2. 2
La Iglesia ha sido
fundada por
Jesucristo.
Así lo anunció el
Señor al prometer
el Primado al
apóstol Pedro: “y
sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia”
(Mt 16,18).
3. 3
La constitución de la Iglesia
se consumó el día de
Pentecostés, con la venida
del Espíritu Santo (Hch 2,
1-11).
A partir de entonces, y hace
de eso veinte siglos, la
Iglesia, comunidad visible
de salvación, camina hacia
la definitiva y gloriosa
realización del Reino de
Dios a través de las edades
que se suceden en la vida
de la humanidad.
4. 4
Los Hechos de los
Apóstoles, en sus primeros
capítulos nos dan una
descripción de la vida de
los primeros cristianos de
Jerusalén, que constituye la
página más antigua de la
historia de la Iglesia. Al
frente de la comunidad
estaba el Colegio de los
Doce, completado por la
elección de Matías, y en el
que Pedro desempeñaba
una función singular de
indudable primacía.
5. 5
Los Hechos ponen
de relieve el
espíritu de
fraternidad que
existía entre todos
ellos: “la
muchedumbre de
los que habían
creído tenía un
solo corazón y
una sola alma”
(Hch 4,32).
6. 6
Los discípulos que constituían
la primitiva iglesia de
Jerusalén eran de una doble
precedencia. De una parte, los
había que provenían de la
población hebrea, de lengua y
cultura aramaica; otros, en
cambio, eran helenistas,
originarios de las colonias
judías de la Diáspora, y
recibían aquel nombre porque
hablan griego y estaban
impregnados de cultura
helénica.
7. 7
El “incidente” de Antioquia entre Pedro
y Pablo es una muestra de la
embarazosa situación en que, como
consecuencia de ese estado de cosas,
podían encontrarse los Pastores.
Pedro que, por aquel tiempo residía
en la ciudad, convivía abiertamente
con los cristianos de procedencia
gentil y comía en sus casas. Pero
cuando llegaron algunos hermanos de
Jerusalén, Pedro se retrajo del trato
con los gentiles, y su ejemplo fue
seguido por otros. Entonces, Pablo le
reprendió por esa conducta que, a su
juicio, se prestaba a confusión.
8. 8
El concilio de Jerusalén
El hecho fue que algunos judeocristianos
les decían que si no se circuncidaban
según la Ley de Moisés no podían
salvarse. Este anuncio provocó gran
agitación entre las iglesias de la
gentilidad, pero tuvo la virtud de hacer
que se planteara abiertamente la cuestión
de las relaciones entre Cristianismo y
antigua Ley. En el año 49 se celebró el
llamado concilio de Jerusalén. En esta
ocasión fue también el Apóstol Pedro
quien dijo la palabra decisiva y proclamó
la libertad de los cristianos con respecto a
los preceptos legales judíos.
9. 9
La expansión del cristianismo
Factores favorables a la difusión
evangélica
El nacimiento de Jesuscristo y el
comienzo de la era cristiana tuvieron
lugar cuando gobernaba Roma
Octavio Augusto, fundador del Imperio
romano. Dentro del ámbito político
territorial de este Imperio nació y vivió
durante siglos la Iglesia cristiana.
El imperio cumplió una función
providencial para la expansión y
desarrollo de la Iglesia.
10. 10
Roma forjó una
prodigiosa construcción
política que englobaba la
totalidad del mundo
greco-latino. Con su
centro en el
Mediterráneo, corazón de
la cultura occidental, el
Imperio se extendía
desde la Britania insular
al alto Egipto y desde
Lisboa hasta la frontera
persa.
11. 11
El Imperio clásico, a pesar de su actitud de
notoria hostilidad hacia el cristianismo, ofreció a
la expansión de la Iglesia muchas ventajas
inapreciables:
1) en primer lugar la paz interior, un mundo
tranquilo, sin apenas guerras, y con la
autoridad romana garantizando el orden social;
y, 2) en segundo lugar, la facilidad de
comunicaciones, que favorecía los viajes y la
rápida transmisión de ideas y de noticias.
