. Un miembro de la cultura contraescolar solo puede creer
en la feminidad del trabajo de oficina mientras que las esposas, las
novias y las madres sean contempladas como personas limitadas,
inferiores o incapaces para ciertas cosas.
Hasta ahora no se ha prestado atención al impacto de fuerzas
externas: al estado o a las ideologías.
El sexismo, la división, el racismo tiene lugar más
intensamente en la sociedad civil que en el estado. Por supuesto,
esto no impide la exportación hacia arriba de factores ideológicos
que son utilizados por el estado, ni impide que el estado ayude a
reproducirlos.
Los dos impactos verticales descendentes de la ideología en
la cultura contraescolar son los de la confirmación y la
dislocación. Confirman aquellos aspectos útiles para la
reproducción social y dislocan aquellos que retienen un grado de
penetración crítica.
La ideología oficial refuerza el sexismo. El servicio de
orientación profesional coincide con la cultura contraescolar a la
hora de distribuir empleos en función del género.
Sin embargo, los intentos de la escuela por hacer ver que existe
una amplia diversidad de trabajos de manera que la gente puede elegir
el que mejor satisfaga su vocación son dislocados por la cultura
contraescolar. Para los "colegas" (los miembros de la cultura
contraescolar en el estudio de Willis) todos los trabajos son
básicamente iguales. No es culpa de nadie en concreto que el trabajo
37. 33
sea aburrido y cansino. En consecuencia, la aceptación del trabajo
manual no es ningún acto absurdo por parte de los "colegas".
La perspectiva culturalista presente en esta obra es pesimista
y optimista a la vez. Es pesimista al hacer ver que la creatividad
de la cultura conduce a la aceptación de trabajos subordinados, pero
es optimista al mostrar que los resultados no son inevitables, no
están inscritos de antemano en ninguna estructura. Las teorías
estructuralistas de la reproducción presentan la ideología
dominante como impenetrable. Los agentes sociales, defiende Willis,
no son soportes pasivos de la ideología, sino que son apropiadores
activos que reproducen las estructuras existentes a través de la
lucha, de la contestación y de una penetración parcial de aquellas
estructuras.
Las libertades capitalistas son potencialmente libertades
reales y el capitalismo hace una apuesta: las libertades pueden ser
usadas para la auto-condena. La clase dominante nunca podrá asegurar
férreamente que esas libertades no conduzcan al derrocamiento del
orden social. El amplio crecimiento de los gastos estatales en
bienestar social y en educación, por ejemplo, no responde
necesariamente a los intereses del capitalismo. En gran medida ha
sido forzado a ello debido a la presión ejercida por grupos
competidores, los cuales utilizan sus libertades reales para lograr
su propio progreso.
2. INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LAS CLASES
2.1. TEORIAS GRADACIONALES Y TEORIAS RELACIONALES DE LAS CLASES
Tal y como explicaba Erik Olin Wright53
, quien a su vez se apoya en Ossowski, el
concepto de clase puede ser comprendido en términos gradacionales o en términos
relacionales. Cuando se analiza la clase en términos gradacionales la división de la
sociedad en grupos sociales tiene lugar en función del grado en que poseen la
característica que constituye el criterio de división, el cual puede ser el nivel de renta, el
status, las credenciales educativas, etc. Cuando se habla de clases en términos
relacionales las clases sociales constituyen un sistema de dependencia mutua o
unilateral, dependencia basada en relaciones causales.
53
E.O. Wright, Class Structure and Income Inequality, Nueva
York, Academic Press, 1978.
38. 34
El elemento distintivo del enfoque gradacional es el hecho de que las clases
siempre son caracterizadas como entes que están por debajo o por encima de otras
clases. Los nombres otorgados a las diferentes clases reflejan esta imagen cuantitativa,
espacial: clase alta, media alta, media media, etc.
Dentro de la sociología hay fundamentalmente dos versiones de las
concepciones gradacionales: una define las gradaciones de clase en términos de renta
y la otra lo hace en términos de status social. La primera supone la definición más
popular de clase social: la gente pobre constituye la clase baja, la gente con nivel de
renta intermedio la clase media, etc. La distribución de la renta coincide con la
distribución de las clases sociales. La diferenciación en función del status consiste en
jerarquizar a los miembros de una sociedad a partir de la evaluación que los demás
hacen con respecto al resto de los individuos. Normalmente esta jerarquización se basa
en la ocupación. De este modo, las posiciones más altas en la jerarquía social estarían
ocupadas por las profesiones de corte intelectual y las más bajas por las de corte
manual. Tal y como señalara Parsons "las clases deberían definirse como un agregado
de unidades tales, individuales o colectivas, que en su propia estimación y en la de los
demás en la sociedad ocupan posiciones de un status aproximadamente igual"54
.
