Murray Rothbard fue un defensor de la sociedad sin estado, pero nunca fue aceptado por el movimiento anarquista y sigue siendo considerado más un “lacayo del capitalismo” que un pensador anarquista. De hecho el anarcocapitalismo siempre se ha considerado un oxímoron por los autoproclamados como “verdaderos” anarquistas. Parte de la razón es una incapacidad general de entender los diferentes usos y definiciones de palabras en las tradiciones clásicas socialistas y liberales. Los socialistas se refieren al “capitalismo” como el sistema en que el estado distribuye y protege los privilegios capitalistas, y por tanto la opresión de los obreros. No ven que el capitalismo, en la tradición liberal clásica, significa más bien un libre mercado basado en personas libres, es decir, intercambios voluntarios de valor entre individuos libres.
2. ANARCO-SOCIALISMO
Y S U S P R O B L E M A S
Per Bylund
Δ C R Δ C I Δ
Artículo del
Mises Institute
3. Índice
Introducción 19
La ignorancia del tiempo en los socialistas 19
Los valores son subjetivos 12
Anarquismo: Un mundo de soberanos 14
Notas 18
4. Introducción
La nueva película “V de Vendetta” ha provocado una
discusión pública sobre el significado del anarquismo.
Murray Rothbard fue un defensor de la sociedad sin estado,
pero nunca fue aceptado por el movimiento anarquista y
sigue siendo considerado más un “lacayo del capitalismo”
que un pensador anarquista. De hecho el anarcocapitalismo
siempre se ha considerado un oxímoron por los
autoproclamados como “verdaderos” anarquistas.
Parte de la razón es una incapacidad general de entender
los diferentes usos y definiciones de palabras en las
tradiciones clásicas socialistas y liberales. Los socialistas se
refieren al “capitalismo” como el sistema en que el estado
distribuye y protege los privilegios capitalistas, y por tanto la
opresión de los obreros. No ven que el capitalismo, en la
tradición liberal clásica, significa más bien un libre mercado
basado en personas libres, es decir, intercambios voluntarios
de valor entre individuos libres.
Unas razones más profundas e interesantes son las raíces
socialistas del anarquismo. Como demuestra, por ejemplo, la
FAQ Anarquista, la mayoría (si no la totalidad) de los
pensadores anarquistas históricos se enorgullecían en
declarar que sus ideas pertenecían a la tradición socialista
progresista. El “padre fundador” del anarquismo,
5. Pierre-Joseph Proudhon, era socialista: los individualistas
anarquistas estadounidenses del siglo XIX a menudo
afirmaban ser socialistas y los anarquistas comunistas rusos
Mikhail Bakunin y Peter Kropotkin eran evidentemente
socialistas.
Sin embargo, hubo unos pocos anarquistas que no fueron
explícitamente socialistas, pero fueron muy pocos y
relativamente desconocidos, si es que fueron aceptados como
anarquistas. El egoísta alemán Max Stirner se las arregló de
alguna forma para ser considerado generalmente como un
anarquista aunque nunca declaró ser socialista. (Tampoco
declaró nunca ser anarquista).
Sería fútil afirmar que la tradición anarquista no sea
original y principalmente socialista y este ensayo no trata de
eso. No rechazo la importancia del socialismo para el
anarquismo ni en la teoría ni en la práctica, pero demostraré
cómo la definición del “socialismo” es demasiado rígida y
estatista, en oposición a lo que afirman generalmente los
anarquistas, y parece basarse en una desafortunada mala
compresión del hombre y el mercado. El principal problema
es el rechazo de los anarquistas socialistas a repensar cuando
se revelan nuevos hechos.
Pedro Kropotkin, el famoso anarquista comunista ruso de
finales del siglo XIX y principios del XX, dijo que había
6. esencialmente dos tipos de socialismo: el socialismo estatista
y el anarquismo. La diferencia entre ambos es que el
socialismo estatista desea tomar control del estado y
utilizarlo para implantar el socialismo, mientras que el
anarquismo socialista desea abolir el estado y por tanto el
opresivo sistema económico capitalista. La distinción de
Kropotkin resuelve unos pocos problemas y contradicciones
propios del socialismo estatista, como la implantación por la
fuerza de la igualdad dejando que unos pocos gobiernen a
muchos a través del estado.
