El documento argumenta que la educación en el siglo XXI necesita adoptar una visión más compleja e integradora en lugar de una visión fragmentada y reduccionista. Explica que aunque el método reduccionista ha sido efectivo para la ciencia, los problemas actuales requieren un enfoque más holístico que integre diferentes disciplinas. Finalmente, sostiene que la educación debe evolucionar de cursos aislados a cursos multidisciplinarios para formar profesionales con conocimientos en múltiples áreas.
LA EDUCACION EN EL SIGLO 21: DE LA VISIÓN REDUCCIONISTA A LA VISIÓN COMPLEJA
1. LA EDUCACION EN EL SIGLO XXI: VISIÓN COMPLEJA
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EDUCACIÓN EN EL SIGLO XXI:
DE LA VISIÓN REDUCCIONISTA A LA VISIÓN
COMPLEJA
Cuando vemos la policromía de una flor, o gozamos de la sonrisa de
un bebé, u observamos el aleteo de una mariposa, o gozamos del
bello paisaje del nevado Yerupajá. Atónitos, perplejos, y regocijados,
aplaudimos, saltamos, lloramos, finalmente clamamos: ¡¡ Qué
maravillosa es la naturaleza !!. Ella no se manifiesta diciéndonos:
“yo nieve soy física”; “yo flor de la cantuta soy botánica”; ni “yo rio
soy química”. Ellos no se presentan parcelados, divididos, en biología,
física, o química. Los objetos de la
naturaleza,
bellos
y
complejos,
se
presentan como un todo. Sin letreros de
especialidades.
Entonces, ¿en qué momento de nuestra
evolución comenzamos a parcelar o
dividir, los objetos de la naturaleza?. La
respuesta
es
que,
nuestra
especie
evolucionó
y
acumuló
información,
conocimiento, maneras de encarar lo
novedoso,
desde
nuestros
primeros
antepasados, desde aquellos que habitaron
Agustín Zúñiga
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las cavernas. Desde allí se fue construyendo el método, para
enfrentar lo nuevo, lo intrigante, lo desconocido, este método resultó
en separar, en buscar las partes cada vez más pequeñas, a fin de
comprender el todo. Y, hoy, se ha constituido en un hecho natural del
ser humano. Esta característica lo observamos en el niño cuando
desde muy pequeño, sin
que aún nadie le haya
enseñado nada, toma algún
juguete,
aquel
que
le
fascina, le atrae, y que por
más lindo que fuera, su
curiosidad
es
más
fuerte, y lo lleva a buscar
el
porqué
de
su
funcionamiento, de su movimiento, de sus sonidos, de sus luces, etc.
Así, su búsqueda instintiva, aquella que viene desde nuestros iniciales
hombres de la edad de piedra, le hace romper el juguete, si no puede
con las manitos, usa los dientes o incluso lo lanza contra el piso o la
pared, quiere saber qué hay dentro, su curiosidad es total.
De la misma manera que
el niño, pero esta vez
con todas las tecnologías
y
conocimiento
disponible,
los
investigadores
más
distinguidos lo siguen
utilizándolo,
y
hasta
podríamos decir que es
el método principal que el ser humano ha desarrollado para explicar
lo complejo, por ejemplo en lugar de lanzar con la mano ahora utiliza
los aceleradores de partículas para romper el minúsculo protón.
En resumen siendo complejo
tratar el todo desde un inicio,
se tornó más manejable
separarlo en partes, y desde
ahí,
buscar
estructuras
básicas,
regularidades,
principios
y
leyes
que
extendiéndolas
al
todo
explicaran el comportamiento
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del objeto de estudio, incluso del gigante universo.
Esta metodología reduccionista, le ha dado a la ciencia,
particularmente a las ciencias naturales, una consolidación y respeto
asombroso. Y las pruebas permanentes de su efectividad, son los
instrumentos y tecnologías, que nos rodean, desde el viaje a la
luna, a las transmisiones vía satélite desde cualquier lugar de la
tierra, o incluso desde una nave espacial, la revolución de las
tecnologías de la información, los fabulosos instrumentos médicos,
hasta las curaciones por células madre de enfermedades antes
imposibles. Todo eso son las consecuencias del método científico
reduccionista.
Sin embargo, hoy a inicios del siglo XXI, notamos que nuestro
método, tan efectivo, necesita de revisión, precisamos ampliar
nuestras sendas del reduccionismo y buscar nuevas reglas trabajando
el todo y sus relaciones
entre
las
partes
que
podrían
haberse
postergado
o
desconsiderado, cuando se
parcelaron. Es decir volver
a enfrentar el objeto de la
naturaleza como un todo.
Buscar explicaciones no
desde las partes aisladas,
sino conjuntas, integradas.
Esto exige la unión de
todas las ciencias desde las naturales a las humanas. Y esto, porque
los problemas que hoy enfrentamos, superan las capacidades de cada
una de las veredas utilizadas solas.
Esta necesidad de integración de las partes y la búsqueda de nuevos
modos de enfrentar los objetos de estudio (problemas de la
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naturaleza), deberían comenzar por integrar las parcelas de las
ciencias naturales, para luego dar el salto hacia la integración con las
ciencias humanas. Esto hoy día se torna en obligación. Como lo
demuestra la rectora de la prestigiosa universidad de estados unidos,
el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), que avizorando el
futuro ha decidido transformar su enseñanza buscando la
integración de las ciencias de la vida con las ciencias físicas y
la ingeniería. A fin de formalizar y consolidar lo que ya se ve venir
la nueva gran revolución de la innovación que florecerá en los
siguientes 30 años.
Esta necesidad de integrar estas áreas, se reflejará en la modificación
de los programas de educación desde primaria, secundaria y
universidad. Demandando superar la presentación de cursos
fragmentados, aislados, separados, para dar paso a cursos
integrados, multidisciplinarios, que produzcan profesionales múltiples.
Para el caso de ciencias naturales, se requerirán de ingenieros con
conocimientos suficientes de biología y física. En el caso del Perú, si
miramos la globalización y los tratados de libre comercio como
fenómenos presentes, requeriremos también de formar estos
profesionales. Y por tanto modificar nuestra visión de la educación.
Desde una educación fragmentaria hacia una educación integradora.
Desde metodologías reduccionistas hacia metodologías complejas.
La Pluma del Viento
Lima, 15 de marzo de 2009
Agustín Zúñiga
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