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Capítulo VI
Soporte Nutricional
en el Paciente Oncológico
Alteraciones metabólicas
A. Sastre Gallego*, E. Morejón Bootello** y A. Entrala Bueno***
* UNED. ** Unidad de Nutrición Clínica. Hospital Ramón y Cajal. *** Universidad Alfonso X el Sabio. Madrid
INTRODUCCIÓN
Según estadísticas recientes1
, en el mundo se
diagnostican diez millones de casos al año y seis mi-
llones de muertes en el mismo intervalo de tiempo,
ocasionados por el cáncer. En España se detectaron
467.000 nuevos casos en el año 2000 y 103.300 fa-
llecimientos. Es la segunda causa de muerte, con un
porcentaje de localización, en rango decreciente,
de: 13,4% pulmón, 8,8% mama, 7,7% vejiga, 7,5%
localización colo-rectal.
No parece que las estadísticas se incrementen
sólo por más certeros diagnósticos, sino también
por mayor incidencia. Tiene, pues, enorme impor-
tancia yugular los factores de riesgo ligados al cán-
cer, entre los que se cuentan aquellos vehiculados
por alimentos y que constituyen el 35% de los
agentes causales de origen exógeno.
De ahí la pregunta iniciada ya por Van Eys en
19792
: “¿Qué son los factores de interacción entre
nutrición y cáncer?”. “¿Tienen todos los tumores
poder caquectizante? ¿Qué relación existe entre el
estado nutricional del paciente portador de una
neoplasia, calidad de vida y supervivencia?”.
Asumiendo el impacto nutricional del tumor,
¿por qué mecanismos se produce? ¿Qué factores
mediatizan el despeño progresivo del paciente has-
ta situaciones de caquexia? ¿Existe un caos metabó-
lico de patrón único? Y, por último, ¿cómo podría-
mos evaluar una línea frontera entre los
requerimientos nutricionales del huésped y del tu-
mor? En otras palabras: ¿cómo lograr un aporte
energético proteico adecuado para el paciente sin
estimular intensamente el crecimiento tumoral?3
.
A estas cuestiones responden hoy múltiples tra-
bajos, pero en esta cuestión final se centran los es-
fuerzos de la investigación, especialmente en el
área de la inmunidad. El estímulo del sistema de
respuesta inmunitaria, mediante nutrientes especí-
ficos que han adquirido ya la categoría de nutrien-
tes-fármacos, abre la esperanza de estimular las
propias defensas del huésped frente a la célula neo-
plásica3, 4, 5, 6
.
PROBLEMAS NUTRICIONALES
ASOCIADOS A LA ENFERMEDAD
NEOPLÁSICA
La malnutrición contribuye a las causas de
muerte por cáncer: casi un 20% de los pacientes su-
cumbe ante el deterioro progresivo del estado nu-
tricional antes que por la enfermedad maligna de
base. Un 5% de pacientes presenta descensos de pe-
so significativos ya en los estadios iniciales, y es la
norma general en los casos de situación avanzada
de la enfermedad.
El soporte nutricional precoz debe mantener un
estado nutricional adecuado, atender a una compo-
sición corporal lo más equilibrada posible, estimu-
lar la respuesta inmune y mejorar la calidad de vi-
da. Para ello debe ser valorado y tratado desde los
primeros estadios de la enfermedad en orden a las
posibles terapéuticas: cirugía, quimio y radiotera-
pia. Las respuestas a cualquiera de los tratamientos
tienen su mejor y más decisiva ayuda en un ade-
cuado soporte nutricional. La pérdida de la reserva
grasa y, todavía más, de la masa muscular activa por
empobrecimiento proteico, es difícilmente recupe-
rable y tiene un mal pronóstico7
.
Tanto la estirpe tumoral como la localización
pueden influir extraordinariamente en la invasión
sistémica y en las alteraciones digestivas, con el
consiguiente deterioro del paciente. La propia tera-
pia a la que son sometidos estos enfermos es causa
de alteraciones nutricionales asociadas a sus efectos
secundarios. Se puede afirmar que entre el 40 y el
80% de los pacientes portadores de una enferme-
dad neoplásica desarrollan síntomas intensos de
malnutrición8
.
ANOREXIA
La anorexia se puede considerar el primer pro-
blema, de origen multifactorial, que dificulta la ali-
mentación por vía oral. Los pacientes reducen pro-
gresivamente la ingesta, con escasa respuesta ante
las necesidades energético-proteicas. La consecuen-
cia de un balance negativo sostenido es la pérdida
de reservas lipídicas y proteicas. Múltiples factores
de interacción tumor-huésped influyen en la apari-
ción de la anorexia. Algunas citoquinas, como el
Factor de Necrosis Tumoral (FNT), la interleuquina
(IL–1) y el interferón gamma (IF-g) parecen contri-
buir directamente a la anorexia.
Además, hay efectos derivados del tratamiento:
la quimioterapia y radioterapia producen muy va-
riados grados de náusea, vómitos y mucositis. Los
pacientes, frecuentemente, desarrollan aversiones a
determinados alimentos y prolongan la situación de
rechazo hasta varias semanas después de haber ce-
sado el tratamiento de base. A esto hay que añadir
las alteraciones del olfato y del gusto que pueden
presentarse y convertir la ingesta en algo intolera-
ble. Algunos tumores, por su localización, son ya
un impedimento mecánico para cualquier intento
de alimentación por vía oral: cabeza, cuello y esófa-
go. El estómago, páncreas y colon pueden ser loca-
lizaciones con tendencia a la obstrucción.
ALTERACIONES METABÓLICAS
Gasto Energético Basal (GEB)
Young y cols. han llevado a cabo un extenso me-
taanálisis de informes acumulados desde 1922 a
1974, referentes al gasto energético basal de pa-
cientes neoplásicos9
. Tanto el gasto energético dia-
rio (x = 2.000 kcal/24 horas) como el gasto ener-
gético basal (GEB) (x = 1.630 kcal/24 horas) eran
netamente mayores en el canceroso que en los con-
troles (x = 1.420 y x = 1.170 kcal/24 horas, res-
pectivamente).
Sin embargo, es todavía objeto de controversia el
aumento de las necesidades energéticas y la cuantía
de las mismas. Lo que existe con carácter de eviden-
cia es que el organismo del paciente neoplásico no se
adapta a la restricción de ingesta con los mecanis-
mos ahorradores del ayuno. Lo que llama poderosa-
mente la atención son las alteraciones específicas en
el metabolismo de los tres Principios Inmediatos.
Estos cambios tienen muy poco en común con la fi-
siología del ayuno y se parecen más, aunque tampo-
co son superponibles, a los del paciente en situación
de alto estrés por trauma o sepsis.
Metabolismo de los hidratos de carbono
En 1930, Warburg observó que la glucolisis anae-
robia era mucho más prevalente en los tejidos tumo-
rales que en los normales. Además, la presencia de
oxígeno no frenaba la tasa de glucolisis anaerobia en
las células neoplásicas. Por otra parte, el tumor nece-
sita un elevado aporte de glucosa para cubrir sus re-
querimientos energéticos. Un gran número de tumo-
res incrementan las enzimas glucolíticas de sus
células: hexoquinasa-6-fosfofructoquinasa y pirura-
toquinasa. Y un número elevado de células malignas
presentan isoenzimas inmaduras10, 11
.
También es notorio que todas las células cancero-
sas tienen un programa bioquímico cuantitativa y
cualitativamente desequilibrado. Hay alteraciones re-
lacionadas con el incremento de actividad de las “en-
zimas-clave” y de la concentración de dichas enzimas;
hay también disminución de enzimas reguladoras.
Las dos anomalías más importantes en el meta-
bolismo de los hidratos de carbono pueden sinteti-
zarse en el incremento del “turnover” de glucosa y
la resistencia insulínica. El primer postulado se ex-
plica por el aumento de la gluconeogénesis a ex-
pensas del lactato y de los aminoácidos gluconeo-
génicos. Este cambio bioquímico requiere un
considerable gasto energético que contribuye signi-
ficativamente al estado hipermetabólico de estos pa-
cientes y a la aparición progresiva de caquexia.
72 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico
CICLO DE CORI
La resistencia insulínica e intolerancia a la glu-
cosa puede aparecer hasta en un 60% de los pa-
cientes neoplásicos12
. La utilización de la glucosa en
las células malignas es alta, pero la vía glicolítica
anaerobia es preferencial, con fuerte producción de
lactato, que ha de convertirse en glucosa de nuevo
en el hígado utilizando el ciclo de Cori. Esta vía re-
presenta un alto grado de pérdida energética, tanto
por la inadecuada utilización de la glucosa como
por la conversión gluconeogénica, con aumento del
gasto. La vía bioquímica de lactato a glucosa re-
quiere la utilización de seis moléculas de adenosin-
trifosfato (ATP) (Figs. 1, 2 y 3).
La vía de las pentosas también está fuertemente
incrementada. De ella se obtiene la ribosa-5-fosfato,
precursora del 5-fosfo-ribosil-1-pirofosfato (PRPP).
Las isoenzimas de la célula neoplásica tienen una
Km. muy baja y no responden a cambios nutricio-
nales ni a sistemas de retrocontrol normal13
.
El intento de frenar el alto gasto energético por
inhibición de la fosfo-enol-piruvato-carboxiquinasa
y, con ella, el primer eslabón bioquímico de la
gluconeogénesis, ha obtenido resultados controver-
Alteraciones metabólicas 73
Glucosa
Triosafosfatos
Piruvato
Acetil-Co-A
Fig. 1.—La vía glucolítica se incrementa en la fase anaerobia, con alta producción de piruvato-lactato.
PROTEÍNAS
POOL DE AMINOÁCIDOS
Glicocola Arginina
Alanina Hitidina
Serina Metionina
Valina Fenilalanina
Leucina Triptófano
Isoleucina Lisina
Treonina
CARBOHIDRATOS
GRASAS
CUERPOS
CETÓNICOS
Glicerina
Ciclo
de
Krebs
Oxalacetato
Malato
CRM
NADP
NADH-H–
NAD
CO2
CO2
NADPH-H–
CRN
CRN
GDP
GTP
FAD
FADH-H–
Fumarato
Succinato
Otrato
Isocitrato
Oxalsuccinato
Succinil-Co-A
Co-A
a-Getoglutarato
Co-A
Ácidos grasos
Fig. 2.—Ciclo de CORI. Conversión del lactato en glucosa,
con alto gasto de ATP.
GLUCONEOGÉNESIS
GLUCOSA GLUCOSA
LACTATO
LACTATO
tidos y beneficios muy poco significativos para los
pacientes14
.