En contraste, las concepciones relacionales definen las clases por su relación
social estructurada con otras clases. Las clases no se definen simplemente por su
relación con otras, sino por su relación social con otras. Las diferencias recaen en
elementos de tipo cualitativo. Los nombres otorgados a las clases reflejan las
definiciones subyacentes: clase obrera, clase de servicio, clase profesional-directiva,
etc. Las clases no son etiquetadas a lo largo de un continuum desde lo más bajo a lo
más alto. En su lugar, los nombres son del tipo de clase capitalista, clase obrera,
señores, siervos, clase dominante, clase subordinada. Dentro del enfoque relacional,
por ejemplo, la clase obrera es definida por su posición cualitativa en el seno de una
relación social que define de modo simultáneo a la clase capitalista. De este modo, en la
teoría weberiana, los trabajadores son percibidos como vendedores de fuerza de
trabajo y los capitalistas como compradores de la misma. La cuestión no radica en que
los obreros posean menos que los capitalistas, sino que más bien se trata de que
ocupan una posición dentro de una relación social que define tanto al capitalista como al
trabajador: la relación social de intercambio en el mercado de trabajo. Nótese la
54
T. Parsons, "Equality and Inequality in Modern Society or
Social Stratification Revisited", citado por E.O. Wright, op.
cit., p. 6.
39. 35
importancia trascendental del aspecto cualitativo frente al cuantitativo en el anterior
enfoque. Todas las concepciones relacionales de las clases sociales insisten, de un
modo u otro, en que las estructuras básicas de la desigualdad en una sociedad son
también estructuras de intereses y de ese modo constituyen la base para la acción
social colectiva. Las relaciones sociales no solo definen las clases, sino que también
determinan las clases.
La estructura de clases definida en términos gradacionales es
fundamentalmente una taxonomía estática. Estas definiciones pueden suministrar una
base para etiquetar descriptivamente a la gente, pero son incapaces de explicar las
fuerzas sociales dinámicas que determinan y transforman esa distribución. Se puede
entender fácilmente con un sencillo ejemplo. Es difícil ver de qué modo la Revolución
francesa pudiera explicarse en términos de los esquemas gradacionales de clase. A
pesar de que pudiera ser que la mayor parte de los participantes en la toma de la Bastilla
tuvieran unos status inferiores a 40 y que la mayor parte de la aristocracia francesa
superase los 70, tales etiquetas no captan la dinámica subyacente al proceso
revolucionario.
2.2. EVOLUCIÓN RECIENTE DEL CONCEPTO DE CLASE55
Durante los años cuarenta y cincuenta se asiste al periodo del predominio del
análisis estructural-funcionalista (el llamado "consenso ortodoxo") de la estratificación.
Uno de los objetivos del estructural-funcionalismo era, siguiendo una sólida tradición
estadounidense, sustituir las teorías anteriores sobre las clases y, en especial, acabar
con la teoría del conflicto.
De acuerdo con Caínzos56
son ocho los rasgos básicos del estratificacionismo.
1. Enfasis en la dimensión distributiva de la desigualdad, en detrimento de su dimensión
relacional, esto es, énfasis en la asignación de diversas recompensas sociales
consideradas como atributos de los individuos y grupos.(...)
2. Imagen gradualista de la estratificación, que se desprende de la adopción de aquella
óptica distributiva y tiende a situar a los individuos en un continuum más o
memos ininterrumpido de la base a la cima.(...)
3. La insistencia en el carácter multidimensional de la estratificación, en cuanto que se
entiende que cada uno de los atributos considerados tiene una naturaleza
55
La estructura del contenido de parte de este epígrafe procede
del excelente y clarificador analísis de M. A. Caínzos, Marxismo,
posmarxismo y teoría de las clases, Santiago de Compostela, tesis
doctoral, 1992.
56
op. cit.
40. 36
cualitativamente diferente y, por tanto, hay una diversidad de principios de
estratificación independientes e irreductibles entre sí. (...)
4. Predominio de una comprensión nominalista de los estratos diferenciados. (...) Los
estratos parecen no tener existencia real, no dan lugar a comunidades. Más bien
se trata de simples estratos estadísticos construidos por el investigador. (...)