Pero persisten algunos problemas en la versión anarquista
del socialismo. El problema aparece debido al hecho de que
los socialistas tienden a tener una visión estática de la
sociedad, lo que les hace totalmente ignorantes de cómo
cambian las cosas con el tiempo. Los socialistas
probablemente no admitan esto, pues sí saben que las cosas
han ido cambiando en el curso de la historia (lo dijo Karl
Marx) y que las cosas nunca parecen permanecer igual. Pero
aún así argumentan como si “ceteris paribus” fuera el
principio divino de la realidad, y no lo es.
El socialismo no admite un componente temporal (o se
considera poco importante y por tanto se omite) en el análisis
del mundo o de la economía. Se piensa generalmente que las
cosas son como son incluso si no fueran lo mismo en la
historia y necesitaran cambiarse en el futuro. En un mundo
7. socialista, la gente es igual y debería seguir siendo igual; las
elecciones individuales de los actores en el mercado libre (sí,
los socialistas anarquistas sí hablan de mercado) no cambia
este hecho. En su visión socialista del mundo no hay
comprensión alguna de esa característica del mercado a la
que Ludwig von Mises llamó preferencia temporal.
Esta importante parte de información acerca de cómo
funciona el mercado (es decir, de cómo funciona la gente)
significa que una persona normalmente prefiere tener un
valor ahora que tener el mismo valor en algún momento del
futuro. Esto no tiene nada que ver con ganar intereses en
inversiones, pero es una parte natural de lo que significa ser
racional (nos va mejor con cierta cantidad de comida ahora
que con la misma cantidad de comida dentro de una semana).
Sin saber esto (o incluso sin preferencia temporal por sí
misma), calcular que “estará” en el mercado sería mucho
más fácil (pero completamente erróneo.
Pero la preferencia temporal no es una parte de la
percepción socialista del mundo de la economía. Entender
este hecho hace mucho más fácil entender la demanda
socialista de una igualdad teleológica, es decir, de la
igualdad como medida de justicia aplicable tanto antes como
especialmente después de que se hayan producido en el
mercado interacciones e intercambios. Si el mundo y la
economía fueran perpetuamente estáticos y por tanto nunca
8. se creara valor, la igualdad económica es teóricamente
posible. (Incluso tal vez sea justa).
Pero no es el caso, y por tanto el análisis socialista es
erróneo. Esta debilidad, a la que podemos calificar de
ignorancia temporal, persiste en la versión anarquista del
socialismo.
La ignorancia del tiempo en los socialistas
Kropotkin define este tipo de socialismo como “un esfuerzo
por abolir la explotación del Trabajo por el Capital”,1 y
Benjamin Tucker dice “la reclamación de fondo del
Socialismo [es] que el trabajo debería ser propiedad de sí
mismo”.2 Bueno, no suena tan mal. Otra forma de decir lo
mismo sería que cada individuo tiene un derecho natural a lo
que produce y que es una violación de sus derechos naturales
quitar de sus manos por la fuerza este producto de su trabajo.
Llamémosle derecho o no, ésta es la esencia y la base
teórica común acerca de cómo se genera el valor, tanto para
el liberalismo clásico como para el marxismo. Siempre que
un individuo invierte su tiempo, habilidad y esfuerzo en
tratar de obtener un valor, crea valor y, como su creador, es
el propietario de dicho valor. Es difícil argumentar que el
individuo no sea el justo propietario de su trabajo; incluso
9. John Locke llegó al punto de llamar al trabajo la “propiedad
incuestionable del trabajador”. Si el individuo que realiza el
trabajo no es propietario de dicho trabajo, ¿quién lo es?
La diferencia entre el socialismo y el liberalismo clásicos
no está en la definición de propiedad o cómo aparece, sino en
su significado. Pierre-Joseph Proudhon, aunque sea conocido
por decir “la propiedad es un robo” (queriendo decir que los
privilegios de la propiedad causan las condiciones de
explotación), también dijo que “la propiedad es libertad” en
el sentido de que el hombre sólo es libre cuando es el único
propietario de lo que posee y lo que crea. A lo que se refería
es a que el trabajo asalariado era explotación del trabajador
por el capitalista privilegiado.