Metabolismo lipídico
El metabolismo de las grasas presenta anormali-
dades específicas en el paciente neoplásico. En las
células normales del huésped hay un incremento de
la lipolisis sobre la lipogénesis, con aumento de ca-
tecolaminas circulantes e insulino-resistencia. Los
triglicéridos de origen exógeno son peor hidroliza-
dos que en los sujetos normales. Es posible que la
caquectina, producida por estimulación de los ma-
crófagos, tenga un efecto supresor sobre la lipopro-
teinlipasa. Consecuentemente, es más lento y peor
el aclaramiento de los lípidos circulantes y su hi-
drólisis a ácidos grasos y glicerol. Utilizando técni-
cas isotópicas, se ha podido demostrar el aumento
de oxidación de ácidos grasos en las células del
huésped. Y, paralelamente, la utilización de los lípi-
dos por parte de las células tumorales es muy po-
bre. Cuanto menos diferenciado es un tumor, me-
nos capacidad de oxidación tiene para los ácidos
grasos y mayor uso de glucosa requiere como sus-
trato energético. La situación inversa tiene lugar en
los tejidos sanos del huésped. La administración de
insulina y glucosa no frena la oxidación de los áci-
dos grasos en el huésped. Esto demuestra que las
grasas se convierten en el recurso energético del pa-
ciente15, 16
.
Esta ventaja ha sido utilizada en series de ani-
males tratados con nutrición parenteral total. En
una serie, el sustrato era fundamentalmente lipídi-
co, y en la otra, glucosado. En ambos, el aporte era
isocalórico. Con el aporte de grasas, el animal man-
tenía su estado nutricional aceptablemente y el tu-
mor frenaba el crecimiento; con el aporte glucosa-
do, el crecimiento tumoral era evidente. Esta
estrategia puede formar parte de futuros plantea-
mientos nutricionales en humanos.
74 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico
Fig. 3.—Obtención de energía a través de la glucosa, en glu-
colisis anaerobia y aerobia.
Glucosa
Anaerobiosis DG = - 52 kcal
2 Lactato
Respiración 602
DG = - 686 kcal
6CO2
+ 6H2
0
Metabolismo de las proteínas
El metabolismo proteico sufre una aceleración
progresiva a lo largo de la enfermedad neoplásica. La
participación en esta dinámica afecta al catabolismo y
también a la síntesis, aunque esta última no es capaz
de frenar la intensa situación hipercatabólica. Las pro-
teínas hepáticas incrementan su síntesis, pero con re-
lación a las proteínas reactantes de fase aguda: C-re-
activa, g-1-antitripsina y haptoglobina. En cambio, la
síntesis de proteínas funcionales, como la albúmina y
transferrina, está claramente disminuida. El catabolis-
mo afecta a todos los músculos de la economía.
El aminograma plasmático es anormal porque
las células neoplásicas seleccionan la captación de
aminoácidos. El carcinoma tiene altos requerimien-
tos de metionina, por la dificultad de las células ma-
lignas para la conversión de homocisteína en me-
tionina, imprescindible para su crecimiento17
.
Los científicos reunidos en la IX Conferencia de
Ross Lab. (Columbus, Ohio), en 199118
, establecie-
ron la importancia decisiva del aporte y de la rela-
ción de los aminoácidos entre sí, así como de la
conveniencia de asociar las infusiones venosas de
aminoácidos a determinados ritmos circadianos del
huésped. Esta concordancia parece importante,
también, para la infusión de drogas en los trata-
mientos de quimioterapia.
En definitiva, hay un incremento de la síntesis y
degradación de proteínas, con marcada disminu-
ción de síntesis a nivel muscular. La actividad pro-
teasa está muy aumentada. También se acelera la
síntesis proteica tumoral con respecto a los tejidos
sanos, y las técnicas con nitrógeno marcado con
metiltimetidina tritiada demuestran un aumento de
la síntesis de ADN tumoral, incluso en circunstan-
cias de ayuno.
Una respuesta elevada de las proteínas de fase
aguda indica una reacción inmunológica importan-
te, ya que suministra proteínas útiles para el sistema
inmunitario y la reparación de tejidos. Esta respues-
ta hepática, mantenida, se relaciona con el aumento
del gasto energético basal, el aumento de pérdida de
masa corporal y disminución de la supervivencia19
.
Vitaminas, minerales y oligoelementos
Las vitaminas A, E y C parecen perfilarse como
una nueva frontera de investigación oncológica. Los
b–carotenos actúan como antioxidantes, neutrali-
zando radicales libres. Además, parecen tener efec-
tos inmunomoduladores, estimulando la actividad
citotóxica de los leucocitos y la producción de cito-
quinas. Se han descrito, incluso, inversiones de le-
sión cancerosa por su capacidad de regular el creci-
miento celular y la diferenciación.
La vitamina E actúa como antioxidante, de mo-
do fundamental en las fracciones lipoproteicas y de
las membranas celulares. Bajas concentraciones de
vitamina E han sido asociadas a múltiples formas de
cáncer.
La vitamina C controla reacciones agresivas sobre
el DNA, eliminando pro-oxidantes y radicales libres.
Las anemias frecuentes en los pacientes neoplá-
sicos pueden estar relacionadas con deficiencias de
hierro y vitamina B12
por ingesta insuficiente, o ser
una consecuencia del tratamiento con determinados
fármacos que incrementan las necesidades: metotre-
xato, pirimetamina antimalaria o trimetoprim. Tam-
bién pueden coexistir deficiencias de absorción20-22
.
Frente a los estímulos carcinogénicos, parece
clara la actividad protectora de algunos oligoele-
mentos, como el selenio, zinc y cobre. La mediación
del selenio debe centrarse en su capacidad para
neutralizar la excesiva peroxidación de los ácidos
grasos a través de la actividad antioxidante de la
glutatión-peroxidasa, enzima de la que forma parte.
Se ha descrito una relación directa entre el consumo
de alimentos pobres en selenio e incidencia de cán-
cer de mama.
En relación con el zinc, las implicaciones son
múltiples, tanto a nivel de síntesis de ácidos nuclei-
cos como en la respuesta celular del sistema inmu-
nitario. Se ha llegado a postular que el descenso de
niveles séricos puede ser un marcador biológico de
crecimiento tumoral23
.
La elevación de los niveles de cobre sérico em-
pieza a considerarse significativa en neoplasias he-
matológicas y enfermedad de Hodking. Se ha evi-
denciado aumento de ceruloplasmina en leucemias,
linfomas y sarcomas.
Otros nutrientes, como el magnesio, la taurina y
carnitina, deben ser tenidos en cuenta, ya que sus ni-
veles, por falta de ingesta o alteraciones de absorción,
pueden ser problemáticos en el paciente neoplásico.
Factores de regulación
Entre los numerosos trabajos llevados a cabo pa-
ra explicar los mecanismos esenciales de la pérdida
de peso inducida por el cáncer, destacan los de Nor-
ton et al., sugiriendo que el factor de necrosis tu-
moral (TNF-a) o caquectina era el mediador más
importante. Otros muchos, sin embargo, tienen una
intervención activa: productos del tumor, citoqui-
nas proinflamatorias y factores neuroendocrinos.
Todos ellos, actuando sinérgicamente, afectan a la
ingesta de alimentos, al metabolismo y al gasto
energético basal24, 25
. Todas las series experimentales
implican a las citoquinas como uno de los primeros
mediadores de la caquexia. Las citoquinas están
producidas por los macrófagos, monocitos y linfo-
citos. No se almacenan intracelularmente, pero son
capaces de una síntesis rapidísima en respuesta a es-
tímulos neoplásicos, traumatológicos, sépticos y de
crecimiento tumoral. Aunque su ámbito de acción
es autocrino y paracrino, se pueden detectar niveles
circulantes en pacientes con cáncer. Los mediadores
mejor conocidos son: factor de necrosis tumoral
(TNF-a), interlenquina-1 (IL–1), interlenquina-6
(IL-6) e interferón-g (IFN-g). En la tabla I resumi-
mos las acciones de estos mediadores celulares.
Alteraciones metabólicas 75
Tabla I
Lípidos Proteínas
Parámetros Ingesta Peso Síntesis Lipólisis Síntesis
Proteolisis Proteínas de
muscular fase aguda
Caquexia Ø Ø Ø ↑ Ø ↑ ↑
FNT-a Ø Ø Ø ↑ Ø Ø Ø
IL-1 Ø Ø Ø ↑ Ø ↑ ↑
IL-6 Ø Ø Ø – Ø – ↑
Sistema inmunitario
Es preciso citar, durante la última década, los
trabajos desarrollados por Cerra, Barbul, Alexander
y Van Buren, orientados a la modificación de sus-
tratos en nutrición artificial para lograr un estímulo
específico del sistema inmunitario26
.
Estos autores establecen la posibilidad de utilizar
determinados nutrientes, capaces de estimular espe-
cíficamente las defensas del huésped a través del sis-
tema inmunitario. La arginina, nucleótidos, ácidos
grasos w-3/w-6 en proporciones adecuadas y ácidos
grasos de cadenas media y corta, combinados con el
glicerol, pueden modificar sustancialmente la sínte-
sis proteica y la respuesta inmunitaria. Esto abre
nuevos horizontes en cuanto a la manipulación de
dietas con variaciones cualitativas de sustrato27
.
Previamente, los trabajos de Chandra en 1988
establecían ya la relación entre malnutrición calóri-
co-proteica y respuesta inmune: disminución de cé-
lulas mediadoras, niveles de complemento, disfun-
ción fagocitaria y reducción de la respuesta
secretora de anticuerpos.
La arginina es un aminoácido implicado en múl-
tiples funciones orgánicas. En el ámbito de la nutri-
ción interesa destacar su papel fundamental en la
síntesis proteica a través de la ornitina y síntesis de
poliaminas. Con un aporte de 20-30 g/día, los cam-
bios metábolicos son demostrables a los siete días
de alimentación enteral en los pacientes de alto es-
trés quirúrgico o séptico (Fig. 4).
Otro aminoácido neutro implicado en el trata-
miento de los pacientes neoplásicos es la glutamina.
76 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico
Fig. 4.—Síntesis de poliaminas.
ESPERMIDINA
ESPERMINA
4 M.T.A. CO2
2
SAM
S. ADENOSINMETIONINA
(S.A.M.)
5’ METILTIOADENOSINA
M.T.A
3
PUTRESCINA
CO2
1
ORNITINA
La gamma-amida del ácido alfa-amino-glutárico es
indispensable a nivel plasmático. Desde 1975 se co-
nocen sus implicaciones en el metabolismo del en-
terocito, y desde 1982 se demuestran los aportes
necesarios para mantener la integridad de la barre-
ra intestinal en las situaciones de traumatismo, sep-
sis y neoplasia. La glutamina aporta energía y gru-
pos amino para la formación de nucleótidos y
replicación celular de linfocitos, macrófagos y célu-
las intestinales (enterocito y colonocito). Participa
en la liberación de IgA, siendo un factor decisivo en
el mantenimiento de la barrera intestinal. Los órga-
nos de reserva para la glutamina son: músculo, pul-
món, cerebro y corazón. En situaciones de estrés,
las reservas musculares se afectan y es preciso un
aporte exógeno que supera el 4% de lo habitual. Un
12 a 25% de las proteinas suministradas en 24 ho-
ras sería suficiente. La inclusión de este aminoácido
en el tratamiento requiere una terapia antitumoral
paralela, ya que también es un estimulante del cre-
cimiento de la célula neoplásica. Parecen obtenerse
buenos resultados igualmente con el aporte diario
de 1,8 a 2 g/día de nucleótidos.
