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LOS PENSAMIENTOS
DE UNA REINA
Aforismos
(1882)
Élisabeth de Wied
(Reina de Rumanía)
Traducción:
© Julio Pollino Tamayo
cinelacion@yahoo.es
2
3
INTROITO
No hace falta ser un lince para darse cuenta de que en todas las colecciones de
aforismos, máximas y pensamientos la presencia de mujeres es anecdótica, y casi
siempre extractos de sus obras, no libros propiamente específicos de aforismos. Vamos
lo que hice con la gran Marie Lenéru. Pero haberlos haylos, pocos, muy pocos, pero
muy buenos, y en la mayor parte de los casos en el ámbito de la cultura francesa, del
francés, y siendo más concretos, en el estrecho círculo de los Salones parisinos del XIX,
la cuna de la frivolidad, del cotilleo, del cinismo, del feminismo. Círculos que se veían
ampliados por toda la aristocracia, diplomacia, europea, rusa. Es el caso de la rusa
convertida al cristianismo Madame Swetchine, “Arielles” (en breve traducción), y de la
alemana asimilada rumana, Élisabeth de Wied, la Reina de Rumanía. Desde el
emperador Marco Aurelio no teníamos a nadie de tan alta distinción ocupándose de
temas mundanos, terrenales, como el amor, la amistad, el sufrimiento o la muerte, y
mucho menos con semejante transparencia, sencillez, inocencia, crudeza, falta de
pretensión intelectual, recuerda a los mejores aforismos de Ramón y Cajal (“Charlas de
café”). Los más cafeteros la ponen al nivel, e incluso por encima, de La Rochefoucauld
o Schopenhauer, y sinceramente no es una exageración, nunca he traducido a nadie tan
preciso, conciso, moderno, lo más cercano es Cioran, que a veces se deja llevar por el
lirismo balcánico. La amiga Elizabeth, como buena alemana, no, va directa al grano y
sin eufemismos, se nota su profundo conocimiento de la sentenciosa cultura popular,
escribió varios libros de mitos y leyendas bajo el seudónimo de Carmen Sylva. A pesar
del ridículo afrancesamiento que siempre ha iluminado a nuestras élites culturales, el
libro incomprensiblemente jamás ha sido traducido al español, cosa realmente extraña
no solo por su calidad, modernidad, sino porque puede pasar sin forzar demasiado las
cosas por un libro proto-feminista liberal. Como la vida y milagros de esta buena mujer,
lo que más interesa a críticos, filólogos y lectores, es bastante accesible en la red, me
ahorro la ración de cotilleo, de chafardeo paraliterario.
Julio Pollino Tamayo
4
5
ÍNDICE
INTROITO (Julio Pollino Tamayo)…………………………….…….3
I- El hombre………………………………………………….……….7
II- La mujer…………………………………………………….…….11
III- El amor……………………………………………………….….17
IV- La amistad…………………………………………………...…..21
V- La felicidad……………………………………………………….23
VI- La desgracia…………………………………………...………...25
VII- El sufrimiento…………………………………………...……...27
VIII- La vida…………………………………………………….…...31
IX- La naturaleza………………………………………………...…..39
X- El espíritu………………………………………………………...41
XI- La virtud…………………………………………………..……..45
XII- El arte…………………………………………………….…….49
XIII- El orgullo…………………………………………………..…..51
XIV- La política………………………………………………..…….53
XV- Pensamientos diversos…..…………………………….………..57
6
7
I
El hombre
I
La mente humana es una caja de sorpresas. Encierra buenos y malos
espíritus, servidos y defendidos por los ojos y los oídos, traicionados
por la boca.
II
Estudiad el cuerpo humano; el alma no está lejos.
III
El honor del hombre lleva armadura y maza; el honor de la mujer
sólo tiene brisas y perfumes.
IV
Los animales pueden ser libres en su elemento. ¿Nuestra esclavitud
proviene de que raramente estamos en el nuestro?
V
No es suficiente con observar a los hombres; hay que sentirlos en su
corazón.
8
VI
El hombre es un enigma, desde su nacimiento hasta su muerte. Crees
que vas a comprenderlo desgarrándolo.
El niño rompe su juguete para ver lo que hay dentro.
VII
Todo hombre lleva en sí un Prometeo, creador, rebelde y mártir.
VIII
El hombre es un violín. Sólo cuando se rompe su última cuerda se
convierte en un trozo de madera.
IX
Las mujeres son malas, por culpa de los hombres; los hombres son
malos, por culpa de las mujeres.
X
Hay personas que tienen cuernos de toro para defenderse; hay otras
que sólo tienen cuernos de caracol.
XI
Hay que conocer muy bien a los hombres, antes de tener el coraje de
ser solamente y simplemente tú mismo.
9
XII
Si estamos creados a imagen de Dios, debemos ser creadores.
XIII
Una reunión de hombres es una reunión de campanas eólicas, cuyas
notas son armoniosas o discordantes, según el viento.
XIV
Para la naturaleza búfala, la fatiga es un disfrute; para la naturaleza
violín, sólo puede ser una disonancia aguda.
XV
Desconfiad de un hombre que parece dudar de vuestra felicidad en
el hogar.
XVI
Hay figuras en las que por momentos se ven pequeñas serpientes
salir de los ojos; hay otras en las que las serpientes salen de las
esquinas de la boca, y se arrastran hacia los ojos.
XVII
Cuando un hombre ama con exceso de pasión a sus hijos, estad
seguros de que no es feliz.
El hombre ama sobre todo a la mujer; la mujer ama sobre todo a los
niños.
10
11
II
La mujer
I
La mujer debe soportar el amor, sufrir para dar a luz, compartir sus
preocupaciones, conducir su casa, criar a su familia, ser bonita y
amable por encima del mercado. ¿Qué decía de su debilidad, hace un
momento?
II
La mujer salvaje es una bestia de carga; la mujer turca, un animal de
lujo; la mujer europea, una bestia con dos fines.
III
Entregándose, la mujer cree dar un mundo, y el hombre cree haber
recibido un juguete; la mujer cree haber dado una eternidad, y el
hombre cree haber aceptado el placer de un momento.
IV
Quizás la gran sensibilidad de las mujeres proviene del incremento
del magnetismo en su sistema. Son brújulas vivas, que tienden hacia
su polo; pero las desviaciones son frecuentes.
12
V
La mujer perdida no ve en la mujer honesta más que un espejo que
le muestra sus arrugas; querría romperlo de rabia.
VI
¿Su esposa ha traído la deshonra a casa? ¡Quizás, al casarse con ella,
fue el primero en deshonrarla!
VII
La mujer es un camaleón sensible.
VIII
A menudo la mujer emite una opinión audaz; pero recula, espantada,
si se la toman al pie de la letra.
IX
La mujer de mundo difícilmente sigue siendo la mujer de su marido.
X
Si dudáis de la verdad de un sentimiento, dirigíos a una mujer
iluminada; ella los conoce todos.
13
XI
La coquetería no es siempre un cebo; a veces es un escudo.
XII
El ruiseñor que grita como un pavo real: así es la mujer
encolerizada.
XIII
No os caséis con una mujer con las comisuras de la boca colgantes;
aunque la boca fuera una cereza, encontraréis la fruta amarga.
XIV
No te cases con un holgazán: siempre encontrará su casa mal
atendida y a su esposa aburrida.
XV
En la ciencia, las mujeres están tan habituadas a ser
desconsideradas, que desconfían de los científicos que las consideran.
XVI
¡Ella tiene lo que se merece! quiere decir: ¡La habría hecho tan feliz!
14
XVII
Una mujer es lapidada por una acción que puede cometer un hombre
perfectamente honesto.
XVIII
Las mujeres se inclinan a juzgar por un solo ejemplo que
generalizan; esto es lo que a menudo las vuelve apasionadas.
XIX
Encuentran a las mujeres injustas, porque son impresionables; pero
las impresiones son a menudo más justas que los juicios.
Es la historia del jurado y los jueces.
XX
Una mujer desgraciada es una flor expuesta al beso; permanece
durante mucho tiempo botón, y, cuando debería florecer, se marchita.
XXI
Las mujeres combaten sobre todo en sus hijos los defectos de sus
maridos y los de su familia.
XXII
Una mujer incomprendida es una mujer que no comprende a los
otros.
15
XXIII
Las mujeres se maquillan porque los hombres carecen de
sensibilidad artística; si comprendieran lo pintoresco, el propio polvo
de arroz desaparecería.
XXIV
El hombre destruye a cornadas, como el toro, o a patadas, como el
oso; la mujer a mordiscos, como el ratón, o con un abrazo, como la
serpiente.
XXV
Los hombres estudian a la mujer, como estudian el barómetro; pero
nunca comprenden más que el día siguiente.
XXVI
El inodoro no es una cosa indiferente.
Te convierte en un objeto de arte animado, a condición de que seas
el adorno de tu adorno.
XXVII
Las mujeres en el parto y los artistas pasan angustias mortales.
¡Pagamos caro, cuando nos metemos a crear!
16
XXVIII
Es por egoísmo que los hombres han hecho las leyes más severas
para la mujer, sin sospechar que, por ello, la elevan por encima de
ellos.
XXIX
A menudo la virtud de la mujer debe ser muy grande, pues debe ser
suficiente para dos.
XXX
¡Qué doloroso espectáculo ver al niño servir de refugio y de
protección para la madre!
XXXI
La verdadera gran dama tiene los mismos modales en su baño que
en su salón, y la misma cortesía para sus sirvientes que para sus
huéspedes.
XXXII
Hay mujeres majestuosamente puras, como el cisne.
Oféndelas; verás sus plumas erizarse durante un segundo; después se
alejarán silenciosamente para refugiarse en medio de las olas.
17
III
El amor
I
Los hijos del amor son generalmente bellos e inteligentes.
¡Qué crítica de nuestros hogares modelo!
II
El sol es el primer amante de la flor. Para las jóvenes, el sol es
algunas veces una lámpara semiapagada. ¿Cómo queréis que
florezcan?
III
Un amor infeliz es, para el hombre, un pretexto de placer sin amor.
IV
El perdón es casi indiferencia: no se perdona cuando se ama.
V
Odiáis a una mujer desgraciada cuando habríais debido consolarla.
18
VI
El amor es como la ardilla, audaz y tímida a la vez.
VII
El amante se parece al avestruz: cree que no se le ve, cuando es él
quien no ve a los demás.
VIII
Se perdona el adulterio, cuando su hijo bastardo es un genio.
IX
El amor materno es un instinto; pero hay instintos que tienen un
soplo de divinidad.
X
No te conviertes en madre; lo eres de nacimiento.
La familia numerosa satisface la vocación; no la da.
XI
Una casa sin niños es como una campana sin tocar.
¡El sonido que duerme sería bello, si hubiera algo para despertarlo!
19
XII
Los celos de a quien se ama son un homenaje; de vuestro marido,
una ofensa.
XIII
El canto del ruiseñor y el maullido de los gatos son dos maneras de
expresar el mismo sentimiento; pero entre ellos apenas se entienden.
XIV
Entre marido y mujer siempre debería haber un cortejo.
XV
Siendo realmente humilde, no podrías ser celoso; siempre te
culparías a ti mismo de ser menos amado.
XVI
La indiferencia es una flor solitaria que crece en un pantano.
20
21
IV
La amistad
I
La amistad que solo depende del reconocimiento, es como una
fotografía: con el tiempo, palidece.
II
Los consuelos a menudo caen en el corazón, como gotas de agua en
mantequilla hirviendo. Lo hacen crepitar y manar.
III
Para luchar contra tus amigos se necesita sobre todo coraje.
Es como si se extinguiera el fuego de tu hogar, para permanecer frío.
IV
La amistad disminuye, cuando hay demasiada felicidad por un lado
y demasiada desgracia por el otro.
V
Se comete casi un crimen causando una decepción. La efusión, así
reprimida, se retira de otros a los cuales habría podido hacer bien.
22
23
V
La felicidad
I
Sólo hay una felicidad:
El deber.
Sólo hay un consuelo:
El trabajo.
Sólo hay un goce:
La belleza.
II
La felicidad, cuando está delante de nosotros, parece tan grande, que
toca el cielo. Para pasar por debajo de nuestra puerta, se encoge tanto,
que a menudo ya no la percibimos.
III
La esperanza es una fatiga que conduce a una decepción.
IV
La felicidad es como el eco: te responde, pero no viene.
24
V
En cuanto nuestra felicidad parece ilusoria, nos empeñamos en
destruirla.
VI
¿La calma que has adquirido es una prueba de fuerza ganada o de
debilidad creciente?
VII
Hace falta un conjunto de cien hojas, coloreadas y perfumadas, para
hacer una rosa; hace falta un ensamblaje de alegrías para hacer la
felicidad.
VIII
Buscad consuelo sólo en las cosas inmortales: la naturaleza, y el
pensamiento.
IX
Es suficiente felicidad poder hacer una buena acción.
25
VI
La desgracia
I
¿La desgracia nace de la imprudencia, o eres imprudente porque
estás predestinado a la desgracia?
II
Cada decepción te separa de la tierra, de los hombres, sobre todo de
ti mismo; constituyen períodos de una enfermedad mortal.
III
En el naufragio de vuestra vida, podríais haberos salvado, sin la
vergüenza que vino a sentarse en vuestra tabla de salvación y que os
hizo ir al fondo.
IV
La desgracia puede volverte orgulloso; el sufrimiento te hace
humilde.
V
Uno es siempre el mártir de sus propios defectos.
26
VI
Una gran desgracia da grandeza, incluso a un ser insignificante.
VII
No os enorgullezcáis de haber soportado vuestra desgracia.
¿Podíais no soportarla?
VIII
Hay una especie de fraternidad que se forma a primera vista entre
los que han sufrido la desgracia a golpes. Cuando has llevado mucho
tiempo el luto, te sientes atraído por cada vestido negro que
encuentras.
IX
Culpáis al tiempo que os aleja de una pérdida cruel; os quita lo que
os quedaba, el derecho a llorar.
X
El respeto que os muestran en vuestra desgracia disminuye mucho
antes de que recomencéis a vivir; y entonces os irrita que os traten
como antes.
XI
Hay que ser muy infeliz para intentar dos veces el suicidio.
XII
La desgracia es como la hidra de Lerne, pero no se gana nada
haciendo de Hércules.
27
VII
El sufrimiento
I
El sufrimiento es nuestro amigo más fiel. Siempre vuelve.
A menudo, cambia de vestido e incluso de figura; pero lo
reconocemos fácilmente por su abrazo cordial e íntimo.
II
El sufrimiento es un pesado arado, conducido por una mano de
hierro. Cuanto más ingrato y rebelde es el suelo, más lo desgarra;
cuanto más rico y más fácil, más se hunde.
III
No os quejéis por sufrir, porque os enseña a socorrer.
IV
Cuando eres joven, el dolor es una tempestad que te pone enfermo;
en la edad madura, no es más que un beso que añade una arruga a tu
figura y un mechón blanco a los otros.
28
V
El sufrimiento es sensitivo y clarividente. La felicidad tiene los
nervios más sólidos y el juicio menos justo.
VI
Es casi siempre nuestro cuerpo quien nos hace pedir apoyo para el
alma.
VII
Una bestia que sufre busca la soledad. Sólo el hombre ama hacer
ostentación de su sufrimiento.
VIII
Cuando tenemos un dolor que no queremos decir, hablamos de los
otros que escondimos antes.
IX
El dolor es como una fuente termal: cuanto más se la comprime, más
bulle.
X
Hay gente que se nutre de su dolor, hasta el punto de engordar.
29
XI
Hay lágrimas que arden y dejan cicatrices. Hay otras que embellecen
y adornan el rostro. Hay otras finalmente que amenazan y hacen
temblar.
XII
La angustia es menos soportable que el dolor; la angustia agudiza las
sensaciones; el dolor las adormece.
XIII
El dolor se venga de nuestro coraje; se acrecienta.
XIV
Cuando te has desprendido desde hace mucho tiempo de la alegría,
ya no la pides, y cuando llama a tu puerta, abres temblando, por temor
a que sea el dolor travestido.
XV
Los que afirman que el dolor cantado está casi curado, o no son
poetas o no han sufrido. Es como decir que quien grita en la tortura,
o durante una operación, no sufre.
