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Introducción
La capacidad de ejecución es hoy
en día lo que diferencia a una
empresa del conjunto de su compe-
tencia. Una ejecución imperfecta
provoca que los inversores vuelvan
su atención hacia los competidores
y los líderes pierdan crédito. La
ausencia de esta capacidad supone
el mayor obstáculo para la prospe-
ridad de cualquier negocio y es la
causa de la mayoría de las decep-
ciones en el mundo empresarial,
equivocadamente atribuidas a otros
motivos.
Los planes estratégicos a menudo
no funcionan en la práctica y, sin
embargo, son muchos los líderes
que ponen excesivo énfasis en la
planificación en detrimento de la
ejecución. La razón de este hecho
es considerar la ejecución tan sólo
un aspecto táctico del negocio que
debe ser delegado, mientras ellos
se aplican a temas más “elevados”.
Éste es un enfoque erróneo, porque
la ejecución no es sólo táctica, sino
también una disciplina y un sistema
que necesitan ser integrados en la
estrategia, objetivos y cultura de la
organización. Las últimas técnicas
de gestión empresarial son de poca
utilidad si no van acompañadas de
la comprensión y la práctica de la
ejecución.
Los autores del libro no entienden
Título del Libro: Execution
Autor: Larry Bossidy y Ram Charan
Fecha de Publicación: 15 de Junio 2002
Editorial: Crown Business
Nº Páginas: 288
ISBN: 0609610570
Contenido
Introducción.
Pag 1
Parte primera: la necesidad de
la ejecución.
Pag 2
Parte Segunda: los elementos
fundamentales de la ejecución.
Pag 3
Parte tercera: los tres procesos
clave de la ejecución.
Pag 5
EL AUTOR: Larry Bossidy es presidente y director general de la Honneywell
International Inc., una compañía de diversificada producción tecnológica. Con
anterioridad presidió AlliedSignal, hasta la fusión de ambas compañías. Durante
su mandato, AlliedSignal se convirtió en una de las compañías más valoradas
internacionalmente por su crecimiento y productividad inspirados en los princi-
pios Six Sigma.
Ram Charan es un consultor de gran prestigio entre los altos ejecutivos y las gran-
des compañías. Ha realizado trabajos de consultoría para General Electric, Ford,
DuPont, Universal Studios, Verizon, etc. Es profesor en la Harvard Business School
y autor de What the CEO Wants You to Know, Boards at Work y coautor de Every
Business Is a Growth Business.
La Clave Está en laLa Clave Está en la
EjecuciónEjecución
Leader Summaries © 2007. Resumen autorizado de: Execution por Larry Bossidy y Ram Charan, Crown Business © 2007.
11
Execution
por ejecución un mero hacer las
cosas, sino una serie de comporta-
mientos y técnicas que las empresas
tienen que desarrollar para alcan-
zar la ventaja competitiva. Se trata
de una disciplina fundamental para
el éxito en los negocios. El dominio
de estas técnicas y comportamien-
tos permitirá a los líderes diseñar
estrategias más ejecutables y, por
tanto, más aptas para utilizarse en
situaciones inesperadas. La ejecu-
ción es la mejor herramienta para
la transición y el cambio, ya que las
empresas orientadas hacia ella los
llevan a cabo con más rapidez gra-
cias a su cercanía a la situación.
El presente libro consta de tres par-
tes en las cuales el lector apreciará
la necesidad de la ejecución y su
importancia para la consecución de
la ventaja competitiva, sus elemen-
tos fundamentales (las prioridades
personales del líder, el cambio cul-
tural en la organización, la selec-
ción del personal, etc.) y sus tres
procesos clave (personal, estrategia
y operaciones).
Parte primera: la necesidad
de la ejecución
Aunque la ejecución es un concepto
del que cada vez se habla más en el
mundo de los negocios, son pocos
los que conocen su significado exac-
to, lo mismo individuos que publica-
ciones: en estas la ejecución se pre-
senta como la gestión cotidiana de
la empresa frente a la planificación
o la culminación de objetivos más
eficaz, cuidadosa y cercana al deta-
lle.
Sin embargo, una correcta com-
prensión del concepto de ejecución
en el mundo de los negocios revela
que se trata de:
Una disciplina. La táctica es
importante en la ejecución, pero
la ejecución es no equivalente a
la táctica, sino que es el factor
que determina la estrategia. La
planificación de la estrategia
resulta incompleta si no tiene en
cuenta la capacidad de la organi-
zación para ejecutarla. La ejecu-
ción es un proceso sistemático en
el cual se determinan los “cómo”
y “porqués” de las acciones, se
lleva a cabo el seguimiento y se
garantiza su cumplimiento. En
ese proceso se elaboran supues-
tos sobre el entorno competitivo,
se evalúan las capacidades de la
organización y se vincula la estra-
tegia con las operaciones y la
compensación con los resultados.
El principal cometido del lide-
razgo. La posición de un líder no
le exime de conocer los detalles
operativos ni le permite limitar
su papel a la creación de una
visión para la organización. Por el
contrario, la calidad de la ejecu-
ción de una organización es
directamente proporcional a la
implicación del líder en la sustan-
cia, e incluso, los detalles de la
misma. El líder controla la ejecu-
ción gestionando sus tres proce-
sos clave: reclutamiento de otros
líderes, indicación de la direc-
ción estratégica y realización de
operaciones.
Elemento crucial de la cultura
corporativa. De igual modo que
un líder ha de comprometerse
personalmente con la ejecución
de su organización, también el
resto del personal debe compren-
der su significado y practicarla.
Para ello, la ejecución debe for-
mar parte del sistema de com-
pensación, de normas y compor-
tamiento que se aplica a todos y
configura la cultura corporativa
de una organización.
El elemento diferencial que intro-
duce la ejecución.
Los líderes auténticos poseen un
instinto especial para la ejecución:
saben que un plan carece de impor-
tancia hasta que no se realiza. Sin
embargo, dicho instinto no es lo
prioritario a la hora de seleccionar,
formar y desarrollar futuros líderes.
Son muchos los ejecutivos que
alcanzan una posición elevada de
liderazgo sólo gracias a su categoría
de “pensadores de alto nivel”,
capaces de comprender estrategias
y explicarlas, pero se muestran
poco interesados en los aspectos
prácticos de su ejecución.
Es fácil evaluar la inteligencia de un
candidato a líder en el momento de
su selección, pero más difícil es
hacer otro tanto con su capacidad
de ejecución, ya que el rendimien-
to es a menudo el resultado del tra-
bajo de muchas personas. La inteli-
gencia y la capacidad de articular
conceptos no son la garantía de
saber ponerlos en la práctica. No es
raro encontrarse con líderes que
ignoran cómo convertir sus visiones
particulares en tareas específicas
debido a que sus ideas son demasia-
do genéricas. En consecuencia, no
llevan el seguimiento ni consiguen
que las tareas se pongan en prácti-
ca, sienten aversión hacia los deta-
lles, sus pensamientos no terminan
de cristalizar y no llegan a anticipar
los obstáculos.
La excesiva preocupación por los
resultados impide a menudo detec-
tar los obstáculos existentes en el
nivel de la producción y de los obje-
tivos de expansión, y aunque útiles
para elevar el rendimiento del per-
sonal, son inservibles si no son rea-
listas. La eficacia en la ejecución se
consigue implicando a todo el per-
sonal responsable de los resultados
en el trazado de un plan estratégi-
co. Así, los objetivos derivados de
dicho plan estarían basados en la
capacidad de la organización para
obtener los resultados esperados y
la capacidad, a su vez, dependería
de colocar con acierto a las perso-
nas que saben ejecutar en los pues-
tos clave de la organización. Saber
ejecutar implicaría conocer la
demanda a tiempo, las rotaciones
de inventario y los objetivos de
coste y calidad. El plan tendría sus
plazos y su cumplimiento debería
ser estricto. Por último, existiría un
plan de contingencia para el caso
de que surgieran imprevistos.
Las trayectorias de dos grandes
compañías norteamericanas, la
Xerox y la EDS, ofrecen excelentes
ejemplos de lo que diferencia una
buena ejecución de otra equivoca-
da.
Cuando Richard C. Thoman se hizo
con las riendas de las operaciones
en la Xerox, en 1997, empezó por
lanzar diversas iniciativas que tení-
an por objetivo reducir los costes
(recortes de plantilla, pagas extra,
gastos de viaje, etc.); ideó una
22
2
3
1
Execution
nueva estrategia que pretendía
hacer de Xerox -un proveedor de
productos y servicios- un proveedor
de soluciones que combinaban el
software con el hardware y los ser-
vicios; por último, decidió asociarla
a compañías como Microsoft o
Compaq para crear sistemas inte-
grados.
Aunque semejante visión no dejó de
impresionar, su fallo principal resi-
día en la falta de conexión con la
realidad. El lanzamiento simultáneo
de dos iniciativas, una para consoli-
dar los centros de operaciones
administrativas y otra para reorga-
nizar el equipo de ventas, resultó
ser un grave error de ejecución. El
caos que se originó en la transición
administrativa ocasionó que los
pedidos se traspapelasen y se pro-
dujeran retrasos en los cobros,
entre otras consecuencias. La reor-
ganización de ventas obligaba a los
ejecutivos comerciales a dedicarle
un tiempo excesivo a las mismas,
mientras precisamente se trataba
de reducirlo, a la vez que intenta-
ban adaptarse a la nueva organiza-
ción y modo de ventas. El valor de
las acciones cayó drásticamente
desde los 64 a los 7 dólares.
Un problema adicional lo constituía
el rechazo interno hacia el lideraz-
go de Thoman, que era contempla-
do como un intruso, y su falta de
autoridad para formar su propio
equipo, algo esencial para que un
líder llegue a ejercer el control y
venza las resistencias. Finalmente,
Thoman fue despedido.
La compañía EDS, por su parte,
tenía mucho en común con Xerox
cuando se produjo el cambio de
liderazgo en la figura de Dick
Brown, en enero de 1999: su propio
mercado (el de la externalización
de los servicios informáticos), los
cambios en la industria informática
a los que la compañía no lograba
adaptarse, los competidores poten-
tes (IBM), unos beneficios menguan-
tes, el precio de las acciones en
descenso, unos objetivos de creci-
miento de ingresos y beneficios tan
elevados que parecían irreales y
una reorganización masiva.