La selección de ácidos grasos poliinsaturados
mediatiza la capacidad de liberación de sustancias
reguladoras intercelulares. En los últimos años, di-
versos trabajos científicos parecen demostrar que
los ácidos grasos w-3 se acumulan en las células de
algunos tumores, especialmente de localización in-
testinal, aumentando la relación entre los w-3 y el
ácido linoleico (18:2 w-6) y la relación total entre
ácidos grasos w-6 y w-3. En realidad, se establece
entre ambas series una competición metabólica en
la célula neoplásica. Al inhibir la vía del ácido ara-
quidónico (20:4 w-6), los w-3 pueden modular la
producción de eicosanoides, como las prostaglandi-
nas E2
y F2
, el tromboxano A2
y el leucotrieno B4
. To-
dos ellos estimulantes de la proliferación celular, así
como la prostaglandina E1
y los ácidos hidroxieico-
sa tetraenoicos (8- y 12 HETE), que son estimulan-
tes de la angiogénesis. Todos estos procesos, que co-
rresponden al metabolismo de los ácidos grasos
w-6, se destacan en tumores malignos de origen
epitelial (mama, colon, vejiga, páncreas, próstata,
pulmón, piel).
Los ácidos grasos w-3 son favorables porque el
ácido eicosapentaenoico compite con el ácido ara-
quidónico por las ciclooxigenasas y lipogenasas,
dando lugar a la producción de tromboxanos y leu-
cotrienos de carácter antagónico con los originados
Fig. 5.—Ácido araquidónico (w-6) y ácido eicosapentaenoico (w-3) como antagónicos en la formación del eicosanoides.
A. Gil. Libro blanco de los w-333
.
por la serie w-6. Además, los w-3 contribuyen a la es-
timulación del sistema inmunitario frente a diversos
tipos de cánceres. Por otro lado, la mayor captación
de ácidos grasos w-3 por las células neoplásicas tiene
un efecto citotóxico selectivo, estimulando la apop-
tosis mediante mecanismos oxidativos28
(Fig. 5). Al-
gunas de estas cualidades metabólicas pueden aso-
ciarse también con el ácido oleico. En otro orden de
cosas, parece igualmente comprobada la acción po-
tenciadora de los ácidos grasos w-3 sobre la eficacia
de algunas drogas utilizadas por la quimioterapia
frente a la célula neoplásica.
Todo ello conduce a la programación de dietas
con alto contenido en ácidos grasos w-3, restricción
de grasas saturadas y de w-6, así como un porcen-
taje energético alto a expensas de los hidratos de
carbono y aporte elevado de proteínas. Se espera así
contribuir al freno del crecimiento y expansión me-
tastásica del tumor, a reducir la producción de cito-
quinas proinflamatorias (FNT-a, IL-1, IL-6 y FIP),
tan ligadas a la inducción y evolución de la caque-
xia neoplásica29
.
Otro tema importante se relaciona con los ácidos
grasos de cadena corta. Los prebióticos (celulosa,
pectina y hemicelulosa, así como otros polisacári-
dos resistentes a la hidrólisis intestinal alta) son ata-
cados por la microflora del colon, produciendo,
además de hidrógeno, metano y agua, ácidos grasos
de cadena corta. Constituyen el sustrato ideal del
colonocito. La deprivación de prebióticos y butira-
to, o el empleo a largo plazo de antibióticos, con de-
trimento de la flora colónica, se relacionan con fe-
nómenos de translocación bacteriana.
Nutrición parenteral y enteral
Con este cuadro metabólico, la situación nutri-
cional del paciente neoplásico puede ser caótica. Es
preciso aportar hidratos de carbono en la dieta, aun-
que sean el substrato fundamental del tumor, para
evitar la rápida emaciación del enfermo. Existe una
dificultad para la oxidación tisular normal de la glu-
cosa; por añadidura, el ciclo de Krebs está parcial-
mente excluido por la rápida actividad glucolítica
anaerobia con elevado gasto energético. La gluco-
neogénesis, también muy costosa, está incrementada
con pérdida de los depósitos de glucógeno.
Los recursos energéticos del huésped se centran
en la masa grasa y, por ello, es notoria la pérdida de
peso. Hay una elevada oxidación de ácidos grasos,
que no se frena con el aporte de glucosa. La lipogé-
nesis desciende y es necesario mantener los depósi-
tos con un aporte exógeno adecuado, ya que la de-
pleción intensa es irrecuperable.
En el área proteica existe una intensa pérdida de
masa muscular, con actividad proteasa aumentada.
La síntesis se centra en las proteínas reactantes de
Alteraciones metabólicas 77
Linoleico (LA)
(18:2 w-6)
DIETA
Metabolismo
Araquidónico (AA)
(20:4 w-6)
TXA2
Agregante
plaquetario
Mediadores de inflamación Débil
agregante
Mediadores de inflamación
con menor actividad
PGE2
LTB4
, LTC4
, LTD4
Linoleico (LNA)
(18:3 w-3)
Metabolismo
Eicosapentaenoico (EPA)
(20:5 w-3)
TXA3
PGE3
LTB5
, LTC5
, LTD5
fase aguda y en el crecimiento acelerado del tumor.
Hay una gran dificultad para la reversión positiva
del balance proteico.
La anorexia excluye muchas veces la vía oral, y
es preciso recurrir a las vías enteral y parenteral pa-
ra evitar la depleción rápida y progresiva30
.
Nutrición artificial
Todo parece apuntar a que el tratamiento nutri-
cional por vía venosa, mediatizado por una correc-
ta indicación individualizada, previene la muerte
precoz por caquexia, conduce a una mejor respues-
ta al tratamiento simultáneo, menos morbilidad in-
tercurrente y calidad de vida más aceptable. Los re-
querimientos energéticos se calculan sobre una
media de 35 kcal/kg/día, que pueden aumentar has-
ta 45 kcal/kg/día. El aporte de nitrógeno no puede
ser inferior a 10 g/día, equivalentes a 62,5 g de pro-
teínas (1 g de nitrógeno = 6,25 g de proteínas). La
energía en forma de hidratos de carbono y lípidos
debe suponer 125-150 kcal/1 g de nitrógeno. Los
fluidos y electrolitos se adaptarán a las necesidades
y evolución del paciente, pero deben aportar unos
30 ml/kg/día, 60-120 mEg de Na+
, 60 a 100 mEg de
K+
, 60 a 100 mEg de Cl-
, 8 a 10 mEg de Mg+
, 200 a
400 mg de calcio y 300-400 mg de fósforo. Todo
programado para 24 horas por vía central. La nutri-
ción parenteral periférica e hipocalórica tiene un
uso muy restringido en esta patología.
Diversos trabajos han comparado la influencia
de la nutrición sobre el crecimiento tumoral por vía
oral frente a la vía parenteral. En algunas localiza-
ciones la diferencia no adquiere significación. En
tumores colorrectales parece observarse un estímu-
lo de crecimiento tumoral, un 89% más alto, con
nutrición parenteral que con dieta oral. Los pacien-
tes intervenidos quirúrgicamente sobre tumores de
localización digestiva obtienen, sin embargo, un in-
discutible beneficio con la nutrición parenteral.
En 1980, Rombeau señalaba que la mayoría de
los pacientes con cáncer eran mantenidos hasta sus
últimos estadios con nutrición parenteral. En 1985
se aceptó que no todos los pacientes portadores de
una enfermedad neoplásica podían obtener benefi-
cios de la nutrición parenteral. A partir de la déca-
da de los noventa, la pregunta es: ¿qué pacientes
portadores de cáncer se pueden beneficiar de la nu-
trición parenteral, y cómo decidirlo de un modo éti-
78 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico
Tabla II
Normas de decisión para el soporte nutricional
parenteral en el paciente neoplásico
1. Puntos a tener en cuenta:
1.1. Situación clínica del paciente
1.2. Síntomas clínicos
1.3. Expectativas de supervivencia
1.4. Diagnóstico del estado nutricional e
hidratación
1.5. Actitud psicológica del enfermo
1.6. Ingesta oral de alimentos
1.7. Situación del aparato digestivo y ruta adecuada
para la administración de agua y nutrientes
1.8. Capacidad del entorno sanitario para atender
a las necesidades previstas
2. Toma de decisión
3. Control de eficacia
co e inteligente? Una síntesis de las normas genera-
les de decisión aparecen en la tabla II.
Nutrición enteral
La nutrición enteral, mediante sonda o suple-
mentación por vía oral, es de bajo costo, fácil mo-
nitorización y más conservadora de las estructuras y
funciones fisiológicas. Su correcta utilización man-
tiene la integridad del enterocito y tiene un menor
índice de comorbilidades infecciosas que la nutri-
ción parenteral. Los sustratos de nutrición enteral
han demostrado su eficacia tanto en el área meta-
bólica como inmunológica, e incluso superioridad
sobre la vía parenteral31
.
Experiencia clínica
En el Hospital Ramón y Cajal (Madrid), la Uni-
dad de Nutrición Clínica, en colaboración con el
Departamento de Cirugía Digestiva, programó un
estudio prospectivo, randomizado, para evaluar una
fórmula enteral, suplementada con arginina (1,25
g/100 ml), ARN (120 mg/100 ml), lípidos estructu-
rales y ácidos grasos w-3/w-6, a comparar con una
fórmula control, sin modificaciones cualitativas, pe-
ro con aporte isocalórico e isoproteico. Los pacien-
tes estudiados fueron diagnosticados de cáncer gas-
tro-esofágico y programados para intervención qui-
rúrgica. Cincuenta pacientes fueron randomizados
para tratamiento con nutrición enteral por yeyu-
nostomía, con dieta A (control) y aportes de 22% de
proteínas, 48% de hidratos de carbono y 30% de
grasas con respecto al valor calórico total. La densi-
dad de nutrientes fue de 1,22 kcal/ml. La dieta B
(modificada) aportaba 22% de proteínas, 52% de
hidratos de carbono y 25% de grasas (7% w-3 y
11% w-6; 18% PUFA). Densidad calórica 1 kcal/ml.
Los enfermos recibieron nutrición enteral post-
operatoria durante 7-10 días. Los parámetros eva-
luados a tiempo preoperatorio, postoperatorio y fi-
nal incluyeron: antropometría, índices bioquímicos
en suero, estudio inmunológico y recuperación clí-
nica.
Ambas dietas fueron bien toleradas. Las medidas
antropométricas no sufrieron variaciones significati-
vas. La pauta de infusión enteral se adaptó al si-
guiente ritmo:
1.er
día: glucosa al 5%, a 30 ml/hora en infusión
continua, por catéter de yeyunostomía.
2.º día: fórmula enteral a 25 ml/hora en infusión
continua, aumentando progresivamente hasta al-
canzar 30-35 kcal/kg/día a partir del tercer día de
postoperatorio.
Los resultados en cuanto a parámetros bioquí-
micos e inmunológicos, tanto para pacientes con-
trol (dieta A) como para los tratados con dieta mo-
dificada (dieta B), aparecen en las tablas III y IV.
