2. REGULACION DEL PESO
CORPORAL
• La regulación del peso corporal en los
seres humanos es un fenómeno complejo,
ya que los mecanismos implicados son muy
variados, involucrando factores genéticos,
ambientales y relacionados a la conducta
3. La estabilidad del peso corporal y la composición
corporal durante largos períodos de tiempo requiere
que la ingesta de energía se equilibre con el gasto de
energía (Figura 1).
4. REGULACION DEL PESO CORPORAL
• Al referirnos a la regulación del peso corporal
estamos haciendo alusión al mantenimiento de
los depósitos corporales de energía.
• Debido a que en los adultos los depósitos
corporales de CHO y proteínas varían
relativamente poco, la regulación del peso
corporal concierne principalmente al depósito
de tejido adiposo corporal.
• Desbalances crónicos entre la ingesta de
energía y el gasto de energía resultan en
cambios en la masa de tejido adiposo corporal.
5. ECUACIONES DEL BALANCE
ENERGETICO
• Mencionamos anteriormente que la
ecuación clásica para el estudio del
balance energético en los seres humanos
es la que se ha denominado “ecuación
estática”, la cual plantea que:
Energía depositada = ingreso calórico – gasto calórico.
(tejido adiposo)
6. • Si bien parece válida y muy lógica en primera
instancia, se ha demostrado que es estática y
matemáticamente incorrecta; por lo que es
inválida para cálculos en organismos vivos en
los cuales el balance energético es dinámico e
interactuante (Ravussin & Swinburn, 1993).
• De hecho, un exceso pequeño en el consumo
de alimentos mantenido durante un largo
período de tiempo no produce un aumento
proporcional del peso (Figura 2).
7. • La ecuación estática es inapropiada para
predecir cambios en el peso corporal como
consecuencia de desequilibrios calóricos
porque no toma en cuenta que el gasto
energético crece si hay un aumento de
peso.
8. ECUACION DINAMICA
• Es por eso que para el estudio del balance
energético se ha introducido una nueva ecuación
que se conoce como “ecuación dinámica”
• Cambio en las reservas de energía = cambios en
el ingreso calórico – cambios en el gasto
calórico.
9. BALANCE ENERGETICO Y BALANCE DE
NUTRIENTES
• Es importante resaltar que la regulación del
peso corporal no sólo requiere lograr un
balance energético, sino también que
también es necesario que se logre un
balance de nutrientes, es decir que la mezcla
de combustibles oxidados debe equilibrarse
y ajustarse ala composición de sustratos
energéticos de nuestra dieta (
10. • El concepto de balance de nutrientes proviene del
hecho de que cada uno de los macronutrientes
(carbohidratos, proteínas y grasas) es oxidado o
depositado en su propio compartimento.
• La conversión de un nutriente a otro para ser
depositado, si bien es posible desde el punto de
vista bioquímico, no es una de las principales vías
metabólicas que se produce en el ser humano
11. • Una comida con un contenido alto en
carbohidratos promueve principalmente un
aumento en la oxidación de carbohidratos;
• por el contrario, la respuesta metabólica a
una comida alta en grasas es la
estimulación de su depósito y no de su
oxidación
12. • Por lo tanto, parecería ser que el balance de
• carbohidratos tiene prioridad por sobre el balance de
las grasas.
• Asimismo, el balance de proteínas (de nitrógeno)
tiende a ser mantenido durante algunos días, aún en
la presencia de cambios en la cantidad de proteínas
ingeridas en la dieta (es decir que cuando el
requerimiento dietético mínimo de proteínas es
alcanzado, la masa de proteínas corporales se
mantiene estable).
• En los seres humanos adultos, las variaciones en el
balance energético se reflejan a través de cambios
en el balance de las grasas
13. CONCLUSION
• Por consiguiente, tanto un exceso en la
ingesta de grasas en la dieta como bajos
niveles de oxidación de grasas son dos
factores que favorecen la ganancia de peso
y el desarrollo de la obesidad.
14. CONTROL DE LA INGESTA DE ALIMENTOS
• La mayoría de los sujetos que logran mantener su
peso corporal estable durante largos períodos de
tiempo son capaces de adaptar espontáneamente
su ingesta de energía a una gran variedad de gastos
energéticos, a través de mecanismos que regulan la
ingesta de alimentos.