XVI
Cuando sufres mucho, ves a todo el mundo a una gran distancia,
como al final de un inmenso escenario. Las voces mismas parecen
venir de lejos.
30
XVII
En el gran sufrimiento, te cierras como una ostra. Si te abrieran el
corazón a la fuerza, te matarían.
XVIII
El desaliento es como una esponja: crece con las lágrimas.
XIX
La compasión de los que no han sufrido te llega como un pequeño
viento helado que enfría el sol. La simpatía de los que han sufrido es
como el Siroco, cálido, incluso en invierno; pero te vuelve blando.
XX
La lucha contra el mundo exterior dobla los resortes del organismo;
la lucha contra nosotros mismos los rompe.
XXI
La melancolía cuando no es una languidez física, es una especie de
convalecencia, durante la cual te crees siempre mucho más enfermo
que durante la enfermedad.
31
VIII
La vida
I
La vida es un arte en el cual demasiado a menudo somos diletantes.
Para llegar a maestro, hay que derramar la sangre de tu corazón.
II
El afecto es un niño mimoso que te retiene en la vida, a pesar de ti.
III
Los cabellos blancos son las puntas de espuma que cubren el mar
después de la tormenta.
IV
El amor, el odio, los celos, la suerte son ciegos; a la justicia le
vendan los ojos; por tanto hay que salir de la vida para ver.
V
Si pudierais, con el tiempo que malgastáis, dar limosna a los que
saben emplearlo, ¡cuántos mendigos serían ricos!
32
VI
Los grandes señores aman a los animales, porque se creen seguros
de su afecto desinteresado, ¡y se equivocan!
VII
Es el oro quien lastra nuestras alas y nos retiene en la tierra. Sin él,
quizás nos elevaríamos.
VIII
Las jóvenes atraviesan a veces los pantanos, con un pie tan ligero
que el barro apenas roza sus talones. Solo cuando llegan a tierra firme
se sienten envenenadas por las pútridas miasmas que han recogido.
IX
Los defectos de vuestro marido o de vuestra mujer solo son
insoportables en tanto insistís en corregirlos. Tomadlos de vuestra
parte, como el olor de vuestro perro que soportáis, porque lo amáis.
X
El hábito templa la paciencia y la vuelve inutilizable.
XI
Jamás se puede estar fatigado de la vida; sólo estás fatigado de ti
mismo.
33
XII
A medianoche, pasan por la calle las personas alegres; a las cuatro
de la mañana, las desgraciadas; ¡quizás, entre medianoche y las cuatro,
la felicidad ha volado!
XIII
Cada una de nuestras acciones es recompensada o castigada;
solamente, no estamos de acuerdo.
XIV
A fuerza de vivir, llegas a temer incluso al cielo, como la última
y la más cruel decepción.
XV
Es mejor tener como confesor a un médico que a un cura. Dices al
cura que odias a los hombres; os responde que no sois cristiana. El
médico os da ruibarbo y ya está amas a tus semejantes. Dices al cura
que estás cansada de vivir; os responde que el suicidio es un crimen.
El médico os da un estimulante, y ya está encuentras la vida
soportable.
XVI
En la juventud, eres un castillo de la edad media, con rincones
ocultos, mazmorras, galerías misteriosas, fosas y murallas. Más tarde,
te conviertes en un hotel moderno, rico, barnizado, elegante, coqueto,
que solo está abierto a los elegidos, y, al final, resultas ser una gran
sala, abierta a todo el mundo, o mercado, o museo, o catedral.
34
XVII
El ayuno te vuelve apóstol; la buena mesa te vuelve diplomático.
XVIII
Lo que te hace sonrojar en la juventud, te hace llorar en la edad
madura, y reír en la vejez. Los que comienzan riendo ya no tienen
más, para el final, que la nada o la devoción.
XIX
La bondad de la juventud es angelical; la bondad de la vejez es
divina.
XX
Hay una bondad que repele y una maldad que atrae.
XXI
La roca solitaria se hace cada vez más angulosa, el guijarro cada vez
más redondo.
XXII
Una excelente ama de casa siempre está desesperada. A menudo nos
gustaría una casa menos bien cuidada y más apacible.
35
XXIII
Solo después de haber llamado a la muerte cien veces comprendes el
encanto de la vida, y entonces, muy a menudo, te deja.
XXIV
Sólo puedes enseñar a la gente a hablar tu lengua si hablas la suya.
XXV
El pequeño sucumbe bajo el grande; es una ley de la naturaleza;
y el grande, no es generoso, es una ley humana.
XXVI
El fuego hace bullir al agua; pero el agua apaga el fuego.
No recalientes a un ingrato, te apagará.
XXVII
La experiencia es una mujer mayor, que veneras, sin plantearte si su
pasado ha sido dudoso.
XXVIII
El conocimiento del mundo y del mar se gana en la tempestad; pero
en los ojos del viejo marinero se ve el reflejo de la muerte que a
menudo ha desafiado.
36
XXIX
Se necesita corazón para gozar de las cualidades de una persona; se
necesita espíritu para soportar sus defectos.
XXX
Tratad de ser una piedra preciosa, montada por la mano de un artista.
XXXI
No nos perdonan ni nuestros talentos, ni nuestros éxitos, ni nuestros
amigos, ni nuestro matrimonio, ni nuestra fortuna; sólo la muerte nos
perdonan, y aún así.
XXXII
Después de la muerte, el cuerpo se disuelve en átomos; ¿por qué el
alma seguiría siendo una? ¡Quizás también forme mil esencias que se
expanden por el espacio!
XXXIII
Vuestro talón de Aquiles es descubierto por aquellos que se
encuentran más abajo que vosotros, mucho más rápido que por
vuestros iguales.
XXXIV
Hay padres que se vengan de sus hijos por la mala educación que les
han dado.
37
XXXV
Lo que te parece amable en una persona te parece insoportable en
otra. ¿Cuál de las dos te vuelve ciego, la simpatía o la antipatía?
XXXVI
Cuando una persona te es antipática, te vuelves infiel a tus
convicciones, únicamente para contradecirla.
XXXVII
Durante muchos años, no os atreveréis a creer en vuestras propias
observaciones, porque difieren de la de los otros.
38
39
IX
La naturaleza
I
Nos negamos a creer lo que está en contra de las leyes de la
naturaleza; pero ¿conocemos las leyes de la naturaleza?
II
El sol solo ve el mundo lleno de calor y de luz.
Sed primero sol; y luego mirad al mundo.
III
Muchas pequeñas flores son pisoteadas por los transeúntes. La
naturaleza rica e inagotable las reemplaza con desgaste. Haced como
ella.
IV
El perro de San Bernardo es noble y generoso; el bulldog es voraz e
impetuoso; el galgo caprichoso y corredor. La naturaleza los ha hecho
así, y ha puesto en ellos la huella de su carácter, lo suficientemente
nítida como para que no se pudiera malinterpretar.
Los hombres San Bernardo intentan hacerse pasar por bulldogs; los
bulldogs querrían ser galgos, y así sucesivamente; de ahí la confusión
y los malentendidos.
40
41
X
El espíritu
I
Los grandes pensadores y las altas montañas os elevan a vuestros
propios ojos.
II
Cuando dos mujeres inteligentes no consiguen sacar nada de un
hombre, estad seguros de que no hay nada.
III
Un ser limitado jamás dice: «¡Soy una bestia!» Su timidez natural le
hace temer tener razón.
IV
Cuando, en una conversación, percibes el trasfondo del otro,
te parece que buscas sus manos a través de un muro.
V
Las conversaciones se vuelven penosas cuando se responde, no ya a
las palabras dichas, sino a las palabras pensadas.
42
VI
La imaginación es una compañera alegre que brinca a lo largo del
camino contándonos historias. La realidad es una anciana que solo
habla de sí misma, y que, siempre cansada, pide ser llevada.
VII
Las comparaciones estropean las impresiones, lo mismo que las
similitudes estropean los rostros.
VIII
Sólo podéis ser espirituales cuando los que os rodean lo son
también. El gallo que tiene a bien cantar a los patos; no lo escuchan.
IX
Tememos la originalidad como un hábito demasiado nuevo,
y hacemos los mayores esfuerzos para ser como todo el mundo.