Dado que la edad, patología y situación clínica
eran homologables, los resultados objetivan una
síntesis proteica más acelerada con la dieta B, tras el
descenso significativo, con respecto a los valores
iniciales, durante el postoperatorio (prealbúmina: p
< 0,01). El mismo dato se aprecia con la proteína li-
gada a retinol y, en ambos parámetros, la recupera-
ción es más adecuada con la dieta B. El balance ni-
t rogenado, que presenta valores negativos con
ambas dietas, en el postoperatorio inmediato, A
(–11,3 g); B (–10,7 g), se normaliza con las dos die-
tas a lo largo de siete días de tratamiento, llegando
a ser claramente positivo con la dieta B. Los niveles
de algunos micronutrientes sólo se recuperan de la
depleción postoperatoria con la dieta B.
Los parámetros inmunológicos demuestran una
recuperación, en algunos casos significativa, con la
dieta B. Es el ejemplo de los linfocitos totales, del
cociente CD4
/CD8
y del marcador B4
. En los estudios
de proliferación se observa una mayor respuesta de
los pacientes tratados con dieta B ante la estimula-
ción con fitohemaglutinina (PHA).
Se puede concluir que las dietas con aporte de
arginina, nucleótidos y modificaciones lipídicas son
eficaces en la recuperación bioquímica (síntesis pro-
teica) y en la respuesta inmunológica. Estas caracte-
rísticas pueden considerarse muy positivas para la
Alteraciones metabólicas 79
Tabla III
Parámetros bioquímicos
Dieta A Dieta B
Parámetro
Basal PC PT Basal PC PT
Albúmina (g/dl) 3,34 ± 4 2,51 ± 0,4 2,62 ± 0,4 3,3 ± 0,7 2,44 ± 0,5 2,5 ± 0,5
Prealbúmina (mg/dl) 20 ± 5,5 12,6 ± 3,2 12,2 ± 5,8 18,3 ± 6 12 ± 4,6 14,5 ± 5,4
Transferrina (mg/dl) 276 ± 45 202 ± 39 196 ± 69 313 ± 73 209 ± 52 218 ± 59
PUR (mg/dl) 4,17 ± 1,3 2,42 ± 16 2,47 ± 1,6 4,86 ± 2 2,6 ± 1,4 4,4 ± 2
Balance nitrogenado (g/día) – - 11,3 - 1,5 – 10,7 + 0,3
Vitamina A (mg/dl) 26,7 ± 9 13,5 ± 6 16,7 ± 6 35,9 ± 12 19,2 ± 7 14,8 ± 11
Vitamina E (mg/dl) 934 ± 249 641 ± 264 921 ± 412 897 ± 297 730 ± 307 780 ± 264
Zn (mg/dl) 103 ± 28 73,5 ± 13 90 ± 22 98,2 ± 23 66,6 ± 13 75,8 ± 13
Cu (mg/dl) 99 ± 23 86,2 ± 20 92 ± 18 107,7 ± 20 88,7 ± 18 97,8 ± 27
Mg (mg/dl) 2,12 ± 0,1 1,94 ± 0,3 2,12 ± 0,1 2,0 ± 0,2 1,95 ± 0,3 2,7 ± 0,2
Basal: Estudio prequirúrgico. PC: Momento postcirugía. Pt: Momento postratamiento.
recuperación en situaciones de alto estrés, como la
cirugía mayor y estados de inmunodeficiencia. En
cuanto a la enfermedad neoplásica, la controversia
entre diversos grupos se establece en la convenien-
cia o no de acelerar la síntesis proteica en un proce-
so con peligro metastásico32
.
SOPORTE NUTRICIONAL:
RESUMEN Y PERSPECTIVAS
Siempre que pueda utilizarse, la vía oral es, elec-
tivamente, la primera opción. Actualmente, la com-
posición cuanti/cualitativa de las dietas está marca-
da por un mejor conocimiento de los substratos
nutricionales y del impacto bioquímico de los mis-
mos sobre el metabolismo de la célula neoplásica y
de los tejidos del huésped.
Siguiendo estas líneas, agrupamos tres tipos de
dietas en el Anexo:
1. Dieta con aportes equilibrados de hidratos de
carbono, grasa y proteínas, según las RDA y de
acuerdo con los beneficios cualitativos de nues-
tra dieta mediterránea.
2. Dieta de alto contenido en grasas, en aquellos
pacientes para los que el principio inmediato
utilizable por las células del huésped es el sus-
trato lipídico. Tanto los hidratos de carbono
como las proteínas están ampliamente secues-
trados por la célula neoplásica en expansión.
Los lípidos de la dieta eluden la presencia ex-
cesiva de ácidos grasos saturados y aportan,
fundamentalmente, ácido oleico (aceite de oli-
va) y w-3.
Tiene el inconveniente de la saciedad tardía en
pacientes con una clara tendencia a la anorexia.
3. Dieta con alto contenido en hidratos de carbo-
no y proteínas. Baja en grasas, con predomi-
nancia cualitativa de ácidos grasos w-3.
Se trata de utilizar al máximo las posibilidades
anticarcinógenas de estos ácidos grasos. Para
lograr un aporte adecuado, será preciso suple-
mentar la dieta oral o administrar dieta líquida
exclusiva con preparados comerciales.
Tiene el inconveniente de la saciedad precoz.
Las proteínas tienen un valor saciante más alto
que los hidratos de carbono y las grasas.
4. Cuando hay pérdida de peso progresiva en un
paciente con buenas perspectivas de tratamien-
to antitumoral y no hay posibilidades de recu-
peración con dieta oral, hay que instaurar el so-
porte nutricional artificial.
5. La vía enteral es preferente, siempre que pueda
utilizarse el tracto gastro-intestinal. Las fórmu-
las pueden ser convencionales o enriquecidas
con arginina, nucleótidos y modificaciones en
el aporte de ácidos grasos. Atención especial a
los contenidos de w-3.
Los pacientes con anorexia severa, no candida-
tos a terapia antitumoral, con funcionamiento
digestivo y calidad de vida aceptable, deben
mantenerse con nutrición enteral.
La monitorización ambulatoria es altamente
80 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico
Tabla IV
Parámetros inmunológicos
Dieta A Dieta B
Parámetro
Basal PC PT Basal PC PT
Linfocitos totales 1818 988 1444 2322 981 1636
CD3 63,4 ± 16 61,4 ± 18 59 ± 14 62 ± 14 60,2 ± 9 66,6 ± 13
CD4/CD8** 1,19 ± 0,6 0,75 ± 0,4 0,61 ± 0,3 202 ± 0,9 2,18 ± 0,9 2,36 ± 1,2
B4* 7,82 ± 2,5 3,48 ± 1,6 5,78 ± 3,7 9,98 ± 7,8 10,12 ± 7,1 9,74 ± 1,6
DR 9,12 ± 5 7,4 ± 3,8 9,65 ± 5 9,75 ± 4 11,3 ± 6 11 ± 6,7
Proliferación PHA (cpm) 36,506 39,678 38,382 46,941 49,415 53,362
OST3 (5) (cpm)* 10,282 6,484 14,265 10,109 12,076 19,405
* (p < 0,05). ** (p > 0,01).
Basal: Estudio prequirúrgico. PC: Momento postcirugía. Pt: Momento postratamiento.
conveniente para los pacientes sometidos a nu-
trición a largo plazo.
6. Los enfermos con intolerancia gastro-intestinal
y posibilidades de tratamiento conservador o
de buen resultado quirúrgico son susceptibles
de nutrición parenteral.
Las formulaciones parenterales pueden variar
en su composición: mezclas de ácidos grasos,
aminoácidos, péptidos y micronutrientes.
7. Las disfunciones digestivas ocasionadas como
efecto secundario por la radioterapia y quimio-
terapia, con expectativas positivas frente a la
enfermedad tumoral, son susceptibles de trata-
miento con nutrición parenteral.
8. El paciente con cáncer activo, intolerancia a la
nutrición enteral y sin expectativas de resulta-
dos positivos con el tratamiento de base no de-
be ser programado para nutrición parenteral de
forma habitual.
9. Es preciso el hallazgo de nuevas fórmulas y mé-
todos que favorezcan al huésped y antagonicen
el crecimiento y expansión del tumor. La aso-
ciación de nutrientes, quimioterapia y ritmos
circadianos del paciente puede ser un área am-
pliamente prometedora.
10. También hay datos muy sugerentes en cuanto a
la asociación de hormonas (insulina, hormona
de crecimiento y esteroides anabolizantes) aso-
ciados a la nutrición parenteral y al tratamien-
to antineoplásico farmacológico. El algoritmo
para las decisiones de nutrición enteral/paren-
teral se expone en la figura 6.
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Alteraciones metabólicas 81
Fig. 6.—Algoritmo en la decisión de nutrición enteral/parenteral.
¿Puede usarse
el tubo digestivo?
