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Investigación documental y de campo
Informe final
Estado actual de la terapia de fagos para el tratamiento de infecciones
nosocomiales de Pseudomonas aeruginosa multirresistentes a antibióticos
Zamudio Ureta Rafael
Septiembre de 2017
1
Índice
2
Introducción
Antecedentes históricos
Los bacteriófagos son un tipo de virus que ataca exclusivamente a bacterias. Fueron
descubiertos en dos ocasiones, la primera en 1913 por el bacteriólogo británico Frederick Twort,
y después por el microbiólogo canadiense Félix d'Herelle (Sulakvelidze, A. 2001). Mientras que
Twort no estaba seguro de que el agente microbicida que había descubierto se trataba de un
virus, d'Herelle confirmó esta hipótesis y también les dio su nombre, que significa “devorador de
bacterias”.
A diferencia de Twort, d'Herelle realizó numerosos experimentos con bacteriófagos (también
llamados “fagos”) y comenzó a utilizarlos como agente terapéutico para el tratamiento de
infecciones bacterianas, siendo así la terapia con fagos la primera herramienta efectiva para el
tratamiento de infecciones hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando el uso de antibióticos se
volvió generalizado.
A lo largo del siglo XX los antibióticos se convirtieron en la línea de defensa principal en la
lucha contra las enfermedades infecciosas, pero pronto los microorganismos comenzaron a
mostrar resistencia a ellos. Para comienzos del siglo XXI, la preocupación de que los
microorganismos infecciosos se volvieran inmunes a los antibióticos pasó de ser una
preocupación menor a una mayor y se reforzó la investigación para encontrar alternativas y
evitar así un resurgimiento de enfermedades incurables.
Una de estas alternativas es la terapia de fagos, que aunque fue olvidada en Occidente tras
el descubrimiento de la penicilina, se siguió utilizando como un tratamiento común y corriente en
Rusia, Georgia y Polonia. Sin embargo, la falta de rigor científico desde una perspectiva
occidental, así como que la mayoría de las investigaciones se econtraban en ruso, más los
problemas geopolíticos de la Guerra Fría, dificultaron en un principio el acercamiento de esta
terapia a Occidente.
Pese a todo, la década actual ha visto un surgimiento muy importante en la investigación de
virus bacteriófagos, tanto por su potencial terapéutico como otro tipo de aplicaciones, como la
biorremediación o en el campo de la bioinformática. En parte esto se debe al auge actual de la
biotecnología, así como a los avances en ciencias genómicas y química que han surgido a la
par con los avances en computación del siglo XXI. Gracias a estos avances han sido posibles
numerosos estudios celulares tanto de la fisionomía humana como de bacterias que antes no
3
eran siquiera imaginables, lo que a su vez ha abierto las puertas al estudio de virus.
Justificación
Hoy, la terapia de fagos en Occidente ha pasado de ser una pseudociencia oscura a una
posibilidad médica real que se encuentra en desarrollo. Aún así, es complicado determinar cuál
es la situación actual de esta terapia: si se encuentra lista para implementarse o si aún tiene
riesgos desconocidos y problemáticas por resolver.
Es importante esclarecer que el interés de hacer esta investigación radica en primer lugar en
la importancia de mantener una línea de defensa estable y efectiva contra enfermedades
infecciosas bacterianas, así como en implicitar el rol que la biotecnología tiene en la actualidad
como una ciencia vital, de vanguardia, tanto para el sector salud como otros sectores.
En segundo lugar, esta investigación surge de la observación previa de infecciones
resistentes a antibióticos en hospitales, donde las bacterias infecciosas desarrollan
multirresistencia por exposición constante a bactericidas. Las infecciones nosocomiales son un
problema grave de salud pública a nivel mundial, así como una prioridad alta para la
Organización Mundial de Salud (OMS).
En tercer lugar, el interés específico en Pseudomonas aeruginosa se debe a que es una de
las bacterias multirresistentes más problemáticas en infecciones nosocomiales, pues aparte de
ser un microorganismo ubicuo con resistencia natural a muchas familias de antibióticos,
evoluciona de manera rápida. Es la principal causa de muerte de pacientes con fibrosis quística,
y la causa de muerte de alrededor del 25% de pacientes con VIH. También causa infecciones
severas en vías respiratorias, tracto digestivo, vías urinarias, sepsis, e invasión de tejidos en
heridas y quemaduras. La mayoría de estas infecciones surgen en pacientes con
inmunodepresión, principalmente durante su estancia en el hospital (Luján, 2014).
En cuarto lugar, la última razón de interés para llevar a cabo esta investigación tiene su
origen en el mito generalizado de que todos los virus son malignos para el ser humano.
Mientras que los virus siguen siendo los seres biológicos menos comprendidos y su estudio
apenas raya la superficie, en años recientes muchos mitos asociados con ellos se han ido
rompiendo.
Es aceptado ahora que son los entes más numerosos en el planeta, con tan sólo los
bacteriófagos superando miles de veces la sumatoria de todos los demás seres vivos de la
Tierra, incluyendo animales, plantas, hongos, algas y bacterias. También es aceptado que son
4
ubicuos, que habitan nuestros cuerpos como lo hacen otros microorganismos y que conviven en
armonía con su ecosistema, del cuál todos los seres vivos formamos parte. Sin embargo, estas
nociones son desconocidas para la mayoría de la población y, en gran medida, sus posibles
aplicaciones son incluso desconocidas para el personal de salud que trabaja en hospitales.
Pese a eso, los virus, principalmente los bacteriófagos, se han convertido recientemente en
una de las herramientas principales de la biotecnología, pues por medio de ellos es posible
modificar el comportamiento de otros microorganismos como las bacterias.
Objetivos
Objetivo general.
Determinar el estado actual de la terapia de fagos para el tratamiento de infecciones
nosocomiales multirresistentes a antibióticos de la bacteria Pseudomonas aeruginosa.
Objetivos específicos.
1. Identificar las dificultades más comunes para tratar infecciones de P. aeruginosa con
resistencia múltiple adquiridas en hospitales, así como los riesgos patológicos de esta
bacteria para pacientes con inmunodepresión que se encuentran hospitalizados.
2. Conocer la opinión de médicos y personal de enfermería respecto al uso de virus como
agentes terapéuticos para tratar infecciones bacterianas.
3. Describir las aplicaciones potenciales de virus bacteriófagos como tratamiento en
infecciones de P. Aeruginosa.
4. Valorar la viabilidad del tratamiento con bacteriófagos para infecciones nosocomiales
multirresistentes de P. aeruginosa, según los datos extraídos de la investigación.
5
Metodología
Dada la naturaleza teórica de la terapia de fagos en Occidente, así como que no se lleva a
cabo ningún estudio clínico de esta terapia en México según el conocimiento del autor, la
presente investigación fue documental casi por completo.
Durante la primera semana de la investigación se recopilaron artículos académicos
publicados en revistas científicas especializadas que fueron leídos y analizados en un marco de
catorce días posteriores a la selección inicial. El criterio de selección para estos artículos fue el
siguiente:
• Que la fecha de publicación fuera reciente, tomando prioridad los artículos publicados de
2010 a 2017. En el caso de textos publicados previamente a esta fecha se tomó en
consideración que el valor específico de esos textos fuera alto bajo los demás
parámetros definidos a continuación, mismos que aplican a todo el corpus de referencia.
• Relevancia y pertinencia. Se buscó que los textos fueran exclusivamente del tema en
cuestión así como que fueran textos únicos con información especializada y no
repetitiva. Dado que la cantidad de artículos que fueron considerados en un principio
para esta investigación era muy alta, se eligió tomar estos dos puntos como uno solo
para agilizar así el proceso de lectura y análisis. Muy pocos textos generales fueron
tomados en cuenta en comparación con el corpus de artículos académicos y su función
fue meramente para servir como un nexo contextual para lograr los objetivos de esta
investigación.
• Confiabilidad. Se buscó que las fuentes se encontraran validadas por pares e
instituciones académicas de reconocido prestigio. Bajo este criterio se descartaron los
estudios que no fueron publicados en revistas científicas indexadas.
• Autoridad. Una vez que el rango de textos fue reducido bajo los criterios anteriores, se
favoreció a los que contaban con autores de mayor incidencia en bacteriófagos y terapia
de fagos, así como en bacterias del orden Pseudomonas; los artículos cuyos
investigadores colaboran, ya sea directa o indirectamente, con instituciones que trabajan
con estos microorganismos y estas terapias; los artículos que eran reportes de pruebas
clínicas de terapia de fagos; y, finalmente, artículos secundarios que condensaban estas
fuentes y las analizaban, para ser utilizados como guiones de lectura y análisis.
Durante la tercer semana de la investigación, una vez que fueron leídos y analizados los
artículos seleccionados bajo los criterios ya descritos, se realizó una investigación de campo en
6
dos hospitales del centro de Monterrey para conocer la opinión general de personal médico y de
enfermería respecto a la terapia de fagos, así como a la gravedad real de las infecciones
nosocomiales de P. aeruginosa. De esta excursión de campo se extrajo información relevante
en la aplicación de un cuestionario al plantel médico y de enfermería así como una entrevista
con un médico residente del Hospital San Vicente.
Para complementar la información, se realizó una entrevista a distancia a un químico-
fármaco-biólogo de Tijuana que trabaja con bacteriófagos en el Laboratorio de Biotecnología de
la Universidad Autónoma de Baja California.
También se realizó una encuesta especializada a investigadores de bacteriófagos y terapia
de fagos de diversos lugares del mundo. De esta encuesta se destaca la participación del Dr.
Alexander Sulakvelidze, líder del departamento de investigación y co-fundador de Intralytix Inc.,
la primera compañía de bacteriófagos de Estados Unidos; del Dr. Agustino Martínez Antonio,
jefe del Departamento de Ingeniería Genética del Cinvestav Irapuato; y del Dr. Bob Blasdel,
investigador de la División de Ingeniería para la Salud Humana y Animal de la Universidad de
Leuven de Bélgica.
Estos tres testimonios son considerados relevantes para la investigación, pues tanto el Dr.
Blasdel como el Dr. Sulakvelidze son, junto con sus equipos de investigación y las instituciones
para las que trabajan, de los autores más relevantes en este tema. El testimonio del Dr.
Martínez Antonio es de igual relevancia pues forma parte del grupo de la Red de Biología
Sintética de México, que a su vez es parte de la red internacional de investigadores e ingenieros
de biología sintética SynBio, de la cuál son miembros la mayoría de los autores de los artículos
analizados para esta investigación.
Durante la cuarta semana, una vez obtenida toda la información, recabado datos y hecho el
análisis de los mismos, se buscó la respuesta a las interrogantes surgidas durante la
investigación de manera reflexiva y analítica para llegar así a una conclusión.
Para llegar a una conclusión que fuera lo más objetiva posible se tomaron en consideración
tantos factores como permitió el tiempo dedicado a la investigación, para poder determinar así
el estado actual de la terapia de fagos, tratando así de reducir estas limitantes. Se contrastaron
estos factores con las opiniones recabadas en las encuestas realizadas y las entrevistas, así
como se buscó información adicional al concluir la etapa de investigación que incidiera en este
tema. La razón para no incluir estos testimonios en la fase de análisis sino hasta el final de la
investigación fue para no formar ideas predefinidas antes de analizar los datos pertinentes y
poder llegar así a una conclusión más objetiva.
7
Resultados
Preámbulos
La pregunta inicial de esta investigación era si la terapia de fagos se encontraba cerca de
implementarse como una alternativa viable o conjunta al uso de antibióticos para tratar
infecciones bacterianas. En un principio, buscar la respuesta a esta interrogante supuso una
búsqueda exhaustiva de información que a su vez ayudó a hacer una primera delimitación del
tema a investigar. En esta exploración previa se descubrió que la terapia de fagos no es una
terapia generalizadora, como lo es la terapia con antibióticos. Esto quiere decir que para cada
tipo de infección bacteriana, causada por una especie de bacteria, se aplica una especie
específica de bacteriófago o una mezcla de especies de bacteriófagos que atacan
exclusivamente a esa especie bacteriana.
Una vez que fue conocido este dato y que fue mejor delimitado el tema (uso de
bacteriófagos para tratar infecciones de Pseudomonas aeruginosa), se concluyó que ya que las
Pseudomonas no suelen causar enfermedades a personas saludables, y aún en personas con
enfermedades de no mucha gravedad no suelen ser una causa principal de colonización
bacteriana, la mejor ruta de investigación sería delimitar aún más el tema a infecciones de P.
aeruginosa surgidas en hospitales. Para esto, fue necesario conocer mejor a las bacterias del
orden Pseudomonas, así como específicamente a P. aeruginosa, y en el proceso conocer
también a las especies de bacteriófagos que depredan a estas bacterias.
Pseudomonas aeruginosa, una bacteria ubicua y resistente por naturaleza
Como ya se mencionó en la introducción, P. aeruginosa es una de las principales bacterias
que causan infección nosocomial (Luján, 2014). Es una bacteria muy problemática, pues es
difícil de erradicar una vez que se ha fijado a un ambiente, dada su resistencia natural a
antibióticos así como a su capacidad de sobrevivir a condiciones que serían consideradas
adversas para otras bacterias y microorganismos en general (como en combustible, jabón, agua
clorada, amoniaco) (Luján, 2014). Pese a eso, P. aeruginosa y las Pseudomonas en general,
son bacterias de suma importancia para el ecosistema (Ceyssens, Lavigne, 2010).
Las cepas de Pseudomonas que viven en ecosistemas naturales y humanos, incluyendo
8
nuestras fuentes de agua potable, verduras frescas, o hasta ambientes citadinos, no son una
causa grave de infecciones para el ser humano e incluso conviven con nosotros sin problema
alguno. P. aeruginosa puede aislarse de a partir del 2% al 8% de las heces de personas
saludables, lo que indica que esta bacteria es parte de la microbiota intestinal humana
(Soberón, 2002). Esto no es tan sorprendente si se considera que se trata de una genero de
bacterias ubicuo, presente en todos los ecosistemas planetarios a excepción de los casquetes
polares (Ceyssens, Lavigne, 2010).
9
Ilustración 1: Tabla de resistencia a
antibióticos. (Luján, 2014).
Ilustración 2: Tabla de resistencias mutágenicas de P. aeruginosa. (Livermore, 2001).
A diferencia de otras bacterias que colonizan al ser humano, como E. coli, P. aeruginosa
posee un rango muy amplio de genes que no están presentes en todas las cepas. Tan sólo el
17% del genoma de P. aeruginosa es común a todas las cepas de esta especie, siendo la
bacteria con la mayor variabilidad genética conocida hasta ahora (De Smet, Hendrix, Blasdel,
Danis-Wlodarczyk y Lavigne, 2017). Esta diversificación genética se debe en parte a que P.
aeruginosa es una bacteria proclive a formar coloniales clonales mutantes, así como a una alta
capacidad de transducción que le permite transferir plásmidos de bacteria a bacteria en una
colonia (De Smet, et al., 2017). Esto le garantiza a P. aeruginosa una resistencia amplia a
diversas familias antibióticas como podemos apreciar en las ilustraciones 1 y 2.
Aparte de estas cualidades exacerbadas para la mutación y adaptación, P. aeruginosa tiene
otras defensas naturales que le confieren una capacidad no sólo de sobrevivir a antibióticos por
mera cuestión estadística, sino también de resistir a ellos de manera individual. Dado que se
trata de una bacteria gramnegativa, su doble membrana de fosfolípidos funciona como una
barrera natural, como la de cualquier bacteria de este orden.
Si a esto sumamos las complejas bombas de eflujo que posee P. aeruginosa en su doble
membrana, mismas que poseen una alta capacidad de selección para expulsar cualquier
potencial agente bactericida, tenemos así una bacteria con una inusual respuesta defensiva que
ni siquiera otras bacterias gramnegativas poseen (Ceyssens, Lavigne, 2010).
Mientras que muchas bacterias tienen este tipo de defensas, las bombas de eflujo de P.
aeruginosa se benefician de su alta capacidad mutagénica para codificar genes que le permiten
reconocer y expulsar agentes antibióticos, a su vez que la transducción generalizada que
pueden realizar las colonias de P. aeruginosa le permite a las colonias esparcir rápidamente
estos genes. Esto le permite a cepas no resistentes adquirir resistencias sin necesariamente
evolucionar en el proceso. Es decir, lo que a otras bacterias puede tomarle varias generaciones,
a P. aeruginosa puede tomarle una sola generación (Oh, Stenhoff, Jalal y Wretlind, 2004).
P. aeruginosa y sus depredadores naturales: los virus bacteriófagos
Como parte de estos procesos de vida de P. aeruginosa, los bacteriófagos que las depredan
son tan variados genéticamente como numerosos. Al igual que sus huéspedes bacterianos, los
fagos de P. aeruginosa se encuentran dispersos por todo el mundo y superan a sus huéspedes
en cantidad con una relación de aproxidamente 10 a 1 (Clokie, Millard, Letarov, y Heaphy,
10
2011). Hasta ahora se han mapeado los genomas de 150 especies de bacteriófagos que
depredan a P. aeruginosa, entre los cuales hay tanto del tipo lítico como del lisogénico.
La manera en la que los bacteriófagos “depredan” a las bacterias, incluyendo a P.
aeruginosa, puede tomar una de estas dos vías. En realidad se trata de una sola vía, que es la
lítica, pero algunos virus realizan una serie de pasos intermedios que no siempre resultan en la
lisis bacteriana. Explicaremos esto a continuación, de acuerdo a lo expuesto por Kameyama,
Oviedo y Garneros (2010).
Los fagos, a diferencia de otros seres biológicos, no se mueven por mecanismos de
voluntad. Se puede decir que en vez de eso “flotan” hasta encontrar un huésped. A diferencia de
otros tipos de virus que pueden infectar a una amplio espectro de huéspedes, los fagos sólo
atacan a bacterias, sin excepción, y sólo pueden infectar a una especie de bacteria. No existen
fagos conocidos que puedan atacar a dos o más especies de bacterias y, en la mayoría de los
casos, infectan sólo a cepas específicas de la especie huésped. Los bacteriófagos LUZ24 y
phiKZ, por ejemplo, sólo pueden infectar a la cepa PAO1 de P. aeruginosa (De Smet, et al.,
2017).
Los bacteriófagos son seres con una morfología sencilla pero muy efectiva. Como la mayoría
de los virus, se componen de una cadena genética de longitud variable (ya sea de ADN o ARN),
protegida por una cápsula de proteínas simétricas. Todas las protéinas de la cápsula encajan
como las piezas de un rompecabezas, y su composición química está diseñada para atraerse
mútuamente y formar esta cápsula de manera natural.
Aparte de la cápside y material genético, lo que conforma al “virión” del bacteriófago, los
fagos tienen también una cola o pie con la que se adhieren a la superficie de sus huéspedes. La
11
Ilustración 3: Infograma de la vía lítica de infección de bacteriófagos.
(Kim, 2017).
mayoría de los fagos son de cola rígida, aunque también hay algunos que poseen una larga
cola flexible que asemeja a un flagelo. Muchos fagos poseen también una serie de patas
retráctiles que se despliegan al adherirse a la superficie bacteriana para mayor estabilidad.
.
A diferencia de otros tipos de virus que utilizan sensores químicos en sus cápsides para
penetrar la membrana celular e infectar a su huésped, los fagos poseen receptores químicos
exclusivamente en la cola, que buscan receptores similares en la superficie bacteriana, donde el
fago tratará de acoplarse. Una vez acoplado, los fagos que poseen patas las despliegan para
adherirse de manera definitiva a las bacterias y posteriormente penetrar la membrana celular
utilizando el tubo de su cola como jeringa.
El material genético del fago se inyecta al citosol bacteriano, donde será absorbido por el
huésped y adherido a su material genético para replicarlo posteriormente. Los virus del tipo
lítico comienzan su acción reproductiva de inmediato, tomando control de los mecanismos de
replicación de ADN, secuestrando el metabolismo y utilizando todos los recursos de la bacteria
para empezar la producción en masa de bacteriófagos.
Una vez que el cuerpo de la bacteria se encuentra lleno de viriones que se ensamblan por sí
mismos, la membrana celular se rompe y se liberan los nuevos bacteriófagos, que flotarán para
12
Ilustración 4: Morfología de los fagos de P. aeruginosa. (Ceyssens, et al., 2010)
buscar nuevos huéspedes y continuar el proceso hasta que no haya más bacterias a su
alrededor.
En la vía lísogénica, el virión no se replica de manera automática al ser absorbido por el
huésped, sino que se mantiene en un estado “dormante” hasta que las condiciones adecuadas
se presenten. Éstas pueden ser un cambio de temperatura, de glucosa en el medio, de sal,
incluso de otras sustancias químicas. Al virión que se encuentra en este estado se le conoce
como “profago”, y puede ser transmitido generación tras generación al replicarse como parte de
la cadena de ADN de una bacteria.
Los profagos pueden conferirle a sus huéspedes habilidades distintas. Algunos profagos son
benéficos para las bacterias, pues les otorgan mecanismos de defensa para no ser depredados
por otros microorganismos o para que no puedan ser afectados por otros bacteriófagos. Otros,
sin embargo, reducen la motilidad o la capacidad de formar biopelícula. Algunos evitan la
formación de colonias y algunos más cancelan las bombas de eflujo (Chan, et al., 2016).
Con el tiempo, sea veinte minutos o años, los profagos activan la producción de nuevos
viriones y la célula se rompe liberando a la progenie viral para que infecte a otras bacterias. A
este tipo de bacteriófagos se les conoce como lisógenicos o atemperados”, mientras que los
líticos son conocidos también como “virulentos”. Ya que las bacterias liberan toxinas cuando son
destruidas por mecanismos líticos, las cuáles pueden ser peligrosas para un paciente infectado,
los fagos con mayor potencial terapéutico son los atemperados.
De los fagos atemperados de P. aeruginosa se ha observado que poseen mecanismos de
acción tan amplios como la misma variabilidad genética de sus huéspedes. Algunos afectan la
formación de biopelícula en las colonias de P. aeruginosa, otros los factores de virulencia de la
bacteria, otros más la motilidad. Algunos fagos vuelven a sus huéspedes susceptibles a
antibióticos actuando sobre las bombas de eflujo, mientras que otros les confieren resistencias
(Secor, et al., 2015).