No obstante, la diferencia entre el
liderazgo de Brown, centrado en la
ejecución, y el de Thoman, volcado
en la estrategia y además cuestio-
nado, fue lo que permitió a EDS
alcanzar unos resultados totalmen-
te opuestos.
Aunque sus actividades principales
la habilitaban para servir sus mer-
cados prioritarios, EDS se encontra-
ba atrapada en su tradicional
estructura y cultura, que le conferí-
an el aspecto y las características
de una confederación de feudos. A
los ojos de Brown, se hacía patente
que la compañía necesitaba dotarse
de una nueva estructura organizati-
va y de una cultura basada en el
cumplimiento y la colaboración.
Lo primero que hizo Brown fue
ponerse a conocer a fondo la orga-
nización, a través de múltiples via-
jes, encuentros y correspondencia.
Para fomentar el cumplimiento y la
colaboración, instauró unas reunio-
nes telefónicas que se celebraban
todos los lunes con los 150 ejecuti-
vos más preeminentes de la compa-
ñía. Estos encuentros se caracteri-
zaban por unas conversaciones
directas, e incluso tensas, que ser-
vían para determinar la verdad y
enseñar a los ejecutivos el compor-
tamiento adecuado según lo veía
Brown. La selección del personal
fue sometida a un sistema que vin-
culaba directamente el rendimiento
con la compensación. El 20% del
personal comercial que no había
registrado ventas en los seis meses
anteriores fue reemplazado por uno
nuevo. En cuanto a la estructura de
la compañía, fue dividida en fun-
ción de los mercados: empresa
extendida, gestión de procesos
empresariales, soluciones informá-
ticas y consultoría. En paralelo,
Brown se ocupaba de aumentar la
calidad del servicio prestado a sus
clientes y de ir convirtiéndola en el
criterio de compensación.
Como resultado de todas estas polí-
ticas, al cabo de dos años, en 2001,
la compañía registró unos benefi-
cios récord, con un aumento del
65% del valor de sus acciones.
Parte Segunda: los
elementos fundamentales
de la ejecución
La disciplina de la ejecución se basa
en una serie de elementos indispen-
sables que todo líder debe tener en
cuenta al diseñar, implementar y
operar en los tres ámbitos clave del
personal, la estrategia y las opera-
ciones. De entre esos elementos
merecen ser destacados los siguien-
tes:
Los siete comportamientos esen-
ciales del líder.
Para proteger a un líder encargado
de la ejecución contra las trampas
de la microgestión, existen siete
comportamientos básicos que con-
forman el primer pilar de la discipli-
na de la ejecución:
Conocer el negocio y al perso-
nal. Los líderes deben permane-
cer en contacto directo con la
realidad cotidiana de sus nego-
cios. Deben encontrarse allí
donde está la acción y darse a
conocer al personal.
Insistir sobre el realismo. El rea-
lismo es la esencia de la ejecu-
ción, pero son muchas las perso-
nas que se inclinan por no ser
realistas, pues ello implica reco-
nocer los errores, admitir que no
se tiene siempre una respuesta y
aceptar los enfrentamientos. El
realismo es la prioridad y hay que
fomentarlo y contribuir a él
intentando en todo momento
mantener una óptica realista.
Establecer objetivos y priorida-
des claros. Los líderes orientados
hacia la ejecución no establecen
muchos pero sí claros objetivos y
prioridades. El enfoque sobre
tres o cuatro cuestiones prefe-
rentes proporciona los mejores
resultados en relación con los
recursos disponibles. Dada la
estructura descentralizada o
fragmentada de las organizacio-
nes actuales, el personal necesi-
ta un número reducido pero
transparente de prioridades para
rendir satisfactoriamente.
Hacer el seguimiento. Para que
unos objetivos sencillos y trans-
parentes sirvan de algo es nece-
sario tomar en cuenta seriamen-
te el seguimiento. La ausencia
33
Execution
del mismo es la principal causa
de una ejecución deficiente. De
ahí la trascendencia de detectar
cuáles son los conflictos que obs-
taculizan los resultados y crear
un mecanismo de seguimiento
que asegure que cada uno hace lo
debido.
Premiar el compromiso. Aunque
es obvio que hay que recompen-
sar a las personas según su rendi-
miento, son numerosas las orga-
nizaciones que no saben hacerlo
correctamente. Una ejecución
incorrecta tiene su origen, entre
otras razones, en la inexistencia
o la mala aplicación de un siste-
ma de compensación para los
mejores.
Ser mentor. Uno de los papeles
más relevantes de un líder es el
de transmisor de experiencias y
conocimientos a la siguiente
generación de líderes, es decir, el
papel de mentor. De este modo
se extienden los conocimientos a
todos los miembros de la organi-
zación y se deja un legado dura-
dero.
Conocerse a sí mismo. El conoci-
miento de sí mismo y la fuerza
del carácter que de ello deriva
son decisivos para una buena eje-
cución. Sin este empuje resulta
difícil ser honrado con uno mismo
y tratar con honestidad las reali-
dades del negocio, la organiza-
ción y el personal. La fuerza del
carácter se sustenta, además de
en el autoconocimiento, en la
autenticidad, el autodominio y la
humildad.
La creación del marco para el
cambio cultural.
Las dificultades que van acumulán-
dose en un negocio sugieren a
menudo a los líderes que ha llegado
la hora de efectuar un cambio en la
cultura corporativa de la organiza-
ción. Los valores y el comporta-
miento del personal son tan impor-
tantes como la estructura organiza-
tiva o la estrategia. La cultura cor-
porativa mantiene una relación con
estas últimas similar a la de un soft-
ware con el hardware.
Sin embargo, muchos intentos de
llevar a cabo remodelaciones en la
cultura corporativa fracasan por su
falta de conexión con las realidades
estratégicas y operativas de la orga-
nización. En otras palabras, para
que estas iniciativas prosperen, han
de tener como objetivo mejorar la
ejecución. Se trata de introducir
cambios en el comportamiento del
personal para que éste supere sus
propios logros. Para ello, en primer
lugar hay que comunicarles qué
resultados se esperan, debatir con
ellos sobre la mejor manera de
alcanzarlos y recompensar a aque-
llos que lo logren. A los que no lo
consiguen, hay que seguir propor-
cionándoles apoyo adicional, cam-
biarles de puesto o, si no hubiera
otro remedio, despedirlos. Poner
todo esto en práctica significa crear
una cultura corporativa de ejecu-
ción.
Hacer más operativa la cultura.
Es preciso desmitificar la palabra
cultura; la cultura corporativa no es
más que una suma de los valores,
creencias y normas de comporta-
miento comunes a una organiza-
ción.
Con frecuencia se piensa que, para
modificar una cultura corporativa,
hay que empezar por valores como
la integridad o el respeto por el
cliente. Semejante enfoque es erró-
neo, puesto que tales valores no
necesitan sustituirse, sino más bien
reforzarse. Lo que precisa de un
cambio son, ante todo, las creen-
cias que influyen en los comporta-
mientos específicos, que se ven
condicionadas por la formación,
experiencia, percepciones internas
y externas sobre el futuro de la
organización, más el comporta-
miento y discurso de sus líderes. Si,
por ejemplo, el personal ejecutivo
de una organización cree que su
actividad pertenece a una industria
ya madura y sin perspectivas de
crecimiento, no empleará demasia-
do tiempo ni energía en buscar nue-
vas oportunidades de expansión; si
piensan que sus compañeros se
esfuerzan menos por una misma
remuneración, su energía también
decrecerá.
Los comportamientos son las creen-
cias puestas en práctica a través de
los cuales se obtienen unos resulta-
dos. Las normas de comportamiento
determinan cómo el personal traba-
ja en equipo y son por ello decisivas
para crear una ventaja competitiva.
Vincular compensación con rendi-
miento.
La principal condición para trans-
formar el comportamiento es vincu-
lar la compensación al rendimiento.
Una cultura corporativa define qué
comportamientos se valoran, respe-
tan y compensan; indica al personal
qué tipo de actitud es beneficioso
para la promoción de su carrera
profesional. Una organización que
premia y promociona a su personal
por la calidad de su ejecución inicia
con grandes posibilidades de éxito
su cambio cultural.
Las maneras de recompensar pue-
den ser diferentes, pero su objetivo
debe ser el mismo: optimizar el
rendimiento. En ese sentido, hay
que premiar no sólo los resultados,
sino también aquellos comporta-
mientos que los favorecen.
Cualquier organización debe inten-
tar atraerse a sus filas al mayor
número de jugadores de primera
categoría: estos son aquellos que
saben ligar el comportamiento con
el rendimiento.
La importancia de un diálogo
auténtico.
La cultura de la ejecución necesita
de un diálogo auténtico para existir.
Este tipo de diálogo nos revela la
realidad a través de la apertura, la
sinceridad y la informalidad. Un
diálogo verdadero hace que la orga-
nización sea más eficaz en la reco-
gida, comprensión y rediseño de la
información para la toma de deci-
siones. Además, fomenta la creati-
vidad incubando la mayoría de las
innovaciones y, con ello, crea una
mayor ventaja competitiva y otorga
mayor valor a las acciones.
El diálogo auténtico puede empezar
cuando la mente se despeja de pre-
juicios o intereses egoístas; conti-
núa desarrollándose gracias a la sin-
ceridad, que va eliminando menti-
ras y recelos interesados y permite
recuperar el dinamismo perdido. La
44
Execution
informalidad, por último, invita al
cuestionamiento, a la espontanei-
dad y al pensamiento crítico.
Tener el personal adecuado en los
puestos acertados.
Hay factores que escapan al control
de las organizaciones, tales como la
volatilidad de la economía o los
movimientos imprevisibles de los
competidores, mientras que otros,
como la calidad del personal,
dependen totalmente de ellas. Y,
sin embargo, aunque suele recono-
cerse que “las personas son nuestro
recurso más valioso”, se hace muy
poco para elegir a los individuos
idóneos para cada puesto. La causa
suele ser, con frecuencia, que los
líderes se ocupan en exceso de pen-
sar en el crecimiento y, mientras,
olvidan que la calidad del personal
es su mayor factor de diferencia-
ción competitiva. La victoria de Dell
sobre Compaq -una compañía
mucho más grande-, o el ascenso de
Nokia, se deben principalmente a la
calidad de sus recursos humanos.