Para entender esta opinión, necesitamos recordar que la
preferencia temporal no es aplicable (o no se admite). Desde
la perspectiva socialista, cualquier diferencia de valor entre
entradas y salidas es fraude o robo (por usar terminología
libertaria). Si invertimos trabajo (entrada) para lograr un
valor de 100$ y recibimos un pago (salida) de 95$ nos están
oprimiendo.
Esto explica por qué, utilizando la definición socialista,
el capitalismo es opresor. Quien “ofrece” un trabajo (es decir,
el capitalista) obtiene un beneficio simplemente porque el
valor del trabajo invertido por el obrero es mayor de lo que
10. recibe en pago. (La razón por la que pueden hacer esto,
afirman los socialistas, es por los privilegios de la propiedad
implantados por el estado que fuerzan indirectamente a los
trabajadores a la esclavitud del salario).
Otra forma de decir esto es que la plusvalía se la quedan
los gestores y propietarios de la industria al pagar a los
trabajadores sólo parte de su entrada de trabajo. En esta
visión estática de cómo funciona el mundo bajo el sistema
económico capitalista, está claro que el empleo es usura y
“esclavitud salarial”. No puedo discutirlo y no lo haré con la
identificación de muchos planes de empleo históricos y
contemporáneos que son de facto usura debida a privilegios
otorgados a capitalistas por parte de la clase política.
Sin embargo, el análisis es esencialmente erróneo y lo es
sencillamente porque los socialistas no entienden la
preferencia temporal. Muchos valoran (aunque no
necesariamente monetariamente) como trabajadores recibir
frecuentemente una cantidad en pago por el trabajo invertido
en lugar de asumir los riesgos de producir, publicitar y
vender u producto en el mercado (incluso si la empresa no se
gestiona individualmente, sino en cooperación con otros
trabajadores).
También es cierto lo contrario: el “capitalista” valora más
el dinero ahora que el dinero luego; así que los beneficios
11. posteriores tienen que ser mayores que los costes de trabajo
actuales para “estar en paz”. Lo que pasa aquí es que si un
trabajador eligiera voluntariamente entre múltiples
alternativas diferentes, hay razón para creer que el empleo es
a veces (o tal vez a menudo) una posibilidad atractiva.
Las razones son la división del trabajo, los riesgos en el
mercado, etc. Pero principalmente por la preferencia
temporal, lo que significa que un trabajador podría valorar un
salario fijo ahora y a intervalos predeterminados másque
invertir en su trabajo ahora y obtener el valor completo más
tarde. Por tanto, el trabajador puede encontrar equilibrado
invertir trabajo que genere luego un valor de 100$ mensuales
en productos, incluso aunque se le paguen ahora 95$.
Para alguna gente, menos dinero ahora que luego es en
realidad usura, pero eso es sólo un hecho que refuerza la
teoría de la preferencia temporal expuesta por los
economistas austriacos. La gente tiene diferentes
percepciones del valor y valora cosas distintas en momentos
distintos, y por tanto un individuo muy bien puede encontrar
que el empleo les beneficia mientras que otros no pueden en
modo alguno aceptar esos términos. Y los mismos individuos
podrían pensar de una forma muy diferente en un momento
distinto.
12. Los valores son subjetivos
Esto nos lleva necesariamente a otro punto importante muy
relacionado con la naturaleza de la preferencia temporal, que
es la identificación de los valores como subjetivos. Los
valores monetarios son objetivos, en el sentido de que 1$ es
siempre 1$ (o, en otras palabras, 1=1 o “A es A”), pero
recibir 1$ puede significar mucho para un individuo y al
mismo tiempo no significar casi nada para otro. Por supuesto,
los anarquistas socialistas e incluso los socialistas estatistas
entienden la relatividad de los valores, por ejemplo, que
1$ para una persona pobre significa mucho más de lo que
nuca significaría para una persona rica (aunque siga siendo
1$). Por eso los socialistas afirman a menudo que la gente
rica no tiene nada que temer de los impuestos (incluso
grandes sumas no significan mucho para ella), mientras que
la gente pobre puede obtener “muchísimo”.
