El documento describe la Época III de Mesoamérica, que se divide en dos periodos. Del 200 al 600 d.C., la influencia nahua se consolida en Mesoamérica. Pero en el siglo VIII, se manifiesta un debilitamiento del poder nahua y un estancamiento cultural. Para analizar la época, hay que estudiar el mundo de influencia nahua y el mundo maya. El documento se enfoca en Teotihuacán como un centro ceremonial y cultural importante durante este periodo, describiendo sus diferentes fases entre los años 200 y 750 d.C.
2. • La Época III es llamada clásica por los autores antiguos que la han convertido en un periodo de apogeo. Una
especie de edad de oro común a toda Mesoamérica, seguida de un colapso brutal y misterioso.
• Esta presentación de la historia ha nutrido una visión romántica de la fragilidad de las sociedades
precolombinas y, de un modo general, sobre la versatilidad del destino que moldea a las civilizaciones más
altas.
• Esquemáticamente, la Época III se divide en dos periodos. Del año 200 al año 600, el dominio de los nahuas
sobre Mesoamérica se consolida y se acentúa de manera notable.
• Este fenómeno opera tanto en el altiplano, alrededor de polos como Teotihuacan, Monte Albán o
Kaminaljuyú, como en las tierras bajas, sobre las costas atlántica y pacífica. Pero, el siglo VIII marca una
nueva etapa. Una especie de debilitamiento del poder nahua se manifiesta en el conjunto del territorio
meso americano y conlleva un estancamiento cultural que, aquí o allá, parece un verdadero repliegue.
• Para analizar la Época, hay que estudiar entonces los dos mundos que se hacen frente: el mundo de
influencia nahua, ya multiforme y cosmopolita, y el maya, arraigado en su terruño.
3. EL mundo de
influencia Nahua
• El impacto de la influencia nahua no ha sido idéntico en
todos lados: distintas bases poblacionales han dado un
abanico de estilos locales bastante diversificados.
• Conviene entonces evidenciar esos mestizajes culturales
provenientes de la historia regional. Al referirse de este
modo el marco de lectura, el estudio de la Época III ya no
radica en seguir la ruta de las "influencias teotihuacanas",
a menudo reducidas a redes de intercambios comerciales.
• La perspectiva de la autoctonía nahua ilumina con nueva
luz la observación de los grandes polos de poblamiento.
• Así, se observa que la influencia
• nahua no se limita a los grandes sitios del Altiplano
Central como Teotihuacan, Cholula y Monte Albán, sino
que también toca las tierras calientes de la costa del
Golfo, del Pacífico y de Centroamérica.
Esta foto de Autor desconocido está bajo licencia CC BY-SA
4. Teotihuacán, capital nahua (Elementos
cronológicos)
Fase Tlamimilolpa (200 a 350)
• En vísperas del siglo III d. c., Teotihuacan ya es un centro ceremonial y cultural preponderante. Su
plano cuatripartita está trazado, los grandes conjuntos de culto están construidos (pirámide del
Sol, pirámide de la Luna, Ciudadela) y los barrios para la vivienda están implantados.
• En ese momento particular, se fija la imagen de los dioses nahuas que se acercan a sus rostros
definitivos. El templo de Quetzalcoatl, en la Ciudadela, recibe la decoración que le conocemos
ahora, con sus grandes serpientes anilladas que ondulan entre las conchas marinas policromas.
Sobre la fachada occidental, están insertadas a intervalos regulares unas piedras en espiga
esculpidas; la cabeza de una serpiente emplumada alterna con una extraña figura en la que se
reconoce el arquetipo del dios de la lluvia, Tlaloc.
5. Fase
Tlamimilolpa
(200 a 350)
• La ocupación del suelo se hace sistemáticamente según un recorte
cuadrangular. Las construcciones, civiles o religiosas, se ordenan
alrededor de patios cuadrados o rectangulares. Algunos edificios están
bordeados con pórticos y galerías abiertas, sostenidas por pilastras de
sección cuadrada. Una decoración con almenas se encuentra arriba de los
frisos de entablamento.
• En el terreno de la cerámica, también hay cambios importantes. La vasija
trípode de paredes rectas aparece hacia el año 200. Sus soportes son
preferentemente rectangulares y algunos modelos están provistos de una
tapa cónica. El exterior de la vasija lleva una decoración elaborada, cuyo
contenido ritual es patente. Las formas nacidas en la fase anterior se
perpetúan: pequeña vasija globular de cuello largo y delgado (florero), y
jarra de cuello ancho y abierto.
• Esta fase, llamada convencionalmente Tlamimilolpa, que es el nombre de
un barrio periférico en Teotihuacan, se situaba anteriormente entre 250 y
450.
• El fechamiento del Entierro 90, en la orilla exterior del templo de
Quetzalcoatl (lado sur), es un buen modo de identificar el inicio de la
fase. Esta ofrenda, que encierra dieciocho cuerpos de guerreros
sacrificados, corresponde en efecto a la consagración del santuario en su
configuración fechada al inicio de la Época III.
6. Fase Xolalpan (350 a 600)
• Se puede considerar que la fase llamada Xolalpan, por el nombre de otro barrio
periférico de Teotihuacan, es la fase de apogeo del sitio.