X
A fuerza de escribir sobre los escritos de los demás, terminas por
creerte más espiritual que ellos; y si no estuvieran convencidos de que
Jesús es Dios, los predicadores sólo le considerarían un espíritu
mediocre.
XI
A fuerza de hablar, se convierte el oro de tus pensamientos en
calderilla, hasta que pareces pobre.
43
XII
En un momento trágico y en una situación difícil, se dicen tonterías.
El perro ladra cuando tiene miedo.
XIII
Para medir la mente, medimos los cráneos. Es como si comiéramos
pieles de uva para encontrar el buqué del vino.
XIV
Cuando te burlas de alguien que amas, haces gelatina en tu jardín.
XV
La pluma consuela mejor que la religión y tortura mejor que la
Inquisición.
XVI
Los pensadores gobiernan el mundo, sin sospecharlo, y los
poderosos son gobernados por el mundo, sin sospecharlo tampoco.
XVII
Se necesitan tantas reflexiones para producir un pensamiento que
hacen falta generaciones para producir un pensador.
44
45
XI
La virtud
I
No te sientas envilecido por haber conocido la tentación.
Sócrates era dos veces grande, por haber domado al otro.
II
La paciencia no es pasiva; al contrario, es activa, es la fuerza
concentrada.
III
Hace falta una delicadeza infinita para responder a una confesión sin
empeorar el mal.
IV
Una conciencia tranquila ama la soledad; un alma culpable no ve en
ella más que una celda de aislamiento.
V
La pureza es como el ópalo: es tomada por insignificante por
aquellos que no perciben sus luces.
46
VI
Si las alegrías de este mundo no son puras, es que nosotros no lo
somos.
VII
El deber solo frunce el ceño mientras lo rehuyes. Síguelo, te
sonreirá.
VIII
¡Qué pacientes seríamos con todos, si tomáramos sus defectos por
locura!
IX
La estupidez se pone en primera fila, para ser vista; la inteligencia se
pone detrás, para ver.
X
La pureza puede existir sin el candor; pero el candor no puede ser
sin la pureza.
XI
Luchamos contra los defectos que nos hacen sufrir a nosotros
mismos y acariciamos los que solamente hacen sufrir a los otros.
47
XII
Son sobre todo nuestros malos hábitos los que son desagradables;
mientras que nuestros defectos a veces parecen amables.
XIII
Sed puritanos en principio, pero indulgentes en la práctica.
48
49
XII
El arte
I
Es más esencial para el poeta ser verdadero de sentimientos que la
invención.
II
El artista está enamorado de una tela virgen, de una hoja vacía, de
un trozo de mármol en bruto. En cuanto su mano los vuelve
inmortales, los aborrece; ¡y desgraciado de él si permaneciera
enamorado!
III
Los malos poetas hacen de la lengua lo que los malos curas hacen de
la religión, una prisión estrecha.
IV
Llamamos realismo, a la fealdad; como llamamos franqueza, a la
grosería.
V
Una mala novela despierta los sentidos; una buena novela la
conciencia.
50
51
XIII
El orgullo
I
¡Qué felices somos cuando imaginamos haber pensado, porque
escupimos un proverbio o un lugar común!
II
Os enorgullecéis de vuestros ancestros, por su cantidad. Vuestros
nietos, criados en esos sentimientos, no verán en vosotros más que un
número de referencia.
III
El orgullo, unido a la fuerza, ennoblece; unido a la debilidad,
degrada.
IV
Estamos más orgullosos de los beneficios obtenidos que de nuestros
talentos; y sin embargo, los beneficios no hacen más que ponernos al
nivel de cualquiera; el talento por sí solo nos realza.
52
V
Las grandes ceremonias son comedias, interpretadas en escenas sin
bambalinas. La ilusión se pierde enseguida y los efectos se estropean.
VI
Para que seas grande, debes desaparecer bajo tus obras.
53
XIV
La política
I
Nos apresuramos implantando en un nuevo país la civilización de
los antiguos. Es como si se reemplazaran los dientes de leche por la
dentadura de una persona mayor.
II
En ciertas condiciones, estamos obligados con tanta frecuencia a
mordernos la lengua, que se queda paralizada y ya solo puedes
balbucear las viejas frases convenidas.
III
A todos los mortales se les concede una lengua, e incluso una pluma
para defenderse. Soberanos solitarios exigimos que sean como Dios,
que se deja injuriar sin decir una palabra.
IV
La contradicción anima la conversación; por eso las clases son tan
aburridas.
54
V
Los príncipes son educados para vivir con todo el mundo:
deberíamos educar a todo el mundo como príncipes.
VI
Para ser amigo de un soberano, hay que carecer de pasión, de
ambición, de egoísmo, ser clarividente y previsor, en fin no ser un
hombre.
VII
A menudo se citan las palabras de la Biblia: ¡No os fiéis de los
príncipes! y se olvida el final de la frase: ¡porque son hombres!
VIII
Las mujeres que se mezclan en política son gallinas que se
convierten en buitres.
IX
La alta política se compone de pequeñeces, que forman escalones
para subir.
X
La política se parece al desierto: un golpe de viento forma una
montaña enorme, y los espejismos son frecuentes y peligrosos.
55
XI
Un príncipe solo necesita, en rigor, ojos y oídos; la boca sólo le sirve
para sonreír.
XII
El oficio de soberana solo exige tres cualidades: la belleza,
la bondad, la fecundidad.
XIII
La multitud es como el mar: te lleva y te engulle, según el viento.
56
57
XV
Pensamientos diversos
I
¿Por qué el gris es un color distinguido? porque no decide.
II
No seguir tus consejos, no es nada. Seguirlos a medias, es terrible;
es hacerte muecas.
III
En un matrimonio, los hombres ríen y las mujeres lloran.
IV
La grasa y la fatuidad te vuelven insensible al frío, lo que no les
impide provocar gases.
V
La brizna de hierba se levanta bajo tus pasos, tan fresca como antes.
Desgraciadamente, te siguen otros, que hacen un sendero y la hierba
desaparece.
58
VI
El gallo reúne en su persona al Turco y al caballero: acumula.
VII
Quita las bellas alas irisadas de una mariposa, no queda más que un
vil reptil.
VIII
Un secreto es como un agujero en tu ropa: cuanto más quieres
esconderlo, más lo muestras.
IX
El sueño es un ladrón generoso: da a la fuerza lo que toma en
tiempo.
X
La atmósfera de ciertos recién llegados penetra rápidamente todo un
círculo y lo cambia, como un nuevo color cambia los otros con los que
se mezcla.
XI
Los aduladores comienzan siempre diciendo que no sabrían adular.
59
XII
Los cometas y los grandes hombres dejan una estela de luz, en la
cual se agitan una multitud de átomos.
XIII
Si los pobres mártires hubieran sabido lo poco que significa cambiar
de ideas, no habría habido hogueras.
XIV
La mojigatería es un perfume que disimula el aire viciado.
XV
Muchas de las heridas recibidas te hacen un héroe a los ojos del
mundo, un inválido a los tuyos.
XVI
Cuando se quiere afirmar algo, siempre se apela a Dios como
testigo, porque no contradice jamás.
XVII
No habría mártires si no hubiera multitudes.
60
XVIII
Emitiendo una opinión, nos enfrentamos a alguien, como una ola a
una roca: a menudo nos retiramos; nos rompemos en espuma.
XIX
Te vuelves melancólico cuando presientes una plegaria que no te
gusta rechazar. Es como si giraras contra el viento con tu paraguas,
para impedirle hacer el tulipán.
XX
Toda la noche es de fuego, las estrellas, los pensamientos y las
lágrimas.
XXI
Muchas personas solo critican para no parecer ignorantes. Ignoran
que la indulgencia es la marca de la más alta cultura.
XXII
El arrebato es una especie de voluptuosidad; pero cuando tu sangre
se calma, tienes la sensación de haber recibido una paliza.
61
XXIII
Las personas arrebatadas olvidan inmediatamente el objeto de su
cólera y se asombran mucho de que se recuerde su arrebato. Lo único
que queda en el corazón es la mala sangre que nos tragamos.
XXIV
La piedad es la nostalgia del Paraíso perdido.
XXV
Si la gente experimenta la necesidad de sentir que su buen Dios está
cerca de ellos, aunque los castigue incesantemente, déjalos: no tienes
nada mejor que darles.