5. Insistencia en el carácter evaluativo de la estratificación. (...)
6. Consideración de la ocupación como elemento privilegiado de la estratificación. (...)
7. Tendencia a explicar la desigualdad social en términos de su valor funcional, es decir,
las diferentes ocupaciones tienen una asignación diferencial de recompensas a
partir de su mayor relevancia para el funcionamiento de la sociedad. (...)
8. Orientación consensualista, de modo que acentúa la integración y el equilibrio frente
al conflicto de intereses.(...)
La supremacía del funcionalismo no significa que no existieran enfoques sobre
las desigualdades que las analizaran desde la óptica del conflicto. Incluso dentro de los
Estados Unidos podemos citar la obra de Mills57
como un claro ejemplo del paradigma
conflictualista.
En Europa, debido a su muy diferente experiencia histórica con respecto a los
Estados Unidos, el concepto de clase social nunca desapareció de las reflexiones e
investigaciones sociológicas. Sería en Europa donde surgiría un movimiento contrario a
la hegemonía del funcionalismo. Se acusaba al funcionalismo de proponer una imagen
utópica de la sociedad en exceso centrada en la idea de la balsa de aceite.
Esta reacción frente al funcionalismo se apoyaba directamente en Marx y en
Weber. Este es el caso de Dahrendorf, quien pretende ofrecer una nueva formulación
de la teoría de las clases en diálogo con estos dos autores.
Un segundo frente en la reevaluación del análisis de clases procede de la obra
de Lockwood, quien en su El trabajador de la clase media58
propone una síntesis de los
enfoques de Marx y de Weber a través de su concepción de la posición de clase,
posición que incluye tres factores: la situación de mercado, es decir, la posición
económica en el sentido más restringido (nivel de renta, seguridad en el trabajo, etc.); la
57
No obstante la obra de Mills The Power Elite (Oxford, Oxford
Press, 1956) se apoya en un paradigma opuesto a la teoría de la
clases: la teoría de las élites. Sin embargo, sus planteamientos son
un duro aldabonazo a la teoría del consenso, al poner de manifiesto
la capacidad de manipulación de unas pocas personas sobre el
conjunto de la población estadounidense.
58
Madrid, Aguilar, 1962.
41. 37
situación de trabajo, es decir, el conjunto de relaciones sociales en que se ve envuelto el
individuo en virtud de la división del trabajo y la situación de status que, al igual que
ocurre entre los funcionalistas, se refiere a la posición del individuo en la jerarquía
social. Lockwood argumentaba que aunque los trabajadores de cuello blanco y los
trabajadores manuales pudieran tener en común el hecho de ser no propietarios, las
consecuencias derivadas de su status de empleo no son las mismas. Sirviéndose del
concepto weberiano de oportunidades de vida, Lockwood sostuvo que la posición de
trabajo y de mercado de los empleados era superior a la de los trabajadores manuales,
y en consecuencia no comparten la misma situación de clase. La influencia de
Lockwood fue enorme. Basta para ello con pensar en su intervención junto a
Goldthorpe, Bechhofer y Platt en la elaboración del conocidísimo estudio sobre The
Affluent Worker59
.
Habría que citar también la aparición de la obra del sociólogo polaco Ossowski
sobre La estructura de clases y la conciencia social.60
Aquí nos encontramos con un
impresionante repaso a las teorías sobre las clases sociales, con especial insistencia en
las aportaciones de Marx y Weber y una valoración del análisis de la desigualdad en el
estructural-funcionalismo.
En cualquier caso, estas elaboraciones apenas pudieron socavar mínimamente
la hegemonía del estratificacionismo. Los años cincuenta y los primeros sesenta eran
poco propicios para el desarrollo del concepto de clase. Téngase en cuenta que el
capitalismo conoció en esos años una etapa de crecimiento económico sin precedentes
y que la clase obrera estaba accediendo de modo generalizado a bienes de consumo, a
la seguridad social, a las vacaciones pagadas, etc. Eran los tiempos del apogeo del
llamado acuerdo socialdemócrata, del pacto de no agresión entre clases sociales.
