2. “Vale más saber una verdad, aun cuando sea
difícil, vergonzosa o trágica, que ocultarla,
porque aquello que se calla, es subordinado o
adivinado por los otros y esos secretos de
familia, se convierte en un traumatismo más
grave a largo plazo”.
Claudine Vegh
3. Cómo identificar si hay secretos
¿Tiene sueños o pesadillas recurrentes?
¿Se enamora de personas que se esfuman por arte de
magia?
¿No recuerda nada, o casi nada de su infancia?
¿Siente que algo muy malo ocurrió en algún momento de su
vida pero no logra identificarlo?
¿Sufre de tristezas profundas sin explicación aparente?
¿Cree que sus seres queridos se decepcionarían si lo
conocieran tal como es?
4. En muchas familias aún se guardan
los secretos porque dan vergüenza y miedo.
Socialmente no se debe saber, porque puede
condicionar a los demás miembros, o bien, porque
los pueden traumatizar. Lo que no se tiene en
cuenta es que esos secretos de una manera u otra
los estamos mostrando con nuestros gestos,
miedos, palabras y actos
5. Vergüenza.
En este trance, sentimos que no somos suficientes, que hay cosas
terriblemente mal en nosotros, que estamos “mal hechos”. Nos
aterra la crítica, retroalimentación, cualquier comentario puede
causar que nos sintamos que no valemos, que nada de lo que
hacemos vale la pena, que nuestra energía se colapse. La
vergüenza nace de la pérdida de contacto con nuestras cualidades
esenciales y como resultado perdemos la confianza en lo que
sentimos, pensamos, hacemos. Esto nos lleva a auto exigirnos en
demasía, a vivir intentando complacer a los demás, a una vida sin
mucho auto respeto ni dignidad.
6. MIEDO Y TRAUMAS
Cuando somos niños, cualquier forma de presión, invasión de
límites, críticas, mensajes ambivalentes, amenazas, violencia
o incertidumbre y secretos familiares, provocan un profundo
miedo que se congela en el sistema nervioso, colapsando
nuestra energía. “Nuestro sistema nervioso está diseñado
para responder a la invasión o a la amenaza peleando o
huyendo, pero como niños no podemos hacer ninguna de
estas cosas. En su lugar, el sistema nervioso se congeló y
nuestra conciencia se desasoció. (Peter A Levine,
Despertando al Tigre).
7. Vergüenza y Miedo
Mucha de nuestra autoestima está basada en loa
forma en que vivimos nuestra vida - nuestros
pensamientos, las decisiones que hacemos,
acciones que tomamos, y los hábitos que seguimos.
Y gran parte de estos pensamientos, decisiones,
acciones y hábitos pueden haberse originado en la
vergüenza y en miedos infantiles. Exploremos un
poco como esta negatividad puede estar guiando
nuestras vidas:
8. Decisiones basadas en la vergüenza y
en los miedos
Ser atraído o entrar en relación con alguien
que no está disponible o es abusiv@.
Estar en una relación insatisfactoria o abusiva
y no poder terminarla.
Elegir una carrera o tener un trabajo que no
es correcto para ti.
Escoger un lugar de vida que no te gusta
9. Acciones basadas en la vergüenza y en
los miedos:
Aceptar faltas de respeto sin decir nada
Tener relaciones sexuales en formas no correctas para tí
Compulsivamente buscar las opiniones de los demás acerca de tu vida y escuchar estas
opiniones en vez de aprender a escuchar a tu propia sabiduría.
Dejar de hacer algo tan pronto te sientas desilusionad@ o sufras un pequeño revés.
No empezar algo porque parece demasiado díficil
Decir algo que no quieres decir
Compulsivamente buscar atención
Ser deshonest@
Exagerar para impresionar alas personas
Gastar más dinero del que tienes.
Tener muchos asuntos emocionales sin terminar con otras personas y no tomar acciones
para aclararlos.
10. Hábitos basados en la vergüenza y los
miedos.
Comer de más y /o comer alimentos que no te nutren ni son sanos.
No hacer ejercicio o hacer de más, sin escuchar al cuerpo
Estar con personas que no apoyan tu crecimiento y expansión
Abusar sustancias como alcohol, marihuana, cocaína o incluso
prescripciones médicas.
Pasar muchas horas viendo televisión o navegando el internet, o jugando
juegos de video.
Ser adict@ a la pornografía de internet
Aislarte
11. De acuerdo a expertos en el tema, los secretos
producen efectos y síntomas que incluso pueden
heredarse. La pediatra y psicóloga francesa
Françoise Dolto, famosa por sus descubrimientos
en psicoanálisis de la infancia, escribió: "Lo que
es callado en la primera generación, la segunda
lo lleva en el cuerpo".
12. Usualmente los secretos se refieren a tres
grandes temas: origen, sexo y muerte. Cuando
se mantienen por largo tiempo, alimentan mitos
en las familias que a menudo se repiten de
generación en generación.
13. Algunos secretos son inofensivos y graciosos.
Otros son dolorosos y afectan el presente y el
futuro de mucha gente. Por eso los guardan
tanto. ¿Pero será bueno guardar secretos
dentro de la misma familia? No.
Las siguientes son 5 razones de por qué no
14. 1. Destruyen relaciones.
Dentro de un matrimonio o una relación adulta
significativa, los secretos pueden causar que se
interrumpa la comunicación. El lazo emocional puede
perjudicarse de manera irreparable, haciendo daño
también a los hijos. No hay duda de que hay secretos
que es mejor llevarse a la tumba, pero la mayoría de
ellos, si su contenido no afecta la relación, deben
compartirse.
15. 2. Pueden afectar las vidas de los niños.
Los niños son extremadamente perceptivos. Se alarman y se
ponen ansiosos si presienten que se les esconde algo serio que
les afecta. El peor daño ocurre cuando llegan a pensar que es
su culpa algo que ellos se dan cuenta de que está pasando en
su hogar, pero no saben qué es. Un buen ejemplo es cuando
perciben que mamá y papá tienen problemas, o que un adulto
muy querido está enfermo. Dependiendo de la edad y la
madurez del niño, es importante explicarles la situación de la
manera más adecuada. Si tiene dudas, consulta a un
profesional
16. 3. Causan sospechas, desconfianza y resentimiento.
Si los miembros de una familia saben o perciben que se les oculta
un secreto, empiezan a desconfiar, a sospechar y a guardar
resentimientos. Queremos creer que podemos confiar en los que
tenemos más cerca, y que los seres que amamos y respetamos
son sinceros y nos dicen la verdad. La confianza se pierde cuando
alguien en la familia sabe que le guardaron un secreto,
especialmente si fue acompañado de una mentira. La situación
empeora cuando la vida entera de esa persona se afectó por ese
secreto.
17. 4. Crean un falso sentido de la realidad.
Entre los niños, esconder secretos de familia crea un falso
sentido de la realidad. Los niños aprenden el mundo, de los
adultos en sus vidas. Cuando eventualmente uno de los
padres (o peor aún, alguien de afuera) le dice la verdad, su
mundo se viene abajo. El impacto de los secretos es fuerte,
no importa la edad, porque tambalea o destruye el mundo
que la persona creó en su mente durante mucho tiempo.
18. 5. Pueden causar enfermedad.
Guardar secretos traumáticos causa estrés excesivo y culpa en el
que lleva la carga de esconderlo, aunque piense que el silencio es
la mejor opción para todos. La persona puede sufrir de ansiedad,
dolores de cabeza y/o de espalda y problemas digestivos, al
internalizar en vez de compartir secretos que perturban. A veces se
tornan al alcohol o a substancias adictivas para enmascarar su
dolor. Los que viven con la que guarda el secreto pueden sufrir los
mismos síntomas físicos.
19. Si los secretos de familia hacen tanto daño, ¿qué hacemos con ellos?
Revelarlos en el momento correcto y de la manera correcta.
En cuanto a los niños, si el secreto se relaciona con ellos, consulta con un
profesional de salud mental sobre cuál es la mejor edad y el mejor momento
para contarle reduciendo el impacto. Algunos secretos dolorosos requieren
cierto grado de madurez.
Ya adultos, todos tenemos derecho a conocer nuestras verdaderas raíces y
aquello (mejor o peor) que sirvió de base a nuestro desarrollo, sin que lo
hayamos sabido. Todos queremos entender por qué somos los que somos y
estamos donde estamos. Los secretos que no se dicen a tiempo pueden
destruir los cimientos de una familia y a las personas afectadas por los eventos
del secreto.
20. No le temas a conocer los secretos familiares,
especialmente de generaciones anteriores a la
nuestra. Muchos no son dramáticos ahora. Se
convierten en anécdotas, tal vez hasta chistes, y nos
ayudan a conocer mejor a nuestros antepasados y a
relacionarnos con ellos, estén o no estén.