Tres son los principios organizadores en la pedagogía crítica:
a) la educación no es neutral, sino que constituye un proyecto político-ideológico;
b) la sociedad puede ser transformada mediante el compromiso de personas conscientes y críticas; y
c) la praxis conecta la educación liberadora con la transformación social (Boyce, 1996).
Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...
Modelo Educativo para la consecución de la Sociedad del Buen Vivir
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PROPUESTA DE MODELO
EDUCATIVO PARA LA
CONSECUCIÓN DE LA
SOCIEDAD DEL BUEN
VIVIR
El Modelo Educativo de la
Universidad Ecuatoriana se
fundamenta en el pleno
desarrollo del ser humano, la fraternidad de los seres humanos y
el respeto a la Madre Tierra, postulados que constituyen los
principios esenciales del Buen Vivir. La Academia como el más
alto centro del pensamiento, el conocimiento y la cultura en la
sociedad, debe agotar toda su labor educativa para formar a
los jóvenes como miembros activos y comprometidos con el
crecimiento cognitivo, afectivo y moral, individual y colectivo,
con el desarrollo material y cultural de su entorno inmediato
y mediato, la vigencia de los derechos humanos expresados en
una vida digna y la protección de la naturaleza, como base
material que permite la existencia de los seres que la habitan.
En este sentido, el Modelo Educativo pretende cumplir a plenitud
el principio de Pertinencia, según el cual la educación superior
tiene como misión esencial “la adecuación entre lo que la sociedad
espera de la institución de Educación Superior y lo que éstas
hacen”. De ahí que la primeria tarea de la academia es contribuir
a superar los rezagos del subdesarrollo en todos los órdenes que
viven las sociedades emergentes.
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS
Nuestra filosofía es profundamente humanista en el sentido de
aspirar a formar ante todo seres humanos que puedan vivir en
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plenitud con sus semejantes y en armonía con la naturaleza
Mientras que la teoría económica vigente, adscrita al paradigma
cartesiano del hombre, concibe a éste como “amo y señor de la
naturaleza” y a ésta como elemento externo a su servicio, el nuevo
humanismo integra persona-congéneres-naturaleza para una vida
en plenitud.
Desde la visión del Buen Vivir, la academia debe formar el nuevo
ciudadano que pueda vivir en paz con los de su especie y con
naturaleza, no dominándola y tratando de destrozarla porque ese
proceder propio de modelo occidental de desarrollo no garantiza
el futuro de la humanidad y del planeta. En este ideal, la educación
es un factor determinante para rescatar y desarrollar la esencia
humana de los hombres y mujeres. En consecuencia, la universidad
estará encaminada a replantearse el estilo de vida que domina el
mundo actual. Esta es la clave del trabajo académico. No se puede
seguir en la vía del desarrollo capitalista, entendido como proceso
de crecimiento infinito y consumismo desenfrenado. El objetivo
del hombre en la vida no puede reducirse a tener siempre cada vez
más bienes materiales; en realidad, no interesa cuantas cosas una
persona pueda producir y consumir en su vida, sino cómo las cosas
a las cuales tiene acceso esa persona van a mejorar sus condiciones
de vida, y si ello le conduce a una vida de tranquilidad y disfrute
individual y colectivo.
Esto implica un cambio filosófico fundamental, pues los paradigmas
desarrollistas han embarcado al hombre y a la mujer en una
carrera frenética de acumulación a costa de los demás y del
deterioro natural. En oposición a esta concepción, los fines de la
academia aspiran, ante todo, formar a los entes que buscarán su
propio crecimiento humano y dispuestos a volcarse a sus
comunidades para trabajar con el mismo fin.
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FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS.
Ante los dos grandes paradigmas epistemológicos: el positivismo
que ha tenido predominancia en la sociedad occidental y las nuevas
alternativas epistemológicas que respondan a los contextos de los
pueblos emergentes, a la universidad ecuatoriana le corresponde
una definición concreta.
La epistemología dominante ha tenido una sola mira: cómo el
conocimiento puede permitir controlar y usufructuar los
descubrimientos de la naturaleza, de la humanidad y de la
tecnología para provecho de la clase dominante. La universidad,
dentro del paradigma del Buen Vivir, asume una epistemología,
verdaderamente científica, que genere conocimiento para
comprender y solucionar los acuciantes problemas y necesidad de
nuestros pueblos y del mundo.
La nueva visión epistemológica debe superar la estrecha
comprensión del mundo propio del modelo occidental (Souza,
2012). Esto significa la necesidad de introducir miradas profundas
desde un enfoque complejo para estudiar los fenómenos naturales,
humanos y sociales.
De otro lado, es necesario tener presente que existe múltiples
formas de pensar, sentir, actuar, relacionarse con los demás y con
la naturaleza; diferentes concepciones del tiempo, diferentes
formas de mirar el pasado, el presente y el futuro; diferentes
formas de organizar la vida colectiva y la provisión de bienes, de
recursos, desde un punto de vista económico. Esta diversidad, que
no ha sido tomada en cuenta por el modelo hegemónico de hacer
ciencia, exige que la universidad aborde la búsqueda de la verdad
y el conocimiento desde ópticas nuevas. “Estamos sumergidos en
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el pensamiento de la Epistemología del Norte, y estamos tan
acostumbrados al universalismo y a las teorías generales que
necesitamos, sobre todo, una teoría general sobre la imposibilidad
de una teoría general”, (Souza, 2012).