12. 12
3. Otro factor beneficioso para la expansión del
cristianismo fue la afinidad lingüísticas que,
en la parte oriental del Imperio, hacía del
griego la lengua universal, tanto en el ámbito
de la cultura como del comercio. El latín,
lengua de la mayoría de los fieles se fue
imponiendo en el resto del Occidente desde
mediados del siglo III.
13. 13
4. En fin, un último factor también
favorable era el clima espiritual
existente en determinados sectores
de la sociedad al iniciarse la
expansión cristiana. En el ambiente
judío, la expectativa mesiánica se
sentía con particular intensidad
entre las almas sinceramente
religiosas. En el mundo pagano, la
religión tradicional había hecho
crisis; la búsqueda del Dios
trascendente, anunciado por los
grandes filósofos de la antigüedad
predisponía a muchos espíritus a
favor del cristianismo.
14. 14
Obstáculos a la conversión
Frente a estos factores que pudieron
favorecer la difusión del Evangelio, existían
serios obstáculos que en el mundo antiguo
hacían muy ardua la conversión al
cristianismo.
En el mundo pagano, los mayores
inconvenientes recaían sobre los individuos
pertenecientes a los estratos superiores de la
sociedad. Éstos, por ser cristianos, tenía el
deber de abstenerse de toda una serie de
manifestaciones religiosas tradicionales,
estrechamente ligadas a la vida pública, y
consideradas incluso como exponente de
fidelidad cívica a Roma y al emperador.
15. 15
San Pablo es el Apóstol que mejor conocemos,
porque son abundantes las fuentes de
información acerca de su persona y de su obra
que han llegado hasta nosotros. Una docena
larga de epístolas escritas por él, las unas
verdaderos tratados sobre puntos
fundamentales de la doctrina cristiana y otras de
naturaleza pastoral, constituyen parte
importantísima de la Revelación
neotestamentaria.
16. 16
San Juan fue el apóstol
que alcanzó una mayor
longevidad, y sobrevivió
a los demás miembros
del Colegio Apostólico.
En la primera comunidad
de Jerusalén, Juan
gozaba de gran
autoridad, y San Pablo
escribe que Pedro,
Santiago y Juan eran las
columnas de la Iglesia.
17. 17
El prestigio que alcanzó San
Juan fue muy grande y las
Iglesias de Asia le veneraban
como a su propio Apóstol. San
Juan murió en Éfeso, casi
centenario, alrededor del año
100 de la era cristiana.
Nada más sabemos, apenas,
acerca de la actividad
misionera de los demás
Apóstoles. Una tradición hace
del evangelista Marcos el
primer obispo de Alejandría.
19. 19
A lo largo de los siglos II y III en el corazón
de la era de las persecuciones, se puede
advertir una progresiva intensificación de la
penetración cristiana en el mundo antiguo.
El cristianismo fue en estos siglos un
fenómeno preferentemente urbano, y tan
sólo a partir del siglo IV comenzó a
difundirse con cierta amplitud en los
medios rurales.
20. 20
En el Oriente romano hallamos durante la
época apostólica dos principales focos de
cristianización: Siria y Asia Menor.
La capital de Siria era Antioquia, que había
ocupado un lugar destacado en la historia
cristiana desde los mismos orígenes de la
Iglesia.
21. 21
El Asia Menor fue otro gran foco cristiano en esta
época, y las iglesias se multiplicaron en numerosos
ciudades de todas las provincias.
Al final del siglo III, la evangelización del Asia Menor
se encontraría muy avanzada, y es posible que el
cristianismo fuese ya mayoritario, al menos en las
ciudades de la región occidental.