Pero el valor relativo en este sentido sólo significa que la
evaluación individual del valor de 1$ es relativo a cuando
dólares tenga éste o ésta (o pueda obtener fácilmente). Es
algo distinto de identificar los valores como subjetivos.
Un valor subjetivo no significa necesariamente que cierta
cantidad de dinero se compare con otra. Los valores son
subjetivos en el sentido de que algo de valor significa que
nos consideramos mejor con ello que sin ello. Esto no tiene
13. nada que ver con cantidades unidades monetarias o comparar
manzanas con manzanas: el valor subjetivo es la evaluación
individual de algo comparado con la evaluación de las
alternativas por parte del mismo individuo. Los valores son
subjetivos en el sentido de que el individuo realiza la
evaluación solo y lo hace de acuerdo con su jerarquía de
preferencias. Así, el valor subjetivo no depende de lo que se
esté valorando, sino de cómo se perciba.
Por tanto, el análisis de un trabajador de si un empleo es
beneficioso no sólo incluye el valor monetario del trabajo
invertido y el pago recibido, sino todo lo demás que valore.
El empleo puede tener un gran valor para una persona con
aversión al riesgo, pues el riesgo de perder dinero es muy
bajo, mientras que el mismo trato para otro, que tal vez esté
más dispuesto a tomar riesgo, no sea directamente nada más
que una esclavitud. La gente es diferente.
Esto nos lleva a un tercer y último punto importante que
deriva directamente del hecho de que los valores son
subjetivos: sólo hay individuos. Aunque las identidades
culturales y sociales tienden a hacer que la gente piense en el
mismo sentido, siguen sin ser iguales y piensan distinto.
Evidentemente, en general, los socialistas no se dan cuenta
de esto.
Como se ha demostrado en el ejemplo de empleo frente a
14. no empleo, los individuos valoran las cosas de forma
diferente. Algunos individuos aceptarán el trabajo asalariado
y estarán completamente satisfechos (e incluso pueden
considerarlo la mejor alternativa), mientras que otros no
pueden encontrar un empleo que les satisfaga. Los
individuos son únicos y diferentes y eso significa que tienen
distintas preferencias.
Esta en una de las principales razones por las que las
políticas de estado son siempre opresoras y nunca pueden
funcionar satisfactoriamente: ofrecen un sistema o solución
para un tipo de gente, y eso tiene que causar problemas al
aplicarse a una población los 300 millones de individuos
únicos que viven en Estados Unidos.
Anarquismo: Un mundo de soberanos
El hecho de que “sólo hay individuos” es asimismo un gran
argumento para el anarquismo. No puede haber su sólo
sistema que obligue a dos individuos sin que se adapte mejor
a uno que a otro y por tanto ese sistema crearía
desigualdades legales (y por tanto será opresor). Asimismo,
como sólo hay individuos no hay razón para creer que
algunos individuos deban tener el poder de gobernar a otros.
Si sólo hay individuos, todos deberían ser propietarios
soberanos de sí mismos y disfrutar de derechos iguales
15. completos para sí mismos.
Pero este hecho significa asimismo que la gente es
distinta y que alguna gente valorará ciertas cosas, mientras
que otra valorará cosas completamente diferentes. Alguna
gente tendrá una alta preferencia temporal para ciertos
valores, mientras otras tendrán una preferencia temporal baja.
Alguna gente será capaz de usar su tiempo y habilidades para
crear un montón de valor para otros (evaluado
subjetivamente), mientras otras crean valor sólo reconocido
por unos pocos. Y las elecciones individuales siempre serán
elecciones individuales, decisiones que se toman
dependiendo de la evaluación subjetiva del individuo del
valor que elige identificar.
El socialismo, tal y como se define habitualmente por los
socialistas (de ambas variedades, anarquista y estatista) no
aprecia este hecho y por tanto niega categóricamente las
soluciones, funciones e instituciones de mercado que
aparecen voluntaria y espontáneamente. Podría ser cierto que
los propios socialistas nunca acepten el trabajo asalariado,
pero tal vez muchos otros acepten el empleo como
beneficioso para ellos individual o colectivamente.
Lo mismo pasa con el credo marxista, normalmente
también defendido por los anarquistas socialistas, de que el
trabajador sólo es libre cuando ha adquirido la propiedad de
16. los medios de producción. Pero ¿cómo podemos decir que un
tipo de profesión o “clase” comparte exactamente los
mismos valores? Eso supone necesariamente una conciencia
de clase extrema, en la que los individuos ya no existen. Si la
“conciencia de clase se interpreta en su lugar en el sentido de
clase perteneciente y unida a ciertos valores, la preferencia
temporal y la subjetividad de los valores seguiría
aplicándose.
El anarquista de libre mercado puede aceptar muchos de
los objetivos de los anarquistas socialistas, como la igualdad
en el derecho al trabajo propio y sus frutos. Podemos apoyar
el objetivo del anarquismo socialista de abolir el estado
como una institución implícitamente mala que obliga a los
ciudadanos a renunciar a lo que es suyo por derecho natural.
Pero también vemos los defectos del socialismo actualmente
definidos: la preferencia temporal es una pieza esencial de
información sobre cómo funciona la gente, y por tanto el
mercado y la sociedad.
A causa de la preferencia temporal no es posible negar
totalmente la idea de que pueden aparecer desigualdades en
el libre mercado.3 Los individuos actuarán de acuerdo con su
percepción de lo que es más beneficioso para ellos y la gente,
dioses o artefactos que les importen. Algunos valoran la
riqueza monetaria mientras otros valoran la salud, el ocio, la
familia, una buena casa o automóviles veloces. La gente hará
17. diferentes elecciones dependiendo de su situación y sus
preferencias e incluso si empiezan en un estado de
igualitarismo algunas alternativas serían mejores (con
respecto a algo, como la cantidad de activos monetarios) y
otras peores.
No es improbable que alguna gente escoja acumular
riqueza (en la mayor grado posible sin la existencia de de
privilegios estatales) mientras que otros estarán dispuestos a
gastar lo que ganan en diversión o en consumo irracional. La
elección debería ser de los individuos y no hay forma de que
podamos decir “bien” o “mal”, es el individuo quien decide.
Así que si creemos realmente en el individuo como
autopropietario y soberano no deberíamos afirmar conocer lo
que elegiría (o debería elegir) y no podemos decir lo que no
elegiría. En una sociedad con sólo individuos libres, todos
ellos serán iguales en su derecho a sí mismos y por tanto no
podemos decir a la gente que no pueden intercambiar su
trabajo en el futuro por valor ahora. Harán lo que entiendan
que les interesa y yo haré lo que entiendo que me interesa a
mí lo que nos interese personal o mutuamente es algo que
decidiremos individualmente.
Esta es la razón por la que no puede decirse que el
empleo y la acumulación de capital se desvanecen cuando se
abole el estado. De hecho, lo contrario es verdad. Esa es
18. también la razón por la que Murray Rothbard era un
verdadero anarquista, aunque no aceptara la ilusión de un
mundo sin preferencias temporales.
Notas
1. Evolution and Environment, p. 81
2. The Anarchist Reader, p. 144.
3. Sin embargo, es menos probable en un mercado libre que en un sistema
estatal, pues nadie puede obtener coactivamente privilegios impuestos a costa
de otros.
Nota: Las opiniones expresadas en Mises.org no son
necesariamente las del Instituto Mises.
Per Bylund, PhD, es Senior Fellow del Instituto Mises y
Profesor Asociado de Iniciativa Empresarial y Cátedra
Johnny D. Pope en la Escuela de Iniciativa Empresarial de la
Spears School of Business de la Universidad Estatal de
Oklahoma, y Associate Fellow del Instituto Ratio de
Estocolmo. Anteriormente ocupó cargos docentes en la
Universidad de Baylor y en la Universidad de Missouri. El
Dr. Bylund ha publicado trabajos de investigación en revistas
de primera línea sobre iniciativa empresarial y gestión, así
como en el Quarterly Journal of Austrian Economics y el
19. Review of Austrian Economics. Es autor de tres libros
completos: How to Think about the Economy: A Primer, The
Seen, the Unseen, and the Unrealized: How Regulations
Affect our Everyday Lives, y The Problem of Production: A
New Theory of the Firm. Ha editado The Modern Guide to
Austrian Economics y The Next Generation of Austrian
Economics: Essays In Honor of Joseph T. Salerno.