• Comenzaremos por diferenciar dos términos
relacionados a este tema que usualmente se
consideran como sinónimos:
15. • Hambre: es una sensación (de tipo instintiva) que
lleva al individuo a buscar y consumir alimentos. Sus
principales centros reguladores se encuentran en el
hipotálamo, pero las señales que la originan pueden
ser centrales (cerebro) o periféricas.
• Apetito: es la intelectualización del hambre. Es
característico del ser humano y está influenciado por
el medio social (hábitos, modas, prejuicios, etc.).
16. • Más allá de estas diferencias, podemos afirmar que
la ingesta de alimentos es un fenómeno complejo,
que surge de la interacción de mecanismos
centrales y periféricos.
• El tracto gastrointestinal contiene mecano y
quimiorreceptores que transmiten información
acerca de su contenido de nutrientes hacia el
cerebro.
• Entonces la disminución del hambre puede ser
consecuencia de mecanismos centrales como
periféricos
17. • La cantidad total de energía consumida en 24 horas
depende principalmente de dos variables: el tamaño
de cada comida y la frecuencia con la que se
realizan las comidas.
• Estas dos variables son reguladas por mecanismos
diferentes.
• El hambre se experimenta luego de un determinado
tiempo después de la absorción de los nutrientes
ingeridos con la comida previa.
18. • Luego de la ingesta de una determinada cantidad de
alimento se produce la supresión del alimentos.
• Esto se conoce como saciación, y los mecanismos
que la regulan son los principales
• determinantes del tamaño de la comida realizada.
• Cada comida es seguida por un período de tiempo
de duración variable, caracterizado por la ausencia
de hambre, que se conoce como saciedad.
19. • La finalización del período de saciedad coincide con
el resurgimiento de la sensación de hambre,
llevando al consumo de la siguiente comida, y
recomenzando el ciclo de la ingesta de alimentos.
• Los mecanismos que promueven la saciación son
diferentes de aquellos que determinan el período de
saciedad, por lo tanto el tamaño de las comidas y la
frecuencia con la que ingerimos alimentos son
controlados por diferentes factores.
20. CONCLUSION
• Saciedad: es la inhibición del hambre que
ocurre luego de la ingesta de alimentos.
Por lo tanto, determina el tiempo entre las
comidas, es decir, el ciclo “comer – volver a
comer”.
• Saciación: es el control del tamaño de
cada comida o la cantidad de alimentos
ingeridos. Controla la ingesta, es decir,
“comer – parar de comer”.
21. Efecto de los macronutrientes sobre el apetito.
• El sistema que regula la ingesta de
alimentos no considera a todas las calorías
por igual.
• Es decir que existe una jerarquía en la
eficacia saciógena de los macronutrientes,
según el siguiente orden:
• proteínas > carbohidratos > grasas
22. • Esto implica que en condiciones normales,
con dietas mixtas normocalóricas, los
nutrientes más saciógenos son las proteínas,
y los carbohidratos son casi equivalentes.
• Sin embargo, las grasas no parecen tener un
gran efecto saciógeno, y se las asocia a
dietas hipercalóricas.
23. La paradoja de las grasas: “hiperfagia
hipergrasa”.
• La información precedente acerca del poder
saciógeno de las grasas parece ir en contra de los
conocimientos de la fisiología, que manifiesta que
las grasas al llegar al duodeno (primera porción del
intestino delgado) determinan una sensación de
saciedad, principalmente por la estimulación de la
Colecistoquinina (CCK), uno de los saciógenos
fisiológicos más importantes.
24. • Esta aparente paradoja de la coexistencia de un
efecto de saciedad, con los datos acerca de que su
ingesta se asocia con menor saciedad y con una
alimentación hipercalórica, parece estar explicado
por el hecho de las señales de saciedad de las
grasas son relativamente débiles y tienen un
excesivo retardo como para impedir una gran
ingesta de alimentos.
25. • Hay dos aspectos relacionados a las grasas que
refuerzan su capacidad para llevar a un alto
consumo energético:
• 1) los alimentos ricos en grasas son a menudo muy
sabrosos, lo que puede llevar a una ingesta rápida y
abundante de los mismos;
• 2) estos alimentos generalmente son muy calóricos.
