1. EDUCACIÓN PARA LA EMPRESA PRIVADA MUTANTE
Héctor Chozas Arteaga
A pesar de las dificultades que existen para avanzar en el debate entre los distintos
estamentos del sistema educativo y la empresa privada (en adelante, diálogo
Universidad-Empresa), lo cierto es que son numerosos los estudios y pronósticos que
avanzan cuáles pueden ser las ocupaciones que llevan al éxito –o evitan el fracaso-
profesional. Cuando escuchamos hablar de digital o content managers, cabe
preguntarse si nos encontramos ante una nueva burbuja de profesiones.
Cuestionar si la presente generación de jóvenes españoles es la mejor preparada de
la Historia ha pasado a ser una necesidad intelectual y, lo que es más importante
desde mi punto de vista, hace falta cuestionar el concepto mismo de generación, en un
tiempo tan heterogéneo y carente de sólidas raíces en las que basarse. Quizá hoy los
recién licenciados conforman el grupo de personas con más posibilidades, pero resulta
muy atrevido afirmar que sean los más preparados y que constituyan siquiera una
generación.
En lo que probablemente estemos todos de acuerdo es en que la crisis hunde sus
raíces en lo moral y deja aflorar lo económico por encima de otras consideraciones de
índole social. Seguramente la forma en que eduquemos a los niños y jóvenes marcará
el futuro de nuestra sociedad. La educación dictaminará qué países están mejor
preparados para el futuro – siempre incierto- que está por venir.
¿Para qué sirve el colegio…el instituto…la Universidad? Las habilidades que
necesitamos desarrollar para el trabajo en la empresa privada no se enseñan – o no
se enseñan de manera suficiente – en el aula y eso definitivamente representa un
problema para todos.
¿Quién nos enseña a hablar en público? ¿Dónde aprendemos a motivar a una
audiencia? ¿Quién nos explica cómo llevar adelante una negociación?
Desde fuera puede dar la sensación de que el sistema está instalado en un círculo
vicioso. Un sistema educativo napoleónico en un país tan particular como el nuestro,
con el objetivo de formar a profesionales que habrán de trabajar luego en la
administración pública pero sobre todo en empresas privadas multinacionales; y
además hacerlo en un entorno mutante más que cambiante y sin apenas referencias.
Sin embargo, al débil hay que convertirle en fuerte: abandonar el pretencioso concepto
2. de protección, pues un joven bien preparado no necesita que le protejan, sino un
bagaje adaptado a la realidad del mercado laboral, para ser fuerte y no volver a
necesitar nunca más una mal entendida protección. Habremos roto así los eslabones
de un círculo vicioso que empezará a crear nuevos enlaces y algún día podrá llegar a
ser incluso virtuoso. Y además habremos contribuido a un diálogo Universidad-
Empresa que verdaderamente genere frutos y no se quede solo en el diálogo, en las
buenas intenciones o en la nostalgia que tantas veces ha devorado (y nunca movido)
al ciudadano español.
Héctor Chozas Arteaga es asesor científico en la industria farmacéutica.