Este documento resume tres cuentistas hispanoamericanos contemporáneos: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. Habla de la obra de Borges y su literatura fantástica y conjetural. Describe a Cortázar y su humor, juego y amor en un mundo caleidoscópico. Finalmente, se refiere a García Márquez y su tratamiento del tiempo inalterable en sistemas de círculos mágicos.
3. La naturaleza de lo fantástico
1.- Jorge Luis Borges;
el gran bibliotecario.
2.- Julio Cortázar; una
mirada de ternura
hacia el hombre.
3.- Gabriel García
Márquez; la pasión
de contar
4. Jorge Luis Borges: el gran bibliotecario y su literatura conjetural.
Selección de cuentos de Ficciones (1941):“Pierre Menard,
autor del Quijote”, “La lotería en Babilonia”, El milagro secreto”,
“El sur”.
Julio Cortázar: Humor, juego y amor en un mundo caleidoscópico.
Selección de cuentos: “La autopista del sur”, “La señorita Cora”,
“La isla a mediodía”, “La flor amarilla”, “El perseguidor”, Historia
de cronopios y de famas”
Gabriel García Márquez: el tratamiento del tiempo inalterable a en
un sistema de círculos mágicos.
Selección de cuentos: Un señor muy viejo con alas enormes”;
“La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su
abuela desalmada”.
Teorías de lo fantástico y de lo real maravilloso.
5. Jorge Luis Borges
• POESIA
Fervor de Buenos Aires (1923)
Luna de enfrente (1925)
Cuaderno San Martín (1929)
Poemas (1923-1943)
El hacedor (1960)
Para las seis cuerdas (1967)
El otro, el mismo (1969)
Elogio de la sombra (1969)
El oro de los tigres (1972)
La rosa profunda (1975)
Obra poética (1923-1976)
La moneda de hierro (1976)
Historia de la noche (1976)
La cifra (1981)
Los conjurados (1985)
• ENSAYOS
Inquisiciones (1925)
El tamaño de mi esperanza (1926)
El idioma de los argentinos (1928)
Evaristo Carriego (1930)
Discusión (1932)
Historia de la eternidad (1936)
Aspectos de la poesía gauchesca (1950)
Otras inquisiciones (1952)
El congreso (1971)
Libro de sueños (1976)
• CUENTOS
El jardín de senderos que se bifurcan (1941)
Ficciones (1944)
El Aleph (1949)
La muerte y la brújula (1951)
El informe Brodie (1970)
El libro de arena (1975) No clasificados Historia universal de la
infamia (1935)
El libro de los seres imaginarios (1968)
Atlas (1985)
6. Bibliotecas, Eterno Retorno, Laberintos y Mitologías.
• Duplicaciones,
fotografías, traducciones,
manuscritos y obras
impresas, cuadros,
espejos, réplicas,
superficies pulidas, hacen
su papel de dobles.
7. Conceptos borgeanos
• En cambio, yo elijo una época
un poco lejana, un lugar un
poco lejano; y eso me da
libertad, y ya puedo fantasear o
falsificar, incluso. Puedo mentir
sin que nadie se dé cuenta, y
sobre todo, sin que yo mismo
me dé cuenta, ya que es
necesario que el escritor que
escribe una fábula por
fantástica que sea crea, por el
momento, en la realidad de la
fábula.
• [Jorge Luis Borges, Cómo nace un texto (fragmento)].
8. La memoria
En efecto, Funes no sólo recordaba cada
hoja de cada árbol de cada monte, sino
cada una de las veces que la había
percibido e imaginado. Resolvió reducir
cada una de sus jornadas pretéritas a unos
setenta mil recuerdos, que definiría luego
por cifras. Lo disuadieron dos
consideraciones: la conciencia de que la
tarea era interminable, la conciencia de que
era inútil. Pensó que en la hora de la
muerte no habría acabado aún de clasificar
todos los recuerdos de la niñez.
Los dos proyectos que he indicado (un
vocabulario infinito para la serie natural de
los números, un inútil catálogo mental de
todas las imágenes del recuerdo) son
insensatos, pero revelan cierta balbuciente
grandeza. Nos dejan vislumbrar o inferir el
vertiginoso mundo de Funes. Éste, no lo
olvidemos, era casi incapaz de ideas
generales, platónicas.
• Tomado de «Funes el memorioso», en Ficciones, Obras
Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. I, pág. 489-490.
9. El milagro secreto
El universo físico se detuvo.
Las armas convergían sobre Hladík, pero
los hombres que iban a matarlo estaban
inmóviles. El brazo del sargento eternizaba
un ademán inconcluso. En una baldosa del
patio una abeja proyectaba una sombra fija.
El viento había cesado, como en un cuadro.
Hladík ensayó un grito, una sílaba, la
torsión de una mano. Comprendió que
estaba paralizado. No le llegaba ni el más
tenue rumor del impedido mundo. Pensó
estoy en el infierno, estoy muerto. Pensó
estoy loco. Pensó el tiempo se ha detenido.
Luego reflexionó que en tal caso, también
se hubiera detenido su pensamiento. Quiso
ponerlo a prueba: repitió (sin mover los
labios) la misteriosa cuarta égloga de
Virgilio. Imaginó que los ya remotos
soldados compartían su angustia: anheló
comunicarse con ellos. Le asombró no
sentir ninguna fatiga, ni siquiera el vértigo
de su larga inmovilidad. Durmió, al cabo de
un plazo indeterminado. Al despertar, el
mundo seguía inmóvil y sordo. En su mejilla
perduraba la gota de agua; en el patio, la
sombra de la abeja; el humo del cigarrillo
que había tirado no acababa nunca de
dispersarse. Otro "día" pasó, antes que
Hladík entendiera.
Un año entero había solicitado de
Dios para terminar su labor: un
año le otorgaba su omnipotencia.
Dios operaba para él un milagro
secreto: lo mataría el plomo
alemán, en la hora determinada,
pero en su mente un año
transcurría entre la orden y la
ejecución de la orden. De la
perplejidad pasó al estupor, del
estupor a la resignación, de la
resignación a la súbita gratitud.
10. Pierre Menard, autor del Quijote
Es una revelación cotejar el Don
Quijote de Menard con el de Cervantes.
Éste, por ejemplo, escribió (Don
Quijote, primera parte, noveno
capítulo,):
... la verdad cuya madre es la historia,
émula del tiempo, depósito de las
acciones, testigo de lo pasado, ejemplo
y aviso de lo presente, advertencia de
lo por venir.
Redactada en el siglo XVII, redactada
por el «ingenio lego» Cervantes, esa
enumeración es un mero elogio retórico
de la historia. Menard, en cambio,
escribe:
... la verdad, cuya madre es la
historia, émula del tiempo, depósito de
las acciones, testigo de lo pasado,
ejemplo y aviso de lo presente,
advertencia de lo por venir.
La historia, madre de la verdad; la idea
es asombrosa. Menard, contemporáneo
de William James, no define la historia
como una indagación de la realidad sino
como su origen. La verdad histórica,
para él, no es lo que sucedió; es lo que
juzgamos que sucedió. Las cláusulas
finales —ejemplo y aviso de lo
presente, advertencia de lo por venir—
son descaradamente pragmáticas.
También es vívido el contraste de
los estilos. El estilo arcaizante de
Menard —extranjero al fin— adolece de
alguna afectación. No así el del
precursor, que maneja con desenfado el
español corriente de su época.
11. La lotería en Babilonia
• Naturalmente, esas «loterías» fracasaron. Su virtud
moral era nula. No se dirigían a todas las
facultades del hombre: únicamente a su
esperanza. Ante la indiferencia pública, los
mercaderes que fundaron esas loterías venales
comenzaron a perder el dinero. Alguien ensayó una
reforma: la interpolación de unas pocas suertes
adversas en el censo de números favorables.
Mediante esa reforma, los compradores de
rectángulos numerados corrían el doble albur de
ganar una suma y de pagar una multa a veces
cuantiosa. Ese leve peligro (por cada treinta
números favorables había un número aciago)
despertó, como es natural, el interés del público.
Los babilonios se entregaron al juego. El que no
adquiría suertes era considerado un pusilánime, un
apocado. Con el tiempo, ese desdén justificado se
duplicó. Era despreciado el que no jugaba, pero
también eran despreciados los perdedores que
abonaban la multa. La Compañía (así empezó a
llamársela entonces) tuvo que velar por los
ganadores, que no podían cobrar los premios si
faltaba en las cajas el importe casi total de las
multas. Entabló una demanda a los perdedores: el
juez los condenó a pagar la multa original y las
costas o a unos días de cárcel. Todos optaron por
la cárcel, para defraudar a la Compañía. De esa
bravata de unos pocos nace el todopoder de la
Compañía: su valor eclesiástico, metafísico.
• Imaginemos un primer sorteo, que
dicta la muerte de un hombre.
Para su cumplimiento se procede
a un otro sorteo, que propone
(digamos) nueve ejecutores
posibles. De esos ejecutores,
cuatro pueden iniciar un tercer
sorteo que dirá el nombre del
verdugo, dos pueden reemplazar
la orden adversa por una orden
feliz (el encuentro de un tesoro,
digamos), otro exacerbará la
muerte (es decir la hará infame o
la enriquecerá de torturas), otros
pueden negarse a cumplirla... Tal
es el esquema simbólico. En la
realidad el número de sorteos es
infinito. Ninguna decisión es final,
todas se ramifican en otras.
12. …era como si el Sur
hubiera resuelto que Dahlmann
acepte el duelo
El Sur (1953)
«Vida y muerte
le han faltado a
mi vida»
15. Entre sus
obras:
• Los Reyes (1949)
• Bestiario (1951)
• Final de Juego (1956)
– Continuidad de los parques
– No se culpe a nadie
• Las armas secretas (1959)
• Los premios (1960)
• Historias de Cronopios y de Famas (1962)
– Instrucciones para subir una escalera
– Historias de Cronopios y de Famas
– Conducta en los velorios
• Rayuela (1963)
• del capítulo 7
• del capítulo 68
• Todos los fuegos el fuego (1966)
• La vuelta al día en ochenta mundos (1967)
– la máquina para leer Rayuela y otras historias
• 62/Modelo para armar (1968)
• Último round (1969)
• La prosa del Observatorio (1972)
• Libro de Manuel (1973)
• Octaedro (1974)
• Alguien anda por ahí (1977)
• Territorios (1978)
• Un tal Lucas (1979)
– Lucas, sus pudores
• Quremos tanto a Glenda (1980)
• Deshoras (1982)
• Nicaragua tan violentamente dulce (1983)
• Los autonautas de la cosmopista (1983, escrito con Carol
Dunlop)
• Divertimento (1986)
• El Examen (1986)
• Diario de Andrés Fava (1995)
• Adiós Robinson (1995)
16. El gran cronopio
• Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres
argentinos. Llegó a la Argentina a los cuatro años. Paso la infancia en
Bánfield, se graduó como maestro de escuela e inició estudios en la
Universidad de Buenos Aires, los que debió abandonar por razones
económicas. Trabajó en varios pueblos del interior del país. Enseño
en la Universidad de Cuyo y renunció a su cargo por desavenencias
con el peronismo. En 1951 se alejó de nuestro país y desde entonces
trabajó como traductor independiente de la Unesco, en París, viajando
constantemente dentro y fuera de Europa. En 1938 publicó, con el
seudónimo Julio Denis, el librito de sonetos ("muy mallarmeanos",
dijo después el mismo) Presencia. En 1949 aparece su obra dramática
Los reyes. Apenas dos anos después, en 1951, publica Bestiario: ya
surge el Cortázar deslumbrante por su fantasía y su revelación de
mundos nuevos que irán enriqueciéndose en su obra futura: los
inolvidables tomos de relatos, los libros que desbordan toda categoría
genérica (poemas-cuentos-ensayos a la vez), las grandes novelas:
Lospremios (1960), Rayuela (1963), 62/Modelo para armar (1968), Libro
de Manuel (1973). El refinamiento literario de Julio Cortázar, sus
lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social,
hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituida por
pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con él mismo,
genuino ardor. Julio Cortazar murió en 1984 pero su paso por el
mundo seguirá suscitando el fervor de quienes conocieron su vida y
su obra.
17. Historias de
Cronopios
y de Famas
Viajes
Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad
son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios,
la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a
la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres,
así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al
hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la
ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un
aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza
recibe el nombre de "Alegría de los famas".
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes
ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les
cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen
firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen
unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la
noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro
día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y
son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.
18. Comercio
• Los famas habían puesto una fábrica de mangueras, y emplearon a numerosos
cronopios para el enrollado y depósito. Apenas los cronopios estuvieron en el lugar del
hecho, una grandísima alegría. Había mangueras verdes, rojas, azules, amarillas y
violetas. Eran transparentes y al ensayarlas se veía correr el agua con todas sus burbujas
y a veces un sorprendido insecto. Los cronopios empezaron a lanzar grandes gritos, y
querían bailar tregua y bailar catala en vez de trabajar. Los famas se enfurecieron y
aplicaron en seguida los artículos 21, 22 y 23 del reglamento interno. A fin de evitar la
repetición de tales hechos.
Como los famas son muy descuidados, los cronopios esperaron circunstancias
favorables y cargaron muchísimas mangueras en un camión. Cuando encontraban una
niña, cortaban un pedazo de manguera azul y se la obsequiaban para que pudiese saltar a
la manguera. Así en todas las esquinas se vieron nacer bellísimas burbujas azules
transparentes, con una niña adentro que parecía una ardilla en su jaula. Los padres de la
niña aspiraban a quitarle la manguera para regar el jardín, pero se supo que los astutos
cronopios las habían pinchado de modo que el agua se hacía pedazos en ellas y no servía
para nada. Al final los padres se cansaban y la niña iba a la esquina y saltaba y saltaba.
Con las mangueras amarillas los cronopios adornaron diversos monumentos, y con las
mangueras verdes tendieron trampas al modo africano en pleno rosedal, para ver cómo
las esperanzas caían una a una. Alrededor de las esperanzas caídas los cronopios
bailaban tregua y bailaban catala, y las esperanzas les reprochaban su acción diciendo
así:
¡Crueles cronopios cruentos!. ¡Crueles!
Los cronopios, que no deseaban ningún mal a las esperanzas, las ayudaban a
levantarse y les regalaban pedazos de manguera roja. Así las esperanzas pudieron ir a sus
casas y cumplir el más intenso de sus anhelos: regar los jardines verdes con mangueras
rojas.
Los famas cerraron la fábrica y dieron un banquete lleno de discursos fúnebres y
camareros que servían el pescado en medio de grandes suspiros. Y no invitaron a ningún
cronopio, y solamente a las esperanzas que no habían caído en las trampas del rosedal,
porque las otras se habían quedado con pedazos de manguera y los famas estaban
enojados con esas esperanzas.
19. El almuerzo
• No sin trabajo un cronopio llegó a establecer un termómetro de vidas.
Algo entre termómetro y topómetro, entre fichero y curriculum vitae.
Por ejemplo, el cronopio en su casa recibía a un fama, una esperanza y
un profesor de lenguas. Aplicando sus descubrimientos estableció que el
fama era infra-vida, la esperanza para-vida, y el profesor de lenguas inter-
vida. En cuanto al cronopio mismo, se consideraba ligeramente super-vida,
pero más por poesía que por verdad. A la hora del almuerzo este cronopio
gozaba en oír hablar a sus contertulios, porque todos creían estar
refiriéndose a las mismas cosas y no era así. La inter-vida manejaba
abstracciones tales como espíritu y conciencia, que la para-vida escuchaba
como quien oye llover tarea delicada. Por supuesto la infra-vida pedía a
cada instante el queso rallado, y la super-vida trinchaba el pollo en cuarenta
y dos movimientos, método Stanley-Fitzsmmons. A los postres las vidas se
saludaban y se iban a sus ocupaciones, y en la mesa quedaban solamente
pedacitos sueltos de la muerte.
20. Inconvenientes
en los servicios
públicos
• Vea lo que pasa cuando se confía en los cronopios.
Apenas lo habían nombrado Director General de
Radiodifusión, este cronopio llamó a unos traductores de
la calle San Martín y les hizo traducir todos los textos,
avisos y canciones al rumano, lengua no muy popular en la
Argentina.
A las ocho de la mañana los famas empezaron a
encender sus receptores, deseosos de escuchar los
boletines así como los anuncios del Geniol y del Aceite
Cocinero que es de todos el primero. Y los escucharon,
pero en rumano, de modo que solamente entendían la
marca del producto. Profundamente asombrados, los
famas sacudían los receptores pero todo seguía en
rumano, hasta el tango Esta noche me emborracho, y el
teléfono de la Dirección General de Radiodifusión estaba
atendido por una señorita que contestaba en rumano a las
clamorosas reclamaciones, con lo cual se fomentaba una
confusión padre.
Enterado de esto el Superior Gobierno mandó fusilar al
cronopio que así mancillaba las tradiciones de la patria.
Por desgracia el pelotón estaba formado por cronopios
conscriptos, que en vez de tirar sobre el ex Director
General lo hicieron sobre la muchedumbre congregada en
la Plaza de Mayo, con tan buena puntería que bajaron a
seis oficiales de marina y a un farmacéutico. Acudió un
pelotón de famas, el cronopio fue debidamente fusilado, y
en su reemplazo se designó a un distinguido autor de
canciones folklóricas y de un ensayo sobre la materia gris.
Este fama restableció el idioma nacional en la
radiotelefonía, pero pasó que los famas habían perdido la
confianza y casi no encendían los receptores. Muchos
famas, pesimistas por naturaleza, habían comprado
diccionarios y manuales de rumano, así como vidas del rey
Carol y de la señora Lupescu. El rumano se puso de moda
a pesar de la cólera del Superior Gobierno, y a la tumba del
cronopio iban furtivamente delegaciones que dejaban caer
sus lágrimas y sus tarjetas donde proliferaban nombres
conocidos en Bucarest, ciudad de filatelistas y atentados.
21. La señorita Cora
• Se quedó dormido un buen rato, a las ocho calculé que el doctor De Luisi no
tardaría y lo desperté para tomarle la temperatura. Tenía mejor cara y le había
hecho bien dormir. Apenas vio el termómetro sacó una mano fuera de las
cobijas, pero le dije que se estuviera quieto. No quería mirarlo en los ojos
para que no sufriera pero lo mismo se puso colorado y empezó a decir que él
podía muy bien solo. No le hice caso, claro, pero estaba tan tenso el pobre
que no me quedó más remedio que decirle: "Vamos, Pablo, ya sos un
hombrecito, no te vas a poner así cada vez, verdad?" Es lo de siempre, con
esa debilidad no pudo contener las lágrimas; haciéndome la que no me daba
cuenta anoté la temperatura y me fui a prepararle la inyección. Cuando volvió
yo me había secado los ojos con la sábana y tenía tanta rabia contra mí
mismo que hubiera dado cualquier cosa por poder hablar, decirle que no me
importaba, que en realidad no me importaba pero que no lo podía impedir.
"Esto no duele nada", me dijo con la jeringa en la mano. "Es para que
duermas bien toda la noche." Me destapó y otra vez sentí que me subía la
sangre a la cara, pero ella se sonrió un poco y empezó a frotarme el muslo
con un algodón mojado. "No duele nada", le dije porque algo tenía que
decirle, no podía ser que me quedara así mientras ella me estaba mirando.
"Ya ves", me dijo sacando la aguja y frotándome con el algodón. "Ya ves que
no duele nada. Nada te tiene que doler, Pablito." Me tapó y me pasó la mano
por la cara. Yo cerré los ojos y hubiera querido estar muerto, estar muerto y
que ella me pasara la mano por la cara, llorando.
22. La flor amarilla
• —Estaba al borde de un cantero, una flor amarilla cualquiera. Me había
detenido a encender un cigarrillo y me distraje mirándola. Fue un poco
como si también la flor me mirara, esos contactos, a veces... Usted sabe,
cualquiera los siente, eso que llaman la belleza. Justamente eso, la flor era
bella, era una lindísima flor. Y yo estaba condenado, yo me iba a morir un
día para siempre. La flor era hermosa, siempre habría flores para los
hombres futuros. De golpe comprendí la nada, eso que había creído la paz,
el término de la cadena. Yo me iba a morir y Luc ya estaba muerto, no
habría nunca más una flor para alguien como nosotros, no habría nada, no
habría absolutamente nada, y la nada era eso, que no hubiera nunca más
una flor. El fósforo encendido me abrasó los dedos. En la plaza salté a un
autobús que iba a cualquier lado y me puse absurdamente a mirar, a mirar
todo lo que se veía en la calle y todo lo que había en el autobús. Cuando
llegamos al término mino, bajé y subí a otro autobús que llevaba a los
suburbios. Toda la tarde, hasta entrada la noche, subí y bajé de los
autobuses pensando en la flor y en Luc, buscando entre los pasajeros a
alguien que se pareciera a Luc, a alguien que se pareciera a mí o a Luc, a
alguien que pudiera ser yo otra vez, a alguien a quien mirar sabiendo que
era yo, y luego dejarlo irse sin decirle nada, casi protegiéndolo para que
siguiera por su pobre vida estúpida, su imbécil vida fracasada hacia otra
imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra...
Pagué.
23. La autopista del Sur
• En alguna de esas noches heladas
el ingeniero oyó llorar
ahogadamente a la muchacha del
Dauphine. Sin hacer ruido, abrió
poco a poco la portezuela y tanteó
en la sombra hasta rozar una mejilla
mojada. Casi sin resonancia la
chica se dejó atraer al 404; el
ingeniero la ayudó a tenderse en la
cucheta, la abrigó con la única
manta y le echó encima su
gabardina. La oscuridad era más
densa en el coche ambulancia, con
sus ventanillas tapadas por las
lomas de la rienda. En algún
momento el ingeniero bajó los dos
parasoles y colgó de ellos su
camisa y un pulóver para aislar
completamente el auto. Hacia el
amanecer ella le dijo al oído que
antes de empezar a llorar había
creído ver a lo lejos, sobre la
derecha, las luces de una ciudad.
24. La autopista del sur
• No se podía hacer
otra cosa que
abandonarse a la
marcha, adaptarse
mecánicamente a la
velocidad de los
autos que lo
rodeaban, no pensar.
25.
-Cronopios, Famas y Esperanzas:
-El estilo:
• Prosa coloquial, afectiva y perturbadora.
-Temas predilectos:
• La subversión de lo real inmediato.
• El humanismo liberador.
• El tiempo externo e interno.
-Literatura Fantástica en Cortázar.
• El lector activo: viaje al mundo de los destiempos y desespacios.
2.- Julio Cortázar; en busca de la identidad.
Una mirada de ternura hacia el ser
humano
27. • La hojarasca (1955)
• Entre cachacos. Notas de prensa, 2 (1954-1955)
• El coronel no tiene quien le escriba (1961)
• La mala hora (1962)
• Los funerales de la Mamá Grande (1962)
• Cien años de soledad (1967)
• La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada
(1972)
• Cuando era feliz e indocumentado (1973)
• El otoño del patriarca (1975)
• Operación Carlota (1977)
• Crónica de una muerte anunciada (1981)
• El olor de la guayaba (1982)
• Notas de prensa (1961-1984)
• El amor en los tiempos del cólera (1985)
• El general en su laberinto (1989)
• Doce cuentos peregrinos (1992)
• Del amor y otros demonios (1994)
• La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile (1995)
• Noticia de un secuestro (1996)
• Me alquilo para soñar (1997)
• Cómo se cuenta un cuento: taller de guión
• La bendita manía de contar
• Obra periodística completa (1999)
• Vivir para contarla (2002 - Memorias)
• Memoria de mis putas tristes (2004)
28. Un mundo mágico
• “Quise dejar constancia
poética del mundo de mi
infancia, que transcurrió
en un casa grande, muy
triste, con una hermana
que comía tierra y una
abuela que adivinaba el
porvenir, y numerosos
parientes de nombres
iguales que nunca
hicieron mucha distinción
entre la felicidad y la
demencia”.
29. EL AMOR
• «El amor en las novelas de García Márquez es
un lugar de desorden, que se sitúa fuera del
control racional. Por esta razón es el blanco
principal del control social. Una y otra vez, en
donde el amor disuelve las estructuras de la
organización, se llega solamente a recapturarla
por un deseo incestuoso o de alguna forma
improductiva, mediante imágenes fatalistas o
entrópicas, o mediante rituales de nostalgia»
» William Rowe. «Gabriel García Márquez, la máquina de la
Historia»,
en Quimera, 14-15, edición latinoamericana,
Bogotá (febrero-abril 1992), pp. 12-20.
30. Acerca de la irrealidad
• «El arrollador éxito de Cien años de
soledad tuvo motivaciones opuestas
en América Latina y en Europa.
Nosotros quedamos fascinados por la
posibilidad de fugarnos a un luminoso
mundo de ensueño; y también nos
gustó creer que ese mundo era fruto
de la desenfrenada fantasía de un
autor genial: el lector latinoamericano,
en cambio, sabía que no son fruto de
la fantasía de un novelista las antiguas
ciudades coloniales de la sierra (...)
sabía que efectivamente la hierba
crece a ojos vista, hasta el punto de
que casi “se oye el ruido que hace”
(...) Sabía que los árboles
genealógicos son retorcidos como los
mangles, cuyas ramas, en un mar de
fango conquistado al océano, se
tienden para transformarse en raices.
A los ojos del lector coterráneo, nada
de lo que Márquez escribía podía
considerarse original. (...) y su palabra,
más que escrita (pensada en calidad
de tal), es, sencillamente, transcrita:
es una palabra que mantiene el calor
de la voz que relata.»
Francesco Varanini. «De la tradición popular al Nescafé o
sobre la rendición de Gabriel García Márquez a los modelos
de la novela europea», en Viaje literario por América Latina,
Barcelona: El Acantilado, 2000, pp. 45-47.
31. La soledad
• «Ella se arrodilló frente al catre. El
senador la siguió escrutando,
pensativo, y mientras le zafaba los
cordones se preguntó de cuál de
los dos sería la mala suerte de
aquel encuentro.
Eres una criatura —dijo.
No crea —dijo ella—. Voy a cumplir
19 en abril.
El senador se interesó:
¿Qué día?
El once —dijo ella.
El senador se sintió mejor. “Somos
Aries”, dijo. Y agregó sonriendo:
Es el signo de la soledad.»
– Gabriel García Márquez. «Muerte constante más
allá del amor»,
en La increíble y triste historia de la Cándida
Eréndira y
de su abuela desalmada, Barcelona: Barral, 1972,
p. 67.
32. Acerca de la muerte
• «El tema de la muerte domina toda la obra
narrativa de García Márquez, desde sus
primeros relatos (...) La obsesión por el mundo
de los muertos en Márquez tiene unas raíces
culturales y personales bastante bien definidas
desde la infancia. (...) propone dos tipos de
miradas: la del mundo real hacia el vacío de la
muerte, y la del mundo de los muertos, mas real
en ocasiones que la primera...»
» Ángel de Esteban del Campo. «La muerte en los Doce
cuentos
peregrinos» en Cuadernos Hispanoamericanos, 539-40,
33. El honor y la venganza
• «Ángela Vicario, la hermosa
muchacha que se había
casado el día anterior, había
sido devuelta a la casa de sus
padres, porque el esposo
encontró que no era virgen (...)
“Pero por más que volteaban
el cuento al derecho y al
revés, nadie podía explicarme
cómo fue que el pobre
Santiago Nasar terminó
comprometido en semejante
enredo”. Lo único que sabían
con seguridad era que los
hermanos de Ángela Vicario lo
estaban esperando para
matarlo.»
Gabriel García
Márquez. Crónica
de una muerte
anunciada,
Madrid: Mondadori,
1987, p. 27.
34. Acerca del tiempo
• «Se diría, pues, que el tiempo es la materia significante del relato:
en primer lugar, todo el tiempo ha transcurrido, y en este libro del
tiempo pasado el futuro anticipado abre una nueva inserción (...) Lo
temporal está hecho de representaciones que lo naturalizan. Lo
vemos en los calendarios y en las cronologías, pero también en la
causalidad de lo sucedáneo y en el árbol de la descendencia, la
genealogía (...) si el tiempo cíclico abre los lugares del espectáculo,
como un significante que ensaya distintos significados en diferentes
contextos, ¿qué ocurre con el tiempo lineal, el cronológico? Sobre
estas dos líneas está armado el relato, sobre la vuelta (el ritmo, la
repetición) y sobre la disolución (el progreso, el deterioro). Ocurre
que el relato hace encarnar, literalmente, al tiempo en el linaje: la
temporalidad es aquí, como en las Crónicas bíblicas, la
genealogía.»
» Julio Ortega. «La risa de la tribu» en Nueva Revista
de Filología Hispánica, 2, XXXIII, México (1984),
p. 406 y 408 (sobre Cien años de soledad).
35. Acerca de la historia
• «Los años setenta vieron el principio del fin de las
utopías construidas en la década precedente. Las
difíciles circunstancias políticas y económicas, y tal vez
el agotamiento de las fórmulas literarias de los años
anteriores, determinaron un proceso que paulatinamente
llevó a los narradores a enfrentarse con la realidad de
América Latina, a abandonar el mito para acercarse a la
historia, no sin dejar en evidencia que la fantasía podía
ser utilizada también para ocultar las carencias y
justificar las derrotas.»
» Teodosio Fernández. «García Márquez, mito e historia de nuestro
tiempo» en GGM, Testimonio sobre su vida, ensayos sobre su
obra, Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 1992, p. 108.
36. La pasión
• «Aun en las pausas del
amor permanecían
desnudos con las
ventanas abiertas (...)
Cuando los padres de
Nena Daconte regresaron
a la casa, ellos habían
progresado tanto en el
amor que ya no les
alcanzaba el mundo para
otra cosa, y lo hacían a
cualquier hora y en
cualquier parte, tratando
de inventarlo otra vez
cada vez que lo
hacían...»
– Gabriel García Márquez. «El rastro de tu
sangre en la nieve»,
en Doce cuentos peregrinos, Madrid:
Mondadori, 1992, p. 223
37. El humor
• «Otro elemento nuevo en esta ficción (en la realidad
ficticia) es el humor. Aparece como antídoto de fuerzas
que, sin él, ahogarían la vivencia, impedirían que la
historia tuviera poder de persuasión. La maestría con
que el humor es usado en el relato es tan grande como
la importancia estilística que este componente tiene en
la ficción: sin él, o más bien, sin su forma particular de
humor, El coronel no tiene quien le escriba, sería, por su
severo realismo, una historia “irreal”.»
• Mario Vargas Llosa. García Márquez: Historia de un
deicidio,
Barcelona: Barral Editores, 1971, p. 329.
38. El poder
• «...aprendió a vivir con esas y
otras miserias de la gloria a
medida que descubría en el
transcurso de sus años
incontables que la mentira es
más cómoda que la duda, más
útil que el amor, más
perdurable que la verdad,
había llegado sin asombro a la
ficción de ignominia de manda
sin poder, de ser exaltado sin
gloria y de ser obedecido sin
autoridad...»
Gabriel García Márquez. El otoño del patriarca,
Barcelona: Mondadori, 1999, p. 297.
41. EL ABOLENGO
“Página para recordar al coronel
Suárez, vencedor de Junín”
Su bisnieto escribe estos versos y una tácita
voz desde lo antiguo de la sangre le
llega:
-Qué importa mi batalla de Junín si es una
gloriosa memoria,
Una fecha que se aprende para un examen o
un lugar en el atlas.
La batalla es eterna y puede prescindir de la
pompa
De visibles ejércitos con clarines;
Junín son dos civiles que en una esquina
maldicen a un tirano;
O un hombre oscuro que se muere en la
cárcel.
Semblanza del coronel Manuel Isidoro Suárez,
héroe de Junín
42. “Los Cortázar”Qué familia, hermano,
Ni un abuelo comodoro, ni una carga
Deca
Balle
Ria,
Nada, ni un cura ilustre, un chorro,
Nadie en los nombres de las calles,
Nadie en las estampillas,
Minga de rango,
Minga de abolengo,
Nadie por quien ponerse melancólico
En las estancias de los otros,
Nadie que esté parado en mi apellido
Y exija de la estirpe
La pudorosa relación: “Aquel Cortázar,
Amigo de las Heras…”
Ma qué Heras,
No tuvimos a nadie, ni siquiera en las Heras (la Penitenciaría
Que ya tampoco existe, me contaron).
Compadrón II
Póker
Minnesota
Qué suerte tienen los caballos: Escritor
Se viene
Chela
Marinera
Y así consecutivamente.
43. Los abuelos
• De esos primeros ocho años de
“infancia prodigiosa” surge lo esencial
del universo narrativo y mítico de García
Márquez, hasta el punto de que, con
alguna exageración, ha llegado a decir:
“Después todo me resultó bastante
plano: crecer, estudiar, viajar... nada de
eso me llamó la atención. Desde
entonces no me ha pasado nada
interesante”. Lo que sí es cierto es que
los recuerdos de su familia y de su
infancia, el abuelo como prototipo del
patriarca familiar, la abuela como
modelo de las “mamas grandes”
civilizadoras, la vivacidad del lenguaje
campesino, la natural convivencia con lo
mágico... aparecerán, transfigurados por
la ficción, en muchas de sus obras ( La
hojarasca, Cien años de soledad, El
amor en los tiempos del cólera ...) y el
mundo caribeño, desmesurado y
fantasmal de Aracataca se transformará
en Macondo, que en realidad era el
nombre de una de las muchas fincas
bananeras del lugar y que según unos
alude “a un árbol que no sirve pa un
carajo” y según otros “a una milagrosa
planta capaz de cicatrizar heridas”.
44. Jorge Luis
Borges; el gran
bibliotecario.
Julio Cortázar;
en busca de la
identidad.
Gabriel García
Márquez; la
pasión de contar
Originalidad
El estilo
Temas
predilectos
Literatura
Fantástica
45. Jorge Luis
Borges; el gran
bibliotecario.
Julio Cortázar;
en busca de la
identidad.
Gabriel García
Márquez; la
pasión de contar
Originalidad La búsqueda de lo
excepcional e insólito.
Una mirada de ternura
hacia el Hombre.
Cronopios, Famas y
Esperanzas
"La soledad humana,
fuente de todos los
espejismos y de todas
las pesadillas."
El estilo Prosa desnuda y sutil
ironía.
Prosa coloquial,
afectiva y
perturbadora.
Renovación del
lenguaje narrativo; el
terreno imaginario
Temas
predilectos
La visión de la realidad
como un laberinto.
El destino del Hombre
y de la Civilización.
El Tiempo mítico en
Borges.
La subversión de lo
real inmediato. El
humanismo liberador.
El tiempo externo e
interno.
Las fuerzas
sobrenaturales,
mágicas, y el amor en
la realidad cotidiana de
la violencia.
El tiempo cíclico.
Literatura
Fantástica
El lector activo: La
escritura como fuente
de reflexión, de
sorpresa y de goce.
El lector activo: viaje al
mundo de los
destiempos y
desespacios.
La técnica de lo real
maravilloso.
El lector cómplice.