• Como este alto ingreso de grasas no parece
desencadenar señales lo suficientemente efectivas
para controlar su consumo, el fenómeno es
conocido como “sobreconsumo pasivo” (“passive
overcomsuption”)
26. REGULACION DEL TEJIDO ADIPOSO:
ROL DE LAS HORMONAS, DE LA
INGESTA ENERGETICA Y DE LA
ACTIVIDAD FISICA
27. • El tejido adiposo es mantenido por la compleja
interacción de varios sistemas fisiológicos y
psicológicos que regulan la ingesta y el gasto de
energía
• Sin embargo, en esta relación el tejido adiposo no
juega un rol pasivo, ya que secreta varios productos
con acción biológica (la leptina y varias citoquinas)
que pueden influir tanto sobre su propio
metabolismo, como el de otros tejidos (incluidos el
hepático y el muscular)
28. Ingesta de Energía
• La ingesta de energía está controlada por el
hambre y el apetito, y las sensaciones de
saciedad y saciación.
• El hambre parece ser de naturaleza genética y
fisiológica, recibiendo información desde la glucosa
sanguínea, neurotransmisores, el sistema
gastrointestinal y varias hormonas, como por
ejemplo, la leptina.
• Por el contrario, el apetito parece ser de naturaleza
psicológica y cultural, y se va formando como
respuesta a la alimentación.
29. Gasto de Energía
• El gasto de energía está relacionado con la tasa
metabólica, que en estado de reposo está
controlada por varias hormonas y factores
genéticos.
• La actividad física aumenta el gasto energético
directamente, pero también afecta varias hormonas
que controlan la tasa metabólica y la sensación de
hambre.
• Por lo tanto, el ejercicio parece la única variable que
tiene el potencial de influenciar ambos lados de la
ecuación del balance energético.
30. • Desde una perspectiva endocrina, son varias las
hormonas que regulan el tejido adiposo.
• Entre las principales se encuentran las
catecolaminas, el cortisol, la GH y las hormonas
tiroideas.
• Sin embargo, en determinadas situaciones, otras
hormonas pueden también participar, como por
ejemplo, el glucagón, la insulina, los andrógenos
y los estrógenos.
• Pero de toda esta lista las catecolaminas
(adrenalina y noradrenalina) parecen ser las
principales reguladoras del tejido adiposo
31. • Prácticamente todas las hormonas mencionadas se
relacionan entre sí y responden al ejercicio físico.
• Por lo tanto el ejercicio es uno de los principales
puntos de conexión entre los moduladores
hormonales de la ingesta y el gasto de energía.
• Parecería ser que el componente neuroendocrino
clave facilitador de la lipólisis durante el ejercicio son
la estimulación del sistema nervioso simpático
(reflejado en un aumento de la noradrenalina) y las
catecolaminas (manifestado en un aumento de la
adrenalina).
33. • El punto clave para lograr una reducción en el peso
corporal es producir un balance energético negativo.
• Esto puede ser logrado a través de una disminución en
la cantidad de energía (alimentos) que consumimos a
diario, un aumento en nuestro gasto energético diario
(aumentando nuestra actividad física), o a través de la
combinación de ambas conductas.
• A pesar de que el combinar ambas modificaciones
(restringir ligeramente la ingesta de alimentos y
aumentar la actividad física diaria) es el enfoque ideal
para lograr un descenso de peso gradual y saludable,
la mayoría de las personas que buscan bajar de peso
no utilizan este método
34. Características de un plan alimenticio
• La principal característica que debe tener un plan de
alimentación que busque un descenso de peso es
que debe ser hipocalórico (es decir que el
contenido calórico de la dieta sea menor que el
gasto energético diario de la persona), para de eso
manera lograr un balance energético negativo.
• En personas que no realizan actividad física, una
dieta que contiene ~1400 a 1500 kcal/día en general
producirá un descenso de peso,
independientemente de la composición de
macronutrientes que la misma tenga.
35. Tipos de dietas
• Existen diferentes tipos de dietas para lograr una
disminución del peso corporal.
• Desde hace algún tiempo se ha prestado atención
no solo al contenido calórico de la dieta, sino
también al posible efecto que tendría sobre la
disminución del peso el utilizar diferentes
porcentajes de macronutrientes para lograr un valor
calórico dado.
36. DIETAS
• Para tratar de simplificar el estudio de esta gran
diversidad de posibilidades se las agrupará en tres
grupos:
• a) las dietas que se basan en restringir el consumo
de CHO y, por lo tanto, son altas en grasas y/o en
proteínas;
• b) dietas moderadas en grasas, altas que CHO y
moderadas en su contenido de proteínas;
• c) dietas que son bajas o muy bajas en grasas y, por
lo tanto, muy altas en CHO y moderadas en
proteínas.
• Las características principales de las mismas en cuanto
a la distribución de los macronutrientes se observa en la
Tabla 1.
37. Caracterización de las dietas más comunes utilizadas
para la disminución de peso (Adaptado de Freedman et al.,
2001).
Tipo de dieta
Alta en grasas. Baja
en CHO. Alta en
proteínas.
55-65 % < 20 % (< 100 g/ d) 25-30 %
25-30 %
Moderada en grasas.
Alta en CHO y moderada
en proteínas.
Dieta reducida
(hipocalórica)
equilibrada en nutrientes.
20-30 % 50-60 % 15-20 %
Dieta baja y muy
baja en grasas.
Dieta muy alta en
CHO y moderada en
proteínas.
< 10-19 % > 65 % 10-20 %
38. Dietas bajas en CHO.
• Como respuesta al aumento de prevalencia de
obesidad en todo el mundo, que ha alcanzado
magnitudes epidémicas (WHO, 2000), ha surgido un
interés en probar tratamientos alternativos para la
reducción del peso corporal, especialmente los
dietéticos.
• A pesar de la controversia acerca de su uso, las
dietas bajas en CHO están entre los tratamientos
para bajar de peso más populares del mundo;
siendo quizás la más famosa la Dieta del Dr. Atkins
(publicada originalmente en 1972, y actualizada en
1992 como la Nueva Revolución Dietética del Dr.
Atkins).
39. • Recientemente este tipo de dietas han ganado
nuevamente popularidad debido a la recomendación de
la O.M.S. y otras organizaciones de profesionales de la
salud de reducir el consumo total de CHO simples.
40. • En general, se acepta que una dieta es baja en CHO
cuando aporta menos de 100 g/día (Freedman et al.,
2001; Adam-Perrot et al., 2006).
• La distribución porcentual de macronutrientes de este tipo
de dieta es entre 50-60% de grasas, entre 20-30% de
proteínas y los CHO representan menos del 30%
(Adam-Perrot et al., 2006).
• De todos modos, algunos autores consideran que dietas
bajas en CHO y cetogénicas son aquellas que aporta
menos de 50 g de CHO por día (Westman et al., 2003).
41. • Entre los efectos secundarios que se observan al
seguir dietas estrictas bajas en CHO se destacan:
• deshidratación,
• hipoglucemia,
• dolores de cabeza,
• constipación,
• aumento en los niveles de ácido úrico en sangre,
• deficiencias de algunas vitaminas.
42. • Si bien este tipo de dietas tienen un alto riesgo de
ser nutricionalmente inadecuadas, debido a la
fuerte restricción en la selección de alimentos, hasta
el momento no hay datos suficientes para afirmar
que se produce un efecto negativo sobre el estado
nutricional, evaluado a través de indicadores
bioquímicos específicos (Adam-Perrot et al., 2006).
43. • Cuando los CHO aportados por la dieta se
restringen crónicamente, el cuerpo pasa a
depender de sus reservas de glucógeno para
mantener estable la glucemia.
• Una vez que estos depósitos son depletados,
nuestro organismo aumenta la oxidación de
grasas para poder cubrir los requerimientos
energéticos, que de otra manera no podrían ser
cubiertos solamente a través de la gluconeogénesis.
44. • La gluconeogénesis aumenta para mantener una
suficiente glucemia que pueda cubrir las demandas
del sistema nervioso central y otras células que
dependen por completo de la glucosa como, por
ejemplo, los glóbulos rojos.
• Este aumento en el uso de las grasas produce que
parte de los ácidos grasos sean oxidados de manera
incompleta en el hígado, formándose cuerpos cetónicos
(acetoacetato, β- hidroxibutirato y acetona).