Sí
Previsión de plazo temporal Nutrición parenteral
< de 6 semanas
= SNG
= SND
= SNY
> de 6 semanas
= Ostomías
Corto plazo
NPP
Largo plazo
NPT
Gastrostomía
Quirúrgica Percutánea Quirúrgica Percutánea
Yeyunostomía
No
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82 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico

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Alteraciones metabólicas en pacientes oncológicos: un análisis del metabolismo de carbohidratos, proteínas y lípidos

  • 1. Capítulo VI Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico Alteraciones metabólicas A. Sastre Gallego*, E. Morejón Bootello** y A. Entrala Bueno*** * UNED. ** Unidad de Nutrición Clínica. Hospital Ramón y Cajal. *** Universidad Alfonso X el Sabio. Madrid INTRODUCCIÓN Según estadísticas recientes1 , en el mundo se diagnostican diez millones de casos al año y seis mi- llones de muertes en el mismo intervalo de tiempo, ocasionados por el cáncer. En España se detectaron 467.000 nuevos casos en el año 2000 y 103.300 fa- llecimientos. Es la segunda causa de muerte, con un porcentaje de localización, en rango decreciente, de: 13,4% pulmón, 8,8% mama, 7,7% vejiga, 7,5% localización colo-rectal. No parece que las estadísticas se incrementen sólo por más certeros diagnósticos, sino también por mayor incidencia. Tiene, pues, enorme impor- tancia yugular los factores de riesgo ligados al cán- cer, entre los que se cuentan aquellos vehiculados por alimentos y que constituyen el 35% de los agentes causales de origen exógeno. De ahí la pregunta iniciada ya por Van Eys en 19792 : “¿Qué son los factores de interacción entre nutrición y cáncer?”. “¿Tienen todos los tumores poder caquectizante? ¿Qué relación existe entre el estado nutricional del paciente portador de una neoplasia, calidad de vida y supervivencia?”. Asumiendo el impacto nutricional del tumor, ¿por qué mecanismos se produce? ¿Qué factores mediatizan el despeño progresivo del paciente has- ta situaciones de caquexia? ¿Existe un caos metabó- lico de patrón único? Y, por último, ¿cómo podría- mos evaluar una línea frontera entre los requerimientos nutricionales del huésped y del tu- mor? En otras palabras: ¿cómo lograr un aporte energético proteico adecuado para el paciente sin estimular intensamente el crecimiento tumoral?3 . A estas cuestiones responden hoy múltiples tra- bajos, pero en esta cuestión final se centran los es- fuerzos de la investigación, especialmente en el área de la inmunidad. El estímulo del sistema de respuesta inmunitaria, mediante nutrientes especí- ficos que han adquirido ya la categoría de nutrien- tes-fármacos, abre la esperanza de estimular las propias defensas del huésped frente a la célula neo- plásica3, 4, 5, 6 . PROBLEMAS NUTRICIONALES ASOCIADOS A LA ENFERMEDAD NEOPLÁSICA La malnutrición contribuye a las causas de muerte por cáncer: casi un 20% de los pacientes su- cumbe ante el deterioro progresivo del estado nu- tricional antes que por la enfermedad maligna de base. Un 5% de pacientes presenta descensos de pe- so significativos ya en los estadios iniciales, y es la norma general en los casos de situación avanzada de la enfermedad. El soporte nutricional precoz debe mantener un estado nutricional adecuado, atender a una compo- sición corporal lo más equilibrada posible, estimu- lar la respuesta inmune y mejorar la calidad de vi- da. Para ello debe ser valorado y tratado desde los primeros estadios de la enfermedad en orden a las posibles terapéuticas: cirugía, quimio y radiotera- pia. Las respuestas a cualquiera de los tratamientos tienen su mejor y más decisiva ayuda en un ade- cuado soporte nutricional. La pérdida de la reserva grasa y, todavía más, de la masa muscular activa por
  • 2. empobrecimiento proteico, es difícilmente recupe- rable y tiene un mal pronóstico7 . Tanto la estirpe tumoral como la localización pueden influir extraordinariamente en la invasión sistémica y en las alteraciones digestivas, con el consiguiente deterioro del paciente. La propia tera- pia a la que son sometidos estos enfermos es causa de alteraciones nutricionales asociadas a sus efectos secundarios. Se puede afirmar que entre el 40 y el 80% de los pacientes portadores de una enferme- dad neoplásica desarrollan síntomas intensos de malnutrición8 . ANOREXIA La anorexia se puede considerar el primer pro- blema, de origen multifactorial, que dificulta la ali- mentación por vía oral. Los pacientes reducen pro- gresivamente la ingesta, con escasa respuesta ante las necesidades energético-proteicas. La consecuen- cia de un balance negativo sostenido es la pérdida de reservas lipídicas y proteicas. Múltiples factores de interacción tumor-huésped influyen en la apari- ción de la anorexia. Algunas citoquinas, como el Factor de Necrosis Tumoral (FNT), la interleuquina (IL–1) y el interferón gamma (IF-g) parecen contri- buir directamente a la anorexia. Además, hay efectos derivados del tratamiento: la quimioterapia y radioterapia producen muy va- riados grados de náusea, vómitos y mucositis. Los pacientes, frecuentemente, desarrollan aversiones a determinados alimentos y prolongan la situación de rechazo hasta varias semanas después de haber ce- sado el tratamiento de base. A esto hay que añadir las alteraciones del olfato y del gusto que pueden presentarse y convertir la ingesta en algo intolera- ble. Algunos tumores, por su localización, son ya un impedimento mecánico para cualquier intento de alimentación por vía oral: cabeza, cuello y esófa- go. El estómago, páncreas y colon pueden ser loca- lizaciones con tendencia a la obstrucción. ALTERACIONES METABÓLICAS Gasto Energético Basal (GEB) Young y cols. han llevado a cabo un extenso me- taanálisis de informes acumulados desde 1922 a 1974, referentes al gasto energético basal de pa- cientes neoplásicos9 . Tanto el gasto energético dia- rio (x = 2.000 kcal/24 horas) como el gasto ener- gético basal (GEB) (x = 1.630 kcal/24 horas) eran netamente mayores en el canceroso que en los con- troles (x = 1.420 y x = 1.170 kcal/24 horas, res- pectivamente). Sin embargo, es todavía objeto de controversia el aumento de las necesidades energéticas y la cuantía de las mismas. Lo que existe con carácter de eviden- cia es que el organismo del paciente neoplásico no se adapta a la restricción de ingesta con los mecanis- mos ahorradores del ayuno. Lo que llama poderosa- mente la atención son las alteraciones específicas en el metabolismo de los tres Principios Inmediatos. Estos cambios tienen muy poco en común con la fi- siología del ayuno y se parecen más, aunque tampo- co son superponibles, a los del paciente en situación de alto estrés por trauma o sepsis. Metabolismo de los hidratos de carbono En 1930, Warburg observó que la glucolisis anae- robia era mucho más prevalente en los tejidos tumo- rales que en los normales. Además, la presencia de oxígeno no frenaba la tasa de glucolisis anaerobia en las células neoplásicas. Por otra parte, el tumor nece- sita un elevado aporte de glucosa para cubrir sus re- querimientos energéticos. Un gran número de tumo- res incrementan las enzimas glucolíticas de sus células: hexoquinasa-6-fosfofructoquinasa y pirura- toquinasa. Y un número elevado de células malignas presentan isoenzimas inmaduras10, 11 . También es notorio que todas las células cancero- sas tienen un programa bioquímico cuantitativa y cualitativamente desequilibrado. Hay alteraciones re- lacionadas con el incremento de actividad de las “en- zimas-clave” y de la concentración de dichas enzimas; hay también disminución de enzimas reguladoras. Las dos anomalías más importantes en el meta- bolismo de los hidratos de carbono pueden sinteti- zarse en el incremento del “turnover” de glucosa y la resistencia insulínica. El primer postulado se ex- plica por el aumento de la gluconeogénesis a ex- pensas del lactato y de los aminoácidos gluconeo- génicos. Este cambio bioquímico requiere un considerable gasto energético que contribuye signi- ficativamente al estado hipermetabólico de estos pa- cientes y a la aparición progresiva de caquexia. 72 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico
  • 3. CICLO DE CORI La resistencia insulínica e intolerancia a la glu- cosa puede aparecer hasta en un 60% de los pa- cientes neoplásicos12 . La utilización de la glucosa en las células malignas es alta, pero la vía glicolítica anaerobia es preferencial, con fuerte producción de lactato, que ha de convertirse en glucosa de nuevo en el hígado utilizando el ciclo de Cori. Esta vía re- presenta un alto grado de pérdida energética, tanto por la inadecuada utilización de la glucosa como por la conversión gluconeogénica, con aumento del gasto. La vía bioquímica de lactato a glucosa re- quiere la utilización de seis moléculas de adenosin- trifosfato (ATP) (Figs. 1, 2 y 3). La vía de las pentosas también está fuertemente incrementada. De ella se obtiene la ribosa-5-fosfato, precursora del 5-fosfo-ribosil-1-pirofosfato (PRPP). Las isoenzimas de la célula neoplásica tienen una Km. muy baja y no responden a cambios nutricio- nales ni a sistemas de retrocontrol normal13 . El intento de frenar el alto gasto energético por inhibición de la fosfo-enol-piruvato-carboxiquinasa y, con ella, el primer eslabón bioquímico de la gluconeogénesis, ha obtenido resultados controver- Alteraciones metabólicas 73 Glucosa Triosafosfatos Piruvato Acetil-Co-A Fig. 1.—La vía glucolítica se incrementa en la fase anaerobia, con alta producción de piruvato-lactato. PROTEÍNAS POOL DE AMINOÁCIDOS Glicocola Arginina Alanina Hitidina Serina Metionina Valina Fenilalanina Leucina Triptófano Isoleucina Lisina Treonina CARBOHIDRATOS GRASAS CUERPOS CETÓNICOS Glicerina Ciclo de Krebs Oxalacetato Malato CRM NADP NADH-H– NAD CO2 CO2 NADPH-H– CRN CRN GDP GTP FAD FADH-H– Fumarato Succinato Otrato Isocitrato Oxalsuccinato Succinil-Co-A Co-A a-Getoglutarato Co-A Ácidos grasos Fig. 2.—Ciclo de CORI. Conversión del lactato en glucosa, con alto gasto de ATP. GLUCONEOGÉNESIS GLUCOSA GLUCOSA LACTATO LACTATO tidos y beneficios muy poco significativos para los pacientes14 . Metabolismo lipídico El metabolismo de las grasas presenta anormali- dades específicas en el paciente neoplásico. En las
