1. Globalización: su indefinición
e inicio.
Muchos especialistas sitúan la
aparición de la globalización en 1942,
cuando se empezó a imponer en el
mundo occidental, pero parece estar
más cerca del inicio de las sociedades
industriales (s. XIX), cuando se inició la
expansión capitalista (s. XV a XVIII),
llegando finalmente a materializarse en
el siglo XX en una economía y política
que trasvasaba naciones, pueblos o
culturas.
Su definición se hace difícil ya
que engloba multitud de ideas, siendo
defendido por algunos que es un
término con más de un significado y,
además, pluridimensional. Por esto,
para poder entender de qué se trata y
crearnos nuestra propia concepción de
en qué consiste, de si es el único camino
posible para la sociedad actual, se hace
necesario conseguir entenderla sin caer
en el reduccionismo.
Lo que evidente es que parece
que se trata de llevar esa apertura y
libertad a todos los rincones y a todos
los ámbitos menos al de los Derechos
Humanos, al menos hasta ahora, donde
la desigualdad, la extrema pobreza o los
conflictos armados se mantienen en los
países más pobres sin que se haga nada
para cambiarlo. Es la liberación del
“poderoso”, de su mercado, su
economía, en definitiva, del todo vale
siempre que sea rentable, siguiéndose
un camino que no contempla al total de
la humanidad, sino sólo a la parte que
posee el poder económico de orden
capitalista (“vemos, entonces, que si hay
un localismo que se globaliza mediante
la dominación y la imposición frente a
otros localismos hay, por ende,
determinados factores, ideologías,
modelos, personas que son los que se
globalizan, mientras otros se
marginan”2). Vivimos un
multiculturalismo piramidal, siendo
unas culturas más importantes que otras
para este mundo globalizado,
buscándose homogeneizarlas y que den
lugar a una cultura uniforme. Así
aparecen los marginados, los emigrantes
sin papeles, los ciudadanos de segunda,
tercera y hasta cuarta categoría; porque
la globalización no abre fronteras para
todas las personas. Son los procesos de
aculturación, la discriminación hacia el
“económicamente débil” y todo lo que
representa, incluida su cultura.
Podemos entonces entender que
se nos quiere plantear la globalización
como la única forma de progreso o
desarrollo, sobre todo económico,
aunque también se escuda en el
progreso tecnológico, para, finalmente,
tener como propósito crear un poder
sociopolítico donde primaría la
economía sobre todo lo social
(“Permitir al mecanismo del mercado
ser el único director del destino
humano y de un ambiente natural (…)
resultaría en la demolición de la
sociedad” (Polanyi, 1990, pág. 73))1.
Unido al término globalización
encontramos el de neoliberalismo, y
como consecuencia del neoliberalismo
2
Alicia Bandera (@AliciaBandera)
Licenciada en Pedagogía
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progresivo, todos hemos “firmado” el
que se ha dado en llamar contrato del
siglo XXI, y lo asumimos. Lo cual
podemos resumir: “no resistirse a la
mundialización, no retrasarse en la
carrera de las innovaciones
tecnológicas, liberalizar totalmente
todos los mercados, desregularizar el
funcionamiento de las economías y de
la sociedad, privatizar todo lo
privatizable, despolitizar la vida social,
reducir la capacidad de intervención
social del Estado y asumir, a nivel
individual, que lo importante es ganar y
eso implica ser siempre altamente
competitivo…”, y todo ello unido a todo
lo que representa: desigualdad social,
hambre, explotación, incumplimiento de
los Derechos Humanos, guerras, …
Los ciudadanos sólo somos
útiles para el neoliberalismo cuando
producimos y consumimos a la vez; y
así es como intenta socializarnos.
Siendo fiel a este modelo, la educación
que se sigue impartiendo en las aulas,
donde lo importante son los resultados y
no los procesos mediante los cuales se
llega a ellos, la competitividad, la
individualidad mal entendida frente al
colectivismo…, es el fiel reflejo y
preparación de lo que vivimos
socialmente y de lo que nos esperará
como futuros consumidores acríticos.
Ahora no se escucha la razón
proveniente del intelectual, sino que se
sigue, a pies juntillas, las opiniones sin
fundamento y, en muchos casos,
extremistas, difundidas por los medios
de la información y la comunicación de
masas; los cuales hacen uso de
“artimañas” que consiguen hacernos, si
cabe, más inocuos ante noticias y
sucesos ante los que habría que echarse
las manos a la cabeza. Así se afianza
nuestro, ya iniciado en la escuela,
proceso socializador. Estas “artimañas”,
a las que llamo así porque intentan no
ser visibles ante los que van dirigidas,
porque ahí reside su efectividad, son: la
distracción, hacer graduales los
cambios, dirigirse al ciudadano como a
seres sin la suficiente capacidad, dar
más importancia a las emociones que a
la razón, hacernos no entender el
sentido ni funcionamiento de los medios
tecnológicos que se usan para nuestro
control, familiarizarnos y aprobar lo
banal y absurdo, hacernos sentir los
únicos culpables de nuestra mala
situación y saber más de nosotros que
nosotros mismos.
La democracia también aparece
como parte de la globalización y del
neoliberalismo, pero no se puede
olvidar que existen diferentes tipos de
democracia y que, por tanto, la que
representa nuestra sociedad actual es tan
sólo una de ellas, la que se considera
formal y representativa, pero no por ello
la más beneficiosa o adecuada a la
mayoría social. Quizás, partiendo de
esto, se pueda explicar uno de los
eslóganes más conocidos por el
movimiento 15-M: “Democracia Real
Ya”.
Vemos, por tanto, que el
concepto de ciudadanía, que parte del de
democracia, ha sufrido serios matices en
3
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su uso al ser incluida también en el
corsé de la globalización, al ser otro
instrumento político más que pretende
hacernos creer en la buena fe de las
decisiones partidistas, decidiéndose
sobre nuestros derechos y deberes en
función de los intereses económicos y
de poder. Por lo que habría que
recordar su significado inicial y
verdaderamente útil al ciudadano y a la
sociedad1:
• Conjugar la autonomía personal
con la construcción de la justicia
social.
• Concienciar en la visión
preactiva del ejercicio de
derechos y responsabilidades.
• Sentimiento de vínculo cívico
con los conciudadanos/as.
• Participación responsable en
proyectos comunes y conciencia
no sólo de los derechos, sino
también, de las
responsabilidades.
• Solidaridad con los semejantes y
sentimiento de vínculo con
cualquier ser humano.
Tras todo lo dicho
anteriormente, cabe preguntarse si la
única relación posible entre
globalización y Derechos Humanos es
la de que estos últimos estén
supeditados a la primera y no al
contrario. Los Derechos Humanos
deberían tener una misión de liberación,
de crítica a la situación actual, y
conseguir un cambio desde abajo para
asegurar la pérdida del poder
hegemónico que sigue imperando con la
globalización. Crear un nuevo concepto
de globalización donde todos seamos
los beneficiarios del sistema y no se
consienta la discriminación encubierta
bajo la escusa de unos supuestos
Derechos Humanos que sólo
representen a unos cuantos, aunque
haya que luchar contra la actual
globalización de nuestra sociedad
neoliberal, que lógicamente no
renunciará a su existencia, con un
espíritu crítico que está en extinción.
2. Otra globalización es posible.
Como hemos visto, la visión más
invocada respecto a la globalización en
que nos vemos inmersos se sostiene en
una ideología neoliberal capitalista,
donde “la globalización es un proceso
esencialmente económico que pretende
liberalizar los mercados e integrar las
economías nacionales en un nuevo
orden global”3. Aquí no compiten las
economías del tercer y cuarto mundo, y
nadie critica la organización social y
productiva del sistema. Pero cabe
preguntarse si otro enfoque es posible y,
sobre todo, viable. Algunos pensamos
que sí y que llevarla a la práctica no es
sólo una utopía, sino una necesidad.
El autor Renato Ortiz nos da la
pista al afirmar que “hay que verla (la
globalización) como algo mucho más
complejo que se nos impone a todos
desde múltiples formas. No se puede
4
Alicia Bandera (@AliciaBandera)
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confundir el proceso ni con sus mitos,
ni con sus ideologías”3.
El primer paso hacia esa otra
concepción de globalización está en la
liberación de ésta, alejarla del
neoliberalismo capitalista y poner la
atención en que globalización también
es un proceso de creación de cultura y
símbolos, material cultural e identidad
de los que participamos de ella. Es un
proceso, por tanto, que necesita tiempo
para materializarse y, sobre todo, hay
que entender que estos cambios que
mencionamos en la cultura, identidad,
etc. son más lentos que los que se van
produciendo en la economía o la
política, y que, por consiguiente, habría
que buscar un punto de inflexión que
estabilice la globalidad, nunca mejor
dicho, de la globalización.
3. El papel de la escuela para el
cambio.
Aquí volvemos a tratar el tema
de los medios de comunicación de
masas, especialmente la televisión, y su
importancia a la hora de transmitir la
ideología neoliberal de la globalización,
usando para ello: el mito de la
objetividad o asimilación acrítica e
irreflexiva, la creación y difusión de
estereotipos como herramienta del
conocimiento, la hipersensibilidad o la
hipertrofia de ésta, primacía de la
seducción sobre la racionalidad,
fragmentación del conocimiento,
intencionalidad y pasividad y
aislamiento en la realidad virtual.
Tras este recordatorio de hechos,
sólo cabe decir: “¿para qué sirve la
escuela y para qué debería servir?”. Lo
que es evidente, es que desde la escuela
es desde donde tiene que partir el
cambio hacia una globalización que
deje de ser buena o mala en función del
color del cristal con que se mire.
BIBLIOGRAFÍA
• 1 Martín Solbes, V., M. y
Valderrama Bares, P.
“Educación y ciudadanía. La
exigencia de un compromiso
ético en tiempos de
globalización”.
• 2 Verónica Ribotta, S.
“Globalización versus Derechos
Humanos”. ¿Pueden
configurarse los Derechos
Humanos como una estrategia
emancipadora en el actual
contexto de globalización
neoliberal? Tomado del
Instituto de Gobernabilidad de
Cataluña.
• 3 Ignacio Sierra, I.
“Globalización,
multiculturalismo y
comunicación. Paradojas y
debates”. Conferencia
presentada el 9 octubre de 2002,
como parte de la Cátedra
Unesco de Comunicación
Social, en la Facultad de
Comunicación y Lenguaje de la
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Alicia Bandera (@AliciaBandera)
Licenciada en Pedagogía
http://pedagogaaliciabandera.blogspot.com.es/
Pontificia Universidad
Javeriana, Bogotá, Colombia.
• 4 Pérez Gómez, A., I. (2004): La
cultura escolar en la sociedad
neoliberal, Ediciones Morata:
Madrid.
• http://www.globalizate.org/ques.
html
• http://www.imf.org/external/np/
exr/ib/2000/esl/041200s.htm
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Pontificia Universidad
Javeriana, Bogotá, Colombia.
• 4 Pérez Gómez, A., I. (2004): La
cultura escolar en la sociedad
neoliberal, Ediciones Morata:
Madrid.
• http://www.globalizate.org/ques.
html
• http://www.imf.org/external/np/
exr/ib/2000/esl/041200s.htm
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