• Estos cuerpos cetónicos pueden ser utilizados como
combustibles por todos los tejidos que contengan
mitocondrias, incluyendo el músculo esquelético y el
cerebro.
45. DIETAS BAJAS EN CHO
• Con el consumo de dietas bajas en CHO y altas en
grasas se observa una significativa disminución en
la glucemia, tanto en ayunas como postprandial,
especialmente en sujetos diabéticos.
• Este tipo de dieta también resulta en una
disminución en los niveles circulantes de insulina
(Adam-Perrot et al., 2006).
46. • Los sujetos que siguen dietas bajas en CHO
experimentan rápidas disminuciones de peso,
mayores que las observadas por aquellos que siguen
dietas convencionales (reducidas en calorías y grasas,
y altas en CHO), pero estos efectos sólo se observan
durante los primeros 3 a 6 meses de tratamiento.
• Pero luego de 1 año de tratamiento el nivel de
reducción del peso corporal es similar en ambos
tipos de dietas .
• La mayor reducción en el peso corporal se observa en
aquellos sujetos que presentan la menor ingesta
energética y el mayor peso inicial
47. Dietas bajas en CHO y ejercicio físico.
• En estudios de corta duración (4 semanas)
realizados en sujetos entrenados (revisados por
Adam-Perrot et al., 2006), la performance física no
se vio alterada cuando se utilizó una dieta
isocalórica baja en CHO (o sea, que aportaba
suficiente cantidad de energía, proteínas, vitaminas
y minerales), comparada con una dieta normal.
• Sin embargo, esto no garantiza que un dieta baja en
CHO e hipocalórica no tenga un impacto negativo
en el ejercicio de alta intensidad o en la performance
física de sujetos desentrenados.
48. • Es claro que la capacidad de una persona para tolerar
y recuperarse de un ejercicio intenso que dure varios
minutos o más está directamente relacionada a su
ingesta diaria de CHO.
• Por lo tanto, las personas que consumen una dieta
baja en CHO (20 a 100 g/día) es probable que tengan
una tolerancia al ejercicio menor y en consecuencia
una menor capacidad para mejorar su resistencia
física a través del entrenamiento
49. • Se sabe que al menos son necesarias 24 horas para
repletar los depósitos musculares de glucógeno
luego de un ejercicio muy intenso.
• Para esto es necesario que la dieta contenga
cantidades suficientes de CHO (entre 7 y 12 g · kg-
1 · día-1) y que sean distribuidas adecuadamente a
lo largo del período de recuperación.
• Por lo que es obvio que deportistas sometidos a
programas de entrenamiento intenso no se
beneficiarán siguiendo un plan de alimentación
reducido en CHO.
50. ESTRATEGIAS NUTRICIONALES PARA LA
DISMINUCION DE PESO
• El sobrepeso y en particular la obesidad son mucho más
que un simple “problema estético”, sino que se los
considera como una patología heterogénea, compleja y
multifactorial.
• Hasta hace un tiempo se la consideraba un problema de
malnutrición (por exceso) propio de los países
desarrollados, pero en la actualidad es un problema de
salud pública de importancia mundial, que afecta tanto a
los países ricos como pobres, a hombres y mujeres, y a
personas de cualquier edad (WHO, 2000).
51. • Si bien el objetivo principal del tratamiento es la
reducción del peso corporal y el tejido adiposo, el plan
de alimentación debería ser desarrollado de manera tal
que paralelamente se logren otros objetivos:
• a) disminuir el apetito;
• b) promover la reeducación alimentaria de la persona
(muy útil para mantener en el futuro el peso perdido);
• c) corregir perturbaciones metabólicas (dislipidemias,
etc.), si las hubiera.
52. • El abordaje de la reducción del peso corporal puede
basarse en varios recursos que deberían utilizarse
idealmente de manera conjunta:
• Una restricción calórica moderada.
• Educación alimentaria.
• Aumento de la actividad física.
• Psicoterapia.
• Tratamiento para la modificación de conductas, etc.