22. 22
En Egipto, desde
principios del siglo
III se advierte un
vigoroso
florecimiento de la
iglesia de
Alejandría, que
pronto fue famosa
en todo el mundo y
que se prestigió
pro entonces con
la figura de
Orígenes.
23. 23
El cristianismo en el Occidente romano
En la parte occidental del Imperio, el cristianismo
arraigó prontamente en la Urbe romana.
La iglesia de Roma tuvo enseguida un elevado
número de miembros, y Tácito puede hablar de
la “enorme muchedumbre” de los que
padecieron martirio en la persecución neroniana.
24. 24
En el siglo III,
los cristianos de
la ciudad de
Roma se
contaban por
millares y,
esparcidas por
la Península,
habría tal vez
un centenar de
comunidades
organizadas.
25. 25
El otro gran foco cristiano de Occidente fue el África
latina, cuyo centro principal era la vieja ciudad de
Cartago. Esta región recibió el cristianismo en el siglo II
y antes de que terminase la centuria había dado ya
mártires de la fe.
A finales de siglo, la iglesia de Cartago era ya una
notable y vigorosa comunidad. El en transcurso del siglo
III, el cristianismo llegó a ser, probablemente, la religión
mayoritaria entre la población romanizada de las
ciudades.
26. 26
La Iglesia nació y vivió durante los tres primeros
siglos dentro del ámbito del Imperio pagano. En
la historia del cristianismo, este período será
recordado siempre como la era de los mártires.
27. 27
Consecuencia de la doctrina:
“Dad al César lo que es del
César” es el deber de
obediencia del cristiano a la
autoridad pública,
obediencia que ha razón
mucho más vinculante:
porque es obligación de
conciencia. La manifestación
práctica de esa actitud será
el perfecto cumplimiento de
todas las cargas y servicios,
que incumben al cristiano
como deber cívico.
28. 28
Si tal era la doctrina de los Apóstoles sobre la
autoridad temporal, si tales fueron las actitudes
que los maestros en la fe recomendaban a los
fieles, ¿Cómo explicar las difíciles condiciones
en que la Iglesia hubo de existir durante los tres
primeros siglos?
¿Cuál fue la causa de que el cristianismo
estuviera proscrito por la ley romana y los
cristianos viviesen durante tanto tiempo
expuestos a la persecución y al martirio?
29. 29
Conviene recordar,
en primer lugar, que
la Roma imperial era
tolerante en materia
religiosa y recibía
fácilmente nuevas
divinidades.
A los pueblos
sometidos a su poder,
Roma les permitía
seguir libremente con
sus tradiciones
religiosas y por la vía
del reconocimiento
oficial o de la simple
tolerancia.
30. 30
Los cristianos, como grupo
social y religioso, no parecen
haber sido objeto de especial
atención por parte de la
autoridad civil hasta el verano
del año 64, cuando se produjo
el incendio de Roma.
Es probable que antes de ese
momento, los cristianos
residentes en la ciudad
apareciesen a los ojos de los
gobernantes como formando
parte de la comunidad judía de
la Urbe, o en todo caso como
una secta, dentro del marco de
esa comunidad.
31. 31
El incendio de Roma fue ordenado
por Nerón. La impresión de que el
fuego había sido intencionado se
extendió. Resultaba, pues, urgente
encontrar unos responsables y en
ese delicado momento parece
verosímil que se produjera la
intervención de elementos judíos de
la comunidad romana.
Es posible que por algunos
miembros de esa comunidad se
hiciera llegar hasta el entorno
imperial la sugerencia de atribuir a
los cristianos el incendio de la ciudad
exculpando así a Nerón.
32. 32
La persecución neroniana
constituyó una tremenda
prueba para la Iglesia
primitiva. Pero su
gravedad fue todavía
mayor si se tiene en
cuenta que este dramático
episodio condicionó
gravemente y para varios
siglos el futuro del
cristianismo, de cara al
Imperio y a la sociedad
pagana.
