Santa Luisa de Marillac nos muestra: Los escollos a evitar
Arzobispo Arequipa ayuno moda Cuaresma
1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
19 de
marzo
de 2017
LA COLUMNA
De Mons. Javier Del Río Alba
EL AYUNO Y LA MODA
Comenzamos la tercera semana de la Cuaresma,
tiempo de gracia a través del cual la Iglesia se
prepara para la Pascua en la que Jesucristo quiere
hacernos partícipes de su victoria sobre el pecado
y la muerte. Cuando uno vive bien la Cuaresma,
en la Pascua experimenta realmente la liberación
del pecado que esclaviza y el derribamiento del
muro de la muerte que nos impide gozar de la
vida eterna ya desde este mundo. Para vivir bien
la Cuaresma, la Iglesia nos da tres armas:
oración, ayuno y limosna. La semana pasada
dediqué esta columna a la oración. Esta semana
lo haré al ayuno porque, como es sabido, la
Iglesia nos invita a ayunar los viernes de
Cuaresma.
En general, el ayuno consiste en abstenernos de
la comida, al menos de una de las comidas
principales del día, como un medio para
ejercitarnos en abstenernos de una cosa buena
para alcanzar algo mejor, en especial la libertad.
Así como la oración hace referencia a nuestra
conversión con relación a Dios, porque rezar es
hablar con Dios, el ayuno hace referencia a
nuestra conversión con relación a nosotros
mismos.Ayunando nos libramos de las presiones
de nuestra materia corporal y facilitamos que se
reanime la fuerza espiritual que hay en nosotros.
En este sentido, el ayuno nos purifica porque
somete al hombre de la carne, ese hombre viejo
que habita en nosotros y que muchas veces nos
impone sus instintos, nos aleja de Dios, nos lleva
al pecado y termina haciéndonos daño a nosotros
mismos. Someter al hombre de la carne hace
posible que crezca en nosotros el hombre
espiritual, ese hombre celeste que Dios quiere
realizar en nosotros a través de la nueva creación
iniciada en Cristo muerto y resucitado. Esto es
muy importante porque, como dice Jesús, “el
espíritu está pronto, pero la carne es débil” (Mt
26,41).
Ayunar no es fácil, porque estamos habituados al
ritmo de comidas que llevamos a lo largo del año.
Cambiar ese ritmo, saltarnos una comida,
implica hacernos cierta violencia, es decir
combatir contra nosotros mismos, y como eso
cuesta, entonces nos da miedo hacerlo. Podemos
encontrar muchas excusas y oponer diversos
argumentos, pero la realidad es que, al menos en
la mayoría de los casos, no nos atrevemos a
ayunar porque pensamos que es algo malo, que
atenta contra nosotros mismos. En una cultura
del bienestar, en la que se exalta el placer y se
huye del sufrimiento, el ayuno se presenta como
inhumano. Tal vez por eso se ve al ayuno como
algo pasado de moda. La verdad, en cambio, es
que el ayuno nos es algo malo sino bueno, porque
en la medida en que dominemos al hombre de la
carne y potenciemos al hombre del espíritu,
iremos siendo verdaderamente libres. El ayuno,
entonces,esunmedioynounfinensí mismo.
Los invito a que, pensando en los frutos que una
buena Pascua puede dar en nosotros, vivamos
seriamente el tiempo de Cuaresma y
recuperemos el ayuno de los viernes. La mejor
manera de ayunar es leer la Biblia durante el
tiempo que normalmente dedicamos a la comida
de la que nos vamos a abstener. Si lo hacemos así,
seremos testigos de que, como dijo Jesús al
demonio, “no sólo de pan vive el hombre, sino de
toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mt
4,4).
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa