Un desayuno equilibrado debe contener entre un 50-60% de hidratos de carbono procedentes de cereales, pan, frutas o verduras, un 15% de proteínas de las cuales la mitad deben ser de origen animal como leche, queso, huevo o jamón, y un 25% de grasas de fuentes como cereales, queso, huevo, leche o aceites. Las vitaminas y minerales se obtienen de los diferentes colores presentes en el desayuno, especialmente de las frutas y verduras frescas.