El desfase entre las exigencias de
un puesto y la calidad profesional
de quien lo ocupa puede obedecer a
varias razones, tales como:
La falta de conocimiento. En la
asignación de puestos, los líderes
se dejan a menudo influir por
sugerencias o recomendaciones
de sus colaboradores, sin tener
en cuenta las cualidades específi-
cas que hacen que una determi-
nada persona sea la idónea o no
para el puesto. Este error se
puede evitar si las exigencias del
puesto se definen en términos de
unos cuantos criterios no nego-
ciables, es decir, aquello que el
candidato debe ser capaz de
hacer para tener éxito en la fun-
ción que va a desempeñar.
La falta de coraje. La presencia
en las organizaciones de aquellos
que no rinden lo debido y, no obs-
tante, continúan durante años en
sus puestos, es un hecho común
en muchas organizaciones. Esta
situación se da cuando los líderes
no disponen de suficiente forta-
leza para enfrentarse a estas per-
sonas y tomar decisiones al res-
pecto. Esta debilidad puede aca-
rrear daños considerables a una
organización, que serán tanto
mayores cuanto más alto sea el
puesto mal cubierto.
El factor de la comodidad psico-
lógica. Muchas personas ocupan
puestos para cuya altura no están
preparados por proporcionar
comodidad y profesar lealtad a
los líderes que les promocionan.
Es una situación que puede tor-
narse seria cuando esa lealtad
está basada en factores erróneos
como las afinidades personales,
un carácter sumiso, la habilidad
de evitar conflictos al jefe u
otros.
Los líderes que han hecho suyos los
valores de una cultura que premia
la ejecución, y se han comprometi-
do a situar al personal adecuado en
los puestos que verdaderamente les
corresponden, pueden considerarse
preparados para gestionar los tres
procesos clave de la ejecución.
Parte tercera: los tres
procesos clave de la
ejecución
El proceso del personal o cómo
establecer un vínculo entre la
estrategia y las operaciones.
El proceso del personal está por
encima de los otros dos procesos,
de estrategia u operaciones. Los
líderes que no lleguen a gestionarlo
con maestría no conseguirán nunca
extraer todo el potencial que alber-
gan sus organizaciones.
Una gestión adecuada del proceso
del personal permite determinar
con exactitud las necesidades de
talento de la organización y planifi-
car las actuaciones precisas para
cubrirlas. Dicha gestión es tal cuan-
do:
Vincula el proceso del personal
con la estrategia y las operacio-
nes. Se vincula dicho proceso con
los objetivos estratégicos y ope-
rativos a corto, medio y largo
plazo asegurándose de que se
dispone del número preciso de
individuos para ejecutar la estra-
tegia. Es una tarea ardua, que
requiere determinación para ree-
valuar al personal y sus conoci-
mientos, pero esclarece si están
o no preparados para la siguiente
fase del desarrollo de la estrate-
gia.
Asegura el flujo de liderazgo.
Alcanzar los objetivos a medio y
largo plazo depende en gran
medida del flujo de un liderazgo
prometedor y digno de promo-
ción. Para ello es necesario prac-
ticar una evaluación del lideraz-
go actual y concretar qué es lo
que necesita cada líder para
poder asumir responsabilidades
mayores. La cantidad y la calidad
del flujo de liderazgo es así iden-
tificada y con ella la ventaja
competitiva de la organización.
Por otra parte, el análisis del
“grado de sucesión” y el “riesgo
de retención” son la base de la
planificación de talentos y la
garantía del flujo de líderes con
valía. El análisis del primer factor
clarifica si la organización tiene
un número suficiente de líderes
de gran potencial en los puestos
clave, cargos inadecuados para
ellos y el riesgo de perderlos si no
se les ofrecen oportunidades de
mejora. En cuanto al “riesgo de
retención”, este depende de la
“comerciabilidad” de la persona,
la mayor o menor posibilidad de
abandonar la organización y las
repercusiones que esto puede
tener sobre la misma. Este análi-
sis es útil para protegerse de los
peligros de mantener al personal
en el mismo puesto durante un
tiempo excesivo o de promocio-
narlo demasiado rápidamente.
Toma decisiones respecto a los
empleados incompetentes. Ni
siquiera un proceso de selección
y gestión de personal óptimos
pueden garantizar la adecuación
entre un empleado y su puesto o
su buen rendimiento. El criterio
de calidad de un proceso de ges-
tión de personal es su capacidad
para distinguir entre individuos a
los que se ha promocionado por
encima de su valía, aquellos
55
Execution
otros que deben ser reasignados
a otros puestos y quiénes son los
empleados de los que no queda
otro remedio que prescindir.
Vincula el departamento de
recursos humanos con los resul-
tados. El departamento de recur-
sos humanos es también una
pieza relevante de la cultura de
la ejecución. Sin embargo, su
papel debe ser modificado: hay
que integrarlo en el proceso del
negocio vinculándolo con la
estrategia, operaciones y evalua-
ciones del personal. En esta
nueva situación, los recursos
humanos se convierten en una
fuerza mucho más potente para
el progreso de la organización de
lo que lo han sido en el pasado.
Mientras que antes se les podían
asignar contrataciones o ejecu-
ciones específicas de un plan (por
ejemplo, la negociación con el
sindicato ante un cierre inminen-
te de una fábrica), hoy en día se
espera que el departamento de
recursos humanos tenga su propio
punto de vista sobre la realiza-
ción de un objetivo o un plan
estratégico. El personal de recur-
sos humanos no sólo necesita
estar bien preparado en su espe-
cialidad (formación, contrata-
ción, retención, etc.), sino pose-
er la misma perspicacia que los
demás en lo que se refiere a la
generación de beneficios para la
organización, la capacidad de
pensamiento crítico, la pasión
por los resultados y la capacidad
de vincular la estrategia con la
ejecución.
El proceso estratégico: vincular el
personal con las operaciones.
El principal objetivo de toda estra-
tegia empresarial es simple: consis-
te en ganarse las preferencias del
cliente y crear una ventaja compe-
titiva sostenible. No obstante,
muchas de las estrategias empresa-
riales fracasan porque no prestan
suficiente atención a la ejecución
de la estrategia. Una estrategia
óptima no puede consistir en una
compilación de predicciones de
futuro, sino en un plan de acción en
el que los líderes puedan apoyarse
para alcanzar los objetivos propues-
tos. El desarrollo de un plan de esas
características empieza por la iden-
tificación y definición de los princi-
pales problemas a los que se
enfrenta la estrategia. Hay que ana-
lizar en detalle el posicionamiento,
las oportunidades y amenazas del
mercado, las ventajas y desventajas
competitivas. Una vez trazado el
plan, se sigue con el análisis de sus
supuestos, los pros y los contras de
las alternativas, la capacidad orga-
nizativa para ejecutarlo, las accio-
nes a corto y medio plazo para ase-
gurar su funcionamiento estable,
etc.
Para que la estrategia tenga un
carácter real es necesario vincular-
la al proceso del personal: si se
cuenta con el personal adecuado
para ejecutar la estrategia o, en
caso contrario, cómo hacerse con
él. Por último, los pormenores del
plan estratégico deben vincularse al
plan operativo para alinear y sincro-
nizar las distintas partes de la orga-
nización que deben llevar a con-
quistar el objetivo designado.
El contenido de un buen plan estra-
tégico debe dar respuesta a lo
siguiente:
¿Cuál es la evaluación del ámbi-
to exterior? Todos los negocios
operan dentro de un contexto
político, social y macroeconómi-
co cambiante y un plan estratégi-
co debe reflejar explícitamente
los supuestos que la dirección de
la empresa baraja sobre ese con-
texto. Los líderes de una unidad
de negocios deben examinar con
cuidado su entorno hasta lograr
una comprensión cabal del
mismo. Esto incluye las tenden-
cias económicas y demográficas,
la introducción de nuevas tecno-
logías, alianzas entre competido-
res, las demandas crecientes y
decrecientes, etc., con objeto,
todo ello, de anticiparse a los
cambios que pueden afectarla.
¿Cuál es el nivel de compren-
sión de los clientes y mercados
existentes? Las empresas tien-
den a menudo a concentrarse en
exceso sobre la producción y
venta de sus productos, tanto
que descuidan las necesidades y
los comportamientos de compra
de sus clientes. Aquí se trata sim-
plemente de entender a los indi-
viduos concretos que toman las
decisiones de compra y su com-
portamiento como consumidores.
¿Cuál es la mejor manera de
garantizar el crecimiento del
negocio? Puede tratarse del des-
arrollo de nuevos productos, la
distinta canalización de los ya
existentes hacia otros consumi-
dores, las adquisiciones, los pro-
gramas de productividad destina-
dos a mejorar la competitividad
del precio, etc.
¿Quién es la competencia? A
veces las empresas pierden de
vista la aparición de nuevos com-
petidores que poseen propuestas
de valor más atractivas para sus
clientes. Esa desatención puede
ocurrir cuando un grupo de
empresas compite de forma ciega
entre sí y no percibe que un
nuevo competidor está haciendo
su aparición, o bien cuando se
subestiman las respuestas de la
competencia existente. También
ocurre lo contrario: la competen-
cia se sobreestima, la ejecución
se paraliza y las oportunidades
escapan.
¿Puede el negocio ejecutar la
estrategia? Muchas son las estra-
tegias de las empresas que fraca-
san porque sus líderes no han
efectuado una evaluación realis-
ta de las posibilidades de ejecu-
tar el plan. Esto es más fácil de
determinar para aquellos líderes
que cumplen con su trabajo,
están inmersos en los tres proce-
sos clave de la ejecución, fomen-
tan el diálogo abierto en su
entorno y escuchan a sus clientes
y proveedores.
¿Cuáles son los hitos fundamen-
tales de la ejecución del plan?
Los hitos marcan la realización
de un plan estratégico: si estos
no se alcanzan durante la ejecu-
ción de dicho plan, es señal de
que la propia estrategia necesita
una revisión. Un plan estratégico
de calidad debe poseer la cuali-
66
Execution
dad de ser adaptable.
¿Están equilibrados el corto y el
largo plazo? La planificación
estratégica debe llevarse a cabo
en tiempo real y estar relaciona-
da con los cambios en el entorno
competitivo y las fuerzas e incon-
sistencias del propio negocio. La
misión debe definirse tanto a
corto como a medio y largo
plazo: esta fragmentación facili-
ta el crecimiento futuro hacién-
dolo gradual.
¿Cuáles son los asuntos críticos
a los que se enfrenta el nego-
cio? Cualquier negocio posee su
propia serie de puntos críticos
capaces de dañarlo e impedirle
sacar partido de las nuevas opor-
tunidades. Para abordarlos se
requieren investigación y análi-
sis. La indicación de los asuntos
críticos en un plan estratégico
facilita la preparación y el diálo-
go sobre su futura revisión.
¿Cómo podrá el negocio generar
beneficios sostenibles? Cualquier
plan estratégico tiene que incluir
las indicaciones sobre la genera-
ción de unos beneficios sosteni-
bles. Para ello es necesaria la
comprensión de una serie de fac-
tores que resultan únicos para
cada negocio: liquidez, margen,
velocidad, crecimiento de ingre-
sos, cuota de mercado y ventaja
competitiva.
El proceso operativo: vincular la
estrategia con el personal.
Las organizaciones en las cuales
predomina una cultura de la ejecu-
ción tienen un proceso operativo
robusto basado en un plan que vin-
cula la estrategia y el personal con
los resultados.
El proceso estratégico indica en qué
dirección debe desarrollarse un
negocio, mientras que el proceso
del personal debe garantizar que se
cuenta con unos empleados capaces
de mover la organización en dicha
dirección. El proceso operativo
sirve para indicar el camino al per-
sonal de una organización. Este pro-
ceso transforma metas a largo plazo
en objetivos a corto plazo. La reali-
zación de estos objetivos induce la
toma de decisiones y su integración
a través de la organización, tanto al
principio como en respuesta a los
cambios de las condiciones del
negocio.
Un plan operativo está integrado
por programas previstos para cum-
plirse en un año con el fin de alcan-
zar los niveles deseados de los obje-
tivos, tales como ganancias, ventas,
márgenes y el flujo de efectivo.
Entre estos programas pueden apa-
recer los lanzamientos de produc-
tos, el plan de marketing, el plan de
ventas, el plan de producción o el
plan de productividad. Los supues-
tos de estos planes se encuentran
asentados sobre la realidad y se
someten a debate entre el personal
financiero y los líderes responsables
de la ejecución.
En lo que respecta a un plan opera-
tivo, la responsabilidad del líder
estriba en supervisar una transición
sin fisuras entre la estrategia y las
operaciones. Para ello, debe esta-
blecer objetivos, vincular los deta-
lles del proceso operativo con el
personal y el proceso estratégico y
llevar a cabo revisiones operativas
que unen al personal en torno del
plan operativo. Además de poder
tomar decisiones oportunas e incisi-
vas frente a innumerables imprevis-
tos e inseguridades, un líder debe
saber conducir un diálogo auténtico
que sirva para descubrir la verdad y
enseñar a sus subordinados a hacer
otro tanto. No obstante, su presen-
cia e implicación no son suficientes,
sino que es precisa la de todos para
diseñar un plan operativo.
Cómo diseñar un presupuesto en
tres días.
Mientras algunas organizaciones
pierden semanas o meses en la pre-
paración de los presupuestos, otras
lo hacen en tres días. El primer paso
para conseguirlo es la observación
del principio de simultaneidad: se
inicia un diálogo auténtico entre
todos los líderes preeminentes de
una organización, el cual les sirve
para entender toda la complejidad
de la cultura corporativa y las rela-
ciones entre sus partes. El diálogo
se desarrolla bajo el formato de una
reunión de tres días que incluye a
todos los subordinados directos de
cada uno de los líderes. Éstos últi-
mos han recibido el borrador del
presupuesto inicial junto con los
supuestos genéricos de las condicio-
nes externas, unos cuantos análisis
de la competencia y unos objetivos
anuales, financieros y de otro tipo,
en forma trimestral.
La reunión gira en torno a unas
veinte líneas que, como en cual-
quier presupuesto, son responsables
del 80% de los resultados. Entre
ellas estarán, seguramente, ingre-
sos por combinación de productos,
márgenes operativos, gastos de
marketing, gastos de fabricación,
gastos de desarrollo y diseño de
productos, etc. Los responsables de
cada uno de estos puntos presentan
su plan de acción correspondiente
para comprobar su encaje en el pre-
supuesto que se propone. El líder
que preside la reunión cuestiona los
supuestos de cada uno de estos pla-
nes para asegurarse de su validez y
formula preguntas acerca de cómo
afectarían a otros negocios. Por
ejemplo, si alguien pretende recor-
tar el precio de un producto para
generar más volumen, ello podría
significar una tarjeta amarilla para
la producción por los costes adicio-
nales, las horas extra, etc.
Una vez escuchadas todas las opi-
niones, los reunidos se dividen en
grupos más pequeños para debatir
la información con más detalle y
buscar alternativas. En el caso de la
producción: el límite de la reduc-
ción del coste del producto, un
posible tercer turno para la produc-
ción, etc.
Finalmente, todos reunidos nueva-
mente al completo, compilan sus
conclusiones y las plasman en un
programa de ordenador para obser-
var la imagen del presupuesto que
han diseñado, discernir en ella lo
que tiene o no tiene sentido y
determinar si todos los elementos
del mismo están sincronizados. El
proceso se puede repetir hasta unas
cuatro veces para cuestionar, refi-
nar y dar nueva forma al presupues-
to. El presupuesto básico y los pla-
nes operativos ya están así listos y
podrán continuar completándose
sobre la marcha.
La importancia de la sincronización.
77
Execution
La sincronización es un elemento
esencial de la excelencia de la eje-
cución y del dinamismo de la orga-
nización. Se produce cuando todas
las partes de la organización com-
parten supuestos comunes sobre su
entorno exterior para un periodo de
un año y todas entienden las actua-
ciones de las otras. La sincroniza-
ción implica el encaje entre los
objetivos de las partes interdepen-
dientes de la organización y la vin-
culación de sus prioridades con las
de otras partes de la organización.
Si las condiciones cambian en la
práctica, la sincronización se obtie-
ne reajustando las diferentes priori-
dades y reasignando recursos.
En el caso, por ejemplo, de que la
demanda descienda, la relación
entre la publicidad, la promoción,
la planificación de la producción y
los niveles del inventario deben
reajustarse hasta volver de nuevo a
la sincronización. Las compañías
que son buenas ejecutoras, como
General Electric, Wall-Mart, Dell o
General Motors, sincronizan mejor y
más rápidamente que otras. La últi-
ma, en particular, ofreció un exce-
lente ejemplo de sincronización
tras la crisis de la industria automo-
vilística a raíz de los ataques terro-
ristas del 11 de septiembre. Para
invertir la tendencia decreciente en
la demanda de automóviles, el vice-
presidente de la compañía, Ron
Zarella, ideó la financiación de la
compra de vehículos sin intereses.
La implementación de esta medida
tuvo efectos inmediatos sobre el
aumento de la demanda. El momen-
to era más que oportuno, pues la
Reserva Federal siguió bajando los
tipos de interés hasta registrar el
más bajo en cuarenta años, el
1,75%. Los consumidores podían
refinanciar en efectivo los excesos
de los préstamos, lo cual disparó la
demanda desde los 16 millones de
unidades por año hasta más de 21
millones. Esta medida exigió que
General Motors diseñara un plan
operativo para reprogramar y rea-
signar recursos y al mismo tiempo
lograr su sincronización: la cantidad
y tipo de vehículos que fabricar, la
asignación de las fábricas, la deter-
minación por regiones de las combi-
naciones de productos, el presu-
puesto de publicidad, su sincroniza-
ción con la producción -especial-
mente importante para no perder
ventas y aumentar los costes dada
la inexistencia del tipo de interés-,
etc.
Este programa operativo fue la gran
oportunidad que General Motors
supo aprovechar cuando se le pre-
sentó, y además se adelantó al
resto de los fabricantes gracias a su
rápida ejecución y sincronización.
Buenos supuestos como claves
para establecer objetivos realis-
tas.
Un plan operativo aborda con éxito
los principales retos de la ejecución
construyendo el presupuesto sobre
realidades tales como las expectati-
vas del mercado de capitales y los
supuestos sobre el entorno en que
se desarrolla el negocio (y su inci-
dencia en el mismo). Para ello es
fundamental que los líderes sean
imaginativos para aprovechar los
cambios y versátiles para fomentar
el diálogo auténtico, a fin de enten-
der la realidad a tiempo y tomar
decisiones sin tener que esperar la
autorización de sus superiores.
El debate sobre dichos supuestos,
tanto generales como particulares,
y sus efectos sobre cada segmento
del negocio, es la parte sustancial
de cualquier revisión operativa. Las
revisiones estándar de los presu-
puestos suelen perder de vista estos
supuestos particulares que son los
que secundan los objetivos realis-
tas, impidiendo así que éstos últi-
mos se establezcan.
Los supuestos implícitos deben
debatirse incluso antes de que
estén expresados en cifras. Un líder,
al analizar un plan operativo, tiene
que cuestionar todos sus elementos
y poder identificar aquellos supues-
tos capaces de esconder algún peli-
gro. Todo aquello que afecta a un
negocio requiere algún tipo de
supuestos implícitos, tales como
quién es el consumidor, cómo com-
pra y por qué, cuál es la necesidad,
cuál será su duración, qué hace la
competencia, qué nivel de calidad
tiene nuestra propuesta de valor,
etc.