33. 33
Vemos así cómo, a principios
del siglo II para el historiador
Tácito, el cristianismo era
una “superstición detestable”
y los cristianos, enemigos del
género humano.
Los cristianos, en fin, se
convirtieron en el chivo
expiatorio, sobre el que
arrojaban las culpas de todos
los infortunios y desventuras.
34. 34
No estaba permitido ser
cristiano y el que lo
fuese, en razón de ese
solo hecho, era ya
acreedor de la muerte.
Pero se daba además
otra circunstancia de
mucho peso, que hacía
inevitable el
enfrentamiento entre el
Imperio pagano y el
cristianismo: el carácter
absoluto de las
exigencias de la religión
de Cristo.
35. 35
Roma, decíamos,
fue liberal en
admitir nuevas
deidades y
tolerante con los
cultos extranjeros.
Mas ninguno de
ellos se alzaba
frente a la religión
oficial romana ni
prohibía a sus
secuaces participar
en sus ritos.
36. 36
Los cristianos no
podían tomar
parte en
manifestaciones
cívico-religiosas, y
por esa razón se
les tachaba de
“ateísmo”, la
acusación que tan
a menudo se
formuló contra
ellos.
37. 37
Sería equivocado, sin
embargo, imaginar una
persecución continuada, que
hubiera durado sin
interrupción dos siglos y
medio. La Iglesia conoció en
esta época lapsos de paz, en
los que pudo desarrollar
públicamente sus actividades.
Pero eran siempre períodos
de tolerancia de facto, ya que
la situación legal no había
variado y el cristianismo
seguía estando fuera de la
ley.
38. 38
Tras la persecución de Nerón, hay
que llegar hasta finales del siglo I
para tener noticia cierta de
nuevas acciones emprendidas
contra los cristianos;
corresponden a la época de
Domiciano.
En Roma conocemos los nombres
de persona ilustres que
padecieron martirio: el cónsul
Flavio Clemente, primo hermano
del propio emperador, fue muerto
a consecuencia de la típica
acusación de “ateismo”.
39. 39
La doctrina trajánica
sobre el cristianismo
En el siglo II, la
actitud oficial del
Imperio ante el
cristianismo fue un
tanto incierta, por
donde se explica que
la situación real de
persecución o
tolerancia variase
mucho según las
circunstancias.
40. 40
El documento que arroja más luz sobre la
cuestión es el famoso escripto del emperador
Trajano, dirigido hacia el año 111 a Plinio el
Joven, en respuesta a la consulta que éste le
había elevado al posesionarse del cargo de
gobernador provincial de Bitinia.
Plinio se encontró ante el hecho de que su
provincia había muchos cristianos, y preguntó a
Trajano cuál había de ser su conducta.
41. 41
El rescripto imperial contiene las directrices
fundamentales que la autoridad romana adoptó
ante el cristianismo durante todo aquel siglo y
que son las siguientes: la autoridad no debía
por su propia iniciativa ir en busca de los
cristianos; tampoco debía admitir denuncias
anónimas en contra de ellos; si recibía una
denuncia en regla, la autoridad tenía que actuar
contra los que eran acusados de ser cristianos,
si éstos, en el proceso, se retractaban y
adoraban a los dioses, debían ser perdonados;
finalmente aquellos que, convictos de
cristianismo, perseverasen en su fe y
rehusaran sacrificar a los dioses, habían de ser
castigados con la muerte.
42. 42
La primera mitad del siglo III, que
coincide en buena parte con la
dinastía siria de los Severos, fue
un período de relativa paz para la
Iglesia. Cierto es que el fundador
de la dinastía, Septimo Severo,
publicó un edicto (202) que
prohibía bajo graves penas la
conversión al judaísmo o al
cristianismo, lo que no dejaba de
tener su importancia, pues se
modificaba el estatuto legal
precedente y la autoridad podía
adoptar una nueva actitud de
vigilancia policíaca de la Iglesia.