Otra corriente teórica que se oponía al desarrollo del concepto de clase fue la
teoría de la sociedad postindustrial. Esta teoría (desarrollada, entre otros, por autores de
la talla de Bell o Touraine) planteaba la convergencia de todas las sociedades
industriales independientemente de su organzación política, es decir,
independientemente de que fueran socialistas o capitalistas. Esa convergencia se
materializa en términos de una sustancial elevación de los requisitos de conocimiento
de los puestos de trabajo, una reducción de la desigualdad social, la sustitución de la
burguesía como clase dominante por los técnicos, etc. Esto está clarísimo en la obra de
59
The Affluent Worker. Industrial Attitudes and Behaviour,
Cambridge, Cambridge University Press, 1970.
60
Barcelona, Península, 1969.
42. 38
Bell El advenimiento de la sociedad postindustrial 61
. En esta obra Bell divide
analíticamente la sociedad en tres partes: la estructura social, la política y la cultura. La
estructura social comprende la economía, la tecnología y el sistema de trabajo. La
política regula la distribución del poder y ejerce las funciones de juez en las
reivindiciones conflictivas y en las demandas de los individuos y grupos. La cultura es el
reino del simbolismo expresivo y los significados.
El concepto de sociedad postindustrial hace referencia en primer lugar a cambios
en la estructura, a la manera en que está siendo transformada la economía y
remodelado el sistema de empleo, y a las nuevas relaciones entre la teoría y la actividad
empírica, en particular entre la ciencia y la tecnología. Estos cambios plantean
problemas al resto de la sociedad. En primer lugar, se asiste a una clara burocratización
de la ciencia lo que da lugar a resistencias entre los científicos, quienes se oponen a la
alienación en su trabajo. En segundo lugar, se plantean problemas al sistema político.
Los grupos sociales en ascenso como los científicos, los tecnócratas y los ingenieros
han de competir con los políticos o convertirse en sus aliados.
Se puede considerar que las actuales sociedades son postindustriales porque la
propiedad de los medios de producción no determina ya el dominio, el poder o el
privilegio en la sociedad. Entonces, ¿quién dirige esta sociedad? Las élites gobernantes
están constituidas por el alto personal administrativo del Estado, los ministros, los
jueces. La sociedad postindustrial es cada vez más postburguesa, ya que la estructura
de clases del siglo XIX tiende a disolverse. Los mecanismos de mercado se ven
suavizados gracias a la intervención económica del Estado.
Al igual que Bell, Touraine62
habla de sociedades postindustriales, a las que
también se puede denominar sociedades tecnocráticas, si lo que se pretende es
designarlas según el poder que las domina. Igualmente pueden llamarse sociedades
programadas, si lo que se enfatiza es la naturaleza de su modo de producción y de
organización económica. En este tipo de sociedades el crecimiento económico está
determinado por el proceso político, en lugar de hacerlo por mecanismos económicos
puros. El Estado goza de una amplia autonomía, por lo que las formas de dominación
social resultan profundamente transformadas. La dominación social adopta mucho más
que anteriormente tres formas. En primer lugar, adopta la forma de la integración social,
lo que significa que los actores sociales no solamente han de participar en el trabajo,
sino que también han de hacerlo en el consumo. En segundo lugar adopta la forma de la
61
Madrid, Alianza, 1976.
62
La sociedad postindustrial, Barcelona, Ariel, 1971.
43. 39
manipulación cultural. Es preciso actuar tanto sobre las necesidades y las actitudes
como sobre el trabajo. La educación escapa de las manos de la familia y pasa a ser
controlada por el Estado. Finalmente, se trata de una sociedad de aparatos, dominada
por grandes organizaciones que son a la vez políticas y económicas, se orienta más que
nunca hacia el poder, hacia el control propiamente político de su funcionamiento interno
y de su entorno.
Todos estos problemas son comunes a las sociedades capitalistas y socialistas,
ya que ambas son sociedades industriales. En ambas resulta más útil hablar de
alienación que de explotación, puesto que la alienación define una relación social y la
explotación una relación económica.
En las sociedades industriales era el obrero cualificado quien más se oponía al
capitalismo. Hoy la verdadera oposición es la que tiene lugar frente a la tecnocracia. Se
trata de un oposición social y cultural más que económica. Anteriormente, el poder del
capitalismo se ejercía única y exclusivamente en el marco del trabajo. En las
sociedades postindustriales la dominación se extiende a todos los terrenos de la vida
social, lo que se moviliza no es solo la faceta de trabajador asalariado, sino que lo hace
toda la personalidad. De ahí que la juventud, especialmente la universitaria, se haya
convertido en punta de lanza en la lucha contra los poderes económicos y políticos. Al
igual que tantos autores de los años 60 (La sociedad postindustrial fue publicada en
1969) considera que la clase obrera ha dejado de ser un agente histórico privilegiado en
la tarea de la transformación social. Y esto es así, no porque el movimiento obrero se
haya debilitado, (Touraine tiene en mente los acontecimientos de mayo del 68) sino
porque el ejercicio del poder en el seno de la empresa ha dejado de ser el resorte
principal del sistema económico y, por tanto, de los conflictos sociales. Las luchas
obreras no ponen en cuestión el orden social.