Tras el estallido de la burbuja de las
telecomunicaciones, la compañía
Cisco Systems tardaba en enfrentar-
se a la realidad. Cuando finalmente
decidió variar el rumbo, la mayoría
de sus proveedores se encontraron
con un enorme inventario fruto del
optimismo que emanaba de la com-
pañía. Sin embargo, el director
general de un proveedor ubicado en
Portland, Oregón, supo adelantarse
a los acontecimientos: antes de que
Cisco anunciara sus cambios, tuvo la
prudencia de informarse sobre los
planes de expansión de algunos
clientes de Cisco (como Verizon,
AT&T o British Telecom), a la vez
que seguía de cerca el comporta-
miento de los mayores clientes de
la compañía, General Motors y
American Express. Su conclusión fue
que el optimismo de Cisco era
infundado y, en consecuencia, deci-
dió cerrar temporalmente una de
sus fábricas, lo cual le permitió pre-
servar la liquidez.
Conclusión
La clave para el funcionamiento de
un negocio se encuentra en estable-
cer un vínculo eficaz entre los tres
procesos de (1) gestión del perso-
nal, (2) estrategia y (3) operacio-
nes. Los líderes han de dominar
cada uno de estos procesos y su fun-
cionamiento conjunto. El control
sobre ellos es el fundamento de la
disciplina de la ejecución y la con-
dición para el diseño y la puesta en
práctica de una estrategia de nego-
cios productiva.
La disciplina de la ejecución basada
en los tres procesos clave es una
nueva teoría de liderazgo y organi-
zación, consagrada por la realidad
de muchas organizaciones próspe-
ras, que confiere a los que decidan
ponerla en práctica una ventaja
competitiva duradera.
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  • 1. Introducción La capacidad de ejecución es hoy en día lo que diferencia a una empresa del conjunto de su compe- tencia. Una ejecución imperfecta provoca que los inversores vuelvan su atención hacia los competidores y los líderes pierdan crédito. La ausencia de esta capacidad supone el mayor obstáculo para la prospe- ridad de cualquier negocio y es la causa de la mayoría de las decep- ciones en el mundo empresarial, equivocadamente atribuidas a otros motivos. Los planes estratégicos a menudo no funcionan en la práctica y, sin embargo, son muchos los líderes que ponen excesivo énfasis en la planificación en detrimento de la ejecución. La razón de este hecho es considerar la ejecución tan sólo un aspecto táctico del negocio que debe ser delegado, mientras ellos se aplican a temas más “elevados”. Éste es un enfoque erróneo, porque la ejecución no es sólo táctica, sino también una disciplina y un sistema que necesitan ser integrados en la estrategia, objetivos y cultura de la organización. Las últimas técnicas de gestión empresarial son de poca utilidad si no van acompañadas de la comprensión y la práctica de la ejecución. Los autores del libro no entienden Título del Libro: Execution Autor: Larry Bossidy y Ram Charan Fecha de Publicación: 15 de Junio 2002 Editorial: Crown Business Nº Páginas: 288 ISBN: 0609610570 Contenido Introducción. Pag 1 Parte primera: la necesidad de la ejecución. Pag 2 Parte Segunda: los elementos fundamentales de la ejecución. Pag 3 Parte tercera: los tres procesos clave de la ejecución. Pag 5 EL AUTOR: Larry Bossidy es presidente y director general de la Honneywell International Inc., una compañía de diversificada producción tecnológica. Con anterioridad presidió AlliedSignal, hasta la fusión de ambas compañías. Durante su mandato, AlliedSignal se convirtió en una de las compañías más valoradas internacionalmente por su crecimiento y productividad inspirados en los princi- pios Six Sigma. Ram Charan es un consultor de gran prestigio entre los altos ejecutivos y las gran- des compañías. Ha realizado trabajos de consultoría para General Electric, Ford, DuPont, Universal Studios, Verizon, etc. Es profesor en la Harvard Business School y autor de What the CEO Wants You to Know, Boards at Work y coautor de Every Business Is a Growth Business. La Clave Está en laLa Clave Está en la EjecuciónEjecución Leader Summaries © 2007. Resumen autorizado de: Execution por Larry Bossidy y Ram Charan, Crown Business © 2007. 11
  • 2. Execution por ejecución un mero hacer las cosas, sino una serie de comporta- mientos y técnicas que las empresas tienen que desarrollar para alcan- zar la ventaja competitiva. Se trata de una disciplina fundamental para el éxito en los negocios. El dominio de estas técnicas y comportamien- tos permitirá a los líderes diseñar estrategias más ejecutables y, por tanto, más aptas para utilizarse en situaciones inesperadas. La ejecu- ción es la mejor herramienta para la transición y el cambio, ya que las empresas orientadas hacia ella los llevan a cabo con más rapidez gra- cias a su cercanía a la situación. El presente libro consta de tres par- tes en las cuales el lector apreciará la necesidad de la ejecución y su importancia para la consecución de la ventaja competitiva, sus elemen- tos fundamentales (las prioridades personales del líder, el cambio cul- tural en la organización, la selec- ción del personal, etc.) y sus tres procesos clave (personal, estrategia y operaciones). Parte primera: la necesidad de la ejecución Aunque la ejecución es un concepto del que cada vez se habla más en el mundo de los negocios, son pocos los que conocen su significado exac- to, lo mismo individuos que publica- ciones: en estas la ejecución se pre- senta como la gestión cotidiana de la empresa frente a la planificación o la culminación de objetivos más eficaz, cuidadosa y cercana al deta- lle. Sin embargo, una correcta com- prensión del concepto de ejecución en el mundo de los negocios revela que se trata de: Una disciplina. La táctica es importante en la ejecución, pero la ejecución es no equivalente a la táctica, sino que es el factor que determina la estrategia. La planificación de la estrategia resulta incompleta si no tiene en cuenta la capacidad de la organi- zación para ejecutarla. La ejecu- ción es un proceso sistemático en el cual se determinan los “cómo” y “porqués” de las acciones, se lleva a cabo el seguimiento y se garantiza su cumplimiento. En ese proceso se elaboran supues- tos sobre el entorno competitivo, se evalúan las capacidades de la organización y se vincula la estra- tegia con las operaciones y la compensación con los resultados. El principal cometido del lide- razgo. La posición de un líder no le exime de conocer los detalles operativos ni le permite limitar su papel a la creación de una visión para la organización. Por el contrario, la calidad de la ejecu- ción de una organización es directamente proporcional a la implicación del líder en la sustan- cia, e incluso, los detalles de la misma. El líder controla la ejecu- ción gestionando sus tres proce- sos clave: reclutamiento de otros líderes, indicación de la direc- ción estratégica y realización de operaciones. Elemento crucial de la cultura corporativa. De igual modo que un líder ha de comprometerse personalmente con la ejecución de su organización, también el resto del personal debe compren- der su significado y practicarla. Para ello, la ejecución debe for- mar parte del sistema de com- pensación, de normas y compor- tamiento que se aplica a todos y configura la cultura corporativa de una organización. El elemento diferencial que intro- duce la ejecución. Los líderes auténticos poseen un instinto especial para la ejecución: saben que un plan carece de impor- tancia hasta que no se realiza. Sin embargo, dicho instinto no es lo prioritario a la hora de seleccionar, formar y desarrollar futuros líderes. Son muchos los ejecutivos que alcanzan una posición elevada de liderazgo sólo gracias a su categoría de “pensadores de alto nivel”, capaces de comprender estrategias y explicarlas, pero se muestran poco interesados en los aspectos prácticos de su ejecución. Es fácil evaluar la inteligencia de un candidato a líder en el momento de su selección, pero más difícil es hacer otro tanto con su capacidad de ejecución, ya que el rendimien- to es a menudo el resultado del tra- bajo de muchas personas. La inteli- gencia y la capacidad de articular conceptos no son la garantía de saber ponerlos en la práctica. No es raro encontrarse con líderes que ignoran cómo convertir sus visiones particulares en tareas específicas debido a que sus ideas son demasia- do genéricas. En consecuencia, no llevan el seguimiento ni consiguen que las tareas se pongan en prácti- ca, sienten aversión hacia los deta- lles, sus pensamientos no terminan de cristalizar y no llegan a anticipar los obstáculos. La excesiva preocupación por los resultados impide a menudo detec- tar los obstáculos existentes en el nivel de la producción y de los obje- tivos de expansión, y aunque útiles para elevar el rendimiento del per- sonal, son inservibles si no son rea- listas. La eficacia en la ejecución se consigue implicando a todo el per- sonal responsable de los resultados en el trazado de un plan estratégi- co. Así, los objetivos derivados de dicho plan estarían basados en la capacidad de la organización para obtener los resultados esperados y la capacidad, a su vez, dependería de colocar con acierto a las perso- nas que saben ejecutar en los pues- tos clave de la organización. Saber ejecutar implicaría conocer la demanda a tiempo, las rotaciones de inventario y los objetivos de coste y calidad. El plan tendría sus plazos y su cumplimiento debería ser estricto. Por último, existiría un plan de contingencia para el caso de que surgieran imprevistos. Las trayectorias de dos grandes compañías norteamericanas, la Xerox y la EDS, ofrecen excelentes ejemplos de lo que diferencia una buena ejecución de otra equivoca- da. Cuando Richard C. Thoman se hizo con las riendas de las operaciones en la Xerox, en 1997, empezó por lanzar diversas iniciativas que tení- an por objetivo reducir los costes (recortes de plantilla, pagas extra, gastos de viaje, etc.); ideó una 22 2 3 1