  • 4. células normales del huésped hay un incremento de la lipolisis sobre la lipogénesis, con aumento de ca- tecolaminas circulantes e insulino-resistencia. Los triglicéridos de origen exógeno son peor hidroliza- dos que en los sujetos normales. Es posible que la caquectina, producida por estimulación de los ma- crófagos, tenga un efecto supresor sobre la lipopro- teinlipasa. Consecuentemente, es más lento y peor el aclaramiento de los lípidos circulantes y su hi- drólisis a ácidos grasos y glicerol. Utilizando técni- cas isotópicas, se ha podido demostrar el aumento de oxidación de ácidos grasos en las células del huésped. Y, paralelamente, la utilización de los lípi- dos por parte de las células tumorales es muy po- bre. Cuanto menos diferenciado es un tumor, me- nos capacidad de oxidación tiene para los ácidos grasos y mayor uso de glucosa requiere como sus- trato energético. La situación inversa tiene lugar en los tejidos sanos del huésped. La administración de insulina y glucosa no frena la oxidación de los áci- dos grasos en el huésped. Esto demuestra que las grasas se convierten en el recurso energético del pa- ciente15, 16 . Esta ventaja ha sido utilizada en series de ani- males tratados con nutrición parenteral total. En una serie, el sustrato era fundamentalmente lipídi- co, y en la otra, glucosado. En ambos, el aporte era isocalórico. Con el aporte de grasas, el animal man- tenía su estado nutricional aceptablemente y el tu- mor frenaba el crecimiento; con el aporte glucosa- do, el crecimiento tumoral era evidente. Esta estrategia puede formar parte de futuros plantea- mientos nutricionales en humanos. 74 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico Fig. 3.—Obtención de energía a través de la glucosa, en glu- colisis anaerobia y aerobia. Glucosa Anaerobiosis DG = - 52 kcal 2 Lactato Respiración 602 DG = - 686 kcal 6CO2 + 6H2 0 Metabolismo de las proteínas El metabolismo proteico sufre una aceleración progresiva a lo largo de la enfermedad neoplásica. La participación en esta dinámica afecta al catabolismo y también a la síntesis, aunque esta última no es capaz de frenar la intensa situación hipercatabólica. Las pro- teínas hepáticas incrementan su síntesis, pero con re- lación a las proteínas reactantes de fase aguda: C-re- activa, g-1-antitripsina y haptoglobina. En cambio, la síntesis de proteínas funcionales, como la albúmina y transferrina, está claramente disminuida. El catabolis- mo afecta a todos los músculos de la economía. El aminograma plasmático es anormal porque las células neoplásicas seleccionan la captación de aminoácidos. El carcinoma tiene altos requerimien- tos de metionina, por la dificultad de las células ma- lignas para la conversión de homocisteína en me- tionina, imprescindible para su crecimiento17 . Los científicos reunidos en la IX Conferencia de Ross Lab. (Columbus, Ohio), en 199118 , establecie- ron la importancia decisiva del aporte y de la rela- ción de los aminoácidos entre sí, así como de la conveniencia de asociar las infusiones venosas de aminoácidos a determinados ritmos circadianos del huésped. Esta concordancia parece importante, también, para la infusión de drogas en los trata- mientos de quimioterapia. En definitiva, hay un incremento de la síntesis y degradación de proteínas, con marcada disminu- ción de síntesis a nivel muscular. La actividad pro- teasa está muy aumentada. También se acelera la síntesis proteica tumoral con respecto a los tejidos sanos, y las técnicas con nitrógeno marcado con metiltimetidina tritiada demuestran un aumento de la síntesis de ADN tumoral, incluso en circunstan- cias de ayuno. Una respuesta elevada de las proteínas de fase aguda indica una reacción inmunológica importan- te, ya que suministra proteínas útiles para el sistema inmunitario y la reparación de tejidos. Esta respues- ta hepática, mantenida, se relaciona con el aumento del gasto energético basal, el aumento de pérdida de masa corporal y disminución de la supervivencia19 . Vitaminas, minerales y oligoelementos Las vitaminas A, E y C parecen perfilarse como una nueva frontera de investigación oncológica. Los
  • 5. b–carotenos actúan como antioxidantes, neutrali- zando radicales libres. Además, parecen tener efec- tos inmunomoduladores, estimulando la actividad citotóxica de los leucocitos y la producción de cito- quinas. Se han descrito, incluso, inversiones de le- sión cancerosa por su capacidad de regular el creci- miento celular y la diferenciación. La vitamina E actúa como antioxidante, de mo- do fundamental en las fracciones lipoproteicas y de las membranas celulares. Bajas concentraciones de vitamina E han sido asociadas a múltiples formas de cáncer. La vitamina C controla reacciones agresivas sobre el DNA, eliminando pro-oxidantes y radicales libres. Las anemias frecuentes en los pacientes neoplá- sicos pueden estar relacionadas con deficiencias de hierro y vitamina B12 por ingesta insuficiente, o ser una consecuencia del tratamiento con determinados fármacos que incrementan las necesidades: metotre- xato, pirimetamina antimalaria o trimetoprim. Tam- bién pueden coexistir deficiencias de absorción20-22 . Frente a los estímulos carcinogénicos, parece clara la actividad protectora de algunos oligoele- mentos, como el selenio, zinc y cobre. La mediación del selenio debe centrarse en su capacidad para neutralizar la excesiva peroxidación de los ácidos grasos a través de la actividad antioxidante de la glutatión-peroxidasa, enzima de la que forma parte. Se ha descrito una relación directa entre el consumo de alimentos pobres en selenio e incidencia de cán- cer de mama. En relación con el zinc, las implicaciones son múltiples, tanto a nivel de síntesis de ácidos nuclei- cos como en la respuesta celular del sistema inmu- nitario. Se ha llegado a postular que el descenso de niveles séricos puede ser un marcador biológico de crecimiento tumoral23 . La elevación de los niveles de cobre sérico em- pieza a considerarse significativa en neoplasias he- matológicas y enfermedad de Hodking. Se ha evi- denciado aumento de ceruloplasmina en leucemias, linfomas y sarcomas. Otros nutrientes, como el magnesio, la taurina y carnitina, deben ser tenidos en cuenta, ya que sus ni- veles, por falta de ingesta o alteraciones de absorción, pueden ser problemáticos en el paciente neoplásico. Factores de regulación Entre los numerosos trabajos llevados a cabo pa- ra explicar los mecanismos esenciales de la pérdida de peso inducida por el cáncer, destacan los de Nor- ton et al., sugiriendo que el factor de necrosis tu- moral (TNF-a) o caquectina era el mediador más importante. Otros muchos, sin embargo, tienen una intervención activa: productos del tumor, citoqui- nas proinflamatorias y factores neuroendocrinos. Todos ellos, actuando sinérgicamente, afectan a la ingesta de alimentos, al metabolismo y al gasto energético basal24, 25 . Todas las series experimentales implican a las citoquinas como uno de los primeros mediadores de la caquexia. Las citoquinas están producidas por los macrófagos, monocitos y linfo- citos. No se almacenan intracelularmente, pero son capaces de una síntesis rapidísima en respuesta a es- tímulos neoplásicos, traumatológicos, sépticos y de crecimiento tumoral. Aunque su ámbito de acción es autocrino y paracrino, se pueden detectar niveles circulantes en pacientes con cáncer. Los mediadores mejor conocidos son: factor de necrosis tumoral (TNF-a), interlenquina-1 (IL–1), interlenquina-6 (IL-6) e interferón-g (IFN-g). En la tabla I resumi- mos las acciones de estos mediadores celulares. Alteraciones metabólicas 75 Tabla I Lípidos Proteínas Parámetros Ingesta Peso Síntesis Lipólisis Síntesis Proteolisis Proteínas de muscular fase aguda Caquexia Ø Ø Ø ↑ Ø ↑ ↑ FNT-a Ø Ø Ø ↑ Ø Ø Ø IL-1 Ø Ø Ø ↑ Ø ↑ ↑ IL-6 Ø Ø Ø – Ø – ↑
  • 6. Sistema inmunitario Es preciso citar, durante la última década, los trabajos desarrollados por Cerra, Barbul, Alexander y Van Buren, orientados a la modificación de sus- tratos en nutrición artificial para lograr un estímulo específico del sistema inmunitario26 . Estos autores establecen la posibilidad de utilizar determinados nutrientes, capaces de estimular espe- cíficamente las defensas del huésped a través del sis- tema inmunitario. La arginina, nucleótidos, ácidos grasos w-3/w-6 en proporciones adecuadas y ácidos grasos de cadenas media y corta, combinados con el glicerol, pueden modificar sustancialmente la sínte- sis proteica y la respuesta inmunitaria. Esto abre nuevos horizontes en cuanto a la manipulación de dietas con variaciones cualitativas de sustrato27 . Previamente, los trabajos de Chandra en 1988 establecían ya la relación entre malnutrición calóri- co-proteica y respuesta inmune: disminución de cé- lulas mediadoras, niveles de complemento, disfun- ción fagocitaria y reducción de la respuesta secretora de anticuerpos. La arginina es un aminoácido implicado en múl- tiples funciones orgánicas. En el ámbito de la nutri- ción interesa destacar su papel fundamental en la síntesis proteica a través de la ornitina y síntesis de poliaminas. Con un aporte de 20-30 g/día, los cam- bios metábolicos son demostrables a los siete días de alimentación enteral en los pacientes de alto es- trés quirúrgico o séptico (Fig. 4). Otro aminoácido neutro implicado en el trata- miento de los pacientes neoplásicos es la glutamina. 76 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico Fig. 4.—Síntesis de poliaminas. ESPERMIDINA ESPERMINA 4 M.T.A. CO2 2 SAM S. ADENOSINMETIONINA (S.A.M.) 5’ METILTIOADENOSINA M.T.A 3 PUTRESCINA CO2 1 ORNITINA La gamma-amida del ácido alfa-amino-glutárico es indispensable a nivel plasmático. Desde 1975 se co- nocen sus implicaciones en el metabolismo del en- terocito, y desde 1982 se demuestran los aportes necesarios para mantener la integridad de la barre- ra intestinal en las situaciones de traumatismo, sep- sis y neoplasia. La glutamina aporta energía y gru- pos amino para la formación de nucleótidos y replicación celular de linfocitos, macrófagos y célu- las intestinales (enterocito y colonocito). Participa en la liberación de IgA, siendo un factor decisivo en el mantenimiento de la barrera intestinal. Los órga- nos de reserva para la glutamina son: músculo, pul- món, cerebro y corazón. En situaciones de estrés, las reservas musculares se afectan y es preciso un aporte exógeno que supera el 4% de lo habitual. Un 12 a 25% de las proteinas suministradas en 24 ho- ras sería suficiente. La inclusión de este aminoácido en el tratamiento requiere una terapia antitumoral paralela, ya que también es un estimulante del cre- cimiento de la célula neoplásica. Parecen obtenerse buenos resultados igualmente con el aporte diario de 1,8 a 2 g/día de nucleótidos. La selección de ácidos grasos poliinsaturados mediatiza la capacidad de liberación de sustancias reguladoras intercelulares. En los últimos años, di- versos trabajos científicos parecen demostrar que los ácidos grasos w-3 se acumulan en las células de algunos tumores, especialmente de localización in- testinal, aumentando la relación entre los w-3 y el ácido linoleico (18:2 w-6) y la relación total entre ácidos grasos w-6 y w-3. En realidad, se establece entre ambas series una competición metabólica en la célula neoplásica. Al inhibir la vía del ácido ara- quidónico (20:4 w-6), los w-3 pueden modular la producción de eicosanoides, como las prostaglandi- nas E2 y F2 , el tromboxano A2 y el leucotrieno B4 . To- dos ellos estimulantes de la proliferación celular, así como la prostaglandina E1 y los ácidos hidroxieico- sa tetraenoicos (8- y 12 HETE), que son estimulan- tes de la angiogénesis. Todos estos procesos, que co- rresponden al metabolismo de los ácidos grasos w-6, se destacan en tumores malignos de origen epitelial (mama, colon, vejiga, páncreas, próstata, pulmón, piel). Los ácidos grasos w-3 son favorables porque el ácido eicosapentaenoico compite con el ácido ara- quidónico por las ciclooxigenasas y lipogenasas, dando lugar a la producción de tromboxanos y leu- cotrienos de carácter antagónico con los originados
