1. Herbert Marcuse
(Berlín, 1898 - Starnberg, 1979) Filósofo y sociólogo alemán. El
pensamiento de Marcuse, fundamentado en elementos procedentes del
marxismo y el freudismo, constituye una crítica de la sociedad industrial,
cuyo carácter represivo y alienante acaba por incorporar a la clase obrera
conformándola y convirtiéndola a su vez en explotadora indirecta de las
clases marginadas de los países pobres. Influyó en la formación de la
llamada "nueva izquierda" estadounidense y lo consagró como el ideólogo
de las revueltas estudiantiles de los años sesenta.
Herbert Marcuse
Después de estudiar en su ciudad natal y en Friburgo, se licenció en la
Universidad de esta última ciudad en 1922, con una tesis sobre Heidegger.
En 1928 se hizo cargo de la publicación de una bibliografía schilleriana.
Durante la década de 1920 se interesó por la sociología, y recibió la
influencia de Max Weber, aunque se orientó finalmente por un marxismo
crítico, que translucía la gran influencia de la Historia y conciencia de
clase de Lukács.
En este período también se interesó vivamente por Dilthey y por la
fenomenología de Husserl. Participó en los trabajos para la edición crítica de
los escritos de juventud de Marx, cuyo análisis le inspiró el planteamiento
del ensayo Neue Quellen zur Grundlegung des historischen Materialismus, que data de
1932. Entre 1928 y 1932 colaboró en algunas revistas, entre
2. ellasPhilosophische Hefte, Archiv für Sozialwissenschaft y Die Gesellschaft, y fue
durante algún tiempo director de la última de ellas.
Su marxismo crítico, de base antipositivista y ligado a la dialéctica
hegeliana, sufrió una experiencia decisiva al entrar en contacto con el
pensamiento de Max Horkheimer, influencia que se tradujo en una verdadera
transformación de su pensamiento, que se libró gracias a ello de la huella
hegeliana. Esta influencia se percibe todavía en la monografía que le dedicó
el autor en 1932: Ontología de Hegel y teoría de la historicidad, que es una de sus
obras mejor construidas.
Asumió como suya la horkheimeriana "teoría crítica de la sociedad", y
realizó una serie de investigaciones y análisis que tenían como objetivo la
recuperación, en sentido marxista, de la dialéctica hegeliana para plantear
de forma correcta la relación entre "teoría" y "praxis". Su marxismo, al
igual que el de Horkheimer, tomaba como figura de referencia a Rosa
Luxemburg. Como protesta por el asesinato de ésta, abandonó en 1919 el
Partido Socialdemócrata.
Su colaboración con el Instituto de Estudios Sociales de Frankfurt, dirigido
por Horkheimer, consistió en una serie de ensayos entre los que
destacan Der Kampf gegen den Liberalismus in der totalitären Staatsauffassung (1934),
Über den affirmativen Charakter der Kultur (1937) yZur Kritik des Hedonismus (1938).
Estos ensayos -junto con otros que abarcan el período entre 1933 y 1965-
fueron reunidos en la obra titulada Kultur und Gesellschaft, que fue publicada
en 1965. Además, colaboró con Horkheimer en sus estudios sobre la
familia, que desembocaron enStudien über Autorität und Familie, publicado en
París en 1936.
Cuando se produjo la llegada al poder del nazismo, emigró a Ginebra y se
trasladó posteriormente a Nueva York. En Estados Unidos se convirtió en
miembro del Institute of Social Research en la Universidad de Columbia.
Desde 1942 hasta 1950 trabajó en la Office of Strategic Services. Colaboró
en calidad de investigador científico y de docente con el Russian Institute
de la Universidad de Columbia (1951-1952) y con el Russian Research
Center en la Universidad de Harvard (1953-1954). Sus estudios sobre la
Unión Soviética desembocaron en la obra El marxismo soviético (Soviet Marxism),
publicada en 1958.
En 1954 empezó a enseñar ciencias políticas en la Brandeis University, y
más tarde se trasladó a la Universidad de California. A pesar de establecer
definitivamente su residencia en Estados Unidos, mantuvo un contacto
constante con Europa, viajando a menudo a Alemania, Francia y
Yugoslavia. En 1969 realizó una serie de conferencias en Italia. El año
3. anterior había participado en una convención sobre la figura de Marx
promovida por la UNESCO.
Marcuse rodeado de estudiantes de
la Universidad de Berlín (1967)
También durante este período, tomando partido a favor de los estudiantes,
propuso una revisión crítica del marxismo y del concepto mismo de
revolución, como se desprende claramente del breve ensayo El final de la
utopía (Das Ende der Utopie, 1967). Oponiéndose a una racionalidad puramente
formal y tomando como referencia a Hegel y Marx, atacó la realidad que
pretendía establecerse como ideología. En Razón y revolución (Reason and
Revolution), que se publicó en 1941, y más tarde, en una nueva edición
revisada y ampliada, en 1954, contrapuso a la visión positivista de la
sociedad, planteada en su forma más completa por Comte, la perspectiva
salida del movimiento de la dialéctica hegeliano-marxista.
La crítica de la civilización como represión (que implica la valoración del
"poder de lo negativo" en el pensamiento entendido dialécticamente) se
hizo más aguda en Eros y civilización. Una investigación filosófica acerca de
Freud (Eros and Civilization, 1955), gracias al extenso estudio sobre Freud. Este
libro fue una de las mayores aportaciones a la definición crítica de las
relaciones entre el marxismo y el psicoanálisis.
La fama del autor se propagó después del éxito obtenido por El hombre
unidimensional (One Dimensional Man, 1964), que contiene un discurso
radicalmente crítico y negativo en relación con la nueva izquierda y con el
movimiento estudiantil a nivel internacional. Uno de sus últimos
trabajos, An Essay on Liberation (1969), presentaba, a diferencia de sus obras
4. anteriores, un tono más confiado y optimista. Hay que citar también su
colaboración en la obra colectiva A Critique of Pure Tolerance (1965), escrita en
colaboración con R. P. Wolff y Barrington Moore jr.
Para Marcuse, la sociedad de consumo está esclavizada por el mismo poder
liberador que posee la técnica cuando ésta sólo se utiliza como instrumento
de lucro y de masificación del espíritu humano. La esperanza de una
liberación debe depositarse en las capas de marginados sociales, que son
los únicos que perciben la carga y el carácter insostenible de este orden, ya
que la clase obrera -en los Estados Unidos en particular- se encuentra
profundamente integrada en el sistema. Propone, pues, la ruptura del
sistema tecnológico represivo y la utilización de la razón para hacer de la
técnica un instrumento liberador de las necesidades humanas y de las
relaciones sociales de los individuos dentro de la sociedad. Estas tesis
convirtieron a Marcuse en el inspirador de los movimientos de izquierda,
primero en América y luego en Europa.