El documento presenta textos a favor y en contra del cristianismo en la Roma antigua. En contra se encuentran escritos del filósofo griego Celso del siglo II que criticaban las pruebas de la divinidad de Jesús comparándolas con otras figuras míticas. A favor se presentan extractos del sirio Taciano y del ateniense Atenágoras que elogiaban la vida humilde y caritativa de los cristianos y su fe en el juicio final ante Dios.
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Cristianismo en Roma: argumentos a favor y en contra
1. TEXTOS A FAVOR Y EN CONTRA DEL CRISTIANISMO EN ROMA
EN CONTRA
Celso fue un filósofo griego que vivió en el siglo II. Su figura transcendió históricamente debido a
que escribió una serie de textos contra el cristianismo, escritos y teorías que fueron contestados por
el filósofo Orígenes.
Se cree que, dada la creciente propagación del cristianismo, Celso dirigió sus escritos contra
esta religión y en especial para contrarrestar las conversiones entre paganos.
“Hay una raza nueva de hombres, nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, unidos contra todas las
instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente marcados de infamia,
pero que se glorían de la execración común”.
CELSO, Discurso verdadero contra los cristianos, pág. 19 (según la edición de Alianza Editorial)
Es crítico con las pruebas que ofrecen sus contemporáneos cristianos a favor de la divinidad de
Jesús, al recordarles que mucho de lo que se le atribuía ya era común en otras figuras míticas de
la época:
“¿Qué razones os autorizaban a creer que él era Hijo de Dios?
— Y, decís, porque él sufrió el suplicio para destruir la fuente del pecado.
— Pero ¿no hay millares de otros que fueron ejecutados, y no con menos ignominia? (...) ¿Qué
razón, a fin de cuentas, os persuade a creer en él? ¿Es porque predijo que después de muerto
resucitaría? Pues bien, sea, admitamos que hubiera dicho eso. ¡Cuántos otros esparcen también
maravillosas fanfarronadas para abusar y explotar la credulidad popular! Zamolxis de Citia, esclavo
de Pitágoras, hizo otro tanto, según se dice, y el propio Pitágoras en Italia; y Rampsonit de Egipto,
de quien se cuenta que jugó a los dados en el Hades con Deméter y que volvió a la tierra con un
velo que la diosa le había dado. Y Orfeo entre losodrises, y Protesilao en Tesalia, y Hércules,
y Teseo en Tenares. Convendría previamente examinar si alguna vez alguien, realmente muerto,
resucitó con el mismo cuerpo.”
Ibídem, pág. 38
Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Celso
A FAVOR
Taciano, de origen sirio, se convirtió al parecer, en Roma, y fue discípulo de san Justino. Se
conserva de él un Discurso contra los griegos en el que se lanza a atacar el politeísmo y la filosofía
pagana de una manera vehemente y extremosa que muestra bien su radicalismo y virulencia de
carácter.
“¿Por qué os empeñáis, oh griegos, en que, como en lucha de pugilato, choquen las instituciones
del Estado contra nosotros? Si no quiero seguir las costumbres de ciertas gentes, ¿por qué he de
ser odiado como el ser más abominable? El emperador manda pagar tributos, y yo estoy dispuesto
a hacerlo. Mi amo quiere que le esté sujeto y le sirva, y yo reconozco esta servidumbre. Porque, en
efecto, al hombre se le ha de honrar humanamente, pero temer sólo se ha de temer a Dios, que no
es visible a los ojos humanos ni es por arte alguna comprensible. Sólo si se me manda negar a Dios
2. no estoy dispuesto a obedecer, sino que antes sufriré la muerte, para no declararme mentiroso y
desagradecido.”
TICIANO, Discurso contra los griegos, capítulo 13
Atenágoras debió de convertirse al cristianismo después de haber seguido estudios de retórica y
de filosofía: sus escritos están llenos de erudición y de los recursos estilísticos propios de los
oradores y escritores de la época. Se conserva de él una Súplica en favor de los cristianos y un
tratado Sobre la resurrección.
“La vida de los cristianos.
Entre nosotros fácilmente podréis encontrar gentes sencillas, artesanos y viejezuelas, que si de
palabra no son capaces de mostrar con razones la utilidad de su religión, muestran con las obras
que han hecho una elección buena. Porque no se dedican a aprender discursos de memoria,
sino que manifiestan buenas acciones: no hieren al que los hiere, no llevan a los tribunales al
que les despoja, dan a todo el que pide y aman al prójimo como a sí mismos. Ahora bien, si no
creyéramos que Dios está por encima del género humano, ¿podríamos llevar una vida tan pura?
No se puede decir; pero estando persuadidos de que de toda esta vida presente hemos de dar
cuenta al Dios que nos ha creado a nosotros y que ha creado al mundo, escogemos la vida
moderada, caritativa y despreciada, pues creemos que no podemos aquí sufrir ningún mal tan
grande, aun cuando nos quiten la vida, comparable con la recompensa que recibiremos del gran
Juez por una vida humilde, caritativa y buena. Platón dijo ciertamente que Minos y Radamanto
tenían que juzgar y castigar a los malos; pero nosotros decimos que ni Minos ni Radamanto ni
el padre de ellos escaparán al juicio de Dios. Además, vemos que son tenidos por piadosos los
que tienen como concepto de la vida aquello de «comamos y bebamos, que mañana moriremos»
(Cf. Is 22, 13; Sab 2, 6) y tienen la muerte por un sueño profundo; en cambio nosotros tenemos
la vida presente como de corta duración y de pequeña estima y nos movemos por el solo deseo
de llegar a conocer al Dios verdadero y al Verbo que está en él, cuál es la comunión que hay
entre el Padre y el Hijo, qué cosa sea el Espíritu, cuál sea la unidad de tan grandes realidades y
la distinción entre los así unidos, el Espíritu, el Hijo y el Padre; nosotros sabemos que la vida que
esperamos es superior a cuanto se puede expresar con palabras, si a ella llegamos puros de
toda iniquidad, y llevamos hasta tal extremo nuestro amor a los hombres, que no sólo amamos
a nuestros amigos, pues dice la Escritura: «Si amáis a los que os aman y prestáis a los que os
prestan, ¿qué recompensa podéis esperar?»; pues bien, a nosotros que somos tales y vivimos
tal género de vida para evitar la condenación, ¿no se nos ha de tener por religiosos?”
ATENÁGORAS, Súplica en favor de los cristianos, cap 11-12
Recuperado de: www.mercaba.org/TESORO/apologistas.htm
RECOPILADO POR: Pablo Molina, profesor de Historia de la U. E. “Amelia Gallegos Díaz”.
Riobamba.