1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 2, mayo 2006
Foto:Baharri http://confidenciasdeungerente.blogspot.com
Efrén Martín, gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
Un hombre, que se sentía muy orgulloso del
césped de su jardín, se encontró un buen día
con que en dicho césped crecía una gran
cantidad de «dientes de león». Aunque trató
por todos los medios de librarse de ellos, no
pudo impedir que se convirtieran en una
auténtica plaga. Al fin escribió al ministerio
de Agricultura, refiriendo todos los intentos
que había hecho, y concluía la carta
preguntando: ”¿Qué puedo hacer?”. Al poco
tiempo llegó la repuesta: “Le sugerimos que
aprenda a amarlos”. (Anthony de Mello, S.J.).
Nuestra mente es un jardín prodigioso, donde
florecen bellas ideas pero también otras tan
poco decorosas como inevitables:
pensamientos automáticos e irracionales de al
menos de una docena de tipos.
Uno de ellos –dilación- es capaz de acabar
con nuestros proyectos antes de iniciarlos.
¿Cómo? Urgiéndonos a hacer cosas que
convendría dejar de hacer y desanimándonos
de hacer cosas que convendría hacer.
La raíz de este pensamiento automático es la
imaginación ociosa -fantasía- que se adueña a
su antojo del fértil terreno de nuestra mente
(energía, memoria, percepciones, creencias,
expectativas, emociones y valores). Cada vez
que nuestra mente sucumbe ante la plaga de la
posposición, es porque se deja arrastrar por
“razonamientos emocionales” de atracción-
temor, en lugar de guiarse por sólidos
principios. Entonces, contemplamos la
representación de un futuro ilusorio, basada en
sofismas del siguiente tipo:
No pasará nada si dejamos para después
acciones inevitables, que requerirían ahora
un ingrato esfuerzo. Mejor esperar.
Las actividades más gratas hay que
realizarlas ya, pues apetecen y no
imaginamos que ésta pérdida de tiempo
pueda tener –después- consecuencias
negativas.
Damos por buenos los falsos razonamientos
y, peor aún, los justificamos y alimentamos
como si fueran correctos. Esta perspectiva
anula la urgencia creativa de la voluntad;
basada en la combinación del propósito, la
inteligencia y la esperanza.
Ahora sabes, siempre lo has sabido, que
estas plantas mentales arruinan, por confusión,
tu jardín mental. Sabes también que hay un
remedio sencillo, un paliativo no definitivo, pero
eficaz: Hacer lo que quieres posponer y
posponer lo que quieres hacer: disciplina.
Pero mientras luchas contra ti mismo, hay un
secreto que no debes descuidar: los
pensamientos automáticos –pese a su fealdad-
no pueden ser eliminados totalmente. Pueden
ser ignorados, detenidos, cuestionados y
burlados. Pero mejor con amor y humor, para
que al arrancarlos no creen en nuestro interior
los feos pozos de la vergüenza y la culpa; a los
que se añadirá el temor, la tristeza y la ira de
sentirse atrapado.
PPrrooccuurraa ccoonnttrroollaarr ttuuss ppeennssaammiieennttooss ppeerroo,,
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