1. Colombia entre el Sí y el NO ¿Información o desinformación?
Jonatan J. Pabón Álvarez
Unicatólica- Cali (Valle del Cauca)
Colombia atraviesa por un periodo penetrante de suspicacia e incertidumbre, pero a su vez
de esperanza y reconciliación. Luego de casi cuatro años de diálogos y casi cincuenta años
de una oleada de violencia, el acuerdo de paz en Oslo y la Habana entre el gobierno del
presidente Juan Manuel Santos Calderón y las FARC se consolida como una negociación sin
armas, donde muchos de sus criterios intensificaron un antagonismo con los distintos entes
dirigentes que se suman a la “constitucionalidad democrática”1
del país.
Este acuerdo -como debe ser nombrado y no una paz- constituye y ratifica la participación
de las víctimas y del ciudadano colombiano común, como unidad congruente para la
construcción de un camino hacia la paz. Por otro lado, la oposición política y parlamentaria
encabezada por el senador Álvaro Uribe Vélez del partido centro democrático, promueve
una rebelión propagandística con el objetivo de la no aprobación de la negociación, y cuya
intervención emergió como una epidemia hasta llegar al oído de todo ciudadano de quien
incluso desconoce el orden sistemático del que hacemos parte.
De esta manera, podríamos contextualizar y comprender el caótico movimiento de las masas
y de las víctimas que ansían una paz hegemónica y duradera, pero a su vez desea castigar de
alguna forma a los precursores “unilaterales” del crimen de lesa humanidad. En otras
palabras, la legitimidad obtendría un nuevo escalón donde se trataría de encontrar con la
reconciliación y la redistribución del poder del Estado. Nuestro objetivo no es caer en el
jueguito del sí o del no en el plebiscito del próximo 2 de octubre, el objetivo es analizar y
acentuar una decisión conveniente para el bienestar del pueblo colombiano, sobre todo para
la salud mental de la familia de las víctimas. Por consiguiente, plantearé tres aspectos sociales
que se ligan a la consternación psíquica de nosotros los ciudadanos y que debemos tener en
cuenta para tomar la mejor decisión posible.
1. Dentro del contexto histórico de la violencia en Colombia legitimada en acuerdos como el
del Frente Nacional en 1958 y la desmovilización del M-19 en 1990, puso un fin local a la
atrocidad y barbarie del momento. Tras el Bogotazo y durante sus antecedentes, los
bipartidistas tradicionales al sentirse amenazados por un tercer ente que perseguía el poder,
forjaron una alianza para postergar su mandato y evitar la apropiación política de este tercero.
La corrupción y el poder restringido en estos dos partidos políticos y el conflicto armado
impregnado de narcotráfico, albergaron a los disidentes para prolongar el negocio unilateral
dentro de su ideología estatal. Por tanto, el plebiscito actual nos pone en plena década del 40
-liberal o conservador- donde la decisión del ciudadano queda entre la espada y la pared,
entre un sí y un no, entre “el bien y el mal”, de hecho, confiando en la subjetividad de nuestros
dirigentes.
1
Si es que se le puede llamar democracia a una libertad de elección fraudulenta y embustera.
2. La periodista e historiadora colombiana Diana Uribe, manifiesta que a través del tiempo los
acuerdos o tratados como el de Sudáfrica a principios de los 90, el de El Salvador en 1992 y
el de Guatemala en 1996 son los escalones secuenciales por los que el acuerdo con las FARC
se pule y se detalla para evitar errores como los ha tenido estos otros países. Así mismo,
ratifica que este concilio no es un juicio de Nuremberg, que es un simple acuerdo y un
acuerdo es un paso hacia la paz. “La paz es una decisión histórica, la guerra no tiene salida”,
afirma2
.
2. El sistema propagandístico político es usado en los medios de comunicación como si fuese
un producto de consumo. Los mensajes en vallas, pancartas y volantes nos polarizan a un
radicalismo del que debemos estar a favor o en contra, ser de aquí o de allá, pertenecer a este
lado o al otro. Estas frases como “¡Vote NO! Para mañana no tener que votar por ellos” –
señalando a los negociadores de las FARC- o “Sí al plebiscito, vote por la paz”, llegan como
un estímulo a nuestros sentidos y lo percibimos como si se tratase de la venta de un producto
u objeto a través de un bombardeo publicitario que relativamente nos obliga a ser parte de la
polarización mercantilista, pues ellos son los que deciden como hacerlo y nosotros tenemos
que adherirnos a su idiosincrasia. Podemos relacionar esta difusión con la del escritor y
pedagogo Zuleta “¿Vender es la esencia de la vida? ¿Vender es la esencia de la política?
¿Nos tienen que tratar siempre como tontos?”3
Todo este esquema “comercial” oprime la democracia ciudadana y la libertad no de opinión,
sino de pensamiento, transgrediendo nuestros procesos psíquicos y mentales de los que
somos únicos por el simple hecho de desarrollarnos en contextos diferentes, así sea dentro de
un mismo terreno sistemático. ¿Nuestros dirigentes y sus campañas nos cuentan la “verdad”
y se interesan realmente por el bienestar del pueblo o nos ahorran el “forzoso” trabajo de
pensar?
3. ¿Criticamos los puntos de la negociación o “defendemos” lo que otros critican de los
puntos de la negociación? La absurdidad de la razón no tiene límites. A través de esta cultura
propagandística e histórica de la que estamos ligados de cualquier manera, surge la epidemia
de los títeres de la popularidad, que ya después de que ellos introducen ese chip “patriótico”
en nuestros cerebros, actuamos a capa y espada para “defender” sus discursos políticos. De
ahí que, la razón engendre un desprecio emocional y desarrolle una ira sin control hacia el
otro por “defender” a otros.
2
Entrevista por Darío Fernando Patiño. Diana Uribe habla sobre procesos de paz históricos. RTVC Sistema de
Medios Públicos. Canal Institucional. “Dejemos de matarnos”.
3
La rebelión de un burgués. Tema televisión y sociedad. Jorge Vallejo Morillo. Editorial norma. Pág. 238
3. 4
Quizá este acuerdo saque a la luz pública algunos “tapados” de nuestros queridos gobernantes
y en verdad procese judicialmente a los que tienen rabo de paja y a los de cuello blanco,
porque es la corrupción la principal fuente que fomenta la violencia y mata silenciosamente,
por eso debe ser castigada con la mayor pena de la justicia colombiana. Ya tendría razón el
expresidente uruguayo José Mujica al afirmar “Hay gente que adora la plata y se mete en la
política, si adora tanto la plata que se meta en el comercio, en la industria, que haga lo que
quiera, pero la política es para servirle a la gente”. Pero lo importante aquí es que todo
ciudadano colombiano piense y analice por sí mismo, que comprenda que necesitamos
opositores constructores de diálogo, porque esto es un acuerdo de la historia, y la historia
emergente es el desarrollo para pulir ese acuerdo.
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Copia imagen: @OMICARICATURAS