Sin duda que los tres primeros son los elementos básicos
que no deberían faltar nunca. De todos modos, es importante
recalcar que para el logro de nuestro objetivo es necesario
lograr un cambio en el estilo de vida de la persona, ya que
si no se logra este cambio integral de la persona el peso
perdido a largo plazo vuelve a recuperarse.
53. • Además de reducir el aporte de calorías, el plan de
alimentación también debería apuntar a mejorar la
calidad de la alimentación (aumentar el consumo de
frutas y verduras, reducir el consumo de grasas y azúcar,
utilizar lácteos descremados, adecuado consumo de
agua, etc.).
• El plan de alimentación debería ser individualizado, por lo
que las “dietas de moda”, impersonales y muchas veces
disarmónicas, que prometen un éxito inmediato y sin
sacrificios (por eso son atractivas!) no son eficaces a
largo plazo.
54. • Este plan de alimentación debería dejar de lado los esquemas
rígidos y disarmónicos, procurando que la persona incorpore
pautas de moderación y una mejor educación alimentaria.
• Debería de tener una distribución porcentual de los
macronutrientes armónica, y las características fisico-químicas
del mismo deberían de priorizar un efecto elevado sobre la
saciedad.
• Otro punto importante es el adecuado fraccionamiento de las
comidas a lo largo del día para evitar que la persona sienta
hambre; por lo que lo ideal sería hacer las cuatro comidas
principales (desayuno,almuerzo, merienda y cena) y alguna
comida pequeña (colación) entre las mismas si hiciera falta
(por ejemplo, cuando están separadas por 4 horas o más).
56. • La estrategia ideal para reducir el peso corporal sería
aquella que maximice la reducción del tejido adiposo al
mismo tiempo que minimice la pérdida de masa magra
asociada a la pérdida de peso.
• Por lo tanto, la estrategia ideal sería la combinación de
una dieta hipocalórica junto con un aumento en la
actividad física diaria, para así lograr un balance
negativo de una manera más segura y al mismo tiempo
que resulte menos exigente para la persona.
57. INVESTIGACION
• Existe un gran número de investigaciones sobre los
efectos de la alimentación y el ejercicio sobre los
cambios en el peso y la composición corporal, pero no
hay una clara concordancia entre los investigadores
acerca de su eficacia a corto y largo plazo.
• Pero un hecho claro es que diversas combinaciones de
actividad física y dietas pueden reducir el peso
corporal, pero si el tratamiento se abandona el peso
perdido se recupera.
• En este sentido el sobrepeso, y en particular la obesidad,
no son “curables”, sino “tratables” cuando cambios
permanentes en el estilo de vida son realizados.
58. • La disminución de peso no debería ser el único resultado
a través del cual se evalúa la efectividad de un
determinado tratamiento.
• También se deberían tener en cuenta el efecto sobre la
composición del peso perdido (cociente entre la masa
magra y la masa grasa), la localización regional del
peso perdido (central vs. periférica), medidas sobre la
capacidad de trabajo físico (fuerza y resistencia
muscular, resistencia cardiovascular, etc.), el efecto
sobre otros aspectos de la salud (por ejemplo, la salud
mental), y, particularmente importante, el riesgo para
desarrollar otras enfermedades (diabetes,
hipertensión, etc.).
59. Dieta y disminución de peso.
• A pesar de la gran cantidad de investigaciones
desarrolladas para entender el rol de la alimentación
en el control del peso corporal, existen aún
discrepancias entorno a cuestiones básicas como cual
sería el contenido energético de este tipo de planes de
alimentación y, quizás aún más controversial, cuál es la
distribución de macronutrientes más adecuada.
• La manipulación del contenido energético de la dieta
influirá la tasa a la que se perderá peso.
• Dietas muy hipocalóricas resultarán en mayores y
más rápidas disminuciones del peso corporal,
comparadas con dietas moderadamente
hipocalóricas.
60. RESPUESTAS
MACRONUTRIENTES
• Con respecto a la distribución de los macronutrientes en
la dieta, tanto las dietas bajas en grasas como las dietas
bajas en carbohidratos, tienen ventajas y desventajas
en cuanto a su efecto sobre los factores de riesgo para
desarrollar diferentes enfermedades, además de que
existe una gran variación individual en la respuesta a
este tipo de dietas.