43. 43
Pero había de transcurrir todavía medio siglo
antes de que sonase la hora de la definitiva
liberación de la Iglesia, y durante este tiempo,
precisamente, tuvieron lugar los más amplios y
organizados ataques que el cristianismo sufrió
del Imperio romano.
El final de la dinastía de los Severos abrió un
período de grave crisis, que pareció poner en
juego la propia supervivencia del Imperio.
44. 44
El final de la dinastía de los Severos abrió un período
de grave crisis, que pareció poner en juego la propia
supervivencia del Imperio.
La rápida sucesión de emperadores, elevados y
depuestos por las legiones, caracteriza unos tiempos
que se conocen como la época de la “anarquía
militar”.
Frente a este riesgo auténtico de desintegración
surgió en Roma una reacción dirigida a robustecer el
Imperio tambaleante, por medio de una política
enérgica que galvanizase sus fuerzas y le infundiese
renovada vida.
45. 45
Entonces, la Iglesia cristiana
apareció ante algunos gobernantes
como el principal obstáculo que se
alzaba en el camino de salvación
del Imperio, ya que estimaban que
uno de los capítulos fundamentales
de aquella política restauradora
había de ser justamente la
vigorización de la vieja religión
oficial romana, polarizada ahora en
el culto al emperador.
Se llegó así a una última fase de la
historia de las persecuciones en la
que éstas se dirigían, no ya contra
los cristianos, sino contra la propia
Iglesia, considerada como poder
enemigo del Imperio.
46. 46
Las persecuciones de Decio y
Valeriano
El emperador Decio, a poco de llegar
al poder, publicó un edicto
disponiendo que todos los habitantes
del Imperio participasen en un
sacrificio general a los dioses.
El edicto ordenaba además llevar
cuenta exacta del cumplimiento del
mandato, que había de acreditarse
por la entrega personal a cada
ciudadano de un certificado –“libelo”-
de haber sacrificado.
TRAJANO DECIO
47. 47
Está claro que el sacrificio en
cuestión constituía para el cristiano
un acto formal de apostasía; tal era
sin duda, más que el hacer
mártires, la finalidad perseguida por
el emperador, y a primera vista
pudo parecer que había logrado
cumplimente si propósito.
El edicto cogió de sorpresa a una
masa cristiana, más numerosa y,
por tanto, menos selecta que las
épocas precedentes, y cuyo temple
heroico se había además relajado
durante el largo período de paz que
entonces conocía la Iglesia.
48. 48
La persecución
terminó con la
muerte de
Valeriamo, el año
259. Su hijo y
sucesor Galieno
suspendió
inmediatamente
todas las medidas
contra los
cristianos.
Emperador Galieno
49. 49
Llegamos, por
fin, a la última
persecución
contra la Iglesia,
que va ligada al
nombre del
emperador
Diocleciano, y
precedió muy de
cerca de la
conquista de la
definitiva libertad
del cristianismo.
50. 50
Diocleciano (285-305) fue el autor de
una profunda renovación del Imperio.
Los propios principios directivos de la
constitución romana fueron
modificados, siguiendo la pauta de
modelos orientales, en especial del
Imperio sasánida de Persia: al
“Principado” inaugurado por Octavio
Augusto en que el emperador era el
Princeps –el primer ciudadano-
sucedió un Imperio absoluto y de
economía dirigida, administrado por
una burocracia jerarquizada, en que
el soberano era el señor –el Dominus-
y los ciudadanos, simples súbditos.
La solución ideada por Diocleciano
fue la instauración de la Tetrarquía,
gobierno de cuatro.
51. 51
Diocleciano asoció al
poder a Maximiano, con
el mismo título de
Augusto que él llevaba
y le confió el gobierno
de la parte occidental
del Orbe romano,
reservando para sí la
parte oriental. Luego,
cada uno de los dos
Augustos designó un
vice-emperador con el
título de “César”.
