1. 18º domingo Tiempo Ordinario Ciclo B
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El pan del cielo
XIX domingo tiempo ordinario
Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el
pan que baja del cielo, para que el que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; si
alguno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi carne, vida del
mundo.
Jn 6, 41-52
Levántate y repón tus fuerzas
En la vida se dan momentos de alegría y otros de dolor y desesperación. En los momentos de
hundimiento algunas personas se sienten tan desgraciadas que llegan incluso a desear la
muerte o a quitarse la vida. Otras deciden resistir con valor y con la esperanza de que la
situación mejore.
El profeta Elías se encontró en uno de estos momentos desesperados. Perseguido por la reina
Jezabel por haber predicado la verdad, fiel a la misión que Dios le había encomendado, se ve
obligado a huir por el desierto. Allí, cansado y abatido, ruega a Dios que le quite la vida. Se
siente abandonado y perdido. El cumplimiento de su misión profética le ha acarreado
incomprensión y persecución. Es entonces cuando Dios le envía un ángel que lo anima y le da
alimento, no una, sino dos veces. Lo invita a comer, a recuperar fuerzas y a seguir adelante.
Entonces Elías retoma su camino y comprende que su misión también entraña una cruz.
El pan del cuerpo
Dios ha hecho al ser humano con un cuerpo y unas necesidades. Necesitamos comer para vivir
y hemos de agradecer profundamente los alimentos que podemos tomar. ¡Bendigamos a Dios
por ello! Hoy día el hombre ha aprendido a cultivar la tierra y a producir lo bastante como para
acabar con el hambre. Pero, a pesar de esto, en los países ricos se da una sobreabundancia
mientras que en los países pobres aún hay gentes que mueren de hambre.
Agradecer lo que tenemos nos ha de impulsar a ayudar a los que no tienen para que el
alimento básico no falte a nadie.
El pan de Dios
Jesús es el pan de Vida. Dios no sólo nos da el alimento de la carne, para nutrir el cuerpo. Nos
da el alimento del espíritu. Y ese alimento es él mismo, Dios, que se nos ofrece. No sólo de pan
vive el hombre. En la vida humana hay otra dimensión que necesita la luz, el amor y el perdón
de Dios. Este es el Pan del Cielo, Dios mismo se nos entrega como alimento.
Descubrir la profundidad del Hijo nos hará comprender mejor al Padre. Hemos de aceptar que
necesitamos de su persona. Dejémonos alimentar por él.
El pan de la amistad
Hay un tercer tipo de alimento. Es el pan que nos dan los amigos: unas palabras de afecto,
ternura, palabras iluminadoras, comprensión. Este alimento nos sostiene. Los amigos nos
dicen aquello que nos consuela y también aquello que no nos gusta tanto pero que nos puede
hacer reaccionar, porque nos quieren. Su alimento nos hace crecer. La convivencia en la
comunidad cristiana es el otro gran alimento.
2. 18º domingo Tiempo Ordinario Ciclo B
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Fuerza para vivir
Sin Jesús nuestra vida no tiene sentido. Él nos da la fuerza para vivir y nos hace comprender el
significado de nuestra existencia. Él alimenta e ilumina nuestra vida.
Con la fuerza del pan de Cristo podremos caminar y otros seguirán las huellas de nuestra fe.
No perdamos la fe. Cuando llegan los recios vendavales que sacuden nuestras raíces es el
momento de levantarse y seguir. El Espíritu del Señor nos ayudará a encontrar quien nos
apoye.
Para ello, buscad vuestro desierto. Buscad un lugar de intimidad para estar a solas con Él. Dios
siempre se da. Sólo necesita un corazón abierto para poderlo recibir.
Con la colaboración del P. Michel Djaba, de la diócesis de Bafang, Camerún.