Una epistemología alternativa debe integrar dos procedimientos
la ecología de saberes y la traducción intercultural en la cual
intervienen, de modo necesario, diversos enfoques creados por las
culturas. Esta nueva orientación no significa cerrar fronteras al
conocimiento del primer mundo, sino evaluarlo, adaptarlo si es
posible a la luz de la cosmovisión de nuestros pueblos.” Las
Epistemologías del Sur tienen que dialogar, argumentar, contra
argumentar con otras epistemologías. Y es ahí donde vamos a
encontrar su fuerza”.
FUNDAMENTOS PEDAGÓGICOS
En coherencia con las bases teóricas citadas, el modelo educativo
de la Universidad Ecuatoriana se fundamenta en la Pedagogía
Crítica, Pedagogías Decoloniales-antihegemónicas y el Diálogo de
saberes para el conocimiento y el aprendizaje, que ubican al
estudiante y a su aprendizaje como eje del proceso educativo. Los
fundamentos de estas teorías son las más pertinentes para que la
universidad se inserte en la búsqueda de un modelo económico y
social alternativo que preconiza el Buen Vivir.
Tres son los principios organizadores en la pedagogía crítica:
a) la educación no es neutral, sino que constituye un proyecto
político-ideológico;
b) la sociedad puede ser transformada mediante el
compromiso de personas conscientes y críticas; y
c) la praxis conecta la educación liberadora con la
transformación social (Boyce, 1996).
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En consecuencia, la concepción crítica, el trabajo autónomo del
estudiante, el aprendizaje inter y multidisciplinario en la
educación tienen como finalidad esencial la formación de hombres
y mujeres que logren comprender los factores que han generado
las actuales estructuras socioeconómicas y se comprometan en la
transformación de las mismas de mediante la reflexión y la praxis
social.
En esta finalidad, los procesos académicos estarán orientados a
conseguir que los futuros profesionales logren el dominio de
conocimientos fundamentales, el desarrollo de capacidades para
generar conocimiento que pueda contribuir a la solución de los
problemas y necesidades del país y los valores y actitudes de la
responsabilidad social. “Los intereses sociales estarán articulados
con los intereses científicos de los investigadores, y la producción
del conocimiento científico se da estrechamente ligada a la
satisfacción de necesidades de los grupos sociales que no tienen
poder para poner el conocimiento técnico y especializado a su
servicio”. (De Sousa Santos. 2005).
La educación crítica parte de la profunda insatisfacción que
genera una sociedad injusta y de la voluntad de transformarla.
Como advertía Freire, no hay educación liberadora si no pensamos
que hay algo de lo que liberarse, no hay educación transformadora
si no se siente un deseo y una posibilidad de cambio social. La
universidad no puede rehuir su responsabilidad de constituirse en
la gestora de la nueva sociedad: de bienestar, equitativa,
democrática, fraterna, ecológica y ética. En esta finalidad, la
academia asume los principios establecidos en el Plan Nacional del
Buen Vivir.
Para el cumplimiento de estos fines la educación que imparte la
universidad debe superar la educación tradicional bancaria y el
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modelo tecnocrático que satisface los requerimientos
mercantilistas de acumulación del capital.
El modelo prioriza una educación contextualizada, utiliza el
entorno como recurso pedagógico, de ahí que la primera tarea
constituye el análisis crítico de los conocimientos existentes
sobre una disciplina determinada para evaluar su validez científica
y su pertinencia al medio en el que está inserta la universidad. Se
educa para la vida en comunidad; por lo tanto, ésta debe formar
parte de la institución
Los métodos fundamentales son la investigación, la solución de
problemas y la realización de proyectos que permitan a los
estudiantes adquirir capacidades para desempeñarse con
suficiencia en sus futuras profesiones, así como compenetrarse
con los asuntos comunitarios, en la búsqueda de soluciones a la luz
de la ciencia y de los nuevos conocimientos descubiertos.
Los métodos y técnicas empleadas tendrán como propósito central
la construcción de aprendizajes y conocimientos por los propios
estudiantes con la mediación de los docentes. En esta labor es
necesario el desarrollo de habilidades de aprendizaje y estudio, el
aprendizaje autónomo, para conseguir que los jóvenes puedan
responsabilizarse y desempeñarse con capacidad en el aprendizaje
autónomo.
Las relaciones docente-alumnos responde a los principios de
democracia y responsabilidad mutua en los resultados de los
procesos académicos. Son ellos quienes, de manera conjunta,
definen los contenidos de estudio que solucionarán un problema o
promoverán la comprensión de su realidad; planifican las
actividades, los procedimientos y recursos a utilizar; definirán las
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formas cómo serán evaluados los objetivos alcanzados y los
procesos.
La evaluación supera las tradicionales prácticas y procedimientos
para constituirse en un medio de aprendizaje. Al margen de las
calificaciones y promociones, profesor y estudiante aceptan que
su objetivo es desarrollar capacidades cognitivas,
procedimentales y actitudinales que le permitan desempeñarse, de
modo competente, en un oficio y puedan ser útiles a su sociedad.