XXVI
Hay que ser o muy piadoso, o muy filósofo; hay que decir: ¡Señor,
que se haga tu voluntad! o: Naturaleza, reconozco tus leyes, incluso
cuando me aplastan.
XXVII
Cada uno de nosotros, casi, ha tenido su Getsemaní y su calvario.
Aquellos que resucitan ya no pertenecen a la tierra.
FIN
62

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LOS PENSAMIENTOS DE UNA REINA (Aforismos) (1882) Élisabeth de Wied (Reina de Rumanía)

  • 1. LOS PENSAMIENTOS DE UNA REINA Aforismos (1882) Élisabeth de Wied (Reina de Rumanía) Traducción: © Julio Pollino Tamayo cinelacion@yahoo.es
  • 2. 2
  • 3. 3 INTROITO No hace falta ser un lince para darse cuenta de que en todas las colecciones de aforismos, máximas y pensamientos la presencia de mujeres es anecdótica, y casi siempre extractos de sus obras, no libros propiamente específicos de aforismos. Vamos lo que hice con la gran Marie Lenéru. Pero haberlos haylos, pocos, muy pocos, pero muy buenos, y en la mayor parte de los casos en el ámbito de la cultura francesa, del francés, y siendo más concretos, en el estrecho círculo de los Salones parisinos del XIX, la cuna de la frivolidad, del cotilleo, del cinismo, del feminismo. Círculos que se veían ampliados por toda la aristocracia, diplomacia, europea, rusa. Es el caso de la rusa convertida al cristianismo Madame Swetchine, “Arielles” (en breve traducción), y de la alemana asimilada rumana, Élisabeth de Wied, la Reina de Rumanía. Desde el emperador Marco Aurelio no teníamos a nadie de tan alta distinción ocupándose de temas mundanos, terrenales, como el amor, la amistad, el sufrimiento o la muerte, y mucho menos con semejante transparencia, sencillez, inocencia, crudeza, falta de pretensión intelectual, recuerda a los mejores aforismos de Ramón y Cajal (“Charlas de café”). Los más cafeteros la ponen al nivel, e incluso por encima, de La Rochefoucauld o Schopenhauer, y sinceramente no es una exageración, nunca he traducido a nadie tan preciso, conciso, moderno, lo más cercano es Cioran, que a veces se deja llevar por el lirismo balcánico. La amiga Elizabeth, como buena alemana, no, va directa al grano y sin eufemismos, se nota su profundo conocimiento de la sentenciosa cultura popular, escribió varios libros de mitos y leyendas bajo el seudónimo de Carmen Sylva. A pesar del ridículo afrancesamiento que siempre ha iluminado a nuestras élites culturales, el libro incomprensiblemente jamás ha sido traducido al español, cosa realmente extraña no solo por su calidad, modernidad, sino porque puede pasar sin forzar demasiado las cosas por un libro proto-feminista liberal. Como la vida y milagros de esta buena mujer, lo que más interesa a críticos, filólogos y lectores, es bastante accesible en la red, me ahorro la ración de cotilleo, de chafardeo paraliterario. Julio Pollino Tamayo
  • 4. 4
  • 5. 5 ÍNDICE INTROITO (Julio Pollino Tamayo)…………………………….…….3 I- El hombre………………………………………………….……….7 II- La mujer…………………………………………………….…….11 III- El amor……………………………………………………….….17 IV- La amistad…………………………………………………...…..21 V- La felicidad……………………………………………………….23 VI- La desgracia…………………………………………...………...25 VII- El sufrimiento…………………………………………...……...27 VIII- La vida…………………………………………………….…...31 IX- La naturaleza………………………………………………...…..39 X- El espíritu………………………………………………………...41 XI- La virtud…………………………………………………..……..45 XII- El arte…………………………………………………….…….49 XIII- El orgullo…………………………………………………..…..51 XIV- La política………………………………………………..…….53 XV- Pensamientos diversos…..…………………………….………..57
  • 6. 6
  • 7. 7 I El hombre I La mente humana es una caja de sorpresas. Encierra buenos y malos espíritus, servidos y defendidos por los ojos y los oídos, traicionados por la boca. II Estudiad el cuerpo humano; el alma no está lejos. III El honor del hombre lleva armadura y maza; el honor de la mujer sólo tiene brisas y perfumes. IV Los animales pueden ser libres en su elemento. ¿Nuestra esclavitud proviene de que raramente estamos en el nuestro? V No es suficiente con observar a los hombres; hay que sentirlos en su corazón.
  • 8. 8 VI El hombre es un enigma, desde su nacimiento hasta su muerte. Crees que vas a comprenderlo desgarrándolo. El niño rompe su juguete para ver lo que hay dentro. VII Todo hombre lleva en sí un Prometeo, creador, rebelde y mártir. VIII El hombre es un violín. Sólo cuando se rompe su última cuerda se convierte en un trozo de madera. IX Las mujeres son malas, por culpa de los hombres; los hombres son malos, por culpa de las mujeres. X Hay personas que tienen cuernos de toro para defenderse; hay otras que sólo tienen cuernos de caracol. XI Hay que conocer muy bien a los hombres, antes de tener el coraje de ser solamente y simplemente tú mismo.
  • 9. 9 XII Si estamos creados a imagen de Dios, debemos ser creadores. XIII Una reunión de hombres es una reunión de campanas eólicas, cuyas notas son armoniosas o discordantes, según el viento. XIV Para la naturaleza búfala, la fatiga es un disfrute; para la naturaleza violín, sólo puede ser una disonancia aguda. XV Desconfiad de un hombre que parece dudar de vuestra felicidad en el hogar. XVI Hay figuras en las que por momentos se ven pequeñas serpientes salir de los ojos; hay otras en las que las serpientes salen de las esquinas de la boca, y se arrastran hacia los ojos. XVII Cuando un hombre ama con exceso de pasión a sus hijos, estad seguros de que no es feliz. El hombre ama sobre todo a la mujer; la mujer ama sobre todo a los niños.
  • 10. 10
  • 11. 11 II La mujer I La mujer debe soportar el amor, sufrir para dar a luz, compartir sus preocupaciones, conducir su casa, criar a su familia, ser bonita y amable por encima del mercado. ¿Qué decía de su debilidad, hace un momento? II La mujer salvaje es una bestia de carga; la mujer turca, un animal de lujo; la mujer europea, una bestia con dos fines. III Entregándose, la mujer cree dar un mundo, y el hombre cree haber recibido un juguete; la mujer cree haber dado una eternidad, y el hombre cree haber aceptado el placer de un momento. IV Quizás la gran sensibilidad de las mujeres proviene del incremento del magnetismo en su sistema. Son brújulas vivas, que tienden hacia su polo; pero las desviaciones son frecuentes.
  • 12. 12 V La mujer perdida no ve en la mujer honesta más que un espejo que le muestra sus arrugas; querría romperlo de rabia. VI ¿Su esposa ha traído la deshonra a casa? ¡Quizás, al casarse con ella, fue el primero en deshonrarla! VII La mujer es un camaleón sensible. VIII A menudo la mujer emite una opinión audaz; pero recula, espantada, si se la toman al pie de la letra. IX La mujer de mundo difícilmente sigue siendo la mujer de su marido. X Si dudáis de la verdad de un sentimiento, dirigíos a una mujer iluminada; ella los conoce todos.
  • 13. 13 XI La coquetería no es siempre un cebo; a veces es un escudo. XII El ruiseñor que grita como un pavo real: así es la mujer encolerizada. XIII No os caséis con una mujer con las comisuras de la boca colgantes; aunque la boca fuera una cereza, encontraréis la fruta amarga. XIV No te cases con un holgazán: siempre encontrará su casa mal atendida y a su esposa aburrida. XV En la ciencia, las mujeres están tan habituadas a ser desconsideradas, que desconfían de los científicos que las consideran. XVI ¡Ella tiene lo que se merece! quiere decir: ¡La habría hecho tan feliz!
