Crónica de la visita al Museo de Anatomía de Valladolid
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VISITA A LA
UNIVERSIDAD
DE VALLADOLID
FACULTAD DE MEDICINA, MUSEO
DE ANATOMÍA, HISTOLOGÍA Y
OFTALMOLOGÍA
El pasado 9 de mayo, todo el equipo que
componemos Histolabet acudimos a una cita con
nuestro querido amor platónico: la Anatomía. En
la facultad de Medicina de la Universidad de
Valladolid (UVA) tuvimos dicho encuentro y
como si una exitosa cita de un programa destinado
a ello, al terminar el encuentro, hubiéramos dado
toda la fortuna del mundo para repetir el
momento, una y otra vez. A lo largo del artículo,
entenderéis el porqué y seguro, querréis vivirlo en
primera persona.
AMOR A PRIMERA VITRINA
El director de ceremonia fue el Profesor Juan
Francisco Pastor, quien se encargó de rompernos
el hielo, con nuestra primera toma de contacto, en
el museo. Para ello, primero nos condujo al
Anfiteatro principal de la facultad cuya estructura
simulaba la misma que la de un teatro griego y
morfología circular. Entusiasmados, entramos en
el Anfiteatro y nos sentamos en los pupitres
escalonados, como si se tratara de estudiantes de
Medicina de comienzos de la época moderna.
El Profesor Pastor nos invitó a subir a lo alto de la
sala, donde encontramos un acúmulo de vitrinas
que rodeaban la misma y las cuales estaban
compuestas de una gran variedad anatómica.
Desde instrumentos quirúrgicos (de todo tipo) a
calaveras procedentes de misas negras, de piezas
ortopédicas a fetos fijados en resina, un sinfín de
componentes y técnicas anatómicas interesantes
no hacían más que llamar nuestra atención.
Seguíamos el pasillo y, cada vitrina, no hacía más
que provocar que nuestras pupilas se dilataran
más y más. Se sabe que uno de los impulsos que
provocan dicha reacción en el ojo (cuando no hay
cambios en la luz ambiental) es el efecto de
distintos estímulos psicológicos ante la
comodidad y la compañía de alguien o algo que
nos atrae. Sí, la cita iba viento en popa y el
Profesor Pastor, encargado de poner la banda
sonora al encuentro con sus explicaciones y
curiosidades, provocó que el amor a la disciplina
traspasara la barrera de lo físico y ocupara lugar,
también, lo psíquico.
“CALLA Y ABRÁZAME”
Nos encontrábamos en el ecuador de la cita,
donde el acercamiento y la química era innegable.
Llegaba el momento de dar el siguiente paso, para
ello, el Profesor Pastor, nos acompañó a una sala
donde nuestra acompañante se nos mostró, aún
más atractiva.
En aquella sala, la tímida y correcta Anatomía que
habíamos conocido en el Anfiteatro, se soltó la
coleta, se volvió extrovertida y nos enseñó más
cualidades que la definen. Nos dejó boquiabiertos
al entrar en la sala y consiguió que, uno a uno, no
quitáramos ojo de una de esas cualidades suyas: la
Osteología.
El esqueleto, montado y completo, de una jirafa
nos recibió en dicha sala. Su majestuosidad nos
embobó, nos envolvió en un abrazo del que no
queríamos despegarnos. Volvimos a la realidad
cuando el Profesor Pastor nos dio vía libre para
recorrer cada rincón de la sala, como niños en una
tienda de juguetes, nos repartimos y perdimos en
cada historia que encontrábamos en las
estanterías, vitrinas, mesas, suelo… La sala estaba
compuesta por más de ocho mil huesos, donde se
encontraban distintas representaciones craneales
(algunas de ellas, como jamás habíamos podido
imaginar). Además, pudimos apreciar el trabajo
profesional de nuestro maestro de ceremonia, el
Profesor Pastor, ya que la sala contaba con una
sección de anatomía comparada creada por él
mismo, con 6.130 esqueletos de 1.440 especies
diferentes, lo que nos provocó más admiración
por él. Su trabajo y labor por conseguir que nos
enamoráramos, más aún, de nuestra cita, dio sus
frutos.
CONFÍA EN MÍ
La cita continuaba avanzando, con muchísimo
éxito, por cierto. Estábamos en ese punto en el
que suele terminarse la cena y tienes ganas de ir a
tomar algo juntos. Por ello, el profesor Pastor nos
dio otro empujón más, nos dijo ese lugar ideal
donde continuar la cita y acertó, os lo aseguramos.
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La siguiente sala provocó que nuestra querida
Anatomía se nos mostrara más interesante
todavía, pero en este caso, porque se nos mostró
en su cualidad más sensible, empática y
respetuosa: la Forense. El Profesor Pastor nos
proporcionó la equipación necesaria para
disfrutar, en su totalidad, de ese momento. Nos
pusimos las batas y los guantes, estábamos listos
para pasar a la acción.