61. CONCLUSION
• De todos modos, lo que si está claro es que la dieta debe
aportar menos energía de la que se gasta, para así lograr
un balance energético negativo que se traduzca en un
descenso de peso.
• Otro punto importante es que una vez que se logra
descender de peso, para poder mantenerlo, es necesario
continuar con un tratamiento continuo que apunte a la
educación alimentaria, a la práctica de la actividad física
regular y a la modificación de conductas, de lo contrario se
recuperará gran parte del peso perdido.
62. • Con respecto a la actividad física, su importancia para la
regulación del peso corporal genera es menos
controvertida, pero muy pocos estudios han examinado
la interacción del ejercicio con diferentes dietas.
• Con respecto al ejercicio físico considerado de manera
aislada, a la hora de prescribirlo como parte de un plan
para bajar de peso es importante tener en cuenta
algunos factores:
a) tipo de ejercicio;
b) intensidad;
c) duración de la actividad.
63. • El tipo de actividad puede ir desde ejercicios más
• estructurados (como correr, nadar o levantar pesos)
hasta actividades más informales que forman parte de la
vida diaria de la persona (jardinería, limpieza del hogar,
etc.).
• Las actividades físicas más informales parecen ser
útiles como un recurso más para la disminución de peso
cuando son acompañadas de una intervención dietaria.
• Otra actividad que progresivamente va ganando mayor
aceptación en los planes para bajar de peso es el
entrenamiento de la fuerza; no porque ofrezca una
ventaja sobre los ejercicios de resistencia aeróbica,
sino porque el mejorar la fuerza le permite a la persona
con sobrepeso realizar con menos esfuerzo otro
tipo de tareas, como las realizadas en la vida diaria.
64. • Las recomendaciones actuales sugieren 30 minutos
de actividad, 5 veces por semana (ACSM, 2001).
• Esta dosis ha sido efectiva para disminuir los factores
de riesgo de varias enfermedades (diabetes,
enfermedades cardiovasculares, etc.).
• Sin embargo, para la pérdida de peso quizás esta
cantidad no sea suficiente; es por eso que se han
recomendado cantidades mayores para garantizar no
recuperar el peso perdido, llegando a los 200-300
minutos semanales.
65. CONCLUSION
• En conclusión, desde una perspectiva de
la salud pública, debemos recordar que
cualquier ejercicio es mejor que ninguno, y
que más es mejor (siempre teniendo
cuidado de las consecuencias negativas
del entrenamiento excesivo).
67. • Las recomendaciones actuales del Colegio Americano
de Medicina del Deporte para una adecuada pérdida y
mantenimiento del peso corporal se resumen a
continuación (ACSM, 2001):
• Personas con un IMC > 25 deberían considerar
disminuir de peso, especialmente si es acompañado
de una elevado adiposidad abdominal.
• Personas con un IMC ≥ 30 deben realizar un
tratamiento para bajar de peso.
• Un objetivo más realista y saludable sería reducir como
mínimo el peso corporal en un 5-10% y tratar de
mantenerlo por un período de tiempo prolongado (6
meses a 1 año).
68. • Esta magnitud de reducción se asocia a una mejora en
los factores de riesgo y a una reducción en la
probabilidad de sufrir enfermedades crónicas no
trasmisibles.
• Los sujetos deberían esforzarse por mantener el peso a
largo plazo y evitar recuperar el peso perdido
(fluctuaciones de peso < 2,5 kg).
• Los tratamientos deberían centrarse en cambios en el
estilo de vida (principalmente, en aumentar la actividad
física diaria y mejorar los hábitos de alimentación).
• Reducir la ingesta energética entre 500 y 1.000 kcal / día.
• Reducir la ingesta de grasa a < 30% del V.C.T.
69. • Progresivamente aumentar la actividad física hasta un
mínimo de 150 minutos de actividad moderada por
semana. Pero para el mantenimiento del peso y evitar
recaídas se debería aumentar la cantidad de ejercicio
(200-300 minutos x semana o bien ≥ 2.000 kcal x
semana).
• Se deberían complementar los trabajos aeróbicos con
trabajos de fuerza y resistencia muscular.
• Los fármacos deberían sólo usarse en personas obesas
(IMC > 30) o con un IMC > 27 y con comorbilidades
asociadas, bajo estricta supervisión médica.