  • 14. 14 XVII Una mujer es lapidada por una acción que puede cometer un hombre perfectamente honesto. XVIII Las mujeres se inclinan a juzgar por un solo ejemplo que generalizan; esto es lo que a menudo las vuelve apasionadas. XIX Encuentran a las mujeres injustas, porque son impresionables; pero las impresiones son a menudo más justas que los juicios. Es la historia del jurado y los jueces. XX Una mujer desgraciada es una flor expuesta al beso; permanece durante mucho tiempo botón, y, cuando debería florecer, se marchita. XXI Las mujeres combaten sobre todo en sus hijos los defectos de sus maridos y los de su familia. XXII Una mujer incomprendida es una mujer que no comprende a los otros.
  • 15. 15 XXIII Las mujeres se maquillan porque los hombres carecen de sensibilidad artística; si comprendieran lo pintoresco, el propio polvo de arroz desaparecería. XXIV El hombre destruye a cornadas, como el toro, o a patadas, como el oso; la mujer a mordiscos, como el ratón, o con un abrazo, como la serpiente. XXV Los hombres estudian a la mujer, como estudian el barómetro; pero nunca comprenden más que el día siguiente. XXVI El inodoro no es una cosa indiferente. Te convierte en un objeto de arte animado, a condición de que seas el adorno de tu adorno. XXVII Las mujeres en el parto y los artistas pasan angustias mortales. ¡Pagamos caro, cuando nos metemos a crear!
  • 16. 16 XXVIII Es por egoísmo que los hombres han hecho las leyes más severas para la mujer, sin sospechar que, por ello, la elevan por encima de ellos. XXIX A menudo la virtud de la mujer debe ser muy grande, pues debe ser suficiente para dos. XXX ¡Qué doloroso espectáculo ver al niño servir de refugio y de protección para la madre! XXXI La verdadera gran dama tiene los mismos modales en su baño que en su salón, y la misma cortesía para sus sirvientes que para sus huéspedes. XXXII Hay mujeres majestuosamente puras, como el cisne. Oféndelas; verás sus plumas erizarse durante un segundo; después se alejarán silenciosamente para refugiarse en medio de las olas.
  • 17. 17 III El amor I Los hijos del amor son generalmente bellos e inteligentes. ¡Qué crítica de nuestros hogares modelo! II El sol es el primer amante de la flor. Para las jóvenes, el sol es algunas veces una lámpara semiapagada. ¿Cómo queréis que florezcan? III Un amor infeliz es, para el hombre, un pretexto de placer sin amor. IV El perdón es casi indiferencia: no se perdona cuando se ama. V Odiáis a una mujer desgraciada cuando habríais debido consolarla.
  • 18. 18 VI El amor es como la ardilla, audaz y tímida a la vez. VII El amante se parece al avestruz: cree que no se le ve, cuando es él quien no ve a los demás. VIII Se perdona el adulterio, cuando su hijo bastardo es un genio. IX El amor materno es un instinto; pero hay instintos que tienen un soplo de divinidad. X No te conviertes en madre; lo eres de nacimiento. La familia numerosa satisface la vocación; no la da. XI Una casa sin niños es como una campana sin tocar. ¡El sonido que duerme sería bello, si hubiera algo para despertarlo!
  • 19. 19 XII Los celos de a quien se ama son un homenaje; de vuestro marido, una ofensa. XIII El canto del ruiseñor y el maullido de los gatos son dos maneras de expresar el mismo sentimiento; pero entre ellos apenas se entienden. XIV Entre marido y mujer siempre debería haber un cortejo. XV Siendo realmente humilde, no podrías ser celoso; siempre te culparías a ti mismo de ser menos amado. XVI La indiferencia es una flor solitaria que crece en un pantano.
  • 20. 20
  • 21. 21 IV La amistad I La amistad que solo depende del reconocimiento, es como una fotografía: con el tiempo, palidece. II Los consuelos a menudo caen en el corazón, como gotas de agua en mantequilla hirviendo. Lo hacen crepitar y manar. III Para luchar contra tus amigos se necesita sobre todo coraje. Es como si se extinguiera el fuego de tu hogar, para permanecer frío. IV La amistad disminuye, cuando hay demasiada felicidad por un lado y demasiada desgracia por el otro. V Se comete casi un crimen causando una decepción. La efusión, así reprimida, se retira de otros a los cuales habría podido hacer bien.
  • 22. 22
  • 23. 23 V La felicidad I Sólo hay una felicidad: El deber. Sólo hay un consuelo: El trabajo. Sólo hay un goce: La belleza. II La felicidad, cuando está delante de nosotros, parece tan grande, que toca el cielo. Para pasar por debajo de nuestra puerta, se encoge tanto, que a menudo ya no la percibimos. III La esperanza es una fatiga que conduce a una decepción. IV La felicidad es como el eco: te responde, pero no viene.
  • 24. 24 V En cuanto nuestra felicidad parece ilusoria, nos empeñamos en destruirla. VI ¿La calma que has adquirido es una prueba de fuerza ganada o de debilidad creciente? VII Hace falta un conjunto de cien hojas, coloreadas y perfumadas, para hacer una rosa; hace falta un ensamblaje de alegrías para hacer la felicidad. VIII Buscad consuelo sólo en las cosas inmortales: la naturaleza, y el pensamiento. IX Es suficiente felicidad poder hacer una buena acción.
  • 25. 25 VI La desgracia I ¿La desgracia nace de la imprudencia, o eres imprudente porque estás predestinado a la desgracia? II Cada decepción te separa de la tierra, de los hombres, sobre todo de ti mismo; constituyen períodos de una enfermedad mortal. III En el naufragio de vuestra vida, podríais haberos salvado, sin la vergüenza que vino a sentarse en vuestra tabla de salvación y que os hizo ir al fondo. IV La desgracia puede volverte orgulloso; el sufrimiento te hace humilde. V Uno es siempre el mártir de sus propios defectos.
  • 26. 26 VI Una gran desgracia da grandeza, incluso a un ser insignificante. VII No os enorgullezcáis de haber soportado vuestra desgracia. ¿Podíais no soportarla? VIII Hay una especie de fraternidad que se forma a primera vista entre los que han sufrido la desgracia a golpes. Cuando has llevado mucho tiempo el luto, te sientes atraído por cada vestido negro que encuentras. IX Culpáis al tiempo que os aleja de una pérdida cruel; os quita lo que os quedaba, el derecho a llorar. X El respeto que os muestran en vuestra desgracia disminuye mucho antes de que recomencéis a vivir; y entonces os irrita que os traten como antes. XI Hay que ser muy infeliz para intentar dos veces el suicidio. XII La desgracia es como la hidra de Lerne, pero no se gana nada haciendo de Hércules.
  • 27. 27 VII El sufrimiento I El sufrimiento es nuestro amigo más fiel. Siempre vuelve. A menudo, cambia de vestido e incluso de figura; pero lo reconocemos fácilmente por su abrazo cordial e íntimo. II El sufrimiento es un pesado arado, conducido por una mano de hierro. Cuanto más ingrato y rebelde es el suelo, más lo desgarra; cuanto más rico y más fácil, más se hunde. III No os quejéis por sufrir, porque os enseña a socorrer. IV Cuando eres joven, el dolor es una tempestad que te pone enfermo; en la edad madura, no es más que un beso que añade una arruga a tu figura y un mechón blanco a los otros.
  • 28. 28 V El sufrimiento es sensitivo y clarividente. La felicidad tiene los nervios más sólidos y el juicio menos justo. VI Es casi siempre nuestro cuerpo quien nos hace pedir apoyo para el alma. VII Una bestia que sufre busca la soledad. Sólo el hombre ama hacer ostentación de su sufrimiento. VIII Cuando tenemos un dolor que no queremos decir, hablamos de los otros que escondimos antes. IX El dolor es como una fuente termal: cuanto más se la comprime, más bulle. X Hay gente que se nutre de su dolor, hasta el punto de engordar.
  • 29. 29 XI Hay lágrimas que arden y dejan cicatrices. Hay otras que embellecen y adornan el rostro. Hay otras finalmente que amenazan y hacen temblar. XII La angustia es menos soportable que el dolor; la angustia agudiza las sensaciones; el dolor las adormece. XIII El dolor se venga de nuestro coraje; se acrecienta. XIV Cuando te has desprendido desde hace mucho tiempo de la alegría, ya no la pides, y cuando llama a tu puerta, abres temblando, por temor a que sea el dolor travestido. XV Los que afirman que el dolor cantado está casi curado, o no son poetas o no han sufrido. Es como decir que quien grita en la tortura, o durante una operación, no sufre. XVI Cuando sufres mucho, ves a todo el mundo a una gran distancia, como al final de un inmenso escenario. Las voces mismas parecen venir de lejos.