  • 3. Execution nueva estrategia que pretendía hacer de Xerox -un proveedor de productos y servicios- un proveedor de soluciones que combinaban el software con el hardware y los ser- vicios; por último, decidió asociarla a compañías como Microsoft o Compaq para crear sistemas inte- grados. Aunque semejante visión no dejó de impresionar, su fallo principal resi- día en la falta de conexión con la realidad. El lanzamiento simultáneo de dos iniciativas, una para consoli- dar los centros de operaciones administrativas y otra para reorga- nizar el equipo de ventas, resultó ser un grave error de ejecución. El caos que se originó en la transición administrativa ocasionó que los pedidos se traspapelasen y se pro- dujeran retrasos en los cobros, entre otras consecuencias. La reor- ganización de ventas obligaba a los ejecutivos comerciales a dedicarle un tiempo excesivo a las mismas, mientras precisamente se trataba de reducirlo, a la vez que intenta- ban adaptarse a la nueva organiza- ción y modo de ventas. El valor de las acciones cayó drásticamente desde los 64 a los 7 dólares. Un problema adicional lo constituía el rechazo interno hacia el lideraz- go de Thoman, que era contempla- do como un intruso, y su falta de autoridad para formar su propio equipo, algo esencial para que un líder llegue a ejercer el control y venza las resistencias. Finalmente, Thoman fue despedido. La compañía EDS, por su parte, tenía mucho en común con Xerox cuando se produjo el cambio de liderazgo en la figura de Dick Brown, en enero de 1999: su propio mercado (el de la externalización de los servicios informáticos), los cambios en la industria informática a los que la compañía no lograba adaptarse, los competidores poten- tes (IBM), unos beneficios menguan- tes, el precio de las acciones en descenso, unos objetivos de creci- miento de ingresos y beneficios tan elevados que parecían irreales y una reorganización masiva. No obstante, la diferencia entre el liderazgo de Brown, centrado en la ejecución, y el de Thoman, volcado en la estrategia y además cuestio- nado, fue lo que permitió a EDS alcanzar unos resultados totalmen- te opuestos. Aunque sus actividades principales la habilitaban para servir sus mer- cados prioritarios, EDS se encontra- ba atrapada en su tradicional estructura y cultura, que le conferí- an el aspecto y las características de una confederación de feudos. A los ojos de Brown, se hacía patente que la compañía necesitaba dotarse de una nueva estructura organizati- va y de una cultura basada en el cumplimiento y la colaboración. Lo primero que hizo Brown fue ponerse a conocer a fondo la orga- nización, a través de múltiples via- jes, encuentros y correspondencia. Para fomentar el cumplimiento y la colaboración, instauró unas reunio- nes telefónicas que se celebraban todos los lunes con los 150 ejecuti- vos más preeminentes de la compa- ñía. Estos encuentros se caracteri- zaban por unas conversaciones directas, e incluso tensas, que ser- vían para determinar la verdad y enseñar a los ejecutivos el compor- tamiento adecuado según lo veía Brown. La selección del personal fue sometida a un sistema que vin- culaba directamente el rendimiento con la compensación. El 20% del personal comercial que no había registrado ventas en los seis meses anteriores fue reemplazado por uno nuevo. En cuanto a la estructura de la compañía, fue dividida en fun- ción de los mercados: empresa extendida, gestión de procesos empresariales, soluciones informá- ticas y consultoría. En paralelo, Brown se ocupaba de aumentar la calidad del servicio prestado a sus clientes y de ir convirtiéndola en el criterio de compensación. Como resultado de todas estas polí- ticas, al cabo de dos años, en 2001, la compañía registró unos benefi- cios récord, con un aumento del 65% del valor de sus acciones. Parte Segunda: los elementos fundamentales de la ejecución La disciplina de la ejecución se basa en una serie de elementos indispen- sables que todo líder debe tener en cuenta al diseñar, implementar y operar en los tres ámbitos clave del personal, la estrategia y las opera- ciones. De entre esos elementos merecen ser destacados los siguien- tes: Los siete comportamientos esen- ciales del líder. Para proteger a un líder encargado de la ejecución contra las trampas de la microgestión, existen siete comportamientos básicos que con- forman el primer pilar de la discipli- na de la ejecución: Conocer el negocio y al perso- nal. Los líderes deben permane- cer en contacto directo con la realidad cotidiana de sus nego- cios. Deben encontrarse allí donde está la acción y darse a conocer al personal. Insistir sobre el realismo. El rea- lismo es la esencia de la ejecu- ción, pero son muchas las perso- nas que se inclinan por no ser realistas, pues ello implica reco- nocer los errores, admitir que no se tiene siempre una respuesta y aceptar los enfrentamientos. El realismo es la prioridad y hay que fomentarlo y contribuir a él intentando en todo momento mantener una óptica realista. Establecer objetivos y priorida- des claros. Los líderes orientados hacia la ejecución no establecen muchos pero sí claros objetivos y prioridades. El enfoque sobre tres o cuatro cuestiones prefe- rentes proporciona los mejores resultados en relación con los recursos disponibles. Dada la estructura descentralizada o fragmentada de las organizacio- nes actuales, el personal necesi- ta un número reducido pero transparente de prioridades para rendir satisfactoriamente. Hacer el seguimiento. Para que unos objetivos sencillos y trans- parentes sirvan de algo es nece- sario tomar en cuenta seriamen- te el seguimiento. La ausencia 33
  • 4. Execution del mismo es la principal causa de una ejecución deficiente. De ahí la trascendencia de detectar cuáles son los conflictos que obs- taculizan los resultados y crear un mecanismo de seguimiento que asegure que cada uno hace lo debido. Premiar el compromiso. Aunque es obvio que hay que recompen- sar a las personas según su rendi- miento, son numerosas las orga- nizaciones que no saben hacerlo correctamente. Una ejecución incorrecta tiene su origen, entre otras razones, en la inexistencia o la mala aplicación de un siste- ma de compensación para los mejores. Ser mentor. Uno de los papeles más relevantes de un líder es el de transmisor de experiencias y conocimientos a la siguiente generación de líderes, es decir, el papel de mentor. De este modo se extienden los conocimientos a todos los miembros de la organi- zación y se deja un legado dura- dero. Conocerse a sí mismo. El conoci- miento de sí mismo y la fuerza del carácter que de ello deriva son decisivos para una buena eje- cución. Sin este empuje resulta difícil ser honrado con uno mismo y tratar con honestidad las reali- dades del negocio, la organiza- ción y el personal. La fuerza del carácter se sustenta, además de en el autoconocimiento, en la autenticidad, el autodominio y la humildad. La creación del marco para el cambio cultural. Las dificultades que van acumulán- dose en un negocio sugieren a menudo a los líderes que ha llegado la hora de efectuar un cambio en la cultura corporativa de la organiza- ción. Los valores y el comporta- miento del personal son tan impor- tantes como la estructura organiza- tiva o la estrategia. La cultura cor- porativa mantiene una relación con estas últimas similar a la de un soft- ware con el hardware. Sin embargo, muchos intentos de llevar a cabo remodelaciones en la cultura corporativa fracasan por su falta de conexión con las realidades estratégicas y operativas de la orga- nización. En otras palabras, para que estas iniciativas prosperen, han de tener como objetivo mejorar la ejecución. Se trata de introducir cambios en el comportamiento del personal para que éste supere sus propios logros. Para ello, en primer lugar hay que comunicarles qué resultados se esperan, debatir con ellos sobre la mejor manera de alcanzarlos y recompensar a aque- llos que lo logren. A los que no lo consiguen, hay que seguir propor- cionándoles apoyo adicional, cam- biarles de puesto o, si no hubiera otro remedio, despedirlos. Poner todo esto en práctica significa crear una cultura corporativa de ejecu- ción. Hacer más operativa la cultura. Es preciso desmitificar la palabra cultura; la cultura corporativa no es más que una suma de los valores, creencias y normas de comporta- miento comunes a una organiza- ción. Con frecuencia se piensa que, para modificar una cultura corporativa, hay que empezar por valores como la integridad o el respeto por el cliente. Semejante enfoque es erró- neo, puesto que tales valores no necesitan sustituirse, sino más bien reforzarse. Lo que precisa de un cambio son, ante todo, las creen- cias que influyen en los comporta- mientos específicos, que se ven condicionadas por la formación, experiencia, percepciones internas y externas sobre el futuro de la organización, más el comporta- miento y discurso de sus líderes. Si, por ejemplo, el personal ejecutivo de una organización cree que su actividad pertenece a una industria ya madura y sin perspectivas de crecimiento, no empleará demasia- do tiempo ni energía en buscar nue- vas oportunidades de expansión; si piensan que sus compañeros se esfuerzan menos por una misma remuneración, su energía también decrecerá. Los comportamientos son las creen- cias puestas en práctica a través de los cuales se obtienen unos resulta- dos. Las normas de comportamiento determinan cómo el personal traba- ja en equipo y son por ello decisivas para crear una ventaja competitiva. Vincular compensación con rendi- miento. La principal condición para trans- formar el comportamiento es vincu- lar la compensación al rendimiento. Una cultura corporativa define qué comportamientos se valoran, respe- tan y compensan; indica al personal qué tipo de actitud es beneficioso para la promoción de su carrera profesional. Una organización que premia y promociona a su personal por la calidad de su ejecución inicia con grandes posibilidades de éxito su cambio cultural. Las maneras de recompensar pue- den ser diferentes, pero su objetivo debe ser el mismo: optimizar el rendimiento. En ese sentido, hay que premiar no sólo los resultados, sino también aquellos comporta- mientos que los favorecen. Cualquier organización debe inten- tar atraerse a sus filas al mayor número de jugadores de primera categoría: estos son aquellos que saben ligar el comportamiento con el rendimiento. La importancia de un diálogo auténtico. La cultura de la ejecución necesita de un diálogo auténtico para existir. Este tipo de diálogo nos revela la realidad a través de la apertura, la sinceridad y la informalidad. Un diálogo verdadero hace que la orga- nización sea más eficaz en la reco- gida, comprensión y rediseño de la información para la toma de deci- siones. Además, fomenta la creati- vidad incubando la mayoría de las innovaciones y, con ello, crea una mayor ventaja competitiva y otorga mayor valor a las acciones. El diálogo auténtico puede empezar cuando la mente se despeja de pre- juicios o intereses egoístas; conti- núa desarrollándose gracias a la sin- ceridad, que va eliminando menti- ras y recelos interesados y permite recuperar el dinamismo perdido. La 44