  • 7. Fig. 5.—Ácido araquidónico (w-6) y ácido eicosapentaenoico (w-3) como antagónicos en la formación del eicosanoides. A. Gil. Libro blanco de los w-333 . por la serie w-6. Además, los w-3 contribuyen a la es- timulación del sistema inmunitario frente a diversos tipos de cánceres. Por otro lado, la mayor captación de ácidos grasos w-3 por las células neoplásicas tiene un efecto citotóxico selectivo, estimulando la apop- tosis mediante mecanismos oxidativos28 (Fig. 5). Al- gunas de estas cualidades metabólicas pueden aso- ciarse también con el ácido oleico. En otro orden de cosas, parece igualmente comprobada la acción po- tenciadora de los ácidos grasos w-3 sobre la eficacia de algunas drogas utilizadas por la quimioterapia frente a la célula neoplásica. Todo ello conduce a la programación de dietas con alto contenido en ácidos grasos w-3, restricción de grasas saturadas y de w-6, así como un porcen- taje energético alto a expensas de los hidratos de carbono y aporte elevado de proteínas. Se espera así contribuir al freno del crecimiento y expansión me- tastásica del tumor, a reducir la producción de cito- quinas proinflamatorias (FNT-a, IL-1, IL-6 y FIP), tan ligadas a la inducción y evolución de la caque- xia neoplásica29 . Otro tema importante se relaciona con los ácidos grasos de cadena corta. Los prebióticos (celulosa, pectina y hemicelulosa, así como otros polisacári- dos resistentes a la hidrólisis intestinal alta) son ata- cados por la microflora del colon, produciendo, además de hidrógeno, metano y agua, ácidos grasos de cadena corta. Constituyen el sustrato ideal del colonocito. La deprivación de prebióticos y butira- to, o el empleo a largo plazo de antibióticos, con de- trimento de la flora colónica, se relacionan con fe- nómenos de translocación bacteriana. Nutrición parenteral y enteral Con este cuadro metabólico, la situación nutri- cional del paciente neoplásico puede ser caótica. Es preciso aportar hidratos de carbono en la dieta, aun- que sean el substrato fundamental del tumor, para evitar la rápida emaciación del enfermo. Existe una dificultad para la oxidación tisular normal de la glu- cosa; por añadidura, el ciclo de Krebs está parcial- mente excluido por la rápida actividad glucolítica anaerobia con elevado gasto energético. La gluco- neogénesis, también muy costosa, está incrementada con pérdida de los depósitos de glucógeno. Los recursos energéticos del huésped se centran en la masa grasa y, por ello, es notoria la pérdida de peso. Hay una elevada oxidación de ácidos grasos, que no se frena con el aporte de glucosa. La lipogé- nesis desciende y es necesario mantener los depósi- tos con un aporte exógeno adecuado, ya que la de- pleción intensa es irrecuperable. En el área proteica existe una intensa pérdida de masa muscular, con actividad proteasa aumentada. La síntesis se centra en las proteínas reactantes de Alteraciones metabólicas 77 Linoleico (LA) (18:2 w-6) DIETA Metabolismo Araquidónico (AA) (20:4 w-6) TXA2 Agregante plaquetario Mediadores de inflamación Débil agregante Mediadores de inflamación con menor actividad PGE2 LTB4 , LTC4 , LTD4 Linoleico (LNA) (18:3 w-3) Metabolismo Eicosapentaenoico (EPA) (20:5 w-3) TXA3 PGE3 LTB5 , LTC5 , LTD5
  • 8. fase aguda y en el crecimiento acelerado del tumor. Hay una gran dificultad para la reversión positiva del balance proteico. La anorexia excluye muchas veces la vía oral, y es preciso recurrir a las vías enteral y parenteral pa- ra evitar la depleción rápida y progresiva30 . Nutrición artificial Todo parece apuntar a que el tratamiento nutri- cional por vía venosa, mediatizado por una correc- ta indicación individualizada, previene la muerte precoz por caquexia, conduce a una mejor respues- ta al tratamiento simultáneo, menos morbilidad in- tercurrente y calidad de vida más aceptable. Los re- querimientos energéticos se calculan sobre una media de 35 kcal/kg/día, que pueden aumentar has- ta 45 kcal/kg/día. El aporte de nitrógeno no puede ser inferior a 10 g/día, equivalentes a 62,5 g de pro- teínas (1 g de nitrógeno = 6,25 g de proteínas). La energía en forma de hidratos de carbono y lípidos debe suponer 125-150 kcal/1 g de nitrógeno. Los fluidos y electrolitos se adaptarán a las necesidades y evolución del paciente, pero deben aportar unos 30 ml/kg/día, 60-120 mEg de Na+ , 60 a 100 mEg de K+ , 60 a 100 mEg de Cl- , 8 a 10 mEg de Mg+ , 200 a 400 mg de calcio y 300-400 mg de fósforo. Todo programado para 24 horas por vía central. La nutri- ción parenteral periférica e hipocalórica tiene un uso muy restringido en esta patología. Diversos trabajos han comparado la influencia de la nutrición sobre el crecimiento tumoral por vía oral frente a la vía parenteral. En algunas localiza- ciones la diferencia no adquiere significación. En tumores colorrectales parece observarse un estímu- lo de crecimiento tumoral, un 89% más alto, con nutrición parenteral que con dieta oral. Los pacien- tes intervenidos quirúrgicamente sobre tumores de localización digestiva obtienen, sin embargo, un in- discutible beneficio con la nutrición parenteral. En 1980, Rombeau señalaba que la mayoría de los pacientes con cáncer eran mantenidos hasta sus últimos estadios con nutrición parenteral. En 1985 se aceptó que no todos los pacientes portadores de una enfermedad neoplásica podían obtener benefi- cios de la nutrición parenteral. A partir de la déca- da de los noventa, la pregunta es: ¿qué pacientes portadores de cáncer se pueden beneficiar de la nu- trición parenteral, y cómo decidirlo de un modo éti- 78 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico Tabla II Normas de decisión para el soporte nutricional parenteral en el paciente neoplásico 1. Puntos a tener en cuenta: 1.1. Situación clínica del paciente 1.2. Síntomas clínicos 1.3. Expectativas de supervivencia 1.4. Diagnóstico del estado nutricional e hidratación 1.5. Actitud psicológica del enfermo 1.6. Ingesta oral de alimentos 1.7. Situación del aparato digestivo y ruta adecuada para la administración de agua y nutrientes 1.8. Capacidad del entorno sanitario para atender a las necesidades previstas 2. Toma de decisión 3. Control de eficacia co e inteligente? Una síntesis de las normas genera- les de decisión aparecen en la tabla II. Nutrición enteral La nutrición enteral, mediante sonda o suple- mentación por vía oral, es de bajo costo, fácil mo- nitorización y más conservadora de las estructuras y funciones fisiológicas. Su correcta utilización man- tiene la integridad del enterocito y tiene un menor índice de comorbilidades infecciosas que la nutri- ción parenteral. Los sustratos de nutrición enteral han demostrado su eficacia tanto en el área meta- bólica como inmunológica, e incluso superioridad sobre la vía parenteral31 . Experiencia clínica En el Hospital Ramón y Cajal (Madrid), la Uni- dad de Nutrición Clínica, en colaboración con el Departamento de Cirugía Digestiva, programó un estudio prospectivo, randomizado, para evaluar una fórmula enteral, suplementada con arginina (1,25 g/100 ml), ARN (120 mg/100 ml), lípidos estructu- rales y ácidos grasos w-3/w-6, a comparar con una fórmula control, sin modificaciones cualitativas, pe- ro con aporte isocalórico e isoproteico. Los pacien- tes estudiados fueron diagnosticados de cáncer gas-
  • 9. tro-esofágico y programados para intervención qui- rúrgica. Cincuenta pacientes fueron randomizados para tratamiento con nutrición enteral por yeyu- nostomía, con dieta A (control) y aportes de 22% de proteínas, 48% de hidratos de carbono y 30% de grasas con respecto al valor calórico total. La densi- dad de nutrientes fue de 1,22 kcal/ml. La dieta B (modificada) aportaba 22% de proteínas, 52% de hidratos de carbono y 25% de grasas (7% w-3 y 11% w-6; 18% PUFA). Densidad calórica 1 kcal/ml. Los enfermos recibieron nutrición enteral post- operatoria durante 7-10 días. Los parámetros eva- luados a tiempo preoperatorio, postoperatorio y fi- nal incluyeron: antropometría, índices bioquímicos en suero, estudio inmunológico y recuperación clí- nica. Ambas dietas fueron bien toleradas. Las medidas antropométricas no sufrieron variaciones significati- vas. La pauta de infusión enteral se adaptó al si- guiente ritmo: 1.er día: glucosa al 5%, a 30 ml/hora en infusión continua, por catéter de yeyunostomía. 2.º día: fórmula enteral a 25 ml/hora en infusión continua, aumentando progresivamente hasta al- canzar 30-35 kcal/kg/día a partir del tercer día de postoperatorio. Los resultados en cuanto a parámetros bioquí- micos e inmunológicos, tanto para pacientes con- trol (dieta A) como para los tratados con dieta mo- dificada (dieta B), aparecen en las tablas III y IV. Dado que la edad, patología y situación clínica eran homologables, los resultados objetivan una síntesis proteica más acelerada con la dieta B, tras el descenso significativo, con respecto a los valores iniciales, durante el postoperatorio (prealbúmina: p < 0,01). El mismo dato se aprecia con la proteína li- gada a retinol y, en ambos parámetros, la recupera- ción es más adecuada con la dieta B. El balance ni- t rogenado, que presenta valores negativos con ambas dietas, en el postoperatorio inmediato, A (–11,3 g); B (–10,7 g), se normaliza con las dos die- tas a lo largo de siete días de tratamiento, llegando a ser claramente positivo con la dieta B. Los niveles de algunos micronutrientes sólo se recuperan de la depleción postoperatoria con la dieta B. Los parámetros inmunológicos demuestran una recuperación, en algunos casos significativa, con la dieta B. Es el ejemplo de los linfocitos totales, del cociente CD4 /CD8 y del marcador B4 . En los estudios de proliferación se observa una mayor respuesta de los pacientes tratados con dieta B ante la estimula- ción con fitohemaglutinina (PHA). Se puede concluir que las dietas con aporte de arginina, nucleótidos y modificaciones lipídicas son eficaces en la recuperación bioquímica (síntesis pro- teica) y en la respuesta inmunológica. Estas caracte- rísticas pueden considerarse muy positivas para la Alteraciones metabólicas 79 Tabla III Parámetros bioquímicos Dieta A Dieta B Parámetro Basal PC PT Basal PC PT Albúmina (g/dl) 3,34 ± 4 2,51 ± 0,4 2,62 ± 0,4 3,3 ± 0,7 2,44 ± 0,5 2,5 ± 0,5 Prealbúmina (mg/dl) 20 ± 5,5 12,6 ± 3,2 12,2 ± 5,8 18,3 ± 6 12 ± 4,6 14,5 ± 5,4 Transferrina (mg/dl) 276 ± 45 202 ± 39 196 ± 69 313 ± 73 209 ± 52 218 ± 59 PUR (mg/dl) 4,17 ± 1,3 2,42 ± 16 2,47 ± 1,6 4,86 ± 2 2,6 ± 1,4 4,4 ± 2 Balance nitrogenado (g/día) – - 11,3 - 1,5 – 10,7 + 0,3 Vitamina A (mg/dl) 26,7 ± 9 13,5 ± 6 16,7 ± 6 35,9 ± 12 19,2 ± 7 14,8 ± 11 Vitamina E (mg/dl) 934 ± 249 641 ± 264 921 ± 412 897 ± 297 730 ± 307 780 ± 264 Zn (mg/dl) 103 ± 28 73,5 ± 13 90 ± 22 98,2 ± 23 66,6 ± 13 75,8 ± 13 Cu (mg/dl) 99 ± 23 86,2 ± 20 92 ± 18 107,7 ± 20 88,7 ± 18 97,8 ± 27 Mg (mg/dl) 2,12 ± 0,1 1,94 ± 0,3 2,12 ± 0,1 2,0 ± 0,2 1,95 ± 0,3 2,7 ± 0,2 Basal: Estudio prequirúrgico. PC: Momento postcirugía. Pt: Momento postratamiento.