  • 30. 30 XVII En el gran sufrimiento, te cierras como una ostra. Si te abrieran el corazón a la fuerza, te matarían. XVIII El desaliento es como una esponja: crece con las lágrimas. XIX La compasión de los que no han sufrido te llega como un pequeño viento helado que enfría el sol. La simpatía de los que han sufrido es como el Siroco, cálido, incluso en invierno; pero te vuelve blando. XX La lucha contra el mundo exterior dobla los resortes del organismo; la lucha contra nosotros mismos los rompe. XXI La melancolía cuando no es una languidez física, es una especie de convalecencia, durante la cual te crees siempre mucho más enfermo que durante la enfermedad.
  • 31. 31 VIII La vida I La vida es un arte en el cual demasiado a menudo somos diletantes. Para llegar a maestro, hay que derramar la sangre de tu corazón. II El afecto es un niño mimoso que te retiene en la vida, a pesar de ti. III Los cabellos blancos son las puntas de espuma que cubren el mar después de la tormenta. IV El amor, el odio, los celos, la suerte son ciegos; a la justicia le vendan los ojos; por tanto hay que salir de la vida para ver. V Si pudierais, con el tiempo que malgastáis, dar limosna a los que saben emplearlo, ¡cuántos mendigos serían ricos!
  • 32. 32 VI Los grandes señores aman a los animales, porque se creen seguros de su afecto desinteresado, ¡y se equivocan! VII Es el oro quien lastra nuestras alas y nos retiene en la tierra. Sin él, quizás nos elevaríamos. VIII Las jóvenes atraviesan a veces los pantanos, con un pie tan ligero que el barro apenas roza sus talones. Solo cuando llegan a tierra firme se sienten envenenadas por las pútridas miasmas que han recogido. IX Los defectos de vuestro marido o de vuestra mujer solo son insoportables en tanto insistís en corregirlos. Tomadlos de vuestra parte, como el olor de vuestro perro que soportáis, porque lo amáis. X El hábito templa la paciencia y la vuelve inutilizable. XI Jamás se puede estar fatigado de la vida; sólo estás fatigado de ti mismo.
  • 33. 33 XII A medianoche, pasan por la calle las personas alegres; a las cuatro de la mañana, las desgraciadas; ¡quizás, entre medianoche y las cuatro, la felicidad ha volado! XIII Cada una de nuestras acciones es recompensada o castigada; solamente, no estamos de acuerdo. XIV A fuerza de vivir, llegas a temer incluso al cielo, como la última y la más cruel decepción. XV Es mejor tener como confesor a un médico que a un cura. Dices al cura que odias a los hombres; os responde que no sois cristiana. El médico os da ruibarbo y ya está amas a tus semejantes. Dices al cura que estás cansada de vivir; os responde que el suicidio es un crimen. El médico os da un estimulante, y ya está encuentras la vida soportable. XVI En la juventud, eres un castillo de la edad media, con rincones ocultos, mazmorras, galerías misteriosas, fosas y murallas. Más tarde, te conviertes en un hotel moderno, rico, barnizado, elegante, coqueto, que solo está abierto a los elegidos, y, al final, resultas ser una gran sala, abierta a todo el mundo, o mercado, o museo, o catedral.
  • 34. 34 XVII El ayuno te vuelve apóstol; la buena mesa te vuelve diplomático. XVIII Lo que te hace sonrojar en la juventud, te hace llorar en la edad madura, y reír en la vejez. Los que comienzan riendo ya no tienen más, para el final, que la nada o la devoción. XIX La bondad de la juventud es angelical; la bondad de la vejez es divina. XX Hay una bondad que repele y una maldad que atrae. XXI La roca solitaria se hace cada vez más angulosa, el guijarro cada vez más redondo. XXII Una excelente ama de casa siempre está desesperada. A menudo nos gustaría una casa menos bien cuidada y más apacible.
  • 35. 35 XXIII Solo después de haber llamado a la muerte cien veces comprendes el encanto de la vida, y entonces, muy a menudo, te deja. XXIV Sólo puedes enseñar a la gente a hablar tu lengua si hablas la suya. XXV El pequeño sucumbe bajo el grande; es una ley de la naturaleza; y el grande, no es generoso, es una ley humana. XXVI El fuego hace bullir al agua; pero el agua apaga el fuego. No recalientes a un ingrato, te apagará. XXVII La experiencia es una mujer mayor, que veneras, sin plantearte si su pasado ha sido dudoso. XXVIII El conocimiento del mundo y del mar se gana en la tempestad; pero en los ojos del viejo marinero se ve el reflejo de la muerte que a menudo ha desafiado.
  • 36. 36 XXIX Se necesita corazón para gozar de las cualidades de una persona; se necesita espíritu para soportar sus defectos. XXX Tratad de ser una piedra preciosa, montada por la mano de un artista. XXXI No nos perdonan ni nuestros talentos, ni nuestros éxitos, ni nuestros amigos, ni nuestro matrimonio, ni nuestra fortuna; sólo la muerte nos perdonan, y aún así. XXXII Después de la muerte, el cuerpo se disuelve en átomos; ¿por qué el alma seguiría siendo una? ¡Quizás también forme mil esencias que se expanden por el espacio! XXXIII Vuestro talón de Aquiles es descubierto por aquellos que se encuentran más abajo que vosotros, mucho más rápido que por vuestros iguales. XXXIV Hay padres que se vengan de sus hijos por la mala educación que les han dado.
  • 37. 37 XXXV Lo que te parece amable en una persona te parece insoportable en otra. ¿Cuál de las dos te vuelve ciego, la simpatía o la antipatía? XXXVI Cuando una persona te es antipática, te vuelves infiel a tus convicciones, únicamente para contradecirla. XXXVII Durante muchos años, no os atreveréis a creer en vuestras propias observaciones, porque difieren de la de los otros.
  • 38. 38
  • 39. 39 IX La naturaleza I Nos negamos a creer lo que está en contra de las leyes de la naturaleza; pero ¿conocemos las leyes de la naturaleza? II El sol solo ve el mundo lleno de calor y de luz. Sed primero sol; y luego mirad al mundo. III Muchas pequeñas flores son pisoteadas por los transeúntes. La naturaleza rica e inagotable las reemplaza con desgaste. Haced como ella. IV El perro de San Bernardo es noble y generoso; el bulldog es voraz e impetuoso; el galgo caprichoso y corredor. La naturaleza los ha hecho así, y ha puesto en ellos la huella de su carácter, lo suficientemente nítida como para que no se pudiera malinterpretar. Los hombres San Bernardo intentan hacerse pasar por bulldogs; los bulldogs querrían ser galgos, y así sucesivamente; de ahí la confusión y los malentendidos.
  • 40. 40
  • 41. 41 X El espíritu I Los grandes pensadores y las altas montañas os elevan a vuestros propios ojos. II Cuando dos mujeres inteligentes no consiguen sacar nada de un hombre, estad seguros de que no hay nada. III Un ser limitado jamás dice: «¡Soy una bestia!» Su timidez natural le hace temer tener razón. IV Cuando, en una conversación, percibes el trasfondo del otro, te parece que buscas sus manos a través de un muro. V Las conversaciones se vuelven penosas cuando se responde, no ya a las palabras dichas, sino a las palabras pensadas.
  • 42. 42 VI La imaginación es una compañera alegre que brinca a lo largo del camino contándonos historias. La realidad es una anciana que solo habla de sí misma, y que, siempre cansada, pide ser llevada. VII Las comparaciones estropean las impresiones, lo mismo que las similitudes estropean los rostros. VIII Sólo podéis ser espirituales cuando los que os rodean lo son también. El gallo que tiene a bien cantar a los patos; no lo escuchan. IX Tememos la originalidad como un hábito demasiado nuevo, y hacemos los mayores esfuerzos para ser como todo el mundo. X A fuerza de escribir sobre los escritos de los demás, terminas por creerte más espiritual que ellos; y si no estuvieran convencidos de que Jesús es Dios, los predicadores sólo le considerarían un espíritu mediocre. XI A fuerza de hablar, se convierte el oro de tus pensamientos en calderilla, hasta que pareces pobre.
