'La comunicación en la encrucijada: cómo ganar el futuro sin perder el presente'. Edición 2019 del informe de tendencias 'Perspectivas Wellcomm de la Comunicación' dedicada al talento que hace posible la comunicación en España.
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Luis Miguel
DÍAZ MECO
Quién nos iba a decir que la ética se iba a
convertir en el concepto de moda
Nuestro sesgo natural hacia el
optimismo provoca que veamos como
tendencias del presente procesos
que solo veremos en un futuro, y no
siempre cercano.
En comunicación se trata de un juego
muy útil porque nos permite prever
escenarios y estar preparados para
ellos. Pero su validez sigue siendo
limitada porque, como nos han
demostrado Taleb o Kahneman: “Los
errores de predicción son inevitables
porque el mundo es impredecible”.
Ahora más que nunca.
Si bien vivimos con una sensación
continua de desorientación, agravada
por el ritmo de la disrupción
tecnológica, me aventuraré a realizar
un ejercicio de retrospección… del
futuro más cercano.
La ética, quién nos lo iba a decir,
se ha convertido en el concepto de
moda. Parece haberse acabado el
debate sobre la necesidad de una
comunicación sincera y honesta. Y se
ha trasladado a la tecnología.
El reto es ahora compatibilizar avance
tecnológico con garantía ética, en una
evolución que nos permita mejorar
como personas, profesionales y
sociedad. Hasta el fundamento mismo
de algunas redes sociales se está
viendo sacudido por algoritmos que
alimentan dependencias, priman el
beneficio económico y comercian con
la privacidad de un modo público.
La aplicación exitosa de la inteligencia
artificial parece que tendrá más que
ver con los condicionantes éticos que
seamos capaces de integrar en las
máquinas que con la propia evolución
tecnológica. Y en comunicación,
por formación humanística y
convicciones éticas, deberíamos estar
en condiciones, no solo de entender
estos avances, sino de aplicarlos y
explicarlos convenientemente al resto
de la sociedad.
La (r)evolución que vivimos ha
provocado que conceptos como la
transparencia hayan pasado en muy
poco tiempo del desarrollo teórico
a una plasmación práctica que solo
desde la ignorancia se puede eludir.
“Si hay algo que no quieres que
nadie sepa, quizás no deberías estar
haciéndolo”, afirma Eric Schmidt,
presidente de Google.
Se han acabado las opciones;
empresas y profesionales estamos
obligados a cambiar nuestra
mentalidad y a adoptar una cultura
que incluya valores innegociables
2016
ANÁLISIS Responsable de
Comunicación,
docente y
bloguero
@lmdiazmeco
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como la autenticidad y la honestidad. Si careces de estos
valores, no es que estés perdiendo el tiempo, sino que
probablemente ya estés perdido.
Muy vinculada a estos aspectos está la situación de la
comunicación interna. Nunca agradeceremos lo suficiente al
entorno digital su papel en la normalización (revalorización)
del papel del empleado en el seno de las empresas.
Y no hablamos solo del talento y de la necesidad de tener
a buenos profesionales cerca, especialmente en un entorno
tan cambiante como el actual.
Parece que hemos descubierto, al fin, que la imagen
que proyectamos y la reputación que aspiramos a tener
dependen básicamente de nuestros empleados: de cómo se
comportan, qué grado de motivación tienen, cuál es su nivel
de compromiso… y cómo comunican todo esto.
La empresa, como institución, ha perdido el monopolio de la
comunicación; de hecho -en ocasiones- ha perdido hasta la
credibilidad, casi la legitimidad, para hacerlo.
La crisis ha evolucionado como género para convertirse en
elemento central de la comunicación.
La velocidad de consumo y propagación de informaciones
y cierta carencia de formación y sentido crítico, han
favorecido la llegada de fenómenos como las fake news,
que amenazan a ciudadanos, empresas, y hasta a entornos
políticos y sociales tal y como los conocemos.
En nuestras manos está evitar que la verdad venga definida
por los primeros resultados en la búsqueda en Google.
Afortunadamente, parece haber cierto consenso sobre el
brillante futuro de la comunicación como una competencia
clave.
Los líderes ya no lo son, solo, por su capacidad técnica
sino por sus habilidades sociales. Y aquí, la comunicación
aparece en todas las quinielas.
Conviene que los profesionales seamos cada día más
conscientes de nuestras responsabilidades y misión,
que quizá pasen por dar sentido a toda la información
que recibimos, por ser capaces de distinguir lo que es
importante de lo que no y por lograr conformar una
fotografía lo más amplia y exacta del mundo.
Nada más… Y nada menos.