52. 52
La gran persecución de Diocleciano
En la empresa renovadora de
Diocleciano, la restauración de la
religión oficial romana jugaba un
importante papel, pese a lo cual
durante los 18 primero años de
gobierno, el emperador dejó vivir en
paz a la Iglesia.
Los consejeros paganos le llegaron a
persuadir de que su gran empresa
regenerador del Imperio podría
considerarse ser coronada con la
eliminación del cristianismo, máximo
obstáculo para la religión romana.
S. Sebastián,
Mártir durante
la persecución
de Diocleciano
53. 53
La institución eclesial en los primeros
siglos
Desde el inicio, las comunidades
estuvieron sólidamente estructuradas
según un modelo más o menos
común. Desde la primera generación
cristiana, los apóstoles ordenaron
diáconos.
Pablo y Bernabé se inspiraron en este
modelo para aplicarlo a las otras
Iglesias que organizaron. Al estar
preocupados por la cohesión interna,
la comunidades eligieron un vigilante,
el episcopos. El Obispo.
54. 54
Ignacio de Antioquia dio
testimonio en sus epístolas
de la emergencia de un
episcopado y de una
jerarquía eclesial.
Exhortó a los cristiano a
creer en lo que enseñaban
los obispos. Se trató de
establecer una autoridad de
referencia frente a las
elucubraciones de los
profetas.
San Ignacio de Antioquía
55. 55
Entonces apareció el adjetivo
“laico”, quizás debido al obispo de
Roma, Clemente (muerto hacia el
97). La forma substantiva se
impuso para designar a aquellos
que carecían de un cargo
sacerdotal; es decir que no
pertenecía a la jerarquía.
En los escritos del obispo
Cipriano de Cártago, en 250, la
separación entre el pueblo y el
clero era algo que se no
cuestionaba y la comunidad se
colocaba bajo una autoridad
personal única: el obispo.
56. 56
En Roma
estaban
encargados de
los lugares de
culto del barrio
los tituli
(títulos). Los
diáconos
realizaban la
intermediación
entre el obispo
y el pueblo.
La palabra diácono (diakonos)
únicamente significa ministro o
servidor
57. 57
Las Iglesias también organizaban sus
relaciones entre ellas. Los obispos elegidos
eran ordenados por sus cofrades vecinos, que
eran los únicos aptos para juzgar a los jefes de
comunidades cuando eran acusados.
Muy rápido, los obispos intercambiaron
correspondencia y visitas.
58. 58
Este esfuerzo de
coordinación suscitó
la emergencia
progresiva de una
primacía de la Iglesia
de Roma.
Las primeras
generaciones
cristianas
constataron, al leer
los Evangelios, el
ligar singular que
Pedro ocupó entre
los discípulos de
Cristo.
59. 59
“Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra
construiré mi Iglesia”
y otros textos
esenciales en la
historia de la
catolicismo se
usaron sólo en el
siglo III para
justificar la primacía
del sucesor de
Pedro, primacía que
rápidamente se
estableció en los
hechos.
60. 60
La llegada de Pedro a la
capital del Imperio,
garantizada por testimonios
antiguos, se confirmó con el
descubrimiento de su
tumba en el Vaticano en el
siglo XX.
Así, la primacía romana no
se justificó no por su papel
de capital política sino por
la presencia de Pedro y
Pablo.
61. 61
En el siglo II, Roma se volvió un
centro de autoridad doctrinal. Los
promotores de doctrinas nuevas,
como Marción o el gnóstico
Valentino, acudían ahí para intentar
que el obispo de la ciudad los
reconociera.
Ireneo de Lyon, al final del siglo II,
dijo que había que referirse al
sucesor de Pedro para distinguir la
Verdad de la herejía.
Rápidamente otros obispos fueron a
Roma para obtener la condena de
algunas doctrinas que juzgaban
erróneas.