  • 43. 43 XII En un momento trágico y en una situación difícil, se dicen tonterías. El perro ladra cuando tiene miedo. XIII Para medir la mente, medimos los cráneos. Es como si comiéramos pieles de uva para encontrar el buqué del vino. XIV Cuando te burlas de alguien que amas, haces gelatina en tu jardín. XV La pluma consuela mejor que la religión y tortura mejor que la Inquisición. XVI Los pensadores gobiernan el mundo, sin sospecharlo, y los poderosos son gobernados por el mundo, sin sospecharlo tampoco. XVII Se necesitan tantas reflexiones para producir un pensamiento que hacen falta generaciones para producir un pensador.
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  • 45. 45 XI La virtud I No te sientas envilecido por haber conocido la tentación. Sócrates era dos veces grande, por haber domado al otro. II La paciencia no es pasiva; al contrario, es activa, es la fuerza concentrada. III Hace falta una delicadeza infinita para responder a una confesión sin empeorar el mal. IV Una conciencia tranquila ama la soledad; un alma culpable no ve en ella más que una celda de aislamiento. V La pureza es como el ópalo: es tomada por insignificante por aquellos que no perciben sus luces.
  • 46. 46 VI Si las alegrías de este mundo no son puras, es que nosotros no lo somos. VII El deber solo frunce el ceño mientras lo rehuyes. Síguelo, te sonreirá. VIII ¡Qué pacientes seríamos con todos, si tomáramos sus defectos por locura! IX La estupidez se pone en primera fila, para ser vista; la inteligencia se pone detrás, para ver. X La pureza puede existir sin el candor; pero el candor no puede ser sin la pureza. XI Luchamos contra los defectos que nos hacen sufrir a nosotros mismos y acariciamos los que solamente hacen sufrir a los otros.
  • 47. 47 XII Son sobre todo nuestros malos hábitos los que son desagradables; mientras que nuestros defectos a veces parecen amables. XIII Sed puritanos en principio, pero indulgentes en la práctica.
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  • 49. 49 XII El arte I Es más esencial para el poeta ser verdadero de sentimientos que la invención. II El artista está enamorado de una tela virgen, de una hoja vacía, de un trozo de mármol en bruto. En cuanto su mano los vuelve inmortales, los aborrece; ¡y desgraciado de él si permaneciera enamorado! III Los malos poetas hacen de la lengua lo que los malos curas hacen de la religión, una prisión estrecha. IV Llamamos realismo, a la fealdad; como llamamos franqueza, a la grosería. V Una mala novela despierta los sentidos; una buena novela la conciencia.
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  • 51. 51 XIII El orgullo I ¡Qué felices somos cuando imaginamos haber pensado, porque escupimos un proverbio o un lugar común! II Os enorgullecéis de vuestros ancestros, por su cantidad. Vuestros nietos, criados en esos sentimientos, no verán en vosotros más que un número de referencia. III El orgullo, unido a la fuerza, ennoblece; unido a la debilidad, degrada. IV Estamos más orgullosos de los beneficios obtenidos que de nuestros talentos; y sin embargo, los beneficios no hacen más que ponernos al nivel de cualquiera; el talento por sí solo nos realza.
  • 52. 52 V Las grandes ceremonias son comedias, interpretadas en escenas sin bambalinas. La ilusión se pierde enseguida y los efectos se estropean. VI Para que seas grande, debes desaparecer bajo tus obras.
  • 53. 53 XIV La política I Nos apresuramos implantando en un nuevo país la civilización de los antiguos. Es como si se reemplazaran los dientes de leche por la dentadura de una persona mayor. II En ciertas condiciones, estamos obligados con tanta frecuencia a mordernos la lengua, que se queda paralizada y ya solo puedes balbucear las viejas frases convenidas. III A todos los mortales se les concede una lengua, e incluso una pluma para defenderse. Soberanos solitarios exigimos que sean como Dios, que se deja injuriar sin decir una palabra. IV La contradicción anima la conversación; por eso las clases son tan aburridas.
  • 54. 54 V Los príncipes son educados para vivir con todo el mundo: deberíamos educar a todo el mundo como príncipes. VI Para ser amigo de un soberano, hay que carecer de pasión, de ambición, de egoísmo, ser clarividente y previsor, en fin no ser un hombre. VII A menudo se citan las palabras de la Biblia: ¡No os fiéis de los príncipes! y se olvida el final de la frase: ¡porque son hombres! VIII Las mujeres que se mezclan en política son gallinas que se convierten en buitres. IX La alta política se compone de pequeñeces, que forman escalones para subir. X La política se parece al desierto: un golpe de viento forma una montaña enorme, y los espejismos son frecuentes y peligrosos.
  • 55. 55 XI Un príncipe solo necesita, en rigor, ojos y oídos; la boca sólo le sirve para sonreír. XII El oficio de soberana solo exige tres cualidades: la belleza, la bondad, la fecundidad. XIII La multitud es como el mar: te lleva y te engulle, según el viento.
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  • 57. 57 XV Pensamientos diversos I ¿Por qué el gris es un color distinguido? porque no decide. II No seguir tus consejos, no es nada. Seguirlos a medias, es terrible; es hacerte muecas. III En un matrimonio, los hombres ríen y las mujeres lloran. IV La grasa y la fatuidad te vuelven insensible al frío, lo que no les impide provocar gases. V La brizna de hierba se levanta bajo tus pasos, tan fresca como antes. Desgraciadamente, te siguen otros, que hacen un sendero y la hierba desaparece.
  • 58. 58 VI El gallo reúne en su persona al Turco y al caballero: acumula. VII Quita las bellas alas irisadas de una mariposa, no queda más que un vil reptil. VIII Un secreto es como un agujero en tu ropa: cuanto más quieres esconderlo, más lo muestras. IX El sueño es un ladrón generoso: da a la fuerza lo que toma en tiempo. X La atmósfera de ciertos recién llegados penetra rápidamente todo un círculo y lo cambia, como un nuevo color cambia los otros con los que se mezcla. XI Los aduladores comienzan siempre diciendo que no sabrían adular.
  • 59. 59 XII Los cometas y los grandes hombres dejan una estela de luz, en la cual se agitan una multitud de átomos. XIII Si los pobres mártires hubieran sabido lo poco que significa cambiar de ideas, no habría habido hogueras. XIV La mojigatería es un perfume que disimula el aire viciado. XV Muchas de las heridas recibidas te hacen un héroe a los ojos del mundo, un inválido a los tuyos. XVI Cuando se quiere afirmar algo, siempre se apela a Dios como testigo, porque no contradice jamás. XVII No habría mártires si no hubiera multitudes.
  • 60. 60 XVIII Emitiendo una opinión, nos enfrentamos a alguien, como una ola a una roca: a menudo nos retiramos; nos rompemos en espuma. XIX Te vuelves melancólico cuando presientes una plegaria que no te gusta rechazar. Es como si giraras contra el viento con tu paraguas, para impedirle hacer el tulipán. XX Toda la noche es de fuego, las estrellas, los pensamientos y las lágrimas. XXI Muchas personas solo critican para no parecer ignorantes. Ignoran que la indulgencia es la marca de la más alta cultura. XXII El arrebato es una especie de voluptuosidad; pero cuando tu sangre se calma, tienes la sensación de haber recibido una paliza.
  • 61. 61 XXIII Las personas arrebatadas olvidan inmediatamente el objeto de su cólera y se asombran mucho de que se recuerde su arrebato. Lo único que queda en el corazón es la mala sangre que nos tragamos. XXIV La piedad es la nostalgia del Paraíso perdido. XXV Si la gente experimenta la necesidad de sentir que su buen Dios está cerca de ellos, aunque los castigue incesantemente, déjalos: no tienes nada mejor que darles. XXVI Hay que ser o muy piadoso, o muy filósofo; hay que decir: ¡Señor, que se haga tu voluntad! o: Naturaleza, reconozco tus leyes, incluso cuando me aplastan. XXVII Cada uno de nosotros, casi, ha tenido su Getsemaní y su calvario. Aquellos que resucitan ya no pertenecen a la tierra. FIN
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