Una sala llena de mesas quirúrgicas, y en dos de
ellas se encontraban dos bolsas para cadáveres.
No nos lo podíamos creer, éramos un grupo de
Técnicos Superiores de Anatomía Patológica en
esa tienda de juguetes ideal para niños, en nuestro
paraíso, en nuestro ámbito científico y teníamos la
oportunidad de poder disfrutar de ello. Al abrir la
bolsa, nuestra Anatomía nos enseñó lo más
profundo de ella. El Profesor Pastor, nos
proporcionó la seguridad para poder tocar, mirar
y sacar conclusiones de lo que íbamos
descubriendo. La teoría y habilidad adquirida en
nuestros cursos pudimos verlos plasmados, al fin,
de manera totalmente práctica. La mancha verde
abdominal, signo de Stenon-Louis, retracción del
pulgar de la mano, y más signos cadavéricos se
encontraban a nuestra disposición en aquellos
cadáveres que utilizaban los propios alumnos de
la Facultad de Medicina de la UVA. En uno de
ellos, pudimos comprobar, cómo practicaban el
recorrido de las principales venas y arterias del
corazón, las diferenciaban coloreándolas de
diferentes tonalidades y así, podían ver in situ el
recorrido de estas.
Dentro de aquella sala se encontraba otra más,
dónde se disponían las cámaras frigoríficas donde
se depositaban los cuerpos que estaban aun
pendientes de las prácticas para los alumnos, o
simplemente, a modo de despensa donde los
cadáveres pueden mantenerse en buenas
condiciones.
Debemos admitir, que como en cualquier cita,
cuando llega el momento donde tu acompañante
se sincera y se vuelve más íntima da algo de
miedo. Nunca sabes como puedes reaccionar, lo
mismo te agobia, la situación puede contigo en ese
momento y tienes que marcharte; o bien, te
encanta más aún y quieres que siga mostrándose
en su faceta más sensible, que no pare de hablarte,
de enseñarte más y que se sincere ante lo dura que
es la vida en algunas ocasiones. Pues bien, nuestro
caso fue el del flechazo de por vida, nos dio
respeto al principio, (antes de saber qué podía
mostrarnos aquella maravilla que teníamos como
acompañante) pero cuando lo hizo, nos
derretimos. Disfrutamos de cada detalle, de cada
imagen que se nos mostraba, de cada curiosidad y
como no, también gracias al Profesor Pastor,
haciéndonos ver el respeto que hay que tener ante
algo tan sincero y delicado, pero sin tener que
dejar de querer profundizar, de querer seguir
aprendiendo de nuestra querida Anatomía.
A ESTA, INVITO YO
En ese momento, la cita tendría que haber llegado
a su fin, pero el Profesor Pastor se negó a que
termináramos cuando veía que lo nuestro, no es
que fuera química, es que el amor estaba en el
ambiente.
Nosotros, que ya estábamos alucinados con todas
las curiosidades y explicaciones que nos
proporcionaba el profesor, volvimos a alucinar un
poco más con él. Ya fuera de hora, decidió
enseñarnos algo más de la Anatomía, que no
estaba programado, aquel lugar donde los
resultados tan alucinantes que pudimos ver a lo
largo de todas las salas cogían forma: la Sala de
Preparación Osteológica.
A esa “copa” nos invitó él, su profesionalidad y su
entusiasmo por enseñarnos su amor, también, por
nuestra acompañante. Una sala llena de
instrumentos, componentes químicos, ollas
enormes (hasta apostábamos que algunas
cabíamos dentro), cámaras frigoríficas para
guardar los restos aún pendientes de la
preparación, bañeras de formol, estanterías de
preparaciones terminadas y aún pendientes de
clasificar, pero que, por falta de espacio (ya que
no le proporcionaban más al profesor) tenían que
permanecer ahí almacenadas.
Esto último, nos llevó a compartir con él la
impotencia de tener que dejar guardado algo que,
para la sociedad en general, sería valioso.
Nosotros, indignados, le preguntamos por qué no
era posible crear un museo, en todo su esplendor,
o al menos, una exposición de tiempo
determinado, a nivel nacional y dotada del valor e
importancia que realmente posee y él comentó
que no hay fondos para ello, lo que nos generó
enfado. Todo el trabajo que el Profesor Pastor ha
hecho, hace y está haciendo no es digno de acabar
almacenado en el olvido.
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Por ello, queremos hacer público el trabajo de
nuestro maestro de ceremonias aquel día, el
Profesor Pastor, quien demostró que el amor por
una disciplina (y en general) no tiene dueño, que
hay que compartir y disfrutar de la Anatomía,
respetarla y aprender cada día de ella. Os
invitamos a acudir al pequeño museo montado en
esa facultad, donde seguro caéis, como hicimos
nosotros, en el encanto que desprende y las
historias que hay detrás de cada muestra expuesta,
(que no son pocas).
¡Que viva el amor y el Profesor Pastor!
María Zorita Pérez, componente del equipo
Histolabet.