Todos estos planteamientos chocaban de lleno contra los supuestos básicos de
la teoría de clases marxista y lo hacía por lo menos en tres sentidos:
1. Su prospectiva es justamente la contraria de la planteada por Marx. Mientras que
Marx hablaba de la descualificación continua de la fuerza de trabajo -tendencia a la
proletarización-, las teorías postindustriales proponen justamente lo contrario.
2. Defienden la tesis del aburguesamiento de la clase obrera, lo que choca con la idea
de una clase obrera revolucionaria.
3. Uno de los colofones de las teorías postindustriales es el planteamiento del fin de las
ideologías. Esto significa que las sociedades postindustriales han sido capaces de
generar mecanismos consensuados de resolución de los conflictos de modo que
desaparecen aquellos movimientos sociales que ponen en duda los fundamentos
esenciales del orden social establecido. Por otro lado la adopción de decisiones no se
rige por convicciones ideológicas, sino que lo hace por medio de criterios científicos o
44. 40
técnicos. En este sentido, se estaría accediendo al gobierno de los cientícos y de los
técnicos.
Una visión no marxista del conflicto de clases que ejerció gran influencia fue la de
T.H. Marshall63
. Se trata de un enfoque que guarda grandes similitudes con el de la
sociedad post-industrial, dado que explica cómo el movimiento obrero ha sido integrado
en las sociedades industriales, es decir, trata de explicar por qué la lucha de clases ya
no es una amenaza para el orden existente. De acuerdo con Marshall son tres los tipos
de derechos vigentes en las sociedades contemporáneas: los legales, los políticos y los
ciudadanos. El primero se refiere a la igualdad de todos ante la ley. El segundo se
refiere fundamentalmente a los derechos de asociación y de voto. El tercero se refiere a
los derechos que todo ciudadano tiene como consecuencia de la extensión del estado
del bienestar. Desde aquí Bendix llega a explicar el carácter inocuo de la lucha de
clases: los conflictos de clases que Marx detectó eran consecuencia de la exclusión de
la clase obrera de los derechos ciudadanos, con lo cual a partir de la consecución de
esos derechos la lucha de clases se expresaría en la competencia electoral.
El marxismo fue incapaz en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial
de ofrecer alguna aportación sustantiva al concepto de clase. Y eso a pesar de su
influencia en el clima social y político de la época. Piénsese en la presencia
gubernamental en los casos francés e italiano de los partidos comunistas de ambos
países. O considérese la famosa declaración de Sartre en el sentido de que el marxismo
es la filosofía de nuestro tiempo. El marxismo se había concentrado más bien en la
reflexión de corte filosófico, desdeñando la reflexión sobre la sociedad.
A partir de los sesenta el panorama cambia. Lo que aquí importa es tener
presente el hecho de que se redescubre el marxismo en la ciencia social y se relanza de
modo generalizado la teoría y el análisis de clase. En el año 1965 Althusser publica Pour
Marx64
y junto con Balibar y otros Lire le Capital65
. El año anterior se había producido un
cambio en la dirección de la revista británica New Left Review que supuso la sustitución
de la filosofía o la economía política por la sociología como sistema principal del
pensamiento intelectual con el cual el marxismo debía confrontarse.
63
T.H. Marshall, Citizenship and Social Class, Cambridge,
Cambridge University Press, 1950.
64
La revolución teórica de Marx, México, Siglo XXI, 1968.
65
Para leer 'El Capital', México, Siglo XXI, 1981.
45. 41
En lo que se refiere a la recuperación de la problemática de las clases, en 1965
aparece un pequeño libro de Tom Bottomore sobre las clases, Las clases en la
sociedad moderna66
. Se trata de una obra cuyo principal objetivo
es considerar cómo el movimiento hacia la igualdad social que dio comienzo con las
revoluciones del siglo XVIII ha afectado a la jerarquía social en la sociedades
industriales, y cómo, a su vez, ha sido influido por el desarrollo de la industria
moderna67
.
En el libro se aborda la cuestión de la naturaleza de las clases sociales, lo que
implica analizar el pensamiento sobre esta cuestión de autores como Marx, Weber y los
teóricos de las élites. También se analiza a la clase obrera en el capitalismo moderno y
se presenta un estudio de las clases en los países del Este y las jerarquías sociales a
que ha dado lugar el socialismo realmente existente.
Sin embargo, si hubiera que situar en algún año el punto de ruptura con el
estratificacionismo, no hay duda que debiera ser 1968. En torno a este año se produce
un florecimiento de movimientos anticapitalistas y antisistémicos de muy distinta base y
alcance.
Por otro lado, hay una fuerte movilización de carácter clasista. La lucha de clases
no solo expresa reivindicaciones de carácter económico, sino que también expresa sus
críticas a una organización del trabajo que vacía de sentido la existencia humana (el
tema de la alienación se convierte en objeto privilegiado de reflexión). Se impugna el
modo de vida asalariado y se reclama el control obrero de la producción, elementos que
socavan el acuerdo socialdemócrata.
Todo ello parece acabar con la hegemonía del funcionalismo y de las teorías
sobre la sociedad postindustrial: las clases sociales se convierten en protagonistas de la
contestación social, el consenso dista de ser monolítico, la clase obrera parece no estar
aburguesada, etc.
En los años setenta y ochenta el análisis de clases vive un momento de claro
esplendor. En concreto se ha asistido a una intensa proliferación de modelos de
conceptualización de las clases y de análisis empíricos de clase. Y esto ha ocurrido
tanto en el ámbito marxista como en el weberiano. Entre los modelos marxistas
destacan los de Poulantzas, Carchedi y Wright y, entre los weberianos, Giddens, Parkin
66
Classes in Modern Society, Londres, George Allen & Unwin,
1973.
67
op. cit., p. 3.
46. 42
y Goldthorpe. Parece haber pocas dudas con respecto a la idea de que los dos modelos
más potentes hoy en día son los de Wright y Goldthorpe. En el caso de Goldthorpe
además se ha asistido al desarrollo del análisis de la movilidad social en términos de
clase.
Son varios las temáticas sobre las que se ha desplegado el concepto de clase.
Así, se ha investigado el proceso de trabajo en términos de clase, tradición que inaugura
la obra de Braverman, donde se esboza una problemática que aun perdura:
degradación del trabajo, taylorismo, etc. El Estado ha sido analizado en términos de
clase en el seno del marxismo lo que dio lugar a la famosa polémica entre Poulantzas y
Miliband. Lo mismo puede decirse con respecto al análisis político, donde es frecuente
analizar el comportamiento electoral, afiliativo, etc. de las diversas clases.
En un libro reciente Rosemary Crompton68
apuntaba el desarrollo del concepto
de clase en tradiciones humanistas. En el Reino Unido cita el caso de Bottomore y el
diálogo entre la sociología y la historia propiciado por Thompson, Stedman Jones y
otros. Igualmente, Crompton señala que el concepto de clase ha resultado esencial en
la sociología urbana y en la geografía radical. Se podría decir lo mismo de la sociología
de la educación, del trabajo, la sociolingüística, etc.
No obstante, dentro del propio marxismo -o habría que decir postmarxismo- hay
interpretaciones opuestas a la primacía del concepto de clase. Esto es lo que ocurre en
el marxismo textualista o discursivo de Laclau y Mouffe69
. La clase obrera pierde su
posición privilegiada en la lucha contra el capitalismo y su lugar es ocupado por algunos
de los nuevos movimientos sociales tales como los grupos ecologistas, antimilitaristas,
etc., grupos que están constituidos por personas que ocupan distintos lugares en la
estructura social, o lo que es lo mismo, son interclasistas. Laclau y Mouffe mantienen
que las luchas contestarias solo tienen lugar cuando aparece el discurso democrático,
cosa que ocurre a partir de la Revolución francesa.
Una de las últimas corrientes que se ha opuesto a la centralidad de las clases es
la idea del postmaterialismo. Esta propuesta se debe a Inglehart70
. De acuerdo con él, a
68
Class and Stratification. An Introduction to Current Debates,
Cambridge, Polity Press, 1993.
69
E. Laclau y Ch. Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista.
Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI, 1987.
70
R. Inglehart, "Value Change in Industrial Societies",
American Political Science Review, 81, 4, 1987.