  • 5. Execution informalidad, por último, invita al cuestionamiento, a la espontanei- dad y al pensamiento crítico. Tener el personal adecuado en los puestos acertados. Hay factores que escapan al control de las organizaciones, tales como la volatilidad de la economía o los movimientos imprevisibles de los competidores, mientras que otros, como la calidad del personal, dependen totalmente de ellas. Y, sin embargo, aunque suele recono- cerse que “las personas son nuestro recurso más valioso”, se hace muy poco para elegir a los individuos idóneos para cada puesto. La causa suele ser, con frecuencia, que los líderes se ocupan en exceso de pen- sar en el crecimiento y, mientras, olvidan que la calidad del personal es su mayor factor de diferencia- ción competitiva. La victoria de Dell sobre Compaq -una compañía mucho más grande-, o el ascenso de Nokia, se deben principalmente a la calidad de sus recursos humanos. El desfase entre las exigencias de un puesto y la calidad profesional de quien lo ocupa puede obedecer a varias razones, tales como: La falta de conocimiento. En la asignación de puestos, los líderes se dejan a menudo influir por sugerencias o recomendaciones de sus colaboradores, sin tener en cuenta las cualidades específi- cas que hacen que una determi- nada persona sea la idónea o no para el puesto. Este error se puede evitar si las exigencias del puesto se definen en términos de unos cuantos criterios no nego- ciables, es decir, aquello que el candidato debe ser capaz de hacer para tener éxito en la fun- ción que va a desempeñar. La falta de coraje. La presencia en las organizaciones de aquellos que no rinden lo debido y, no obs- tante, continúan durante años en sus puestos, es un hecho común en muchas organizaciones. Esta situación se da cuando los líderes no disponen de suficiente forta- leza para enfrentarse a estas per- sonas y tomar decisiones al res- pecto. Esta debilidad puede aca- rrear daños considerables a una organización, que serán tanto mayores cuanto más alto sea el puesto mal cubierto. El factor de la comodidad psico- lógica. Muchas personas ocupan puestos para cuya altura no están preparados por proporcionar comodidad y profesar lealtad a los líderes que les promocionan. Es una situación que puede tor- narse seria cuando esa lealtad está basada en factores erróneos como las afinidades personales, un carácter sumiso, la habilidad de evitar conflictos al jefe u otros. Los líderes que han hecho suyos los valores de una cultura que premia la ejecución, y se han comprometi- do a situar al personal adecuado en los puestos que verdaderamente les corresponden, pueden considerarse preparados para gestionar los tres procesos clave de la ejecución. Parte tercera: los tres procesos clave de la ejecución El proceso del personal o cómo establecer un vínculo entre la estrategia y las operaciones. El proceso del personal está por encima de los otros dos procesos, de estrategia u operaciones. Los líderes que no lleguen a gestionarlo con maestría no conseguirán nunca extraer todo el potencial que alber- gan sus organizaciones. Una gestión adecuada del proceso del personal permite determinar con exactitud las necesidades de talento de la organización y planifi- car las actuaciones precisas para cubrirlas. Dicha gestión es tal cuan- do: Vincula el proceso del personal con la estrategia y las operacio- nes. Se vincula dicho proceso con los objetivos estratégicos y ope- rativos a corto, medio y largo plazo asegurándose de que se dispone del número preciso de individuos para ejecutar la estra- tegia. Es una tarea ardua, que requiere determinación para ree- valuar al personal y sus conoci- mientos, pero esclarece si están o no preparados para la siguiente fase del desarrollo de la estrate- gia. Asegura el flujo de liderazgo. Alcanzar los objetivos a medio y largo plazo depende en gran medida del flujo de un liderazgo prometedor y digno de promo- ción. Para ello es necesario prac- ticar una evaluación del lideraz- go actual y concretar qué es lo que necesita cada líder para poder asumir responsabilidades mayores. La cantidad y la calidad del flujo de liderazgo es así iden- tificada y con ella la ventaja competitiva de la organización. Por otra parte, el análisis del “grado de sucesión” y el “riesgo de retención” son la base de la planificación de talentos y la garantía del flujo de líderes con valía. El análisis del primer factor clarifica si la organización tiene un número suficiente de líderes de gran potencial en los puestos clave, cargos inadecuados para ellos y el riesgo de perderlos si no se les ofrecen oportunidades de mejora. En cuanto al “riesgo de retención”, este depende de la “comerciabilidad” de la persona, la mayor o menor posibilidad de abandonar la organización y las repercusiones que esto puede tener sobre la misma. Este análi- sis es útil para protegerse de los peligros de mantener al personal en el mismo puesto durante un tiempo excesivo o de promocio- narlo demasiado rápidamente. Toma decisiones respecto a los empleados incompetentes. Ni siquiera un proceso de selección y gestión de personal óptimos pueden garantizar la adecuación entre un empleado y su puesto o su buen rendimiento. El criterio de calidad de un proceso de ges- tión de personal es su capacidad para distinguir entre individuos a los que se ha promocionado por encima de su valía, aquellos 55
  • 6. Execution otros que deben ser reasignados a otros puestos y quiénes son los empleados de los que no queda otro remedio que prescindir. Vincula el departamento de recursos humanos con los resul- tados. El departamento de recur- sos humanos es también una pieza relevante de la cultura de la ejecución. Sin embargo, su papel debe ser modificado: hay que integrarlo en el proceso del negocio vinculándolo con la estrategia, operaciones y evalua- ciones del personal. En esta nueva situación, los recursos humanos se convierten en una fuerza mucho más potente para el progreso de la organización de lo que lo han sido en el pasado. Mientras que antes se les podían asignar contrataciones o ejecu- ciones específicas de un plan (por ejemplo, la negociación con el sindicato ante un cierre inminen- te de una fábrica), hoy en día se espera que el departamento de recursos humanos tenga su propio punto de vista sobre la realiza- ción de un objetivo o un plan estratégico. El personal de recur- sos humanos no sólo necesita estar bien preparado en su espe- cialidad (formación, contrata- ción, retención, etc.), sino pose- er la misma perspicacia que los demás en lo que se refiere a la generación de beneficios para la organización, la capacidad de pensamiento crítico, la pasión por los resultados y la capacidad de vincular la estrategia con la ejecución. El proceso estratégico: vincular el personal con las operaciones. El principal objetivo de toda estra- tegia empresarial es simple: consis- te en ganarse las preferencias del cliente y crear una ventaja compe- titiva sostenible. No obstante, muchas de las estrategias empresa- riales fracasan porque no prestan suficiente atención a la ejecución de la estrategia. Una estrategia óptima no puede consistir en una compilación de predicciones de futuro, sino en un plan de acción en el que los líderes puedan apoyarse para alcanzar los objetivos propues- tos. El desarrollo de un plan de esas características empieza por la iden- tificación y definición de los princi- pales problemas a los que se enfrenta la estrategia. Hay que ana- lizar en detalle el posicionamiento, las oportunidades y amenazas del mercado, las ventajas y desventajas competitivas. Una vez trazado el plan, se sigue con el análisis de sus supuestos, los pros y los contras de las alternativas, la capacidad orga- nizativa para ejecutarlo, las accio- nes a corto y medio plazo para ase- gurar su funcionamiento estable, etc. Para que la estrategia tenga un carácter real es necesario vincular- la al proceso del personal: si se cuenta con el personal adecuado para ejecutar la estrategia o, en caso contrario, cómo hacerse con él. Por último, los pormenores del plan estratégico deben vincularse al plan operativo para alinear y sincro- nizar las distintas partes de la orga- nización que deben llevar a con- quistar el objetivo designado. El contenido de un buen plan estra- tégico debe dar respuesta a lo siguiente: ¿Cuál es la evaluación del ámbi- to exterior? Todos los negocios operan dentro de un contexto político, social y macroeconómi- co cambiante y un plan estratégi- co debe reflejar explícitamente los supuestos que la dirección de la empresa baraja sobre ese con- texto. Los líderes de una unidad de negocios deben examinar con cuidado su entorno hasta lograr una comprensión cabal del mismo. Esto incluye las tenden- cias económicas y demográficas, la introducción de nuevas tecno- logías, alianzas entre competido- res, las demandas crecientes y decrecientes, etc., con objeto, todo ello, de anticiparse a los cambios que pueden afectarla. ¿Cuál es el nivel de compren- sión de los clientes y mercados existentes? Las empresas tien- den a menudo a concentrarse en exceso sobre la producción y venta de sus productos, tanto que descuidan las necesidades y los comportamientos de compra de sus clientes. Aquí se trata sim- plemente de entender a los indi- viduos concretos que toman las decisiones de compra y su com- portamiento como consumidores. ¿Cuál es la mejor manera de garantizar el crecimiento del negocio? Puede tratarse del des- arrollo de nuevos productos, la distinta canalización de los ya existentes hacia otros consumi- dores, las adquisiciones, los pro- gramas de productividad destina- dos a mejorar la competitividad del precio, etc. ¿Quién es la competencia? A veces las empresas pierden de vista la aparición de nuevos com- petidores que poseen propuestas de valor más atractivas para sus clientes. Esa desatención puede ocurrir cuando un grupo de empresas compite de forma ciega entre sí y no percibe que un nuevo competidor está haciendo su aparición, o bien cuando se subestiman las respuestas de la competencia existente. También ocurre lo contrario: la competen- cia se sobreestima, la ejecución se paraliza y las oportunidades escapan. ¿Puede el negocio ejecutar la estrategia? Muchas son las estra- tegias de las empresas que fraca- san porque sus líderes no han efectuado una evaluación realis- ta de las posibilidades de ejecu- tar el plan. Esto es más fácil de determinar para aquellos líderes que cumplen con su trabajo, están inmersos en los tres proce- sos clave de la ejecución, fomen- tan el diálogo abierto en su entorno y escuchan a sus clientes y proveedores. ¿Cuáles son los hitos fundamen- tales de la ejecución del plan? Los hitos marcan la realización de un plan estratégico: si estos no se alcanzan durante la ejecu- ción de dicho plan, es señal de que la propia estrategia necesita una revisión. Un plan estratégico de calidad debe poseer la cuali- 66