• La gran mayoría de los vestigios visibles en la actualidad pertenecen a ese
periodo. Su actividad artística es intensa. El área ceremonial parece crecer aún
más, ya que un gran conjunto aparece frente a la Ciudadela, al lado occidental
de la Avenida de los muertos.
• Si la función de la Ciudadela es claramente religiosa, con su templo central
encerrado en su explanada cuadrada rodeada por quince templos, la función del
Gran Conjunto Occidental se discute más: las interpretaciones aún oscilan entre
un polo de poder "civil“ y un barrio comercial añadido alrededor del mercado.
7. • La vida en Teotihuacan, en todo caso, se organiza alrededor de
barrios perfectamente delimitados, que casi se podrían confundir
con los calpulli de la futura capital azteca. Como conjuntos
residenciales agrupados alrededor de un templo central, esos
barrios teotihuacanos tienen personalidades afirmadas, como si el
lugar de residencia dependiera de ciertos factores como el estatuto
social, la profesión o el origen étnico. Así, se habla del "barrio de los
mercaderes" o del "barrio zapoteco"; ciertos sectores parecen
haber albergado a dignatarios, y otros, vecinos, a familias mucho
más humildes.
• Dentro de esta inmensa labor, se percibe una voluntad excepcional,
la de un poder que dispone de los medios para ejecutar esas
grandes construcciones e imponer su propia visión del mundo.
• La arquitectura teotihuacana traduce un sentido del orden y de la
simetría, un gusto por el espacio, un espíritu de grandeza, que son
otras tantas afirmaciones de poder.
• Aun hoy, ante la inmensidad del sitio, se percibe lo que fue el
control ideológico y religioso de las elites gobernantes.
• La ciudad obedece a un plano "ideal" y su arquitectura sigue los
cánones que le imponen armonía.
8. Fase Xolalpan
(350 a 600)
• La cerámica también tiene un periodo de producción
eufórica. Las vasijas trípodes de paredes rectas están
adornadas con delicadas decoraciones pintadas, grabadas
o con pastillaje.A veces, las paredes están estucadas para
recibir en seco pinturas de glifos complejos que
convierten a esas vasijas en verdaderos documentos
"escritos". La habilidad de los artesanos ceramistas no
parece conocer límites.
• Es claro que junto a este dominio afirmado con
ostentación surge una tendencia a la "industrialización"
de la producción. Se observa que los talleres de los
alfareros realizan objetos en serie y emplean moldes para
fabricar las estatuillas y las partes desmontables de los
grandes ensamblajes (rosetas, flores, discos, placas,
penachos de plumas, etc.).
9. Fase Metepec (600
a 750)
Esta foto de Autor desconocido está bajo licencia CC BY-SA
12. Cuando llega la hora del
sacrificio
Esta foto de Autor desconocido está bajo licencia CC BY-NC-ND
13. El pantéon
• Al inicio de la Época, se dibuja la arquitectura del panteón que
encontrarán los conquistadores. También es una época en la que se
fija la imagen de los dioses.
• Teotihuacan ofrece, desde este punto de vista, una excelente
perspectiva sobre el momento de la mutación: el sitio nos propone,
en efecto, el primer retrato de Tlaloc, el dios de la lluvia. Sobre los
costados de la pirámide principal de la Ciudadela, alternando con la
figura de la Serpiente Emplumada, la fisonomía de Tlaloc aún se
distingue mal.
14. Tlaloc
• El rostro de Tlaloc, que alterna con el de la
Serpiente Emplumada, no es, stricto sensu, un
retrato, sino un grifo que, como todos los glifos de
la convención mesoamericana, combina elementos
naturalistas con elementos simbólicos. Así, las
famosas "anteojeras" circulares de Tlaloc no son
sino dos discos que constituyen el glifo del jade.
• En Teotihuacan, este carácter glífico de los ojos de
Tlaloc aún se percibe claramente, pero se irá
transformando a [males de la Época, al integrarse
en un rostro más humano.
Esta foto de Autor desconocido está bajo licencia CC BY-SA-NC
16. El Tlaloc de Teotihuacán
• El Tlaloc de Teotihuacan es entonces una anotación de la díada atl
tlachinolli, cuyo valor sacrificial se conoce; pero aparece al mismo tiempo
como el dios del agua y el dios del fuego en su papel de señor del año (lo
cual explica que el glifo del año derive de la figura de Tlaloc).
• El panteón se ordena en torno a principios duales: hombre-mujer, este-
oeste, luna-sol, agua-fuego, jóvenes-viejos, vida-muerte, águila-jaguar, día-
noche, etc.
• La especificación que opera en Teotihuacan no es anárquica; no se trata de
una proliferación incontrolada, sino de una formación elaborada del
mundo de los dioses, bajo la alta vigilancia de un clero manifiestamente
poderoso.
17. Bibliografía
• Duverger, C. (2007). El primer
mestizaje: la clave para entender
el pasado mesoamericano (No.
Sirsi) i9789707708563).
Universidad Nacional Autónoma
de México. Instituto Nacional de
Antropología e Historia (México)
Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes (México). pp. 352-369