Esto hace que no todos los fagos atemperados tengan el mismo potencial como agentes
terapéuticos, mientras que hace que algunos posean cualidades muy deseables en un agente
bactericida. En especial, los fagos que pueden disolver biopelículas, reducir motilidad y
virulencia, así como los que toman control de los mecanismos metabólicos de sus huéspedes,
son los mejores candidatos para una terapia de fagos (De Smet, et al., 2017).
Tomando todo esto en consideración, es importante enfatizar que las Pseudomonas viven
sin que nosotros nos demos cuenta de su existencia. Así mismo, los bacteriófagos se
encuentran dentro de nosotros (Navarro y Muniesa, 2017), en el aire, en el agua, en la tierra, en
todos los ecosistemas, incluyendo ambientes citadinos y hospitales. No son dañinos para el ser
13
humano, pues no tienen la capacidad de infectar más que a células bacterianas. Y en algunos
casos, como se ha descubierto recientemente, algunos fagos son incluso comensales de las
bacterias, como las bacterias lo son de nosotros.
P. aeruginosa como factor de riesgo a la salud
Como ya se mencionó antes, P. aeruginosa tiene un lado peligroso. Mientras que las cepas
naturales no son un riesgo real para el ser humano, las que habitan en ambientes nosocomiales
sí son un problema mayor de salud pública. En diversos estudios realizados en hospitales de
todo el mundo, incluyendo México, se han identificado cepas mutantes con multirresistencia a
antibióticos (Luján, 2014). Estas mutantes, que han evolucionado resistencias con los años y
siguen haciéndolo de manera constante, son difíciles de erradicar y habitan en todo tipo de
aparatos e instrumental médico.
Dada su predilección por el agua y su resistencia natural a detergentes y desinfectantes, es
habitual que esta bacteria colonice en los hospitales respiradores, humidificadores, vertederos,
duchas, piscinas de hidroterapia y ocasionalmente las manos de los trabajadores de la salud;
también es común encontrarlas en trapeadores, esponjas, así como otras herramientas de
limpieza, también pisos y paredes, todo esto aún frente a un buen cuidado de la higiene (Kerr y
Snelling, 2009). Pese a que se sigan cuidados rigurosos de limpieza, estas bacterias son
inerradicables en los hospitales, y ya que conviven diario con pacientes y con antibióticos, se
adaptan y mutan con mayor rapidez que en otros ambientes. (Luján, 2014)
Esto las vuelve un patógeno muy peligroso de repercusión mundial. Afectan sobre todo a los
pacientes más vulnerables que se encuentran hospitalizados, principalmente a los que se
encuentran en cuidados intensivos, a los que necesitan ser entubados, pacientes con
quemaduras y otras heridas expuestas (Luján, 2014). P. aeruginosa es una de las principales
bacterias causantes de infecciones en hospitales. Y ya que en estos ambientes proliferan las
cepas resistentes a antibióticos, es difícil combatirlas por estos medios una vez que colonizan a
pacientes vulnerables.
Junto con Acetinobacter baumanniii, P. aeruginosa es catalogada con la prioridad más alta
de riesgo por la OMS, así como la más alta prioridad para encontrar un tratamiento bactericida
efectivo que anule la ineficacia de los antibióticos actuales para tratar infecciones con estas
bacterias (Organización Mundial de la Salud, 2017).
Pero es para personas con fibrosis quística para quienes presentan un riesgo mayor,
14
llegando incluso a ser la principal causa de muerte de pacientes con este padecimiento
(MacDonald, 1997).
En pacientes con fibrosis quística, P. aeruginosa coloniza el tracto respiratorio,
aprovechando la mucosidad excesiva producida por este padecimiento para formar colonias
difíciles de curar. El ambiente de los pulmones con esta enfermedad le permite a P. aeruginosa
formar una biopelícula impenetrable para la mayoría de los antibióticos, lo que dificulta también
la reacción defensiva del sistema inmunológico (Mai, Seow, Pier, McCormack y Thong, 1993). Si
la infección no es detectada y tratada de manera casi inmediata, se cierra la ventana de
recuperación y se vuelve virtualmente incurable. Una vez que esto sucede, el paciente infectado
pasa a una condición terminal, en la cuál ya no puede hacerse nada para salvar su vida (May et
al., 1991).
P. aeruginosa es la causa de muerte del 22% al 36% de pacientes con VIH. También es uno
de los principales patógenos relacionados con la bronquiectasia en fibrosis quística
(MacDonald, 1997), que a su vez es la causa principal de insuficiencia respiratoria en pacientes
con este padecimiento. Ya que la insuficiencia respiratoria por bronquiectasia es la causa de
muerte de 90% de los pacientes con fibrosis quística, y esto ocurre cuando los pulmones se
encuentran altamente colonizados por P. aeruginosa, así como S. aureus y Burkolderia cepacia
(todas bacterias que presentan un amplio espectro de resistencia antibiótica), la búsqueda por
un tratamiento efectivo es pertinente (MacDonald, 1997).
Descubrimiento y primer auge de la terapia de fagos
Una vez comprendida la problemática que presentan las infecciones de esta bacteria en
ambientes nosocomiales, la investigación se centró en la terapia de fagos para combatir
infecciones con resistencia múltiple a antibióticos de P. aeruginosa. Para esto fue necesario
conocer la historia de la terapia de fagos, desde el descubrimiento de los bacteriófagos a
comienzos del siglo XX.
Se encontró que esta terapia se ha utilizado de manera ininterrumpida en Georgia, Polonia y
Rusia casi desde el descubrimiento de los bacteriófagos por Frederick Twort en 1915 y Félix
d'Herelle en 1917, pero se dejó de practicar en Occidente con el auge de los antibióticos
modernos debido a las aplicaciones de la penicilina como bactericida poco después de que
Alexander Fleming la descubriera en 1928. Por un lado, el amplio espectro de aplicación de los
antibióticos en oposición a la alta especialización de los fagos fue un factor determinante para
15
que la industria química y farmacéutica tomara este camino. Por otro, la falta de rigor científico
en los trabajos de d'Herelle con fagos, sobre todo al no incluir pruebas clínicas con placebo en
su investigación, terminaron por cimentar esta decisión en la comunidad científica de la primera
mitad del siglo XX. (Sulakvelidze, A., 2005)
Según Sulakvelidze (2005), la efectividad del tratamiento desde la perspectiva de d'Herelle
hizo que considerara innecesario incluir pruebas clínicas con placebo pues creía más
importante curar que realizar más experimentos. De acuuerdo a Fruciano y Bourne (2007),
D'Herelle comenzó a aplicar los fagos que había descubierto para tratar infecciones muy poco
después de descubrirlos. Su primera prueba fue aislando fagos de Salmonella typhi en heces
de gallinas, curando así una epidemia de fiebre tifoidea en gallinas. Después de eso, él y su
grupo comenzaron a aplicar la terapia para curar disentería, causada por la bacteria Shigella
dysenteriae. Eventualmente, logró aislar fagos para combatir infecciones de Eschericia coli,
Pasteurella multocida, Vibrio cholerae, Yersinia pestis, diversos Streptococcus, Neisseria
meningitis y también P. aeruginosa. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007)
Estos descubrimientos se convirtieron en la base para el desarrollo de terapias específicas
contra un amplio espectro de infecciones bacterianas en diversos lugares del mundo,
incluyendo epidemias que fueron detenidas y prevenidas. D'Herelle viajó por el mundo
promoviendo el descubriminto y aplicación de los fagos, así como las técnicas para su
aislamiento, cultivo y aplicación terapeútica, que se administraba ya fuera de manera tópica en
infecciones externas, o por vía oral o intravenosa. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007)
Los resultados de d'Herelle fueron conclusorios y efectivos, lo que le trajo prestigio
internacional, así como un primer auge de la terapia de fagos. Se trató con éxito infecciones de
disentería en Brasil, disentería y peste en Senegal y Egipto. Se estudió el efecto de la terapia en
Reino Unido, Italia y Grecia para combatir tifoidea y paratifoidea. En Stanford y Michigan se
produjeron cocteles de fagos para su distribución en hospitales públicos para combatir
estafilococos. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007)
Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército nazi alemán usó la terapia de fagos para
combatir infecciones de sus soldados heridos en batalla, y se discute que la ocupación nazi de
Georgia en la Unión Soviética tenía como finalidad la apropiación de uno de los centros de
investigación de fagos de d'Herelle. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007)
En 1933, d'Herelle fundó el Laboratoire du bacteriophage de París. Entre 1934 y 1936,
d'Herelle estableció tres laboratorios de producción de fagos en la URSS, ubicados en Kiev,
Kharkov y Tbilisi. La terapia de fagos también fue utilizada por el Ejército Rojo durante la guerra
en Finlandia. También se estableció un centro de investigación en India Británica por la
16
administración de Reino Unido, que fungió de 1927 a 1936. Y hay pruebas de que la terapia fue
utilizada también en China y Japón durante esta época. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007)
Pese a este auge, la terapia y la investigación de los fagos fue abandonada por los Estados
Unidos y Europa occidental durante la década de 1940. Pese a que demostró ser una terapia
efectiva y segura, d'Herelle fue desacreditado por sus pares. Según Sulakvelidze (2005), esto
fue debido a que d'Herelle no siguió los protocolos científicos que exigía la comunidad
académica desde entonces. Esta manera de actuar descalificó sus métodos por la comunidad
científica europea. El caso de d'Herelle es así un caso ejemplar, en el que la falta de rigor
desacreditó su trabajo pues pese a que en la práctica parecía ser efectivo, no existían
publicaciones que cumplieran con los protocolos de investigación científica ni que estuvieran
validadas por pares, así como no había datos que pudieran comprobar estadísticamente la
aplicación de su terapia. Esto causó que la comunidad científica occidental se decantara por la
investigación y producción de antibióticos químicos, así como la aplicación de vacunas como
métodos de terapia y profilaxis para enfermedades infecciosas. (Sulakvelidze A., 2001).
Esta misma consideración fue hecha en contra de la larga tradición de la terapia con fagos
en Europa del Este y la URSS posteriormente, sobre todo la falta de estudios con placebo para
demostrar la efectividad de los fagos, así como que muy pocos fueron hechos en contraste con
terapia de antibióticos para realizar una comparación efectiva. Según Sulakvelidze, desde la
perspectiva de Europa del Este y la URSS estos tipos de estudios y pruebas clínicas ya no eran
necesarios pues se había demostrado desde su punto de vista que la terapia era efectiva y
segura. (Sulakvelidze, A., 2001).
Sumado a los problemas políticos de la Guerra Fría, Occidente cerró las puertas a investigar
la terapia de fagos pues incluso cuando sí había publicaciones académicas que cumplían con
los protocolos de rigor occidental, las publicaciones científicas eran publicadas en ruso y no
existían traducciones disponibles, lo que favoreció aún más el desarrollo de antibióticos incluso
cuando ya existían problemas graves de resistencia.
En tiempos recientes, la situación cambió. Después de la caída del muro de Berlín creció el
interés por la terapia de fagos. Se tomó consideración sobre todo en los estudios realizados en
Georgia, principalmente en el Instituto Eliava de Tbilisi. Algunos estudios preliminares
comenzaron en esta época, pero no fue hasta el siglo XXI, con la conclusión del Proyecto del
Genoma Humano, y con ello el desarrollo de la genómica moderna, cuando el interés por los
fagos cobró relevancia. (Íbidem)
Gracias a las nuevas técnicas de mapeo genético, así como al boom de la ingeniería
genética, genómica y biología sintética que esto trajo consigo, los virus pasaron de ser un
17
misterio casi absoluto a uno de los temas de mayor interés de las ciencias biológicas y químicas
del siglo XXI.
Mientras que una creciente comunidad de genetistas, microbiólogos y químicos trabajan
para mapear el genoma de bacterias, virus y células de demás seres vivos, un sector
considerable de investigadores de este campo comenzaron a trabajar con la terapia de fagos
desde diversas perspectivas y bajo el riguroso marco científico occidental. Entre las principales
especies de fagos investigados se encuentran numerosos estudios dedicados exclusivamente a
bacteriófagos de P. aeruginosa (De Smet, et al., 2017).
Se encontró que en la actualidad existen numerosas compañías dedicadas a desarrollar
productos con bacteriófagos para diversas aplicaciones dado su potencial como bactericida,
desde probióticos diseñados para combatir intoxicaciones alimenticias, preservación de
alimentos, biorremediación, así como aplicaciones clínicas (Ceyssens y Lavigne, 2010).
De las aplicaciones clínicas se derivan dos maneras principales de usar fagos para
infecciones bacterianas, siendo una la terapia tradicional de fagos y sus derivados, y la otra una
técnica para producir fármacos derivados de fagos llamada despliegue de péptidos en superficie
de fagos (o phage display).
Terapia de fagos en tiempos actuales, pros y contras
En la actualidad, las investigaciones sobre terapia de fagos han mostrado resultados
satisfactorios principalmente en aplicaciones tópicas de preparaciones de fagos con agentes
antibióticos químicos para el tratamiento de infecciones en quemaduras y heridas expuestas,
como las producidas por P. aeruginosa. En estos estudios se ha mostrado la eficacia de la
terapia tanto para infecciones comunes de P. aeruginosa, como para infecciones de cepas con
resistencia múltiple a antibióticos (Rose, et. Al, 2014).
A partir de este estudio, realizado en el Hospital Queen Anne en Bélgica con fondos de la
Comisión Europea, se estableció una prueba clínica de escala masiva, actualmente en fase II,
llamada PhagoBurn, que se realiza en Bélgica, Suiza y Francia. La intención de esta prueba es
evaluar la terapia de fagos para el tratamiento de infecciones en quemaduras provocadas por E.
coli y P. aeruginosa. El Dr. Bob Blasdel, quien contestó la encuesta para especialistas, trabaja
en PhagoBurn.
Antecedentes de estas aplicaciones tópicas se pueden encontrar en Georgia, a la venta en
farmacias en parches bajo el nombre de PhageBioderm y producidas por el Instituto Eliava de
18
Tbilisi desde 1998 (Abedon, Kuhl, Blasdel, y Kutter, 2011). Estos parches pueden aplicarse a
infecciones externas por los mismos pacientes. Pueden cortarse según el tamaño de la herida y
adherirse a la piel según las necesidades y han demostrado ser muy eficientes, curando
infecciones de P. aeruginosa y E. coli en tan sólo cuatro días.
Otro estudio que demostró resultados satisfactorios fue realizado también en el Instituto
Eliava, a cargo de la doctora Mzya Kutateladze en el año 2009, en el que se lograron erradicar
infecciones en tracto respiratorio de P. aeruginosa en pacientes con fibroris quística por medio
de preparaciones de fagos nebulizadas (Kutateladze y Adamia, 2010). Esta es la primera
prueba clínica exitosa en pacientes humanos, después de varios experimentos con modelos
animales, así como cultivos in vivo e in vitro de células pulmonares humanas con fibrosis
quística en la que se habían mostrado resultados prometedores.
En un caso más reciente, a comienzos de 2017, un paciente del hospital de la Universidad
de California, San Diego, con una infección con resistencia múltiple de la bacteria Acetinobacter
baumannii, adquirida en Egipto, se recuperó por completo en el primer caso exitoso de terapia
de fagos por vía intravenosa. Si bien no se trata de una infección de Pseudomonas, es
relevante porque se trata de la primera aplicación exitosa de este tipo de terapia, en la otra
especie de bacteria catalogada de prioridad máxima por la OMS, cuando el paciente se
encontraba al borde de la muerte después de una larga batalla de meses contra esta bacteria
(LaFee y Buschman, 2017).
Previo a estos casos, existe un largo historial de pruebas con modelos animales, sobre todo
ratones y perros, para curar infecciones de P. aeruginosa en todas sus variantes. Un recuento
detallado de estas pruebas se encuentra en Ceyssens, et al. (2010) y De Smet, et al., (2017).
Observaciones respecto a los estudios sobre terapia de fagos analizados
En estas investigaciones se comprobó que la terapia de fagos es exitosa cuando se lleva a
cabo bajo ciertas condiciones de observación y cuidado. Es muy importante que las
preparaciones de fagos sean óptimas, realizadas con altos estándares de calidad e higiene.
También es de suma importancia la selección adecuada de las especies de fagos para evitar
que se filtren en las preparaciones virus que pueden incrementar los factores de virulencia
bacteriana, así como de los que propician la formación de biopelícula y factores de resistencia a
antibióticos.
Para que la terapia tradicional sea efectiva, es necesario aislar primero un cultivo bacteriano
19
del paciente para determinar qué cepas lo tienen colonizado. Una vez determinado esto, se
deben aislar los fagos específicos a esas cepas, cultivarlos y preparar una suspensión
personalizada para el paciente. Los fagos pueden aislarse del mismo cultivo bacteriano, pues
donde hay bacterias hay fagos.
Este es el método que muestra mejores resultados, pues los fagos aislados de las colonias
infecciosas son los ideales para destruir las colonias que afectan al paciente. Una vez hecho un
concentrado de fagos, puede ser administrada la dosis. Entonces los fagos se replican por sus
propios medios, neutralizando la infección en un corto plazo en el mejor de los casos. Si una
dosis no es suficiente, basta con hacer un nuevo análisis para determinar qué cepas de P.
aeruginosa proliferan, aislar sus fagos, multiplicarlos y dosificar de nuevo. Hasta ahora, este es
el método que se utiliza en el Instituto Eliava de Georgia para tratar numerosas infecciones
incurables con antibióticos químicos y toma entre dos semanas y un mes para curar una
infección que de otro modo puede persistir de manera indefinida (Kutateladze y Adamia, 2010).
El método no involucra más trabajo que el que ya suele usarse en hospitales para
determinar infecciones bacterianas, ni para determinar resistencia múltiple en casos de
infecciones crónicas. Ya que el mismo método de análisis clínico funciona para la terapia de
fagos, y el cultivo y selección de fagos para P. aeruginosa sólo requiere de un análisis rápido
pues existen alrededor de 150 especies de virus para esta bacteria mapeadas y estudiadas, el
proceso podría aplicarse en hospitales sin ningún problema mayor para el personal de salud.
Por otro lado, también es posible producir cocteles de fagos de diversos tipos de virus, lo
que puede agilizar el proceso terapéutico pues las infecciones de P. aeruginosa rara vez son
producto de una sola cepa. Para infecciones de tipo crónico, en la que se han producido
numerosas colonias a lo largo del tiempo, es preferible aplicar preparaciones de varias especies
de fagos. Esto también permite hacer preparaciones para invasiones conjuntas de P.
aeruginosa con otras bacterias, como suele ser el caso en septicemias nosocomiales, así como
en casos de pie diabético, fibrosis quística y bacteriemia en pacientes con VIH.
Estas dos variantes de la terapia de fagos tienen varios puntos en contra que son
considerados problemáticos a la hora de estandarizar la terapia para su aplicación como
tratamiento de uso diario en hospitales.
En primer lugar, la preparación de los fagos debe ser de sumo cuidado para evitar
contaminación de las muestras. Una dosis de los virus erróneos podría derivar en problemas
mayores, como transducción generalizada de plásmidos que incrementan la virulencia de las
colonias bacterianas, que favorezcan la producción de biopelícula, que incrementen la motilidad
o producción de cilios, todos factores que podrían intensificar la infección bacteriana y agravar
20
la situación del paciente. También se debe tener sumo cuidado en garantizar que los fagos sean
atemperados, pues la liberación de toxinas bacterianas durante el proceso lítico de los fagos
virulentos puede ser dañina para los tejidos del paciente.
Aunque esto puede sonar muy peligroso, es algo muy sencillo de evitar tomando las
precauciones suficientes al hacer el análisis y selección de fagos. Es aún más fácil de evitar hoy
en día, cuando se conocen de manera muy detallada el funcionamiento de las 150 especies de
fagos mapeadas para P. aeruginosa y existen ya estándares de producción y selección
rigurosos.
En segundo lugar, los productos estandarizados de fagos son difíciles de patentar, pues al
ser microorganismos naturales no pueden ser acaparados por empresas farmacéuticas. Esta
fue una de las principales problemáticas teóricas de la terapia de fagos en un principio, pues la
suposición era que la industria farmacéutica no estaría dispuesta a invertir en un producto con
el cuál no podrían lucrar (Verbeken, et al., 2007).
Sin embargo, la realidad es que los antibióticos actuales no son muy lucrativos pese a su
alto costo al público, y la investigación de antibióticos sufre cada vez más en materia de
inversión debido a la aparición constante de nuevas cepas multirresistentes no sólo de P.
aeruginosa sino de muchas bacterias patógenas (Ceyssens, et al., 2010).
Para contrarrestar esto, se han fundado numerosas compañías lideradas por grupos de
investigadores que decidieron tomar la cuestión en sus manos y encontrar maneras de producir
agentes terapéuticos de fagos, como Intralytix Inc, Phage Biotech Ltd., AmpliPhi, Epibiome,
Enbiotix, InnoPhage, Synthetic Genomics, Imbio, Omnilytics, entre muchas otras. De estas vale
la pena destacar Intralytix, co-fundada por el dr. Sulakvelidze, quien a su vez es el fundador de
la revista indexada Bacteriophage, la primera y única revista que se dedica de manera exclusiva
a publicar investigaciones sobre bacteriófagos. El dato es curioso pues Intralytix también fue la
primera compañía de los Estados Unidos dedicada a la investigación y manufactura de
productos derivados de bacteriófagos.
Otro problema que afecta a la terapia tradicional individualizada, como la que se practica en
Georgia, es que es imposible estandarizarla desde una perspectiva legal ya que involucra aislar
y reproducir fagos novedosos para cada cepa de cada paciente. Para los estándares
reglamentarios occidentales, aplicar un producto terapéutico en un hospital sólo es posible una
vez que sea aprobado por un organismo gubernamental. Esto implica meses o incluso años de
legislación, lo que volvería ineficaz tratar de aplicar este tipo de terapia, que involucra el
aislamiento de fagos recién mutados junto con las cepas bacterianas nuevas. Esta terapia,
pues, no verá su implementación en occidente a menos que se haga una legislación pertinente,
21
lo cuál es altamente improbable (Verbeken, et al., 2007; Sulakvelidze, A., 2005).
En cambio, los cocteles de fagos que se mencionaron antes tienen un espectro más amplio
sobre una variedad mayor de cepas bacterianas, lo que permitiría una estandarización para las
cepas infecciosas más comunes, sobre todo las que presentan resistencia múltiple. Si esta
terapia de coctel se administra junto con un antibiótico para el cual no se haya aún detectado
resistencia, los resultados pueden ser muy favorables para evitar así una colonización mayor
del paciente (Kutateladze y Adamia, 2010).
Pese a estos problemas, la terapia de fagos tradicional podría ser un arma poderosa para
combatir infecciones de P. aeruginosa sobre todo si se estandarizaran cocteles de fagos que
rompen biopelícula. Independientemente de los factores de resistencia que las cepas mutantes
pueden haber adquirido, hasta ahora no existe ninguna que tenga una resistencia total a todos
los antibióticos que afectan a P. aeruginosa.
El problema principal es que cuando se presenta resistencia múltiple, también se presenta
biopelícula que no permite la entrada de antibióticos a colonias ni la respuesta del sistema
inmunológico humano. Si la biopelícula es disuelta, una acción conjunta de antibióticos y fagos
puede ser muy exitosa, lo que le daría a pacientes que no tienen ninguna alternativa ahora una
oportunidad grande para vivir.
Finalmente, la ingeniería de fagos permitiría terminar con todas estas problemáticas. Es
posible diseñar fagos que actúen sobre diversas cepas bacterianas, aprovechando las
cualidades generales de todas las cepas de P. aeruginosa. Si los fagos son diseñados para
adherirse a un fosfolípido común de la membrana celular de todas las cepas, por ejemplo, y su
código genético contiene proteínas específicas al material genético que comparten todas las
pseudomonas, sería posible atacar a cepas recién mutadas sin problema alguno. A su vez,
estos fagos diseñados pueden aprovechar el espectro de factores de reducción de virulencia
que tienen diferentes especies de fagos, como reducción de biopelícula, motilidad ciliar,
virulencia y también liberación de toxinas bacterianas por el proceso lítico de la acción viral
(Pires, Cleto, Sillankorva, Azeredo, y Lua, 2016).
Mientras que para llegar a este punto sería necesario un amplio trabajo de ingeniería e
investigación, existen ya varias especies de fagos diseñados. Entre ellos, la quimera Ab31 es un
excelente ejemplo de lo que es capaz la ingeniería en biotecnología moderna, pues a diferencia
de los organismos transgénicos más comunes en los que se modifica el genoma natural de un
microorganismo, Ab31 fue sintetizado a partir de dos fagos distintos que atacan a dos tipos
distintos de Pseudomonas: el fago atemperado PAJU2 de P. aeruginosa y el fago lítico AF de P.
putida (Latino, Essoh, Blouin, Vu Thien y Pourcel, 2014). Este fago tiene la capacidad de
22
infectar varias cepas de P. aeruginosa asociadas a fibrosis quística, las cuáles tiene la
capacidad de mutar rápidamente. De la misma manera, este fago tiene la capacidad de
adaptarse a estas mutaciones para seguir neutralizando infecciones en pacientes que no tienen
otra manera de sobrevivir.
Los fagos diseñados también tiene la ventaja de ser patentables, lo que supone una
alternativa tentadora para la industria farmacéutica. Y ya que los fagos se replican por sí
mismos, tanto el costo de producción como de venta puede ser competitivo tanto para la
industria farmacéutica como para el público (Pires, Cleto, Sillankorva, Azeredo, y Lua, 2016).
Finalmente, existe un temor fundado en que los fagos, sobre todo en los aplicados por vía
intravenosa, produzcan una reacción del sistema inmunológico que pueda neutralizarlos antes
de actuar o causar una reacción adversa a la salud del paciente. Se ha observado que son
capaces de alertar al sistuma inmune, sin embargo, hasta ahora no se han observado
reacciones considerables en ningún tipo de aplicación, ni en Occidente ni en Europa del Este.
Incluso, los resultados positivos en el caso del paciente del Hospital de San Diego, así como los
numerosos estudios con modelos animales más la larga tradición terapéutica en Georgia y
Rusia, han apuntado a que el sistema inmunológico no los ataca de una manera virulenta.
Todo esto indica que la terapia es bastante viable y funcional, y que sólo es cuestión de
tiempo para que pueda ser aplicada. Para esto es necesaria una mayor cantidad de pruebas
clínicas, lo cuál es considerado el paso más importante para que la terapia pueda volverse
cotidiana en Occidente. Gracias a los avances que ya se han mostrado, y al interés que ha
surgido tanto en instituciones de investigación públicas como privadas, sólo es cuestión de
tiempo.
Despliegue de péptidos en superficie de fagos, una alternativa más inmediata
De acuerdo a Bazan, Całkosiński, y Gamian (2012), una de las terapias basadas en fagos
que más posibilidad tiene de convertirse en una alternativa más inmediata a los antibióticos
actuales es la del despliegue de péptidos. Esta técnica consiste en identificar cadenas
proteínicas de bacteriófagos que afectan directamente a bacterias infecciosas para atacarlas e
incluso controlarlas.
Una vez identificada una proteína con potencial farmacológico, se sintetiza en un laboratorio
químico y se analiza sus efectos en cultivos bacterianos. Si la proteína tiene aplicaciones útiles,
como disolver biopelículas, reducir motilidad, cancelar las bombas de eflujo o paralizar el
23
metabolismo bacteriano, entonces se realizan pruebas en modelos animales para verificar que
no sea patogénica.
Este mismo proceso siguen los estudios para la creación de antibióticos. La diferencia es
que, mientras muchos antibióticos son productos de mecanismos defensivos de otras bacterias
u hongos microscópicos principalmente (como la penicilina), éstos tienen un origen viral que por
naturaleza tienden a afectar específicamente a bacterias e incluso a cepas específicas de una
especie. Esto permite la creación de una sustancia química antibiótica que potencialmente no
dañaría la microbiota natural saludable del ser humano.
Mientras que la técnica fue creada en 1985, y ha probado ser una muy exitosa técnica para
encontrar anticuerpos útiles para el sistema inmunólogico humano, no fue sino hasta esta
mediados de la década de 2010 que empezaron a recolectarse los frutos de más de veinte años
de estudios. En la actualidad, seis fármacos producidos por esta técnica se encuentran en
pruebas clínicas, mientras que el anticuerpo adalimumab, conocido por su nombre de patente
“Humira”, se encuentra en el mercado desde 2002 (Frenzel, Schirrmann, y Hust, 2016).
Percepción pública, opiniones de personal médico y de investigadores de fagos
Independientemente de la perspectiva académica mencionada, para cumplir los objetivos de
esta investigación fue necesario recurrir a la opinión pública, específicamente de personal del
área de salud pero que no se especializa en investigación ni ingeniería. Se consideró relevante
conocer estas opiniones, pues depende al final del personal médico y de enfermería de los
hospitales las aplicaciones reales de las terapias desarrolladas en laboratorio.
Para lograr este objetivo se realizaron dos visitas a dos hospitales del centro de Monterrey
para conocer la realidad clínica tanto de P. aeruginosa como de la terapia de fagos, así como
una entrevista a un QFB de la Universidad Autónoma de Baja California. Previo a esto se realizó
un sondeo informal de varios médicos para ayudar a formar un marco ideológico de las
necesidades clínicas en contraste con el estado de la terapia de fagos desde el punto de vista
de los investigadores de bacteriófagos.
De este primer sondeo se extrajo que la mayoría de los médicos que trabajan en hospital
tienen intereses inmediatos sólo a lo que les puede garantizar una respuesta clínica en el
momento. Esto no significa que no posean un interés en terapias en desarrollo, sino que en el
furor del momento no tienen utilidad si no pueden aplicarlas. Esto es un punto positivo desde el
punto de vista de la investigación, pues el trabajo del médico es un trabajo del presente,
24
mientras que el de la investigación es el de resolver los problemas del futuro antes de que sea
demasiado tarde.
También se extrajo que pese a que la terapia de fagos no es realmete una terapia novedosa,
debido a que es virtualmente inexistente en Occidente y sobre todo en México, la mayoría de
los médicos sondeados en un inicio no la conocen. De los que han escuchado de ella, o los que
saben de la existencia de los bacteriófagos, la mayoría se mostró renuente a aceptarla,
principalmente por el temor generalizado de que todos los virus son peligrosos. De los más de
cincuenta médicos sondeados, sólo uno sabía de la existencia de la terapia de fagos y la
consideraba una futura promesa para la terapia infecciosa.
Este sondeo sentó las bases para realizar una encuesta al plantel médico y de enfermería
del Hospital San Vicente, la cuál se incluye en los anexos, pero que confirmó lo observado
durante el sondeo informal realizado antes. En resumen, tanto médicos como enfermeros
consideran peligrosa una terapia realizada con virus. En contraste a esto, la mayoría de los
encuestados no dudarían en aplicar la terapia si ésta les diera la opción de salvar la vida de
pacientes que con los métodos actuales no tienen oportunidades de recuperarse de una
infección con resistencia múltiple de P. aeruginosa.
Los resultados de esta encuesta también concluyeron que las infecciones con P. aeruginosa
que representan resistencia múltiple son una incidencia grave en hospitales y que la mayoría de
estas infecciones multirresistentes se adquieren ahí mismo. Según la entrevista realizada a un
residente médico de este hospital durante el estudo de campo, se obtiene que P. aeruginosa es
fácil de tratar si se detecta a tiempo y se sigue el tratamiento de antibióticos sin interrupción,
pero que se vuelve un problema muy grave si el tratamiento no es llevado de manera adecuada.
En estos casos, la infección suele desarrollar resistencia múltiple en la mayoría de los casos y
una vez que esto sucede puede volverse virtualmente incurable en un alto número de casos.
De la entrevista realizada al QFB del Laboratorio de Biotecnología de la UABC, se infiere
que pese a que la terapia de fagos aún no tiene aplicaciones posibles en Occidente, es sólo
cuestión de tiempo para que esto suceda. En cambio, la técnica de despliegue de péptidos ya
se está desarrollando en México con buenos resultados.
Finalmente, de la encuesta realizada a especialistas e investigadores de terapia de fagos, se
concluyó que desde la perspectiva de los investigadores la terapia de fagos no conlleva
repercusiones más graves que las que ya tienen las terapias actuales con antibióticos. Pero que
la principal problemática a resolver es la falta de más estudios clínicos. Según esta encuesta, el
temor de que los fagos puedan provocar reacciones adversas graves a la salud de los pacientes
es infundada. Los problemas de la terapia de fagos no tienen que ver con una respuesta del
25
sistema inmune del ser humano, sino con el tipo de fagos seleccionado.
Viabilidad, observaciones conclusorias
Después de analizar esta información y cotejarla con los resultados de las encuestas y
entrevistas realizadas podemos llegar a las siguientes conclusiones.
La terapia de fagos como se practica en Europa del Este desde hace un siglo, especialmente
en Georgia, es viable y funcional pero tiene la desventaja de no ser aplicable bajo el marco de
normatividad y legislación médica de Occidente (Verbeken, et al., 2007). Pese a que se ha
demostrado con el tiempo, con práctica, con estudios y pruebas clínicas que los bacteriófagos
no son dañinos para el ser humano y que no causan reacciones secundarias adversas
peligrosas si se mantiene un estándar de calidad e higiene en la preparación de las muestras
virales, la terapia es poco viable debido a una carencia de patentabilidad farmacéutica.
Incluso cuando se buscaran alternativas gubernamentales, éstas involucrarían una reforma
muy amplia y específica para la producción de muestras masivas de fagos. Si bien esto es
posible desde un punto de vista teórico, es complicado asumir que la inversión necesaria para
desarrollar plantas de producción de fagos sería realizada por la industria farmacéutica cuando
ningún producto sería patentable. La alternativa sería que las compañías que ya se encargan
de la producción de medicamentos genéricos decidiera a su vez invertir en la producción de
fagos que podrían distribuirse en farmacias y hospitales. En realidad, esta es una visión utópica,
pese a que la aplicación podría generar grandes beneficios a la población.
Esto podría resolverse con la inyección de capital a industrias de investigación y producción
de fagos sintéticos, que a su vez requieren de fagos naturales para desarrollar sus
microorganismos ingenierados. Esta es quizá la alternativa más viable, pues mientras que los
fagos representan un gran beneficio potencial para la salud pública, también tienen un potencial
inexplotado para la biorremediación, bioinformática y biología sintética.
Ya existen numerosas compañías que trabajan con fagos de esta manera, gracias a las
cuales existe ya una plataforma de producción de fagos. La cuestión sería que esta plataforma
se expandiera más y que creciera de manera considerable en países que todavía no entran de
lleno a la investigación sobre fagos pero que poseen ya la infraestructura ingenieril necesaria e
incluso comienzan ya en sus estudios al respecto, como México, China, India y Brasil.
En cuanto al estado actual de la terapia, podemos concluir que la plataforma ya está
desarrollada y que las técnicas de implementarla se encuentran diseñadas. La cuestión
26
principal en este rubro es la falta de más pruebas clínicas para comprobar su eficacia con
relación a los antibióticos actuales. En este sentido, es cuestión de tiempo solamente, pues las
pruebas realizadas hasta ahora han sido satisfactorias y concluyentes.
Con relación al despliegue de péptidos, hasta ahora apenas existe el adalimumab en
circulación realizado con esta técnica, pero gracias a que ha demostrado ser eficaz y rentable, y
que la investigación y producción de esta técnica goza de buena salud en materia de inversión,
es muy posible que se convierta en los próximos años en una de las principales ramas
farmacológicas para el tratamiento de enfermedades infecciosas.
Por su lado, el tratamiento específico de P. aeruginosa con terapias de fagos, ya sea por
aplicación tópica en infecciones de tejido, por inhalación para infecciones de vías respiratorias,
oral o intravenosa para septicemias e infecciones de tracto digestivo y urinario, la terapia de
fagos parece ser la mejor alternativa para combatir esta resistente y problemática bacteria. En
específico, la terapia de fagos en conjunto con antibióticos, ahora tradicionales, mañana
creados por despliegue de péptidos, puede con los años hacer que esta bacteria pase de un
riesgo de la más alta prioridad a la más baja. Sólo el tiempo dirá, pero el pronóstico por ahora
es bueno.
En cuanto a temporalidad, tanto los artículos consultados como las entrevistas y encuestas
nos llevan a que lo más probable es que, de seguir la investigación de esta terapia el camino
actual, la veremos en nuestros hospitales como un remedio común para infecciones bacterianas
en la próxima década. El pronóstico es que dentro de 5 a 10 años será un lugar común recibir
una receta para bacteriófagos para tratar una infección bacteriana.
27
Conclusiones y recomendaciones
Podemos concluir de manera satisfactoria que la terapia de fagos es viable desde una
perspectiva clínica, ya sea la tradicional especialiazada o la de cocteles de fagos o la de fagos
sintéticos o incluso la de despliegue de péptidos. Ninguna de sus aplicaciones, ya sea tópica,
oral o intravenosa presenta riesgos graves a la salud mientras se mantengan estándares de
producción altos.
Sin embargo, en materia legal la terapia aún no es del todo viable. Para la tipo tradicional
especializada se necesitaría de numerosas reformas al marco legislativo para garantizar la
selección constante de cepas nuevas de bacteriófagos para tratar mutaciones específicas de P.
aeruginosa con la mayor eficacia posible. Debido al sistema occidental que requiere de un
protocolo de investigación complejo y largo para verificar la seguridad de cada componente que
se pretenda usar como agente terapéutico, este tipo de terapia queda descartada
Para la terapia con cocteles prediseñados, es viable desde una perspectiva legal pero
dificultosa desde una perspectiva de patentabilidad. Mientras que los productos diseados con
fagos pueden ser patentados de diversas maneras, y muchas compañías están encontrado
formas de lograrlo, es necesaria mayor inversión para que se reporten ganancias que la vuelvan
una opción considerable para la industria farmacéutica.
La terapia con fagos sintéticos es altamente viable, tanto desde una perspectiva legal como
de patentabilidad, pero aún se encuentra en sus albores. Esta será la forma más habitual de
terapia con fagos en unos cinco a diez años si las predicciones en investigación siguen su curso
actual.
Finalmente, la técnica de despliegue de péptidos para la síntesis de fármacos derivados de
bacteriófagos ya se encuentra en desarrollo y se volverá más común en los próximos cinco
años. Es posible que en estos cinco años salgan al mercado bastantes fármacos para tratar
infecciones que ahora son consideradas incurables.
En cuanto a infecciones de P. aeruginosa con resistencia múltiple, el consenso común
observado en esta investigación es que la terapia de fagos, cual sea la variante que se
desarrolle, es la manera más efectiva de tratar estos padecimientos. Es posible que de entre
cinco a diez años bacterias como P. aerugnosa, S. aureus y K. deumoniae dejen de representar
un problema grave para la salud pública y se vuelvan de nuevo comensales pacíficos del ser
humano incluso en hospitales, como lo son normalmente en personas saludables.
También se puede concluir que pese a que la comunidad médica trabaja enfocada en el
presente y se encuentra renuente en este momento a probar una terapia que desconocen con
28
virus bacteriófagos, esto se debe a que la preocupación del personal médico y de enfermería en
hospitales es la de curar y dar una mejor calidad de vida a sus pacientes. En este sentido, es
positivo que no estén dispuestos a experimentar con una terapia cuyos resultados no son claros
para ellos sino a seguir utilizando los antibióticos cuya efectividad y riesgos conocen bien.
También se concluye que pese a esto no dudarían en usar la terapia si eso les garantizara una
oportunidad de supervivencia a sus pacientes.
La investigación así concluye que los objetivos fueron resueltos de manera satisfactoria.
En cuanto a recomendaciones, creemos que comenzar con la lectura de los textos antes de
realizar el estudio de campo fue un acierto. Tanto al momento de realizar encuestas y
entrevistas como al de visitar hospitales, conocer bien el tema y tener una idea formada del
estado actual de la terapia de fagos garantizó que los cuestionamientos realizados fueran más
pertinentes para extraer información adicional que de otro modo no hubiera sido posible hacer.
Esto también se vio beneficiado con la búsqueda de personas específicas que se encontraban
como colaboradores y autores relevantes en la lista de referencias analizadas para aplicar la
encuesta, pues sus testimonios fueron fundamentales para llegar a las conclusiones logradas
con esta investigación.
29
Referencias y fuentes de consulta
Documentos
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33
Anexos
34
Diario de campo
Primera parte: del estudio personal a los rincones de la imaginación
Durante dos semanas el lugar donde se desarrollaron todos mis problemas de investigación
fue mi estudio. Cuando digo «estudio» en realidad me refiero a un pequeño, muy pequeño,
cuarto al fondo del apartamento donde vivimos mi esposa, nuestro hijo y yo. «Cuarto» es mejor
palabra para designarlo que «habitación», pues quizá tiene un volumen de un cuarto de metro
cúbico y no es precisamente habitable en el sentido de que pudiera quedarme a dormir ahí en
un sillón porque, para empezar, ni siquiera cabe un sillón. Aún así le tengo un aprecio inmenso
a ese pequeño cuartito porque, para empezar, es sólo mío y, para terminar, eso es ya más que
suficiente.
Durante esas primeras dos semanas visité incontables veces sitios recónditos de mi cerebro,
donde el problema principal de mi investigación se llevaba a cabo. Cuando no, me encontraba
viajando por el mundo gracias a la virtualidad del Internet, ahora en el Instituto George Eliava de
Bacteriófagos, Microbiología y Virología en Tbilisi, capital de Giorgia, acompañando a la doctora
Mzia Kutateladze en sus estudios clínicos con bacteriófagos para curar enfermedades
infecciosas en el día a día; otrora en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica con el doctor
Rob Lavigne, observándolo co-escribir otro paper más sobre otro nuevo experimento con fagos
(ha co-escrito más de 200 artículos en los últimos cinco años); incluso en San Diego, siendo
testigo de la milagrosa curación de Tom Patterson, un psiquiatra de la Universidad de San
Diego que contrajo una infección de Acinetobacter baumannii (una bacteria cercana a las
35
Ilustración 5: Estudio. [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017).
Pseudomonas, mis sujetos de estudio) gracias a la tan misteriosa y temida terapia de fagos.
(Dejo aquí el link del reportaje de la gaceta de la Universidad de California, San Diego, para
quien sepa leer inglés y quiera conocer más sobre la historia: https://goo.gl/3SLx5U).
En otros momentos, cuando leía sobre mis sujetos de estudio, las bacterias gramnegativas
Pseudomonas aeruginosa, me transportaba mentalmente a un universo extraño pero familiar,
microscópico para nuestros ojos pero más lleno de vida de lo que podemos imaginar. Un
microverso en el que una gota de agua puede contener más seres vivos que el centro de
Monterrey, en el que un ecosistema como mi cuerpo está formado de más seres vivos que
todos los humanos que viven en nuestro planeta. Este fue, durante esas dos semanas, mi lugar
favorito para excursionar. Lamentablemente, no cuento con un microscopio en mi pequeño
estudio (o monstruosamente gigante estudio desde la perspectiva de las Pseudomonas), de lo
contrario hubiese mantenido mi exploración aislada a ese lugar, a ese universo microscópico
donde los animálculos de Leeuwenhoek viven sin percatarse de nuestra gigantesca existencia.
36
Ilustración 6: S/N. [Fotografía de Eliava Institute]. (2010, Giorgia). George Eliava Institute of
Bacteriophages, Microbiology and Virology. (2010). Recuperado de: http://www.eliava-institute.org/?
rid=12&it=9&act=view&item=22
Me hubiera quedado ahí, en el estudio, leyendo más sobre Pseudomonas y sus
bacteriófagos, mirando videos en YouTube, recortando imágenes de papers y revistas digitales.
Pero entre más leía sobre bacterias, infecciones imposibles de erradicar y los virus que pueden
algún día salvarnos de esas terribles enfermedades, más me ganaba la curiosidad por ir a un
hospital a preguntar algunas cosas. Eventualmente, un día en el que caminaba por la Alameda
de Monterrey, decidí darme una vuelta por dos hospitales muy cercanos a donde vivo y que
quedaban en mi camino a casa: el Hospital Santa Cecilia y el Centro Médico San Vicente, que
conformaron de ese modo mis dos excursiones para esta bitácora.
Segunda parte: Nosocomio, primera excursión
De los dos hospitales, el San Vicente se encuentra en mejores condiciones, aunque esto es
relativo. Tanto el Santa Cecilia y el San Vicente me parecieron derruidos, casi en ruinas en
37
Ilustración 7: [Fotografía de The Dennehy Lab, sin autor]. (Queens, NY. s/d). Pseudomonas syringae pv
phaseolicola + bacteriophage Phi6 (30K x). Recuperado de: https://dennehylab.org/galleries/pp-phi6_30k/
algunas secciones, aunque no es algo sorpresivo en México ni siquiera cuando se trata de
hospitales privados. Recordé mi experiencia trabajando en el ISSSTE Las Palmas, en Tijuana,
donde la mitad del hospital se encontraba cerrado por diversos problemas. También recordé
otros hospitales en los que llegué a realizar prácticas durante mi tiempo en medicina, como el
Hospital General de Tijuana, el ISSSTECALI Mirador, la Clínica 27 del IMSS, la Clínica 20 del
IMSS. Todos ellos hospitales que se mantenían en pie por el trabajo exhaustivo de su plantel,
pero cuyas instalaciones dejaban mucho que desear. Claro, en estos hospitales las cosas eran
bastantes distintas. Digamos que en comparación con los hospitales gubernamentales en los
que llegué a trabajar, ambos se encontraban en condiciones prístinas.
Debo admitir que en el furor del momento, y ya que mi visita a estos centros hospitalarios
ocurrió en un margen muy breve de tiempo, no se me ocurrió tomar muchas fotografías de las
instalaciones y tampoco me atreví a hacerlo de los pacientes. En otro momento, cuando
estudiaba medicina, lo hubiera hecho sin ningún problema, pero con los años desarrollé un
poco de penosidad que no existía en otro tiempo y que, pese a que no siempre se manifiesta,
me impide hacer cosas que considero invasivas. Tomar fotografías de personas sentadas en
una sala de espera, por ejemplo. Por suerte, en Google encontré imágenes adicionales a las
que tomé, que pueden sustentar mis observaciones personales.
En mi breve recorrido por el Santa Cecilia, donde no pude aplicar ninguna encuesta porque
todavía no la diseñaba, observé que el altar religioso estaba saturado de creyentes,
persignándose y rezando. Esto lo puedo contrastar con el Hospital Conchita, en el que viví junto
con mi esposa durante casi un mes hace unos años, cuando la hospitalizaron por una
tromboembolia pulmonar. En ese hospital la capilla, un pequeño templo adentro de las
instalaciones hospitalarias, se encontraba cerrada gran parte del día, pues sólo abría durante
las horas de misa. Ambos hospitales son de órdenes religiosas católicas, pero el Conchita
pertenece a la cadena Christus Muguerza y está respaldado por la asociación Christus Health
de Estados Unidos, lo que sólo significa que posee un capital mayor.
El Santa Cecilia estaba saturado de pacientes en espera, casi todas las camas de urgencias
ocupadas. Nadie tenía tiempo para darme un recorrido, así que me inmiscuí hasta la habitación
de rayos X, donde tomé una fotografía de la maquinaria, así como una más de un nebulizador
de pared y un monitor multiparámetro cuando iba de salida, en el área de urgencias.
38
La habitación de Rayos X se encontraba limpia, lo mismo que la máquina. En cambio, la sala
de urgencias, donde tomé la fotografía del monitor y la toma de pared, dejaba bastante qué
desear. Ya que estaba llena de médicos y enfermeros a prisa, llendo de un lugar a otro, pude
acercarme lo suficiente a un paciente como para tomar esa fotografía. Me interesó la toma de
oxígeno pues es donde se suelen conectar respiradores y nebulizadores, que suelen ser una
fuente de infección con P. aeruginosa. Los que tomé no se encontraban sucios ni en mal estado
aparente, pero si esos tubos que se encuentran colgados ahí se utilizan sin más, son
potencialmente peligrosos.
Para ejemplificar mejor el estado del hospital, adjunto tres imágenes encontradas en Google
bajo la búsqueda de «Hospital Santa Cecilia». Una de ellas, la imagen del lavamanos de un
baño dentro del hospital, demuestra que el estado de sanidad no es el ideal. Y en este tipo de
condiciones, P. aeruginosa, lo mismo que otras bacterias nosocomiales potencialmente
peligrosas como Klebsiella pneumoniae o Staphyloccocus aureus, proliferan.
39
Ilustración 8: [Fotografía del autor]. (Monterrey,
2017). Máquina de Rayos X. Hospital Santa Cecilia.
Ilustración 9: [Fotografía del autor].
(Monterrey, 2017). Toma de oxígeno
y monitor. Hospital Santa Cecilia.
40
Ilustración 10: [Fotografía sin autor]. (Monterrey, 2013). Hospital
Santa Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P
Ilustración 12: [Fotografía de Korey Fort]. (2016, Monterrey).
Hospital Santa Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P
Ilustración 11: [Fotografía de Korey Fort]. (2016, Monterrey). No es
el jabón. Hospital Santa Cecilia. Recuperado de:
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Ilustración 1: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Estudio.
Ilustración 2: S/N. [Fotografía de Eliava Institute]. (2010, Giorgia). George Eliava Institute of
Bacteriophages, Microbiology and Virology. (2010). Recuperado de:
http://www.eliava-institute.org/?rid=12&it=9&act=view&item=22
Ilustración 3: [Fotografía de The Dennehy Lab, sin autor]. (Queens, NY. s/d). Pseudomonas
syringae pv phaseolicola + bacteriophage Phi6 (30K x). Recuperado de:
https://dennehylab.org/galleries/pp-phi6_30k/
Ilustración 4: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Máquina de Rayos X. Hospital Santa
Cecilia.
Ilustración 5: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Toma de oxígeno y monitor. Hospital
Santa Cecilia.
Ilustración 6: [Fotografía sin autor]. (Monterrey, 2013). Hospital Santa Cecilia. Recuperado de:
https://goo.gl/f2s94P
Ilustración 7: [Fotografía de Korey Fort]. (2016, Monterrey). No es el jabón. Hospital Santa
Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P
Ilustración 8: [Fotografía de Korey Fort]. (2016, Monterrey). Hospital Santa Cecilia. Recuperado
de: https://goo.gl/f2s94P
41
Segunda excursión y entrevista
Primera parte: segunda excursión, Hospital San Vicente
Para cuando llegué al San Vicente, ya tenía varias preguntas formuladas en mi mente. Era
un día muy caluroso, a más de 40 grados centígrados. La deshidratación y las diarreas tendrían
todos los hospitales saturados. Si mi intención era encontrar unas colonias de Pseudomonas
aeruginosa en humanos, no encontraría un mejor momento. No es que quisiera ver a personas
enfermas como tal, ni que estuviera deseando que alguien tuviera una terrible infección para
poder observarla, pero si había alguien que padeciera la desdichada fortuna de tener una
infección, entonces quería verla.
En mis tiempos como estudiante de medicina me la topé varias veces, casi siempre en
heridas tisulares. Como anécdota, hace más de diez años estuve presente en una amputación
de pie diabético necrotizado por bacteriemia de Pseudomonas aeruginosa y Staphyloccocus
aureus. El paciente presentaba úlceras purulentas abiertas, con hueso y tendones expuestos. El
olor era impresionante. No esperaba ver nada parecido, pero aunque fuera tenía que preguntar.
Por fuera, el Hospital San Vicente es más impresionante que el Santa Cecilia, aunque
también muestra mayores evidencias de daños superficiales a la estructura a causa de los
elementos. Es algo muy común en el centro de Monterrey, donde por cada edificio en pie y en
relativamente buen estado encontramos dos ruinas coloniales habitadas por plantas y animales
42
Ilustración 13: [Fotografia del autor]. (Monterrey, 2017).
Hospital San Vicente, fachada.
silvestres. El hospital pertenece más bien a la categoría de los que se encuentran en buen
estado, sólo afectado por algunas manchas de humedad y heces aviarias en la fachada. Nada
que realmente se pueda evitar.
Entré al hospital y me dirigí a la sala de espera de Urgencias, pasando por la recepción
como si supiera a dónde iba, una costumbre que se me quedó desde mis años en medicina,
cuando entraba a todos los hospitales portando el uniforme blanco de estudiante sin
preocuparme nunca por registrarme ni pedir permiso. Pero esta vez no traía bata, lo que
hubiera sido de gran ayuda para observar sin ser observado, ya que por mi barba y mi manera
de caminar seguro podría hacerme pasar por médico. Como no llevaba disfraz sólo me
aventuré a urgencias, lugar a donde pude pasar ignorando al muchacho en la recepción que me
llamó con una voz no tan fuerte: «disculpe, caballero, ¿puedo atenderlo?»
En el camino a urgencias observé que a diferencia del Santa Cecilia, el altar no era
realmente un altar, sino sólo un cuadro de la Virgen de Guadalupe con un florero, en la pared
opuesta al acceso propiamente a la sala de urgencias, en un pasillo que conecta la entrada al
hospital con los elevadores que llevan a otras áreas. Vi que de esos elevadores salían médicos,
personal de enfermería y estudiantes. Un poco después de tomar la siguiente fotografía, una
enfermera salió de uno de los elevadores con una charola en mano donde pude distinguir una
de esas famosas y poco apetecibles comidas de hospital: verduras hervidas sin condimentos,
arroz blanco, un trozo pequeño de pescado hervido, una sopa de fideos insípida, flan de caja y
un jugo de manzana.
43
Ilustración 14: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017).
Virgen de Guadalupe, Hospital San Vicente.
Después de tomar la fotografía caminé por el pasillo sin titubear, ignoré a las personas
sentadas en la sala de espera, angustiadas por sus parientes y amigos que ingresaron de
emergencia, y caminé hasta los cubículos de urgencias. Ahí busqué al médico más joven y con
cara más temerosa, para poder así trabajar como detective sin ser expulsado o, peor aún,
internado por deshidratación, lo cuál me estaba sucediendo después de caminar bajo el sol.
Una vez que localicé a un joven médico, de entre 19 a 21 años —que en ese momento
escribía en una hoja sobre una tabla los datos de un hombre inconsciente— le pedí un
momento de su tiempo. Con un gesto digno y sin voltearme a ver me pidió que le diera un
momento y, una vez que terminó de registrar lo que necesitaba y me preguntó qué se me
ofrecía, le dije que venía de la UnADM y que estaba haciendo una investigación sobre bacterias
con resistencia múltiple a antibióticos.
Me es evidente que mi seguridad al hablar me ganó puntos (soy quizá diez años mayor que
él, lo que me facilitó las cosas): seguramente no asumió que soy aspirante a primer semestre
sino que creyó que era estudiante de posgrado o algo por el estilo, cosa que yo habría asumido
a su edad cuando estudiaba medicina y trabajaba en hospitales y alguien mayor llegaba
preguntando cosas con conciencia terminológica. Mi nerviosismo encubierto, que fue lo que me
hizo decir «vengo de la UnADM», cuando en realidad venía de caminar del parque, quizá
también facilitó más las cosas en ese momento. Es curioso pues, de no ser porque lo agarré
fuera de guardia (es un decir, en realidad estaba en guardia, quizá poco descansado), se habría
dado cuenta de que no podía «ir» de la UnADM pues no es un lugar físico. Quizá podría «ir de
parte de...» pero no fue lo que dije y tampoco es relevante, pues no es el tema.
Una vez que establecí la razón de mi visita, le comenté más sobre el proyecto. No le
expliqué todos los detalles, pero sí le dije que estaba interesado en conocer la problemática que
las infecciones nosocomiales presentan para los pacientes de un hospital tan concurrido,
especialmente a causa de mi mejor amiga, P. aeruginosa. ¿Qué tan frecuentes son las
infecciones que se generan ahí mismo? ¿Cuántas de esas infecciones son difíciles de
erradicar?
Pese a todo, no puedo decir que el joven médico (o estudiante de medicina, no estoy seguro
pues la práctica hospitalaria es llamarle «doctor» incluso a los estudiantes de primer semestre)
haya sido por completo cooperativo (al menos en un principio). Quizá asumió que mi interés era
en materia legal, o asumió que en realidad era un reportero encubierto. Aún así, pese a que no
quiso que registrara su nombre y me prohibió sacar el celular para tomar fotos (práctica muy
común en mis tiempos como estudiante, cuando cargaba una cámara por todo el hospital
tomando fotografías de todo, y que seguro los médicos y estudiantes siguen haciendo como
44
entonces), el joven médico decidió ayudarme en mi investigación y me llevó al área de
hospitalización para ver a una paciente recién salida de cuidados intensivos con una infección
resistente a antibióticos de nada más y nada menos que Pseudomonas aeruginosa.
La señora Rosa S., cuyo apellido omitiré por cuestiones de privacidad, ingresó al Hospital
San Vicente el lunes 14 de agosto, después de pasar todo el fin de semana con fiebre arriba de
40 grados. Antes de su ingreso al hospital, la paciente, que tiene antecedentes de fibrosis
quística y fibromialgia, fue recetada con ciprofloxacino para combatir una infección de vías
urinarias (5 de agosto). Pese a que la indicación fue que siguiera el tratamiento siete días, lo
suspendió después de cuatro porque se sentía con buena salud (9 de agosto). Dos días
después le llegaron las fiebres, más altas que antes, con escalofríos (11 de agosto). Después
de tres días más, en los que se terminó el frasco de antibióticos que había dejado inconcluso,
terminó en el hospital por complicaciones (14 de agosto). Después de dos días en el hospital
(16 de agosto, día de esta expedición), la señora Rosa sigue sin ser dada de baja, aunque
mantiene signos vitales estables bajo supervisión del personal médico y de enfermería.
Después de conocer la historia de la paciente Rosa S., el joven médico salió a atender la
llamada de una enfermera, momento que aproveché para agacharme y tomar una fotografía de
los zapatos de la paciente (con su permiso) y de unas misteriosas gotas de sangre que se
encontraban bajo su cama. A simple vista el hospital se encontraba en excelente estado, pero
una revisión minuciosa revela detalles de este tipo. En estas situaciones es donde bacterias
nosocomiales peligrosas como P. aeruginosa proliferan.
45
Ilustración 15: [Fotografía del autor]. (Monterrey,
2017). Pasillo. Hospital Santa Cecilia.
A su regreso, el joven médico me pidió que lo acompañara de vuelta al área de urgencias,
donde debía continuar con su guardia. «El caso de la paciente Rosa S. no es un caso típico»,
me dijo el joven médico. A lo que se refería es que es atípico que una persona que deja el
antibiótico a medias termine hospitalizada, pero sí es típico que muchas infecciones se
refuercen cuando no se encuentran por completo derrotadas y en esos casos los pacientes
vuelven al hospital cuando se encuentran prácticamente colonizados de gravedad. La razón por
la que muchas personas no acuden al hospital después de cancelar el tratamiento y volverse a
enfermar es porque les da vergüenza que los médicos los regañen. También es típico para
pacientes con fibrosis quística que una infección de Pseudomonas aeruginosa se convierta en
un factor de mortalidad si no es tratado a tiempo. Todo eso me lo comentó el joven médico, con
una evidente muestra de preocupación en su rostro.
—¿Cree que la paciente se va a morir?, le pregunté, ya de vuelta en urgencias.
—Todos vamos a morir un día—, dijo en un arranque de nihilismo, —pero a ella todavía le
queda un buen rato.
El joven médico me explicó que la paciente llevaba un tratamiento sinérgico de dos
antibióticos inhalados para combatir la infección pulmonar. No presentaba cuadro infeccioso en
vías urinarias ni sangre cuando fue ingresada, por lo que el tratamiento es idóneo para su
condición. Por suerte para la señora Rosa, la infección pulmonar no había colonizado
demasiado sus tejidos, de lo contrario el pronóstico no sería tan bueno. Ahora se encuentra bajo
observación, pero si sus signos vitales se mantienen estables un día más, podrá irse a su casa.
Eso sí, deberá inhalar colistina y tobramicina dos veces al día durante 28 días, o las
consecuencias a su salud podrían ser muy graves.
46
Ilustración 16: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017).
Zapatos y sangre. Hospital San Vicente.
En el caso de la paciente Rosa S., una muestra de esputo demostró que se trataba de una
infección de P. aeruginosa, y una prueba en laboratorio comprobó que se trataba de una sepa
resistente a ciprofloxacino, un antibiótico que suele funcionar bastante bien contra P.
aeruginosa, pero contra el cual tiene potencial de desarrollar resistencia. «Aunque no podemos
especular, creemos que la irrupción en el tratamiento con antibióticos llevó a que algunas
bacterias desarrollaran resistencia y eventualmente infectaran sus pulmones», concluyó el joven
médico.
Después de eso me dijo que debía volver a su trabajo y no podía darme más tiempo, pero le
agradecí bastante pues la entrevista improvisada fue muy útil para mi investigación. Antes de
partir me dirigí al baño a lavarme las manos y aprovechar para tomar una última fotografía del
estado de limpieza del baño, que es uno de los focos infecciosos de un hospital. Para mi grata
sorpresa, las condiciones del baño de hombres del área de espera de ginecología se
encontraba en excelente estado, al menos para la vista. El único problema es el dispensador de
papel, que aparte de tener que tocarse con las manos estaba trabado, lo que me obligó a
secarme las manos en el pantalón (práctica no recomendable para trabajadores del sector
salud, ya que estamos).
Después salí del hospital y encendí un cigarrillo, pensando en cuánto sufrió Sean Connery en
Medicine Man por uno, para que al final nunca pudiera fumar nada. También pensaba en que
debía dejar de fumar, cosa que pienso siempre que me encuentro cerca de un hospital.
Entonces, otras preguntas vinieron a mi mente y decidí, en ese mismo momento, y
aprovechando que tenía el teléfono con algo de pila todavía y que muchos del personal del
hospital ya me habían visto entrevistando a un médico, hacer una encuesta rápida.
47
Ilustración 17: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Baño
limpio, Hospital San Vicente.
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Estado actual de Terapia de Fagos

  • 1. Investigación documental y de campo Informe final Estado actual de la terapia de fagos para el tratamiento de infecciones nosocomiales de Pseudomonas aeruginosa multirresistentes a antibióticos Zamudio Ureta Rafael Septiembre de 2017 1
  • 3. Introducción Antecedentes históricos Los bacteriófagos son un tipo de virus que ataca exclusivamente a bacterias. Fueron descubiertos en dos ocasiones, la primera en 1913 por el bacteriólogo británico Frederick Twort, y después por el microbiólogo canadiense Félix d'Herelle (Sulakvelidze, A. 2001). Mientras que Twort no estaba seguro de que el agente microbicida que había descubierto se trataba de un virus, d'Herelle confirmó esta hipótesis y también les dio su nombre, que significa “devorador de bacterias”. A diferencia de Twort, d'Herelle realizó numerosos experimentos con bacteriófagos (también llamados “fagos”) y comenzó a utilizarlos como agente terapéutico para el tratamiento de infecciones bacterianas, siendo así la terapia con fagos la primera herramienta efectiva para el tratamiento de infecciones hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando el uso de antibióticos se volvió generalizado. A lo largo del siglo XX los antibióticos se convirtieron en la línea de defensa principal en la lucha contra las enfermedades infecciosas, pero pronto los microorganismos comenzaron a mostrar resistencia a ellos. Para comienzos del siglo XXI, la preocupación de que los microorganismos infecciosos se volvieran inmunes a los antibióticos pasó de ser una preocupación menor a una mayor y se reforzó la investigación para encontrar alternativas y evitar así un resurgimiento de enfermedades incurables. Una de estas alternativas es la terapia de fagos, que aunque fue olvidada en Occidente tras el descubrimiento de la penicilina, se siguió utilizando como un tratamiento común y corriente en Rusia, Georgia y Polonia. Sin embargo, la falta de rigor científico desde una perspectiva occidental, así como que la mayoría de las investigaciones se econtraban en ruso, más los problemas geopolíticos de la Guerra Fría, dificultaron en un principio el acercamiento de esta terapia a Occidente. Pese a todo, la década actual ha visto un surgimiento muy importante en la investigación de virus bacteriófagos, tanto por su potencial terapéutico como otro tipo de aplicaciones, como la biorremediación o en el campo de la bioinformática. En parte esto se debe al auge actual de la biotecnología, así como a los avances en ciencias genómicas y química que han surgido a la par con los avances en computación del siglo XXI. Gracias a estos avances han sido posibles numerosos estudios celulares tanto de la fisionomía humana como de bacterias que antes no 3
  • 4. eran siquiera imaginables, lo que a su vez ha abierto las puertas al estudio de virus. Justificación Hoy, la terapia de fagos en Occidente ha pasado de ser una pseudociencia oscura a una posibilidad médica real que se encuentra en desarrollo. Aún así, es complicado determinar cuál es la situación actual de esta terapia: si se encuentra lista para implementarse o si aún tiene riesgos desconocidos y problemáticas por resolver. Es importante esclarecer que el interés de hacer esta investigación radica en primer lugar en la importancia de mantener una línea de defensa estable y efectiva contra enfermedades infecciosas bacterianas, así como en implicitar el rol que la biotecnología tiene en la actualidad como una ciencia vital, de vanguardia, tanto para el sector salud como otros sectores. En segundo lugar, esta investigación surge de la observación previa de infecciones resistentes a antibióticos en hospitales, donde las bacterias infecciosas desarrollan multirresistencia por exposición constante a bactericidas. Las infecciones nosocomiales son un problema grave de salud pública a nivel mundial, así como una prioridad alta para la Organización Mundial de Salud (OMS). En tercer lugar, el interés específico en Pseudomonas aeruginosa se debe a que es una de las bacterias multirresistentes más problemáticas en infecciones nosocomiales, pues aparte de ser un microorganismo ubicuo con resistencia natural a muchas familias de antibióticos, evoluciona de manera rápida. Es la principal causa de muerte de pacientes con fibrosis quística, y la causa de muerte de alrededor del 25% de pacientes con VIH. También causa infecciones severas en vías respiratorias, tracto digestivo, vías urinarias, sepsis, e invasión de tejidos en heridas y quemaduras. La mayoría de estas infecciones surgen en pacientes con inmunodepresión, principalmente durante su estancia en el hospital (Luján, 2014). En cuarto lugar, la última razón de interés para llevar a cabo esta investigación tiene su origen en el mito generalizado de que todos los virus son malignos para el ser humano. Mientras que los virus siguen siendo los seres biológicos menos comprendidos y su estudio apenas raya la superficie, en años recientes muchos mitos asociados con ellos se han ido rompiendo. Es aceptado ahora que son los entes más numerosos en el planeta, con tan sólo los bacteriófagos superando miles de veces la sumatoria de todos los demás seres vivos de la Tierra, incluyendo animales, plantas, hongos, algas y bacterias. También es aceptado que son 4
  • 5. ubicuos, que habitan nuestros cuerpos como lo hacen otros microorganismos y que conviven en armonía con su ecosistema, del cuál todos los seres vivos formamos parte. Sin embargo, estas nociones son desconocidas para la mayoría de la población y, en gran medida, sus posibles aplicaciones son incluso desconocidas para el personal de salud que trabaja en hospitales. Pese a eso, los virus, principalmente los bacteriófagos, se han convertido recientemente en una de las herramientas principales de la biotecnología, pues por medio de ellos es posible modificar el comportamiento de otros microorganismos como las bacterias. Objetivos Objetivo general. Determinar el estado actual de la terapia de fagos para el tratamiento de infecciones nosocomiales multirresistentes a antibióticos de la bacteria Pseudomonas aeruginosa. Objetivos específicos. 1. Identificar las dificultades más comunes para tratar infecciones de P. aeruginosa con resistencia múltiple adquiridas en hospitales, así como los riesgos patológicos de esta bacteria para pacientes con inmunodepresión que se encuentran hospitalizados. 2. Conocer la opinión de médicos y personal de enfermería respecto al uso de virus como agentes terapéuticos para tratar infecciones bacterianas. 3. Describir las aplicaciones potenciales de virus bacteriófagos como tratamiento en infecciones de P. Aeruginosa. 4. Valorar la viabilidad del tratamiento con bacteriófagos para infecciones nosocomiales multirresistentes de P. aeruginosa, según los datos extraídos de la investigación. 5
  • 6. Metodología Dada la naturaleza teórica de la terapia de fagos en Occidente, así como que no se lleva a cabo ningún estudio clínico de esta terapia en México según el conocimiento del autor, la presente investigación fue documental casi por completo. Durante la primera semana de la investigación se recopilaron artículos académicos publicados en revistas científicas especializadas que fueron leídos y analizados en un marco de catorce días posteriores a la selección inicial. El criterio de selección para estos artículos fue el siguiente: • Que la fecha de publicación fuera reciente, tomando prioridad los artículos publicados de 2010 a 2017. En el caso de textos publicados previamente a esta fecha se tomó en consideración que el valor específico de esos textos fuera alto bajo los demás parámetros definidos a continuación, mismos que aplican a todo el corpus de referencia. • Relevancia y pertinencia. Se buscó que los textos fueran exclusivamente del tema en cuestión así como que fueran textos únicos con información especializada y no repetitiva. Dado que la cantidad de artículos que fueron considerados en un principio para esta investigación era muy alta, se eligió tomar estos dos puntos como uno solo para agilizar así el proceso de lectura y análisis. Muy pocos textos generales fueron tomados en cuenta en comparación con el corpus de artículos académicos y su función fue meramente para servir como un nexo contextual para lograr los objetivos de esta investigación. • Confiabilidad. Se buscó que las fuentes se encontraran validadas por pares e instituciones académicas de reconocido prestigio. Bajo este criterio se descartaron los estudios que no fueron publicados en revistas científicas indexadas. • Autoridad. Una vez que el rango de textos fue reducido bajo los criterios anteriores, se favoreció a los que contaban con autores de mayor incidencia en bacteriófagos y terapia de fagos, así como en bacterias del orden Pseudomonas; los artículos cuyos investigadores colaboran, ya sea directa o indirectamente, con instituciones que trabajan con estos microorganismos y estas terapias; los artículos que eran reportes de pruebas clínicas de terapia de fagos; y, finalmente, artículos secundarios que condensaban estas fuentes y las analizaban, para ser utilizados como guiones de lectura y análisis. Durante la tercer semana de la investigación, una vez que fueron leídos y analizados los artículos seleccionados bajo los criterios ya descritos, se realizó una investigación de campo en 6
  • 7. dos hospitales del centro de Monterrey para conocer la opinión general de personal médico y de enfermería respecto a la terapia de fagos, así como a la gravedad real de las infecciones nosocomiales de P. aeruginosa. De esta excursión de campo se extrajo información relevante en la aplicación de un cuestionario al plantel médico y de enfermería así como una entrevista con un médico residente del Hospital San Vicente. Para complementar la información, se realizó una entrevista a distancia a un químico- fármaco-biólogo de Tijuana que trabaja con bacteriófagos en el Laboratorio de Biotecnología de la Universidad Autónoma de Baja California. También se realizó una encuesta especializada a investigadores de bacteriófagos y terapia de fagos de diversos lugares del mundo. De esta encuesta se destaca la participación del Dr. Alexander Sulakvelidze, líder del departamento de investigación y co-fundador de Intralytix Inc., la primera compañía de bacteriófagos de Estados Unidos; del Dr. Agustino Martínez Antonio, jefe del Departamento de Ingeniería Genética del Cinvestav Irapuato; y del Dr. Bob Blasdel, investigador de la División de Ingeniería para la Salud Humana y Animal de la Universidad de Leuven de Bélgica. Estos tres testimonios son considerados relevantes para la investigación, pues tanto el Dr. Blasdel como el Dr. Sulakvelidze son, junto con sus equipos de investigación y las instituciones para las que trabajan, de los autores más relevantes en este tema. El testimonio del Dr. Martínez Antonio es de igual relevancia pues forma parte del grupo de la Red de Biología Sintética de México, que a su vez es parte de la red internacional de investigadores e ingenieros de biología sintética SynBio, de la cuál son miembros la mayoría de los autores de los artículos analizados para esta investigación. Durante la cuarta semana, una vez obtenida toda la información, recabado datos y hecho el análisis de los mismos, se buscó la respuesta a las interrogantes surgidas durante la investigación de manera reflexiva y analítica para llegar así a una conclusión. Para llegar a una conclusión que fuera lo más objetiva posible se tomaron en consideración tantos factores como permitió el tiempo dedicado a la investigación, para poder determinar así el estado actual de la terapia de fagos, tratando así de reducir estas limitantes. Se contrastaron estos factores con las opiniones recabadas en las encuestas realizadas y las entrevistas, así como se buscó información adicional al concluir la etapa de investigación que incidiera en este tema. La razón para no incluir estos testimonios en la fase de análisis sino hasta el final de la investigación fue para no formar ideas predefinidas antes de analizar los datos pertinentes y poder llegar así a una conclusión más objetiva. 7
  • 8. Resultados Preámbulos La pregunta inicial de esta investigación era si la terapia de fagos se encontraba cerca de implementarse como una alternativa viable o conjunta al uso de antibióticos para tratar infecciones bacterianas. En un principio, buscar la respuesta a esta interrogante supuso una búsqueda exhaustiva de información que a su vez ayudó a hacer una primera delimitación del tema a investigar. En esta exploración previa se descubrió que la terapia de fagos no es una terapia generalizadora, como lo es la terapia con antibióticos. Esto quiere decir que para cada tipo de infección bacteriana, causada por una especie de bacteria, se aplica una especie específica de bacteriófago o una mezcla de especies de bacteriófagos que atacan exclusivamente a esa especie bacteriana. Una vez que fue conocido este dato y que fue mejor delimitado el tema (uso de bacteriófagos para tratar infecciones de Pseudomonas aeruginosa), se concluyó que ya que las Pseudomonas no suelen causar enfermedades a personas saludables, y aún en personas con enfermedades de no mucha gravedad no suelen ser una causa principal de colonización bacteriana, la mejor ruta de investigación sería delimitar aún más el tema a infecciones de P. aeruginosa surgidas en hospitales. Para esto, fue necesario conocer mejor a las bacterias del orden Pseudomonas, así como específicamente a P. aeruginosa, y en el proceso conocer también a las especies de bacteriófagos que depredan a estas bacterias. Pseudomonas aeruginosa, una bacteria ubicua y resistente por naturaleza Como ya se mencionó en la introducción, P. aeruginosa es una de las principales bacterias que causan infección nosocomial (Luján, 2014). Es una bacteria muy problemática, pues es difícil de erradicar una vez que se ha fijado a un ambiente, dada su resistencia natural a antibióticos así como a su capacidad de sobrevivir a condiciones que serían consideradas adversas para otras bacterias y microorganismos en general (como en combustible, jabón, agua clorada, amoniaco) (Luján, 2014). Pese a eso, P. aeruginosa y las Pseudomonas en general, son bacterias de suma importancia para el ecosistema (Ceyssens, Lavigne, 2010). Las cepas de Pseudomonas que viven en ecosistemas naturales y humanos, incluyendo 8
  • 9. nuestras fuentes de agua potable, verduras frescas, o hasta ambientes citadinos, no son una causa grave de infecciones para el ser humano e incluso conviven con nosotros sin problema alguno. P. aeruginosa puede aislarse de a partir del 2% al 8% de las heces de personas saludables, lo que indica que esta bacteria es parte de la microbiota intestinal humana (Soberón, 2002). Esto no es tan sorprendente si se considera que se trata de una genero de bacterias ubicuo, presente en todos los ecosistemas planetarios a excepción de los casquetes polares (Ceyssens, Lavigne, 2010). 9 Ilustración 1: Tabla de resistencia a antibióticos. (Luján, 2014). Ilustración 2: Tabla de resistencias mutágenicas de P. aeruginosa. (Livermore, 2001).
  • 10. A diferencia de otras bacterias que colonizan al ser humano, como E. coli, P. aeruginosa posee un rango muy amplio de genes que no están presentes en todas las cepas. Tan sólo el 17% del genoma de P. aeruginosa es común a todas las cepas de esta especie, siendo la bacteria con la mayor variabilidad genética conocida hasta ahora (De Smet, Hendrix, Blasdel, Danis-Wlodarczyk y Lavigne, 2017). Esta diversificación genética se debe en parte a que P. aeruginosa es una bacteria proclive a formar coloniales clonales mutantes, así como a una alta capacidad de transducción que le permite transferir plásmidos de bacteria a bacteria en una colonia (De Smet, et al., 2017). Esto le garantiza a P. aeruginosa una resistencia amplia a diversas familias antibióticas como podemos apreciar en las ilustraciones 1 y 2. Aparte de estas cualidades exacerbadas para la mutación y adaptación, P. aeruginosa tiene otras defensas naturales que le confieren una capacidad no sólo de sobrevivir a antibióticos por mera cuestión estadística, sino también de resistir a ellos de manera individual. Dado que se trata de una bacteria gramnegativa, su doble membrana de fosfolípidos funciona como una barrera natural, como la de cualquier bacteria de este orden. Si a esto sumamos las complejas bombas de eflujo que posee P. aeruginosa en su doble membrana, mismas que poseen una alta capacidad de selección para expulsar cualquier potencial agente bactericida, tenemos así una bacteria con una inusual respuesta defensiva que ni siquiera otras bacterias gramnegativas poseen (Ceyssens, Lavigne, 2010). Mientras que muchas bacterias tienen este tipo de defensas, las bombas de eflujo de P. aeruginosa se benefician de su alta capacidad mutagénica para codificar genes que le permiten reconocer y expulsar agentes antibióticos, a su vez que la transducción generalizada que pueden realizar las colonias de P. aeruginosa le permite a las colonias esparcir rápidamente estos genes. Esto le permite a cepas no resistentes adquirir resistencias sin necesariamente evolucionar en el proceso. Es decir, lo que a otras bacterias puede tomarle varias generaciones, a P. aeruginosa puede tomarle una sola generación (Oh, Stenhoff, Jalal y Wretlind, 2004). P. aeruginosa y sus depredadores naturales: los virus bacteriófagos Como parte de estos procesos de vida de P. aeruginosa, los bacteriófagos que las depredan son tan variados genéticamente como numerosos. Al igual que sus huéspedes bacterianos, los fagos de P. aeruginosa se encuentran dispersos por todo el mundo y superan a sus huéspedes en cantidad con una relación de aproxidamente 10 a 1 (Clokie, Millard, Letarov, y Heaphy, 10
  • 11. 2011). Hasta ahora se han mapeado los genomas de 150 especies de bacteriófagos que depredan a P. aeruginosa, entre los cuales hay tanto del tipo lítico como del lisogénico. La manera en la que los bacteriófagos “depredan” a las bacterias, incluyendo a P. aeruginosa, puede tomar una de estas dos vías. En realidad se trata de una sola vía, que es la lítica, pero algunos virus realizan una serie de pasos intermedios que no siempre resultan en la lisis bacteriana. Explicaremos esto a continuación, de acuerdo a lo expuesto por Kameyama, Oviedo y Garneros (2010). Los fagos, a diferencia de otros seres biológicos, no se mueven por mecanismos de voluntad. Se puede decir que en vez de eso “flotan” hasta encontrar un huésped. A diferencia de otros tipos de virus que pueden infectar a una amplio espectro de huéspedes, los fagos sólo atacan a bacterias, sin excepción, y sólo pueden infectar a una especie de bacteria. No existen fagos conocidos que puedan atacar a dos o más especies de bacterias y, en la mayoría de los casos, infectan sólo a cepas específicas de la especie huésped. Los bacteriófagos LUZ24 y phiKZ, por ejemplo, sólo pueden infectar a la cepa PAO1 de P. aeruginosa (De Smet, et al., 2017). Los bacteriófagos son seres con una morfología sencilla pero muy efectiva. Como la mayoría de los virus, se componen de una cadena genética de longitud variable (ya sea de ADN o ARN), protegida por una cápsula de proteínas simétricas. Todas las protéinas de la cápsula encajan como las piezas de un rompecabezas, y su composición química está diseñada para atraerse mútuamente y formar esta cápsula de manera natural. Aparte de la cápside y material genético, lo que conforma al “virión” del bacteriófago, los fagos tienen también una cola o pie con la que se adhieren a la superficie de sus huéspedes. La 11 Ilustración 3: Infograma de la vía lítica de infección de bacteriófagos. (Kim, 2017).
  • 12. mayoría de los fagos son de cola rígida, aunque también hay algunos que poseen una larga cola flexible que asemeja a un flagelo. Muchos fagos poseen también una serie de patas retráctiles que se despliegan al adherirse a la superficie bacteriana para mayor estabilidad. . A diferencia de otros tipos de virus que utilizan sensores químicos en sus cápsides para penetrar la membrana celular e infectar a su huésped, los fagos poseen receptores químicos exclusivamente en la cola, que buscan receptores similares en la superficie bacteriana, donde el fago tratará de acoplarse. Una vez acoplado, los fagos que poseen patas las despliegan para adherirse de manera definitiva a las bacterias y posteriormente penetrar la membrana celular utilizando el tubo de su cola como jeringa. El material genético del fago se inyecta al citosol bacteriano, donde será absorbido por el huésped y adherido a su material genético para replicarlo posteriormente. Los virus del tipo lítico comienzan su acción reproductiva de inmediato, tomando control de los mecanismos de replicación de ADN, secuestrando el metabolismo y utilizando todos los recursos de la bacteria para empezar la producción en masa de bacteriófagos. Una vez que el cuerpo de la bacteria se encuentra lleno de viriones que se ensamblan por sí mismos, la membrana celular se rompe y se liberan los nuevos bacteriófagos, que flotarán para 12 Ilustración 4: Morfología de los fagos de P. aeruginosa. (Ceyssens, et al., 2010)
  • 13. buscar nuevos huéspedes y continuar el proceso hasta que no haya más bacterias a su alrededor. En la vía lísogénica, el virión no se replica de manera automática al ser absorbido por el huésped, sino que se mantiene en un estado “dormante” hasta que las condiciones adecuadas se presenten. Éstas pueden ser un cambio de temperatura, de glucosa en el medio, de sal, incluso de otras sustancias químicas. Al virión que se encuentra en este estado se le conoce como “profago”, y puede ser transmitido generación tras generación al replicarse como parte de la cadena de ADN de una bacteria. Los profagos pueden conferirle a sus huéspedes habilidades distintas. Algunos profagos son benéficos para las bacterias, pues les otorgan mecanismos de defensa para no ser depredados por otros microorganismos o para que no puedan ser afectados por otros bacteriófagos. Otros, sin embargo, reducen la motilidad o la capacidad de formar biopelícula. Algunos evitan la formación de colonias y algunos más cancelan las bombas de eflujo (Chan, et al., 2016). Con el tiempo, sea veinte minutos o años, los profagos activan la producción de nuevos viriones y la célula se rompe liberando a la progenie viral para que infecte a otras bacterias. A este tipo de bacteriófagos se les conoce como lisógenicos o atemperados”, mientras que los líticos son conocidos también como “virulentos”. Ya que las bacterias liberan toxinas cuando son destruidas por mecanismos líticos, las cuáles pueden ser peligrosas para un paciente infectado, los fagos con mayor potencial terapéutico son los atemperados. De los fagos atemperados de P. aeruginosa se ha observado que poseen mecanismos de acción tan amplios como la misma variabilidad genética de sus huéspedes. Algunos afectan la formación de biopelícula en las colonias de P. aeruginosa, otros los factores de virulencia de la bacteria, otros más la motilidad. Algunos fagos vuelven a sus huéspedes susceptibles a antibióticos actuando sobre las bombas de eflujo, mientras que otros les confieren resistencias (Secor, et al., 2015). Esto hace que no todos los fagos atemperados tengan el mismo potencial como agentes terapéuticos, mientras que hace que algunos posean cualidades muy deseables en un agente bactericida. En especial, los fagos que pueden disolver biopelículas, reducir motilidad y virulencia, así como los que toman control de los mecanismos metabólicos de sus huéspedes, son los mejores candidatos para una terapia de fagos (De Smet, et al., 2017). Tomando todo esto en consideración, es importante enfatizar que las Pseudomonas viven sin que nosotros nos demos cuenta de su existencia. Así mismo, los bacteriófagos se encuentran dentro de nosotros (Navarro y Muniesa, 2017), en el aire, en el agua, en la tierra, en todos los ecosistemas, incluyendo ambientes citadinos y hospitales. No son dañinos para el ser 13
  • 14. humano, pues no tienen la capacidad de infectar más que a células bacterianas. Y en algunos casos, como se ha descubierto recientemente, algunos fagos son incluso comensales de las bacterias, como las bacterias lo son de nosotros. P. aeruginosa como factor de riesgo a la salud Como ya se mencionó antes, P. aeruginosa tiene un lado peligroso. Mientras que las cepas naturales no son un riesgo real para el ser humano, las que habitan en ambientes nosocomiales sí son un problema mayor de salud pública. En diversos estudios realizados en hospitales de todo el mundo, incluyendo México, se han identificado cepas mutantes con multirresistencia a antibióticos (Luján, 2014). Estas mutantes, que han evolucionado resistencias con los años y siguen haciéndolo de manera constante, son difíciles de erradicar y habitan en todo tipo de aparatos e instrumental médico. Dada su predilección por el agua y su resistencia natural a detergentes y desinfectantes, es habitual que esta bacteria colonice en los hospitales respiradores, humidificadores, vertederos, duchas, piscinas de hidroterapia y ocasionalmente las manos de los trabajadores de la salud; también es común encontrarlas en trapeadores, esponjas, así como otras herramientas de limpieza, también pisos y paredes, todo esto aún frente a un buen cuidado de la higiene (Kerr y Snelling, 2009). Pese a que se sigan cuidados rigurosos de limpieza, estas bacterias son inerradicables en los hospitales, y ya que conviven diario con pacientes y con antibióticos, se adaptan y mutan con mayor rapidez que en otros ambientes. (Luján, 2014) Esto las vuelve un patógeno muy peligroso de repercusión mundial. Afectan sobre todo a los pacientes más vulnerables que se encuentran hospitalizados, principalmente a los que se encuentran en cuidados intensivos, a los que necesitan ser entubados, pacientes con quemaduras y otras heridas expuestas (Luján, 2014). P. aeruginosa es una de las principales bacterias causantes de infecciones en hospitales. Y ya que en estos ambientes proliferan las cepas resistentes a antibióticos, es difícil combatirlas por estos medios una vez que colonizan a pacientes vulnerables. Junto con Acetinobacter baumanniii, P. aeruginosa es catalogada con la prioridad más alta de riesgo por la OMS, así como la más alta prioridad para encontrar un tratamiento bactericida efectivo que anule la ineficacia de los antibióticos actuales para tratar infecciones con estas bacterias (Organización Mundial de la Salud, 2017). Pero es para personas con fibrosis quística para quienes presentan un riesgo mayor, 14
  • 15. llegando incluso a ser la principal causa de muerte de pacientes con este padecimiento (MacDonald, 1997). En pacientes con fibrosis quística, P. aeruginosa coloniza el tracto respiratorio, aprovechando la mucosidad excesiva producida por este padecimiento para formar colonias difíciles de curar. El ambiente de los pulmones con esta enfermedad le permite a P. aeruginosa formar una biopelícula impenetrable para la mayoría de los antibióticos, lo que dificulta también la reacción defensiva del sistema inmunológico (Mai, Seow, Pier, McCormack y Thong, 1993). Si la infección no es detectada y tratada de manera casi inmediata, se cierra la ventana de recuperación y se vuelve virtualmente incurable. Una vez que esto sucede, el paciente infectado pasa a una condición terminal, en la cuál ya no puede hacerse nada para salvar su vida (May et al., 1991). P. aeruginosa es la causa de muerte del 22% al 36% de pacientes con VIH. También es uno de los principales patógenos relacionados con la bronquiectasia en fibrosis quística (MacDonald, 1997), que a su vez es la causa principal de insuficiencia respiratoria en pacientes con este padecimiento. Ya que la insuficiencia respiratoria por bronquiectasia es la causa de muerte de 90% de los pacientes con fibrosis quística, y esto ocurre cuando los pulmones se encuentran altamente colonizados por P. aeruginosa, así como S. aureus y Burkolderia cepacia (todas bacterias que presentan un amplio espectro de resistencia antibiótica), la búsqueda por un tratamiento efectivo es pertinente (MacDonald, 1997). Descubrimiento y primer auge de la terapia de fagos Una vez comprendida la problemática que presentan las infecciones de esta bacteria en ambientes nosocomiales, la investigación se centró en la terapia de fagos para combatir infecciones con resistencia múltiple a antibióticos de P. aeruginosa. Para esto fue necesario conocer la historia de la terapia de fagos, desde el descubrimiento de los bacteriófagos a comienzos del siglo XX. Se encontró que esta terapia se ha utilizado de manera ininterrumpida en Georgia, Polonia y Rusia casi desde el descubrimiento de los bacteriófagos por Frederick Twort en 1915 y Félix d'Herelle en 1917, pero se dejó de practicar en Occidente con el auge de los antibióticos modernos debido a las aplicaciones de la penicilina como bactericida poco después de que Alexander Fleming la descubriera en 1928. Por un lado, el amplio espectro de aplicación de los antibióticos en oposición a la alta especialización de los fagos fue un factor determinante para 15
  • 16. que la industria química y farmacéutica tomara este camino. Por otro, la falta de rigor científico en los trabajos de d'Herelle con fagos, sobre todo al no incluir pruebas clínicas con placebo en su investigación, terminaron por cimentar esta decisión en la comunidad científica de la primera mitad del siglo XX. (Sulakvelidze, A., 2005) Según Sulakvelidze (2005), la efectividad del tratamiento desde la perspectiva de d'Herelle hizo que considerara innecesario incluir pruebas clínicas con placebo pues creía más importante curar que realizar más experimentos. De acuuerdo a Fruciano y Bourne (2007), D'Herelle comenzó a aplicar los fagos que había descubierto para tratar infecciones muy poco después de descubrirlos. Su primera prueba fue aislando fagos de Salmonella typhi en heces de gallinas, curando así una epidemia de fiebre tifoidea en gallinas. Después de eso, él y su grupo comenzaron a aplicar la terapia para curar disentería, causada por la bacteria Shigella dysenteriae. Eventualmente, logró aislar fagos para combatir infecciones de Eschericia coli, Pasteurella multocida, Vibrio cholerae, Yersinia pestis, diversos Streptococcus, Neisseria meningitis y también P. aeruginosa. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007) Estos descubrimientos se convirtieron en la base para el desarrollo de terapias específicas contra un amplio espectro de infecciones bacterianas en diversos lugares del mundo, incluyendo epidemias que fueron detenidas y prevenidas. D'Herelle viajó por el mundo promoviendo el descubriminto y aplicación de los fagos, así como las técnicas para su aislamiento, cultivo y aplicación terapeútica, que se administraba ya fuera de manera tópica en infecciones externas, o por vía oral o intravenosa. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007) Los resultados de d'Herelle fueron conclusorios y efectivos, lo que le trajo prestigio internacional, así como un primer auge de la terapia de fagos. Se trató con éxito infecciones de disentería en Brasil, disentería y peste en Senegal y Egipto. Se estudió el efecto de la terapia en Reino Unido, Italia y Grecia para combatir tifoidea y paratifoidea. En Stanford y Michigan se produjeron cocteles de fagos para su distribución en hospitales públicos para combatir estafilococos. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007) Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército nazi alemán usó la terapia de fagos para combatir infecciones de sus soldados heridos en batalla, y se discute que la ocupación nazi de Georgia en la Unión Soviética tenía como finalidad la apropiación de uno de los centros de investigación de fagos de d'Herelle. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007) En 1933, d'Herelle fundó el Laboratoire du bacteriophage de París. Entre 1934 y 1936, d'Herelle estableció tres laboratorios de producción de fagos en la URSS, ubicados en Kiev, Kharkov y Tbilisi. La terapia de fagos también fue utilizada por el Ejército Rojo durante la guerra en Finlandia. También se estableció un centro de investigación en India Británica por la 16
  • 17. administración de Reino Unido, que fungió de 1927 a 1936. Y hay pruebas de que la terapia fue utilizada también en China y Japón durante esta época. (Fruciano, D. E., y Bourne, S., 2007) Pese a este auge, la terapia y la investigación de los fagos fue abandonada por los Estados Unidos y Europa occidental durante la década de 1940. Pese a que demostró ser una terapia efectiva y segura, d'Herelle fue desacreditado por sus pares. Según Sulakvelidze (2005), esto fue debido a que d'Herelle no siguió los protocolos científicos que exigía la comunidad académica desde entonces. Esta manera de actuar descalificó sus métodos por la comunidad científica europea. El caso de d'Herelle es así un caso ejemplar, en el que la falta de rigor desacreditó su trabajo pues pese a que en la práctica parecía ser efectivo, no existían publicaciones que cumplieran con los protocolos de investigación científica ni que estuvieran validadas por pares, así como no había datos que pudieran comprobar estadísticamente la aplicación de su terapia. Esto causó que la comunidad científica occidental se decantara por la investigación y producción de antibióticos químicos, así como la aplicación de vacunas como métodos de terapia y profilaxis para enfermedades infecciosas. (Sulakvelidze A., 2001). Esta misma consideración fue hecha en contra de la larga tradición de la terapia con fagos en Europa del Este y la URSS posteriormente, sobre todo la falta de estudios con placebo para demostrar la efectividad de los fagos, así como que muy pocos fueron hechos en contraste con terapia de antibióticos para realizar una comparación efectiva. Según Sulakvelidze, desde la perspectiva de Europa del Este y la URSS estos tipos de estudios y pruebas clínicas ya no eran necesarios pues se había demostrado desde su punto de vista que la terapia era efectiva y segura. (Sulakvelidze, A., 2001). Sumado a los problemas políticos de la Guerra Fría, Occidente cerró las puertas a investigar la terapia de fagos pues incluso cuando sí había publicaciones académicas que cumplían con los protocolos de rigor occidental, las publicaciones científicas eran publicadas en ruso y no existían traducciones disponibles, lo que favoreció aún más el desarrollo de antibióticos incluso cuando ya existían problemas graves de resistencia. En tiempos recientes, la situación cambió. Después de la caída del muro de Berlín creció el interés por la terapia de fagos. Se tomó consideración sobre todo en los estudios realizados en Georgia, principalmente en el Instituto Eliava de Tbilisi. Algunos estudios preliminares comenzaron en esta época, pero no fue hasta el siglo XXI, con la conclusión del Proyecto del Genoma Humano, y con ello el desarrollo de la genómica moderna, cuando el interés por los fagos cobró relevancia. (Íbidem) Gracias a las nuevas técnicas de mapeo genético, así como al boom de la ingeniería genética, genómica y biología sintética que esto trajo consigo, los virus pasaron de ser un 17
  • 18. misterio casi absoluto a uno de los temas de mayor interés de las ciencias biológicas y químicas del siglo XXI. Mientras que una creciente comunidad de genetistas, microbiólogos y químicos trabajan para mapear el genoma de bacterias, virus y células de demás seres vivos, un sector considerable de investigadores de este campo comenzaron a trabajar con la terapia de fagos desde diversas perspectivas y bajo el riguroso marco científico occidental. Entre las principales especies de fagos investigados se encuentran numerosos estudios dedicados exclusivamente a bacteriófagos de P. aeruginosa (De Smet, et al., 2017). Se encontró que en la actualidad existen numerosas compañías dedicadas a desarrollar productos con bacteriófagos para diversas aplicaciones dado su potencial como bactericida, desde probióticos diseñados para combatir intoxicaciones alimenticias, preservación de alimentos, biorremediación, así como aplicaciones clínicas (Ceyssens y Lavigne, 2010). De las aplicaciones clínicas se derivan dos maneras principales de usar fagos para infecciones bacterianas, siendo una la terapia tradicional de fagos y sus derivados, y la otra una técnica para producir fármacos derivados de fagos llamada despliegue de péptidos en superficie de fagos (o phage display). Terapia de fagos en tiempos actuales, pros y contras En la actualidad, las investigaciones sobre terapia de fagos han mostrado resultados satisfactorios principalmente en aplicaciones tópicas de preparaciones de fagos con agentes antibióticos químicos para el tratamiento de infecciones en quemaduras y heridas expuestas, como las producidas por P. aeruginosa. En estos estudios se ha mostrado la eficacia de la terapia tanto para infecciones comunes de P. aeruginosa, como para infecciones de cepas con resistencia múltiple a antibióticos (Rose, et. Al, 2014). A partir de este estudio, realizado en el Hospital Queen Anne en Bélgica con fondos de la Comisión Europea, se estableció una prueba clínica de escala masiva, actualmente en fase II, llamada PhagoBurn, que se realiza en Bélgica, Suiza y Francia. La intención de esta prueba es evaluar la terapia de fagos para el tratamiento de infecciones en quemaduras provocadas por E. coli y P. aeruginosa. El Dr. Bob Blasdel, quien contestó la encuesta para especialistas, trabaja en PhagoBurn. Antecedentes de estas aplicaciones tópicas se pueden encontrar en Georgia, a la venta en farmacias en parches bajo el nombre de PhageBioderm y producidas por el Instituto Eliava de 18
  • 19. Tbilisi desde 1998 (Abedon, Kuhl, Blasdel, y Kutter, 2011). Estos parches pueden aplicarse a infecciones externas por los mismos pacientes. Pueden cortarse según el tamaño de la herida y adherirse a la piel según las necesidades y han demostrado ser muy eficientes, curando infecciones de P. aeruginosa y E. coli en tan sólo cuatro días. Otro estudio que demostró resultados satisfactorios fue realizado también en el Instituto Eliava, a cargo de la doctora Mzya Kutateladze en el año 2009, en el que se lograron erradicar infecciones en tracto respiratorio de P. aeruginosa en pacientes con fibroris quística por medio de preparaciones de fagos nebulizadas (Kutateladze y Adamia, 2010). Esta es la primera prueba clínica exitosa en pacientes humanos, después de varios experimentos con modelos animales, así como cultivos in vivo e in vitro de células pulmonares humanas con fibrosis quística en la que se habían mostrado resultados prometedores. En un caso más reciente, a comienzos de 2017, un paciente del hospital de la Universidad de California, San Diego, con una infección con resistencia múltiple de la bacteria Acetinobacter baumannii, adquirida en Egipto, se recuperó por completo en el primer caso exitoso de terapia de fagos por vía intravenosa. Si bien no se trata de una infección de Pseudomonas, es relevante porque se trata de la primera aplicación exitosa de este tipo de terapia, en la otra especie de bacteria catalogada de prioridad máxima por la OMS, cuando el paciente se encontraba al borde de la muerte después de una larga batalla de meses contra esta bacteria (LaFee y Buschman, 2017). Previo a estos casos, existe un largo historial de pruebas con modelos animales, sobre todo ratones y perros, para curar infecciones de P. aeruginosa en todas sus variantes. Un recuento detallado de estas pruebas se encuentra en Ceyssens, et al. (2010) y De Smet, et al., (2017). Observaciones respecto a los estudios sobre terapia de fagos analizados En estas investigaciones se comprobó que la terapia de fagos es exitosa cuando se lleva a cabo bajo ciertas condiciones de observación y cuidado. Es muy importante que las preparaciones de fagos sean óptimas, realizadas con altos estándares de calidad e higiene. También es de suma importancia la selección adecuada de las especies de fagos para evitar que se filtren en las preparaciones virus que pueden incrementar los factores de virulencia bacteriana, así como de los que propician la formación de biopelícula y factores de resistencia a antibióticos. Para que la terapia tradicional sea efectiva, es necesario aislar primero un cultivo bacteriano 19
  • 20. del paciente para determinar qué cepas lo tienen colonizado. Una vez determinado esto, se deben aislar los fagos específicos a esas cepas, cultivarlos y preparar una suspensión personalizada para el paciente. Los fagos pueden aislarse del mismo cultivo bacteriano, pues donde hay bacterias hay fagos. Este es el método que muestra mejores resultados, pues los fagos aislados de las colonias infecciosas son los ideales para destruir las colonias que afectan al paciente. Una vez hecho un concentrado de fagos, puede ser administrada la dosis. Entonces los fagos se replican por sus propios medios, neutralizando la infección en un corto plazo en el mejor de los casos. Si una dosis no es suficiente, basta con hacer un nuevo análisis para determinar qué cepas de P. aeruginosa proliferan, aislar sus fagos, multiplicarlos y dosificar de nuevo. Hasta ahora, este es el método que se utiliza en el Instituto Eliava de Georgia para tratar numerosas infecciones incurables con antibióticos químicos y toma entre dos semanas y un mes para curar una infección que de otro modo puede persistir de manera indefinida (Kutateladze y Adamia, 2010). El método no involucra más trabajo que el que ya suele usarse en hospitales para determinar infecciones bacterianas, ni para determinar resistencia múltiple en casos de infecciones crónicas. Ya que el mismo método de análisis clínico funciona para la terapia de fagos, y el cultivo y selección de fagos para P. aeruginosa sólo requiere de un análisis rápido pues existen alrededor de 150 especies de virus para esta bacteria mapeadas y estudiadas, el proceso podría aplicarse en hospitales sin ningún problema mayor para el personal de salud. Por otro lado, también es posible producir cocteles de fagos de diversos tipos de virus, lo que puede agilizar el proceso terapéutico pues las infecciones de P. aeruginosa rara vez son producto de una sola cepa. Para infecciones de tipo crónico, en la que se han producido numerosas colonias a lo largo del tiempo, es preferible aplicar preparaciones de varias especies de fagos. Esto también permite hacer preparaciones para invasiones conjuntas de P. aeruginosa con otras bacterias, como suele ser el caso en septicemias nosocomiales, así como en casos de pie diabético, fibrosis quística y bacteriemia en pacientes con VIH. Estas dos variantes de la terapia de fagos tienen varios puntos en contra que son considerados problemáticos a la hora de estandarizar la terapia para su aplicación como tratamiento de uso diario en hospitales. En primer lugar, la preparación de los fagos debe ser de sumo cuidado para evitar contaminación de las muestras. Una dosis de los virus erróneos podría derivar en problemas mayores, como transducción generalizada de plásmidos que incrementan la virulencia de las colonias bacterianas, que favorezcan la producción de biopelícula, que incrementen la motilidad o producción de cilios, todos factores que podrían intensificar la infección bacteriana y agravar 20
  • 21. la situación del paciente. También se debe tener sumo cuidado en garantizar que los fagos sean atemperados, pues la liberación de toxinas bacterianas durante el proceso lítico de los fagos virulentos puede ser dañina para los tejidos del paciente. Aunque esto puede sonar muy peligroso, es algo muy sencillo de evitar tomando las precauciones suficientes al hacer el análisis y selección de fagos. Es aún más fácil de evitar hoy en día, cuando se conocen de manera muy detallada el funcionamiento de las 150 especies de fagos mapeadas para P. aeruginosa y existen ya estándares de producción y selección rigurosos. En segundo lugar, los productos estandarizados de fagos son difíciles de patentar, pues al ser microorganismos naturales no pueden ser acaparados por empresas farmacéuticas. Esta fue una de las principales problemáticas teóricas de la terapia de fagos en un principio, pues la suposición era que la industria farmacéutica no estaría dispuesta a invertir en un producto con el cuál no podrían lucrar (Verbeken, et al., 2007). Sin embargo, la realidad es que los antibióticos actuales no son muy lucrativos pese a su alto costo al público, y la investigación de antibióticos sufre cada vez más en materia de inversión debido a la aparición constante de nuevas cepas multirresistentes no sólo de P. aeruginosa sino de muchas bacterias patógenas (Ceyssens, et al., 2010). Para contrarrestar esto, se han fundado numerosas compañías lideradas por grupos de investigadores que decidieron tomar la cuestión en sus manos y encontrar maneras de producir agentes terapéuticos de fagos, como Intralytix Inc, Phage Biotech Ltd., AmpliPhi, Epibiome, Enbiotix, InnoPhage, Synthetic Genomics, Imbio, Omnilytics, entre muchas otras. De estas vale la pena destacar Intralytix, co-fundada por el dr. Sulakvelidze, quien a su vez es el fundador de la revista indexada Bacteriophage, la primera y única revista que se dedica de manera exclusiva a publicar investigaciones sobre bacteriófagos. El dato es curioso pues Intralytix también fue la primera compañía de los Estados Unidos dedicada a la investigación y manufactura de productos derivados de bacteriófagos. Otro problema que afecta a la terapia tradicional individualizada, como la que se practica en Georgia, es que es imposible estandarizarla desde una perspectiva legal ya que involucra aislar y reproducir fagos novedosos para cada cepa de cada paciente. Para los estándares reglamentarios occidentales, aplicar un producto terapéutico en un hospital sólo es posible una vez que sea aprobado por un organismo gubernamental. Esto implica meses o incluso años de legislación, lo que volvería ineficaz tratar de aplicar este tipo de terapia, que involucra el aislamiento de fagos recién mutados junto con las cepas bacterianas nuevas. Esta terapia, pues, no verá su implementación en occidente a menos que se haga una legislación pertinente, 21
  • 22. lo cuál es altamente improbable (Verbeken, et al., 2007; Sulakvelidze, A., 2005). En cambio, los cocteles de fagos que se mencionaron antes tienen un espectro más amplio sobre una variedad mayor de cepas bacterianas, lo que permitiría una estandarización para las cepas infecciosas más comunes, sobre todo las que presentan resistencia múltiple. Si esta terapia de coctel se administra junto con un antibiótico para el cual no se haya aún detectado resistencia, los resultados pueden ser muy favorables para evitar así una colonización mayor del paciente (Kutateladze y Adamia, 2010). Pese a estos problemas, la terapia de fagos tradicional podría ser un arma poderosa para combatir infecciones de P. aeruginosa sobre todo si se estandarizaran cocteles de fagos que rompen biopelícula. Independientemente de los factores de resistencia que las cepas mutantes pueden haber adquirido, hasta ahora no existe ninguna que tenga una resistencia total a todos los antibióticos que afectan a P. aeruginosa. El problema principal es que cuando se presenta resistencia múltiple, también se presenta biopelícula que no permite la entrada de antibióticos a colonias ni la respuesta del sistema inmunológico humano. Si la biopelícula es disuelta, una acción conjunta de antibióticos y fagos puede ser muy exitosa, lo que le daría a pacientes que no tienen ninguna alternativa ahora una oportunidad grande para vivir. Finalmente, la ingeniería de fagos permitiría terminar con todas estas problemáticas. Es posible diseñar fagos que actúen sobre diversas cepas bacterianas, aprovechando las cualidades generales de todas las cepas de P. aeruginosa. Si los fagos son diseñados para adherirse a un fosfolípido común de la membrana celular de todas las cepas, por ejemplo, y su código genético contiene proteínas específicas al material genético que comparten todas las pseudomonas, sería posible atacar a cepas recién mutadas sin problema alguno. A su vez, estos fagos diseñados pueden aprovechar el espectro de factores de reducción de virulencia que tienen diferentes especies de fagos, como reducción de biopelícula, motilidad ciliar, virulencia y también liberación de toxinas bacterianas por el proceso lítico de la acción viral (Pires, Cleto, Sillankorva, Azeredo, y Lua, 2016). Mientras que para llegar a este punto sería necesario un amplio trabajo de ingeniería e investigación, existen ya varias especies de fagos diseñados. Entre ellos, la quimera Ab31 es un excelente ejemplo de lo que es capaz la ingeniería en biotecnología moderna, pues a diferencia de los organismos transgénicos más comunes en los que se modifica el genoma natural de un microorganismo, Ab31 fue sintetizado a partir de dos fagos distintos que atacan a dos tipos distintos de Pseudomonas: el fago atemperado PAJU2 de P. aeruginosa y el fago lítico AF de P. putida (Latino, Essoh, Blouin, Vu Thien y Pourcel, 2014). Este fago tiene la capacidad de 22
  • 23. infectar varias cepas de P. aeruginosa asociadas a fibrosis quística, las cuáles tiene la capacidad de mutar rápidamente. De la misma manera, este fago tiene la capacidad de adaptarse a estas mutaciones para seguir neutralizando infecciones en pacientes que no tienen otra manera de sobrevivir. Los fagos diseñados también tiene la ventaja de ser patentables, lo que supone una alternativa tentadora para la industria farmacéutica. Y ya que los fagos se replican por sí mismos, tanto el costo de producción como de venta puede ser competitivo tanto para la industria farmacéutica como para el público (Pires, Cleto, Sillankorva, Azeredo, y Lua, 2016). Finalmente, existe un temor fundado en que los fagos, sobre todo en los aplicados por vía intravenosa, produzcan una reacción del sistema inmunológico que pueda neutralizarlos antes de actuar o causar una reacción adversa a la salud del paciente. Se ha observado que son capaces de alertar al sistuma inmune, sin embargo, hasta ahora no se han observado reacciones considerables en ningún tipo de aplicación, ni en Occidente ni en Europa del Este. Incluso, los resultados positivos en el caso del paciente del Hospital de San Diego, así como los numerosos estudios con modelos animales más la larga tradición terapéutica en Georgia y Rusia, han apuntado a que el sistema inmunológico no los ataca de una manera virulenta. Todo esto indica que la terapia es bastante viable y funcional, y que sólo es cuestión de tiempo para que pueda ser aplicada. Para esto es necesaria una mayor cantidad de pruebas clínicas, lo cuál es considerado el paso más importante para que la terapia pueda volverse cotidiana en Occidente. Gracias a los avances que ya se han mostrado, y al interés que ha surgido tanto en instituciones de investigación públicas como privadas, sólo es cuestión de tiempo. Despliegue de péptidos en superficie de fagos, una alternativa más inmediata De acuerdo a Bazan, Całkosiński, y Gamian (2012), una de las terapias basadas en fagos que más posibilidad tiene de convertirse en una alternativa más inmediata a los antibióticos actuales es la del despliegue de péptidos. Esta técnica consiste en identificar cadenas proteínicas de bacteriófagos que afectan directamente a bacterias infecciosas para atacarlas e incluso controlarlas. Una vez identificada una proteína con potencial farmacológico, se sintetiza en un laboratorio químico y se analiza sus efectos en cultivos bacterianos. Si la proteína tiene aplicaciones útiles, como disolver biopelículas, reducir motilidad, cancelar las bombas de eflujo o paralizar el 23
  • 24. metabolismo bacteriano, entonces se realizan pruebas en modelos animales para verificar que no sea patogénica. Este mismo proceso siguen los estudios para la creación de antibióticos. La diferencia es que, mientras muchos antibióticos son productos de mecanismos defensivos de otras bacterias u hongos microscópicos principalmente (como la penicilina), éstos tienen un origen viral que por naturaleza tienden a afectar específicamente a bacterias e incluso a cepas específicas de una especie. Esto permite la creación de una sustancia química antibiótica que potencialmente no dañaría la microbiota natural saludable del ser humano. Mientras que la técnica fue creada en 1985, y ha probado ser una muy exitosa técnica para encontrar anticuerpos útiles para el sistema inmunólogico humano, no fue sino hasta esta mediados de la década de 2010 que empezaron a recolectarse los frutos de más de veinte años de estudios. En la actualidad, seis fármacos producidos por esta técnica se encuentran en pruebas clínicas, mientras que el anticuerpo adalimumab, conocido por su nombre de patente “Humira”, se encuentra en el mercado desde 2002 (Frenzel, Schirrmann, y Hust, 2016). Percepción pública, opiniones de personal médico y de investigadores de fagos Independientemente de la perspectiva académica mencionada, para cumplir los objetivos de esta investigación fue necesario recurrir a la opinión pública, específicamente de personal del área de salud pero que no se especializa en investigación ni ingeniería. Se consideró relevante conocer estas opiniones, pues depende al final del personal médico y de enfermería de los hospitales las aplicaciones reales de las terapias desarrolladas en laboratorio. Para lograr este objetivo se realizaron dos visitas a dos hospitales del centro de Monterrey para conocer la realidad clínica tanto de P. aeruginosa como de la terapia de fagos, así como una entrevista a un QFB de la Universidad Autónoma de Baja California. Previo a esto se realizó un sondeo informal de varios médicos para ayudar a formar un marco ideológico de las necesidades clínicas en contraste con el estado de la terapia de fagos desde el punto de vista de los investigadores de bacteriófagos. De este primer sondeo se extrajo que la mayoría de los médicos que trabajan en hospital tienen intereses inmediatos sólo a lo que les puede garantizar una respuesta clínica en el momento. Esto no significa que no posean un interés en terapias en desarrollo, sino que en el furor del momento no tienen utilidad si no pueden aplicarlas. Esto es un punto positivo desde el punto de vista de la investigación, pues el trabajo del médico es un trabajo del presente, 24
  • 25. mientras que el de la investigación es el de resolver los problemas del futuro antes de que sea demasiado tarde. También se extrajo que pese a que la terapia de fagos no es realmete una terapia novedosa, debido a que es virtualmente inexistente en Occidente y sobre todo en México, la mayoría de los médicos sondeados en un inicio no la conocen. De los que han escuchado de ella, o los que saben de la existencia de los bacteriófagos, la mayoría se mostró renuente a aceptarla, principalmente por el temor generalizado de que todos los virus son peligrosos. De los más de cincuenta médicos sondeados, sólo uno sabía de la existencia de la terapia de fagos y la consideraba una futura promesa para la terapia infecciosa. Este sondeo sentó las bases para realizar una encuesta al plantel médico y de enfermería del Hospital San Vicente, la cuál se incluye en los anexos, pero que confirmó lo observado durante el sondeo informal realizado antes. En resumen, tanto médicos como enfermeros consideran peligrosa una terapia realizada con virus. En contraste a esto, la mayoría de los encuestados no dudarían en aplicar la terapia si ésta les diera la opción de salvar la vida de pacientes que con los métodos actuales no tienen oportunidades de recuperarse de una infección con resistencia múltiple de P. aeruginosa. Los resultados de esta encuesta también concluyeron que las infecciones con P. aeruginosa que representan resistencia múltiple son una incidencia grave en hospitales y que la mayoría de estas infecciones multirresistentes se adquieren ahí mismo. Según la entrevista realizada a un residente médico de este hospital durante el estudo de campo, se obtiene que P. aeruginosa es fácil de tratar si se detecta a tiempo y se sigue el tratamiento de antibióticos sin interrupción, pero que se vuelve un problema muy grave si el tratamiento no es llevado de manera adecuada. En estos casos, la infección suele desarrollar resistencia múltiple en la mayoría de los casos y una vez que esto sucede puede volverse virtualmente incurable en un alto número de casos. De la entrevista realizada al QFB del Laboratorio de Biotecnología de la UABC, se infiere que pese a que la terapia de fagos aún no tiene aplicaciones posibles en Occidente, es sólo cuestión de tiempo para que esto suceda. En cambio, la técnica de despliegue de péptidos ya se está desarrollando en México con buenos resultados. Finalmente, de la encuesta realizada a especialistas e investigadores de terapia de fagos, se concluyó que desde la perspectiva de los investigadores la terapia de fagos no conlleva repercusiones más graves que las que ya tienen las terapias actuales con antibióticos. Pero que la principal problemática a resolver es la falta de más estudios clínicos. Según esta encuesta, el temor de que los fagos puedan provocar reacciones adversas graves a la salud de los pacientes es infundada. Los problemas de la terapia de fagos no tienen que ver con una respuesta del 25
  • 26. sistema inmune del ser humano, sino con el tipo de fagos seleccionado. Viabilidad, observaciones conclusorias Después de analizar esta información y cotejarla con los resultados de las encuestas y entrevistas realizadas podemos llegar a las siguientes conclusiones. La terapia de fagos como se practica en Europa del Este desde hace un siglo, especialmente en Georgia, es viable y funcional pero tiene la desventaja de no ser aplicable bajo el marco de normatividad y legislación médica de Occidente (Verbeken, et al., 2007). Pese a que se ha demostrado con el tiempo, con práctica, con estudios y pruebas clínicas que los bacteriófagos no son dañinos para el ser humano y que no causan reacciones secundarias adversas peligrosas si se mantiene un estándar de calidad e higiene en la preparación de las muestras virales, la terapia es poco viable debido a una carencia de patentabilidad farmacéutica. Incluso cuando se buscaran alternativas gubernamentales, éstas involucrarían una reforma muy amplia y específica para la producción de muestras masivas de fagos. Si bien esto es posible desde un punto de vista teórico, es complicado asumir que la inversión necesaria para desarrollar plantas de producción de fagos sería realizada por la industria farmacéutica cuando ningún producto sería patentable. La alternativa sería que las compañías que ya se encargan de la producción de medicamentos genéricos decidiera a su vez invertir en la producción de fagos que podrían distribuirse en farmacias y hospitales. En realidad, esta es una visión utópica, pese a que la aplicación podría generar grandes beneficios a la población. Esto podría resolverse con la inyección de capital a industrias de investigación y producción de fagos sintéticos, que a su vez requieren de fagos naturales para desarrollar sus microorganismos ingenierados. Esta es quizá la alternativa más viable, pues mientras que los fagos representan un gran beneficio potencial para la salud pública, también tienen un potencial inexplotado para la biorremediación, bioinformática y biología sintética. Ya existen numerosas compañías que trabajan con fagos de esta manera, gracias a las cuales existe ya una plataforma de producción de fagos. La cuestión sería que esta plataforma se expandiera más y que creciera de manera considerable en países que todavía no entran de lleno a la investigación sobre fagos pero que poseen ya la infraestructura ingenieril necesaria e incluso comienzan ya en sus estudios al respecto, como México, China, India y Brasil. En cuanto al estado actual de la terapia, podemos concluir que la plataforma ya está desarrollada y que las técnicas de implementarla se encuentran diseñadas. La cuestión 26
  • 27. principal en este rubro es la falta de más pruebas clínicas para comprobar su eficacia con relación a los antibióticos actuales. En este sentido, es cuestión de tiempo solamente, pues las pruebas realizadas hasta ahora han sido satisfactorias y concluyentes. Con relación al despliegue de péptidos, hasta ahora apenas existe el adalimumab en circulación realizado con esta técnica, pero gracias a que ha demostrado ser eficaz y rentable, y que la investigación y producción de esta técnica goza de buena salud en materia de inversión, es muy posible que se convierta en los próximos años en una de las principales ramas farmacológicas para el tratamiento de enfermedades infecciosas. Por su lado, el tratamiento específico de P. aeruginosa con terapias de fagos, ya sea por aplicación tópica en infecciones de tejido, por inhalación para infecciones de vías respiratorias, oral o intravenosa para septicemias e infecciones de tracto digestivo y urinario, la terapia de fagos parece ser la mejor alternativa para combatir esta resistente y problemática bacteria. En específico, la terapia de fagos en conjunto con antibióticos, ahora tradicionales, mañana creados por despliegue de péptidos, puede con los años hacer que esta bacteria pase de un riesgo de la más alta prioridad a la más baja. Sólo el tiempo dirá, pero el pronóstico por ahora es bueno. En cuanto a temporalidad, tanto los artículos consultados como las entrevistas y encuestas nos llevan a que lo más probable es que, de seguir la investigación de esta terapia el camino actual, la veremos en nuestros hospitales como un remedio común para infecciones bacterianas en la próxima década. El pronóstico es que dentro de 5 a 10 años será un lugar común recibir una receta para bacteriófagos para tratar una infección bacteriana. 27
  • 28. Conclusiones y recomendaciones Podemos concluir de manera satisfactoria que la terapia de fagos es viable desde una perspectiva clínica, ya sea la tradicional especialiazada o la de cocteles de fagos o la de fagos sintéticos o incluso la de despliegue de péptidos. Ninguna de sus aplicaciones, ya sea tópica, oral o intravenosa presenta riesgos graves a la salud mientras se mantengan estándares de producción altos. Sin embargo, en materia legal la terapia aún no es del todo viable. Para la tipo tradicional especializada se necesitaría de numerosas reformas al marco legislativo para garantizar la selección constante de cepas nuevas de bacteriófagos para tratar mutaciones específicas de P. aeruginosa con la mayor eficacia posible. Debido al sistema occidental que requiere de un protocolo de investigación complejo y largo para verificar la seguridad de cada componente que se pretenda usar como agente terapéutico, este tipo de terapia queda descartada Para la terapia con cocteles prediseñados, es viable desde una perspectiva legal pero dificultosa desde una perspectiva de patentabilidad. Mientras que los productos diseados con fagos pueden ser patentados de diversas maneras, y muchas compañías están encontrado formas de lograrlo, es necesaria mayor inversión para que se reporten ganancias que la vuelvan una opción considerable para la industria farmacéutica. La terapia con fagos sintéticos es altamente viable, tanto desde una perspectiva legal como de patentabilidad, pero aún se encuentra en sus albores. Esta será la forma más habitual de terapia con fagos en unos cinco a diez años si las predicciones en investigación siguen su curso actual. Finalmente, la técnica de despliegue de péptidos para la síntesis de fármacos derivados de bacteriófagos ya se encuentra en desarrollo y se volverá más común en los próximos cinco años. Es posible que en estos cinco años salgan al mercado bastantes fármacos para tratar infecciones que ahora son consideradas incurables. En cuanto a infecciones de P. aeruginosa con resistencia múltiple, el consenso común observado en esta investigación es que la terapia de fagos, cual sea la variante que se desarrolle, es la manera más efectiva de tratar estos padecimientos. Es posible que de entre cinco a diez años bacterias como P. aerugnosa, S. aureus y K. deumoniae dejen de representar un problema grave para la salud pública y se vuelvan de nuevo comensales pacíficos del ser humano incluso en hospitales, como lo son normalmente en personas saludables. También se puede concluir que pese a que la comunidad médica trabaja enfocada en el presente y se encuentra renuente en este momento a probar una terapia que desconocen con 28
  • 29. virus bacteriófagos, esto se debe a que la preocupación del personal médico y de enfermería en hospitales es la de curar y dar una mejor calidad de vida a sus pacientes. En este sentido, es positivo que no estén dispuestos a experimentar con una terapia cuyos resultados no son claros para ellos sino a seguir utilizando los antibióticos cuya efectividad y riesgos conocen bien. También se concluye que pese a esto no dudarían en usar la terapia si eso les garantizara una oportunidad de supervivencia a sus pacientes. La investigación así concluye que los objetivos fueron resueltos de manera satisfactoria. En cuanto a recomendaciones, creemos que comenzar con la lectura de los textos antes de realizar el estudio de campo fue un acierto. Tanto al momento de realizar encuestas y entrevistas como al de visitar hospitales, conocer bien el tema y tener una idea formada del estado actual de la terapia de fagos garantizó que los cuestionamientos realizados fueran más pertinentes para extraer información adicional que de otro modo no hubiera sido posible hacer. Esto también se vio beneficiado con la búsqueda de personas específicas que se encontraban como colaboradores y autores relevantes en la lista de referencias analizadas para aplicar la encuesta, pues sus testimonios fueron fundamentales para llegar a las conclusiones logradas con esta investigación. 29
  • 30. Referencias y fuentes de consulta Documentos Abedon, S. T., Kuhl, S. J., Blasdel, B. G., y Kutter, E. M. (2011). Phage treatment of human infections. Bacteriophage, 1(2), 66–85. https://doi.org/10.4161/bact.1.2.15845 Aloush, V. Navon-Venezia, S., Seigman-Igra, Y., Cabili S., Carmeli, Y. (2006). Multidrug- Resistant Pseudomonas aeruginosa: Risk Factors and Clinical Impact. Antimicrobial Agents and Chemotherapy. 50(1), 43-48. https://dx.doi.org/10.1128/AAC.50.1.43– 48.2006 Bazan, J., Całkosiński, I., & Gamian, A. (2012). Phage display—A powerful technique for immunotherapy: 1. Introduction and potential of therapeutic applications. Human Vaccines & Immunotherapeutics. 8(12), 1817–1828. http://doi.org/10.4161/hv.21703 Brown, R., Lengeling, A., Wang, B. (2016). Phage engineering: how advances in molecular biology and synthetic biology are being utilized to enhance the therapeutic potential of bacteriophages. Quantitative Biology. 5(1), 42-54. https://dx.doi.org/10.1007/s40484-017- 0094-5 Brüssow, H. (2017). Infection therapy: the problem of drug resistance and possible solutions. Microbial Biotechnology. https://dx.doi.org/10.1111/1751-7915.12777 Ceyssens, P.-J., Lavigne, R. (2010) Bacteriophages of Pseudomonas. Future Microbiology, 5(7), 1041-1055. https://dx.doi.org/10.2217/fmb.10.66 Chan, B. K., Sistrom, M., Wertz, J., Kortright, K. E., Narayan, D. y Turner, P. E. (2016) Phage selection restores antibiotic sensitivity in MDR Pseudomonas aeruginosa. Scientific Reports. 6, 26717. https://dx.doi.org/10.1038/srep26717 Clokie, M. R., Millard, A. D., Letarov, A. V., & Heaphy, S. (2011). Phages in nature. Bacteriophage, 1(1), 31–45. https://doi.org/10.4161/bact.1.1.14942 De Smet, J., Hendrix, H. Blasdel, B. G., Danis-Wlodarczyk, K., Lavigne, R. (2017) Pseudomonas predators: understanding and exploiting phage-host interactions. Nature Reviews Microbiology. https://dx.doi.org/10.1038/nrmicro.2017.61 Frenzel, A., Schirrmann, T., & Hust, M. (2016). Phage display-derived human antibodies in clinical development and therapy. Mabs. 8(7), 1177–1194. http://doi.org/10.1080/19420862.2016.1212149 Fruciano, D. E., & Bourne, S. (2007). Phage as an antimicrobial agent: d’Herelle’s heretical 30
  • 31. theories and their role in the decline of phage prophylaxis in the West. The Canadian Journal of Infectious Diseases & Medical Microbiology, 18(1), 19–26. Recuperado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2542891/ Kameyama, L., Oviedo, N., Guarneros, G. Bacteriófago Lambda. (2002). En Martínez Romero, E., Martínez Romero, J. C. (Ed.), Microbios en Línea (Cap. 3). Cuernavaca, México. Coordinación de Publicaciones Digitales UNAM. Recuperado de: http://www.biblioweb.tic.unam.mx/libros/microbios/Cap18/ Kerr K. G., Snelling A. M. (2009) Pseudomonas aeruginosa: a formidable and ever-present adversary. Journal of Hospital Infections. 73(4): 338-44. https://dx.doi.org/10.1016/j.jhin.2009.04.020 Kim, Jun. (2017) Phage as Theurapeutic Agent. Recuperado de https://medium.com/@thryve/phage-as-a-therapeutic-agent-ed4c466302e5 Kuateladze, M. y Adamia, R. (2010). Bacteriophages as potential new therapeutics to replace antibiotics. Trends in Biotechnology. 28(12): 591-595. https://dx.doi.org/10.1016/j.tibtech.2010.08.001 LaFee, S., Buschman, H. (Abril 25, 2017). Novel Phage Therapy Saves Patient with Multi-Drug Resistant Bacterial Infection. (San Diego, California). UC San Diego Health, Newsroom. Recuperado de: https://health.ucsd.edu/news/releases/pages/2017-04-25-novel- phagetherapy-saves-patient-with-multidrug-resistant-bacterial-infection.aspx Latino L., Essoh C., Blouin Y., Vu Thien H., Pourcel C. (2014). A novel Pseudomonas aeruginosa Bacteriophage, Ab31, a Chimera Formed from Temperate Phage PAJU2 and P. putida Lytic Phage AF: Characteristics and Mechanism of Bacterial Resistance. PLoS ONE 9(4): e93777. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0093777 Livermore, D. M. (2001). Multiple Mechanisms of Antimicrobial Resistance in Pseudomonas aeruginosa: Our Worst Nightmare? Clinical Infectious Diseases. 34, 634-640. https://dx.doi.org/10.1086/338782 Lua, T. K., Collins, J. J. (2009) Engineered bacteriophage targeting gene networks as adjuvants for antibiotic therapy. PNAS, 16(12), 4629-4634. https://dx.doi.org/10.1073/pnas.0800442106 Luján Roca, D. A. (2014). Pseudomonas aeruginosa: un adversario peligroso. Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana. 48(4): 465-474. Recuperado de: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0325-29572014000400009 MacDonald, N. E. (1997). Pseudomonas aeruginosa and cystic fibrosis: Antibiotic therapy and the science behind the magic. The Canadian Journal of Infection Diseases. 8(6): 335- 31
  • 32. 342. Recuperado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3250901 Mai G. T., Seow W. K., Pier G. B., McCormack J. G., Thong Y. H. (1993). Suppression of lymphocyte and neutrophil function by Pseudomonas aeruginosa mucoid exopolisaccharide (Alginate): reversal by physicochemical, alginase, and specific monoclonal antibody treatments. Infection and Immunity. 61 (2): 559-64. Recuperado de: http://iai.asm.org/content/61/2/559.short May T. B., Shina-Barger D., Maharaj R., Kato J., Chu L., DeVault J., et al (1991). Alginate synthesis by Pseudomonas aeruginosa: a key pathogenic factor in chronic pulmonary infections of cystic fibrosis patients. Clinical Microbiology Review. 4 (2): 191-206. https://dx.doi.org/10.1128/CMR.4.2.191 Meyer, G. (2010). Bacteriófagos [Figueroa-Arrendondo, P., trad.]. En Microbiología e Inmunología On-line. (2010). University of South Carolina School of Medicine. Estados Unidos. Recuperado de http://www.microbiologybook.org/Spanish/chapter7.htm Navarro, F., y Muniesa, M. (2017). Phages in the Human Body. Frontiers in Microbiology. 8, 566. http://doi.org/10.3389/fmicb.2017.00566 Oh, H., Stenhoff, J., Jalal, S., y Wretlind, B. (2004). Role of Efflux Pumps and Mutations in Genes for Topoisomerases II and IV in Fluoroquinolone-Resistant Pseudomonas aeruginosa Strains. Microbial Drug Resistance. 9(4): 323-328. https://doi.org/10.1089/107662903322762743 Organización Mundial de la Salud. (2017). La OMS publica la lista de las bacterias para las que se necesitan urgentemente nuevos antibióticos. Recuperado de http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2017/bacteria-antibiotics-needed/es/ Pires, D. P., Cleto, S., Sillankorva, S., Azeredo, J., Lua, T. K. (2016) Genetically Engineered Phages: a Review of Advances Over the Last Decade. Microbiology and Molecular Biology Reviews, 80(3), 523-543. https://dx.doi.org/10.1128/mmbr.00069-15 Pires, D. P., Vilas Boas, D., Sillankorva, S., Azeredo, J. (2015) Phage Therapy: a Step Forward in the Treatment of Pseudomonas aeruginosa Infections. Journal of Virology, 89, 7449 – 7456. https://dx.doi.org/10.1128/JVI.00385-15 Rose, T., Verbeken, G., Vos, D. D., Merabishvili, M., Vaneechoutte, M., Lavigne, R., Jennes, S., Zizi, M. y Pirnay, J.-P. (2014). Experimental phage therapy of burn wound infection: difficult first steps. International Journal of Burns and Trauma, 4(2), 66–73. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4212884/ Secor, P. R., Sweere, J. M., Michaels, L. A., Malkovskiy, A. V., Lazzareschi, D., Katznelson, E., Rajadas, J., Birnbaum, M. E. Arrigoni, A., Braun, K., R., Evanko, S. P., Stevens, D. A., 32
  • 33. Kaminsky, W., Singh, P. K., Parks, W. C., Bollyky, P. L. (2015) Filamentous Bacteriophage Promote Biofilm Assembly and Function. Cell Host & Microbe. 18(5), ,549- 559. https://doi.org/10.1016/j.chom.2015.10.013 Soberón, Gloria. (2002). Pseudomonas aeruginosa. En Martínez Romero, E., Martínez Romero, J. C. (Ed.), Microbios en Línea (Cap. 3). Cuernavaca, México. Coordinación de Publicaciones Digitales UNAM. Recuperado de: http://www.biblioweb.tic.unam.mx/libros/microbios/Cap3/ Sulakvelidze, A., Alavidze, Z., Morris, J. G. Jr. (2001). Bacteriophage therapy. Antimicrobial Agents and Chemotherapy. 45(3), 649-659. https://dx.doi.org/10.1128/AAC.45.3.649- 659.2001 Sulakvelidze, A. (2005). Phage therapy: an attractive option for dealing with antibiotic-resistant bacterial infections. Drug Discovery Today. 10(12), 807-809. https://dx.doi.org/10.1016/S1359-6446(05)03441-0 Verbeken, G., De Vos, D., Vaneechoutte, M., Merabishvili, M., Zizi, M., Pirnay, J.-P. (2007). European regulatory conundrum of phage therapy. Future Microbiology. 2(5), 485-491. https://dx.doi.org/10.2217/17460913.2.5.485 Video Greg Buch [UcusgiXKAxssvHPzwElcJEKQ]. (2015). Interview with Bacteriophage Expert Dr. Alexander Sulakvelidze. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=SALlGDkfkL4 Journeyman Pictures [Journeyman Pictures]. (2017). Phage therapy: An Effective Alternative to Antibiotics? [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=qTqJITdpMko National Geographic [milos velja]. (2015). Virus Evolution (Amazing documentary) [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=3Ms04x6MvMY SpecialPhageServices [SpecialPhageServices]. (2010). The Forgotten Cure – Special Phage Services Talks About Bacteriophages with Sunday Sunrise [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=JG6dnOligeM Tedx [Tedx Talks]. (2016). Phages:Nature's Ninjas in the battle against Superbugs | Heather Hendrickson | TEDxTauranga. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=p2ngpKBPfF8 33
  • 35. Diario de campo Primera parte: del estudio personal a los rincones de la imaginación Durante dos semanas el lugar donde se desarrollaron todos mis problemas de investigación fue mi estudio. Cuando digo «estudio» en realidad me refiero a un pequeño, muy pequeño, cuarto al fondo del apartamento donde vivimos mi esposa, nuestro hijo y yo. «Cuarto» es mejor palabra para designarlo que «habitación», pues quizá tiene un volumen de un cuarto de metro cúbico y no es precisamente habitable en el sentido de que pudiera quedarme a dormir ahí en un sillón porque, para empezar, ni siquiera cabe un sillón. Aún así le tengo un aprecio inmenso a ese pequeño cuartito porque, para empezar, es sólo mío y, para terminar, eso es ya más que suficiente. Durante esas primeras dos semanas visité incontables veces sitios recónditos de mi cerebro, donde el problema principal de mi investigación se llevaba a cabo. Cuando no, me encontraba viajando por el mundo gracias a la virtualidad del Internet, ahora en el Instituto George Eliava de Bacteriófagos, Microbiología y Virología en Tbilisi, capital de Giorgia, acompañando a la doctora Mzia Kutateladze en sus estudios clínicos con bacteriófagos para curar enfermedades infecciosas en el día a día; otrora en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica con el doctor Rob Lavigne, observándolo co-escribir otro paper más sobre otro nuevo experimento con fagos (ha co-escrito más de 200 artículos en los últimos cinco años); incluso en San Diego, siendo testigo de la milagrosa curación de Tom Patterson, un psiquiatra de la Universidad de San Diego que contrajo una infección de Acinetobacter baumannii (una bacteria cercana a las 35 Ilustración 5: Estudio. [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017).
  • 36. Pseudomonas, mis sujetos de estudio) gracias a la tan misteriosa y temida terapia de fagos. (Dejo aquí el link del reportaje de la gaceta de la Universidad de California, San Diego, para quien sepa leer inglés y quiera conocer más sobre la historia: https://goo.gl/3SLx5U). En otros momentos, cuando leía sobre mis sujetos de estudio, las bacterias gramnegativas Pseudomonas aeruginosa, me transportaba mentalmente a un universo extraño pero familiar, microscópico para nuestros ojos pero más lleno de vida de lo que podemos imaginar. Un microverso en el que una gota de agua puede contener más seres vivos que el centro de Monterrey, en el que un ecosistema como mi cuerpo está formado de más seres vivos que todos los humanos que viven en nuestro planeta. Este fue, durante esas dos semanas, mi lugar favorito para excursionar. Lamentablemente, no cuento con un microscopio en mi pequeño estudio (o monstruosamente gigante estudio desde la perspectiva de las Pseudomonas), de lo contrario hubiese mantenido mi exploración aislada a ese lugar, a ese universo microscópico donde los animálculos de Leeuwenhoek viven sin percatarse de nuestra gigantesca existencia. 36 Ilustración 6: S/N. [Fotografía de Eliava Institute]. (2010, Giorgia). George Eliava Institute of Bacteriophages, Microbiology and Virology. (2010). Recuperado de: http://www.eliava-institute.org/? rid=12&it=9&act=view&item=22
  • 37. Me hubiera quedado ahí, en el estudio, leyendo más sobre Pseudomonas y sus bacteriófagos, mirando videos en YouTube, recortando imágenes de papers y revistas digitales. Pero entre más leía sobre bacterias, infecciones imposibles de erradicar y los virus que pueden algún día salvarnos de esas terribles enfermedades, más me ganaba la curiosidad por ir a un hospital a preguntar algunas cosas. Eventualmente, un día en el que caminaba por la Alameda de Monterrey, decidí darme una vuelta por dos hospitales muy cercanos a donde vivo y que quedaban en mi camino a casa: el Hospital Santa Cecilia y el Centro Médico San Vicente, que conformaron de ese modo mis dos excursiones para esta bitácora. Segunda parte: Nosocomio, primera excursión De los dos hospitales, el San Vicente se encuentra en mejores condiciones, aunque esto es relativo. Tanto el Santa Cecilia y el San Vicente me parecieron derruidos, casi en ruinas en 37 Ilustración 7: [Fotografía de The Dennehy Lab, sin autor]. (Queens, NY. s/d). Pseudomonas syringae pv phaseolicola + bacteriophage Phi6 (30K x). Recuperado de: https://dennehylab.org/galleries/pp-phi6_30k/
  • 38. algunas secciones, aunque no es algo sorpresivo en México ni siquiera cuando se trata de hospitales privados. Recordé mi experiencia trabajando en el ISSSTE Las Palmas, en Tijuana, donde la mitad del hospital se encontraba cerrado por diversos problemas. También recordé otros hospitales en los que llegué a realizar prácticas durante mi tiempo en medicina, como el Hospital General de Tijuana, el ISSSTECALI Mirador, la Clínica 27 del IMSS, la Clínica 20 del IMSS. Todos ellos hospitales que se mantenían en pie por el trabajo exhaustivo de su plantel, pero cuyas instalaciones dejaban mucho que desear. Claro, en estos hospitales las cosas eran bastantes distintas. Digamos que en comparación con los hospitales gubernamentales en los que llegué a trabajar, ambos se encontraban en condiciones prístinas. Debo admitir que en el furor del momento, y ya que mi visita a estos centros hospitalarios ocurrió en un margen muy breve de tiempo, no se me ocurrió tomar muchas fotografías de las instalaciones y tampoco me atreví a hacerlo de los pacientes. En otro momento, cuando estudiaba medicina, lo hubiera hecho sin ningún problema, pero con los años desarrollé un poco de penosidad que no existía en otro tiempo y que, pese a que no siempre se manifiesta, me impide hacer cosas que considero invasivas. Tomar fotografías de personas sentadas en una sala de espera, por ejemplo. Por suerte, en Google encontré imágenes adicionales a las que tomé, que pueden sustentar mis observaciones personales. En mi breve recorrido por el Santa Cecilia, donde no pude aplicar ninguna encuesta porque todavía no la diseñaba, observé que el altar religioso estaba saturado de creyentes, persignándose y rezando. Esto lo puedo contrastar con el Hospital Conchita, en el que viví junto con mi esposa durante casi un mes hace unos años, cuando la hospitalizaron por una tromboembolia pulmonar. En ese hospital la capilla, un pequeño templo adentro de las instalaciones hospitalarias, se encontraba cerrada gran parte del día, pues sólo abría durante las horas de misa. Ambos hospitales son de órdenes religiosas católicas, pero el Conchita pertenece a la cadena Christus Muguerza y está respaldado por la asociación Christus Health de Estados Unidos, lo que sólo significa que posee un capital mayor. El Santa Cecilia estaba saturado de pacientes en espera, casi todas las camas de urgencias ocupadas. Nadie tenía tiempo para darme un recorrido, así que me inmiscuí hasta la habitación de rayos X, donde tomé una fotografía de la maquinaria, así como una más de un nebulizador de pared y un monitor multiparámetro cuando iba de salida, en el área de urgencias. 38
  • 39. La habitación de Rayos X se encontraba limpia, lo mismo que la máquina. En cambio, la sala de urgencias, donde tomé la fotografía del monitor y la toma de pared, dejaba bastante qué desear. Ya que estaba llena de médicos y enfermeros a prisa, llendo de un lugar a otro, pude acercarme lo suficiente a un paciente como para tomar esa fotografía. Me interesó la toma de oxígeno pues es donde se suelen conectar respiradores y nebulizadores, que suelen ser una fuente de infección con P. aeruginosa. Los que tomé no se encontraban sucios ni en mal estado aparente, pero si esos tubos que se encuentran colgados ahí se utilizan sin más, son potencialmente peligrosos. Para ejemplificar mejor el estado del hospital, adjunto tres imágenes encontradas en Google bajo la búsqueda de «Hospital Santa Cecilia». Una de ellas, la imagen del lavamanos de un baño dentro del hospital, demuestra que el estado de sanidad no es el ideal. Y en este tipo de condiciones, P. aeruginosa, lo mismo que otras bacterias nosocomiales potencialmente peligrosas como Klebsiella pneumoniae o Staphyloccocus aureus, proliferan. 39 Ilustración 8: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Máquina de Rayos X. Hospital Santa Cecilia. Ilustración 9: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Toma de oxígeno y monitor. Hospital Santa Cecilia.
  • 40. 40 Ilustración 10: [Fotografía sin autor]. (Monterrey, 2013). Hospital Santa Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P Ilustración 12: [Fotografía de Korey Fort]. (2016, Monterrey). Hospital Santa Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P Ilustración 11: [Fotografía de Korey Fort]. (2016, Monterrey). No es el jabón. Hospital Santa Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P
  • 41. Referencias LaFee, S., Buschman, H. (Abril 25, 2017). Novel Phage Therapy Saves Patient with Multi-Drug Resistant Bacterial Infection. (San Diego, California). UC San Diego Health, Newsroom. Recuperado de: https://health.ucsd.edu/news/releases/pages/2017-04-25-novel-phage- therapy-saves-patient-with-multidrug-resistant-bacterial-infection.aspx Ilustración 1: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Estudio. Ilustración 2: S/N. [Fotografía de Eliava Institute]. (2010, Giorgia). George Eliava Institute of Bacteriophages, Microbiology and Virology. (2010). Recuperado de: http://www.eliava-institute.org/?rid=12&it=9&act=view&item=22 Ilustración 3: [Fotografía de The Dennehy Lab, sin autor]. (Queens, NY. s/d). Pseudomonas syringae pv phaseolicola + bacteriophage Phi6 (30K x). Recuperado de: https://dennehylab.org/galleries/pp-phi6_30k/ Ilustración 4: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Máquina de Rayos X. Hospital Santa Cecilia. Ilustración 5: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Toma de oxígeno y monitor. Hospital Santa Cecilia. Ilustración 6: [Fotografía sin autor]. (Monterrey, 2013). Hospital Santa Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P Ilustración 7: [Fotografía de Korey Fort]. (2016, Monterrey). No es el jabón. Hospital Santa Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P Ilustración 8: [Fotografía de Korey Fort]. (2016, Monterrey). Hospital Santa Cecilia. Recuperado de: https://goo.gl/f2s94P 41
  • 42. Segunda excursión y entrevista Primera parte: segunda excursión, Hospital San Vicente Para cuando llegué al San Vicente, ya tenía varias preguntas formuladas en mi mente. Era un día muy caluroso, a más de 40 grados centígrados. La deshidratación y las diarreas tendrían todos los hospitales saturados. Si mi intención era encontrar unas colonias de Pseudomonas aeruginosa en humanos, no encontraría un mejor momento. No es que quisiera ver a personas enfermas como tal, ni que estuviera deseando que alguien tuviera una terrible infección para poder observarla, pero si había alguien que padeciera la desdichada fortuna de tener una infección, entonces quería verla. En mis tiempos como estudiante de medicina me la topé varias veces, casi siempre en heridas tisulares. Como anécdota, hace más de diez años estuve presente en una amputación de pie diabético necrotizado por bacteriemia de Pseudomonas aeruginosa y Staphyloccocus aureus. El paciente presentaba úlceras purulentas abiertas, con hueso y tendones expuestos. El olor era impresionante. No esperaba ver nada parecido, pero aunque fuera tenía que preguntar. Por fuera, el Hospital San Vicente es más impresionante que el Santa Cecilia, aunque también muestra mayores evidencias de daños superficiales a la estructura a causa de los elementos. Es algo muy común en el centro de Monterrey, donde por cada edificio en pie y en relativamente buen estado encontramos dos ruinas coloniales habitadas por plantas y animales 42 Ilustración 13: [Fotografia del autor]. (Monterrey, 2017). Hospital San Vicente, fachada.
  • 43. silvestres. El hospital pertenece más bien a la categoría de los que se encuentran en buen estado, sólo afectado por algunas manchas de humedad y heces aviarias en la fachada. Nada que realmente se pueda evitar. Entré al hospital y me dirigí a la sala de espera de Urgencias, pasando por la recepción como si supiera a dónde iba, una costumbre que se me quedó desde mis años en medicina, cuando entraba a todos los hospitales portando el uniforme blanco de estudiante sin preocuparme nunca por registrarme ni pedir permiso. Pero esta vez no traía bata, lo que hubiera sido de gran ayuda para observar sin ser observado, ya que por mi barba y mi manera de caminar seguro podría hacerme pasar por médico. Como no llevaba disfraz sólo me aventuré a urgencias, lugar a donde pude pasar ignorando al muchacho en la recepción que me llamó con una voz no tan fuerte: «disculpe, caballero, ¿puedo atenderlo?» En el camino a urgencias observé que a diferencia del Santa Cecilia, el altar no era realmente un altar, sino sólo un cuadro de la Virgen de Guadalupe con un florero, en la pared opuesta al acceso propiamente a la sala de urgencias, en un pasillo que conecta la entrada al hospital con los elevadores que llevan a otras áreas. Vi que de esos elevadores salían médicos, personal de enfermería y estudiantes. Un poco después de tomar la siguiente fotografía, una enfermera salió de uno de los elevadores con una charola en mano donde pude distinguir una de esas famosas y poco apetecibles comidas de hospital: verduras hervidas sin condimentos, arroz blanco, un trozo pequeño de pescado hervido, una sopa de fideos insípida, flan de caja y un jugo de manzana. 43 Ilustración 14: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Virgen de Guadalupe, Hospital San Vicente.
  • 44. Después de tomar la fotografía caminé por el pasillo sin titubear, ignoré a las personas sentadas en la sala de espera, angustiadas por sus parientes y amigos que ingresaron de emergencia, y caminé hasta los cubículos de urgencias. Ahí busqué al médico más joven y con cara más temerosa, para poder así trabajar como detective sin ser expulsado o, peor aún, internado por deshidratación, lo cuál me estaba sucediendo después de caminar bajo el sol. Una vez que localicé a un joven médico, de entre 19 a 21 años —que en ese momento escribía en una hoja sobre una tabla los datos de un hombre inconsciente— le pedí un momento de su tiempo. Con un gesto digno y sin voltearme a ver me pidió que le diera un momento y, una vez que terminó de registrar lo que necesitaba y me preguntó qué se me ofrecía, le dije que venía de la UnADM y que estaba haciendo una investigación sobre bacterias con resistencia múltiple a antibióticos. Me es evidente que mi seguridad al hablar me ganó puntos (soy quizá diez años mayor que él, lo que me facilitó las cosas): seguramente no asumió que soy aspirante a primer semestre sino que creyó que era estudiante de posgrado o algo por el estilo, cosa que yo habría asumido a su edad cuando estudiaba medicina y trabajaba en hospitales y alguien mayor llegaba preguntando cosas con conciencia terminológica. Mi nerviosismo encubierto, que fue lo que me hizo decir «vengo de la UnADM», cuando en realidad venía de caminar del parque, quizá también facilitó más las cosas en ese momento. Es curioso pues, de no ser porque lo agarré fuera de guardia (es un decir, en realidad estaba en guardia, quizá poco descansado), se habría dado cuenta de que no podía «ir» de la UnADM pues no es un lugar físico. Quizá podría «ir de parte de...» pero no fue lo que dije y tampoco es relevante, pues no es el tema. Una vez que establecí la razón de mi visita, le comenté más sobre el proyecto. No le expliqué todos los detalles, pero sí le dije que estaba interesado en conocer la problemática que las infecciones nosocomiales presentan para los pacientes de un hospital tan concurrido, especialmente a causa de mi mejor amiga, P. aeruginosa. ¿Qué tan frecuentes son las infecciones que se generan ahí mismo? ¿Cuántas de esas infecciones son difíciles de erradicar? Pese a todo, no puedo decir que el joven médico (o estudiante de medicina, no estoy seguro pues la práctica hospitalaria es llamarle «doctor» incluso a los estudiantes de primer semestre) haya sido por completo cooperativo (al menos en un principio). Quizá asumió que mi interés era en materia legal, o asumió que en realidad era un reportero encubierto. Aún así, pese a que no quiso que registrara su nombre y me prohibió sacar el celular para tomar fotos (práctica muy común en mis tiempos como estudiante, cuando cargaba una cámara por todo el hospital tomando fotografías de todo, y que seguro los médicos y estudiantes siguen haciendo como 44
  • 45. entonces), el joven médico decidió ayudarme en mi investigación y me llevó al área de hospitalización para ver a una paciente recién salida de cuidados intensivos con una infección resistente a antibióticos de nada más y nada menos que Pseudomonas aeruginosa. La señora Rosa S., cuyo apellido omitiré por cuestiones de privacidad, ingresó al Hospital San Vicente el lunes 14 de agosto, después de pasar todo el fin de semana con fiebre arriba de 40 grados. Antes de su ingreso al hospital, la paciente, que tiene antecedentes de fibrosis quística y fibromialgia, fue recetada con ciprofloxacino para combatir una infección de vías urinarias (5 de agosto). Pese a que la indicación fue que siguiera el tratamiento siete días, lo suspendió después de cuatro porque se sentía con buena salud (9 de agosto). Dos días después le llegaron las fiebres, más altas que antes, con escalofríos (11 de agosto). Después de tres días más, en los que se terminó el frasco de antibióticos que había dejado inconcluso, terminó en el hospital por complicaciones (14 de agosto). Después de dos días en el hospital (16 de agosto, día de esta expedición), la señora Rosa sigue sin ser dada de baja, aunque mantiene signos vitales estables bajo supervisión del personal médico y de enfermería. Después de conocer la historia de la paciente Rosa S., el joven médico salió a atender la llamada de una enfermera, momento que aproveché para agacharme y tomar una fotografía de los zapatos de la paciente (con su permiso) y de unas misteriosas gotas de sangre que se encontraban bajo su cama. A simple vista el hospital se encontraba en excelente estado, pero una revisión minuciosa revela detalles de este tipo. En estas situaciones es donde bacterias nosocomiales peligrosas como P. aeruginosa proliferan. 45 Ilustración 15: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Pasillo. Hospital Santa Cecilia.
  • 46. A su regreso, el joven médico me pidió que lo acompañara de vuelta al área de urgencias, donde debía continuar con su guardia. «El caso de la paciente Rosa S. no es un caso típico», me dijo el joven médico. A lo que se refería es que es atípico que una persona que deja el antibiótico a medias termine hospitalizada, pero sí es típico que muchas infecciones se refuercen cuando no se encuentran por completo derrotadas y en esos casos los pacientes vuelven al hospital cuando se encuentran prácticamente colonizados de gravedad. La razón por la que muchas personas no acuden al hospital después de cancelar el tratamiento y volverse a enfermar es porque les da vergüenza que los médicos los regañen. También es típico para pacientes con fibrosis quística que una infección de Pseudomonas aeruginosa se convierta en un factor de mortalidad si no es tratado a tiempo. Todo eso me lo comentó el joven médico, con una evidente muestra de preocupación en su rostro. —¿Cree que la paciente se va a morir?, le pregunté, ya de vuelta en urgencias. —Todos vamos a morir un día—, dijo en un arranque de nihilismo, —pero a ella todavía le queda un buen rato. El joven médico me explicó que la paciente llevaba un tratamiento sinérgico de dos antibióticos inhalados para combatir la infección pulmonar. No presentaba cuadro infeccioso en vías urinarias ni sangre cuando fue ingresada, por lo que el tratamiento es idóneo para su condición. Por suerte para la señora Rosa, la infección pulmonar no había colonizado demasiado sus tejidos, de lo contrario el pronóstico no sería tan bueno. Ahora se encuentra bajo observación, pero si sus signos vitales se mantienen estables un día más, podrá irse a su casa. Eso sí, deberá inhalar colistina y tobramicina dos veces al día durante 28 días, o las consecuencias a su salud podrían ser muy graves. 46 Ilustración 16: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Zapatos y sangre. Hospital San Vicente.
  • 47. En el caso de la paciente Rosa S., una muestra de esputo demostró que se trataba de una infección de P. aeruginosa, y una prueba en laboratorio comprobó que se trataba de una sepa resistente a ciprofloxacino, un antibiótico que suele funcionar bastante bien contra P. aeruginosa, pero contra el cual tiene potencial de desarrollar resistencia. «Aunque no podemos especular, creemos que la irrupción en el tratamiento con antibióticos llevó a que algunas bacterias desarrollaran resistencia y eventualmente infectaran sus pulmones», concluyó el joven médico. Después de eso me dijo que debía volver a su trabajo y no podía darme más tiempo, pero le agradecí bastante pues la entrevista improvisada fue muy útil para mi investigación. Antes de partir me dirigí al baño a lavarme las manos y aprovechar para tomar una última fotografía del estado de limpieza del baño, que es uno de los focos infecciosos de un hospital. Para mi grata sorpresa, las condiciones del baño de hombres del área de espera de ginecología se encontraba en excelente estado, al menos para la vista. El único problema es el dispensador de papel, que aparte de tener que tocarse con las manos estaba trabado, lo que me obligó a secarme las manos en el pantalón (práctica no recomendable para trabajadores del sector salud, ya que estamos). Después salí del hospital y encendí un cigarrillo, pensando en cuánto sufrió Sean Connery en Medicine Man por uno, para que al final nunca pudiera fumar nada. También pensaba en que debía dejar de fumar, cosa que pienso siempre que me encuentro cerca de un hospital. Entonces, otras preguntas vinieron a mi mente y decidí, en ese mismo momento, y aprovechando que tenía el teléfono con algo de pila todavía y que muchos del personal del hospital ya me habían visto entrevistando a un médico, hacer una encuesta rápida. 47 Ilustración 17: [Fotografía del autor]. (Monterrey, 2017). Baño limpio, Hospital San Vicente.