  • 7. Execution dad de ser adaptable. ¿Están equilibrados el corto y el largo plazo? La planificación estratégica debe llevarse a cabo en tiempo real y estar relaciona- da con los cambios en el entorno competitivo y las fuerzas e incon- sistencias del propio negocio. La misión debe definirse tanto a corto como a medio y largo plazo: esta fragmentación facili- ta el crecimiento futuro hacién- dolo gradual. ¿Cuáles son los asuntos críticos a los que se enfrenta el nego- cio? Cualquier negocio posee su propia serie de puntos críticos capaces de dañarlo e impedirle sacar partido de las nuevas opor- tunidades. Para abordarlos se requieren investigación y análi- sis. La indicación de los asuntos críticos en un plan estratégico facilita la preparación y el diálo- go sobre su futura revisión. ¿Cómo podrá el negocio generar beneficios sostenibles? Cualquier plan estratégico tiene que incluir las indicaciones sobre la genera- ción de unos beneficios sosteni- bles. Para ello es necesaria la comprensión de una serie de fac- tores que resultan únicos para cada negocio: liquidez, margen, velocidad, crecimiento de ingre- sos, cuota de mercado y ventaja competitiva. El proceso operativo: vincular la estrategia con el personal. Las organizaciones en las cuales predomina una cultura de la ejecu- ción tienen un proceso operativo robusto basado en un plan que vin- cula la estrategia y el personal con los resultados. El proceso estratégico indica en qué dirección debe desarrollarse un negocio, mientras que el proceso del personal debe garantizar que se cuenta con unos empleados capaces de mover la organización en dicha dirección. El proceso operativo sirve para indicar el camino al per- sonal de una organización. Este pro- ceso transforma metas a largo plazo en objetivos a corto plazo. La reali- zación de estos objetivos induce la toma de decisiones y su integración a través de la organización, tanto al principio como en respuesta a los cambios de las condiciones del negocio. Un plan operativo está integrado por programas previstos para cum- plirse en un año con el fin de alcan- zar los niveles deseados de los obje- tivos, tales como ganancias, ventas, márgenes y el flujo de efectivo. Entre estos programas pueden apa- recer los lanzamientos de produc- tos, el plan de marketing, el plan de ventas, el plan de producción o el plan de productividad. Los supues- tos de estos planes se encuentran asentados sobre la realidad y se someten a debate entre el personal financiero y los líderes responsables de la ejecución. En lo que respecta a un plan opera- tivo, la responsabilidad del líder estriba en supervisar una transición sin fisuras entre la estrategia y las operaciones. Para ello, debe esta- blecer objetivos, vincular los deta- lles del proceso operativo con el personal y el proceso estratégico y llevar a cabo revisiones operativas que unen al personal en torno del plan operativo. Además de poder tomar decisiones oportunas e incisi- vas frente a innumerables imprevis- tos e inseguridades, un líder debe saber conducir un diálogo auténtico que sirva para descubrir la verdad y enseñar a sus subordinados a hacer otro tanto. No obstante, su presen- cia e implicación no son suficientes, sino que es precisa la de todos para diseñar un plan operativo. Cómo diseñar un presupuesto en tres días. Mientras algunas organizaciones pierden semanas o meses en la pre- paración de los presupuestos, otras lo hacen en tres días. El primer paso para conseguirlo es la observación del principio de simultaneidad: se inicia un diálogo auténtico entre todos los líderes preeminentes de una organización, el cual les sirve para entender toda la complejidad de la cultura corporativa y las rela- ciones entre sus partes. El diálogo se desarrolla bajo el formato de una reunión de tres días que incluye a todos los subordinados directos de cada uno de los líderes. Éstos últi- mos han recibido el borrador del presupuesto inicial junto con los supuestos genéricos de las condicio- nes externas, unos cuantos análisis de la competencia y unos objetivos anuales, financieros y de otro tipo, en forma trimestral. La reunión gira en torno a unas veinte líneas que, como en cual- quier presupuesto, son responsables del 80% de los resultados. Entre ellas estarán, seguramente, ingre- sos por combinación de productos, márgenes operativos, gastos de marketing, gastos de fabricación, gastos de desarrollo y diseño de productos, etc. Los responsables de cada uno de estos puntos presentan su plan de acción correspondiente para comprobar su encaje en el pre- supuesto que se propone. El líder que preside la reunión cuestiona los supuestos de cada uno de estos pla- nes para asegurarse de su validez y formula preguntas acerca de cómo afectarían a otros negocios. Por ejemplo, si alguien pretende recor- tar el precio de un producto para generar más volumen, ello podría significar una tarjeta amarilla para la producción por los costes adicio- nales, las horas extra, etc. Una vez escuchadas todas las opi- niones, los reunidos se dividen en grupos más pequeños para debatir la información con más detalle y buscar alternativas. En el caso de la producción: el límite de la reduc- ción del coste del producto, un posible tercer turno para la produc- ción, etc. Finalmente, todos reunidos nueva- mente al completo, compilan sus conclusiones y las plasman en un programa de ordenador para obser- var la imagen del presupuesto que han diseñado, discernir en ella lo que tiene o no tiene sentido y determinar si todos los elementos del mismo están sincronizados. El proceso se puede repetir hasta unas cuatro veces para cuestionar, refi- nar y dar nueva forma al presupues- to. El presupuesto básico y los pla- nes operativos ya están así listos y podrán continuar completándose sobre la marcha. La importancia de la sincronización. 77
  • 8. Execution La sincronización es un elemento esencial de la excelencia de la eje- cución y del dinamismo de la orga- nización. Se produce cuando todas las partes de la organización com- parten supuestos comunes sobre su entorno exterior para un periodo de un año y todas entienden las actua- ciones de las otras. La sincroniza- ción implica el encaje entre los objetivos de las partes interdepen- dientes de la organización y la vin- culación de sus prioridades con las de otras partes de la organización. Si las condiciones cambian en la práctica, la sincronización se obtie- ne reajustando las diferentes priori- dades y reasignando recursos. En el caso, por ejemplo, de que la demanda descienda, la relación entre la publicidad, la promoción, la planificación de la producción y los niveles del inventario deben reajustarse hasta volver de nuevo a la sincronización. Las compañías que son buenas ejecutoras, como General Electric, Wall-Mart, Dell o General Motors, sincronizan mejor y más rápidamente que otras. La últi- ma, en particular, ofreció un exce- lente ejemplo de sincronización tras la crisis de la industria automo- vilística a raíz de los ataques terro- ristas del 11 de septiembre. Para invertir la tendencia decreciente en la demanda de automóviles, el vice- presidente de la compañía, Ron Zarella, ideó la financiación de la compra de vehículos sin intereses. La implementación de esta medida tuvo efectos inmediatos sobre el aumento de la demanda. El momen- to era más que oportuno, pues la Reserva Federal siguió bajando los tipos de interés hasta registrar el más bajo en cuarenta años, el 1,75%. Los consumidores podían refinanciar en efectivo los excesos de los préstamos, lo cual disparó la demanda desde los 16 millones de unidades por año hasta más de 21 millones. Esta medida exigió que General Motors diseñara un plan operativo para reprogramar y rea- signar recursos y al mismo tiempo lograr su sincronización: la cantidad y tipo de vehículos que fabricar, la asignación de las fábricas, la deter- minación por regiones de las combi- naciones de productos, el presu- puesto de publicidad, su sincroniza- ción con la producción -especial- mente importante para no perder ventas y aumentar los costes dada la inexistencia del tipo de interés-, etc. Este programa operativo fue la gran oportunidad que General Motors supo aprovechar cuando se le pre- sentó, y además se adelantó al resto de los fabricantes gracias a su rápida ejecución y sincronización. Buenos supuestos como claves para establecer objetivos realis- tas. Un plan operativo aborda con éxito los principales retos de la ejecución construyendo el presupuesto sobre realidades tales como las expectati- vas del mercado de capitales y los supuestos sobre el entorno en que se desarrolla el negocio (y su inci- dencia en el mismo). Para ello es fundamental que los líderes sean imaginativos para aprovechar los cambios y versátiles para fomentar el diálogo auténtico, a fin de enten- der la realidad a tiempo y tomar decisiones sin tener que esperar la autorización de sus superiores. El debate sobre dichos supuestos, tanto generales como particulares, y sus efectos sobre cada segmento del negocio, es la parte sustancial de cualquier revisión operativa. Las revisiones estándar de los presu- puestos suelen perder de vista estos supuestos particulares que son los que secundan los objetivos realis- tas, impidiendo así que éstos últi- mos se establezcan. Los supuestos implícitos deben debatirse incluso antes de que estén expresados en cifras. Un líder, al analizar un plan operativo, tiene que cuestionar todos sus elementos y poder identificar aquellos supues- tos capaces de esconder algún peli- gro. Todo aquello que afecta a un negocio requiere algún tipo de supuestos implícitos, tales como quién es el consumidor, cómo com- pra y por qué, cuál es la necesidad, cuál será su duración, qué hace la competencia, qué nivel de calidad tiene nuestra propuesta de valor, etc. Tras el estallido de la burbuja de las telecomunicaciones, la compañía Cisco Systems tardaba en enfrentar- se a la realidad. Cuando finalmente decidió variar el rumbo, la mayoría de sus proveedores se encontraron con un enorme inventario fruto del optimismo que emanaba de la com- pañía. Sin embargo, el director general de un proveedor ubicado en Portland, Oregón, supo adelantarse a los acontecimientos: antes de que Cisco anunciara sus cambios, tuvo la prudencia de informarse sobre los planes de expansión de algunos clientes de Cisco (como Verizon, AT&T o British Telecom), a la vez que seguía de cerca el comporta- miento de los mayores clientes de la compañía, General Motors y American Express. Su conclusión fue que el optimismo de Cisco era infundado y, en consecuencia, deci- dió cerrar temporalmente una de sus fábricas, lo cual le permitió pre- servar la liquidez. Conclusión La clave para el funcionamiento de un negocio se encuentra en estable- cer un vínculo eficaz entre los tres procesos de (1) gestión del perso- nal, (2) estrategia y (3) operacio- nes. Los líderes han de dominar cada uno de estos procesos y su fun- cionamiento conjunto. El control sobre ellos es el fundamento de la disciplina de la ejecución y la con- dición para el diseño y la puesta en práctica de una estrategia de nego- cios productiva. La disciplina de la ejecución basada en los tres procesos clave es una nueva teoría de liderazgo y organi- zación, consagrada por la realidad de muchas organizaciones próspe- ras, que confiere a los que decidan ponerla en práctica una ventaja competitiva duradera. 88