  • 10. recuperación en situaciones de alto estrés, como la cirugía mayor y estados de inmunodeficiencia. En cuanto a la enfermedad neoplásica, la controversia entre diversos grupos se establece en la convenien- cia o no de acelerar la síntesis proteica en un proce- so con peligro metastásico32 . SOPORTE NUTRICIONAL: RESUMEN Y PERSPECTIVAS Siempre que pueda utilizarse, la vía oral es, elec- tivamente, la primera opción. Actualmente, la com- posición cuanti/cualitativa de las dietas está marca- da por un mejor conocimiento de los substratos nutricionales y del impacto bioquímico de los mis- mos sobre el metabolismo de la célula neoplásica y de los tejidos del huésped. Siguiendo estas líneas, agrupamos tres tipos de dietas en el Anexo: 1. Dieta con aportes equilibrados de hidratos de carbono, grasa y proteínas, según las RDA y de acuerdo con los beneficios cualitativos de nues- tra dieta mediterránea. 2. Dieta de alto contenido en grasas, en aquellos pacientes para los que el principio inmediato utilizable por las células del huésped es el sus- trato lipídico. Tanto los hidratos de carbono como las proteínas están ampliamente secues- trados por la célula neoplásica en expansión. Los lípidos de la dieta eluden la presencia ex- cesiva de ácidos grasos saturados y aportan, fundamentalmente, ácido oleico (aceite de oli- va) y w-3. Tiene el inconveniente de la saciedad tardía en pacientes con una clara tendencia a la anorexia. 3. Dieta con alto contenido en hidratos de carbo- no y proteínas. Baja en grasas, con predomi- nancia cualitativa de ácidos grasos w-3. Se trata de utilizar al máximo las posibilidades anticarcinógenas de estos ácidos grasos. Para lograr un aporte adecuado, será preciso suple- mentar la dieta oral o administrar dieta líquida exclusiva con preparados comerciales. Tiene el inconveniente de la saciedad precoz. Las proteínas tienen un valor saciante más alto que los hidratos de carbono y las grasas. 4. Cuando hay pérdida de peso progresiva en un paciente con buenas perspectivas de tratamien- to antitumoral y no hay posibilidades de recu- peración con dieta oral, hay que instaurar el so- porte nutricional artificial. 5. La vía enteral es preferente, siempre que pueda utilizarse el tracto gastro-intestinal. Las fórmu- las pueden ser convencionales o enriquecidas con arginina, nucleótidos y modificaciones en el aporte de ácidos grasos. Atención especial a los contenidos de w-3. Los pacientes con anorexia severa, no candida- tos a terapia antitumoral, con funcionamiento digestivo y calidad de vida aceptable, deben mantenerse con nutrición enteral. La monitorización ambulatoria es altamente 80 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico Tabla IV Parámetros inmunológicos Dieta A Dieta B Parámetro Basal PC PT Basal PC PT Linfocitos totales 1818 988 1444 2322 981 1636 CD3 63,4 ± 16 61,4 ± 18 59 ± 14 62 ± 14 60,2 ± 9 66,6 ± 13 CD4/CD8** 1,19 ± 0,6 0,75 ± 0,4 0,61 ± 0,3 202 ± 0,9 2,18 ± 0,9 2,36 ± 1,2 B4* 7,82 ± 2,5 3,48 ± 1,6 5,78 ± 3,7 9,98 ± 7,8 10,12 ± 7,1 9,74 ± 1,6 DR 9,12 ± 5 7,4 ± 3,8 9,65 ± 5 9,75 ± 4 11,3 ± 6 11 ± 6,7 Proliferación PHA (cpm) 36,506 39,678 38,382 46,941 49,415 53,362 OST3 (5) (cpm)* 10,282 6,484 14,265 10,109 12,076 19,405 * (p < 0,05). ** (p > 0,01). Basal: Estudio prequirúrgico. PC: Momento postcirugía. Pt: Momento postratamiento.
  • 11. conveniente para los pacientes sometidos a nu- trición a largo plazo. 6. Los enfermos con intolerancia gastro-intestinal y posibilidades de tratamiento conservador o de buen resultado quirúrgico son susceptibles de nutrición parenteral. Las formulaciones parenterales pueden variar en su composición: mezclas de ácidos grasos, aminoácidos, péptidos y micronutrientes. 7. Las disfunciones digestivas ocasionadas como efecto secundario por la radioterapia y quimio- terapia, con expectativas positivas frente a la enfermedad tumoral, son susceptibles de trata- miento con nutrición parenteral. 8. El paciente con cáncer activo, intolerancia a la nutrición enteral y sin expectativas de resulta- dos positivos con el tratamiento de base no de- be ser programado para nutrición parenteral de forma habitual. 9. Es preciso el hallazgo de nuevas fórmulas y mé- todos que favorezcan al huésped y antagonicen el crecimiento y expansión del tumor. La aso- ciación de nutrientes, quimioterapia y ritmos circadianos del paciente puede ser un área am- pliamente prometedora. 10. También hay datos muy sugerentes en cuanto a la asociación de hormonas (insulina, hormona de crecimiento y esteroides anabolizantes) aso- ciados a la nutrición parenteral y al tratamien- to antineoplásico farmacológico. El algoritmo para las decisiones de nutrición enteral/paren- teral se expone en la figura 6. BIBLIOGRAFÍA 1. Sanz Ortiz J. Introducción a la oncología clínica. Bases mo- leculares y terapia integral. Edit. You & Us S.A. Madrid. 2002. Pp. 9-10 2. Van Eys. Nutrition and Cancer Medical and Scientific Books, 1979 3. Chandra RK. Inmunología de los trastornos nutricionales. Manual Moderno. Edit. México. 1982 4. Kluefeld DM. Nutrition and inmunology. En: Roslyn B. (ed.). Human Nutrition. Plenum Press. London. 1993 5. Cerra FB. Nutrient modulation of inflamatory and inmune function. Am. J. Surg. 1991; 161: 230-34 Alteraciones metabólicas 81 Fig. 6.—Algoritmo en la decisión de nutrición enteral/parenteral. ¿Puede usarse el tubo digestivo? Sí Previsión de plazo temporal Nutrición parenteral < de 6 semanas = SNG = SND = SNY > de 6 semanas = Ostomías Corto plazo NPP Largo plazo NPT Gastrostomía Quirúrgica Percutánea Quirúrgica Percutánea Yeyunostomía No
  • 12. 6. Chandra RK. Protein energy malnutrition and inmumo- logyc responses. J. Nutr. 1992; 122: 597-600 7. Ottery FD. Nutritional oncology: a proactive integrates aproach to the cancer patient. In: Shikora S.A., Blackburn G.L. (ed.) Nutrition suppost. N. York: Chapman-Hall, 1997 8. Sastre Gallego A. Aspectos nutricionales del paciente on- cológico En: Hernández Rodríguez, M y Sastre Gallego, A. Tratado de nutrición. Díaz de Santos Edit. Madrid 1999. pp. 1159-1171 9. Young VR. Energy metabolism and requeriments in the cancer. Research, 1977; 37: 2336-2339. 10. Weber J. Diferencial Carbohidrate metabolism in tumor and host. In: Armott, MS, Van Eys Y, Wang YM (eds.). Mo- lecular interrelations of the nutrition and cancer. N. York: Raven-presss, 1982; 167-181 11. Shils ME. Nutrition and diet in cancer management. In: Shils, M.E. (ed.). Modern nutrition in health and disease. Philadelphia. Lea-Febiger, 1994; 1317-1349 12. Rossi-Fanelli F, Cascino A, Muscaritol M. Abnormal sus- trate metabolism and nutritional strategies in cancer ma- nagement. IPEN 1991; 15 (6): 680-683 13. Sastre Gallego A, Morejón Bootello E, De Ávila B et al. As- pectos nutricionales del paciente oncológico. Medicine (Oncologia II) 1995; 6 (80): 3511-3520 14. Spemulli E, Wampler GL, Regelson W. Clinical Study of Hydrazine Sulfate in advanced cancer patients. Cancer Chem. Pharm. 1979; 3: 121-124 15. Sastre Gallego A, Madero López L. Nutrición en el pacien- te oncológico: tratamiento dietético. En: Hernández, M. (ed.). Alimentación infantil, 2.ª ed. Díaz de Santos (edit.). Madrid 1993; 237-247 16. Planas M, Porta Y, Padró YB. Azúcares, lípidos y cáncer. En: Ministerio de Sanidad y Consumo (ed.). Alimentación y cáncer. Madrid 1986; 61-75 17. Cabo Soler J. Alimentación y cáncer. En: Ministerio de Sa- nidad y Consumo (ed.). Alimentación y cáncer. Madrid 1986; 61-75 18. Wille JJ. Circadiam rhytm, cancer treatment and nutrition. In: Repport of the Ninth Ross Conference on Medical Re- search (ed.). The rol of nutrients in cancer treatment. Co- lumbus 1991; 10-17 19. Falconer JS, Fearon KCh, Ross JA. Acute-phase response and survival duration of patients with pancreatic cancer. Cancer 1995; (8): 2077-82 20. Pappas AM. Antioxidant staters, diet, nutrition and health. London: CRC Press. 1999 21. Van Poppel G, Van Der Berg H. Vitamins and cancer. Can- cer Letters 1997; 114: 195-202. 22. Knect P. Role of vitamin E in the prophylaxis of cancer. Ann. Medicine. 1991; 23: 3-12 23. Nixon SW. Nutrition and cancer. Hematol. Oncol. Clin. North Am. 1991; 5: 1-6 24. Norton JA, Moley JF, Green MV et al. Parabiotic transfer of cancer anorexia in male rats. Cancer Research 1985; 45: 5547-52 25. Argilés JM, Álvarez B, López Soriano FJ. The metabolic basic of cancer caquexia. Med. Res. Rev. 1997; 17: 477- 498 26. Cerra FB. Nutrient modulation of inflamatory and inmune function. Am. J. Surg. 1991; 161: 230-234 27. Daly J, Lieberman MD, Goldfine J, Shov J, Weintranb F, Rosato EF. Enteral nutrition with supplemental arginine, RNA and w-3 fatty acids in patients after operaction: in- munologic, metabolic and clinical autcome. Surgery. 112 (1) 1992: 56-57 28. Muriana FJG. Efectos anticancerígenos de los ácidos grasos omega-3 y oleico-a. En: Mataix J, Gil A. Libro blanco de los omega-3. Eds. Instituto Omega-3 (ed.) Puleva Food. 2002: 111-126 29. Wigmore SJ, Barber MD, Ross, JA. Effect of oral eicosa- pentaenoic acid on weigth loss in patients with pancreatic cancer. Nutrition and Cancer. 2000; 36: 177-84 30. Sastre A, Morejón E. Estado nutricional y enfermedad neo- plásica. En: Cortés Funes Times H, Díaz Rubio E, García Conde J et alt. Oncología médica, tomo 2. Aula Médica Edit. Madrid 1999: 1688-1696 31. Vigand A, Bruera E. Enteral and parenteral nutrition in cancer. In: Bruera E, Higginson Y (eds.). Caquexia-anore- xia in cancer patients. Oxford. Oxford Univ. Press. 1996: 110-127. 32. Morejón Bootello E, Martínez Molina E, Carda P y Sastre Gallego A. Nutrición enteral en neoplasia digestiva: sínte- sis proteica y respuesta inmune. Rev Brasil de Nutr Clin 1996; 11 (3): 96-101. 33. Gil Angel. Papel de los acidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados en los procesos inflamatorios. En: J. Ma- taix, A. Gil (eds.) Libro blanco de los w-3. Puleva Food. Granada. 2002; 66-78. 82 Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico