Este poema es un homenaje al colegio San Vicente de Tarma, Perú. El autor expresa su cariño por su colegio, que considera su segundo hogar, donde aprendió a estudiar y respetar a sus profesores. También hace un llamado a los estudiantes a trabajar unidos para forjar un colegio exitoso y lograr sus metas. Finalmente, promete respetar los símbolos de su colegio como su emblema y colores para poder honrar a su querida institución educativa.