1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 32, febrero 2009
Foto:Baharri http://confidenciasdeungerente.blogspot.com
Efrén Martín, gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
“Cada noche mi esposa y yo dejamos la ropa
tirada en la habitación y, por la mañana, uno
de nosotros la recoge y la pone en la cesta de
ropa sucia. Cuando ella me sugirió que yo
debería hacerme más cargo de ese trabajo
pensé:
- ¡Cómo!, ¡pero si yo ya lo hago un 75% de las
veces!
Así que le pregunté con qué frecuencia pensaba
que ella recogía la ropa sucia, a lo que
respondió:
- Pues más o menos un 75% de las veces”.
(Fuente: Fiebert, M. S.: “Men, Woman and Housework”).
Nuestra tendencia a justificarnos deforma la
percepción de la realidad de tal manera que
terminamos viéndonos como contribuyentes y a
los demás como deudores. En un divorcio los
ex-cónyuges se culparán mutuamente y jefes y
empleados harán lo mismo ante un despido.
Pensando cada uno que es el otro quien falla,
la chispa de las relaciones se apaga porque
ambos dejamos de poner aceite en la lámpara.
Dado que nosotros somos los demás para los
demás, ellos piensan como nosotros pero al
revés. Así, muchos empiezan creyendo
que ponen de más y terminan poniendo de
menos; lo que arruina innumerables
relaciones personales y actividades
profesionales y económicas.
¿Cuál es la clave para ganarse a las
personas?: Darles más beneficio del que
esperan. Los grandes atletas sorprenden
con un gran espectáculo al batir sus propias
marcas y los profesionales excelentes
impresionan positivamente a sus clientes
dándoles más de lo contratado.
Los colaboradores de máxima confianza
son los que no ahorran esfuerzos y si se les
pide que trabajen 8 horas, están 9. Los
grandes líderes dejan la comodidad de su
despacho para sacrificarse por sus
colaboradores, ayudándoles sin hacerles su
trabajo, lo que supone mayor esfuerzo y
habilidad por su parte.
Ciertamente, hay un peligro en tanta
generosidad: que los demás se aprovechen
de ti, te tomen por tonto, abusen de tu buena
voluntad y… “ni agradecido ni pagado”.
Por esto hay que buscar complicidad y
reciprocidad, explicitando muy bien las
reglas de juego de un acuerdo justo; para
que quienes aportan sin exigir no sean
víctimas de los que exigen sin aportar. Uno
de los trucos de la convivencia a dos es que
“uno reparte y otro elige”; de forma que el
primero ha de ser exquisitamente justo, si no
quiere caer en la trampa de perjudicarse a sí
mismo.
Tienes –y quienes te rodean también- un
gran problema si piensas que los demás
ponen la mitad de nada y tú el doble de todo:
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